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Gozos al Santísimo Cristo del Refugio
Pues por mí crucifiado os miro en este madero. Sois nuestro iris verdadero Cristo del Refugio amado.
Judas, pérfido y mavado, por interés os vendió, a la chusma os entregó con un beso depravado, permitiste ser atado y llevado cual cordero.
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Ser nuestro iris.
Al ser de Anás preguntado os dieron gran bofetada, que una mano desalmada os dejó el rostro afeado, figuaba ella el pecado del pecador más grosero.
Ser nuestro iris.
Preso, desnudo y atado con rigor a una columna, de aquella gente importuna sois cruelmente azotado.
Bajel de penas cargado en quien tomar puerto espera. Ser nuestro iris.
Sois por mofa coronado con sesenta y dos espinas, que vuestras sienes divinas con dolor han traspasado.
¡Buen Jesús. cuán agraviada por mi amor os considero!
Pilatos, atemorizado por el grito de la qente, quiere aplacar su torrente, herido y despedazado al balcón se ha mostrado «Ecce homo», grita severo.
Andáis con la cruz cargado por la calle de amargura do encontráis la Virgen pura, y del gran peso agitado tres veces precipitado llegáis a besar el suelo. Sois nuestro iris.
Os miro en la cruz clavado pendiente de clavos tres y de la cabeza a pies el cuerpo desconjuntado tal os puso mi pecado, de pena y dolor me muero. Sois nuestro iris.
Puerta abierta en vuestro lado sirve para mi consuelo, y para entrar en el cielo a quien busca humillado vuestro pecho atravesado fue por nuestro infame hierro.
Si muerto y desfiguado en esa cruz apareces, en el cielo resplandeces de gloria y poder colmado; allí sois nuestro abogado, nuestro padre medianero. Sed nuestro iris verdadero.