Cuentos

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¿PODEMOS? – Julieta García Hace mucho tiempo, no importa cuánto, estaba Esteban, a quien la novia lo llamaba Estebin. Él la llamaba Cuchurumina por razones personales. A Esteban lo contrataron para ser detective. El hermano multimillonario de Lola Macbella (una amiga de él) había muerto, y él tenía que solucionarlo. Tenía que buscar al asesino y llevarlo preso. La única pista que tenía era que había sido asesinado en la casa con unas pistolas. Creía que habían sido dos, pero no estaba seguro. Ahora estaba con su novia, con un amigo llamado Jack y Lola. −Vamos a la casa −dijo Esteban. −Pero no, es peligroso, amor −le respondió su novia. −Claro que no −dijo Jack−. Vamos. Se fueron hasta la casa. Había un papel con un cuchillo que decía. ALOH, OY ES NEIUQ OTAM LA ONAMREH ED ALOL, IS OL NEREIUQ REBAS SOL OREPSE NE AV. SANTA FE AL 1876. Nadie lo entendía, y dijo Jack: −¿Y si lo leemos al revés? Todos dijeron que era una tontería, pero funcionó. Decía: “HOLA, YO SÉ QUIÉN MATÓ AL HERMANO DE LOLA. SI LO QUIEREN SABER, LOS ESPERO EN AV. SANTA FE AL 1876”. −Ven −dijo Jack, haciéndose el que ya lo sabía. Fueron hasta allí. Una voz dijo: −Que venga solo el que descubrió el mensaje. Todos empujaron a Jack, pero la voz repitió: −Que venga Esteban Pérez. Jack retrocedió y Esteban le dijo a su novia: −Ya que por ahí es mi fin −se arrodilló−, ¿querés casarte conmigo? −¡Sí, obvio! −le respondió, y se dieron un beso. Esteban entró por una puerta que había. Luego, después de unos minutos, salió y dijo: −Fue Camil. Camil era el que se quería casar con Lola desde que eran bebés. −Y… −continuó Esteban−, y Juan −el que se quería casar con la novia… digo, esposa, de Esteban. Los llevaron presos por veinte años, y Jack se casó con Lola. Tuvieron cuatro hijos, dos hijas y dos hijos. Esteban y Beatriz, que así se llamaban, tuvieron dos hijos, una chica y un chico.


LA PERSONA SIN NOMBRE – Zenón Mabres Había una vez una persona sin nombre que había nacido hacía 5000 años. Su edad cambiaba cada día. Por ejemplo, un día tenía 20 años y al otro día tenía 42, pero su inteligencia no cambiaba. Además era famoso por este fenómeno. Los mejores científicos de todos lo estudiaron pero no encontraron respuesta. Un día quiso hacer una apuesta y perdió, entonces se hizo esclavo (por perder la apuesta). Dos años después se enteró de unos juegos donde todos los esclavos iban a ganar la libertad o morir. El juego consistía en ir a la mina más grande del mundo y encontrar una piedra fosforescente. Luego encontrar la salida. Te podía matar otro esclavo y robarte la piedra. Duraba meses y se transmitía por televisión. Tenías que llevar comida, y era mejor matar a otros esclavos para eliminar competencia. Eran 100 concursantes, pero la mina era tan grande que tardaban horas en encontrar a alguien. Y solo tenían comida, agua y una pica de minería. Dos meses después de estar en la mina, el esclavo se dio cuenta de que los 99 otros estaban muertos. Estaba solo. Y cuatro meses después encontró la piedra, se volvió libre y se hizo millonario. LA MONTAÑA DEL LABERINTO – Martina Buchbinder Había una vez un chico de 35 años llamado Bob. A Bob le gustaban mucho los laberintos y la calesita, porque siempre se ganaba la sortija. Bob vivía con su novia, Gala. Tanía un mejor amigo llamado Gus. Gus tenía 36 años y Gala, 32. Un día a Bob le llegó una carta que decía: MENSAJE Y Bob pensó: “¿Qué es esto?” Entonces llamó a Gus, por que él estudiaba letras y tal vez lo podía descifrar. Cuando llegó, Gus lo intentó leer pero no pudo. incompleto EL EVEREST – Tadeo Gavensky Había una vez una persona llamada Manny que vivía escalando montañas. Era fotógrafo. Hacía expediciones en todas las montañas para lograr escalar el Everest con su hermano. Tres años después, él y su hermana estaban escalando el Everest y se cayeron a una cueva. En una pared de la cueva decía: “Si no salen de este laberinto, el Everest se derrumbará y morirán”. Manny no tenía miedo, aunque pasaron días hasta que encontró la salida. Pero justo se derrumbó el Everest y murieron. Muchos años después, encontraron los cadáveres en una prisión de herramientas: habían intentado hacer un agujero en la pared para salir. El laberinto lo había hecho su perro, porque Manny no le había dado de comer y se había querido vengar. Se había hecho un transplante con el cerebro de Einstein, y se había tomado una poción que lo hacía humano. Entonces hay una moraleja: “Siempre hay que alimentar a tu perro”.


(SIN TITULO) – Valentino Donato Un día viajé al pasado. En el pasado me hicieron ir a la guerra como espía y me dieron un reloj que medía la cantidad de maldad: la cantidad de malos, qué tan peligrosos eran, la distancia y la dirección en la que estaban. Al final terminé llegando con el enemigo, maté a uno y le saqué su uniforme. Me lo puse y me filtré como su soldado. Pero me descubrieron, y desde entonces tuve que quedarme a vivir en el pasado. (SIN TITULO) – María Constanza Suárez Había una vez una chica que pasaba todos los días por una relojería. A ella le gustaban los relojes que había, pero no tenía tanta plata como para comprarse uno caro. Trabajaba en un kiosco en la esquina de su casa. Hasta que un día, cuando tuvo la plata suficiente, fue a la relojería. Cuando llegó, no podía decidir cuál se llevaba. Pasó un largo tiempo y no pudo decidir, hasta que vio uno perfecto para su pieza. Era uno con forma de flor, y a ella le encantaba cuál se había elegido. Pagó y se fue a su casa. Cuando llegó, subió rápido para poner el reloj en un extremo de la pared. A ella le encantaba cómo quedaba su reloj colgado en la pared. Era el reloj de sus sueños, siempre había querido un reloj así. Desde entonces, cada mañana que se levantaba miraba su reloj muy contenta y también todas las noches antes de dormir. Ese reloj tenía algo que ella todavía no sabía. Ella sospechaba que algo pasaba pero todavía no sabía qué era. María pensaba que capaz estaba roto, o le faltaba alguna pieza, pero nunca pensó que podría estar embrujado. Unos días después lo llevó a la relojería donde lo había comprado. El señor que trabajaba en la relojería le dijo que el reloj que había comprado tenía una maldición. María no lo podía creer, hasta que finalmente se tuvo que quedar con la maldición del reloj por bastantes años. Un día lo recicló, pero la maldición seguía. También trató de sacarse la maldición con otro reloj de flor, pero la maldición seguía ahí. Hasta intentó sacársela con remedios. Se enfermó, pero la maldición se fue. María estaba muy grave, y quedó enferma por el resto de su vida.


(SIN TITULO) – Victoria García Había un niño llamado Walter que tenía diez años. Él iba siempre a la ferretería de su abuelo. El abuelo siempre lo dejaba jugar ahí. Todos los días Walter se llevaba una soga con un gancho para escalar árboles o montañas de tierra y de mini piedritas bien chiquitas de construcción al lado de su casa. Un día muy cálido a Walter lo invitaron a unas montañas y él aceptó. Walter fue con sus amigos a las montañas. Todos empezaron a escalar una montaña y Walter empezó a escalar otra. La escaló con la soga y con el gancho. Cuando llegó a la cima, encontró un laberinto vegetal. Pensó que era un bosque. Antes de entrar al laberinto encontró un código MENSAJE pero no le prestó atención y entró igual. Mientras estaba en el laberinto, todos los amigos estaban jugando a la mancha y a la escondida. Walter sacó una linterna, porque estaba muy oscuro y encontró otro mensaje así: MENSAJE. Se preocupó porque ya había visto dos códigos y quiso volver. Pero no pudo, porque la puerta estaba cerrada. Entonces pensó que no había salida e intentó leer otro mensaje MENSAJE. Este sí pudo entenderlo. Decía “salida”, y salió del laberinto. Finalmente, Walter volvió a su casa y tuvo un día perfecto y maravilloso, muy aventurero.

(SIN TITULO) – Felipe Blasco Había una vez un hombre llamado Mason, de 27 años, que tenía muchos problemas. Uno era Dragovich. En el año 1970, Mason estaba con su amigo ruso, Reznov. Hacía 5 grados bajo cero cuando Mason y Reznov entraron a su base. Había muchísima nieve. Era como un laberinto. Cuando llegaron a sus cuartos había dos mensajes. Uno decía: DRAGO y el otro era VÍCH. Moon dijo: −Si los juntamos, forman DRAGO… Y Reznov completó: −VICH −Sí −dijo Mason. Entonces tomaron un avión a Japón. A la altura de Rusia se encontraron con Dragovich y saltaron a Rusia antes de que pasara algo malo. Mason y Reznov vivieron como mejores amigos y siempre contaban esta anécdota…


(SIN TITULO) – Santiago Guerra Una vez yo estaba en el parque y encontré un reloj. Cuando me lo puse, se abrió un puente y apareció un mundo mágico. Y cuando entré había un barco volador y un chico con remera verde y pantalón azul con brillitos. Entonces me llevó a su casa del árbol y vino un pirata y nos atacó. Pero el reloj me transformó en un super monstruo y el pirata se asustó. Al final pasé el verano ahí. Después me fui a mi casa y mi mamá me preguntó dónde había estado. Pero ella no me creyó. Y la llevé al lugar y se desmayó. Con el chico de remera verde la llevamos a la casa del árbol y le tiramos un balde de agua. Vino el pirata y mi mamá se desmayó de nuevo. Peleamos y después me convertí en un conejo y el pirata era alérgico a los conejos y se fue. Después mi mamá se despertó y el chico de remera verde me dijo su nombre. Era Soap Mac, y su hermano era el pirata, y se llamaba Paul Jackson. Después fuimos con el pirata y Soap se amigó con él. Con mi mamá volvimos a casa y todos vivieron felices.


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