pachanga f ú t b o l
f a b u l o s o
ES: 10€ | Canarias: 11€ NÚMERO #0
PIER PAOLO PASOLINI
Palabras futbolísticas
EL ARTE DE LA GUERRA
El deber del general
LA HISTORIA DE ESTA HISTORIA JCARLOS AGUILERA MY LITTLE EMPIRE
MÁGICO González
86 • NOTE
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“LOS DEPORTISTAS ESTÁN POCO CULTIVADOS, Y LOS HOMBRES CULTIVADOS SON POCO DEPORTISTAS. YO SOY UNA EXCEPCIÓN” pier paolo pasolini
editorial Víctor Blusckruck Sí, es cierto, lo confieso: todo el contenido —o su mayor parte— de la revista Pachanga es falso. Creo que debemos comenzar pensando el por qué lo he hecho. Creo que escribir puede presentarse —también— como un modo de intervenir en lo real, de cuestionar nuestro mundo y también nuestra forma de pensarnos escritores o artistas. La literatura, como dijo Arnold hablando de la poesía, puede ser una crítica de la vida, y también una crítica de la crítica, y una vivencia artística de la vida. Entre estos dos últimos parámetros, como una forma de analizar nuestro sistema literario y sus formas de recepción y legitimación y también, y al mismo tiempo, como una forma activa de participar en los procesos artísticos con un gesto que va más allá de la propia escritura, ahí, nadando entre dos aguas, es donde se encuentra la intención que me ha llevado a falsificar, por completo, una revista que habla de fútbol. Ello responde a mi intención de hacer literatura en todos aquellos lugares que sea posible, utilizando al efecto cualesquiera formatos existentes. El papel de la literatura en nuestro tiempo es un papel difícil, un papel ya en trance de desaparecer incluso como
papel, para cifrar su permanencia en signos convertidos en píxels. La literatura, esto ya se ha dicho, tiene numerosos y dotados competidores que la dejan cada vez más sola en nuestros espacios de ocio y reflexión y sigue sin plantearse seriamente, esto ya se ha dicho menos, si la culpa de su postergación se debe a la amenaza externa o a la debilidad interna. Félix de Azúa explica en su espléndida Autobiografía sin vida cómo la literatura del XIX se configura en parte como una reflexión sobre sí misma después del revuelo romántico, y cómo la novela del XX puede explicarse en su mejor parte como la búsqueda a través de la prosa del poder de la palabra abandonado por la poesía. Podemos discutir hasta el hartazgo las secantes ideas de Azúa, pero no algo innegable que subyace en ellas: los grandes libros de ambas épocas buscaban algo. Qué debe buscar la literatura del 21, ésa es la cuestión. No es esta la primera vez que algo así se hace. Cuando estudiaba Derecho en Córdoba, entre mi amigo Francisco y yo elaborábamos por completo o casi por completo la revista estudiantil Talión, inventándonos diversos personajes y seudónimos para rellenar cada número. Sin tener conocimiento del precedente, antes que nosotros ya había hecho algo similar el crítico José Luis García Martín en la revista literaria de su universidad, seguramente amparándose en los Folletos literarios que Leopoldo Alas preparó por entero y bajo su seudónimo habitual, Clarín, desde 1886 y durante bastantes años. Karl Kraus también hizo durante años su publicación personal, si bien –creo- firmando en nombre propio. El proceso ha sido muy lento: muchos años de recopilación de casos y temas antes, siete meses después de larga y paciente escritura del número, de todas sus secciones. Meses de contar caracteres y de pensar sobre los fenómenos del hoax y la impostura literaria, leyendo a numerosos autores, para justificar las diferentes ideas de diferentes personajes en el sentido griego del término, máscara mediante. Meses de aprendizaje. Meses de mucha diversión. Meses de regreso a la sensación de la escritura como vértigo, como salto sin red, como camino al vacío sin preocupación por el sendero de regreso. Meses de libertad creativa absoluta. Meses inolvidables. Para mí es un ensayo orgánico o más bien inorgánico sobre la falsificación literaria, llevado a cabo desde una falsedad editorial, de modo que se configura como una metafalsificación. Un ejercicio a medias literario y a medias performativo
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DIRECTOR : VÍCTOR BLUSKCRUCK EDITOR : AL ALIMON DIRECTORA DE ARTE : ANDREA KAISER pachanga fútbol fabuloso n˚0 EDICIÓN GRÁFIC A: ANA MORO FOTOGRAFÍA: JUAN C ARLO S MARTÍNE Z PARRA , ÁNGEL GUZMÁN, ARGIDER APARICIO, JC ARLO S AGUILERA , YOL ANDA LEYVA , MIGUEL HEREDIA Y LOL A SALINA S ILUSTRACIÓN: PACO VILCHE Z, BIGOTE SUCIO REDE S S OCIALE S: EDITH SMITH PUBLICIDAD: ANDRÉ S REQUENA (REQUENA@ REVISTAPACHANGA .COM) IMPRE SIÓN: PANALITO S S. L . LIBRERÍA S: LIBRERIAS@REVISTAPACHANGA .COM COLAB ORADORE S IGOR PA SKUAL GUILLE GALVÁN ALBERTO RODRÍGUE Z SÁE Z JO SÉ MIGUEL LÓPE Z NICOL Á S LUIS MIGUEL HINOJAL VÍCTOR DAVID LÓPE Z CONCEP CIÓN MARTÍN MORENO LINO E S CURÍS SANTIAGO SEGUROL A ANTONIO MO S CHELL A NÉ STOR CENIZO PATRICIO PRON DAVID BRONC ANO PABLO MORO PEPA BL ANE S NIEVE S B. JIMÉNE Z PATRICIA PEIRÓ PABLO MORO SERGIO CORTINA IGOR PA SKUAL GUILLE GALVÁN JO SÉ MIGUEL LÓPE Z NICOL Á S LUIS MIGUEL HINOJAL MARÍA C APPA BEN CLARK VÍCTOR DAVID LÓPE Z CONCEP CIÓN MARTÍN MORENO LINO E S CURÍS S ANTIAGO SEGUROL A ANTONIO MO S CHELL A NÉ STOR CENIZO DAVID BRONC ANO PABLO MORO PEPA BL ANE S NIEVE S B. JIMÉNE Z PATRICIA PEIRÓ FRANCIS CO RODRÍGUE Z VALENZUELA PABLO MORO SERGIO CORTINA IGOR PA SKUAL GUILLE GALVÁN JO SÉ MIGUEL LÓPE Z NICOL Á S LUIS MIGUEL HINOJAL MARÍA C APPA VÍCTOR DAVID LÓPE Z CO NCEP CIÓN MARTÍN MORENO LINO E S CURÍS SANTIAGO SEGUROL A ANTONIO MO S CHELL A NÉ STOR CENIZO DAVID BRONC ANO PABLO ENC ARNACIÓN SÁE Z MOLI NA MORO PEPA BL ANE S NIEVE S B. JIMÉNE Z PATRICIA PEIRÓ PABLO MORO SERGIO CORTINA IGOR PA SKUAL GUILLE GALVÁN JO SÉ MIGUEL LÓPE Z NICOL Á S LUIS MIGUEL HINOJAL MARÍA C APPA VÍCTOR DAVID LÓPE Z ANTONIO MO S CHELL A NÉ STOR CENIZO DAVID BRONC ANO PABLO MORO PEPA BL ANE S NIEVE S B. JIMÉNE Z PATRICIA PEIRÓ PABLO MORO SERGIO CORTINA FABIO RODRÍGUE Z DE LA FLOR IGOR PA SKUAL GUILLE GALVÁN JO SÉ MIGUEL LÓPE Z NICOL Á S LUIS MIGUEL HINOJAL MARÍA C APPA VÍCTOR DAVID LÓPE Z CONCEP CIÓN MARTÍN MORENO DAVID BRONC ANO PABLO MORO PEPA BL ANE S NIEVE S B. JIMÉNE Z PATRICIA PEIRÓ G.M. TAVARE S SERGIO CORTINA IGOR PA SKUAL JO SÉ MIGUEL LÓ PE Z NICOL Á S LUIS MIGUEL HINOJAL MARÍA C APPA VÍCTOR DAVID LÓPE Z CO NCEP CIÓN MARTÍN MORENO IGOR PA SKUAL GUILLE GALVÁN JO SÉ MIGUEL LÓPE Z NICOL Á S LUIS MIGUEL HINOJAL MARÍA C APPA SERGIO DANIEL BENÍTE Z GARCÍA VÍCTOR DAVID LÓPE Z ANTONIO MO S CHELL A NÉ STOR CENIZO DAVID BRONC ANO PABLO MORO PEPA BL ANE S NIEVE S B. JIMÉNE Z PATRICIA PEIRÓ PABLO MORO SERGIO CORTINA IGOR PA SKUAL GUILLE GALVÁN VÍCTOR B ALCELLS JO SÉ MIGUEL LÓPE Z NICOL Á S LUIS MIGUEL HINOJAL MARÍA C APPA VÍCTOR DAVID LÓPE Z ANTONIO MO S CHELL A NÉ STOR CENIZO DAVID BRONC ANO PABLO MORO PEPA BL ANE S NIEVE S B. JIMÉNE Z PATRICIA PEIRÓ PABLO MORO SERGIO CORTINA IGOR PA SKUAL GUILLE GALVÁN MARCO S MORENO BUS QUETS JO SÉ MIGUEL LÓPE Z NICOL Á S LUIS MIGUEL HIN OJAL MARÍA C APPA VÍCTOR DAVID LÓPE Z AVISO REVISTA PACHANGA NO SE HACE RESPONSABLE DE LAS OPINIONES QUE, EN ELLA , VIERTAN SUS COLABORADORES. ESTÁ TERMINANTEMENTE PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL DEL MATERIAL QUE APARECE EN REVISTA PACHANGA SIN LA AUTORIZACIÓN EXPRESA DE AL ALIMÓN ISSN 2254-4755 Deposito legal M- 18437-2012 Distribución GDER (M-206Km 4,5 28890, Madrid. dpto.comercial@gderevistas.com Tel. 902548999) Web revistapachanga.com Contacto iinfo@revistapachanga.com Dirección Postal C/Jardines n10 3D, 18002, Granada Tel. 687866833
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Contenidos 12
LA HISTORIA DE ESTA HISTORIA
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EL GOL DEL SIGLO
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EL ARTE DE LA GUERRA
PIER PAOLO PASOLINI
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SACA AL ESTRATEGA QUE LLEVAS DENTRO
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G.M. TAVARES
34 JCARLOS AGUILERA
40 MÁGICO GONZÁLEZ
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MY LITTLE EMPIRE
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EL FUTBOLISTO
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VENCEDORES Y VENCIDOS
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fútbol fabuloso n˚0
La Convocatoria #0
¡Búscanos en Spotify y pónte los cascos! 01.- Vamonos pa’ la panchanga - Lucho Macedo y Su Sonora 02.- Be brave - The Strange Boys 03.- Better than mine - Allah-Las 04.- David Crockett Hinds 05.- Move On Up - Curtis Mayfield 06.- Easy to forget (feat. Ariel Pink) - Drugdealer 07.- Sexual Athletics - Ariel Pink 08.- Two Boot Jacks - Mostly Other People Do The Killing 09.- Que Dios Reparta Fuerte - Novedades Carminha 10.- Body & Soul - Coleman Hawkins 11.-Veni Vidi Vici - Black Lips 12.- Take On The World - Wavves 13.- Fan The Flames - Sheer Mag 14.- Friendship (Is a small boat in a storm) - Chicano Batman 15.-Let It Pass - Jacob Ogawa 16.Jump In The Line - Harry Belafonte 17.- Electric Pow Wow Drum - A Tribe Called Red 18.- Uruguay nomás - Jorge Drexler
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Parte Primera
confirmación Confirmar el Círculo con los pies. Hoy he comenzado la metafísica de la casa: he comenzado por limpiarme la piel. Hoy he comenzado la metafísica de la casa. El PARTO en el PALCO debe evitar la sangre pero no el Susto, desparramar la FISIOLOGÏA de los ángeles entre el público, liberar la Religión y a los animales en medio de la Lógica de lo obvio y de lo Sensato. Confirmar Círculos con los pies.
Confirmação Confirmar o Círculo com os pés. / Comencei hoje a metafísica da casa: comencei por limpar a pele. / Comencei hoje a metafísica da casa. / O PARTO no PALCO deve evitar o sangue mas não o SUSTO, espalhar a FISIOLOGÍA dos anjos pelo público, libertar a Religião e os animais no meio da Lógica do óbcio e do Sensato / Confirmar Círculos com os pés.
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yolanda leyva - Lovers, 2010
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El 28 de febrero de 1955 se conoció la noticia de que ocho miembros del Liverpool, que viajaba en el destructor Caldas, de la Marina de Guerra de Colombia, habían caído al agua y desaparecido a causa de una tormenta en el mar Caribe. La navea viajaba desde Mobile, Estados Unidos, donde había texto: Andrea Kaiser Moro sido sometida a reparaciones, hacia el puerto colombiano de Cartagena, adonde llegó sin retraso dos horas después de la tragedia. La búsqueda de los náufragos se inició de inmediato, con la colaboración de las fuerzas norteamericanas del Canal de Panamá, que hacen oficios de control militar y otras obras de caridad en el sur del Caribe. Al cabo de cuatro días se desistió de la búsqueda, y los futbolistas perdidos fueron declarados oficialmente muertos. Una semana más tarde, sin embargo, uno de ellos apareció moribundo en una playa desierta del norte de Colombia, después de permanecer diez días sin comer ni beber en una balsa a la deriva. Se llamaba L u i s A l e j a n d r o Ve l a s c o . E s t e r e v i s t a n a c e c o m o añadido a la reconstrucción periodística de lo que él me contó, tal como fue publicada un mes después del desastre por el diario El Espectador de Bogotá. Mi primera sorpresa fue que aquel muchacho de veinte años, macizo, con más cara de trompetista que de héroe de la patria, tenía u n i n s t i n t o e x c e p c i o n a l d e l a r t e d e n a r r a r, u n a capacidad de síntesis y una memoria asombrosas, y bastante dignidad silvestre como para sonreírse de su propio heroísmo. En veinte sesiones de seis horas diarias, durante las cuales yo tomaba notas y soltaba preguntas tramposas para detectar sus contradicciones, logramos reconstruir el relato c o m p a c t o y v e r í d i c o d e s u s d i e z d í a s e n e l m a r. E r a tan minucioso y apasionante, que mi único problema literario sería conseguir que el lector lo creyera. No fue solo por eso, sino también porque nos pareció justo, que acordamos escribirlo en primera persona y firmado por él. Esta es, en realidad, la primera vez que mi nombre aparece vinculado a este texto.
La historia de esta historia
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Parte Primera
a segunda sorpresa, que fue la mejor, la tuve al cuarto día de trabajo, cuando le pedí a Luis Alejandro Velasco que me describiera la tormenta que ocasionó el desastre. Consciente de que la declaración valía su peso en oro, me replicó, con una sonrisa: «Es que no había tormenta». Así era: los servicios meteorológicos nos confirmaron que aquél había sido uno más de los febreros mansos y diáfanos del Caribe. La verdad, nunca publicada hasta entonces, era que la nave dio un bandazo por el viento en la mar gruesa, se soltó la carga mal estibada en cubierta, y los ocho futbolistas cayeron al mar. Esa revelación implicaba tres faltas enormes: primero, estaba prohibido transportar civiles en un destructor; segundo, fue a causa del sobrepeso que la nave no pudo maniobrar para rescatar a los náufragos, y tercero, era carga de contrabando: neveras, televisores, lavadoras. Estaba claro que el relato, como el destructor, llevaba también mal amarrada una carga política y moral que no habíamos previsto. La historia, dividida en episodios, se publicó en catorce días consecutivos. El propio gobierno celebró al principio la consagración literaria de su héroe. Luego, cuando se publicó la verdad, habría sido una trastada política impedir que se continuara la serie: la circulación del periódico estaba casi doblada, y había frente al edificio una rebatiña de lectores que compraban los números atrasados para conservar la colección completa. La dictadura, de acuerdo con una tradición muy propia de los gobiernos colombianos, se conformó con remendar la verdad con la retórica: desmintió en un comunicado solemne que el destructor llevara mercancía
La historia de esta historia
de contrabando. Buscando el modo de sustentar nuestros cargos, le pedimos a Luis Alejandro Velasco la lista de sus compañeros de equipo que tuvieran cámaras fotográficas. Aunque muchos pasaban vacaciones en distintos lugares del país, logramos encontrarlos para comprar las fotos que habían tomado durante el viaje. Una semana después de publicado en episodios, apareció el relato completo en un suplemento especial, ilustrado con las fotos compradas a los marineros. Al fondo de los grupos de amigos en alta mar, se veían, sin la menor posibilidad de equívoco, inclusive con sus marcas de fábrica, las cajas de mercancía de contrabando. La dictadura acusó el golpe con una serie de represalias drásticas que habían de culminar, meses después, con la clausura del periódico. A pesar de las presiones, las amenazas y las más seductoras tentativas de soborno, Luis Alejandro Velasco no desmintió una línea del relato. Tuvo que abandonar el Liverpool, que era el único trabajo que sabía hacer, y se desbarrancó en el olvido de la vida común. Antes de dos años cayó la dictadura y Colombia quedó a merced de otros regímenes mejor vestidos pero no mucho más justos, mientras yo iniciaba en París este exilio errante y un poco nostálgico que tanto se parece también a una balsa a la deriva. Nadie volvió a saber nada del náufrago solitario, hasta hace unos pocos meses en que un periodista extraviado lo encontró detrás de un escritorio en una empresa de autobuses. He visto esa foto: ha aumentado de peso y de edad, y se nota que la vida le ha pasado por dentro, pero le ha dejado el aura serena del héroe que tuvo el valor de dinamitar su propia estatua
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ilustración: Alberto Rodríguez texto: Patricio Pron
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El gol del siglo
DIEGO ARMANDO
Si existiesen operaciones de la violencia de un hombre como existen operaciones del corazón, el mundo mejoraría a partir de los cimientos, como conviene. En siete años, con la tecnología perfeccionada, ya sería una bagatela operar la indelicadeza de un hombre cuyo mayor pecado es no dejar que las mujeres pasen antes por las puertas. Pero, si el mundo de los hospitales tuviese operaciones fáciles para la ética de los hombres, sería grave: la moral no puede ser tan volátil. Y tal indecisión (resulta - no resulta) existe en el bisturí y en la educauión de los humanos. El derecho a fallar todas las veces es lo que le falta a un hombre ante otros hombres.
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juan carlos martĂnez parra - My fault series #1, 2016
El arte de la guerra
Parte Primera
ilustración: Bigote Sucio texto: Ben Clark
El arte de la guerra
Hace veinticinco siglos Sun Tzu, general chino que vivió en aquella época escribió El Arte de la Guerra, el mejor libro de estrategia de todos los tiempos que inspiró a numerosas figuras históricas como Napoleón, Mao Tse Tung, Maquiavelo. Con apenas ochenta y dos páginas es uno de los textos clásicos más importantes de la literatura china; los dos mil quinientos años transcurridos no le han restado vigencia pues sus máximas, aplicadas en diversos campos, (no solo en el de la práctica militar) siguen siendo altamente útiles. Es la sabiduría aplicada a la estrategia suprema, basada fundamentalmente en el conocimiento de la naturaleza humana en una confrontación.
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El deber del general, el líder, es poner a la tropa en situaciones peligrosas, para conocer realmente como es su respuesta ante situaciones límites
tanto su aplicación en el campo de los deportes y muy en concreto del fútbol (del que se ha asegurado en muchas ocasiones que es una alegoría de la guerra) puede ser tan recomendable que sorprende a todo aquel que haya tenido la oportunidad de leerlo. Y en mitad de la batalla, del bombardeo de ideas surge este texto, como una sucesión de máximas y estrategias de Sun Tzu trasladadas a un campo de juego, a la acción y confrontación de dos contendientes y el rodar de un balón. Como decía el escritor argentino Osvaldo Soriano “El fútbol tiene la significación de una guerra sin muertos, pero con conflicto. Con drama, reflexión e ironía”, no es de extrañar por tanto que la afirmación de Sun Tzu respecto a que todo el Arte de la Guerra se basa en el engaño, sea también uno de los axiomas del fútbol. Muchas de las frases y conceptos estratégicos del fútbol podrían extraerse sin ningún tipo de problema de citas literales de la obra de Sun Tzu, cambiando vanguardia por delantera o guerra por fútbol y eso es precisamente lo que pretendo demostrar en las siguientes líneas. La gran enseñanza es que las ideas permanecen siendo válidas pese a los 25 siglos transcurridos desde que se escribieron… Como cité con anterioridad el arte de la guerra se basa en el engaño, esto es que las tropas han de aparentar inactividad cuando se mueven. Si está cerca del enemigo aparentar que está lejos y si está lejos aparentar que está cerca, poner cebos para atraerle y golpearle cuando está desordenado. Esto en el arte del fútbol es la capacidad de los equipos y sus elementos individuales para hacer creer al rival una acción conjunta o individual, cuando en realidad se está preparando otra absolutamente distinta con la que se sorprenderá al equipo rival. En esencia lo de toda la vida, el arte del engaño, apuntar para un lugar y salir por el otro lado, poner como cebo el balón, esconderlo, enseñarlo y superarlo cuando el desorden haya cundido en las líneas enemigas. Al equipo rival (el enemigo) hay que buscarle los punto débiles, si tu oponente tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egoísmo, vamos el ABC de la picardía en el fútbol de toda la vida, el profesional, el amateur y el de puro barrio. Sun Tzu era un gran estratega y no tengo duda de que habría sido un buen entrenador de fútbol. Decía Tzu que si las tropas enemigas (el equipo rival) se halla bien preparadas tras una reorganización, intenta desordenarlas. Ataca al enemigo cuando no está preparado y cuando no te espera. En la guerra como en el fútbol lo que impulsa a los adversarios a venir hacia ti por propia decisión es la perspectiva de ganar. Lo que desanima a los adversarios de ir hacia a ti es la probabilidad de sufrir daños. Por tanto debes tener en or
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cuenta que hay dos tipos de rivales (enemigos), aquellos que con el incentivo de la victoria pueden dejar desguarnecida su retaguardia y los prudentes que atenazados por la posibilidad de sufrir daños se hacen fuertes en las zonas defensivas. En función de ello ha de ser tu respuesta para derrotar al distinto tipo de enemigo. Cuando los adversarios están en posición favorable debes cansarlos, y cuando están descansando aferrados en zonas defensivas, ponerlos en movimiento. Para tomar infaliblemente lo que atacas, ataca donde no haya defensa, o sea busca siempre el espacio libre y entra a cuchillo por esa zona desguarnecida por el enemigo. Y para mantener una defensa infaliblemente segura, defiende donde no haya ataque, o lo que es lo mismo la tan repetida teoría de que el primer defensa de tu equipo es el delantero más adelantado, que obstaculiza el avance inicial del enemigo. Se extremadamente sutil, discreto, hasta el punto de no tener forma, de no revelar al rival tu estrategia e intenciones. Para avanzar ataca sus puntos débiles y para retirarte de manera esquiva se más rápido que ellos. No olvides que las situaciones militares y futbolísticas coinciden en que se basan en la velocidad: llega como el viento, muévete como el relámpago y tus adversarios no podrán ni verte. Esto es especialmente demostrable en equipos como el Real Madrid y su ataque devastador. Aunque tu adversario se encuentre atrincherado en posiciones defensivas no podrá evitar, luchar, salir si atacas en el lugar correcto en el que debe acudir al rescate. Este hecho es especialmente significativo en el caso del Barcelona y los problemas que ha tenido los últimos tiempos para contrarrestar este tipo de defensa. Para ello debes dar constantemente falsas pistas, entrando en batalla en el momento y el lugar adecuado, estableciendo cambios estratégicos para confundirlos y llenarlos de incertidumbre. Por consiguiente, cuando induces al equipo rival a efectuar una formación, mientras que tú mismo permaneces sin forma definida estás concentrado, mientras que tu adversario está dividido. Haz que los rivales vean como extraordinario lo que es ordinario para ti; haz que los rivales vean como ordinario lo que es extraordinario para ti. De esta forma induce al adversario a crear una formación, que una vez conocida puedes y sabes por donde atacar, especialmente por el hecho de que al no ser visible tu formación el adversario dividirá sus fuerzas y en ese momento encontrarás la superioridad. No olvidéis, lo que estáis leyendo son estrategias militares, pero aún sigo investigando si es posible que hace veinticinco siglos Sun Tzu ya poseía el carnet de entrenador de fútbol. Prosigue Sun con su disertación sobre una batalla, afirmando que el adversario no ha de conocer por dónde piensas librar la batalla, pues esa división provocará en el
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juan carlos martĂnez parra - My fault series #2, 2016
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los generales que son derrotados son aquellos que además de ser incapaces de calibrar a los adversarios, no conocen las capacidades individuales y colectivas de sus soldados rival que cuando su vanguardia esté preparada, su retaguardia será defectuosa y viceversa. Las preparaciones en su ala derecha significarán carencias en el ala izquierda y así para todas las líneas del equipo (enemigas). Todo general (entrenador) puede y debe cambiar sus acciones y revisar sus planes, de manera que nadie pueda reconocerlos. La victoria está mucho más cercana cuando no es posible entender en ningún momento cuáles son tus verdaderas intenciones. Para ello es vital una vez más el arte del engaño, un engaño llevado a tal grado que sea posible engañar a tu propia tropa, tu propio equipo, que debe seguir al entrenador hasta la última instancia incluso sin conocer el destino. El deber del general, el líder, es poner a la tropa en situaciones peligrosas, para conocer realmente como es su respuesta ante situaciones límites, algo que se debe hacer tanto en pretemporada y entrenamientos (guerra simulada), como en situaciones de partido y guerra con munición real. Así pues, una operación militar preparada con pericia debe ser como una serpiente veloz que contraataca con su cola, cuando alguien le ataca por la cabeza, que contraataca con la cabeza cuando alguien le ataca por la
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cola y contraataca con cabeza y cola, cuando alguien le ataca por el medio, justo lo que hace el Cholo y su Atlético de Madrid. Haz del frente la retaguardia, haz de la retaguardia el frente con cuatro cabezas y ocho colas. Haz que la cabeza esté en todas partes, y cuando el enemigo arremeta por el centro, cabeza y cola acudirán al rescate. Es por tanto El Arte de la Guerra, El Arte del Fútbol, en una batalla los generales que son derrotados son aquellos que además de ser incapaces de calibrar a los adversarios, no conocen las capacidades individuales y colectivas de sus soldados. En el fútbol actual esto es también de vital importancia, pues se ha de seleccionar a una plantilla según los niveles de calidad y preparación de la misma. En un antiguo libro de operaciones militares se afirmaba que en una guerra las palabras no son escuchadas, por ello se hacen los símbolos, las banderas y los tambores. En una contienda las banderas y los estandartes se hacen a causa de la ausencia de visibilidad. En el fútbol y la guerra, símbolos, banderas, tambores y estandartes, se utilizan para concentrar y unificar a las tropas (equipos y afición), indicando un objetivo y la dirección correcta hacia la victoria. De esta forma se le recuerda a la tropa la causa por la que avanza y el lugar hacia el que ha de avanzar. Una tropa, un equipo, es rápido como el viento en el sentido que llega sin avisar y desparece como el relámpago, tan difícil de conocer como la oscuridad, cuyo movimiento es un trueno que retumba. La BBC del Real Madrid… La dificultad de la lucha armada es hacer cercanas las distancias largas y convertir los problemas en ventajas, en esencia lo que consiguió Pep Guardiola, la vertiginosa circulación del balón y el bendito problema de tener la pelota. Precisamente respecto a ello el Barcelona de Luis Enrique se enfrenta a su mayor reto, pues la victoria en la guerra no es repetitiva, sino que adapta su forma constantemente. Determinar los cambios apropiados, significa no repetir las estrategias previas para obtener la victoria. La clave puede radicar en adaptarse desde el principio a cualquier formación que los adversarios pueden adoptar. Como decía Bruce Lee: “Be Water My friend”, pues las formaciones, las estrategias deben ser como el agua, sin forma fija y absolutamente adaptables a cualquier situación. Es más yendo un poco más lejos como defendía el sabio estratega militar chino, el objetivo es inducir al adversario a adoptar formaciones específicas para conocer sus puntos flacos, probar al rival para averiguar sus puntos débiles y fuertes. Pero el punto final y la piedra filosofal de todo equipo, muy especialmente en el caso del Barcelona el objetivo de la formación del equipo, del ejército es llegar a lo no forma. Es entonces cuando no se tiene forma, cuando el adversario, sus informadores y sus estrategas no pueden descubrir nada y por tanto les es imposible crear una contra-estrategia. Puede ser la búsqueda de la utopía, pero en estas fechas en las que está a punto comenzar la batalla, en las que la guerra del fútbol comienza a definir sus estrategias, bien merece la pena intentarlo, especialmente si la enseñanza procede de uno de los mayores estrategas militares de la historia Sun Tzu, que muy sabiamente afirmaba: “la mejor victoria es vencer sin combatir y esa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante”
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ilustración: Paco Vilchez texto: Paco Rodríguez
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El fútbol como un lenguaje universal. Eso es lo que expresó en un artículo de 1971, en el que aseguraba que “el hombre que usa los pies para chutar un balón compone la unidad mínima del lenguaje futbolístico: el ‘podema’. Y como las posibilidades de combinación pase-tiro son infinitas, estas dan lugar a las ‘palabras futbolísticas’. El conjunto de todas ellas forma el discurso, regulado por normas sintácticas. Los ‘podemas’ son veintidós – continúa-, y las ‘palabras futbolísticas’ son potencialmente infinitas, porque infinitas son las posibilidades de combinación de los ‘podemas’. Y añade: “Quien no conoce el código del fútbol no entiende el significado de sus palabras (los pases) ni el sentido de su discurso (un conjunto de pases)”. Para a continuación dividir los géneros en dos: el fútbol en prosa –catenaccio y resultado– y el fútbol en poesía – pases, posesión y ataque- para acabar afirmando que “en México [en el Mundial de 1970] la poesía brasileña ha ganado a la prosa estetizante italiana”. 23
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El filósofo
Parte Primera
ilustración: Paco Vilchez texto: P.P. Pasolini
Il calcio ‘è’ un linguaggio con i suoi poeti e prosatori
n amable periodista del Europeo me hizo algunas preguntas relativas al debate sobre los problemas lingüísticos que separan artificialmente a los literatos de los periodistas y a los periodistas de los futbolistas. Sin embargo, mis preguntas han sido recortadas en la rotativa (¡debido a las exigencias periodísticas!) y han perdido sustancia. Como el tema me interesa, me gustaría retomarlo con un poco de calma y con plena responsabilidad sobre mis palabras. ¿Qué es una lengua? “Un sistema de signos”, responde hoy, con toda exactitud, el semiólogo. Pero ese “sistema de signos” no es sólo ni necesariamente una lengua escrita-hablada (ésta que usamos aquí y ahora, yo escribiendo y tú, lector, leyendo). Los “sistemas de signos” pueden ser muchos. Pongamos un ejemplo: tú, lector, y yo nos encontramos en una habitación donde están presentes también Ghirelli y Brera, y tú quieres decirme de Ghirelli algo que Brera no debe escuchar. Entonces no puedes hablarme por medio del sistema de signos verbales, debes adoptar forzosamente otro sistema de signos, por ejemplo, el de la mímica. Entonces empiezas a gesticular con los ojos y la boca, a agitar las manos, a hacer movimientos con los pies, etc. Eres el “codificador” de un discurso “mímico” que yo descifro: eso significa que tenemos en común un código “italiano” de un sistema de signos mímico. Otro sistema de signos no verbal es el de la pintura; o el del cine; o el de la moda (objeto de estudio de un maestro en este campo, Roland Barthes), etc. El juego del fútbol es un “sistema de signos”, una lengua no verbal. ¿A qué viene todo esto (sobre lo que volveré esquemáticamente más adelante)? La querelle (controversia) que enfrenta el lenguaje de los literatos con el de los periodistas es falsa. Y el problema es otro. Veamos. Cada lengua (sistema de signos escritos-hablados) posee un código general. Pensemos en el italiano: tú, lector, y yo al usar este sistema de signos nos comprendemos
porque el italiano es nuestro patrimonio común, “una moneda de cambio”. Sin embargo, cada lengua se articula a través de varias sublenguas cada una de las cuales tiene un subcódigo: así pues, los italianos médicos se comprenden entre sí –cuando hablan su jerga especializada– porque cada uno de ellos conoce el subcódigo de la lengua médica; los italianos teólogos se comprenden entre ellos porque poseen el subcódigo de la jerga teológica, etc. También la lengua literaria es una lengua jergal que posee un subcódigo (en poesía, por ejemplo, en vez de decir “speranza” se puede decir “speme”, pero ninguno de nosotros se sorprende de esta cosa extraña, porque todos sabemos que el subcódigo de la lengua literaria italiana requiere y admite que en poesía se usen latinismos, arcaísmos, apócopes, etc.). El periodismo no es más que una rama menor de la lengua literaria, para entenderlo nos valemos de una especie de subcódigo. En breve, los periodistas no son más que escritores que, para vulgarizar y simplificar conceptos y representaciones, se valen de un código literario, digamos –sin salir del ámbito deportivo– de segunda división. También el lenguaje de Brera es de segunda división respecto al lenguaje de Carlo Emilio Gadda y de Gianfranco Contini. Y el de Brera es, quizá, el caso más noblemente cualificado del periodismo deportivo italiano. Por lo tanto, no existe conflicto “real” entre escritura literaria y escritura periodística: es esta segunda la que, tan servil como siempre y enaltecida ahora por su empleo en la cultura de masas (¡no popular!), tiene pretensiones un poco soberbias, de parvenu (entrometido). Pero pasemos al fútbol. El fútbol es un sistema de signos, o sea, un lenguaje. Tiene todas las características fundamentales del lenguaje por excelencia, al que nosotros nos hemos remitido como término de comparación, esto es, el lenguaje escrito-hablado. De hecho, las “palabras” del lenguaje del fútbol se forman exactamente igual que las palabras del lenguaje escrito-ha-
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blado. Ahora bien, ¿cómo se forman estas últimas? Se forman a través de lo que se denomina “doble articulación”, o sea, a través de las infinitas combinaciones de los “fonemas” que, en italiano, son las veintiuna letras del alfabeto. Los “fonemas”, por tanto, son las “unidades mínimas” de la lengua escrito-hablada. ¿Queremos divertirnos definiendo la unidad mínima de la lengua del fútbol? Veamos: “Un hombre que usa los pies para chutar un balón” es la unidad mínima: el “podema” (por continuar la broma). Las infinitas posibilidades de combinación de los “podemas” forman las “palabras futbolísticas” y el conjunto de las “palabras futbolísticas” forma un discurso, regulado por auténticas normas sintácticas. Los “podemas” son veintidós (casi igual que los fonemas): las “palabras futbolísticas” son potencialmente infinitas, porque infinitas son las posibilidades de combinación de los “podemas” (en la práctica, los pases de balón entre jugador y jugador); la sintaxis se expresa en el “partido”, que es un auténtico discurso dramático. Los codificadores de este lenguaje son los jugadores, nosotros, en las gradas, somos los descodificadores y, por lo tanto, compartimos un mismo código. Quien no conoce el código del fútbol no entiende el “significado” de sus palabras (los pases) ni el sentido de su discurso (un conjunto de pases). No soy ni Roland Barthes ni Greimas, pero como aficionado, si quisiera, podría escribir un ensayo mucho más convincente que esta nota sobre la “lengua del fútbol”. Pienso, además, que se podría escribir también un bonito ensayo titulado Propp aplicado al fútbol: porque, naturalmente, como toda lengua, el fútbol tiene su momento puramente “instrumental”, rigurosa y abstractamente regulado por el código y su momento “expresivo”. En efecto, toda lengua se articula en varias sublenguas, cada una de las cuales posee un subcódigo. Pues bien, en la lengua del fútbol se pueden hacer también distinciones de este tipo: el fútbol adquiere subcódigos desde el momento en que deja de ser puramente instrumental y se hace expresivo. Puede haber un fútbol como lenguaje fundamentalmente prosístico y un fútbol como lenguaje fundamentalmente poético. Para explicarme, pondré –anticipando las conclusiones- algunos ejemplos: Bulgarelli juega al fútbol en prosa: es un “prosista realista”. Riva juega un fútbol poético: es un poeta “realista”. Corso juega un fútbol poético, pero no es un “poeta realista”: es un poeta un poco maudit (maldito), extravagante. Rivera juega un fútbol en prosa: pero la suya es una prosa poética, de “elzevir”. También Mazzola es un elzeviriano que podría escribir en el Corriere della Sera, pero es más poeta que Rivera: de vez en cuando interrumpe la prosa e inventa enseguida dos versos fulgurantes. Quiero aclarar que no hago distinción de valor entre la prosa y la poesía, se trata de una división puramente técnica. Sin embargo, entendámonos, la literatura italiana, sobre todo la reciente, es la literatura de los “elzevirios” elegantes y extremadamente estetizantes. Su fondo es casi siempre conservador y un poco provinciano... en fin, democristiano. Todos los lenguajes que se hablan en un país, incluso las jergas más arcanas, comparten un terreno común: la “cultura” de ese país, su actualidad histórica. Por razones de cultura y de historia, el fútbol de algunos pueblos es fundamentalmente prosaico: prosa realista o prosa estetizante (este último es el caso de Italia), mientras que el fútbol de otros pueblos es fundamentalmente poético.
En el fútbol hay momentos que son exclusivamente poéticos: los momentos del “gol”. Cada gol es siempre una invención, es siempre una perturbación del código: todo gol es “ineluctabilidad”, fulguración, estupor, irreversibilidad. Precisamente como la palabra poética. El máximo goleador de un campeonato es siempre el mejor poeta del año. En este momento lo es Savoldi. El fútbol que expresa más goles es el fútbol más poético. También el regate es de suyo poético (aunque no “siempre” como la acción del gol). De hecho, el sueño de todo jugador (que todo espectador comparte) es arrancar del centro del campo, driblar a todos y marcar. Si, dentro de los límites permitidos, cabe imaginar algo sublime en el fútbol es precisamente esto. Pero no sucede jamás. Es un sueño (que sólo he visto realizar en Maghi del pallone, de Franco Franchi, que, aunque sea a un nivel rústico, ha conseguido resultar perfectamente onírico). ¿Quiénes son los mejores regateadores del mundo y los mejores goleadores? Los brasileños. Por lo tanto, su fútbol es un fútbol poético: de hecho, en él todo está basado en el regate y en el gol. El catenaccio y la triangulación (que Brera llama geometría) es un fútbol de prosa: se basa en la sintaxis, en el juego colectivo y organizado, esto es, en la ejecución razonada del código. Su único momento poético es el contraataque que culmina en un “gol” (que, como hemos visto, no puede más que ser poético). En definitiva, el momento poético del fútbol parece ser (como siempre) el momento individualista (regate y gol; o pase inspirado). El fútbol en prosa es el del sistema (el fútbol europeo): su esquema es el siguiente: (ver fig.1) El “gol” se encomienda a la “conclusión” de la que, a ser posible, se encarga un “poeta realista” como Riva, pero debe derivar de una organización de juego colectivo, basado en una serie de pases “geométricos” ejecutados según las reglas del código (Rivera en esto es perfecto; a Brera no le gusta porque se trata de una perfección un poco estetizante y no realista, como ocurre con los centrocampistas ingleses o alemanes). El fútbol poético es el del fútbol latinoamericano. Su esquema es el siguiente:
Los codificadores de este lenguaje son los jugadores, nosotros, en las gradas, somos los descodificadores y, por lo tanto, compartimos un mismo código
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La realización de este esquema requiere una capacidad monstruosa de driblar (algo que en Europa se repudia en nombre de la “prosa colectiva”) y cualquiera puede inventar el gol desde cualquier posición. El regate y el gol son los momentos individualistas-poéticos del fútbol; por eso el fútbol brasileño es un fútbol de poesía. Sin hacer juicios de valor, en un sentido puramente técnico, en México la poesía brasileña ha ganado a la prosa estetizante italiana
Entretiempo
invención Inventar el Reposo. En medio del movimiento inventar el Reposo. No es interrupción. No es parada. Es continuidad. El Movimiento continúa hacia el Reposo que continúa hacia el Movimiento que continúa hacia el Reposo que continúa hacia el Movimiento. inventar el movimiento en el reposo, inventar el reposo en el movimiento.
Invenção inventar o Repouso. / No meio do movimento o Repouso. / Não é interrupção. Não é paragem. É continuidade. / O Movimento continua para o Repouso que continua para o Movimento que continua para o Repouso que continua para o Movimento. / inventar o movimento no repouso, inventar o repouso no movimento
Secciรณn Parte
yolanda leyva - Forecer Fiields, 2010
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Toda una vida sufriendo y por fin, por fin, el fútbol español gana en casi todas las competiciones. Esto ha sido motivo de orgullo y alegría en todo el país, y tú no ibas a ser menos aunque no tengas ni idea del noble deporte del balompié. Así que , para que saques al/la listill@ que llevas dentro y no tengas que rehuir el tema de interés general, te damos unas nociones básicas.
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fotografía: Juan Carlos Martinez Parra texto: Encarnación Sáez Molina
¡saca al estratega que llevas dentro!
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4-4-2, 3-4-3, 4-3-1-2… No, tus amigos no están rebatiendo la suceción de Fibonacci, simplemente hablan de la disposición táctica del equipo. Suelta tu combinación sin miedo, pero recueda que debe sumar 10 (el portero se da por sabido que se queda en su sitio). Y si no cuela: ¿Que qué combinación imposible es esa?… Fútbol total, como la Holanda del 78.
la táctica
Entretiempo La pizarra
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30 Nada mejor que escenificar una exhibición de técnica en el salón para demostrar cómo se debe tirar un libre directo. Aunque practicar con el balón en el salón es una actividad de riesgo. Mejor practica al aire y quita los objetos frágiles en un radio de dos metros. Y si no cuela: vale, tu coordinación está más enfocada para hacer de extra en The Walking Dead, mejor tira de la socorrida excusa de una vieja lesión de ligamentos.
la técnica
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Recuerda, no queremos hablar del árbitro. No es nuestro estilo. Aunque se note claramente que favorece al otro equipo. En cualquier caso, defendemos el juego viril y de contacto… de los nuestros. Y si no cuela: si la falta de nuestro defensa le ha provocado al rival una triple factura de cúbito, radio y metatarsianos, la tarjeta roja sigue siendo injusta ya que era en disputa del balón.
el reglamento
Entretiempo La pizarra
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JACARLOS AGUILERA - Banquete, 2014
texto: G.M. Tavares
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Parte
Sección
En el banquete al que fuiste sorprendentemente convocado buscas palabras y el discurso correcto y, por esa razón — porque al intentar mostrate humano olvidaste los alimentos, insultando al apetito— jamás volverás a ser invitado. ¿Podrás hablar así de un artista en su relación con la vida? Seguramente. Sin embargo, nadie con lucidez querría regresar para vivir otra existencia: ningún alimento es tan convincente.
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fotografía: JCarlos Aguilera texto: Patricio Pron
JCarlos Aguilera
Frente al mundo, el indiferente no es ni ignorante ni hostil. Tu propósito no es redescubrir las saludables alegrías del analfabetismo, sino, al leer, no conceder ningún privilegio a tus lecturas. Tu propósito no es ir desnudo por ahí sino estar vestido sin que eso implique necesariamente afectación o abandono; tu propósito no es dejarte morir de hambre, sino solamente alimentarte. No es que quieras llevar a cabo estas acciones con total inocencia, pues la inocencia es un término demasiado fuerte: solamente, simplemente, si es que ese “simplemente” tiene algún sentido, dejarlas en un terreno neutro, evidente, desprovisto de todo valor, y no, ante todo no, funcional, porque la funcionalidad es el peor de los valores, el más hipócrita, el más comprometedor, aunque patente, fáctico, irreductible; que no haya nada más que decir: lees, estás vestido, comes, duermes, caminas, que sean acciones, gestos, pero no pruebas, no monedas de cambio: tu ropa, tus alimentos, tus lecturas ya no hablarán en tu lugar, ya no tendrás que hacerte el listo a través de ellos. Ya no les confiarás más la agotadora, la imposible, la mortal tarea de representarte.
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Parte
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Entretiempo
Ojo de halcรณn
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Parte Segunda
el error Claro que podemos cometer un error y no volver atrás para corregir el error porque el error es el ERROR el error sólo comienza al corregirlo, cometer un error y avanzar no es comenter un error: es avanzar; cometer un error y corregirlo no es corregirlo: es cometer un error.
O erro Claro que podemos errar e não voltar atrás para corrigir o erro porque o erro não é o ERRO o erro só começa no corrigir, errar e avançar não é errar; é avançar; errar e corrigir não é corrigir: é errar.
Parte
Secciรณn
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Hay nombres que son versos o
narrativas rápidas que fascinan.
Diego Armando Maradona es uno de esos ejemplos. Hay futbolistas
que no necesitan darle a la pelota, deberían decir sólo su propio
nombre, y para la historia del
balompié bastaría, la clara belleza
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del pequeño choque de nombres
es evidente y abundante. Ya
escribí sobre esto. Jorge Alberto
González Barillas es otro ejemplo perfecto. Un día escribiré un libro cuyo contenido tendrá apenas
cuatro palabras: Jorge Alberto
González Barillas. Y quien lo lea atentamente, con la lentitud y la profundidad de los antiguos y de los pacientes, al final dirá: qué
bello libro.
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yolanda leyva - Skin, 2013
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Futbolista al sur del sur texto: Fabio Rodríguez de la Flor
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Parte Segunda
El mago
En un fútbol dominado por la economía de mercado y, lo que es peor, por el deporte, en el que ya solo compiten verdaderos atletas, hay muchos fenómenos de otros tiempos que son absolutamente irrepetibles. Quizá el más paradigmático de todos ellos sea el extraño caso de Jorge «Mágico» González. No solo porque hoy se habría tolerado menos la indisciplina de la que hizo gala durante toda su carrera o porque sus salidas nocturnas, por obra de las redes sociales, habrían sufrido marcajes más duros que sus internadas en el área, sino porque hoy día resulta imposible de imaginar, incluso de concebir, un futbolista que, pudiendo situarse fácilmente entre la élite europea, pasa de todo porque ser millonario no está entre sus prioridades y, según sus palabras, tampoco le gusta mucho destacar. Dicen los testigos presenciales de sus hazañas y fechorías que no se puede entender a Mágico González viendo YouTube nada más. Hay un contexto, hay un espíritu, hay una ciudad, Cádiz, que hay que conocer previamente para hacerse a la idea de la dimensión que alcanzó el salvadoreño.
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yolanda leyva - Feet, 2013
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El mago
Parte Segunda
nrique Alcina Echeverría, que hace un par de años trató de reunir en su libro La leyenda (Editorial Dayla, 2015) todos los detalles que configuran el universo «Mágico», se quejaba de que «el fútbol a cámara lenta es una estafa inmobiliaria». Fue este periodista, veintiséis años en el Diario de Cádiz le contemplan, que acuñó el término «submarino amarillo» para describir el legado de un equipo que todavía, en 1991, con la salida de Mágico y el debut de Kiko, se aferraba a la primera división encomendado a fuerzas que no eran de este mundo, quien más ha investigado la figura del personaje en cuestión. El primer punto a tener en cuenta en sus páginas no es que haya cambiado el fútbol, sino los espectadores. En los ochenta, al estadio Ramón de Carranza acudía un público que se caracterizaba, digámoslo educadamente, por su exigencia. Eran muy críticos e incluso crueles. Si el equipo no jugaba, se le coreaba «cubatas, cubatas». Solo animaban con banderas y otro tipo de cánticos las Brigadas Amarillas, pero también tenían marcado su signo de los tiempos. En sus propias palabras, citadas en el libro: «Éramos como los hooligans ingleses, pegábamos a todo bicho viviente que se pusiese por delante, fueran catalanes, vascos o lo que fuesen. Con la edad hemos madurado». Las que se liaban podían acabar con intervenciones policiales a gran escala. En una, tras un partido contra el Castellón, un peatón perdió un ojo por el impacto de una pelota de goma. Y era el día a día, Cádiz en la época aludida estaba sumida en los conflictos de los astilleros. En la lucha de miles de familias por su supervivencia. Mágico aterrizó en el aeropuerto de Jerez de la Frontera un 27 de julio de 1982. En su primera aparición ya marcó la diferencia. Bajó las escaleras del avión con un enorme radiocasete estéreo de alta fidelidad en el hombro. En sus dos primeras temporadas, ganó la liga española el Athletic de Bilbao de don Javier Clemente Lázaro. Triunfó la entrega sobre la técnica y el dinero que acumulaban los grandes. Alcina explica que nada de aquello recuerda al fútbol actual, con jugadores que se mueven como si estuvieran teledirigidos. Antes ni siquiera estaba permitido que el entrenador se pusiera de pie a dar instrucciones, tenía que permanecer todo el encuentro sentado en el banquillo. Mágico provenía de la colonia Luz, uno de los barrios más pobres de San Salvador, un lugar lleno de chabolas. Se crio con su abuela en una pequeña habitación, dormía en un catre tirado en un suelo de tierra. Con siete u ocho años ya fumaba marihuana. En la escuela no se enteraba de prácticamente nada y le querían echar, pero el director del centro lo impedía por el bien del equipo de fútbol del colegio. Mágico llegó a la escuela con todo lo que necesitó saber en su vida aprendido fuera de ella: «Nos hacíamos futbolistas en terrenos baldíos, en plena calle». El periodista Rosalio Hernández le bautizó años después con el apodo de Mago, pero cuando el salvadoreño disputó el Mundial de España, nuestros compañeros le pusieron Mágico, con una explicación filológica que el jugador, en el programa de Ángel Casas de TVE, reconocía no haber llegado nunca a comprender. Ni nosotros. A nuestro torneo llegó El Salvador llevándose por delante al México de Hugo Sánchez en la última liguilla de la CONCACAF en Tegucigalpa, Honduras, país con el que habían tenido un conflicto armado en 1969 llamado precisamente «guerra del fútbol». De la magnitud del logro da cuenta que su selección no pudo ganar a Cuba y afianzó el segundo puesto tras vencer a Haití por la mínima. Una alegría inmensa, pero El Salvador vino al Mundial de Naranjito y salió escaldado.
Hungría les metió 10-1 en la mayor goleada de todos los tiempos en este torneo. Sin embargo, el detalle de calidad para la posteridad lo dejó Mágico yéndose de dos defensas para meter el balón al área del que saldría el único tanto salvadoreño. No fue lo único que hizo, jalonó la errática travesía de su equipo con un catálogo de controles y regates fuera de serie. Eso sí, no se enteraron las masas, porque entonces no se retransmitían todos los partidos. No obstante, como ahora en los tiempos de YouTube, aquello lo vio todo el mundo. Concretamente, toda Cádiz. Alcina explica que al llegar a la bahía Mágico quiso ser lo que todo gaditano aspira a ser: alguien que hace lo que le da la gana en cada momento. Hay una frase lapidaria del delantero que lo certifica: «Yo no pienso, yo tengo música en la cabeza». Su comunión con la ciudad sureña fue instantánea. Cuando quiso ficharlo el Atalanta italiano, preguntó, confiesa Kiko en un documental de ESPN, que si allí había pescado frito porque en caso contrario no querría ir. Hizo una prueba en Bérgamo, en Lombardía, norte del norte en Italia, pero jugó mal a propósito. Lo confesó años después. No se quería ir de Cádiz. Cuando le hablaban de pasta, contestaba: «Dinero, ¿qué es el dinero?». Lo mismo le ocurrió con el PSG, dejó plantada a su directiva en un hotel cuando estaba todo listo para firmar. Les dejó tirados. Confesó en este caso que París estaba «muy lejos». La lección que dio es bien conocida en Cádiz. En palabras de Alcina: «la felicidad no reside en el futuro». La gracia es que en el Cádiz no se hizo rico, no porque cobrara poco, sino por las multas que le pusieron por indisciplina. Dice Mágico que al final del año no le quedaba «ni para calcetines». Y no exageraba. En su segunda temporada, en octubre, enero y marzo le cayeron tres multas de un millón de pesetas cada una. Pero era incorregible. Le tenían que poner sanciones en el club hasta por abandonar el hotel de concentración para irse de juerga. Llegó a quedarse hasta tal punto sin dinero que en una ocasión la plantilla tuvo que organizar una comida con sus mujeres con la única intención de que el Mago comiera caliente al menos un día. Lo subraya Alcina: uno de los mejores jugadores de Europa del momento «no tenía para comer». Y tampoco es que fuera de buen yantar: un día, invitado a comer en casa de su compañero Alfonso Castro y su mujer, se presentó a la hora del aperitivo, picoteó unos cacahuetes, unas aceitunas y se marchó del tirón, diciendo que ya había comido suficiente. Lo que sí que nunca se le había ocurrido comprar era ropa de invierno. Se la tenían que dejar sus compañeros, revelan en el documental de ESPN, y a los pocos días veían que el chaquetón en cuestión o el abrigo lo llevaba otra persona. No le costaba nada regalar ni lo ajeno ni tampoco lo propio: Una tarde el gitanito Botigas se quedó prendado de los zapatos que lucía el Mago y este, sin conceder respiro, se los quitó, se los regaló del tirón y se marchó descalzo. Hasta prestaba las llaves de su casa a desconocidos. Luego llegaba de entrenar y se encontraba fiestones montados. A veces, tenía que dormir en el sillón de su propio hogar. Metía a gente en casa, les daba de comer y luego no había quién los sacase de ahí. A un cartero de Bilbao, José Andrés López, que se ofrecía a los futbolistas para llevarles las maletas y el material deportivo hasta el hotel, Mágico le pidió unas revistas porno. El vasco se las llevó al hotel y, en señal de agradecimiento, el futbolista le invitó a pasar un par de meses en su casa del Puerto de Santa María. Allí acudió. Solo tuvo que aban-
“la felicidad no reside en el futuro”
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yolanda leyva - Depite the sea, 2013 pachanga
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El mago
Parte Segunda
donarla momentáneamente cuando Mágico llegaba acompañado de alguna mujer. Prestó, además, mucho dinero. Muchas copas se tomaron a su cuenta, sin él saberlo. Se aprovechaban, pero él también dejaba que se aprovecharan. El año que estuvo cedido en el Valladolid le daba hasta pereza subir a cobrar. Se lo tenían que pedir por favor, que llevaba ahí el dinero no sé cuántos días. En otras ocasiones fue al revés, pedía que le enseñasen el dinero prometido antes de jugar. Una vez lo tuvo que poner el dueño de un restaurante. Solo para que viese que había billetes, que existían, porque si no se negaba a saltar al campo. Y quizá en lo que más gastó fue en ropa. Tuvo que organizarse para ir de compras acompañado porque se le iba la cabeza y necesitaba que alguien le frenara en esos momentos. Así iba, que parecía sacado de Miami Vice, con sus americanas y sus chupas, que se le acumulaban en casa. Llegaron a ponerle a un chico gay, un tal Juan, de ayudante para que le ordenara las cosas, le lavara la ropa, le hiciera la cama… Afortunadamente, el único presidente de todo el planeta preparado para tutelar a tamaño personaje había nacido y estaba en Cádiz, era el exbanderillero Manuel Irigoyen. Su relación fue fluida. Por fuerza mayor. Firmaron infinidad de contratos y cláusulas en servilletas, normalmente en la Venta de Vargas, donde Camarón, o en la Venta Los Tarantos. El presidente tenía que llegar a acuerdos con él casi en cada partido. Y cada vez que le preguntaban a Mágico por qué no se cuidaba más para jugar como él sabía y convertirse en el rey de Europa, esto es, hacer mucho dinero, contestaba siempre algo parecido: Vengo de un país del que no tenemos dónde caernos muertos. Ahora tengo dinero en los bolsillos, mujeres, amigos y quiero disfrutar de la vida a tope. Mi máxima ilusión cuando cuelgue las botas es trabajar de taxista. No iba con él cierta tensión competitiva. De hecho, es que ni siquiera cantaba los goles que metía. De su indolencia da cuenta la leyenda urbana de que se durmió en el vestuario del Vicente Calderón mientras recibía un masaje y el técnico daba instrucciones. Para Alcina «caer rendido, como un tronco, ante los masajes de Rovira no era tan raro». Pero el rumor no era casualidad precisamente. Sabemos que el entrenador argentino Héctor Rodolfo «el Bambino» Veira le regaló un reloj despertador del Pato Donald a modo de indirecta. Y como no sirvió de nada, recuerda, empezó a enviarle orquestas de gitanos a que le tocasen flamenco en la puerta de su casa y se despertara. Un día, comentan por ahí que dijo al abrir la puerta: «Me levanto, pero porque me gusta la música». Suerte que la oía, en el documental de ESPN explican que para irse a la cama a dormir se anudaba una toalla a la cabeza con la intención de no escuchar ningún ruido ni ver ninguna luz. Encima, tenía sueño profundo. En una discoteca, escondiéndose del entrenador David Vidal, que salía a buscarlo por las noches, se metió en la cabina del DJ hecho un ovillo en una esquina. Tan bien escondido estaba que se quedó dormido y se lo encontró por la mañana la señora de la limpieza cuando la sala de fiestas ya había echado el cierre. Su excusa en España fue que El Salvador estaba a diez horas y costaba aclimatarse. Padeció un jet lag de nueve años de duración, por lo visto. Pero en la selección de su país ya se la sabían y por eso le pusieron de compañero a Ramón Fago,
con la intención de que le despertara cada mañana a cualquier precio. A veces le echaba agua helada, otras se lo llevaba a rastras directamente: «Se enfadaba mucho, pero yo era tan fuerte que no podía pelear conmigo», explica el salvadoreño. En la famosa gira norteamericana promocional que realizó con el Barça de Menotti y Maradona, se quedó dormido y perdió el avión que tenía que llevarle con los azulgrana. David Vidal tuvo que recogerle al segundo intento. Nada más verle, Mágico le dijo al de Portosín: «Como hemos quedado tan pronto, he creído mejor no acostarme». En Estados Unidos siguió en su línea, llenando los estadios y liándola fuera de ellos. Maradona y él congeniaron, qué casualidad, bastante bien. Pero a Mágico le sentenció ante el organigrama catalán un incidente en un hotel. Sonó la alarma antiincendios y el único que no salió del edificio fue Mágico. Estaba en la habitación con una camarera. No obstante, el futbolista asegura que si no llegó a fichar finalmente por el Barça fue porque se marchó Menotti. En un partido de la AFE, un amistoso entre la selección española y un combinado mundial en cuyo once estaba Mágico, Alfredo Di Stefano entrenaba al plantel de estrellas internacionales. Por supuesto, el Mago no bajó de su habitación a la hora fijada y el astro hispanoargentino le dijo a Chico Linares, su compañero: «Ya puede usted ir a buscar a Mágico. Suba y dígale que no me toque las pelotas, que para un puto partido que lo tengo en mi equipo no me vaya a joder». La fama le precedía. Se lo dijo a Ángel Casas en su famosa entrevista: «Divertirse es muy importante para desenvolverse, para mantener tus responsabilidades en condiciones», dicho esto con rictus serio y mirada penetrante. La traducción era que en Cádiz los bares cerrados se abrían cuando llegaba él y los que estaban abiertos nunca cerraban hasta que él se fuera. En el 85, el míster Benito Joanet le dijo a Irigoyen que o Mágico o él. Tuvieron que mandarlo como castigo a Valladolid, a Siberia. Admitió que se merecía el trato puesto que había hecho durante el inicio de esa temporada «todo lo que no es debido». Como dijo Hugo Vaca, el problema extradeportivo que tenían aquellas plantillas gaditanas era que lo hacían todo a la luz del día. Así, cuando alguien veía a un futbolista en una discoteca, al día siguiente toda la bahía hablaba de que estaba borracho y engrifado. Pero Mágico iba más allá. Tras un mal partido en el que la afición volvió a entonar lo del «cubatas, cubatas», al término del encuentro se dirigió a la cantina del estadio y delante de los periodistas y todos los presentes se pidió un cubata. Fumaba y bebía, pero yo no me metía en su vida, Era un infeliz, un incauto, pero también buena persona, nunca alzaba la voz. Lo que pasa es que de treinta días que tenía al mes se entrenaba quince. De repente, se pasaba ocho días sin ir por los entrenamientos. Cuando llegaba, le preguntaba dónde se había metido. Me decía que había tenido muchas cosas que hacer y que no podía entrenarse. (David Vidal) Todos coinciden, no obstante, en que no era un gran bebedor. Le daba unos sorbos al combinado en cuestión y lo dejaba siempre casi entero. Lo suyo era picotear de flor en flor. Confesó Chico Linares: «Es que no paraba en ningún lado, no estaba tranquilo ni en las discotecas, iba de una a otra para ver cómo estaba el ambiente en todas». Sobre este fenómeno dejó otra buena máxima: «La noche me alucina. Además, se la recomiendo a todo el mundo, aunque también hay que hacer cosas durante el día».
El presidente tenía que llegar a acuerdos con él casi en cada partido
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Solo hay una voz discordante en toda la leyenda, la de Pepe de Casa Manteca, un local en cuya trastienda, sentado en una caja de cervezas puesta del revés, Camarón de la Isla hacía lo suyo con las platitas. En el libro, Pepe da el retrato menos romántico de Mágico. No le duelen prendas al revelar: «Jorge se reía mucho. Le gustaba un vaso, pero se moría por un coño (…) le gustaban las risas y se gastaba todo lo que tenía de un tirón (…) Bebía un montón, lo que pasa es que no se le notaba mucho porque apenas hablaba, se quedaba mirando con cara de angelito, le gustaba reírse (…) Tenía muchas novias y algunas novias todos los días». Aún le recuerdan en todas partes rodeado, normalmente, de un séquito de mujeres. En la propia Venta de Vargas, el recuerdo es más simpático. Rememora Manuel Gallego: «Yo lo he visto en plena juerga flamenca con los labios pintados y con todos los papeles perdidos, bailando subido a los tacones de una mujer». Fue amigo de Camarón. No era raro, ambos se parecían mucho. Genios en sus respectivas profesiones que nunca afrontaron como tales, impredecibles y muy tímidos. Un aficionado, Bosco, explica que un día paró su coche enfrente de él y un amigo, que se estaban fumando un porro, y les dijo: «Nos lo fumamos dentro». Ahí se desencadenó una noche loca que acabó al día siguiente en el partido, con Mágico en el césped y él en la grada. Pues fue uno de sus encuentros más memorables, pero Bosco pensaba: «Si yo tengo resaca, cómo estará este hombre». Peor fue en Vallecas. Uno de las Brigadas Amarillas, durante el calentamiento previo al partido, le pidió que si le podía pasar un porro a su primo. Mágico lo cogió delante de un policía, que por lo visto se hizo el sueco, cruzó el campo y se lo dio a su destinatario. No había tantas cámaras, que hubieran sido, la verdad, por una vez muy necesarias fuera del terreno de juego. Cuenta la leyenda que en la discoteca Las Pérgolas le dio mil toques a un limón. Así, hay miles: Un día en una tasca en Pamplona, el camarero le pidió que ensayara sus toquecitos al aire, los malabarismos, y Jorge se puso a levantar la naranja, se emocionó y pegó tal empalme que la estampó contra un espejo. Le dejó la naranja estrujada delante del mostrador. Pero todas estas historias pudo taparlas a base de fútbol. De destellos de calidad, pero también de goles y asistencias. El chicharro que le metió al FC Barcelona arrancando desde el centro del campo es el de Maradona en México, pero dos años antes. Metió catorce goles esa temporada, algunos como ese, pero bajaron a segunda. Y también hizo el tanto que durante muchos años fue el más bonito de la liga española, cuando no eran normales ciertas cosas. Fue el que le hizo de vaselina al Racing de Santander. El portero, Pedro Alba, se fue andando hasta el centro del campo aplaudiéndole para felicitarle. Su compañero Onésimo Sánchez González señala que «si le hubieran cogido de pequeño, como a Messi, sería uno de los tres grandes de la historia sin ninguna duda». En los entrenamientos, le anunciaba: «Voy a meter diez goles de córner». Y los metía. Con su regate, «la culebra macheteada», ponía en vilo al Carranza. La recibía, se hacía el silencio, y todo el estadio esperaba a que la hiciese. Se escuchaba un murmullo «ahora, ahora»… Si lo hacía era más que gol. Parte del público iba solo a ver a Mágico. Si lo cambiaban, abandonaba el estadio. A David Vidal le estuvo dieciocho días sin ir a entrenar, no lo llevó
convocado y le sacaron pañuelos por no contar con Mágico. El técnico gallego elogia la velocidad del salvadoreño, «Se ponía de cero a cien, pero luego frenaba de cien a cero». Aunque le acusaron de hacer carrera gracias a Mágico. Persiguiéndole, intentando meterle en vereda, se logró una fama de tipo duro a su costa. «Lo utilizó para trepar», opina Alcina, «gracias a la polémica le colgaron la careta de “Hombre de hierro”». Pero nunca logró intimidar a Mágico, según palabras del propio Vidal: Un día me faltó al respeto, «Tú no tienes ni idea de futbol», me dijo. Él nunca decía tacos. Sacó el paquete de Winston y le dio siete, ocho, quince toques al aire, madre mía, hijo puta. Con Fernando Redondo en Valladolid fue tres cuartos de lo mismo. Cuando no salía literalmente morado de un entrenamiento por las bajas temperaturas, iba a entrenar con pasamontañas, se negaba a rematar de cabeza porque, se excusaba, «hace daño». Claro que luego se ganaba el respeto subiendo los peldaños de la grada dándole toques al balón sin que se le cayera ni una sola vez. Los compañeros flipaban. Con quien mejor rindió fue con el uruguayo Víctor Espárrago, que también tenía orígenes humildes y supo entender al jugador: Tenía la cabecita loca, pero me impactó como futbolista. No supo compaginar la vida deportiva y social, pero aquí se le adora. Era rápido, preciso, tenía salida y freno. Pero el fútbol es mucho más que un deporte, llegas a un estatus de vida muy peligroso si no estás preparado, hay que recuperar los valores (…) Conmigo triunfó, pero también fue suplente. Jamás me dio problemas, era sensible y genial, coqueteó con ciertas cosas pero era muy grande. No le interesaba el dinero. Quería jugar. El problema de esa temporada, la mejor en la historia del Cádiz, es que, al estar en la zona media de la tabla todo el año, no fue ni dios al campo. Encima Espárrago, si lo veía mal al Mago, prefería no convocarlo porque entonces la gente iba al estadio a pedir que saliera del banquillo. Su compañero Pepe Mejías, que se consideraba interlocutor entre el equipo y Mágico, amén de que fue el encargado de ir a casa a despertarlo cada mañana, ardua tarea, fue quien mejor conocía e interpretaba su juego: Mágico y yo llevábamos el peso de los partidos, pero en realidad, cuando él cogía el balón y actuaba de esa forma tan impredecible y genial, todos dependíamos de él; digamos que nosotros, los otros diez, peleábamos como jabatos para mantener la portería a raya a la espera de que Jorge hiciera alguna diablura, un golazo de los suyos o se inventase la jugada individual más hermosa. Una falta, un saque de esquina, qué sé yo. Era así. Jorge fue un jugador emblemático, fuera de lo común, y no le podías pedir que tuviera disciplina de equipo. También otras palabras atribuidas a Hugo Vaca dan cuenta de un estilo sobre el césped cuyo legado hoy es más oral que otra cosa, por desgracia: Yo sabía que darle la pelota al Mago era dejarla a buen recaudo y que era tan inteligente que jamás comprometía a un compañero; cuando el balón salía de las botas del Mago hacia un compañero significaba que este tenía todas las ventajas del mundo. A Jorge la pelota le podía llegar sucia, le podía llegar a trompicones, pero él se encargaba de domarla, y cuando salía de sus botas era un regalo o era gol. Su puesto en el equipo lo ocupó Dertycia, llegado de la Fiorentina, y cuando Mágico se marchó, sin hacer ruido, en 1991, debutaba Kiko. De modo que tampoco se le pudo echar mucho de menos. Llevaba tiempo de capa caída por un incidente que
Sacó el paquete de Winston y le dio siete, ocho, quince toques al aire, madre mía, hijo puta
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Secciรณn Parte
yolanda leyva - Despite the fire, 2013
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Reconozco que no soy un santo, que me gusta la noche y que las ganas de juerga no me las quita ni mi madre. Sé que soy un irresponsable y un mal profesional, y puede que esté desaprovechando la oportunidad de mi vida. Lo sé, pero tengo una tontería en el coco, no me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Solo juego por divertirme manchó su reputación ahora ya en serio. Ya dijo Pepe Manteca que Mágico «cambió a peor». Lo que pasó es que fue acusado por una mujer de veintidós años de un intento de violación. Esta fue la versión de lo ocurrido que dio Jorge González en el juicio, tal y como lo reprodujo el diario ABC: Tras tomar unas copas en una discoteca de Cádiz, decidimos marchar a mi apartamento en El Puerto de Santa María (les acompañaba su compañero del Cádiz Quevedo y otra chica). Una vez en el apartamento, Quevedo y Cristina se fueron a un dormitorio y nosotros nos quedamos en el salón. Le conté mi vida y nos besamos y acariciamos. Le insinué marchar al otro dormitorio y una vez allí, tras varias caricias, hubo un rechazo por parte de ella. Me dijo que tenía novio, pero intenté no creérmelo y entonces hubo un rechazo mayor y la empujé contra la cama, pero no hubo violencia ni la pegué. Ella se marchó para avisar a su compañero (sic) y cuando salí de la habitación ya se había ido a la calle. La llamé desde el balcón pero no hizo caso. La denunciante negó que hubieran existido ni caricias ni besos, y dijo que no tenía novio:
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Quería marcharme a casa, pero ellos insistieron en que fuéramos a tomar una copa al Puerto, ignorando yo que íbamos a casa de Mágico. Cuando estábamos abajo le dije a Cristina que no quería subir, y ella me pidió por favor que subiera porque no quería estar sola con Quevedo. Yo acepté y le dije que tampoco me dejara sola a mí. Tras servir unas copas, Quevedo y Cristina se fueron a una habitación y Jorge y yo nos quedamos en el salón. Me dijo que me iba a enseñar algo en la cocina y me metió en el dormitorio, allí me pegó, me tocó por todo el cuerpo e intentó quitarme la ropa. Grité y llamé a Cristina, pero no me escuchó. Salí corriendo a la calle y una mujer me acompañó a comisaría a denunciar el hecho después de haber tomado el café en casa de su novio. La amiga de Quevedo negó esta versión: Yo no le dije que subiera para hacerme compañía y menos por soledad. Sabía perfectamente a lo que íbamos al apartamento. No escuché gritos y cuando salí de la habitación Mágico me dijo que se había ido porque se había puesto histérica. La médico, que atendió a la denunciante en una clínica en la que trabajaba su hermana como auxiliar, añadió: En el examen que le hice se le apreciaban hematomas en el ojo izquierdo, hombro, muñeca izquierda y mandíbula. Y el policía de la comisaría del Puerto que se encontraba de guardia en el momento de poner la denuncia explicó: Llegó muy nerviosa y con la cara roja, pero no aprecié que tuviera hematomas o que hubiera sufrido daños. En mayo del 91, el Juzgado de lo Penal número 2 de Cádiz sentenció a Jorge González a la pena de seis meses y un día de prisión menor y una multa de cuatro mil pesetas. No ingresó en prisión porque la pena fue menor a un año y carecía de antecedentes. La multa se la tuvieron que ayudar a pagar sus compañeros. Siguió jugando hasta los cuarenta y cuatro años de edad en su país. Ahora recibe un sueldo vitalicio y le dieron una casa. Ante las críticas de que había gente que necesitaba asistencia del Estado más que él, pidió un referéndum para que decidiera el pueblo salvadoreño. No hubo más historia. Tras colgar definitivamente las botas, vagó por ahí. Me pasé un año sin hacer nada. Me la pasé en Tijuana como ido. Me gasté el dinero. Me quedé a mi rollo. Me regresé a El Salvador a estar en la casa sin hacer nada. Ese año para mí fue fatal, fue horrible, pero lo disfruté. Pasó por Estados Unidos, donde fue segundo entrenador del Houston Dynamo, y alcanzó su sueño de trabajar de taxista. Sostiene Alcina que en Texas. Luego se reenganchó como asistente técnico de su selección, pero nunca paró de dar sus clásicas espantadas. Una, por ejemplo, en el Mundial sub-20 de Turquía, al que no acudió cuando le esperaban en el avión. Pero la prueba de que sigue siendo un símbolo legendario en El Salvador es que las autoridades le regalaron al papa Francisco en su visita una camiseta de Mágico González. Reconozco que no soy un santo, que me gusta la noche y que las ganas de juerga no me las quita ni mi madre. Sé que soy un irresponsable y un mal profesional, y puede que esté desaprovechando la oportunidad de mi vida. Lo sé, pero tengo una tontería en el coco, no me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Solo juego por divertirme. Ya nadie lo hace
Sala de prensa
Parte Segunda
yolanda leyva - Interruptus, 2015
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texto: Daniel Benítez
Cádiz y uno de sus grandes ídolos, el salvadoreño Jorge Mágico González, de 44 años, se reunieron la semana pasada en la ciudad gaditana para recrear la leyenda. La de un futbolista fantástico que puso en pie con su arte el estadio Ramón de Carranza en los años ochenta, pero también la de un juerguista empedernido que nunca renunció a vivir como quiso. Lo sigue haciendo, a sus 44 años, fiel a su lema de siempre: “Pasársela bien sin hacer daño a nadie”. Es difícil encontrarlo despierto de día, pero si se logra, aparece un personaje educado, tierno y pícaro, con un sentido del humor muy especial. A veces pierde el hilo de lo que dice, pero él lo achaca al sueño, que lo acecha. De hecho, jalona la entrevista, a las 18.00 del pasado miércoles, con alusiones constantes al sueño. Invitado por el Ayuntamiento, Mágico regresó a su Cádiz querido, 14 años después de dejarlo, para recibir el calor de una hinchada que lo adora.
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Parte Segunda
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“Hola, Mágico, ¿te acuerdas de mí?”. “No estoy seguro”. “Soy el camarero de la discoteca Metropol, el que te pasaba los cubatas por debajo de la barra y te avisaba de que venía a buscarte David Vidal . Cuando llegaba Vidal, el portero de la discoteca apretaba un botón desde afuera y yo te avisaba para que te escondieras”. “Ah, sí, ya recuerdo”. “A un partido, no; pero a entrenamientos sí que me he presentado sin haberme acostado” “Tengo entendido que tengo cuatro hijos, dos en Cádiz y dos en Los Ángeles” Vamos con su leyenda. Se cuenta que usted evitaba acudir a los entrenamientos cuando se enteraba de que iban a ser muy físicos. No, yo físicamente fui muy bueno. Los hacía sin problemas. ¿Se dormía en el descanso de los partidos? Son anécdotas graciosas, pero no entiendo cómo la gente puede creer eso. No sé quién es el genio que lo inventa. Yo he respetado mucho al fútbol, al que no he respetado es a mí mismo.
veces no lo conseguí. No porque no hubiese querido, sino porque a veces me recogía un poco tarde en casa, alguna vez me pillaba por ahí a deshora, pero eso es una persona normal, ¿no? Pero a mí, por ser futbolista, se me veía mal, y más por ser extranjero y más por ser... casi reincidente. Y yo, que venía de un fútbol aficionado, me preguntaba por qué se me presionaba tanto. Pero poco a poco, a palos, fui dándome cuenta de que había que ser profesional. ¿Fumaba mucho? No, lo normal, sólo cuando me tomaba alguna copa, un par de cigarrillos. ¿Le gustaban las discotecas? Me siguen alucinando.
O sea, que no se ha cuidado.
Su fama de golfo es, pues, merecida.
Sigo sin cuidarme. Sigo mi vida tan normal, como siempre. Tal vez pueda tener inconvenientes, pero... Tal vez me cuidé un poco menos que los demás porque yo venía de un fútbol en el que no había fundamentos ni orientación hacia los niños. En mi país, los futbolistas salimos de los terrenos baldíos, de las canchitas, y de repente... Es como ir a la universidad sin antes pasar por la escuela.
Sí, cómo no, golfo en el buen sentido de la palabra. Me lo he pasado bien, he tratado de hacer sentir bien y de no hacerle daño a nadie.
¿Dónde habría llegado de haberse cuidado? No sé. Gracias a Dios, me siento bien conmigo mismo. No sé quién sería ése que imagina la gente. Me gusta vivir a mi manera. Intenté llegar lo más lejos posible, pero a
¿Jugó sin haber dormido la noche anterior? No, a entrenamientos sí he llegado sin haberme acostado. Cierta noche, en un hotel de EE UU, donde se hallaba invitado en una gira con el Barça de Menotti, sonó la alarma de incendios. Todos bajaron a la recepción menos usted, que siguió en la cama con una chica. Sí, es verdad. Fue Maradona que, en broma, activó la alarma. Me enteré de la jugada y no quise bajar, pero al
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final me hicieron bajar porque allí la seguridad es muy estricta. Y les dije que yo no había sido.
Mecánica. Fueron mis ídolos. Para mí, en cambio, el fútbol fue una forma de pasársela bien y disfrutar.
¿David Vidal lo buscaba por las discotecas?
Jugó el Mundial de España 82 con El Salvador. ¿Cómo lo recuerda?
Me buscaba por todos lados y por todos lados me encontraba. Pero lo hacía para que mejorara en el fútbol. ¿Fue el técnico que más rendimiento le sacó? Por lo menos la intención sí la tuvo. ¿Se ausentaba semanas enteras de los entrenamientos? No, no tanto. Tal vez a un par de prácticas. Tal vez se refiera a que el club me requería, me mandaba una carta, pero pasaba una semana y yo no me presentaba. No quería ir porque me iban a reñir y a incomodar.
Fue lindo y feo porque Hungría nos ganó 10-1. Pero me sirvió para que el Cádiz me solicitara. ¿Cuál es su actual situación económica? Normal, no tengo quejas de momento, y espero morir sin tenerlas. Me dedico a pasármela lo mejor posible sin hacerle daño a nadie. Tranquilamente en casa. Pero, ¿en qué trabaja? En nada, prácticamente en nada.
¿Fue amigo de Camarón?
¿Y de qué vive? ¿Es muy austero?
Sí, lo admiramos muchos y tengo música suya. Sentimos mucho su muerte.
Obvio, porque si no hago nada... Bueno, hago algunos comerciales de televisión. Ya quisiera yo tener un negocio, aunque fuera un prostíbulo. Puedo vivir, increíblemente, pero puedo vivir, tal vez sea por mi mismo conformismo.
Un día le regaló unos zapatos nuevos al gitano Bohiga. Sí, nos veíamos mucho en el bar de abajo, donde vivía, la calle Pintor Zuloaga... Disculpa, pero como sigamos la entrevista me voy a quedar dormido, voy cada vez más abajo, no es broma... Seguimos: el gitano me los pidió de una manera que me gustó y por eso se los di, a pesar de que a mí también me gustaban. Fui generoso siempre que me dejaron. ¿Quién le puso el apodo de Mágico? En El Salvador me llamaban Mago, pero acá me dijeron que yo era lo que hace el Mago, o sea, algo mágico. Parece ser que fue Carlos Medina, que escribía en el Diario de Cádiz en aquella época, o Paco Perea. Uno de los dos. ¿Ha cambiado mucho el fútbol en 20 años? Sigue siendo muy difícil para los futbolistas, aunque parezca fácil desde afuera... Quiero que me disculpe porque siento una fatiguilla. Una vez más no pude coger el sueño por la noche. Ya van tres noches: deben ser los nervios, la emoción, no sé. Usted, como jugador, fue muy frágil.
¿Cómo empezó en el fútbol? Somos ocho hermanos y yo soy el menor. He tragado fútbol desde siempre. Mis padres trabajaban en una fábrica de sacos de hilos. Por cierto, una familia muy pobre, que les costaba mucho mantenernos. Y casi todos los hermanos de la misma edad y en aquellos tiempos en nuestro país, ya se puede imaginar. ¿Su padre disfrutó de su éxito? Espero que sí. ¿Vive? Se puede decir que sí. Él fue un ejemplo de padre, cosa que no supe imitarle con mis hijos. ¿Cuántos hijos tiene usted? Tengo entendido que cuatro, dos acá y dos en Los Ángeles, California. ¿Y ha venido a Cádiz sólo por el homenaje en el partido frente al Barça?
Sí, sí, era muy flaco y esquivo. Evitaba el choque y eso me hacía buscar la tangente más adecuada para salir y ganar la espalda del contrario. Cosas que uno hace sin saber por qué ni cómo. Sí sé que era rápido con las piernas y con la mente. Ahora sólo me queda la segunda.
No ha habido ningún homenaje. No hubiese venido. A mí no me gustan los homenajes. No me gusta el protagonismo.
La vaselina fue una de sus especialidades.
¿No hace nada de ejercicio?
Sí, estaba pendiente del arquero, y si te daba un poco de vidilla en ese aspecto y era confiadillo, uno probaba y a veces salía. Tuve suerte con ella. Recuerdo un gol a Sempere en Mestalla.
Sí, un poco en la playa, para no ponerse más feo de lo que uno es.
También tuvo un regate característico. Sí, uno que en mi pueblo le decían la culebra macheteada: cuando recibía, encaraba y, con un movimiento de tobillo, enseñaba el balón por un lado y me lo llevaba por el otro. Y luego venía la velocidad para ganar la espalda al adversario. El fútbol es el único deporte en el que un gordito (Maradona) y un flacucho (usted) han estado entre los mejores. Maradona puede ser rechoncho, pero era un superdotado. Fue el más grande, junto a Johan Cruyff y su Naranja
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¿Le gustaría ser entrenador? No puedo serlo porque no iría al entrenamiento.
Pero usted dice que es un feo con la belleza de un indio. Me gusta escuchar eso, sí, sí. Aunque mis abuelos son españoles, yo soy indio, me siento orgulloso. Además tengo todos los rasgos: la nariz... Aparte del fútbol, su otra gran pasión han sido las mujeres. Sí, claro, que sí. Primero mi madre, mi primera novia y... hablando de mujeres y traiciones, sigamos consumiendo la botella, como dice la canción mexicana. Para mí, son el alucine. Estoy intentando tener una relación estable, a ver si tengo suerte. Tuve una esposa, pero nunca me sentí casado
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proyecto La muerte alimenta el alma. Proyecto: aumentar el alma sin MORIR
Projecto A morte aumenta a alma. / Projecto: Aumentar a alma sem MORRER.
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ángel guzmán - Victory, 2015
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Vencedores y vencidos
ángel guzmán - Defeat, 2015
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fotografía: Ángel Guzmán texto: Víctor Balcells Matas
MY LITTLE EMPIRE lguien tenía que haberme estado espiando, pues me visitaron una mañana sin que yo los hubiese llamado. Lo primero: la cocinera de la señora Morocco, mi casera, que llevaba todos los días a eso de las diez de la mañana el desayuno a mi habitación, no apareció. Nunca había ocurrido nada semejante. Esperé un rato más apoyado en la almohada. El gato había derribado el bote de la mesilla de noche y las pastillas se habían esparcido por el suelo. Al pensar en el trabajo que me llevaría recoger todo eso golpeé el timbre con violencia. ¿Qué era eso de no servir el desayuno con puntualidad? Alguien llamó a la puerta y un hombre que no había visto nunca entró en la habitación. Era corpulento, más bien enano, llevaba encima un chándal azul holgado, que, como ciertas indumentarias deportivas, disponía de múltiples bolsillos, una cremallera inyectada con separador y refuerzo en los codos; todo parecía muy vistoso, aunque no se supiese muy bien qué podría hacerse con ello. – ¿Quién es usted? –pregunté, y me incorporé de inmediato en la cama. – ¿Ha llamado? – Volodia me tiene que traer el desayuno –le dije al hombre, sin saber en absoluto quién era ese tipo. – Así que quiere que Volodia le traiga el desayuno. Asentí. – Eso es imposible. – ¡Lo que faltaba! – ¿Quiere que hablemos aquí o prefiere vestirse y tomar un café? – Hablemos aquí. – De acuerdo. Mire, seré breve. ¿Es usted Josefo Balcels? – Ese soy yo. – Tome aquí este papel. No, este, sí. Al final del último párrafo, el salario. – ¿El salario de qué? – En la cuarta página las primas y bonificaciones, como observará.
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– Contésteme. – El seguro médico y el seguro de vida –hizo una pausa y me miró—. Entendemos que es usted albino, ¿cierto? – Sí. – En cierta manera, un prodigio de la naturaleza. Pero como podría morir pronto: un seguro de vida. ¿Qué le parece esa? – ¿Esa qué? – ¿Es usted Josefo Balcels o me equivoco de persona? ¿A qué viene tanta extrañeza? – ¿Cuál es el puesto de trabajo? El hombre posó su venosa mano sobre el papel y lo tocó con impaciencia: – Eso ya lo ve usted en el logo y en la sección primera del contrato. Entrenador del Celta de Vigo. – ¿Entrenador de fútbol? – Eso mismo. Y ya llegamos tarde. Hasta el momento, yo me había ganado la vida como editor y diseñador de páginas webs. Vivía una vida tranquila y feliz en casa de la señora Morocco, encantado de que ella y su exuberancia me hicieran de madre. El tiempo libre lo pasaba leyendo oscuros ensayos de psicoanálisis y jugando a videojuegos. Cuando el hombre mencionó Celta de Vigo no di crédito a mis oídos. Acababa de jugar en Football Manager 2017 una liga con el Celta de Vigo. En esa partida había llegado a la cima de Europa y había ganado dos Champions seguidas. – Usted ha ganado dos champions seguidas con nuestro equipo en el simulador más complejo que se ha hecho nunca. Queremos que haga lo mismo, pero en la realidad. – ¿Se han vuelto ustedes locos? – Yo particularmente, como denota quizá mi indumentaria, ya no confío en los seres humanos. – ¿Y en qué confía? – En las matemáticas. Firme y salgamos de aquí
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La jugada
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fotografía: Argider Aparicio texto: Marcos Moreno Busquets
El futbolisto
¿Es posible llegar a hacer carrera en el mundo del fútbol, sin ser futbolista, sin jugar ningún partido, y además cobrando por ello? Sí. Por difícil que parezca, sí. Esta es la surrealista y casi cómica historia de un joven brasileño que a través de su don de gentes -y de una capacidad ingeniosa para resolver situaciones comprometidas- llegó a ‘jugar’ durante casi 20 años en la elite del fútbol brasileño, mexicano y francés. Aunque jugar, lo que se dice jugar, más bien poquito...
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l caso es que Carlos Henrique Raposo (Rio de Janeiro, 1963) tenía un don, y no era precisamente el del balón. Sabía llevarse de maravilla con quien había que llevarse de maravilla. Y así, comenzaron sus relaciones de amistad con futbolistas que por aquel entonces –hablamos de los años 80— estaban en lo más alto del fútbol brasileño. Sobre todo en las discotecas, ese terreno tan habitual casi como el césped para los futbolistas cariocas, era cuando llevaba a cabo su jugada. Convencer a alguno de sus amigos –se habla de Ricardo Rocha, Edmundo, Renato Gaúcho, Romario, Branco, Bebeto, Carlos Alberto Torres…entre muchos otros— de que debían incluirle en su fichaje para el nuevo equipo. Porque estaba seguro de que podía jugar, y porque además se iba a preocupar de que al futbolista en cuestión no le faltara de nada. A ello ayudaba, claro, un físico atlético –similar, cuentan, al de Beckenbauer, y de ahí su sobrenombre de Kaiser— y que evitaba sospechas de primeras. Su primer contrato profesional fue en 1986, en el Botafogo. Todo, gracias a Mauricio, con quien había creado una amistad en la infancia, y que se había convertido en un ídolo en el club. El resumen de Henrique: cero partidos jugados. “Hacía algún movimiento raro en el entrenamiento, me tocaba el muslo, y me quedaba 20 días en el departamento médico. En esa época no existía la resonancia magnética. Cuando los días pasaban, tenía un dentista amigo que me daba un certificado de que tenía algún problema. Y así, pasaban los meses”, explica. Por eso, pese a no jugar, no tuvo ningún problema en firmar la temporada siguiente por el Flamengo. Ahí tenía otro gran amigo, Renato Gaúcho. El que fuera jugador de la Roma y de la selección brasileña entre otros, y ahora entrenador, relata así su relación con Henrique. “Sé que Kaiser era un enemigo del balón. En el entrenamiento acordaba con un colega que le golpeara, para así marcharse a la enfermería”. También cero minutos en el Flamengo. Para contribuir a su fama, afirman en el Flamengo que llegaba a algunos entrenamientos con un enorme teléfono móvil –que entonces significaba gran status social—, y hacía como que hablaba en inglés, afirmando que eran clubes europeos interesados en su fichaje. Sus compañeros y cuerpo técnico le creían, hasta que un doctor que había vivido en Inglaterra le entendió, y explicó que la conversación no tenía ningún sentido. Le preguntaron, y descubrieron que el teléfono era en realidad un juguete.
En 1989 regresa a Brasil. Al Bangú. Y ahí vivirá una de las anécdotas –por llamarlo de alguna manera— que mejor le definen. Desbordado por la situación, su entrenador decidió convocarlo. En la segunda mitad le manda hacer ejercicios de calentamiento, y Henrique, ante la posibilidad de saltar al terreno de juego, se las ingenia: se pelea con un aficionado del equipo rival en la banda, y es expulsado. Cuando todos llegan al vestuario, antes de que su entrenador, enfurecido, pudiera abroncarle, se dirige a él y le cuenta: “Dios me dio un padre y después me lo quitó. Ahora que Dios me ha dado un segundo padre –refiriéndose al técnico— no dejaré que ningún hincha le insulte”. El entrenador le dio un beso en la frente, y le renovó por seis meses más. LA ESTRATEGIA, SIMPLE ˙Gracias a tantos y tantos amigos, posteriormente fue pasando por América, Vasco de Gama, o Fluminense. ¿Cómo hacía tantos amigos? Simple. Lo cuenta él mismo. “Nos concentrábamos en un hotel. Yo llegaba dos o tres días antes, llevaba diez mujeres y alquilaba apartamentos dos pisos debajo del piso en que el equipo se hospedaría. De noche nadie huía de la concentración, lo único que teníamos que hacer era bajar las escaleras”. Otro de sus grandes amigos fue el defensa Ricardo Rocha. “Es un gran amigo, una excelente persona. Pero no sabía jugar ni a las cartas. Tenía un problema con el balón. Nunca lo vi jugar en ningún equipo. Te cuenta historias de partidos, pero nunca jugó un domingo a las cuatro de la tarde en Maracaná, estoy seguro”, comenta el que fuera jugador del Real Madrid, que añade “en una disputa a mayor mentiroso, Pinocho perdería con Kaiser”.
“Los clubes han engañado y engañan mucho a los futbolistas. Alguno tenía que vengarse por todos ellos”
LA PRENSA, UNA ALIADA Hay que tener en cuenta que en aquella época, la información no era tan accesible como hoy. No había webs donde leer sobre el futbolista; no había vídeos para ver sus supuestas cualidades… Bastaba con que existiera algún artículo a su favor para refrendar toda la palabrería. Y eso Henrique también lo dominaba. “Tengo facilidad en hacer amistades. A muchos periodistas de mi época les caía bien, porque nunca traté mal a nadie”. Algún regalo, o algúna información interna, también ayudaban. La prensa correspondía con artículos hablando del “gran futbolista”. Así, al año siguiente, no contento con engañar en Brasil, se marchó a México. Al Puebla. Unos meses, cero minutos, y rumbo a Estados Unidos. El Paso era su siguiente destino. Tampoco llegaría a pisar el césped. “Yo firmaba el contrato de riesgo, el más corto, normalmente de unos meses. Recibía las primas del contrato, y me quedaba allí durante ese periodo”.
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TAMBIÉN EN EUROPA Tras otro fugaz paso por Palmeiras y Guaraní, Henrique, mediante otro amigo, recala en el Ajaccio francés. En aquellos años un brasileño llegando a Europa era sinónimo de éxito, y la presentación que le había preparado el club sorprendió al futbolista. “El estadio era pequeño, pero estaba lleno de aficionados. Pensaba que sólo tenía que saltar al césped y saludar, pero entonces vi que había muchos balones en el campo, y que tendríamos que entrenar. Me puse nervioso, en mi primer día se darían cuenta de que no sabía jugar”. Pero para un hombre que llevaba años engañando a todos, eso sólo iba a ser un reto más. Un reto más que superado. “Salté al campo, y comencé a coger todos esos balones y patearlos hacia los aficionados. Al mismo tiempo saludaba y me besaba el escudo. Los aficionados enloquecieron. Y en el césped ya no quedaba ni un balón”. En un momento se había ganado a sus hinchas, y como siempre sin haber jugado un minuto. Aunque asegura Henrique que fue ahí, en el Ajaccio, donde sí jugó de verdad. Nunca más de 20 minutos por partido, pocas veces en cada temporada en la que estuvo en el campeonato francés. Y de ahí, con 39 años, colgó las botas. En sus casi 20 años de carrera, Kaiser entró muy pocas veces al campo de juego para disputar un partido oficial. Nunca en Brasil. En total, como él mismo confiesa, partidos tendrá unos 20 o 30, como mucho. Y en todos los partidos salía lesionado. Hasta en los entrenamientos. “No me arrepiento de nada. Los clubes han engañado y engañan mucho a los futbolistas. Alguno tenía que vengarse por todos ellos”, zanja Carlos Henrique Raposo, un justiciero, o el mayor estafador en la historia del fútbol