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Cultura en la empresa

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Ellas las hormigas

Ellas las hormigas

William Rey Ashfield

Desde tiempos coloniales, podemos observar algunos períodos de muy escaso desarrollo cultural en nuestro país, con mínima intervención del Estado en la formación y divulgación de ese campo. En paralelo, es posible identificar también otros momentos o procesos realmente ricos en materia de producción cultural en nuestra historia.

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Importa, sin embargo, detenerse en esos tiempos marcados por la debilidad cultural, casi siempre unida a un menguado desarrollo educacional; es ahí donde mejor se puede percibir los efectos embrionarios de una actividad cultural primaria, al tiempo que visualizar la importancia de quienes buscaron fomentar y producir cultura. Se trata de actores individuales muy importantes —en singular y con nombres propios— que han sabido trabajar en medio de un empobrecimiento general. Este fue el caso, por ejemplo, de Manuel Pérez Castellano y Dámaso Antonio Larrañaga, organizadores de la primera biblioteca pública en tiempos de Artigas, quienes aportaron un instrumento que sería fundamental en el cambio cultural generacional, en un país desolado y empobrecido. Es ahí donde se perciben las pequeñas pero importantes transformaciones que empiezan a gestarse en la comunidad social, con directas implicancias en el crecimiento económico, a medida que se vislumbra su trabajo y su esfuerzo. En síntesis, son esos magros momentos los que nos permiten afirmar que hay una correlación bien directa entre desarrollo cultural y crecimiento económico.

En función de ese aprendizaje es que percibimos hoy un enlace cada vez más fuerte entre esos dos campos, a partir de nuevas circunstancias y consideraciones de valor. Se asume así que la actividad cultural califica a la producción económica, aportándole identidad y singularidad, además de un poderoso reconocimiento social, tanto nacional como internacional. Un reconocimiento como producto individual que alcanza también al país en su conjunto, donde industrias como la del vino o artesanías como la de la lana dan buena prueba de los logros posibles. También sabemos que la cultura puede generar interesantes crecimientos económicos, capaces de establecer cambios significativos en el pbi de un país —Italia, Francia y España constituyen buenos ejemplos en este sentido— o bien potenciar desarrollos locales de escala más restringida.

Es claro que en esta tarea de producir cultura no están solos el Estado y los gestores culturales. Cada vez más es notoria la presencia del empresariado, actor esencial que potencia la cultura y, en paralelo, se nutre de ella. Es por esta razón que empresas como Nobilis han pensado en un proyecto capaz de establecer interesantes enlaces entre las artes visuales y la literatura, la historia del arte, el paisaje y el patrimonio, entendiendo todos esos campos como factores de potenciación empresarial, al tiempo que vinculan el interés de su personal y el de los clientes en la materialización de distintos productos resultantes como ser exposiciones, conferencias, charlas informativas, tertulias y visitas guiadas.

Este camino iniciado por Nobilis abre un espacio fundamental en lo que hace al rol comprometido del empresariado con la cultura, en un tiempo en que el país cuenta con una interesante Ley de Mecenazgo que fomenta esos acuerdos y augura un punto de inflexión en la producción cultural.

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Entrar en Nobilis ha comenzado a ser, desde hace más de un año, una experiencia singular. Colores, texturas y formas cobran un nuevo protagonismo en la cotidianeidad de la empresa, porque trabajar en el universo financiero no elude vivir el placer del arte. Es por esto que una serie de artistas exponen su obra en las oficinas, compartiendo su creación con clientes, amigos y con el equipo de trabajo.

Exhibir obras artísticas en la empresa es una modalidad originalmente europea, que parte de la idea de que habría que acercar el arte a la vida cotidiana; no debería ser un objeto exclusivo del espacio museístico. Así, Nobilis entiende la posibilidad de convertir su entorno laboral en un espacio cultural en sí mismo, además de comprometerse con la tarea de difundir y apoyar la producción artística nacional. Conjuntamente, se ofrecen instancias de diálogo y tertulia con los artistas, en las que estos comparten aspectos sobre su forma de producción como camino para la comprensión de sus obras.

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