MUESTRA Panorámica: COLECCIÓN ARTES POPULARES Instituto de Cultura Puertorriqueña
17 de noviembre de 2016 26 de febrero de 2017 Sala Central Antiguo Arsenal de la Marina EspaĂąola
¿Qué implicamos cuando a un objeto se le llama artesanía? Puesto que se nació en esas tierras, en medio de ese paisaje, la identidad es algo indudable. Pero como a la vez se tiene la memoria de lo perdido y reconquistado, se celebran y guardan los signos que lo evocan. – Nestor García Canclini
Si quien lee el título a estas líneas percibe que con ellas viene adosado algún intento por concretar una definición, advierto que el mismo es más una suerte de provocación lo mismo que invitación al diálogo. De otra manera no sería posible acercarnos a la dura tarea de entender objetos que son el producto de múltiples procesos. Estos objetos si bien por una parte evocan lo colectivo y en ocasiones concreto de procesos sociales muy específicos, por otra, albergan cada vez más lo íntimo y hasta contradictorio de un carácter de la producción que igualmente se presenta individualizante como de pronto lo es democratizante y emancipador. Ahora bien, en esa línea, hablar de artesanías, es hablar de un producto humano que en el plano de lo material-concreto responde a la lucha por suplir una necesidad dentro de un momento histórico determinado. Ejemplos pudieran ser, quizá, el liberarnos de las limitaciones de movilidad por la carga de nuestro propio cuerpo o la geografía circundante, atender las urgencias propias a la faena de facilitar el sustento, bien sea de utensilios domésticos como de herramientas para labrar la tierra; o tal vez, la necesidad de aparejarnos un techo y abrigo. De esa manera el significado de estos objetos en nuestro entorno está determinado por su propia temporalidad dentro de un contexto histórico igualmente determinado. Es así como lo que fue y significó una artesanía para los gremios artesanales de la Europa feudal, no necesariamente tuvo igual uso y sentido para los núcleos poblacionales que se desarrollaron en torno a las comunidades cafetaleras del centro de la Isla durante la década de 1870-1880. Por otra parte, dado que el ser humano tiene como característica que le distingue del resto de los animales, la capacidad de producir valores y significados que van más allá de las marcas biológicas que le imponen sus necesidades, la confección de un producto artesanal no sólo tiene un sentido dentro del plano de lo material-concreto, sino que también lo tiene dentro de un plano de valores-y-bienes-
intangibles y hasta espirituales. Es así como una muñeca de trapo no sólo suple el espacio para el desarrollo de destrezas motoras desde la materialidad de un juguete, sino también la transferencia de valores y roles sociales, la protección atribuida a la presencia de fuerzas ancestrales o la evocación de instancias maternales que no tienen cabida en la dureza de cuerpos plásticos y esbeltos de muñecas estilizadas producidas en masa. El antropólogo Ramón López dirá de manera magistral que, “Las abuelas-niñas aprendieron a hacer sus propias muñecas y cuando el tiempo las hizo madres le pasaron la artesanía a sus hijas y luego a sus nietas. Esa artesanía era mucho más que una destreza textil: era un rastro de las luchas de las mujeres puertorriqueñas convertido en memoria histórica” (López, 2003: 9). Una vez llegado este punto debemos ir conciliándonos con algunas nociones sobre lo que implica el que un objeto sea elevado a la categoría de artesanía. Si bien por una parte estos objetos están circunscritos a un contexto histórico mediante su materialidad y sus utilidades, también instauran en si la capacidad de transcender dicho contexto mediante la renovación constante de los significados que en ellos imprimimos. Hace tiempo la antropología dejo de acercarse a las artes populares como objetos incapaces de desplegar formas autónomas, no utilitarias o ajenas a dinámicas de la subjetividad como la valoración estética. Si aceptamos que la artesanía es la puesta en escena de objetos que responden a su contexto histórico, debemos aceptar también que el ser humano moderno imprime en ellos valoraciones propias de la modernidad. Así la secularización cada vez mayor de espacios que antes eran considerados sagrados, la subjetividad emancipadora de los procesos democratizantes y las tendencias en el mercado renuevan los valores y significados de aquellos productos humanos que de otra manera morirían en el olvido. Nos esperan los retos del reciclaje injustificado, la deforestación irresponsable de maderas nobles y la preservación cómoda e ingenua de no asumir el reto de educar sobre los procesos de tala y resiembra de árboles. Igualmente, nos ocupa el problema de legislaciones culturales que no responden a los mejores intereses de la clase artesanal del país y la falta de organizaciones no gubernamentales (ONG) constituidas por los propios artesanos que le den una presencia jurídica significativa. Finalmente, nos toca observar de cerca las tendencias de un mercado que trivializa cada vez más los contenidos de nuestras artes populares y organizar cooperativas de distribución y venta que faciliten el acceso. Entonces, entender aquello a lo que llamamos artesanía implica
entender que dichos productos no están anclados en el pasado, sino que más bien nos sirven de soportes, de médium si así lo preferimos, para rescatar, renovar y con ellos reconquistar una memoria histórica de lo que fuimos como sociedad, de lo que creemos y asumimos que somos, e incluso, a partir de ellos poder hacer una proyección de lo que deseamos ser. Queda de nosotros, no hacernos ajenos a los mismo, entender la multiplicidad de significados que en el fenómeno artesanal se aglutinan y asumir responsablemente un rol como agentes activos en los procesos que, individual o colectivamente, legitiman o desautorizan los nuevos significados y transformaciones.
Jorge David Capiello-Ortiz,
Director Promoción Cultural y Artes Populares
_____________________________________________________ López, Ramón. Boletín de Artes Populares.Vol.2 #1, p.9, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2003
Como yo lo veo: Colección de Artes Populares del Instituto de Cultura Puertorriqueña Visitar la Colección de Artes Populares del ICP es como asomarse de una vez a cientos de historias que esperan pacientemente por todo aquel que esté dispuesto a prestar oído atento. El ICP comenzó a coleccionar desde el mismo momento de su fundación en el año 1955 con el propósito principal de utilizar todos estos objetos “para investigación, educación y exhibición al público” [ICP, 1990:2]. La colección de Artes Populares es sumamente variada, respondiendo a la idea de que represente la mayor cantidad posible de los renglones de la artesanía tradicional puertorriqueña. En ella podemos encontrar desde alfarería, instrumentos musicales y máscaras hasta trabajos en latón, caracol y bejuco. Dado a que el ICP es una corporación pública, está facultado por ley para adquirir piezas de valor cultural así como recibir donaciones y legados. El Instituto usó cada uno de estos mecanismos para ampliar la colección nacional. En el caso de la colección de artes populares el ICP se valió además de concursos en los que convocó a los artesanos de renglones considerados en peligro de desaparición como forma de estimular la producción y la calidad. A los ganadores de tales convocatorias se les otorgaron premios en metálico y sus piezas pasaron a formar parte de la colección. Son particularmente recordados: los concursos para fabricantes de cuatros y tiples; los certámenes de pandero de plena; de muñecas de trapo; de reyes magos en cerámica; y de talla de El Josco (en homenaje a Abelardo Díaz Alfaro). Nuestras investigaciones acerca de la procedencia de algunos objetos nos llevan a teorizar que algunas piezas de alta calidad pudieron haber sido seleccionadas del grupo que se adquirió para el Centro de Artes Populares. Mediante esta iniciativa, el ICP actuaba a manera de intermediario y ponía“… a la venta los objetos que el Centro (compraba) directamente a los artesanos. La venta se (hacía) al por mayor y al detal, de manera que tanto los fabricantes como el público en general, las tiendas de souvenirs y otros compradores… (pudieran) vender o comprar, según sea su interés, productos auténticos de la artesanía del país.” [Alegría, 1973:179]. La autenticidad, la procedencia legítima y la calidad fueron y continuan siendo los criterios básicos y fundamentales al momento de seleccionar una pieza de artesanía para la colección del ICP. Se buscan piezas que logren combinar exitosamente, “…la utilidad con
la belleza mediante el recurso de expresar la tradición cultural de un pueblo a través de la actividad manual.” [López, 2001:8] El desarrollo de la colección de Artes Populares del ICP no ocurre a espaldas de los debates propios de los procesos de valoración. Los mismos símbolos seleccionados para representar la memoria colectiva nos deben remitir a plantearnos con actitud crítica: lo no escogido, lo silenciado, lo excluido, lo invisibilizado. Por supuesto que, “…las colecciones públicas y privadas son una fuente indispensable. Ahí encontramos los objetos que se han rescatado y que nos comunican con las pasadas generaciones. (Sin embargo)…la mayor limitación de las colecciones es que sólo contienen lo que hasta ahora se ha considerado digno de coleccionar o lo que el gusto del coleccionista quiso recoger. Esto privilegia unos renglones artesanales sobre otros…” [López, 2003:38] En un país donde tenemos tanta diversidad artesanal debemos impulsar que la colección de artes populares sea más inclusiva, sin sacrificar su calidad. Debemos poder encontrar en ella más voces femeninas y sus creaciones; guitarras eléctricas fabricadas en nobles maderas del país; más trabajos en cuero; más trabajos en tejido; y más trabajos en fibras naturales. La colección de artes populares del ICP nos regala una historia nueva. Cual cronista hace relatos de un Puerto Rico austero, donde abundaban las cosas de gente pobre – baúles, higüeras, cestas – pero donde había otro tipo de riqueza. Un país en el cual la gente se alumbraba con lamparitas de latón; y donde el ingenio de manos hábiles le agregaron a esta una pantallita de metal repujado para detener el viento y hacerla más agradable. La colección también cuenta historias de la transformación de Puerto Rico y su quehacer. Nos habla, nuevos materiales, experimentación, nuevos renglones y hasta modas novedosas de paso efímero. Este conjunto de objetos nos susurra acerca de un pandero de madera y cuero que siguiendo las tendencias de una sociedad distinta puede ser de “pvc” pero conservando una técnica de fabricación y un sonido impecable. En la colección del ICP podemos hallar las claves para interesarnos en el maestro artesano Carmelo Martell, quien se atrevió a experimentar con instrumentos de cuerda trabajándolos fuera del canon de la forma tradicional sin cambiar su sonido particular. Es a través de este grupo de piezas donde podemos apreciar la progresión del mascarero de Ponce, Mayagüez, Loíza y Hatillo su adaptación a la tradición y su adopción de otras formas de diseño tomadas de su observación de otras disciplinas. Es allí que la humilde higüera
deja de ser un objeto “para la casa” y evoluciona para convertirse en arte popular mediante el uso del color y el grabado; donde las tallas de aves de Elpidio Collazo parecen alzar vuelo comunicando el movimiento propio de la naturaleza que se contempla; y donde Nelly Vázquez manifiesta su originalidad a través del barro y nos trae recuerdos de juegos infantiles. Si patrimonio por definición es lo que heredamos de nuestros padres y por consiguiente tiene valor. La Colección de Artes Populares es uno de los ejemplos más hermosos de este patrimonio y lo tenemos a nuestra disposición. Sólo falta el oído atento que quiera escuchar sus historias y preste su pluma para divulgarlas. Laura Quiñones Navarro
Auxiliar de Registrador de Colecciónes Programa de Artes Plásticas
_____________________________________________________ Alegría, Ricardo E., El Instituto de Cultura Puertorriqueña 1955 – 1973: 18 años contribuyendo a fortalecer nuestra conciencia nacional. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1975. Centro de investigaciones de Artes Populares. Rescatemos la Memoria Artesanal. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2006 Hernández, Carmen Dolores, Ricardo Alegría: Una vida. San Juan, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 2002. Instituto de Cultura Puertorriqueña. Reglamento para la Administración y Manejo de Colecciones. San Juan, 1990. López, Ramón. El valor histórico de la artesanía puertorriqueña. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2001 López, Ramón. Historia de la artesanía Puertorriqueña. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2003
1.
González, Juan L. Cuatro tenor. 1er Premio ICP, 1982 33” x 12” x 3
2.
Martell, Carmelo (Utuado) Cuatro tenor (pez) 22” x 11” x 3 3/4”
3.
Bienvenido Matos Varillero (puya) de güiro en forma de guitarra y estuche 1996 10 3/8” x 3” x 1 2/8”
4.
Negrón, Julio (Morovis) Tiple soprano. Ier premio 1978 11” x 6” x 2 3/8”
5.
Ortiz, León (Corozal) Tiple. Premio 1959 21” 1/8” x 6 ½” x 2 2/8”
6.
Rubiano, Jorge Cuatro soprano 1961 11 1/2” x 6” x 2 1/2”
7.
Martell, Carmelo (Utuado) Cuatro miniatura 10 3/8” x 3 ¾” x 1 ½”
8.
Martell, Carmelo (Utuado) Cuatro mapa miniatura 30.4 x 9.5 x 5.3 cm
9.
Martell, Carmelo (Utuado) Cuatro llave miniatura 28.6 x 10.9 x 5 cm
10. Martell, Carmelo (Utuado) Instrumentos de cuerda en miniatura Varias medidas 11. Valentín, Vicente Bordonúa. 1er Premio ICP 1980 22” x 12” x 4 1/2” 12. Méndez, Miguel (Canóvanas) Tiple soprano. 1er Premio ICP, 1972 9 1/4” x 6” x 2” 13. Cristobal Santiago (Utuado) Bordonúa s.f. 22” x 12 1/4” x 4 1/4”
10.
14. Carmelo Martell (Utuado) Guitarra c. 1960 38 1/4” x 14 1/4” x 4” 15. Emilio Rosado (Utuado) Gallo 21 5/8” x 10 9/16” x 23 ½” 16. Emilio Rosado (Utuado) Gallo (Miniatura) 8 ¼” x 9” 17. Emilio Rosado (Utuado) Gallo (Miniatura) 10 1/4” x 13 1/2” 18. Emilio Rosado (Utuado) Gallo (Miniatura) 6 1/2” x 8 1/8” 19. Elpidio Collazo (Jayuya) Cotorra 1976 18” x 7” 20. Elpidio Collazo (Jayuya) Tórtola 8 ½” x 6 ¼” 21. Elpidio Collazo (Jayuya) Talla de falcón 1976 29” x 8 ¼” 22. Elpidio Collazo (Jayuya) Julián Chuí 1976 4 7/8 x 4 ½ x 5 ¾” 23. Gonzalo Domínguez (Jayuya) Ruiseñor de P.R. Talla de ave 1982 5” x 9 3/4” 24. Elpidio Collazo (Jayuya) Judío Talla de ave, 1977 15 1/2” x 15 1/2” x 10 1/2” 25. Elpidio Collazo (Jayuya) Aves de P.R. s. XX 12” x 16 1/2” x 13”
17
26. Ángel M Rosario (Ciales) Ruiseñor Talla de ave, s. XX 10 1/4” x 7 3/4” 27. Anónimo Casa de muñecas en madera 12” x 27 1/8” x 12” 28. Cortés, Carlos (Juana Díaz) Caballito de madera (balancín) c. 1999 28 1/2” x 34 2/16” x 10 1/2” 29. Carmen Jiménez (Barranquitas) Negra lactando bebé (Muñeca de trapo). 2003 21 ¼” x 6” 30. Iris De Jesús (Ponce) Muñeca de trapo negra, 2003 55” x 20” 31. Rodríguez, Reinaldo (Mayagüez) Máscara de coco 1997 36” x 43” x 16” 32. Rodríguez, Reinaldo (Mayagüez) Máscara de dos caras 1997 36” x 35” x 11”
30
33. Juan Alindato (Ponce) Máscara de vejigante. Ponce 32” x 16 ¼” x 10” 34. Miguel Caraballo (Ponce) Máscara de vejigante. Alce. Ponce c. 1986 19 ½” x 21 ½” x 14 ½” 35. Félix Vázquez (Ponce) Máscara de Vejigante. Ponce 13” x 18 ¼” x 9” 36. Vestimenta de caballero. (Hatillo) 37. Vestimenta de vejigante en tela de algodón, color verde y diseños de otros colores. 63”x 136”
38. Rodríguez, Reinaldo (Mayagüez) Máscara de coco,colores amarillo,negro,verde. 11 cuernos color blanco con puntas negras 31 1/2” x 43” x 21” 39. Vestimenta de vejigante en tela de algodón, color amarillo 60”x 136” 40. Raúl Ayala (Loiza) Máscara de 15 cuernos en colores verde y amarillo, boca roja y negra 41. Vestimenta de vejigante en tela de satín, colores violeta y crema con diseño floreado. Tiene además bordes con borlas verdes, cascabeles y capa. 60”x 54” 42. Felix A. Vazquez (Ponce) Máscara de 4 cuenos grandes y 4 pequeños, color azul con puntos de colores 24” x 20 1/2” x 13” 43. Vestimenta de vejigante en satín, color azul. 76”x 124” 44. Juan Alindato (Ponce) Máscara de 6 cuernos color verde con puntos de colores 24 1/2” x 15” x 11 1/2” 45. Vestimenta de vejigante color negro tela floreada de fondo violeta en algodón sintético. 56”x 58” 46. Raúl Ayala (Loiza) Máscara de coco 5 ¾” x 6 5/8” x 9 ½”/ 47. Vestimenta de vejigante color bronce en tela de camuflaje. 50”x 160”
33
48. Miguel Caraballo (Ponce) Máscara de alce, color mostaza, múltiples cuernos 27 1/4” x 31 1/2” x 17 1/4” 49. Vestimenta de vejigante en satín rojo con anaranjado. Tiene lentejuelas de colores en la pieza. 75”x 60” 50. Manuel Rodríguez Munet (Ponce) Máscara de vejigante 36” x 19” x 30”
51. Rodríguez Santana, Reinaldo (Mayagüez) Máscara cajón 29” x 18” x 10 ½” 52. Alberto González Negrón (Ponce) Máscara de Vejigante 22 1/2” x 22” x 32” 53. Keneth Meléndez (Ponce) Máscara de Rinoceronte 1998 24” x 25 ½” 54. Elo Molina (Canóvanas) Panderos 2003 16” diámetro 55. Ismael Ramos Panderos 1991 56. Rafael Trinidad (Manatí) Panderos (3) 16” diámetro 57. Jesús Cepeda (San Juan) Barril de bomba 23 1/2” x 15 1/2” 55
58. Iván Dávila Barril de bomba 24” x 15” 59. Iván Dávila Barril de bomba para niños 20 1/2” alto x 14” 60. Anónimo Guiro 17 x 11 ¾” 61. William Trinidad (San Juan) Guiro 1991 10” x 2” 62. Anónimo Guiro 2 1/4” x 7” x 3 1/4” 63. Anónimo Guiro en Higüera 14 1/2” x 3 1/4”
64. Anónimo Guiro en Higüera 12 1/4” x 3 1/2” 65. Antonio Palermo (Trujillo Alto) Maracas 1991 9” x 3 1/2” x 1/2” 66. Antonio Palermo (Trujillo Alto) Maracas 5 1/2” x 2 1/2” x 12 1/2” 67. Antonio Palermo Bigay (Trujillo Alto) Maracas 2000 16” alto, 11 1/4” diametro 68. David Villalobos (Ciales) Mesita de Centro 18” x 31 ¾” x 17 ¾” 69. David Villalobos (Ciales) Sofá 40” x 58 ¼” x 23 7/8” 70. David Villalobos (CIales) Mecedora 39 ½” x 22” x 22” 71. David Villalobos (Ciales) Butaca 39 ¾” x 22 ¼” x 22” 72. Cruz Ortiz, Jaime (San Juan) Bobitos de Puerto Rico y la flor del flamboyán 10 ¼” x 9” x 4 ¾” 73. Cruz Ortiz, Jaime (San Juan) Múcaros Comunes de Puerto Rico 10 ¾” x 12 ¼” x 4 ½” 74. Cruz Ortiz, Jaime (San Juan) Come Ñame 4 1/4” x 8 3/6” x 10 1/8” 75. Cruz Ortiz, Jaime (San Juan) Reina Mora de PR 11” x 9 1/4” x 4 3/4” 76. Jaime Ortiz Cruz (San Juan) San Pedrito de P.R. 4” x 8 ¾” x 10” 82
77. Ortiz Cruz, José (San Juan) Carpinteros de Puerto Rico 12” x 9 ½” 78. Cruz Ortiz, Jaime (San Juan) “Bien Te Veo” de Puerto Rico 5 ½” x 9 ¾” x 10 ½” 79. Cruz Ortiz, Jaime (San Juan) Reinita común 10 ¼” x 9 1/8”x 5 ¼” 80. Cruz Ortiz, Jaime (San Juan) Picaflor Dorado 12” x 10 ½” x 4”
83
81. Pascual Santiago (Ponce) Moisés (Cuna hecha de bejuco) 40 1/2” x 35 1/2” x 21 3/4” 82. López, Gladys Juego de cestería: Bandeja 2 3/4” x 9 1/2” 83. López, Gladys Juego de cestería: Bandeja redonda 1 7/8” x 19 3/4” x 13 1/2” 84. López, Gladys Juego de cestería: Bandeja ovalada 1 1/8” x 18 1/4” x 10” 85
85. López, Gladys Juego de cestería: Bandeja ovalada 1 1/4” x 21 1/2” x 11” 86. López, Gladys Juego de cestería: Ánfora grande 19 1/2” x 13” aprox. 87. López, Gladys Juego de cestería: Cesto de ropa 18” x 15 1/2” diám. 88. Encarnación Díaz (Las Piedras) Cesta pequeña 8” x 6 7/8” x 6 7/8”
82
89. Encarnación Díaz (Las Piedras) Cesta pequeña 8” x 7 1/4” x 7 1/4” 90. Encarnación Díaz (Las Piedras) Cesta pequeña 14 1/2” x 12” x 9 1/2”
91. Hamaca de maguey 161” x 80” 92. Hamaca en cordoncillo con franjas en colores verde, anaranjado, amarillo 12’ x 5’ aprox. 93. Torres, Fernando (Cidra) Alfombra de enea 72 1/2” x 48 1/2” 94. Nelly Rivera Carrusel. Cerámica. 14 ½” x 16” 95. Rivera, Nelly Escuelita rural de los años 30. Cerámica 5 1/8” x 7 1/8” x 11 1/8” 96. Nivea Pérez Reyes en juguetería 11” x 15” 97. Rivera, Nelly Parque de las palomas 7” x 5 ¼” x 10 ¼” 98. Rivera, Nelly Caja de muñecas. Cerámica 3 ¾” x 9 ½” x 11” 99. Luís Leal (Cuba) Lámpara de mesa c. 1970 - 80 11 ¼” x 10” diámetro
98
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