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Misiones Salesianas
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LOS PATIOS QUE SOÑÓ DON BOSCO SIGUEN LLENOS DE VIDA
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El patio salesiano que soñó Don Bosco es mucho más que un espacio al aire libre junto a las aulas para el esparcimiento del recreo. No se puede imaginar una escuela salesiana sin un patio ni se comprende la pedagogía educativa de Don Bosco sin este elemento, porque es la clave de la educación integral y donde niños, niñas y jóvenes se muestran espontáneos y soñadores. El deporte, la música, el teatro, el medio ambiente… son los patios salesianos hoy en más de 130 países, y la figura y el carisma de Don Bosco en medio de los menores continúan siendo los mejores ejemplos del significado originario y auténtico del patio.
Desde que el joven huérfano Bartolomé Garelli se convirtió en el primer alumno de Don Bosco el 8 de diciembre de 1841, millones de menores y de jóvenes han pasado por obras salesianas de todo el mundo a lo largo de más de siglo y medio de historia. Para la gran mayoría, el patio representa siempre uno de sus recuerdos más nítidos e importantes. En él Don Bosco tuvo los encuentros pedagógicos más relevantes, porque más que un lugar, el patio es una forma de estar. De hecho, cuando los misioneros salesianos proyectan una nueva obra educativa, lo primero que comprueban es si el espacio es suficientemente grande para albergar un gran patio, porque es tan importante como las aulas y la capilla.
Don Bosco escribió que “debe darse a los alumnos amplia libertad de saltar, correr y gritar a su gusto”, y él fue el mejor ejemplo del acompañamiento que necesitan los jóvenes, de la preocupación por sus inquietudes y de la familiaridad que hay que tener en el patio para que compartan sus inquietudes y problemas. “Deseo ver a mis muchachos corriendo y saltando alegremente, porque así estoy seguro de que las cosas marchan bien”, aseguraba.
Acompañamiento y desarrollo integral
El patio salesiano es el corazón de toda acción educativa, de los encuentros, de la distensión, de los juegos y también el momento en el que los menores y
jóvenes se muestran relajados, sociables y se cuidan entre ellos. Sin embargo, la pandemia ha tenido durante muchos meses los patios cerrados y las aulas vacías. Poco a poco han recuperado la vida y la esencia educativa en su gran variedad de ambientes, siempre con una labor de acompañamiento para el desarrollo integral de los niños, niñas y jóvenes de todo el mundo.
Por ejemplo, el patio representa un “oasis de paz” en medio de guerra de Siria; es un comedor improvisado para los niños y niñas en Venezuela ante la grave situación del país; es un ejemplo de solidaridad en Perú para cientos de migrantes que encuentran en ellos un lugar para dormir en su camino hacia una vida mejor. El patio es un espacio de paz para quienes huyen de guerra y encuentran en los campos de refugiados que atienden los misioneros salesianos lugares seguros y llenos de esperanza…
Hay patios en plena naturaleza, como los que existen en las comunidades indígenas de la Amazonía, donde los misioneros salesianos ayudan a preservar la cultura y las tradiciones, o convertidos en grandes proyectos medioambientes para enseñar a labrar la tierra a los jóvenes y a sus familias. Hay también patios que redimen a los menores en situación de calle, como en Angola, Benín, Costa de Marfil o Sierra Leona; otros con actividades circenses, como en Colombia; con grandes orquestas, como en Paraguay; o que son la cuna de grandes deportistas gracias a la enseñanza de valores y hábitos saludables a través del deporte…
En cada lugar donde hay misioneros salesianos y donde hay jóvenes, hay un patio, porque en las aulas los menores y los jóvenes aprenden y adquieren conocimientos, pero es en el patio donde se educan, sueñan y practican los valores con los que Don Bosco siempre buscó su desarrollo humano integral.
Por eso, el gran sueño de Don Bosco continúa vivo y miles de jóvenes, acompañados por los misioneros salesianos, se preparan cada día en los cinco continentes como “buenos cristianos y honrados ciudadanos” para tener un futuro lleno de oportunidades gracias a la educación y a los patios salesianos. ¡Feliz mes de Don Bosco y feliz patio salesiano!
Alberto López Herrero
El salesiano Jorge Crisafulli da juego con un balón de fútbol a los jóvenes reclusos en el patio de una cárcel de Sierra Leona.
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El “fenómeno” Maradona
La muerte de Maradona ocupó la atención de los medios sociales muchos días. Fue recibida con una mezcla de dolor y un llamativo reconocimiento a este excepcional futbolista. Se continuaba lo que en vida de Maradona resultó normal en tantos lugares del mundo, en especial, en Argentina. En los balcones de edificios oficiales del barrio de la Boca, en Buenos Aires, aparecía la figura de Maradona junto a la del papa Francisco, dos figuras emblemáticas de las que se sienten orgullosos.
De todo este reconocimiento universal se alejó la futbolista de un pequeño equipo de fútbol de España. Cuando las jugadoras de los dos equipos guardaban en pie un minuto de silencio por Maradona, una de ellas se sentó en el césped y volvió la espalda a la presidencia del estadio.
Aunque amenazada de forma grave, explicó que no quería rendir homenaje a una persona que, de forma habitual, había violado principios morales importantes y cuestiones básicas de la convivencia, que hacen que el ser humano viva con la dignidad merecida.
La figura de Maradona nos hace pensar en una situación social que puede ser preocupante. Por contraste, también nos recuerda a quienes, como los que trabajan en ambientes misioneros, no siempre reciben el reconocimiento que merecen. Son numerosas las personas con las que me encuentro en mi trabajo actual que hacen posible que la vida de otros no se convierta en una tragedia. Estas son bendecidas por Dios y reciben siempre el homenaje impagable de sentirse orgullosas de lo que hacen. Mi más sentida enhorabuena a cada una de ellas.
Eusebio Muñoz Ruiz, sdb
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