Boletín Salesiano, diciembre de 2021

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vivir desde dentro

Navidad de andar por casa En estas semanas de Adviento y Navidad, entre tantas y tantas tareas propias de estas fechas, no olvidemos rezar por nuestros seres queridos al Niño Jesús que nace.

E

ntre los grandes retos que se nos presentan en este mes de diciembre, ocupa una posición destacada el reto de vivir la Navidad desde la fe y desde la convicción serena y alegre de que sólo Jesús es el protagonista, centro y sentido de todo este tiempo. Navidad puede ser un tiempo de agobio de preparativos y actividades, pero también un tiempo de oración sencilla y acogedora ante Jesús. Y estoy convencido de que en este mes vamos a encontrar tiempo más que suficiente para rezar, aunque no lo creamos. Todo es cuestión de organizarse y de aprovechar las tareas típicas navideñas. Podemos rezar mientras compramos los regalos. Al fin y al cabo, cuando vas a comprar un regalo ya estás pensando en un ser querido. Por eso, basta que, mientras estás eligiendo el detalle en la tienda, antes de pasar por caja o en la fila de espera, le cuentes a Jesús lo mucho que quieres a esa persona, aquello que necesita y lo que ella supone en tu vida. Lo mismo podemos hacer en la cocina o preparando el menú de las cenas y comidas familiares. Rezar por quienes están invitados a la mesa de mi casa es una manera de que, cuando estén sentados ya en casa, los escuchemos con cariño, los contemplemos tal y como

Dios los contempla. Quizás con esta actitud aceptemos mejor aquello que no nos gusta de los demás y la cena pueda ser realmente un momento de familia y encuentro cariñoso.

El acto de rezar Habrá quienes vuelvan a casa por Navidad o acudan invitados a casa de un familiar o alguien cercano. No está de más acordarse en el trayecto de aquellos que nos han invitado y rezar a Dios dando gracias por ellos y por el esfuerzo de preparar su casa para acogernos. Y así, con estos breves momentos de oración, Jesús irá siendo el verdadero centro e hilo conductor de nuestra Navidad. Un hilo invisible que nos recuerda que todo puede servir para estar cada día más unidos a Dios, para estar cada día más unidos a nuestros seres queridos. Porque al fin y al cabo Navidad es eso, la decisión libre y arriesgada de un Dios que decidió unirse a cada ser humano enviando un regalo: su Hijo; formando una familia invitada a la mesa de su Palabra y su pan; y transformando el mundo en su hogar. Todo esto es lo que viviremos y celebraremos en la eucaristía del 25 de diciembre. La eucaristía del día de Navidad. ¡Si aceptamos el reto! Abel Domínguez, sdb

Boletín Salesiano diciembre 2021 • 29


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