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Jóvenes vidas vocacionadas IRENE Y PEDRO, UNA VOCACIÓN AL MATRIMONIO CRISTIANO
El matrimonio de Irene y Pedro lo ponen en manos de Dios. Un camino de vida con sus momentos buenos y malos, pero que afrontan juntos, basándolo en la entrega mutua y en el amor profundo.
Irene y Pedro, una vocación al matrimonio cristiano
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Irene nació en Alcalá de Guadaira el 28 de febrero de 1986. Hizo la educación primaria y secundaria en el colegio salesiano de su localidad natal. Al concluir este período, fue matriculada en Salesianos Utrera para realizar el bachillerato. Posteriormente, hizo el grado de magisterio, y en 2008 comenzó a trabajar como profesora en el colegio donde había estudiado el bachiller. Desde pequeña, participó en los grupos de fe, encuentros de Pascua, campamentos de verano, enamorándose del carisma y del estilo educativo de Don Bosco. Actualmente, además de su trabajo como docente, presta el servicio de coordinadora de pastoral de la casa.
Pedro nació en Utrera el 4 de abril de 1983. Estudió en el colegio salesiano de su pueblo, y tras concluir el bachillerato, hizo la licenciatura en historia y el grado en magisterio por educación especial, en Sevilla. Desde 2013 trabaja como educador en el internado de su colegio. Desde niño participó en los grupos de fe, en el oratorio festivo y en las diversas actividades del centro juvenil. Actualmente anima un grupo de fe de preadolescentes con el que comparte camino y vida.
Todo por amor
La historia vocacional de este singular matrimonio surgió en el momento en que Irene comenzó a trabajar como profesora en Utrera. Ya se conocían de antes, pero a partir de aquí, la relación se formalizó. Irene lo recuerda así: “Durante un periodo de discernimiento y maduración, en el que nos conocimos mutuamente, nos respetamos y aceptamos, decidimos casarnos un 25 de abril de 2015, en la capilla del colegio salesiano de Alcalá de Guadaira, ante la llamada de Dios, al que, sin duda, le dijimos sí”. Ambos afirman que “el matrimonio nos ha aportado confianza, respeto, ayuda, felicidad... dos vidas que se unen para luchar en los momentos difíciles, apoyarse mutuamente, disfrutar juntos... siguiendo los pasos que Dios nos ha ido marcando”. Hay una frase de San Pablo en la Primera Carta a los Corintios que resume muy bien lo que significa para ellos esta vocación: “Todo lo que hagáis, hacedlo por amor” (1Cor. 13, 13). Se sienten felices con la opción hecha; y desde hace 5 años, su felicidad se ha visto incrementada, ya que han sido bendecidos por Dios con el nacimiento de su hija Carmen.
Su trabajo diario les facilita estar en contacto directo con los jóvenes. Cuando se les pregunta por cómo los perciben, su respuesta es: “Pensamos que los jóvenes nos necesitan; necesitan personas que los escuchen, que se interesen por ellos, que conozcan sus inquietudes, que se les dedique tiempo... No les ha tocado una sociedad fácil. A veces, se les ve perdidos, desubicados... pero con deseos de encontrar caminos vocacionales”.
Jorge Juan Reyes, sdb