Novena de Navidad 2024

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“Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo.

Dios el Señor le dará el trono de su padre David. Su reinado no tendrá fin”. Lucas 1:32-33

PRESENTACIÓN

En este tiempo de Navidad, Jesús renueva su compromiso de nacer nuevamente en nuestro corazón, y sólo nos pide, como a María y José, acoger su luz para vivir como hijos del Padre celestial, contribuyendo en la construcción de una experiencia de fraternidad para nuestra querida patria Colombia, cuya responsabilidad es tarea de todos.

Cercanos a la celebración del Nacimiento del Niño Dios, no podemos olvidar que el pesebre siempre será un paradigma que habla al corazón de las personas de buena voluntad. Reafirma el amor familiar y cómo esta se construye desde la fe, cimentando una sociedad fraterna, justa e inclusiva que protege la vida y conserva los valores que nos humanizan. El pesebre es, además, un signo de vida, de respeto, humildad y esperanza.

De esta manera, en espíritu de paz y alegría, el Boletín Salesiano presenta la Novena de Navidad 2024, con reflexiones basadas en la Palabra de Dios, las cuales han sido elaboradas por miembros de la Familia Salesiana, a quiénes agradecemos su disponibilidad y acogida a esta propuesta.

El Boletín Salesiano de Colombia les desea una bendecida Navidad, para que todos podamos mirar nuestra historia con profunda esperanza y, en espíritu de fraternidad, solidaridad y amor, hagamos vida el legado de Jesús en nuestro corazón.

Navidad!

Consejo editorial del Boletín Salesiano de Colombia.

METODOLOGÍA PARA ORAR

LA NOVENA DE NAVIDAD

Se recomienda seguir los siguientes pasos para cada día de la Novena:

1. Villancico.

2. Ambientación: se recomienda disponer previamente del lugar donde se realizará la novena, favoreciendo un clima comunitario de confianza. Es importante también preparar con anticipación algún signo que ayude a la reflexión de cada día.

3. Oración para todos los días.

4. Lectura de la Palabra de Dios.

5. Consideración.

6. Gozos.

7. Oraciones a la Virgen María, a San José y al Niño Jesús.

8. Compromiso.

9. Villancicos.

ORACIONES DE LA NOVENA DE NAVIDAD

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él, te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo (tres veces).

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas de mi alma y de la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento de tu adorable Hijo. ¡Oh dulcísima madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le agradaste tú, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Oración del Dios te salve María (tres veces).

ORACIÓN A SAN JOSÉ

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego por el amor que le tuviste al Divino Ñiño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre.

ORACIÓN AL NIÑO JESÚS

Acuérdate ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia, y nada te será negado". Llenos de confianza en Ti ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! Venimos a exponerte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos, por los méritos infinitos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia, de la cual necesitamos tanto. (Breve silencio).

Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que, en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo (tres veces).

GOZOS

Dulce Jesús mío, mi niño adorado ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!

¡Oh, Adonai potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte brazo!

¡Oh, raíz sagrada de José que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo!

¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!

¡Oh, lumbre de oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas, tu esplendor veamos! Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios.

¡Espejo sin mancha, santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano!

¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño, da al mísero amparo!

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas, con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven, hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡luce, hermosa estrella! ¡brota, flor del campo!

¡Ven, que ya María, previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercanos! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario!

¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!

¡Ve ante mis ojos, de ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto!

¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, ¡ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

DÍA PRIMERO

16 de diciembre

“LA SALVACIÓN ESTÁ CERCA”

¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, Salvador y humilde. Viene montado en un asno, en un pollino, cría de asna.

Zacarías 9:9

CONSIDERACIÓN

La paz debe ser construida y salvaguardada en cada sociedad; ésta es una clara manifestación del Reino de Dios que avanza, generando alegría para quienes lo reciben, aumentando la humildad y la capacidad de servicio para quienes lo promueven.

El Rey anunciado en Zacarías 9, 9 es la personificación de la justicia, virtud que reconoce la majestad divina de cada ser humano y, por ello, es capaz de venir hacia la hija de Sión para proponer un nuevo estado de

vida. Es decir, se refiere hacia cada persona que espera con ansias la venida del Salvador. Este Rey no hace alarde de las parafernalias propias de los poderosos; viene usando el lenguaje y los medios propios de la gente común, por eso es capaz de entender sus necesidades, y el resultado es que imparte justicia. En esta dinámica de relación íntima, se utiliza la figura de la complementariedad entre hombre y mujer, exaltando el carácter trascendente que da plenitud a la existencia de la raza humana. Esta situación se amplía al plano colectivo, desde donde también se experimenta la seguridad, la confianza, la certeza de no estar perdidos, sino a salvo, ¡ser salvados!

Así pues, la Salvación no se da como consecuencia de un juicio implacable, sino que es un acto de amor, de un Dios simple que llega nosotros, nos busca y nos ofrece misericordiosamente, desde nuestra propia capacidad de comprender la realidad, un nuevo estado donde la paz es la garantía de que es Él quien nos protege y nos acompaña en una relación personal, la cual, a su vez, nos lanza actuar de la misma manera con nuestro prójimo.

P. Rafael Bejarano Rivera, SDB.

Referente mundial para las obras y servicios sociales. Sector de la Pastoral Juvenil Salesiana.

DÍA SEGUNDO

17 de diciembre

“DIOS

NOS ENVÍA LA FUERZA DEL AMOR”

“Pero, cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos”.

Gálatas 4:4-5

CONSIDERACIÓN

Con alegría y esperanza, estamos viviendo este tiempo de Navidad para recibir el gran regalo que Dios le ha dado al mundo: su Hijo Jesucristo.

Dios envió a su Hijo por amor a nosotros, y como hijos de Dios por adopción, somos herederos de las riquezas de Dios.

Dios envió a su Hijo para llenarnos de su paz y alegría.

Dios envió a su hijo para abrazarnos en los momentos de gozo e incertidumbre.

Dios envió a su Hijo, nacido de una Mujer, para iluminar nuestra vida con la presencia de María, Madre y Maestra.

Dios envió a su Hijo, porque espera de nosotros que le abramos nuestro corazón, que lo acojamos en nuestra casa, que lo veamos en los más tristes, en los que no tienen un hogar, en los que confían en el amor y la misericordia de Dios.

Dios envió a su Hijo, porque confía en cada uno de nosotros, sabe que asumiremos los sentimientos de Jesús y seremos personas fraternas que brindan amor y solidaridad.

Ya llegó la hora, ya se cumplió el plazo de recibir a Jesús, encarnado por amor a Dios y para alegrar el mundo entero. ¡Santa Navidad!

Sor Edith Franco, FMA. Provincial, Nuestra Señora de Chiquinquirá CBC.

DÍA TERCERO

18 de diciembre

“SOLIDARIDAD

Y COMPROMISO”

“Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra”.

Flp 2:9-10

CONSIDERACIÓN

Nos acercamos a un texto conocido como el himno cristológico de la Epístola a los Filipenses que, comprende una unidad más amplia contenida desde los versículos: 5-11 e introducida por la exhortación a “tener entre nosotros los mismos sentimientos de Cristo”; es decir, a asumir su experiencia de amor sin ninguna pretensión o interés que no sea el amor, la entrega de sí mismo, sin esperar nada a cambio: un amor de ágape, un amor gratuito que requiere un vaciamiento o salida de sí mismo para encarnarse en la fragilidad humana, para vivir solidariamente con los excluidos que sufren y los pobres que saben esperar en Dios, en su amor que no sabe hacer otra cosa sino darse sin límites. Jesús es el Dios dándose. “Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra” (vv.9-10). La exaltación no es suya, sino del Padre; es la consecuencia de su vida totalmente entregada por otros.

Estos sentimientos de Cristo son los que estamos llamados a encarnar en nosotros como Familia Salesiana; sentimientos que crean solidaridad y compromiso, particularmente con los niños y jóvenes de las presencias confiadas a nuestro acompañamiento, a fin de hacer patente la fuerza de Dios en medio de la debilidad humana. Fuerza que brota del amor fraterno, capaz de descentrarse para darse sin condición ni medida, como Cristo, capaz de superar el egoísmo y autoreferencialidad como nos invita reiteradamente el Papa Francisco.

Seamos constructores y constructoras de auténtica fraternidad, despojándonos de todo rango y condición, siguiendo el ejemplo de Cristo y testimoniando la pedagogía del amor, fundamentada en el típico espíritu de familia que nos caracteriza en la Iglesia y en la sociedad.

Hna. Sara Güezguán Patiño, HHSSCC. Consejera General para la Pastoral.

DÍA CUARTO

19 de diciembre

“CONSTRUCTORES DE FRATERNIDAD”

“No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David. Lucas 1:30-32

CONSIDERACIÓN

El Dios que se ha encarnado en Jesucristo se caracteriza por los gestos de bondad que fortalecen la confianza del ser humano; son los gestos de un Padre bueno que conquista el corazón de sus hijos y los fortalece para que, sintiéndose profundamente amados, se comprometan con el testimonio de la fraternidad. Es la tarea de Jesucristo y de todos los demás hijos: “ser constructores de fraternidad”.

Es cierto, solo la fraternidad salva al mundo. Es el misterio que contemplamos y celebramos durante estos días. Somos hijos de un mismo Padre que nos ama a todos por igual y en quien reconociéndonos hijos podemos actuar como hermanos y llevar a plenitud nuestra condición humana, llamados a la comunión que nos permitirá entrar en la comunión con Dios mismo.

La comunión como fruto de la fraternidad, encuentra su sentido en Jesús, el Hijo Primogénito en quien debemos inspirarnos, el que nunca rompió la comunión con Dios, en quien reconocemos que la fraternidad se convierte en el verdadero modo de amar a Dios y de ejercer la solidaridad acogiendo a los demás, especialmente a los más necesitados y pobres como aquellos a quienes debemos sostener y amar en nombre de Dios mismo, rompiendo los muros creados por la rivalidad, la violencia y el egoísmo.

Como María, confiemos en las palabras del ángel, no tengamos miedo y asumamos los planes de Dios en nuestras vidas. Su mejor plan es el de hacernos partícipes de la fraternidad instaurada en Cristo. Dediquémonos a hacer posible la sanación del mundo herido en la fraternidad, reconozcámonos hijos de un mismo Padre, compartiendo la misma suerte del Primogénito.

Qué la memoria del amor del Padre que nos hermana renueve en esta Navidad nuestra fe y despierte nuestro amor.

P. John Jairo Gómez Rúa, SDB. Provincial, Inspectoría San Pedro Claver COB.

DÍA QUINTO

20 de diciembre

“UN PACTO DE AMOR”

“Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Enmanuel» (que significa «Dios con nosotros»).

Mateo 1: 22-23

CONSIDERACIÓN

Quisiera invitar en este día a centrar nuestra reflexión en dos puntos: Lo primero es que Jesús viene al mundo a cumplir lo dicho por Dios. Sus palabras no son simples promesas, es una alianza, un pacto de amor que se hace vida, se hace carne y humanidad; todo por amor.

La Palabra de Dios es Jesús mismo, un Dios que se hace frágil porque toma nuestra condición. Podrimos decir que Dios se concibe humano, ¡un verdadero milagro¡, pero también es fuerte, porque nos muestra una forma de vivir y actuar diferente. Sus palabras y acciones se hacen uno, y su vida es ejemplo de servicio y disposición a los otros. Sus actos hablan de cercanía, de unirnos como familia y vivir como hermanos.

Lo segundo es que debemos detenernos es la frase de Enmanuel, «Dios con nosotros». Cuando Dios nos regala a Jesús, su alianza se vuelve eternidad; no nace solo para una noche de Belén. Él ya caminaba con su pueblo y aún hoy lo sigue haciendo. Jesús realiza el significado de su propio nombre, nunca abandona a sus hermanos, y su paso por la cruz, la muerte y la resurrección son pruebas de que nuestro Dios no huye de ningún dolor ni sufrimiento. Su deseo es caminar a nuestro lado; su pretensión es la verdadera vida también para la humanidad.

Reconozcamos que nuestras realidades complicadas, nuestras tristezas y soledades, así como nuestras situaciones adversas, son vividas por Jesús mismo. Estos momentos son realidades de fe, donde la muerte es vencida por la vida y la oscuridad se va llenado de luz. La victoria de Cristo es para nosotros esperanza; es la certeza de que este camino no lo recorremos solos. Dios viene en nuestra ayuda, para que se cumpla su palabra: “Tened confianza, yo he venido al mundo” (Juan 16,33).

Sor Karen Gamarra, FMA. Coordinadora de Pastoral Colegio María Auxiliadora CMA.

DÍA SEXTO

21 de diciembre

“REVESTIDOS POR LA LUZ DE SU ENTREGA”

“El Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, gloria que corresponde al hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad”

(Jn 1,14)

CONSIDERACIÓN

Estos días de preparación inmediata al gran acontecimiento de la Navidad, que pronto celebraremos, nos permiten ahondar en el misterio del amor infinito de Dios, quien en su comunión de amor, como “Comunidad Trinitaria”, llegada la plenitud de los tiempos, viene a habitar nuestra Casa Común para vivir en medio de los seres humanos y demás creaturas que la habitan, haciéndose Él mismo, en su Hijo Jesucristo y por el Poder del Espíritu Santo, un ser humano para ayudarnos a comprender la grandeza de nuestra condición y de nuestra realidad de creaturas sometidas a las diversas pruebas que esta implica, incluida, la más dura de todas, la enfermedad y la muerte, que a través de su venida, asume su máximo significado, la igual que todas las demás realidades que como hombres y mujeres debemos vivir.

Como lo expresó bellamente el Concilio Vaticano II en el segundo y último párrafo del numeral 22 de su Constitución Dogmática: Gaudium et Spes (Gozo y Esperanza), el misterio de la grandeza del Ser humano, se esclarece plenamente a la luz de la encarnación del Hijo de Dios:

“El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado (…) Este es el gran misterio del hombre que la Revelación cristiana esclarece a los fieles. Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta oscuridad.”

Sentimientos de profundo gozo, gratitud, esperanza, estupor y adoración surgen en nosotros al acercarnos a tan sublime misterio de amor, que nos pone en contacto con la grandeza de nuestra naturaleza humana, asumida por el amor redentor de Dios que nos revela la grandeza de toda creatura y nos enseña a ponernos de rodillas, los unos frente a los otros, para servirnos y ayudarnos recíprocamente con respeto y humidad, como Él lo ha hecho, esforzándonos por superar las huellas del egoísmo que el mal, fruto de nuestro mal uso de la libertad, ha dejado en nosotros.

Sor Celmira Serna, FMA.

Provincial, María Auxiliadora CMA. DÍA

SÉPTIMO

22 de diciembre

“SU REINADO SERÁ PARA SIEMPRE”

“Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David, y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre.

Su reinado no tendrá fin.”

Lucas 1,32-33

CONSIDERACIÓN

Este texto que acompaña la novena en el día de hoy corresponde al diálogo del ángel Gabriel con la Virgen María. El ángel describe algunos de los rasgos característicos del Niño que está por nacer: un gran hombre, Hijo del Altísimo, que reinará sobre el pueblo y cuyo reinado no tendrá fin. Lo que está expresando el ángel sobre Jesús es algo muy grandioso; lo primero que podemos apreciar es a un Dios hecho hombre, solidario con nuestra condición humana, es grande porque es el Hijo de Dios, tiene su misma esencia y nadie está por encima de Él, “porque en Él existe todo, todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen” (Col1,18).

En esta novena preparamos la llegada de la Navidad, la celebración del nacimiento del rey, a quien su Padre le dará su trono. En el pesebre, el

trono del Hijo de Dios es su humildad, su pobreza, su solidaridad para hacerse un pequeño Niño. Al iniciar su vida pública, este humilde rey invita a la conversión: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos ha llegado.» Esta es la misión del Salvador, hacer actual el reino de su Padre, Jesús es ese Reino: es la perla preciosa, el tesoro escondido, la buena semilla. Para la familia Salesiana, el reino de Dios es la vivencia de los valores que heredamos de nuestros fundadores y que nos llevan a construir fraternidad, reconociéndonos hermanos.

Que nuestras palabras y acciones muestren los gestos fraternos del Reino de Dios.

Sor Cecilia Camacho, FMA. Provincial, Nuestra Señora de las Nieves CBN.

DÍA OCTAVO

23 de diciembre “SAN JOSÉ TESTIGO FIEL”

“La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Mt 1,18-25

CONSIDERACIÓN

San José es el testigo fiel del amor de Dios, quien supo por experiencia cómo la fuerza del Espíritu Santo penetra y purifica el corazón humano, haciéndolo más libre, más humano, más disponible a la voluntad de Dios.

Es testigo del amor misericordioso porque se dejó sorprender por Dios, se abandonó confiadamente a su plan, y acompañó a María y a Jesús con profunda cercanía, ternura entrañable y entrega incondicional de su vida en aquellos años de Nazareth.

Es testigo del amor misericordioso porque, en su camino de padre y esposo, pasó por inseguridades, dudas, temores, miedos. Compartió esperanzas, frustraciones, gozos y penas, pero siempre se dejó iluminar por la luz del Espíritu que lo fortaleció.

Es testigo del amor misericordioso porque san José es el amigo que acompaña a quienes, iluminados por la Palabra, se sienten llamados a descubrir en las personas y en los acontecimientos de cada día los signos de la presencia de Dios.

Que San José ayude a todos los padres de familia y a todos los hombres a ser ejemplo de amor y misericordia ante todas las situaciones de la vida, con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad total a Dios.

Pbro. Fabio Abraham Díaz Vergara, SDB.

Delegado para la Pastoral y las Comunicaciones COM.

DÍA NOVENO

24 de diciembre

“TAMBIÉN NOSOTROS QUEREMOS ADORARLO”

“Al ver la estrella, se llenaron de alegría. Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra”.

Mateo 2, 10-11

CONSIDERACIÓN

El evangelista Mateo nos ofrece, en este día de la novena, un escenario de fraternidad a través de la experiencia de los sabios que visitaron a

Jesús, en el que sobresalen tres aspectos: la visión del signo mesiánico esperado, la postración ante la presencia divina y el significado de los dones ofrecidos.

Al ver la estrella, estos hombres de tierras lejanas se llenan de alegría y esperanza. Ella es el anuncio del cumplimiento de una promesa, es la guía que los conduce hacia el Salvador del mundo. A nosotros nos recuerda que Dios ilumina y guía cuando estamos dispuestos a buscarlo con un corazón sincero.

Cuando los sabios llegan al establo y ven al niño con su madre, no sólo lo observan con admiración, sino que se postran en adoración, gesto que revela humildad y entrega total. Ellos, a pesar de su conocimiento y posición, reconocen la grandeza y divinidad de aquel que tienen frente a ellos. Este acto de adoración nos invita a acercarnos con humildad y agradecimiento y contemplar a Dios hecho hombre.

Finalmente, al abrir sus cofres y ofrecer oro, incienso y mirra, los sabios entregan lo mejor de sí mismos. Estos regalos, además de tener un valor material, representan cada uno un aspecto de la identidad y misión de Jesús: el oro simboliza su realeza, el incienso es señal de su divinidad y la mirra expresa el anticipo de su sufrimiento y sacrificio.

Pidamos al Señor en esta Navidad que nuestra "estrella" sea el amor fraterno, que nuestra adoración se exprese en el respeto mutuo, y nuestros regalos sean actos de bondad y comprensión hacia quienes nos rodean.

P. José Ariel Guerrero Castro, SDB. Provincial, Inspectoría San Luis Beltrán COM.

ORACIÓN DE NAVIDAD

Gracias Padre, que nos amaste tanto que nos diste a tu Hijo.

Señor, te damos gracias.

Gracias Jesús por haberte hecho niño para salvarnos.

Señor, te damos gracias.

Gracias Jesús, por haber traído al mundo el amor de Dios.

Señor, te damos gracias.

Señor Jesús, Tú veniste a decirnos que Dios nos ama y que nosotros debemos amar a los demás, Señor, te damos gracias.

Señor Jesús, Tú veniste a decirnos que da más alegría el dar que el recibir, Señor, te damos gracias.

Señor Jesús, Tú veniste a decirnos que lo que hacemos a los demás te lo hacemos a Ti.

Señor, te damos gracias.

Gracias María, por haber aceptado ser la Madre de Jesús. María, te damos gracias.

Gracias San José, por cuidar de Jesús y María. San José, te damos gracias.

Gracias Padre por esta Noche de Paz, Noche de Amor, que Tú nos has dado al darnos a tu Hijo. Amén.

“Al ver la estrella, se llenaron de alegría. Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron”.

Mateo 2:10-11

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