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Acompañar a las juventudes al modo de María
Se cuestionaba hace un buen tiempo sobre cuál es la mejor forma de acompañar a las juventudes de hoy, y encontró en María un modo de hacerlo que lo involucra.
Luis Gómez acompaña a jóvenes de diversos ámbitos salesianos desde su rol de animación en el equipo inspectorial de la Pastoral Juvenil, el MJS y en su trabajo en Talleres Don Bosco y cada día es para él una nueva oportunidad de poner en práctica lo que descubrió al profundizar en la vivencia de la espiritualidad mariana y en su estudio.
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Para Luis, acompañar al estilo de María supone “darle lugar al otro, ceder, dejar ser, dejar crecer” así como contemplar, “leer la historia del otro” y “entregarse al encuentro con lo que cada uno trae, tal cual uno es”. Pero hay mucho más para aprender sobre María y su forma de acompañar y en esta entrevista este joven salesiano comparte lo que va cocreando con otros.
En un trabajo final que realizaste para el curso de Salesianidad abordaste el tema “El acompañamiento de jóvenes teniendo como modelo a María”, ¿por qué elegiste esa temática?
En estos últimos años he venido viviendo una espiritualidad mariana, en la que fui creciendo poco a poco. En ella fui descubriendo a María de diferentes modos. Además he intentado comprender cuál es la mejor forma de acompañar a los jóvenes. En estas búsquedas, logré identificar que en una realidad que hoy habla de jóvenes únicos, con sus particularidades, singularidades, que esperan de nosotros una mirada atenta y comprensiva, no hay mejor modelo de atención y comprensión que María, quien supo demostrarnos de diferentes formas este modo de amar a los demás.
¿Cuáles son esos hitos de la vida de María que definen su forma de acompañar que lograste detectar? Creo que uno de los hitos más grandes en su vida es el “Sí” que da comienzo a todo. Entiendo que acom pañar, implica dar ese “Sí”, como lo dio María, capaz de renunciar a los planes de uno, a nuestras comodidades y seguridades para ir a lo desconocido, a lo que el otro trae y quiere o necesite compartir. Se trata de embarcarse a una nueva vida. En el “Sí” de nuestra madre podemos leer un gesto sencillo en el que Ella se disminuye para que su hijo crezca. De eso se trata acompañar, darle lugar al otro, ceder, dejar ser, dejar crecer. Se trata de contemplar, de poder leer la historia del otro, de entregarse al encuentro con lo que cada uno trae, tal cual uno es. Otro acontecimiento en la vida de María que creo que me invita a acompañar a su modo, son las bodas de Caná, en las que María se dejó interpelar por la búsqueda del bien del otro y así dialoga con su hijo para interceder ante la necesidad de que ya no había vino y se acabaría tristemente la fiesta. Necesitamos ser capaces de ver como María la necesidad emergente en el joven, para poder acompañarlo y hacerle sentir que no está́ solo, que hay una vida abundante que lo habita y es posible entregarla a los demás. Para esto, considero un pilar fundamental la confianza, la cual le permitirá́ sentirse escuchado, apoyado y amado. Por otro lado, el encuentro de María con su prima Isabel, me impulsa a salir al encuentro de las juventudes de hoy, sin miedos, sin demoras. Con la convicción de que vale la pena, de que no es por casualidad. Salir, significa también ir hacia lo nuevo, conocer y dejarse sorprender. La realidad del otro nos interpela y nos llama a dar una pronta respuesta. El salir sin demora de María no solo describe la rapidez del movimiento, sino también la prontitud y el entusiasmo. Se trata de ir al encuentro con un corazón movido por el Espíritu, dispuesto a darlo todo, sin importar el tiempo. María es ejemplo de autenticidad. Al contemplar el misterio del nacimiento de su hijo abraza, es cercana, acompaña desde lo que ella es, con su humildad y sencillez. No hay mejor modo de acompañar que siendo uno mismo. La autenticidad es clave para esto… para encontrarse con el otro se necesita de una entrega sincera.
¿Cómo es la forma de acompañar de María?
María es capaz de abrir su corazón al anuncio del ángel, y decir sí, de confiar y darle lugar a su hijo, de guardar y meditar en su corazón lo que escucha y lo que acontece, de partir sin demora estando atenta a la necesidad del otro, de dar vida nueva. Me gusta tomar de ella esa actitud de escucha respetuosa y compasiva, su cercanía, la apertura al diálogo, la paciencia, la confianza y la acogida. Jesús ha venido a nosotros de la manera más perfecta. No tomó otro camino para llegar a nosotros, y nosotros con Él a Dios, que no sea a través de María. Por eso creo que el modo de acompañar que vive María es el que nos revela la forma más certera de involucrarnos en la vida de los jóvenes.
¿Quién es María para vos? María es madre y maestra, quien me invita a vivir su amor desde una mirada de confianza. Siento que me cuida y me enseña a ser más humano. No me deja solo.
¿A qué te invita María a vos en tus vínculos con los jóvenes del MJS, en Talleres Don Bosco y en los diferentes espacios que dinamizás?
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María me invita a involucrarme en la realidad de ellos. Esto es hacerles experimentar la importancia que tiene su vida para mí, es generar una experiencia de comunión que despierte las ganas de ir creciendo juntos. Me invita también a ser auténtico. Como decía, para acompañar y ser acompañados debemos ser autenticos, poner en juego lo que realmente somos e ir sin miedo a dejarnos conocer por el otro. Me veo invitado a ir paso a paso, contemplar, conocer, comprender, respetar, esperar y confiar
La experiencia de ADMA Jóvenes ¿de qué manera te marcó en tu forma de vivir la fe?
La experiencia que viví en ADMA Jóvenes estos años fue de crecimiento y maduración de la espiritualidad mariana en lo cotidiano, invitándome a vivir la fe con los demás de un modo diferente. Lo que me hace estar atento y contemplativo al otro, saliendo al encuentro de los demás desde lo más genuino.
¿Cuál es la esencia de esta experiencia de ADMA Jóvenes? ¿Cuáles son esas semillas de esta experiencia que podrían “plantarse”, reproducirse en cualquier lugar?
La esencia es salir al encuentro de la vida sin demora, para ir contagiando el amor a María Auxiliadora que nos enseñó Don Bosco. Se trata de una espiritualidad Mariana que se vive en lo cotidiano, que nos hace estar con una mirada atenta, decir sí, compartir la vida, escuchar.
Rector Mayor Don Ángel Fernández Artime sdb