HERÁLDICA ESPAÑOLA: NOBLEZA Y ARMAS ¿Tener escudo es ser noble? Aún en el Reino de Navarra y en la provincia de Guipúzcoa es muy discutible que el poseer Escudo de Armas signifique prueba nobiliaria, pues con ella no se alcanzaba sentencia alguna de Nobleza ante los Tribunales de Justicia. A nadie que no fuese noble en dichas regiones se le permitía el uso de Armas, pero para ser Noble es evidente que no era preciso poseer Armas. Una de las maneras de provocar el pleito de Nobleza en Guipúzcoa consistía en poner Armas en la casa-solar, pero iniciado éste era necesario demostrar la Nobleza de la varonía y no el derecho de llevar este o el otro escudo. Esa es precisamente la razón que nos guía para poner muy en duda la posesión de Armas, aun en las mismas Navarra y Guipúzcoa, como prueba irrefutable de Nobleza. Ahora analicemos los expedientes de Nobleza procedentes de Navarra y de Guipúzcoa que se conservan en la Sala de los Hijosdalgo de la Real Chancillería de Valladolid, principalmente en pleitos promovidos durante el siglo XIX, sólo que tenemos mejor estudiado. En ninguno de ellos, que se acercan a los cuatro centenares, se alega que las armas usadas por el litigante sean prueba de Nobleza, sino que éstas se refieren al ejercicio de sus cargos y a las diferentes inmunidades de que gozaban los vascos. Los navarros -en el caso que nos ocupa- concretamente aportan los privilegios de sus valles, pero no el escudo que usan sus naturales como prueba de Nobleza, y de hacerlo lo hacen como complemento. Por último, es preciso estimar que en los millares de pleitos que se conservan en la Real Chancillería de Valladolid no figura, salvo contadísimas excepciones, la prueba de Armas. En Castilla ha carecido siempre de valor alguno, y buena demostración de ello es que ni siquiera se la menciona o se describe el escudo en los reconocimientos que se efectúan de "vista de ojos" en los lugares de origen del litigante. La realidad de las casas blasonadas, de las lápidas con escudos, es evidente en los pueblos del Reino de Castilla, y sin embargo, no se aducen o citan en casi ninguno de los millares de pleitos que se custodian en el primer Archivo nobiliario del mundo. Y es evidente que la mayoría absoluta de los hidalgos no usaban ni tenían escudo de armas.