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AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
Los manglares son ecosistemas costeros importantes a nivel mundial, ya que generan múltiples bienes y servicios ambientales aprovechados por las poblaciones humanas. Además, brindan numerosos impactos positivos en los procesos naturales del entorno y de otros ecosistemas, beneficiando de manera directa e indirecta a la flora y fauna terrestre y acuática. Los manglares se desarrollan en la zona costera de países tropicales y subtropicales, en áreas donde se mezcla el agua de mar y el agua epicontinental de ríos, lagunas y subterránea. Las especies de flora y fauna que en ellos habitan presentan adaptaciones fisiológicas y estructurales especiales para desarrollarse en condiciones de salinidad, y en áreas constantemente inundadas y expuestas al efecto de mareas y vientos. Estas condiciones generan un frágil equilibrio que puede ser alterado por perturbaciones naturales o antropogénicas, como los huracanes y los cambios de uso de suelo.
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Los ecosistemas de manglar cubren aproximadamente 135,882 km2 distribuidos en más de 123 países (GMW, 2021; Bunting et al., 2018). Estos ecosistemas representan menos del 1% de los bosques tropicales del mundo, y menos del 0.4% de todos los bosques (Spalding, Kainuma, & Collins, 2010). Según estudios de la Organización Internacional de las Maderas Tropicales (ITTO), los manglares a nivel mundial se encuentran amenazados, dado que se estima que su superficie ha disminuido alrededor del 20% desde 1980. Así, al menos un 25% de los manglares presentan un nivel de degradación entre moderado y severo, debido a un manejo deficiente de estos recursos y a una creciente demanda del uso de zonas costeras para el desarrollo urbano, la acuacultura y agricultura (ITTO, 2017)(Goldberg et al., 2020).
Los ecosistemas de manglar son catalogados como recursos ecológicos y económicos invaluables que ofrecen protección contra la erosión de las costas. También son sitios de acumulación de nutrientes, carbono y contaminantes, y son fuente de materiales para la construcción (uso maderable). Los manglares son uno de los ecosistemas más productivos del planeta por la gran cantidad de CO2 que capturan de la atmósfera y fijan en biomasa, el carbono orgánico autóctono (producido en el manglar) y alóctono (importado de otros ecosistemas) que almacenan en sus suelos, y el carbono que exportan hacia las zonas estuarinas y marinas aledañas (Sánchez-Páez, 2004).
Los manglares son el hábitat de una gran cantidad de especies de peces, crustáceos y moluscos, los cuales en muchos casos son la base de alimentación de las comunidades y pueblos que habitan en el manglar (ej. camarones, jaibas, cangrejos, curil y casco de burro). Los ecosistemas de manglar alojan una gran riqueza y diversidad de mamíferos y reptiles, donde se produce una relación estrecha y frágil entre la vida terrestre y acuática. También son zonas de descanso y anidación para especies de aves que realizan largas migraciones. Además, en los manglares se colectan plantas medicinales de gran valor y utilidad para las poblaciones locales, como es el cedro macho (Carapa guianensis), del cual se extrae el aceite de “swa”. Los canales de los manglares también son un medio de transporte y de comunicación para las comunidades, que usan canoas y lanchas para movilizar personas y productos sin alterar ni contaminar el entorno (WRM, 2014). Un mayor entendimiento de la dinámica natural y la influencia antropogénica en los ecosistemas de manglar requiere de información precisa, actualizada y de carácter científico, respaldada por la colecta de datos, procesamiento, análisis y reporte sobre el estado actual de estos ecosistemas. Esta información es fundamental para diseñar estrategias y tomar decisiones informadas sobre el manejo, conservación y aprovechamiento de los manglares.
No obstante, la investigación en ecosistemas de manglar es escasa en la mayor parte de los países, y Honduras no es la excepción. En Honduras se cuenta con poca información documentada a nivel nacional sobre el estado actual de los manglares, ya que los estudios han sido aislados o enfocados a áreas o regiones específicas. Varios de estos estudios han sido desarrollados por proyectos de corto plazo y por instituciones con fines educativos. Existen varias metodologías para el estudio de las variables estructurales de los ecosistemas de manglar (ej. alturas, diámetros, áreas basales, biomasa). Estas variables pueden ser evaluadas mediante métodos directos en campo o de manera indirecta a través del análisis de imágenes o productos satelitales. El mejor de los escenarios es una combinación de ambas metodologías.
Honduras cuenta con el Mapa Forestal y Cobertura de la Tierra de Honduras 2014, elaborado mediante el uso de imágenes satelitales y herramientas de Sistemas de Información Geográfica (SIG). Los resultados de este producto muestran una superficie de la cobertura forestal de 5,384,424.88 ha, representando un 48% de la superficie total de país. De la totalidad de cobertura forestal, los ecosistemas de manglar cubren 51,970.84 ha, representado el 1.0% de la cobertura forestal de Honduras (ICF, 2014).
También Honduras cuenta con el Inventario Nacional Forestal (INF), diseñado y establecido para evaluar el estado de los recursos forestales y áreas fuera de bosque, mediante la medición de variables asociadas a criterios e indicadores orientados a la ordenación forestal sostenible (FAO, ICF, 2017).
Esta obra tiene el objetivo de dar a conocer el estado actual de los ecosistemas