Ciudad de la Habana
Castillo de los Tres Reyes del Morro
El Castillo de los Tres Santos Reyes Magos del Morro es uno de los símbolos de La Ciudad de la Habana, trazado por el ingeniero Juan Bautista Antonelli y su sobrino Cristóbal de Roda. La elevación topográfica del Morro, favorecía la vigilancia y la defensa, y en 1563 el rey Felipe II ordenaba su fortificación, como perfecta atalaya sobre el mar. Hacia 1607 estaba prácticamente terminado, cerradas sus bóvedas y concluida una plataforma cerca del nivel del mar para el emplazamiento de cañones: la batería de Los Doce Apóstoles, en el litoral del puerto.en 1585. La traza de la fortaleza del Morro es un polígono irregular que se ajusta rigurosamente a la forma del risco en que se levanta, lo que favorecía su carácter defensivo. Es inaccesible por más de 60 pies de alto por muchas partes y todo es de roca áspera. El Morro se proyecta en el mar en ángulo
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agudo, teniendo allí un medio baluarte sobre el cual se eleva una torre con faro, desde aquí en una profundidad de 150 metros, se van escalonando y abriendo las sucesivas cortinas hasta alcanzar el lado posterior en que se comunica con la tierra, donde está protegido por dos poderosos baluartes y un profundo foso. La torre original de 10 metros de altura fue sustituida en 1844-1845 por la altura, de 5 metros de diámetro y 30 de altura. Su construcción comenzó al unísono que la del Castillo de San Salvador de la Punta, custodiando con celo ambos, la entrada de la bahía, ante el asecho continuo de corsarios y piratas, que en diversas ocasiones asolaron la población. Desde 1538 comienzan a reconocerse las ventajas de esta peña para la vigilancia y resguardo de la población. Debido a dificultades económicas y contradicciones entre los
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gobernadores de la Isla y Antonelli, la construcción del castillo se prolongó hasta bien entrado el siglo XVII. Durante el gobierno de Don Pedro Valdés entre (16001607) se cerraron las bóvedas y se concluyó la plataforma que se había venido construyendo, en la cual se colocaron 12 cañones. Sin embargo se cree que las obras complementarias alojamiento de las tropas, almacenes de municiones, aljibes, se terminaron de construir hacia 1610. El castillo del Morro tiene una planta en polígono irregular, con dos baluartes (el de Tejeda frente al mar y el de Austria por tierra) y un profundo foso hacia tierra. Firmemente arraigado en la topografía del terreno, la escarpa muestra la transición entre la roca y el muro levantado por la mano del hombre. Quizás, la vista más impresionante sea desde el mar, con las inaccesibles escarpas plegadas que hicieron desistir a muchos atacantes potenciales. Por un pintoresco puentecito levadizo se entra al camino de gato cubierto, recostado contra la cortina, que conduce a la explanada donde coincide con la gran rampa exterior preparada para la subida del armamento, justo frente a la puerta de entrada blindada. En la toma de La Habana por los ingleses, - defendido heroicamente por el comandante Luis de Velasco - el castillo sufrió serios daños durante el asedio de más de
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cuarenta días, especialmente en su torre bombardeada y en el baluarte de Tejeda dinamitado. A partir de 1763 -recuperada la ciudad-, el Morro fue objeto de reconstrucciones y ampliaciones, bajo la dirección de los ingenieros militares Silvestre Abarca y Agustín Crame. La intervención constructiva más importante se realizó en la plaza de armas, donde se demolieron las construcciones existentes y se levantaron nuevos pabellones en dos niveles, para alojamiento del alcaide y la tropa. Resueltos en un compacto bloque de galerías abovedadas, quedó a su alrededor una generosa circulación, que lo separa de la entrada y el cuerpo de guardia, las rampas, la surtida a la plataforma de La Estrella, la cisterna, el adarve general y las casamatas. La reconstrucción añadió dos baluartes (el de Tejeda y el de Austria); un profundo foso; camino cubierto, aljibes, cuarteles, calabozos y almacenes, asimilando las características irregulares del terreno donde se construyó. En su nivel inferior y por la parte que da a la bahía, se situaron las baterías Doce Apóstoles y La Pastora. Sus espacios interiores poseían un sistema dinámico de interconexión entre sí, que se completaron con diferentes vías de acceso y
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de comunicación adecuadas. El elemento distintivo del Morro es su torre-faro, levantada sobre un medio baluarte que se adelanta sobre el mar en la boca de la bahía. El faro ha tenido transformaciones en el tiempo, de acuerdo con la técnica del alumbrado. Su actual fisonomía data de 1844, cuando se le dio el nombre de O’Donnell, en honor del entonces Capitán General Leopoldo O’Donnell. La farola del Morro, como la llaman los habaneros, el espléndido castillo y la roca que le sirve de asiento batido por las olas, visto desde el malecón, es la vista emblemática de La Habana. También se encuentra en el castillo el semáforo del puerto, actualmente en desuso y limitado a funciones protocolares, que gobernaba el tránsito de las embarcaciones por medio de banderas, de acuerdo con el código internacional náutico y que se conserva por
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tradición histórica. El recorrido del castillo del Morro, es uno de los más atractivos de la ciudad, para nacionales y extranjeros. En la costa -al este del Morro, terminado su glacis-, se conservan cinco polvorines de macizo aspecto, cercanos al lugar que ocupara la batería de Velasco del siglo XIX (1855). Su torre comenzó a utilizarse como faro desde 1764. En 1844 la vieja torre fue demolida para levantar otra, que es la que llega a nuestros días, que se electrificó en 1945.
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FUE TE: Los Antonelli, los arquitectos de Gatteo U ESCO Recopilaci贸n y edici贸n Luis Brito septiembre 2012
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