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Una palabra fraterna a nuestros hermanos evangélicos

P. Sergio Checchi

Había una vez una casita. En ella vivían papá, mamá y dos niños. El mayorcito era más juicioso, dedicado a sus tareas; el pequeño era un tanto envidioso y molestón; a menudo se peleaban. Una tarde la mamá les dijo: “Niños, dejen de pelear; ayúdenme; vamos a llevar alguna ropita y unos juguetes a la familia de Pedrito, que son muy pobres”. Los niños dejaron de pelear, ayudaron a mamá a recoger juguetes, ropa y galletas, y felices se fueron con ella.

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En Guatemala el hermanito mala misma Palabra de Dios contenida yor somos los católicos, porque en la Biblia; se guían por los mismos nacimos hace dos mil años, el mandamientos de Dios; y esperan día de Pentecostés; el hermanito alcanzar un día la resurrección y la menor son nuestros hermanos evanvida eterna, igual que nosotros. gélicos, porque nacieron hace sólo mo Bautismo que nosotros; aceptan quinientos años, con fray Martín Es una pena que hayan dejado la Lutero. Eucaristía y otros sacramentos; es una pena que no correspondan al Yo sé que a los evangélicos no les amor materno de la Madre de Jesús. agrada que los llamemos ‘hermanos’; ¡Paciencia! Es una pena que se peleen y ellos a nosotros católicos no nos con nosotros, como aquellos dos consideran ‘hermanos’. Pero, aunque hermanitos, diciéndonos que adorano les guste, sí son nuestros hermamos imágenes y que nos pasamos de nos, porque comparten con nosotros copas. En el fondo saben que no es las grandes riquezas de familia: creen, así (o, al menos, que no es la Iglesia la como nosotros, en un Dios-Trinidad; que nos enseña esas feas conductas). creen que Jesús es verdadero Hijo de Entonces, dejemos de pelear y, como Dios; creen que Jesús murió y resucitó aquellos dos hermanitos, hagámosle para salvarnos, y que nos envió el don caso a mamá. En este caso la mamá del Espíritu Santo; ellos reciben el mises el Evangelio, que nos dice: “Tenía hambre, tenía frío, estaba enfermo, no tenía casa,…” (Mt 25).

Queridos católicos y queridos evangélicos, dejemos de pelear entre nosotros, dejemos de mirarnos mal; y salgamos juntos a trabajar. Dejemos los problemas teológicos a los teólogos; y nosotros, los de la base, dediquémonos juntos a hacer el bien a la “familia de Pedrito”, es decir, a esta pobre humanidad. En el país hay corrupción, extorsiones, violencia; en la sociedad hay enfermedades, desnutrición, pobreza, desempleo; en las familias hay adulterios, pleitos, divorcios, ancianos solos, niños expuestos al acoso; hay personas adictas a la bebida, a la pornografía, a las drogas. Hay mucha necesidad de que el Evangelio penetre en la sociedad, en las familias, en el corazón de las personas. Ayudemos juntos a sanear esos ambientes.

Al escriba que le preguntaba: “Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?”, Jesús no le hizo un sermón sobre la salvación; le contó aquello del buen samaritano y concluyó: “Haz esto y vivirás” (Lc 10, 25).

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