Aventuras en
BOSQUE MÁGICO
LILY, LA LIBÉLULA BRILLANTE Esta es la historia de Lily, una libélula a la que le gustaba mucho cantar, pues tenía una preciosa voz. Cantar era lo que más le gustaba hacer en la vida, por eso, cuando lo hacía su luz interior brillaba más que nunca. Pero Lily, cantaba únicamente cuando estaba sola, porque era tímida y sentía vergüenza de hacerlo frente a los demás. Un día, estaba feliz entonando una alegre melodía creyendo que nadie la escuchaba. Sin embargo, alguien sí lo hacía. Mateo, el búho, la escuchaba atento escondido detrás de las ramas de un arbusto. —Pero, ¡qué fantástica y maravillosa voz estoy escuchando! Y qué linda melodía… ¡Mi querida Lily, eres una cantante excepcional! —¿A usted le parece? —¡Por supuesto! Si te fijas bien, todo Bosque Mágico se siente feliz cuando cantas. Tienes un don y cuando lo compartes con los demás, los corazones se alegran y esa alegría viaja muy lejos, hasta más allá de los límites de Bosque Mágico —le expresó Mateo cariñosamente—, ¿lo puedes notar? —Sí —dijo ella—. Es verdaderamente hermoso. Muchas gracias, señor búho. A los pocos días, todos en Bosque Mágico estaban muy tristes porque unos hombres habían cortado los árboles más antiguos. Mateo, el búho, recordó que cuando Lily cantaba la alegría regresaba. Le preguntó a Lily si podía cantar frente a todos: —Pero… es que… me da vergüenza que todos miren cuando canto… —le confesó. Mateo se lo pidió por favor, e insistió tanto que Lily aceptó sonrojada y comenzó a cantar. Así, Bosque Mágico nuevamente volvió a brillar como antes. Lily, la libélula, comprendió que haciendo lo que más le gustaba también podía alegrar a los demás.
ELVIS, EL MONO TRAVIESO Elvis era un mono muy travieso, le gustaba mucho hacer bromas a sus amigos. Con su larga cola se colgaba de los árboles de Bosque Mágico para salir a hacer monerías. Un día, columpiándose de rama en rama, llegó hasta donde estaba Max, el lobito: —¡Buenas tardes, Max! ¿Quieres jugar conmigo a las escondidas? —¡Buenas tardes, Elvis! Sí, me encanta ese juego —respondió. —¡Genial! Tú te escondes y yo te busco —dijo Elvis, cubriéndose los ojos. Entonces Max corrió a esconderse dentro del tronco de un viejo árbol caído. Pero Elvis, el monito travieso, se fue silenciosamente para dejarlo solo. Max lo esperó, lo esperó y lo esperó… hasta que se dio cuenta de que Elvis no lo estaba buscando, y de la tristeza se puso a llorar. El monito, riendo, ya se había subido a otro árbol, y de rama en rama llegó donde estaba Lucy, la ardilla, muy ocupada recogiendo nueces. La saludó y le preguntó: —¡Hola, Lucy! ¿Quieres jugar conmigo a las escondidas? —¡Hola! Ahora no puedo, debo recoger más nueces y guardarlas para el invierno. —Ah… —dijo Elvis— ¡Yo sé dónde hay muchas más nueces! Si cruzas el Río Torrentoso y tomas el camino principal llegarás. Allí hay un gran nogal con muchas nueces deliciosas. —¡Gracias! —dijo Lucy— ¡Podré compartirlas con mis amigas!—. Y muy contenta se fue siguiendo las falsas indicaciones del monito Elvis. Y mientras se reía de Lucy, la ardilla, el travieso Elvis se subió a otro árbol, y de rama en rama llegó hasta un lugar muy apartado donde no había nadie más. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que no sabía por dónde regresar… Se había perdido. Se asustó y comenzó a llorar. Entonces, llegaron Max, el lobito, y Lucy, la ardilla, que lo habían escuchado. —No deberíamos ayudarte porque has sido muy travieso con nosotros —dijo Lucy—, pero no queremos verte así, tan triste y solo. —Si continúas haciendo tantas travesuras, muy solito te puedes quedar —agregó Max. Y así, Elvis, el monito travieso, les aseguró que ya no haría más travesuras y que de ahora en adelante, solo los invitaría a jugar y a comer ricos pasteles de bananas, ¡qué mejor!
CAT, EL GATO NO TAN FEROZ Una tarde calurosa de verano, Cat caminaba por un sendero que llevaba a la Laguna Encantada en Bosque Mágico. De pronto, se fijó en la gran sombra que producía su pequeño cuerpo. Se sorprendió y, sintiéndose grande, levantó las patitas delanteras y comenzó a gruñir: —¡Grrrrrrr! ¡Cuidado! Soy Cat, el gato más feroz de Bosque Mágico. Siguió avanzando y jugando a asustar a los demás animales que veía, hasta que se encontró con un pequeño pájaro con alas de color arcoíris que comía gusanitos en la mitad del camino. Cat puso la voz ronca y le dijo jugando: —¡Cuidado, pequeño!, que aquí vengo yo, el gato más feroz de Bosque Mágico… ¡y te voy a comeeer! El pequeño pajarito lo vio venir y asustado abrió sus alas para volar lejos de Cat. —¡Jajajajaja! —reía y reía Cat— ¡Se lo creyó! ¡Jajajajaja… qué buen asustador soy! Continuó su camino jugando y asustando a otros animalitos hasta que llegó a la orilla de la Laguna. Allí se agachó, miró su reflejo en el agua y gruñó diciendo. —¡Grrrrrrr…! Cuidado, yo soy Cat, el gato más feroz de Bosque Mágico. De pronto, escuchó un gran rugido que venía desde atrás de él. Se asustó mucho, perdió el equilibrio y ¡¡CATAPLUM!! …Cayó de cabeza al agua. ¡Pobre Cat! Quedó todo mojado y lo peor es que a los gatos no les gusta nada el agua. Entonces, se dio cuenta de que el rugido lo había hecho Cindy, una gran y peluda osa parda que lo había asustado para hacerle una broma. —¡Hola! —lo saludó— Soy Cindy, la osa más tierna y bromista de todo Bosque Mágico, ¿cómo te va?
Y de esta forma Cat comprendió que no había que molestar a los otros animales y les prometió que nunca más lo volvería a hacer.
FREDDY, EL CABALLERO VALIENTE Freddy era un sapito que tenía un gran vozarrón, todos reconocían su imponente croar. Y, además, tenía un gran sueño: —¡CROAC, CROAC! —decía— ¡Algún día seré un Caballero de la Orden del Rey! Al oír esto, sus vecinos de la Laguna Encantada se reían y le decían que eso era imposible, que jamás sucedería. Y él se ponía triste, pero seguía creyendo en alcanzar su sueño. Una mañana, cuando Freddy tomaba el sol sentado en su flor de loto, se acercó un ratoncito muy preocupado. —¿Qué te pasa, pequeño? —le preguntó Freddy. —Ocurre que todas las noches llega a nuestra madriguera el gigantesco Oso Marrón y nos dice que nos vayamos, que todo ese lugar es suyo —respondió el acongojado ratoncito. Freddy le dijo: —Oh, no… eso no está bien. ¡Ustedes son tan pequeños y él debe ser gigante! Pero, no te preocupes, inventaré un plan para ayudarles. Durante todo ese día, Freddy leyó libros acerca de estrategias, consultó a animales sabios sobre qué podía hacer y hasta hizo ejercicios para estar más fuerte. Y creó un plan. Al anochecer, se acercó a la casa de los ratoncitos, se escondió en la copa de un árbol y esperó. Cuando vio venir al Oso Marrón, tomó aire y con su poderosa voz exclamó: —¡SOY EL GUARDIÁN DE ESTE LUGAR Y PROTEGERÉ VALIENTEMENTE A TODOS LOS QUE VIVEN AQUÍ! El viento sopló con fuerza y los árboles movieron sus ramas. Entonces, Freddy y los ratoncitos lanzaron muchas nueces y avellanas al Oso Marrón, quien al ver todo lo que sucedía, se asustó mucho y se marchó corriendo del lugar. —¡Lo logramos! —gritaron todos felices— ¡Gracias al valiente Freddy! El Rey de los Ratones lo nombró Caballero de la Orden Real y le entregó una reluciente medalla por su gran valor.
PALABRAS MÁGICAS A Cat le encantaba jugar a perseguir a las ardillitas que vivían en los árboles en Bosque Mágico, se subía escondido y las acorralaba haciéndolas correr. Luego se reía hasta que le dolía la panza de las divertidas caras que ponían las pequeñas. Pero un día, mientras perseguía a una ardilla por una larga rama de un árbol muy alto, miró hacia abajo y sintió un escalofrío… ¡es que estaba tan arriba!, ¡tan lejos del suelo! Se mareó un poco y no se atrevió a seguir avanzado… Se quedó muy quieto, como una estatua, y con sus garras afiladas se aferró con todas sus fuerzas a la rama. Necesitaba que alguien lo ayudara a bajar, pero, ¿quién? Estaba solo… y entonces comenzó a gritar, primero despacito: —Ayuda… Ayuda… Luego subió un poco la voz: —¡Ayudaaa! Y como nadie venía, gritó a todo pulmón: —¡AYUDAAA…! Pero nadie llegó. Después de un largo rato y ya casi sin voz de tanto gritar, recordó las palabras mágicas que Amy le había enseñado y dijo: —Ayuda… por favor… ¡Ayuda, por favor! Entonces, se produjo un mágico silencio en el Bosque y Cat escuchó una voz cariñosa que le dijo: —Soy el Alto Árbol en el que estás afirmado. Confía en mí, te ayudaré a bajar. Cat sintió en su corazón que todo estaría bien, y soltó sus garritas. El Alto Árbol movió suavemente su rama hacia abajo hasta llegar al suelo, y Cat pudo bajar. —¡Qué bien se siente pisar el pasto! —exclamó Cat con alegría. Y luego recordó las otras palabras mágicas que podía decir: —¡Muchas gracias, señor Árbol! Le estaré siempre agradecido, ¡miau, miau!
Pedir por favor y dar las gracias son palabras mágicas que todos podemos fácilmente recordar.
AMY Y EL LOBITO PERDIDO En un cálido y soleado día de primavera en Bosque Mágico, Amy, Cat y Tim pasaban la tarde sentados debajo de un árbol conversando con una familia de tiernas ardillas, cuando de pronto, detrás de una roca, apareció la gran Loba Gris. Tim y Cat se asustaron y corrieron rápidamente para huir del lugar, pero Amy, que ama a todos los animales, se quedó quieta. Se acercó despacito a la Loba Gris y le preguntó: —¿Qué te pasa, Loba Gris? La Loba Gris le respondió: —¡Auuu! ¿Sabes, querida? Estoy muy preocupada… He estado buscando a mi pequeño hijo desde hace mucho rato. Se llama Max, el lobito… Espero encontrarlo pronto. Amy le preguntó: —¿Quieres que mis amigos y yo te ayudemos a encontrarlo? La Loba Gris asintió con los ojos emocionados; entonces Amy llamó a Tim y Cat, que miraban escondidos desde detrás de un arbusto, y juntos comenzaron la búsqueda. Buscaron en el Río Mágico, en la Laguna Encantada y en el camino a las Montañas Lejanas. Hasta que por fin, cerca del Castillo, encontraron al lobito perdido, quien cuando vio a su mamá, la Loba Gris, corrió hacia ella muy contento a darle un gran abrazo. —¡Auuuu! ¡Mamá… mi mamá! —Muchísimas gracias, queridos niños —dijo la Loba Gris, dirigiéndose a ellos—. Son mis héroes. —De nada, lo hicimos con mucho cariño —respondió Amy, mientras el pequeño cachorro les sonreía feliz.
De esta forma, Tim y Cat comprendieron que siempre podemos escuchar a los demás con el corazón y sin miedo, tal como Amy escuchó a la gran Loba Gris.
LA CASA DE AGATHA ARAÑA En una de las colinas más bellas de Bosque Mágico se encontraba el Anciano Ciervo comiendo pasto. Muy a gusto disfrutaba de su cena: —Mmm… ¡Este pasto es verdaderamente delicioso! —exclamó. De pronto, sintió que algo caminaba por su gran cornamenta. —Hola, ¿quién eres? —preguntó el Anciano Ciervo. —Soy Agatha, la araña. Encontré estas ramas y voy a tejer mi nido en ellas. —Estas no son ramas, pequeña arañita, es mi cornamenta y la uso para proteger a mis nietos del peligro. Te sugiero que busques otro lugar para hacer tu casita, porque este lugar no es seguro para ti. —A mí me parece que son ramas —dijo Agatha, sin escuchar al Anciano Ciervo, y comenzó a tejer su casa sobre sus cuernos. Días más tarde, el cielo se cubrió de nubes y comenzó una gran tormenta. El Anciano Ciervo cubrió con su cuerpo a sus nietos del viento y la lluvia, cuando sorpresivamente un rayo cayó sobre un árbol cercano y, justo antes de que se derrumbara sobre ellos, el Ciervo tomó el pesado tronco con su cornamenta y lo desvió hacia otro lado, lejos de donde estaban los pequeños cervatillos. Lamentablemente, la casa de Agatha, la araña, quedó completamente destruida por el gran golpe. Ella, muy triste, tuvo que irse y buscar un nuevo lugar para vivir, y esta vez sí se fijaría en que fuera más seguro.
Así, de esta forma, Agatha comprendió que es bueno escuchar los consejos de los mayores.
BUENOS AMIGOS
Un bello día de otoño, cuando el viento sopla y bota las hojas de los árboles, Kate salió de paseo por Bosque Mágico con su buen amigo Diego, el zorrito, quien llevaba a la pequeña ardilla Lucy en su lomo. Caminaron todo el día y recorrieron muchos lugares muy bellos. Al llegar la tarde, cansados de tanto andar, decidieron regresar a casa para descansar cómodos. Cuando llegaron, Kate se fue a dormir a su cama, mientras que Lucy y Diego se recostaron frente a la puerta principal de la casa. El zorrito, que estaba muy cansado, le preguntó a su amiga: —¿Me traerías algo de comida desde la cocina, por favor? Yo estoy muy cansado de tanto caminar. Lucy le respondió: —¿Por qué no esperas que despierte Kate y te dé un plato de comida? Yo también estoy cansada. Diego no le contestó, solo la miró con tristeza, bostezó y cerró los ojos, quedándose profundamente dormido. De pronto, por la ventana apareció una serpiente que saltó sobre la ardillita, quien muy asustada gritó: —¡¡Sálvame, Diego!! El zorrito despertó de un brinco y le gritó a la serpiente que se largara porque su amiga no estaba sola. Sissy, la serpiente, que era astuta, se fue zigzagueando rapidísimo para que no la alcanzara. —Muchas gracias, Diego, eres un gran amigo... Yo no te quise ayudar y, sin embargo, tú sí lo hiciste —dijo Lucy. —Para eso estamos los amigos —le explicó el zorrito, que cansado como estaba, se volvió a dormir.
Y así, Lucy, la ardillita, pudo comprender que los amigos se ayudan y se cuidan siempre.
TIM ENCUENTRA UN TESORO Un luminoso día de verano, Tim y Amy jugaban a las escondidas en Bosque Mágico. —Un, dos, tres... —comenzó a contar Tim. Amy corrió a esconderse tras un viejo roble, y justo allí encontró una misteriosa caverna. —Ven, Tim… ¡Mira lo que encontré! —Oh… Un lugar súper secreto. ¿Qué habrá adentro? ¡Entremos a investigar! Entraron con mucho cuidado, afirmándose de la pared de roca, pues apenas podían ver. —Veo que algo brilla allá en el fondo —dijo Tim. Se acercaron lentamente y encontraron una gran piedra que brillaba como las estrellas. Comenzaron a tocar su superficie y Amy se dio cuenta de qué estaba hecha: —¡Son pepitas de oro, Tim! —exclamó emocionada. —Sí, ¡es un tesoro de verdad! Me llevaré muchas —dijo Tim, y comenzó rápidamente a sacar pepitas de la roca y a guardárselas en los bolsillos. De pronto, sintieron un ronco ruido subterráneo y un leve temblor. —Tim… es mejor que nos vayamos, estas pepitas de oro no son nuestras, son de la caverna — dijo Amy. —No te preocupes, solo sacaré unas pocas más —respondió Tim sin mirarla. Pero, repentinamente, tembló más fuerte y comenzaron a rodar piedras por las paredes de la caverna y una grieta se abrió en la parte de arriba. —¡Por favor, Tim, escúchame, tenemos que irnos ahora! Entonces Tim reaccionó, tomó a Amy de la mano y corrieron a toda velocidad para salir. —Lo siento, Amy —dijo Tim cuando ya estaban afuera. —Ya estamos bien —respondió ella—. ¿Sabes? Yo creo que tendríamos que haberle preguntado a la caverna si quería compartir con nosotros sus pepitas de oro. —Tienes razón, Amy —dijo Tim—. Además, se me cayeron todas las que había sacado, pero ya no quiero volver, porque el tesoro más grande que tengo es tu amistad.
TRABAJO EN EQUIPO Sucedió una vez que, en un frío día de invierno, Tim y sus amigos Mateo, el búho, y Diego, el zorrito, decidieron salir a explorar y descubrir los más lejanos lugares de Bosque Mágico. Caminaron varias horas, curiosos por conocer qué había más allá de las Montañas Lejanas. Sin darse cuenta, atardeció y rápidamente se hizo de noche. —Oh… —dijo Tim— Ya está oscuro y se pondrá más frío, debemos volver. —Es cierto, claro que sí —dijo Diego—, pero… ¿por dónde?, ¿cuál es el camino que debemos tomar? Y se dieron cuenta de que no sabían cómo regresar. Asustados, se culpaban entre todos por no haber terminado el paseo antes de que oscureciera. Cuando dejaron de discutir, Tim se acordó de algo, apuntó al cielo y dijo: —¡Miren al cielo! Esas estrellas forman una constelación llamada Cruz del Sur. Estoy seguro de que debemos ir en esa dirección, pero por ahí hay dos caminos y no sé cuál de los dos es el que debemos tomar... Diego, el zorrito, dijo: —El camino a casa es el de la derecha, ya que puedo reconocer el olor de las flores que vimos allí cuando caminamos hacia acá, pero no veo muy bien de noche como para seguirlo y no quiero que nos perdamos más. Entonces Mateo, el búho, habló: —¡Uhuuu…! Yo puedo ver muy bien en la oscuridad, síganme amigos… ¡Uhuuu! Juntos lo lograremos.
Y de este modo, cada uno aportando con lo mejor de sí mismos, lograron regresar sanos y salvos a sus hogares.
Aventuras en
BOSQUE MÁGICO LILY, LA LIBÉLULA BRILLANTE ELVIS, EL MONO TRAVIESO CAT, EL GATO NO TAN FEROZ FREDDY, EL CABALLERO VALIENTE PALABRAS MÁGICAS AMY Y EL LOBITO PERDIDO LA CASA DE AGATHA ARAÑA BUENOS AMIGOS TIM ENCUENTRA UN TESORO TRABAJO EN EQUIPO
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