La rebelión de la nada

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Rebeliรณn de la Nada

o los ideรณlogos de la subversiรณn cultural



La

Rebelión de la Nada

o los ideólogos de la subversión cultural

•Herbert Marcuse •Wilhelm Reich •Frantz Fanon •Andre Gunder Frank •José Ingenieros •Paulo Freire •Teilhard de Chardin •Che Guevara

Enrique Díaz Araujo

Asociación Pro Cultura Occidental, A. C. Guadalajara, Jalisco, México.


Primera edición 1983, Editorial Cruz y Fierro Editores-Argentina

Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra por cualesquier medios, ya sea mecánico o digitalizado u otro medio de almacenamiento de información, sin la autorización previa por escrito del editor.

Impreso en México. Printed in Mexico.

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Índice A modo de prólogo ........................................................... 9 Herbert Marcuse: esa “M”. . . ........................................ 15 Wilhelm Reich: sexo y revolución ............................... 43 Frantz Fanon: el fóbico de la violencia revolucionaria ........................................... 109 André Gunder Frank: la esquizofrenia es una vieja dependencia ......................................... 129 El fumista: el otro Ingenieros ..................................... 149 Paulo Freire: el seudólogo de la pedagogía dialéctica .................................................. 181 Paralelo entre paranoicos: Las Casas y Teilhard .... 255 El Che Guevara: mito y realidad ............................... 289



A la memoria de mi madre quien me transmitiรณ, con su ejemplo, la recomendaciรณn paulina de insistir en el buen combate de la Verdad contra los falsos profetas, con oportunidad o sin ella (2 Tim., IV, 2-4).



A modo de prólogo Ya no se puede hablar, como hace unas décadas atrás, de “decadencia de Occidente” o de “crisis de nuestra civilización”; porque hoy la cultura occidental está en las catacumbas. Los grupos dominantes en los países que alguna vez pertenecieron a la Cristiandad o que recibieron su influjo vivificador son al presente abierta o encubiertamente antioccidentales. Occidente está en liquidación, y la masa de sus liquidadores se integra con la concurrencia de fuerzas ideológicas de distinto signo pero similar intención. La “cultura” economicista de la burguesía tecnocrática con su jerga mundialista y su soporte multinacional ocupa uno de los primeros planos en el desvastado escenario. A su lado florecen sectas irracionalistas que buscan develar los misterios del universo con las técnicas gnósticas del teosofismo oriental y la “cultura” periodística de la ciencia ficción. En el frente y golpeando brutalmente a sus puertas está la “cultura” soviética, monolíticamente organizada por los legítimos herederos de Gengis Khan. Y en el seno mismo de las instituciones occidentales que antes trasmitían y creaban su cultura aparece insta-


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lada la “Revolución Cultural”, negación global y sistemática de aquella tradición civilizadora. Estos son los signos de los tiempos que corren. Un tiempo indigente, catastrófico y perverso que como no tiene nada real que ofertar en reemplazo de lo que ataca se complace en llenar la mente de las desvalidas masas occidentales con utopías absurdas y con odios negadores. Es la Rebelión de la Nada. Todas sus potestades y dominaciones son tan estériles e impotentes para crear y construir algo nuevo que sirva al hombre que hasta sus “críticas” tienen que envolverlas con las viejas palabras que acuñara nuestra derrotada civilización. Palabras equívocas y engañadoras a las que se les ha hecho perder todo su significado. Orgullo de nuestra civilización fue el concepto del libre albedrío. La decadencia de la libertad es hoy tan enorme, que esa voz sólo suena en los altoparlantes mundiales con dos sentidos que le son contradictorios. Uno de ellos es el de “liberación”, que usan las termites de la “Revolución Cultural” para arremeter contra los resabios de la dignidad humana. El otro es “derechos humanos”, que emplean sus socios liquidadores cuando desean proteger a las susodichas termites de la justa sanción de los hombres amenazados. Los hombres que son y se sienten libres, sobre todo en su fuero interno que es el que más importa, jamás ya emplean esas voces, porque saben bien que son simples consignas liquidadoras de la libertad. Por un lado, “liberación” de la vida por la acción de la metralleta; por el otro, el “big stick for human rights”. Una tenaza instrumentada para extirpar los muñones de libertad occidental. Mas, como mientras hay vida hay esperanza –y para los cristianos hay esperanza contra toda esperanza te-


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rrenal– nosotros nos unimos al coro de los resistentes de la catacumba; y alzamos nuestra débil voz por la vilipendiada cultura occidental. En ese sentido emplearemos estas cuartillas en protestar contra los “bonzos” de la nueva izquierda, los grandes maestres de la Rebelión de la Nada, los favoritos de los medios de comunicación de masas. Para desalienarnos (de nuestra condición humana) ellos recomiendan la “desmitificación” (de todos los valores en que se asienta nuestra vida). Les responderemos desmitificándolos a ellos y a sus mitos. Recordando en primer lugar que esa expresión que usan es propia de los esclavos. “Para el esclavo –dice George Santayana–, libertad significa simplemente liberación del yugo”. Libertad, en cambio, “implica libertad vital, el ejercicio de poderes y virtudes naturales de uno mismo y del propio país”. El esclavo, para tratar de ser un liberto, procura rebelarse. “Pero la rebelión, a lo más, sólo puede quitar de en medio algún obstáculo para la vida libre. La sustancia y la alegría de la libertad comienzan tan sólo cuando las facultades de la psique debidamente integradas descubren o establecen un mundo en el cual producen su fruto específico y apropiado”1. Por eso es que le dejamos la “liberación” a ellos y nos quedamos con la libertad. Los profetas de la revolución cultural han mostrado con su ejemplo cómo uno puede “liberarse” de varias cosas: de la cultura, de la nacionalidad, de la moral, de las lealtades, de la piedad, de los esfínteres, de las obligaciones y religaciones naturales, del sentido co-

1 Dominaciones y potestades, Bs. As., Sudamericana, 1954, pp. 94-97.


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mún y, sobre todo, de la cordura. Su mensaje, decididamente, no pasa por “el perfil de la cordura”. Histerismo y Liberación son socios mancomunados y solidarios. “Yo era, fundamentalmente, un irresponsable, un intelectual esquizofrénico”, nos confiesa André Gunder Frank, uno de los maestros del utopismo contemporáneo2. Con las variaciones propias de cada caso encontraremos esta nota de anormalidad psíquica en cada uno de los conductores de ciegos con que ilustraremos esta galería de revolucionarios ilustres. Al luchar contra la realidad del hombre, del mundo y de la naturaleza, han ido perdiendo la poca cordura de la que alguna vez pudieron disponer. Y pretenden que los demás también la perdamos. Por eso son unos “locos feos”, porque ni mueven a compasión ni a risa. Por supuesto que la selección que practicamos entre tantos “termocéfalos” y “cronólatras” es arbitraria. Elegimos a Marcuse, a Reich, a Fanon, a Freire, a Las Casas, a Teilhard, a Gunder Frank, a Ingenieros y a Guevara, como hubiéramos podido hacerlo con Fromm, el marqués de Sade, Sartre, Mao, Marat, Adorno, Fidel Castro, Küng, Cortázar y Althusser. Total, hoy lo que sobran son pontífices de la Revolución Cultural, unos vivos y otros muertos, pero todos omnipresentes en las “mass media”. Unos más personalmente respetables, otros menos; pero todos igualmente nefastos para la suerte de nuestra civilización. Abigarrado es el tropel de los libertadores y extensos sus dominios, desde la religión a las finanzas, desde la metafísica a la historia, aunque sus recintos preferidos se hallan en la antropo-

2 Capitalismo y subdesarrollo en América Latina, Bs. As., Signos, 1970, p. 7.


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logía, la sociología, el psicoanálisis, la literatura y la pedagogía. “Las ciencias sociales”, como las convocan con prosopopeya para que les sirvan de coartada a sus “praxis” terroristas. En cada rubro han encontrado un filón revolucionario para adoctrinar a los ingenuos en las hegelianas artes de la “crítica negativa”. Son tantos los negadores de oficio que no podemos materialmente acá ocuparnos de todos. Sólo hemos optado por separar dos rebeliones estructuradas por estamentos: la de los estudiantes y la de los clérigos. También en otras obras que tenemos en curso de publicación analizamos más en detalle la cuestión de las teorías anticapitalistas para consumo del “Tercer Mundo”; le “Tiers Monde”, como lo bautizaron en su usina francesa los tecnócratas zurdos de las empresas multinacionales europeas, ávidas de convertir a esta región del orbe en su coto cerrado de caza. Ahora que el Viejo Continente ha caído en las garras del “eurocomunismo” de consumo, con su grotesca fachada parlamentaria y su obscena realidad de costumbres decadentes y aberrantes, los proxenetas de la Rebelión de la Nada, autoeregidos en guías y censores del resto del mundo, intentan trasladar a las naciones jóvenes su descreimiento religioso, su barullo filosófico, su abandono moral, su anonadación política y su sometimiento económico. De esas centrales parte la flecha envenenada del “tercermundismo” socialista, socio menor del “mundialismo” trilateral y del comunismo moscovita. Hispanofobia anacrónica, folclorismo telurista, anarquismo pedagógico, hagiografía cubana, humanismo marxista, evolucionismo decimonónico, progresismo utópico, violentismo sistemático, behaviorismo cientificista... son algunos de los abalorios con que quieren embaucarnos. Rechazamos


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toda esa caduca e inservible chatarra. El autor “no desea presentarse como imparcial ante lectores que no lo son”, escribía José Ingenieros3, un maestro algo olvidado de la nueva izquierda. Tampoco nosotros queremos ser neutrales ante ese engendro destructor de todo lo sagrado: las creencias, la patria, la familia, el honor, el libre albedrío. “Epater les épateurs”, y que el lector juzgue dónde hay más necesidad de “desmitificar”. Enrique Díaz Araujo

3 La evolución de las ideas argentinas, Bs. As., El Ateneo, 1951, t. I, p. 8.


Herbert Marcuse: esa “M”... “El enemigo tiene ya su ‘quinta columna’ dentro del mundo limpio: los rojillos y los hippies y sus semejantes, con el cabello largo y sus barbas y sus pantalones sucios; aquellos que son promiscuos y se toman libertades que les son negadas a los limpios y ordenados” (H. Marcuse)1. Nuestra época respira un ambiente de disolución. Uno de los elementos más importantes y novedosos que integran su Weltanschauung es la contestación permanente, el gran rechazo de la sociedad opulenta, su rebelión artística, lingüística, erótica, su temática de la licitud de la violencia contra la violencia institucionalizada, su nihilismo enragé. Pues bien, el noventa por ciento de esos tópicos han sido codificados por la New Left norteamericana, y expuestos por su Gran Maestro, el profesor judeogermano-norteamericano Herbert Marcuse.

1 Un ensayo sobre la liberación, p. 79.



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