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I.—Introducción
by Inquisidor
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os proponemos escribir una serie de artículos, cuyo objeto queda enunciado en el título que encabeza estas líneas. Creemos que la difícil tarea del periodista se cumple más fielmente cuando se tratan las cuestiones de más interes para los pueblos, con la constancia y la imparcialidad que requieren; y nadie pondrá en duda la alta importancia que en sí mismo entraña el asunto que boy nos ocupa.
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No teuemos nosotros la ilustración que se necesita para hacer siquiera una reseña histórica de la Beneficencia en México; sabemos, como todos, que antes de la conquista se reputaban buenas obras las peregrinaciones y limosnas; que los españoles fundaron cajas para socorrer á los indios enfermos en el territorio, de 8 á 10 leguas; que á la filantropía del conde de Regla se debe la fundación del Monte de Piedad; que M eanay Aldaco fundaron el gran Asilo para huérfanas Vizcaínas, y que Hernán Cortés, como una compensación de la Noche Triste, quiso dar dias de alivio á los enfermos, fundando un Hospital que guardó por mucho tiempo sus restos.
Sabemos que la Orden de los Bethlemitasy la de San Hipólito, fundada por nuestro compatriota Bernardíno Alvarez, fueron en su tiempo benéficas para los desvalidos; pero aprovechar todos los importantes datos para formar la historia de la beneficencia
eu México, toca á esos distinguidos escritores que ya gozan de renombre y fama entre nosotros, por sus vastos conocimientos en historia y su decidida afición por el cultivo de las ciencias morales y políticas.
Cuando llegó á nuestras manos la interesantísima obra del Dr. Antonio Balbin de Uuquera, cuyo título es «Keseña histórica y teoría de la Beneficencia,» obra que fue premiada en España por la Academia de Ciencias Morales, la leimos con avidez, y desde luego lamentamos que entre nosotros no se baya hecho un estudio completo sobre tan importante materia.
De algo podrá servir al que de este trabajo quiera ocuparse, conocer el método que el ilustrado filólogo y literato español siguió en la obra que citamos.
Dividió su historia en cinco partes: primera, Beneficencia civil; segunda, Beneficencia militar; tercera, Beneficencia en los establecimientos penales; cuarta, Beneficencia de prisión, yquin- ta, Ligera idea de algunos establecimientos de Beneficencia propios del extranjero, y examen de la cuestión si convendría ó no adoptarlos en el país de que la obra se ocupa.
Entiende por Beneficencia el Sr. Balbin, aquella comunicación ó acción éntrelos individuos, ya de una misma, ya de diferentes nacionalidades, productora de favores que, ó bien se añaden al estado acomodado de las personas, ó bien se ejercen especialmente sobre el individuo inválido ó necesitado, bien la ejerzan los mismos particulares ó bien el Estado.
Al hacer la historia de cada clase de establecimientos por separado, según los tiempos, y algunos con sus variaciones esenciales y formales, el citado autor deduce: 1° Que la Beneficencia se divide en privada ó particular, y pública, en el interior ó eu el extranjero. 2° Que, ó bien se administra ad majorem statum, ó bien necesariamente ó propter vitam. 3" Que por su misma naturaleza, lo primero es potestático al hacerlo ó dejarlo de hacer; lo segundo, así por regla general, y con el criterio que sigue obligatorio. 4° Que como no hay deberes sin derechos, ni derechos sin deberes, es preciso al implorar la Beneficencia tener, como dicen los jurisconsultos, causa próxim a y remota, título y modo ; título ó
causa remota la necesidad; segundo, causa próxima ó modo, Ja imposibilidad de remediarse á sí mismo el necesitado, á fin de no ser gravoso á la sociedad ni á nadie. 5" Qjie se supone y prescribe para los necesitados: los que entren en su participación sin título ó modo, esto es, que puedan remediarse ó su necesidad sea fingida, podrán engañar al hombre caritativo, al Estado, á las autoridades que de grado en grado le representan; pero sobre ellos pesa la responsabilidad de aquellos socorros hurtados á los verdaderos pobres.
C° Que nada hay más lejos de la idea de Beneficencia que la de remuneración, ya próxima, ya rem ota: no se resuelve en la fórmula Do ut des, sino en la de Do ut facías. Doy para que satisfagas la necesidad, y doy lo preciso, y solo hasta tanto que la satisfagas. 7? Que las que nos parecen exageraciones de la Beneficencia sirven como de prueba de lo que puede y alcanza. 8? Que no ha de ser la explotación de una clase por otra......
No seguiremos nosotros el plan de la obra admirable del Sr. Balbin, porque no vamos á hacer estudios tan extensos como los que él llevó á cabo con buen éxito; pero sí creemos deber nuestro hablar sobre los principales establecimientos de Beneficencia que tenemos en nuestro país, y sobre todo, los de la capital, que bien merecen la atención del escritor, porque necesitan reformas y porque no serán del todo inútiles las observaciones que sobre ellos se hagan, atendiendo al estado que guardan en la actual idad.
Si hoy nos hemos detenido algo en indicar la índole de la obra del Sr. Balbin, es porque puede su plan aprovecharse por aquellos que deseen extenderse hasta formar un libro especial sobre ese asunto que pocos han estudiado en México.
Nosotros vamos á hacer solamente una relación del estado en que se encuentran los establecimientos que dependen de la Ju n ta directiva de Beneficencia, creada por la circular de 23 de Enero de 1877, cuya primera disposición dice:
« Todos los hospitales, hospicios, casas de corrección y establecimientos que actualmente están á cargo del Ayuntamiento de esta capital, y los que en adelante se fundasen, serán administrados por una Ju n ta que se denominará «Dirección de Beneficencia Pública, » y que se compondrá de las personas á cuyo cargo esté la Dirección de los Establecimientos.»
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Instalada esa Ju n ta el 30 de Enero del mismo año, lleva más de tres años y medio de existencia, y lioy que está preocupada la atención, tanto de los que la combaten como de los que reconocen su utilidad y sus ventajas, es oportuno examinar s” s actos y darlos á conocer á nuestros lectores.
Nunca nos hemos guiado de afectos ni de circunstancias para tratar lo que exige absoluta imparcialidad, y si en materias literarias puede ante algunos ser dudoso nuestro juicio, ya por incapacidad para emitirlo, ó por el fraternal afecto que nos liga á muchos de nuestros escritores, en la cuestión que hoy nos ocupa nos sostiene en campo de neutralidad la consideración de que no conocemos á las personas que forman parte de la Ju n ta ni á las que están encargadas de los hospitales.
AI hacerlos estudios que iremos publicando, nosguiasolo el deseo de ser útiles en alguna manera al pueblo, á las clases desvalidas que merecen el interes de todos los hombres honrados, y sobre todo, de aquellos en cuyas acciones magnánimas se retratan aquellos conceptos sentimentales de Fenelon: « Aprecio ámi familia más que á mí, al país más que á la familia, álahum anidad más que al país.»
No tenemos motivo para callar todo lo malo que en cada establecimiento encontremos, ni tampoco para dejar de elogiar como merezca lo bueno que en ellos veamos.
Creemos acertada la medida que dispuso separar del Municipio el ramo de la Beneficencia, separación que, como dice el Sr. D. Ju an Abadiano, secretario de la Junta, en su Memoria de 1877, era una necesidad, pues no solo en el Ayuntamiento hay multitud de atenciones gravísimas que impiden fijarse con la escrupulosidad indispensable en el ramo que nos ocupa, sino que con esa disposición quedaron los establecimientos encomendados á personas que, identificándose con ellos, pueden de una manera exclusiva y directa procurar su más ámplio desarrollo y su más perfecto estado.
Ya lo demostraremos en nuestros próximos artículos, que sometemos desde ahora á la imparcial benevolencia de los lectores.