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SIGUIENDO A GIANNI RODARI Jorge Quintero Ediciรณn

CUENTOS Y RELATOS 2018


Introducción “[…]para quien cree que es necesario que la imaginación tenga su lugar en la educación, para quien confía en la imaginación infantil, para quien conoce el poder de liberación que puede tener la palabra […]” Gianni Rodari

Gianni Rodari nació en ítala en 1920, siendo un gran maestro de las letras y de la enseñanza misma de la creación literaria y académica, escribió como ensayista algunas de las obras mayor reconocidas en el mundo de las artes literarias.

Publicó en 1973 su obra máxima: Gramática de la fantasía (Grammatica della Fantasia), conocida también como una Introducción al arte de inventar historias (Introduzione all'arte di inventare storie). El texto en sí es un instrumento didáctico de creación basado en la construcción de la fantasía en la narrativa.

El Binomio Fantástico fue el concepto diseñado por Rodari, en donde como estructura creativa se asocian dos palabras que no tienen ninguna relación probable entre ellos. En la Gramática de la Fantasía, se exponen una serie de ejercicios, partiendo del Binomio para crear historias que se enmarcan fuera del miedo al papel en blanco, convirtiendo la creatividad en la base del arte de narrar historias dignas de ser contadas.

En el Taller de Creación Literaria impartido en la Biblioteca Pedagógica del Estado de México en el año 2018, después de la exposición de ciertas pautas para contar historias y de las estructuras narrativas del cuento expuestas por


Mario Benedetti; la Gramática de la Fantasía de Gianni Rodari se ha usado como motivación para salir de las zonas de seguridad al narrar, recordando que la intención de Rodari es sacar las mejores y peores ideas para cuentos fantásticos.

Los siguientes textos son de los asistentes a este taller, donde el aprendizaje desde la fantasía de Rodari es la estructura para contar lo que no puede ser contado de otra forma.

Jorge H. Quintero Orduz Comunicador Social – Periodista Comunicador Para el Desarrollo y en Responsabilidad Social Empresarial Tutor de Creación Literaria.


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José Luis Nápoles Cota

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EL POZO Había caminado mucho. Era ya de noche, una noche cerrada, extremadamente oscura. No sabía en qué dirección había caminado, no sabía en qué dirección caminar. Habían pasado unas cuatro horas así.

Su necesidad de comer se hizo imperiosa. Sintió su estómago moverse y contracturarse en un intenso dolor. Tenía que comer algo y rápido. También tenía sed, pero eso podía esperar; el hambre, no. Sin darse cuenta cayó abruptamente en ese pozo. Solo se hundió.

Todo era normal. Exploraba el terreno y el piso parecía llano, sin embargo, una de sus piernas pisó el vacío y no pudo más que seguir cayendo. Estaba atrapado en ese pozo negro, profundo y extramente tibio por la humedad.

Miró tratando de buscar alguna luz en la boca del foso, fue inútil. Todo era demasiado oscuro. Intentó escalar la pared, pero esta era muy lisa y blanda, extremadamente blanda; Su consistencia era semejante a la gelatina. Probó hacer una horadación en la pared y solo consiguió hacer algunos huecos de los que rezumaba un líquido pegajoso más denso que el agua, haciendo imposible

-Tal vez ese líquido provenga de alguna vena de agua subterránea– razonó probando con repugnancia un poco de esa gelatina acuosa -No sabe tan mal; al menos ya no moriré de sed. –

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usarlos como escalones.

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Siguió explorando a ciegas su futura tumba. Pasaron dos días más y su hambre se tornó crítica y dolorosa. Intentó cambiar de posición, pero el pozo se estrechó. Repentinamente, las paredes se movieron, se contorsionaban como un espasmo. Era como un terremoto como nunca lo había sentido. Duró unos treinta segundos y cesó. Se repitieron cada vez con más frecuencia, duraban más y más. Se sentía caótico. Después quietud y silencio.

Trascurrió un día más. Perdió la percepción del tiempo. Dormitaba, cuando se percató de la presencia de un líquido pegajoso que escurría por las paredes de su pozo. Un líquido semejante al aceite. Con terror sintió cómo esta catarata de aceite inundaba su prisión. En poco tiempo, el fluido aceitoso llegaba a sus hombros y ascendía por su cuello.

-Me asfixiaré– pensó y todo su cuerpo se estremeció.

El líquido lo cubrió por completo. Se dio cuenta de que aún en esa crítica situación su cerebro aún funcionaba. Finalmente, sintió algo como una gigantesca prensa que le aplastaba su tórax y su abdomen haciendo que sus intestinos saltasen de su lugar. En su última visión consciente contempló su

** -¡Al fin la extraje!– dijo con una exclamación triunfalista el médico otorrino y mostró el cuerpo sin cabeza de una vulgar garrapata que pendía de su pinza quirúrgica. -¡Gracias al cielo!– gritó la mujer excesivamente delgada sentada en la camilla.

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cuerpo separado de su cabeza.

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-Victoria a medias– respondió el médico –Ahora, tengo que extraer la cabeza

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que se quedó en el fondo del oído.-

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DOS CANCIONES

Alguien me dijo que escribiera una historia breve, tomando como argumento solo tres palabras: “Agua de sombra” Al inicio me pareció un mal chiste, pero la semilla quedó en mi cerebro e inicio a germinar. El daño estaba hecho. Como soy fanático del pensamiento lógico, determiné resolver el desafío desde varios puntos de vista.

Primer intento: Las Matemáticas. Algebra: Tengo dos variables: agua y sombra. No hay correlación entre ellas. Tal vez una ligera asociación sin mucha lógica. Probemos. - Tal vez agua igual a “A” y sombra igual a “B” y la incógnita igual a “C” - Por tanto, C= A+B - No. Tal vez: C= A entre B - No. Puede que: C= B*A - No. Definitivamente el Algebra no funciona en este caso.

Segundo intento: Veamos la Química Inorgánica. Agua igual a dos átomos de hidrógeno más un átomo de oxígeno, igual a una molécula de agua.

-La sombra de un cuerpo, es un fenómeno físico. -No. La Química no está de mi lado.

Tercer intento: -¿Tal vez la Física?

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-¡Maravilloso! Pero ¿dónde se enlaza con la sombra.

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-Suena bien la premisa. La sombra es la disminución de la intensidad de una luz, que incide en un cuerpo opaco sobre una superficie. Lo negro es la ausencia de fotones. -¿…Y el agua? -Físicamente es un cuerpo líquido con propiedades específicas; sin pensar en el mercurio. -Aunque técnicamente, el agua de sombra podría ser una nube de agua. Agua en estado gaseoso que, al bloquear los rayos del sol produzcan una sombra, por tanto, el agua de sombra se concluye en una nube. -Bien. Eres un genio, pero ¿Una nube de agua encaja en el argumento de un cuento? Me parece que no ganaré el Nobel de literatura, usando una nube como fundamento.– -¿Qué queda? ¿Acaso la Poesía? No suena tan mal ese enfoque, solo que no soy poeta, sino científico.Repentinamente y así funciona mi cerebro, recordé una canción de Michel Legrand, pero especialmente la letra.

Girando…como un círculo dentro de un espiral, Como una rueda en una rueda, sin principio ni final, o un carretel que no cesa de enrollar. ¿Es el sonido de tambores distantes o solo el tamborilear de tus dedos? Llaves que tintinean en tus bolsillos. Palabras que suenan en tu mente. Cuadros colgados en el pasillo o el fragmento de una canción, nombres y caras medio recordadas, pero… ¿quiénes son? ¿Por qué se fue el verano tan rápido? ¿Fue algo que tú dijiste?

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LOS MOLINOS DE VIENTO DE TU MENTE.

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Como los círculos que tú encuentras, En los molinos de viento de tu mente. Música: Michel Legrand. Letra: Marilyn y Alan Bergman. - ¡Fantástico! .Ya está… No piensen que utilizaré la poesía para resolver mi dilema, no. Usaré simplemente una canción, sin sonido y sin furia. Usaré sutilmente el agua de sombra.

CANCION.

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Fue al final del verano. Te fuiste lentamente. Como el remanso del agua de una fuente. Las hojas del árbol del jardín tornaban al ocre. Tal vez, no las viste. El agua de sombra refrescaba nuestras mentes. Y tú te fuiste, al origen y al final. ¿Dónde estoy yo? ¿Dónde la eternidad? ¿Tendrá el círculo, un principio y un final?

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DESECHABLE Abrió los ojos. Lo que vio lo desconcertó. Estaba acostado en un lecho blando. Paseó su mirada por su entorno por lo que era una habitación o una estancia amplia y grande.

No recordaba nada. Trató de rotar su cuello para poder observar mejor su ambiente, pero su cuello no respondió. No supo cómo reaccionar ante eso. Quedó pasmado. Intentó mover su brazo derecho, sus piernas, su brazo izquierdo…

- No puedo mover nada de mi cuerpo- dijo para sí mientras una sensación de temor se apoderaba de él y se trasformaba en miedo irónicamente paralizante. Después de algunos otros intentos entendió que estaba paralítico. Solo podía mover sus ojos.

Ahora ese miedo se trasmutó en pavor, uno tan extremo que sintió que su respiración se iba por momentos, como si el oxígeno se hubiese acabado. Pasó un largo tiempo hasta que la cordura volvió a su cerebro.

ventanas o puertas; tal vez al fondo se veía algo semejante a una pequeña escotilla. No lo podría asegurar. Le llamó su atención el color de las paredes, del techo y parte del piso. Blanco, Ningún otro color se percibía. Eran completa y absolutamente blancas, tan perfecto que daba la sensación de desesperanza.

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La estancia, la sala, la habitación o lo que fuera, tenía paredes altas. No había

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La estructura de la estancia no parecía madera o mampostería, eran lisas, sin remaches, junturas o ensambladuras. -Como metal bruñido- pensó.

No había forma de saber si era de día o de noche por esa luz casi azulosa de lo blanquecina de la estancia. Pasaron unas horas, tal vez cuatro, tal vez seis. ¿Cómo calcular las horas?. Una de sus esperanzas era que alguien entrara por la escotilla del fondo. - Tal vez estoy en un hospital- pensó - Tal vez una enfermera o un médicoNo sentía dolor o sensación de adormecimiento en su cuerpo pese a su prolongada quietud. Pasaron más horas o solo minutos que parecían más largos, como cuando la adrenalina detiene el tiempo y da la sensación de ir más lento.

Nadie abría la maldita escotilla. Se serenó y trató de recordar algo, cualquier cosa. ¿Cómo había llegado a ese lugar; qué le había sucedido; era casado o soltero; dónde había nacido; cuál era su edad? Intentó recordar su nombre, sus apellidos, nada, simplemente nada. ¿Dónde vivía; donde trabajaba; tenía hijos? Nada. El pánico retornó.

Había que buscar al menos una respuesta. -Recuerdo los colores, el tipo de luz; eso es memoria, pobre, pero mi memoria, al fin y al cabo. No recuerdo lo que me sucedió antes de despertar- siguió cuestionándose. De repente, en el fondo de su mente emergió el recuerdo de una intensa explosión acompañado de un resplandor naranja, después, la nada.

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-¿He perdido mi memoria?-

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El esfuerzo lo había agotado. Se durmió. Soñó con una joven mujer, rubia y bella. Tal vez su esposa. Soñó con dos niñas también rubias ¿Quiénes son? Abrió nuevamente sus ojos y retornó a su realidad.

Calculó que habían trascurrido al menos, dos días más. Su situación no mejoraba. Era curioso. Al menos tres o cuatro días sin comer y sin beber. Debería tener mucha hambre y mucha sed, sin embargo, no tenía ni la más mínima necesidad de alimentarse o hidratarse.

-Algo está muy mal- se dijo -Si alguien no me ayuda a cambiar de posición, iniciaré a tener úlceras en mi espalda y glúteo– saltó de un pensamiento a otro como desesperado -Si alguien me preguntara por mi situación, diría que no tengo calor o frío. No hay hambre, ni sed, y es más- sonrió -estoy bien ¿Estaré enloqueciendo?–

Trascurrieron dos días más o quizá otros tres. Ansió por enésima vez recordar algo de su vida pasada. Fracaso rotundo. Su mente estaba vacía y traslúcida. Sabía lo que era un brazo, una pierna, una pared, un color, pero nada más.

** Una mujer rubia, alta y joven, aunque cercana a la madurez atravesó la entrada giratoria de una construcción, semejante a un gran edificio y desembocó a un espacioso recinto. Había largas y grandes mesas repletas de objetos: perfumería, ropa, zapatos, sombrillas de playa y enseres domésticos. Tres salas independientes ocupadas por mujeres siendo maquilladas por otras,

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Otra vez el pánico.

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charlaban o parloteaban con cierta anarquía. Sin embargo, todas reían. Eran felices.

La rubia abordó un pequeño vehículo y tomó por un pasillo y subió una rampa hasta el tercer piso. Se apeó del vehículo y caminó por un callejón en cuyos flancos se amontonaban una multitud de objetos: osos, caballos, cebras, gnomos, payasos y otras baratijas. Todos inanimados. Llegó a otra entrada. Arriba de esta, un letrero: “ANDROIDES: VENTA, MANTENIMIENTO Y REPARACIÓN”. Al fondo, un mostrador y un hombre encargado.

-Traje a mi androide a reparación. Aquí está mi orden- dijo mostrando una pequeña pantalla. El hombre la miró.

- Si, ya recuerdo su caso. Bien, le diré que su androide tiene seriamente dañada su memoria. La cambiamos por otra, sin embargo, funciona mal y tuvimos que reprogramarlo. Yo le aconsejaría que cambie su androide por uno nuevo. El suyo ya es obsoleto y no quedará bien – le contestó

nuevos salen caros y a veces son difíciles de usar.–

-Me acaban de llegar unos androides de una serie nueva y a buen precio. El suyo ya no tiene remedio.– respondió el empleado. La mujer pareció tomarse su tiempo ante la propuesta. Después de algunos segundos respondió:

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-El caso es que– dijo la mujer -ya estaba encariñada con mi androide y los

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-De acuerdo, me llevaré el nuevo ¿Tiene alguna bonificación si le dejo mi viejo Androide a cuenta?– preguntó la mujer distante ahora al cariño que le tenía a su viejo robot.

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-Ya no vale nada. Lo enviaré a reciclar. Simplemente es basura.–

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FENTANILO

Narcótico sintético derivado opiáceo. Utilizado en la medicina por su efecto intenso como analgésico y anestésico. Sus efectos son más potentes que los que posee la morfina.

Había amanecido. Unos rayos de sol se introdujeron por las rendijas de sus raídas cortinas. Había sido una gran borrachera. Ni la primera ni la única. Allí, acostado volvió a entender que era un alcohólico, mas no uno vulgar y corriente. En sus inicios solo era alcohol y marihuana, con el tiempo cocaína, heroína, barbitúricos, mezcalina y finalmente llegaba a ese ayer con el fentanilo.

Era médico anestesiólogo hasta hacía un par de años. Se inyectó fentanilo por curiosidad. Su primer viaje fue fantástico. Lo combinó con una copa de coñac.

-Las buenas épocas- susurró mientras sonreía, quizá el pasado regresaba lleno de desconcertantes y divertidos colores.

obstante, le cancelaron su permiso. No fue el final. Tuvo que mendigar recetas con sus colegas. Luego que se cansaron de sus constantes e inapropiadas visitas, empezó a falsificar las recetas.

Primero se drogaba cada tres semanas; después cada quince días; últimamente una vez al día. Ahora necesitaba dos. Ya no tenía esposa, ni hijos, ni trabajo,

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No fue difícil acceder al fentanilo. Usaba su autoridad como médico, no

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ni amigos. Vivía en un cuartucho en la azotea de un edificio viejo y desvencijado. Su habitación, llamarla habitación le resultó una exageración.

-Una pocilga- recordó que era la pablara adecuada. Aunque en realidad eso no le preocupaba ni lo incomodaba. El único problema era el baño. Solo había un inodoro suficiente para orinar, defecar y ocasionalmente vomitar. Era una taza amarillenta y llena de óxido. El soporte del papel sanitario se había roto, así que el papel quedaba en algún lugar en el suelo y se desenrollaba semejando a una enorme serpiente. Se encontró en el basurero un largo y enmohecido clavo y lo recogió. En uno de sus pocos momentos de lucidez, clavó en la pared del baño el largo clavo, a un lado de la taza de baño. Colgó el rollo de papel higiénico y miró con satisfacción su obra.

Resultaba estético su clavo y su rollo; su inodoro y el papel ahora armonizaban. Se veían dignos de un palacio de ficción. Se sintió satisfecho con su trabajo y su creatividad.

No sentía apetito. Tampoco había algo para desayunar. Si tenía necesidad, podía ir al pequeño tiradero de basura de un mercadillo cercano y encontrar verduras y algunas frutas. Con suerte pedazos de pan duro y hasta patas o

La noche llegó y no se decidió a salir por comida. Deseaba con intensidad otro de sus viajes. Tenía un pequeño frasco de vidrio lleno de alcohol para desinfectar, lo había diluido con agua y había logrado juntar dos ampolletas de fentanilo. No era sencillo conseguir más. Sus amigos médicos y los farmacéuticos que frecuentaba se negaban a vendérselo.

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cuellos de pollo.

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En su mente había planeado aplicarse las dos ampolletas, serían las únicas en un largo tiempo. También tomaría su brebaje con alcohol. Esa noche sería una gran noche. Sabía del riesgo de morir por un paro cardio respiratorio, pero todo mundo moriría algún día.

Se había percatado que su cuerpo se resistía más y más a la droga. Sus últimos viajes no eran tan placenteros como al principio. En el momento cumbre de sus viajes le daban unas ganas enormes de defecar. Era una sensación lúdica incomparable. Por eso debía de tener papel sanitario suficiente. A veces usaba hojas de periódico. Hoy tenía todo un rollo nuevo de papel higiénico sostenido por su calvo estéticamente útil.

Se recostó en su cama. Rompió el cuello de ambas ampolletas y preparó su bebida alcohólica. Primero bebió el agua con bastante alcohol. Diez minutos después, con la llama de un par de cerillos calentó y esterilizó la aguja de su jeringuilla. Se inyectó subcutáneamente en su enflaquecido abdomen.

Disfrutó de todo el proceso. Tuvo visiones y sensaciones maravillosas. Ese mundo era plácido y bello. Finalmente llegó el clímax de su vivencia: la defecación. Soñaba con ese momento espectacular. Se incorporó y fue al baño.

La experiencia fue inenarrable. Con torpeza, intentó desenganchar el rollo de papel del clavo. El rollo inició a desplazarse solo por todo el piso del baño. Intentó aferrarle con sus manos, pero el rollo parecía tener vida propia y se desenrollaba a una velocidad vertiginosa. No lograba capturarlo. Algo

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Su taza y su rollo de papel higiénico nuevo se veían soberbios. Defecó.

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inaudito, inverosímil. El papel higiénico ahora iba cambiando de color, del blanco original a un negro grisáceo. No lo podía creer.

Después, el papel se trasmutó en la piel de una serpiente gigantesca. Ahora tenía una inmensa serpiente en su baño. La cabeza con una lengua bífida se incorporó del suelo. Los ojos de su pesadilla miraban directamente a sus ojos. Su corazón se aceleró. Veía esa lengua frente a su boca.

-Me morderá en la cara- pensó lleno de pánico. No tenía ni un palo o alguna arma cercana a su mano para defenderse. Su vida estaba en un gravísimo riesgo. Instintivamente tomó con una mano el cuello del monstruo y con la otra logró atrapar la cabeza de su visión. Ambos forcejeaban de forma enloquecida. Tras unos instantes, notó con alarma que la fuerza de sus manos menguaba, sus dedos se agarrotaban, sus ojos miraban muy dentro a los de la serpiente. -Debo matarla lo más rápido posible, ¿pero cómo – pensó. Como un relámpago, la solución llegó a su cerebro. -La morderé en el cuello y después su cabeza- solo bastó un milisegundo para que tomara la decisión. Mordió

-Si es necesario, me tragaré su cabeza- inició a masticar y a deglutir pedazos del animal. Sintió cómo los bocados pasaban a su esófago. Una batalla de vida o muerte. Trató de abrir lo más posible sus mandíbulas y su boca para que pudiese tragar parte de la cabeza y cuello del animal. Tenía que deglutir lo más rápido que pudiese. Sintió que su pecho y su abdomen estaban a punto de reventar. Y finalmente sucedió, solo percibió una oscuridad total.

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entonces al animal. Sus dientes aplastaron parte de la cabeza de la serpiente.

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** Después de cuatro días uno de los vecinos del edificio encontró su cadáver. Los peritos forenses encontraron restos de papel sanitario en su boca, su esófago y en su estómago. Se había ahogado.

-¿Por qué se tragó tanto papel, este pobre diablo?- se cuestionaron todos

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entre sí.

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Cinthya Gonzรกlez Sรกnchez

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PIRÁMIDE DE PLUMAS

Todos le llamaban Smrt, nadie sabía que significaba, pero consideraban que sí, tenía cara de un Smrt. Era muy famoso por sus hazañas en el aire; tenía las alas más grandes, los colores más bonitos y sobre todo esos ojos, alcanzaban a ver a kilómetros de distancia, por eso mi padre lo escogió como capitán de su ejército.

A mí en lo personal, me daba envidia, yo merecía liderar, en cambio me delegó las tareas más básicas como colocar señalamientos en el área de aterrizaje o revisar la fortaleza, incluso un día tuve que alimentar a los humanos; juro que casi muero del susto, son tan feos, no tienen plumas, son tan pequeños que tengo que inclinarme para poder distinguir sus cuerpos, no vuelan, que triste ha de ser su vida. Smrt suele molestarlos, dice que son como las hormigas, tontos, le gusta tomarlos del poco pelo que tienen en sus cabezas y soltarlos a cierta distancia, a ver si en una de esas alguno vuela, todos sabemos que jamás pasará, pero lo sigue intentando, incluso ha dejado que las rapiñas se lleven algunos, se los comen.

el sonido me molesta tanto que tengo que esconderme bajo la copa del árbol más grande, a veces es tan fuerte que tengo que ponerme arcilla, y así ya no escucho, ya no me duele su muerte.

Un día descubrí a Smrt llevándose a niños humanos, se adentraron entre la maleza y los árboles gigantura, llamados así por su enorme y frondoso

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Me da tristeza, chillan como ratas cuando las rapiñas arrancan sus miembros,

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aspecto. Me extrañó que tomara a los más pequeños y ligeros, papá decía que esos eran los menos útiles; sabiendo que Smrt era tan meticuloso me decidí a descubrir qué haría.

Mientras caminaba sigilosamente entre la hierba imaginé que Smrt tenía un palacio oculto y ocupaba a los niños como sus sirvientes porque alcanzaban cualquier lugar, incluso podían entrar en las minas y conseguir jade, la moneda más preciada que nuestro pueblo tiene; pensé también que al ser pequeños y nada maduros su carne podría ser dulce y suavecita, ¿los robaría para venderlos? Tenemos tantos niños que nadie se percataría de su ausencia; seguí ideando cosas, y la noche se apoderaba del sendero, no me di cuenta cuánto habíamos caminado, ya no estábamos en las tierras de mi padre, el territorio era ajeno. Finalmente, Smrt se detuvo, bajó a los pequeñuelos de su regazo, observé un cúmulo de polvo, o se creí, los niños comenzaron a escalar, Smrt abrió su boca y brotaron de ella un millar de plumas; eran tantas que me costó distinguir de qué aves provenían; conté siete especies, no obstante, me abrumaba la idea de haber visto colores de mi pueblo.

Sabía que los cuerpos de las aves muertas en batalla eran calcinados para entregarle sus restos a los Dioses y así tener más avidez en próximos

habíamos ganado, los cuerpos de nuestros soldados no aparecían, pensó que el enemigo se los llevó para cometer sacrilegio; algo imposible, todos, aunque enemigos respetamos el cuerpo de los caídos y agradecemos su valentía.

Decidí regresar al día siguiente, así podría observar con más calma los colores de las plumas, podría oler y descubrir qué hacían los niños. De mañana padre

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combates. Mi padre un día llegó muy consternado porque a pesar de que

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me dijo que enfrentaríamos a los más feroces guerreros del lado sur, necesitaba mi apoyo, tres días restaban para que finalmente nuestro pueblo fuera considerado como el más valiente, el más extenso, a pesar de las increíbles noticias decidí descubrir el misterio de Smrt.

Lo que yo pensé que era un cúmulo de polvo, era una montaña de huesos; de todos los tamaños y especies, incluso de humanos. Seguí caminando, me adentré en una fortaleza de árboles gigantes, en medio estaban todos los niños que Smrt se robaba, subían y bajaban por estructuras de madera, llevaban herramientas y plumas, cuando estuve más cerca descubrí que en su mayoría esas plumas pertenecían a los de nuestra especie; y estaban sobre todo en los cimientos de lo que ahora, se es una pirámide.

Sentado, frente a la magnánima construcción estaba un humano anciano, me miró y lo que dijo después condenó a mi pueblo; tú no deberías estar aquí, nosotros odiamos esta construcción más de lo que algún día tú lo harás, hemos sido sus esclavos por años, Smrt ha aniquilado pueblos enteros para que formen parte de él, devora su carne y recoge hasta la última pluma; las trae a casa, las deja en aquella pila y nosotros tenemos que seguir construyendo, dice que quiere llegar al cielo, ser como los Dioses, inmortal y

sacrificio. Al principio no había entendido todo aquello, decidí marcharme y no decirle nada a mi padre, él se preparaba para la gran batalla, necesita mi ayuda.

Al llegar a mi hogar, padre gritó asustado que los del sur no habían cumplido su pacto, atacaban al pueblo. Smrt intentaba defender la frontera, pero según

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levantar tanto su vuelo que todos le teman, mis manos están llenas de

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uno de los nuestros, todos habían caído, los únicos que quedaban eran los pichones, padre, Smrt, el informante y yo. Me tocaba cuidar a los pichones, era la única forma de que nuestra especie sobreviviera, así que los tomé y hui.

Hace cinco años mi pueblo no existe, Smrt nos encontró algunos meses después, había matado a todos, conquistó cada pueblo y sacrificó hasta la especie más pequeña. Yo me escondí cerca de la pirámide, mis pichones habían muerto, entre la guerra, el hambre y la sequía que una sola criatura provocó, no pude mantenerlos vivos.

Smrt juntó cada pluma, los humanos hicieron la pirámide, Smrt voló tan alto que sus pulmones sangraron, la pirámide se tiño de su rojo, ese día mi pueblo conoció el significado de su nombre: MUERTE, y los humanos conocieron la

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libertad,

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ALGO YA OLVIDADO

Esa noche había perdido la memoria. No fue un golpe. Pensé en los menjurjes de mamá como la causa, sin embargo, hacía años que estaba muerta ¿Cómo pude olvidarlo? Toqué mi cuerpo buscando moretones o heridas, había partes que no alcanzaba. Mis manos eran pequeñas.

Me quedé tumbado, cerré los ojos y mi cabeza comenzó a dar vueltas, cuando sentí por fin venir un recuerdo, una punzada circular amenazó con romper lo último que me quedaba de cordura. Intenté otro rato, nada, solo había dolor. Entendí que sí me quedaba sentando en esa habitación no lo lograría, tal vez afuera algún aroma, algún ruido me ayudaría.

Tenía mucho miedo, no sabía cómo era mi apariencia física, mi nombre, qué era o dónde estaba, la única señal de vida era la imagen de mi madre y sus menjurjes, brillantes alivios compuestos de hierbas y amor, fue eso lo que me impulsó a salir, la puerta estaba entreabierta...

-¿Juan, no que este era el último?

-¿Y entonces eso qué es? s Juan y el otro me miraban fijamente, alcancé a leer algo sobre sus cabezas “Cisticercosis, granja en cuarentena". Sabía leer, quizá soy un Juan intenté

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-Sí patrón, segurito. Yo mismo fui a revisar.

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preguntarles, pero no me hacían caso; el mandón se acercó con un objeto brillante, vi mi reflejo.

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¿Cómo pude olvidar que era un cerdo?

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ROSA

Max, como lo llamaba Rosa, miraba la habitación, en medio se alzaba el féretro, lo cubría un velo con estrellas y una luna gigante colgaba del techo; la caja era color cobre, tenía estolas y pequeñas aplicaciones en color negro; al rededor había siete velas y dos floreros con gardenias, estas peculiares flores aumentaban el sentimiento de muerte en la habitación. Todo es perfecto, esplendoroso como ella se dijo Max.

Rosa hacía años que tenía mala vista y no por sus evidentes malas decisiones, sino porque el año pasado con sus herramientas de belleza se había picado los ojos, entre la belleza de unas pestañas rizadas perdió el 80% de visibilidad. Maximiliano, le tenía una sorpresa, había trabajado dobles turnos para comprar las gafas milagro; el inventor un viejo de no más de sesenta años anunciaba el milagro del siglo, unas gafas tan perfectas que se acoplaban a cualquier problema visual sin necesidad de estudios previos.

Los aparadores se llenaban de publicidad, en días festivos los descuentos eran exuberantes, pero a pesar de eso, pocos podían acceder a uno de estos

eran los pares que se hacían al año, así que vendió algunas de las cosas importantes que aún habitaban en casa. Rosa no se daría cuenta, hacía mucho que ni siquiera se distinguía en el espejo; qué más daba que la casa quedara vacía.

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intensificadores visuales, Max estaba empeñado en lograrlo, sabía que pocos

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Antes de realizar la compra, Max preguntó por la garantía, si ella moría o simplemente no quería los lentes tenía que saber si podía recuperar el dinero de sus esfuerzos, él viejo le dijo que no era necesario porque la muerte regresa todo a su sitio. Al principio Max no lo entendía, le basto saber que solo regresaban el 30% del total de su compra a la muerte del portador o a la insatisfacción del producto.

El día que adquirió los lentes Rosa se alegró tanto de volver a ver el rostro de su amado, pero lo olvidó tan pronto cuando se vio en el espejo, le reclamó su aspecto descuidado y el mal corte de cabello que tenía. Salió de casa con el poco dinero que aún les quedaba, orgullosa de sus lentes se pavoneaba; todas en el salón de belleza cuchicheaban y envidaban lo que ahora tenía, se puso al tanto de los chismes y diretes, Rosa regresaba al juego.

Al finalizar las compras y arreglos, se sintió tan agotada que olvidó quitarse los lentes. Durante la noche un dolor asfixiante la despertó, los lentes le apretaban, a tientas llegó al baño, se vio al espejo y tocó su rostro, sus ojos estaban inyectados de sangre, vio una a una las vidas que los lentes habían tomado. Le explicaron su gran secreto, el creador, el gran inventor no era más que un instrumento para obtener su alimento; el gran secreto de perfección era

acoplar a cualquier persona y ahora era el turno de Rosa, los lentes apretujaron su recién exfoliado rostro, los ojos fueron absorbidos por el cristal, solo quedaron las cuencas sin nada y para Max una casa vacía.

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que durante su existencia se habían alimentado de tantas vistas que se podían

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Liliana

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CARIES

En un reino cercano rodeado de blanquísimas montañas existía un superhéroe que era el orgullo de todos los habitantes; él lucía muy fuerte y cuidaba de aquellas montañas de blanco marfil. El reino existía en la boca de un niño.

La nación de la boca corría peligro, porque a aquel niño/dios le gustaban los dulces, los pastelillos, las galletas, los chocolates y muchas frituras; toda la comida favorita de la horrible caries, el archienemigo del héroe del reino.

Caries empezó a acampar en las montañas, quería con todas sus fuerzas apoderarse de un par de montañas y convertir ese blanco puro en un negro doloroso.

Sin embargo, Caries no contaba con el superhéroe que allí vivía. El Cepillo de Dientes era el protector de tan frágil reino; ponía sobre sí pasta y entre la espuma de menta Caries gritaba, pedía que le dejaran en paz. El niño/dios estaba consciente de la existencia de Caries y con una voz suave le ordenó a

de sus secuaces en su boca.

Caries gritaba mientras era destruida, se aferraba a una de las muelas que creía que le pertenecían, no obstante, por la orden del niño, desapareció.

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su héroe que se deshiciera de aquel mal, que no quería a Caries ni a ninguno

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-Mamá mira- gritaron Ponchito y Lupita al unísono -junto a la espuma de la pasta de dientes, seguro ahí estará la horrible y malvada Caries, pero nuestro cepillo de dientes las ha eliminado- se alegraron mientras se cepillaban frente

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al espejo de baño.

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RETO

En la granja vivía un matrimonio que era muy feliz con lo que tenían. Cuando terminaban de hacer sus quehaceres del campo, cada uno se daba un buen baño con agua caliente para relajarse y así se preparaban para disfrutar una suculenta cena.

Una de esas noches en la que había una luna con un brillo intenso que alumbraba todo como si fuera de día, escucharon unos ruidos ensordecedores que venían del frente de su casa. El granjero con cuidado abrió la puerta. Lo que vio lo dejó estupefacto, eran unos duendecillos que peleaban entre sí. el hombre se desmayó y perdió la memoria por la gran impresión de ver a los diminutos personajes en su granja haciendo tanto ruido

Esa noche había perdido la memoria, pero no fue por un golpe. Fue tanta su impresión que empezó a sentir que se estaba convirtiendo en uno de ellos. Su esposa sorprendida porque su esposo se estaba transformado en un duendecillo se armó de valor e intentó correr de su granja y sus tierras a los seres, no obstante, en lugar de acobardarse los duendes se rieron a carcajadas y el líder

El granjero tembloroso intentó hablar con el líder de los duendecillos que decía con fuerza que esas tierras eran de ellos, los duendes y no de los humanos; el hombre le propuso una forma de solucionar tal desbalance de naturaleza, se harían preguntas y quien no supiera contestar correctamente se tendría que ir. El rey de los duendes acepto.

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les dio la orden a sus secuaces de que no se fueran.

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-Cuántos vasos necesitas para vaciar tu pozo- pregunto el ser paranormal, no obstante, el granjero le contestó -depende del tamaño del vaso- el duende sorprendido por la respuesta y la da por verdadera, -veo que eres muy inteligente- afirmó el duende.

El granjero se paró en la puerta de la entrada de la casa y se recargó en el marco de la puerta y le preguntó -Dime, estoy entrando o saliendo de casa- el duendecillo molesto chilló y contestó que no lo sabía. Al no contestar la pregunta tenían que irse, el hombre les pidió de nuevo que se largaran.

Los duendes se fueron furiosos por la derrota. El granjero regresó a la normalidad y al verlo de nuevo su esposa se puso feliz. Vieron como los

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duendes se alejaban con el brillo de la luna.

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EL JINETE

En uno de tantos pueblos que hay en el centro de la República Mexicana, había una serie de rancherías donde vivía un matrimonio, eran unos rancheros muy pobres, el hombre se dedicaba a vender frutas y verduras frescas, todos los días, casa por casa en una carretilla que el mismo hizo con algunos palos y unas ruedas de bicicleta que le habían regalado.

Salía muy temprano a hacer su recorrido de rancho en rancho para vender su producto bajo un intenso sol, desde que amanecía hasta que anochecía, era de la única manera que podían sobrevivir él y su esposa.

Uno de esos días que venía de regreso muy cansado con mucha hambre y sed ya casi anochecía, vio que por el camino polvoriento venía un jinete en un hermoso corcel, se detiene cerca de él y baja de su caballo y lo saluda y el ranchero se quita el sombrero para regresar el saludo. El jinete le dice que cree conocerlo y que sabía que era un hombre honesto. Le pidió que le hiciera un favor por lo que le daría una gran recompensa. El granjero le preguntó que

El comerciante pensó -cómo me va a ayudar si ni lo conozco- el jinete se acomodó su sombrero y su cinturón y le dijo que quería que me mandaran a oficiar una misa en la iglesia del pueblo, la celebración debía ser con 70 curas y le expresó que no se preocupara por el dinero que él se lo daría.

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qué podía hacer por él.

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-Recuerdas la hacienda de la Joya que está abandonada, te espero en la noche, no tengas miedo te voy a guiar y te mostraré el lugar donde está el dinero- terminó de decir el jinete.

El ranchero llegó angustiado con su mujer, se le olvidó el cansancio y el hambre y la sed. Se sientan a la mesa y el hombre le comenta todo lo sucedido. En la noche se armó de valor e hizo lo que el jinete le pidió. Llegó a la media noche a la hacienda y el hombre lo estaba esperando como le había dicho.

Lo llevó hasta donde se encontraba el dinero, era tanto que mandó a oficiar la misa con los 70 curas como lo había pedido y mandó a hacer la campana, la más hermosa que se haya visto.

Resultó que el jinete era el dueño de la hacienda la Joya que había muerto y no podía descansar porque fue muy malvado con sus trabajadores, los explotaba por eso logró su gran riqueza y quería descansar en paz. Le pidió que compartiera la riqueza haciendo obras de caridad y ayudando a los más

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necesitados.

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LA HORMIGA COSTURERA

Los hormigueros son donde habitan las colonias de hormigas en túneles que forman parte de la misma y son construidos por obreras, en estas colonias hay cámaras para almacenar la comida y el lugar donde está la reina.

Tomy es una hormiga muy trabajadora, le gusta coser día y noche hermosas prendas de vestir para las hormigas más elegantes, siempre está rodeada de hermosas telas, encajes, hilos, agujas y cintas de todos colores.

Tomy también es ordenada, todo lo tiene clasificado por tamaños y colores, en una caja grande tiene las telas, en una mediana todas las cintas, y los hilos, agujas, dedales, en una pequeña caja.

Está confeccionando un vestido muy especial, es el vestido de la reina que usará en la fiesta de bienvenida a las nuevas hormigas que están por nacer. La costurera está muy preocupada, se le ha terminado el hilo de plata y eso la angustia. No sabe qué hacer. El hilo de plata es muy apreciado y habrá que

Tendrá que recorrer el bosque donde vive Witzy Witzy Araña, es allí donde lo puede conseguir y tiene que tener mucho cuidado porque es una araña muy vieja y gruñona, siempre está sola, de mal humor. Ella es la única que fabricante de los hilos de plata.

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viajar muy lejos para conseguirlo. Solo Tomy sabe en dónde encontrarlo.

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Tomy tiene que ir con mucho cuidado de no tropezar y caer porque en esos lugares hay trampas. Llegando al lugar deberá convencer a Witzy Witzy para que le venda los hilos que necesita y a cambio le regalará unos dedales y cintas de colores. La araña en agradecimiento por lo que le ha llevado le da una inmensa bola de hilos de plata.

A la gruñona de la araña le han encantado sus regalos, las cintas y los dedales los combinará con su ropa, a pesar de ser muy vieja es bastante coqueta y presumida, los dedales los usará como sobreros y las cintillas las pondrá con su ropa. De esa manera Tomy con todo su cargamento, esfuerzo y valentía regresa a su casa cansada y tiene que seguir trabajando en el precioso vestido de la reina.

Terminando el hermoso vestido, la reina quedó sorprendida por tanta belleza y del gran trabajo de su vestido de hilos de plata; por el gran trabajo y esmero la hormiga, la nombra la segunda reina.

La segunda reina se entera que Witzy Witzy Araña cayó enferma y había muerto. Tommy la costurera está desconsolada por la pérdida de la araña, pues no habrá quien le fabrique sus hilos de plata para sus costuras y nunca más

Se pasa día y noche llorando la costurera por la gran perdida que ha tenido, ya que nunca más podrá hacer sus costuras.

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podrá conseguirlos

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Jorge Quintero Orduz

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FALSO

La gata llevaba días cruzando por ese mismo camino. Estaba lejos de su hogar, pasaba por allí para ver desde una ventana de un quinto piso a un gato que le llamaba la atención, este al contrario de los demás de su especie brillaba como si tuviera un halo extraño que reflejaba la luz, resaltaba en comparación con todos los demás objetos del cuarto que daba a esa ventana. La gata embelesada miraba por horas esperando que algún día el felino de su devoción se acercara a ella, no obstante, no pasaba; aquel gato era inamovible, jamás en los meses que la gata había estado postrada en el alfeizar él la había mirado, se quedaba allí, estático como una fotografía que brillaba con luz propia.

La gata con las semanas se cansaba del desinterés de aquel gato de sus sueños, decidió por instinto no regresar en un mes a ese, su lugar de contemplación creyó que lograría que la extrañara. Se equivocó.

Pasado un mes exacto, regresó. Encontró la ventana por primera vez abierta, unas cortinas roídas por el polvo y las polillas se desparramaban hacía afuera

hasta el quinto piso de su amado, luego de evadir las desdichadas cortinas, bajó al umbral de la ventana, en el interior de ese lugar todo parecía un extraño espacio desordenado, con un olor en el aire que la atraía, había percibido ese aroma antes, era el olor a la carne de varios días. Le fascinaba.

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al ritmo del aire que nunca había entrado a ese lugar. La gata presurosa escaló

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Al llegar a la única mesa que el cuarto le ofrecía y donde sabía que estaba su amado gato, de un salto llegó a la cima. Ahí estaba el felino de su ensoñación, tan hermoso y brillante como siempre lo había sido, de un negro intenso y viendo en dirección opuesta a él. Ella se acercó, algo estaba mal, ni siquiera con su presencia el gato se perturbaba; su amado no tenía olor alguno; no tenía ojos que la vieran o ella pudiera ver; no tenía boca.

Al contrario de cualquier gato este tenía una forma más compleja para la gata, parecía aquellos objetos que le encantaba tirar de las mesas de su amo y que hacían un sonido hipnótico al volverse en el suelo cientos de pedazos del mismo color. Creyó por un momento que dentro de ese objeto estaba atrapado su amado, sin embargo, después de olfatearlo y lamerlo desde todos los puntos existentes, se resignó.

Aquel gato no era un gato, era un espejismo de un material frágil, un gatovaso que había jugado con su amor durante meses. La gata levantó su pata y arrojó desde la mesa a su falso amado para ver y escuchar cómo se quebraba en el suelo, pero no sonó, el gato-vaso había caído sobre algo suave, la gata bajó a inspeccionar que había detenido su ira. Un humano yacía bajo aquella mesa, inmóvil, su olor era de carne descompuesta, llevaba meses allí,

largo rato, maulló esperando respuesta de ese hombre, no la hubo. Dio media vuelta y regresó por aquella ventana. Antes de salir solo hubo una pregunta en su cabeza, si ese humano estaba muerto ¿Quién abrió la ventana? Giró su cabeza para contemplar una última vez esa escena impropia. El gato-vaso ya no estaba allí, solo los ojos vacíos de un hombre que veía aquella ventana sin verla realmente.

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esperando quizá que algún otro humano lo encontrara. La gata lo observó un

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SAMSARA

Estaba solo en su hogar diluyendo su pensamiento entre los objetos que recordaba y los que tenía la certeza de no haber visto nunca y estaban ahí; no creyó que hubiese un ladrón inverso que en vez de arrebatarle todo, le llevara cosas; tal vez un Robin Hood de una época moderna perdido en los delirios que solo una mente enferma causaría. Era imposible.

Se sentó en su sofá, sentía que era su sofá; seguía recorriendo con la mirada toda la estancia que estaba repleta de estantes, libros, instrumentos musicales, ciertas plantas e insectos disecados en un escritorio, entre otras cosas que pululaban en su mente; era como si alguien más hubiese estado viviendo allí, no obstante, vivía solo.

Lo que había empezado como un malestar menor, la incertidumbre de habitar un lugar desconocido y al mismo tiempo desbordado de recuerdos, se convirtió en un ligero dolor de cabeza. Se levantó con pesadumbre, intentado acordarse de qué podría haber pasado el día de ayer, pero no venían a su

hipocampo; fue a su cocina, o a la cocina de ese otro que habitaba allí con él; quizá se escondía en las paredes o bajo el piso; algo poco probable, vivía en un séptimo piso de un edificio de departamentos, varios por cada piso. La pesadumbre se había transformado en terror, algo no estaba bien, algo no se escuchaba bien cuando lo decía en voz alta: ¿cuánto tiempo llevo viviendo

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mente más que imágenes de ese día, ninguna reminiscencia se anidaba en su

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aquí? Por sus dilaciones mentales se cruzó la idea de que él fuese el intruso, y si alguien más vivía allí y él invadía en su lugar; y si ¿Él era el loco?

El ligero dolor de cabeza se convirtió en una jaqueca insoportable, punzadas en sus sienes lo hacían doblarse poco, sentía como si una mano invisible estrujara con fuerza su cerebro. Agarró de encima de su refrigerado un frasco de pastillas para la migraña; tomó cuatro esperando que el sufrimiento se disipara. Salió de la cocina y se recostó de nuevo en el sofá. Seguía sintiendo que algo estaba distante en sus recuerdos, el dolor de cabeza no lo dejaba pensar con claridad.

Antes de darse cuenta se había quedado dormido. Al despertar un dolor más intenso que el de horas antes lo hizo gritar, fue como si una granada hubiese explotado en sus oídos y el sonido lo hubiese partido a la mitad. Se puso en pie con mucha dificultad, el dolor lo hizo arrodillarse y tomarse la cabeza, creyó por un instante que su cabeza estallaría en medio de la estancia, esa estancia que aun creía que no era suya. Ese dolor fue tan fuerte que le hizo perder la conciencia.

Esa noche había perdido la memoria. No fue un golpe. No era la primera vez

Lucas, quizá algún Diego u otro Camilo, que empezará su día dudando de su existencia como dueño de ese lugar, tan suyo como impropio. Tan distante a su vida, pero parte de su existencia de vida, muerte y resurrección, un ciclo interminable de sufrimiento.

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que reiniciaba su día como un hombre nuevo, quizá esta vez sería Juan, o

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GIANNI RODARI

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