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Rables

Una chica que aparecía misteriosamente muerta, un grupo de jóvenes que se rebelaba contra el sistema, una mujer de mediana edad que buscaba hacer justicia...

En los últimos años seguro has visto -o probablemente empezado a ver- series que hoy se te mezclan, que te cuesta desbloquearlas de algún rincón de tu memoria y que obviamente no tienes ni idea de en qué plataforma o canal se emitieron.

Pues eso que te ocurre como espectador parece por fin haberse convertido en un problema para la industria, que ahora destaca como uno de los mayores desafíos la necesidad de subir la calidad de lo que se está produciendo en idioma español.

Y como autocrítica es bastante nueva. Cuando por ejemplo en septiembre, en la última edición de Iberseries & Platino Industria, desde Cveintiuno preguntamos sobre la falta de carácter del grueso de las series premium de habla hispana, en general las respuestas fueron, si no de negación, muy cautas y medidas. Solo algunos guionistas y creadores, como los españoles Rodrigo Sorogoyen, Isabel Peña o Ana Rujas se animaron entonces a manifestar públicamente su preocupación ante “los productos efímeros” o las historias “sin mucha cabeza” que estaban logrando llegar hasta la pantalla.

¿Cómo se llegó a ese punto? Por un lado, la necesidad voraz de contenido de los streamers implicó acelerar procesos para engordar catálogo y cumplir con calendarios de estrenos continuos.

“El exceso de estrenos empezó a vulgarizar mucho el producto”, afirma José Manuel Lorenzo, presidente de la productora española DLO Producciones (‘El Inmortal’, ‘La caza’), parte de Banijay. “No hay tiempo para detenerse lo suficiente en el cuidado de la historia y de los guiones, ni para formar equipos creativos y técnicos. Y todo eso se ve en el resultado final”.

Pero existe un factor más profundo que varios productores están animándose a sacar a la luz: los equipos de desarrollo de las plataformas.

Así como el algoritmo te propone ver más docuseries deportivas porque te gustó ‘The Last Dance’, también parece haber llevado a los streamers a pedir más de los títulos que les funcionaron.

“Funciona un esquema de haber mezclado A con B, y entonces todos vamos a mezclar A con B. Y perdemos de vista que si ese maridaje funcionó fue porque a lo mejor en ese momento se estaba mezclando C con D. Eso pasa siempre: agotamos la fórmula”, analiza José Ignacio “Chascas” Valenzuela, creador de la serie de Netflix ‘¿Quién mató a Sara?’, que justamente entra en el puñado de historias en español que sí han logrado calar en la audiencia en los últimos años. Podríamos también incluir ahí títulos como la española ‘Veneno’ (Atresplayer Premium), la colombiana ‘Pálpito’ (Netflix) o la argentina ‘Santa Evita’ (Star+).

alguien que sabe lo que está haciendo. Ese es el mayor riesgo que tenemos a futuro”.

Sin embargo, un poco por convicción y otro poco por obligación del mercado, parece que los días en que se daba luz verde a proyectos olvidables están llegando a su fin.

“Estamos asistiendo a dos fenómenos”, resume Sydney Borjas, CEO de la agencia de gestión de IPs literarios Scenic Rights, al analizar la parte de obligación. “Una crisis económica global con unos tipos de intereses no vistos en décadas, lo cual hace la inversión más conservadora, y un proceso de fusiones y absorciones que genera nuevas formas de ver en los players. En esta etapa de reacomodo, muchos proyectos sufren. Y la evidencia nos dice que se quiere producir menos y mejor”.

Y los ejecutivos con convicción también existen. “Mi gran ese se la or

Para el guionista chileno, el gran desafío hoy es “no engolosinarnos con el éxito”.

Y ese A+B no es una mera manera de hablar. Cada vez más guionistas están alzando la voz en contra de feedbacks impulsados por cuotas o parámetros absurdos.

“Me han llegado a preguntar qué porcentaje de drama y cuánto de comedia tenía mi dramedy, o a decir que mi guion podía tener 2,5 muertes por capítulo. ¡¿Cómo se hace esa media muerte?!”, se pregunta irónico el mexicano Ricardo Coeto, de BTF Media.

Otra veterana productora de México añade que la llegada de los streamers a una industria poco desarrollada en Latinoamérica los obligó a buscar ejecutivos en donde fuera, muchas veces en áreas ajenas al contenido o incluso en industrias diferentes. “Yo he visto de primera mano cómo una joya se echa a perder por un mal ejecutivo de desarrollo. Como productor, hoy ruegas que te toque jg preocupación cuando me levanto por la mañana es cómo reinventarnos. Cómo entre todos seguimos haciendo cosas que realmente merezcan la pena”, confiesa Domingo Corral, director de Ficción y Entretenimiento Original de la española Movistar Plus+. “La tentación es seguir haciendo más de lo que te ha salido bien. Pero eso a la larga te conduce a la irrelevancia, si no al fracaso”.

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