La foto más antigua que se conserva –captada por Nicéphore Niépce en 1826, es retomada por Joan Fontcuberta y Andreas Müller Pohle un siglo y medio más tarde. Vicente Guijosa hace la propuesta de una "exposición temporal" en que los propios espectadores podrían revelar y fijar a su gusto, o incluso dejar desaparecer, las imágenes latentes que colgarían en las paredes de una hipotética galería. Mark Durden reflexiona sobre el concepto que es el emblema de la obra de Henri Cartier-Bressson: el instante decisivo. Hiromi Tsuchida hace el inventario fotográfico de los objetos que fueron testigos de lo sucedido el 6 de agosto de 1945, en que fue lanzada sobre Hiroshima la primer bomba atómica.