Boletín Informativo Nº 43
Enero 2007
Cáritas Diocesana de Valladolid Trabajamos por la justicia
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La pobreza es una realidad con muchas caras y un fenómeno a veces difícil de entender y de explicar; especialmente en las sociedades ricas y con coberturas sociales. Una pregunta que nos hacemos muchos: ¿por qué hay pobres en los países ricos y sistemas sociales de protección adecuados? ¿Cuáles son las grietas por las que se genera la pobreza en la sociedad en la que vivimos? ¿A qué se debe tanta persistencia? La estructura social que para algunos individuos se manifiesta como injusta, los problemas de desestructuración personal y familiar, las situaciones de precariedad prolongadas en el tiempo, la pobreza heredada, son causas que actúan como fuentes de la pobreza entre nosotros; al menos esto es lo que clásicamente se dice. Pero hay algo sobre lo que quiero profundizar y transmitir y no es otra cosa que las consecuencias funestas y desastrosas que el fracaso del sistema educativo está teniendo sobre los índices de pobreza y exclusión social. El fracaso escolar, o más bien el fracaso del sistema educativo (con un 33% de alumnos que no supera la Educación Secundaria), constituye una quiebra del derecho a la educación. Una quiebra que es casi imposible remontar a lo largo de la vida. El fracaso escolar constituye, junto con la desestructuración personal y familiar, la puerta grande para entrar en la exclusión social, en la marginalidad y en la pobreza. Es una plaga de nuestros días. ¿Qué hacer? Entiendo que estamos ante un mal evitable. La enseñanza como transmisión de saberes objetivos debe dar paso a la educación como un acompañar a la persona en su proceso de maduración y de incorporación a la sociedad. “Enseñar al que no sabe” es mucho más que una obra de misericordia cuando hablamos de derechos fundamentales de la persona, especialmente con los miembros más vulnerables de nuestra sociedad. La formación y la educación es la mejor garantía de lucha contra la pobreza y la exclusión social. CARITAS DIOCESANA DE VALLADOLID realiza una apuesta generosa en este campo, desde las acciones del estudio asistido en las parroquias llevadas por voluntarios hasta los programas de Garantía Social y de Formación para la Integración por el empleo, pasando por cuidar la dimensión educativa del resto de acciones que se desarrollan mediante procesos de acompañamiento personal o itinerarios personalizados. Invertir en educación y formación es prevenir y evitar pobreza.