Boletín Informativo Nº 59
Diciembre 2008
Cáritas Diocesana de Valladolid Trabajamos por la justicia
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En la nota final de la última reunión de la plenaria de la Conferencia Episcopal leemos lo siguiente: “es el momento de reflexionar sobre los orígenes morales de la crisis, examinando si el relativismo moral no ha fomentado conductas no orientadas por criterios objetivos de servicio al bien común y al interés general; si la vida económica no se ha visto dominada por la avaricia de la ganancia rápida y desproporcionada a los bienes producidos; si el derroche y la ostentación, privada y pública, no han sido presentados con demasiada frecuencia como supuesta prueba de efectividad económica y social”. Mucha verdad hay en este comentario: nos tenemos que preguntar por los orígenes morales de la crisis socio económica que estamos viviendo a nivel mundial. Una economía puesta al servicio de la persona y de sus necesidades tiene que tener una orientación y unas consecuencias bien distintas de una economía puesta al servicio de la especulación financiera y la avaricia desbocada. Algo, o mucho, se habrá hecho mal para llegar a esta situación. Y algo, o mucho, se habrá hecho mal mirando también en las intenciones profundas de las personas que mueven más decididamente los hilos de la economía mundial. Es preciso volver a hablar de destino universal de los bienes, de satisfacción universal de necesidades primarias, de objetivos del milenio, de dignidad humana y derechos económicos y sociales para todos, de igualdad efectiva dentro de las sociedades. Para ello se precisa un nuevo talante con opciones y valores, personas diferentes con valores renovados. Es preciso un esfuerzo colectivo de búsqueda de una sociedad más justa y fraterna, que rechace la fatalidad de la miseria. No a todos va a afectar la crisis de la misma manera ni de la misma intensidad, por eso urge no solo la solidaridad y el apoyo mutuo, sino también la reflexión sobre el modelo socioeconómico desde una perspectiva global, es decir, para todos y cada uno de los seis mil millones de personas que estamos en el planeta tierra. No ir por estos caminos es provocar que la situación de crisis afecte a los mismos de siempre, lo que siempre les ha tocado poner los brazos para los trabajos más duros y las espaldas para llevar lo más pesado. La lucha por la igualdad efectiva, incluso en el seno de las sociedades ricas, es un reto insoslayable. No ir por estos caminos es provocar que la situación se vuelva a repetir o se agrave progresivamente con el paso del tiempo.