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YODO no YOLO

Luz Del Carmen Casta Eda

Hoy en día es muy común escuchar entre los jóvenes que basan su filosofía de vida en hacer cosas increíbles o disfrutar su momento al máximo como si no hubiera un mañana. Incluso, usan la frase “vale más la pena pedir perdón que pedir permiso”, de modo que vale más la pena el momento vivido, contar con la experiencia de estar buscando “quién te deje hacerlo o que simplemente no te dejen hacerlo”.

Si conocemos la historia, en la antigua Grecia surgen diversas corrientes filosóficas en busca de la felicidad del hombre desde diferentes ejercicios que le permitan maximizar su experiencia en la vida al ser feliz. Una de estas prácticas es llamada “epicureísmo”, la cual basa su felicidad en el rechazo del dolor y la búsqueda del placer, ya que el hombre por naturaleza busca lo que le agrada y se aleja de lo que lo daña, por tanto el placer es bueno y el dolor malo. Entonces las cosas que hacen eran siempre en busca de placeres, pero es muy bien sabido que su exceso produce dolor, por ejemplo: tomar alcohol no es malo ni bueno, excederse en su consumo es placentero y sin embargo, después de llega la cruda la cual nos causa un dolor terrible a causa del abuso.

Podríamos pensar que no tiene sentido perseguir placeres para después sufrir porque padeceremos dolor. Pero hay algunos dolores que valen la pena, por ejemplo: tomar un helado en un día caluroso no se equipara a aprender un nuevo idioma. Tener una escala de dolores en cuanto al placer, consiste en la intensidad y duración del mismo para ser considerado superior a otros. Esto es lo que los epicureístas afirmaban, no es vivir según los placeres sino que es necesario tomar los mejores placeres. No es cualquier placer como lo propone el YOLO, sino el que valga más la pena.

Por otro lado la escuela helenística del Estoicismo vive bajo la máxima: Carpediem, la cual nos puede sonar muy similar al YOLO. La diferencia radica en que YOLO es hacer mayor número de cosas en un día, en cambio Carpediem es aprovechar el día al máximo. En concreto, el estóico va a disfrutar del día haciendo lo que debe en el momento que debe hacerlo. Es más parecido a lo que conocemos como mindfulness, esa capacidad de concentrarte en lo que haces mientras lo haces, evitando distracciones.

Ahora bien, si cambiamos una sola letra de YOLO a YODO, no como en los videojuegos en donde tenemos muchas vidas, por lo que no importa cuántas veces mueres, siempre puedes volver a empezar. Como vemos, la vida real no tiene muchas vidas, sino una sola. Cuando nosotros comenzamos a ver el transcurso de nuestra vida, nos damos cuenta que está acechada por un final: la muerte. Cuando vemos el final nos ponemos sombríos y sobrios, cambia la perspectiva de nuestros días: ahora todo tiene un peso. La muerte da significado a lo que hoy vivimos para que deje huella siempre, que trascienda. Es por eso que en CAFE&co. proponemos YODO: you only die once (solamente mueres una vez). Si solo tienes una oportunidad de vivir ¿cómo la vivirías?

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