Londres: Archipiélago de Hormigón José M. de Andrés
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Londres: Archipiélago de Hormigón
Contenidos
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CONTENIDOS
Prólogo: el debate en torno a Grenfell Tower ¿Quién mató a Robin Hood Gardens?
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Caída y resurreción de los condensadores sociales: Trellick Tower y Balfron Tower 8 Instrucciones de movilización: Aylesbury Estate
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Reprogramar el zigurat consumista: Brunswick Centre Infiltrado en el corazón financiero: Barbican Centre Epílogo: Protocolos de subversión. Un manifiesto Brutalista retroactivo Bibliografía
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-Prólogo-
El debate en torno a Grenfell Tower El incendio de Grenfell Tower, la madrugada del 14 de Junio de 2017, ha despertado en la opinión pública británica un intenso debate acerca del envejecimiento y rehabilitación del patrimonio habitacional moderno. La rehabilitación de la torre, mediante la adición de una nueva fachada composite de aluminio y plástico, es en gran medida responsable de la terrible propagación del incendio que acabó con la vida de más de setenta personas. Una de las razones alegadas por los arquitectos para la colocación del nuevo sistema de fachada fue “mejorar las vistas de unas viviendas de lujo cercanas”1 y todo ello mediante sistemas de bajo coste que no cumplían con la normativa anti-incendios. El caso de Grenfell Tower, es la punta de iceberg de un fenómeno que afecta extensivamente al ámbito urbano Londinense. Los grandes desarrollos brutalistas, relacionados con las grandes políticas de vivienda social de posguerra, conocidos como estates, están cerca de cumplir medio siglo. En la mayoría de casos la precariedad constructiva que los alumbró está comenzando a pasar factura a sus habitantes. Estos problemas constructivos, unidos a la marginalidad social de muchos de estos desarrollos y su aparente feísmo les ha valido durante décadas la enemistad de los medios de opinión y de ciertos grupos tradicionalistas que los utilizan como argumento contra la arquitectura moderna y sus políticas sociales a gran escala. Al mismo tiempo que los flujos del capital global alimentan la construcción de viviendas de lujo a un ritmo desenfrenado, la capital británica se enfrenta a la mayor crisis habitacional desde la posguerra. Al envejecimiento del parque de vivienda se unen los efectos devastadores de la falta de inversión y el incremento abusivo de los precios de la vivienda. En medio de este panorama, la arquitectura brutalista -reconocible para el gran público tanto por su lenguaje radical como por encarnar ambiciosas políticas sociales- está siendo reclamada de nuevo por ciertos sectores culturales. Nuevos libros, exposiciones y hasta artículos de merchandising han transformado ciertos edificios brutalistas en iconos urbanos. De forma paralela, desde el año 2001 las autoridades han comenzado a otorgar protección patrimonial a muchos de estos ejemplos, reconociendo su valor al mismo nivel que otros monumentos históricos consolidados. Según el teórico de la arquitectura Kenneth Frampton, el término “Neo-Brutalista” fue empleado por primera vez por Hans Asplund, hijo del célebre Gunnar Asplund, para describir una vivienda que estaba construyendo en Upsala, en una carta de 1950 a su amigo Eric de Maré.
Prólogo: El debate en torno a Grenfell Tower
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0.1 Alzado de Villa Goth en Upsala, obra de Hans Asplund. Primera obra denominada Brutalista.
0.2 Unitè d’habitation de Marsella de Le Corbusier. La “matiere brut” se convierte en uno de los rasgos de este -ismo.
0.3 Berlin: A Green Archipelago de O. M. Ungers ofrece una base teórica sobre el repliegue de lo urbano hacia islas autónomas.
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Dicha carta, publicada en 1956 en la revista británica Architectural Review, fue el detonante de un nuevo concepto en cuyo desarrollo intervinieron los arquitectos Alison y Peter Smithson, el fotógrafo Nigel Henderson, o el escultor Paolo Paolozzi. Sin embargo, fue el crítico de arquitectura Reyner Banham el que, en un artículo para Architectural Review denominado New Brutalism: Ethic or Aesthetic? Sentó la base conceptual de este nuevo –ismo en base a los “matieres brut” de Le Corbusier. Banham afirmaba que para ser Brutalista, un edificio debe reunir tres requisitos: “la exposición nítida de la estructura, la valoración de los materiales sin manipular y la perdurabilidad como imagen”. El anuncio de derribo de los Robin Hood Garden, que pretendía poner fin al largo abandono al que esta comunidad había sido sometida por parte de las autoridades locales, fue el punto de partida de un acalorado debate público sobre si es pertinente rehabilitar o derribar estos casos. Tras la intervención pública de sir Richard Rogers en el debate, el mundo de la arquitectura y el diseño ha cerrado filas en torno a la protección de este y otros iconos de la arquitectura brutalista, lo que parece que ha inclinado la balanza por la protección y rehabilitación de estos complejos. La mayor dificultad que conlleva la rehabilitación de los inmuebles es que la protección de los mismos conlleva que la reforma debe en todo caso ceñirse a los materiales y soluciones originales, lo que ofrece escasos márgenes para la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes. La unión de estos factores con la escalada alcista de los precios del alquiler amenaza con expulsar a las familias de más bajos recursos que habitan desde hace décadas estos conjuntos. En este contexto de tensiones sociales y económicas entre los habitantes de viviendas sociales y los interés económicos del sector inmobiliario, la estructura narrativa de este trabajo se organiza como un archipiélago donde la ciudad de Londres es analizada no a través del orden isotrópico de su morfología urbana, sino a través de la individualidad de ciertos ejemplos de arquitectura brutalista como los Robin Hood Gardens, Trellick Tower o Aylesbury Estate. Una de mis obsesiones personales respecto a la capital británica ha sido el descubrimiento de artefactos arquitectónicos que alojan tal variedad de servicios y programas que puede estudiarse como verdaderas ciudades. Son las cities within the city que el arquitecto berlinés Oswald Maria Ungers descubriría en su taller-manifiesto Berlin: A Green Archipelago2.
Prólogo: El debate en torno a Grenfell Tower
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Estos artefactos brutalistas son -aún a día de hoy- verdaderos contenedores sociales de la trepidante vida metropolitana londinense. Creo que el espectador contemporáneo de hoy es sensible a lo explicito y radical de las condiciones ideológicas desde las que estos ejemplares fueron concebidos. Puede que parte de la fascinación que nos causan estos artefactos provenga de lo alejadas que resultan sus políticas respecto a las lógicas y dinámicas actuales del mercado. En ese sentido, este trabajo quiere elevar estas islas de hormigón a la categoría de manifiestos urbanos, haciendo visibles sus aspiraciones, sus debilidades y sus fortalezas, con el fin de recuperar para la práctica arquitectónica contemporánea el espíritu y la ambición de algunas de las operaciones de transformación urbana y social más radicales del siglo XX.
Notas 1 “Las islas urbanas tienen una identidad acorde con su historia, estructura social y características ambientales. La ciudad como un todo está formada por la federación de todas esas entidades urbanas con diferentes estructuras desarrolladas de una manera deliberadamente antitética.” Thesis 5. The concept of the city in the city Berlin: A green archipelago. Lars Muller Publishers, Zürich, 2013
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“Sal a la calle en los peores estates y te enfrentarás a bloques de hormigón desparramados, torres brutales de gran altura y callejones oscuros que son un regalo para criminales y traficantes de drogas”. David Cameron. Primer ministro del Reino Unido
¿QUIEN MATÓ A ROBIN HOOD GARDENS?
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01 Robin Hood Gardens
Alison y Peter Smithson 1969-1972
> Localización_ Poplar, East London > Tipo_ Bloque lineal > Uso_ Vivienda Colectiva > No. Viviendas_ 213
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¿Quién mató a Robin Hood? En Agosto de 2017, tras un largo debate público el mítico conjunto de los Robin Hood Gardens, obra de los arquitectos británicos Alison y Peter Smithson, comenzó a ser derribado. Pese a años de lucha de grupos defensores del patrimonio como la Twentieth Century Society, los tribunales de apelación dictaminaron que el desarrollo no merecía protección por tratarse de un “conjunto residencial fallido”. Tras la pérdida irremediable de un referente internacional de la vivienda social cabe preguntarse: ¿Fueron los Robin Hood Gardens una “cloaca social” inhumana, como afirman sus detractores?, ¿Cuál era la opinión de sus habitantes y porqué nunca se realizó una consulta?, ¿Era el derribo la única solución? Los Robin Hood Gardens, construidos a principios de los años setenta, son un conjunto residencial situado en Poplar, al este de Londres, en el distrito de Tower Hamlets. Se componen de dos grandes bloques en zigzag enfrentados entre sí, delimitando un gran espacio verde central. Una de las mayores preocupaciones reconocibles en el proyecto es convertir el espacio central común en una pradera aislada y protegida del bullicio y la contaminación del tráfico exterior. Esto se traduce en un especial cuidado en el tratamiento de la topografía central –que surge del movimiento de tierras de los bloques- así como en el trazado de caminos o la disposición de juegos infantiles. El proyecto ha pasado a la historia de la arquitectura por la aportación del concepto de streets in the air o grandes corredores abiertos de acceso a las viviendas, que caracterizan la sección de ambos bloques de vivienda. Este concepto puede entenderse como una respuesta derivada de la calle interior de la Unitè d’habitation de Marsella, modelo de la vivienda colectiva de posguerra. Para entender las posiciones contrapuestas entre defensores de la protección del conjunto y sus detractores es pertinente tomar conciencia del contexto local en el que se inscribe el proyecto. A principios de los setenta, la zona era una degradada área industrial en decadencia. El solar, rodeado casi por completo por concurridas autopistas, había pasado de contener un asentamiento de infravivienda a alojar bloques privados de apartamentos de alquiler. La intervención se inscribe de esta manera en una política social de vivienda que busca por un lado la rehabilitación de la zona mediante la creación de comunidades de propietarios y por otro la protección de los mismos frente a las adversas condiciones del contorno. El proyecto comprendía 214 apartamentos, de los cuales 38 fueron concebidos especialmente para personas mayores y dispuestos en planta baja, y el resto eran maisonettes o apartamentos de dos pisos con distintas soluciones que iban de los 2 a los 6 dormitorios. Casi desde su inauguración, la aparición de problemas constructivos
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1.1 Streets in the Air, corredor de acceso a las viviendas en la década de los 70’.
1.2 Living. Fotogragía del interior de uno de los apartamentos
1.3 Entorno. Los servicios se disponen en el perimetro exterior para aislar del ruido las viviendas.
1.4 Lenta Agonía. Tras el debate público, las demoliciones se han reanudado.
¿Quién mató a Robin Hood?
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derivados de la escasa financiación del proyecto pusieron en duda la calidad de la intervención. Esto, unido a la presunta inseguridad generada en los corredores comunitarios extendió la imagen de los Robin Hood Gardens como un ghetto social insalubre e inhumano. El arquitecto John Furse’s quien analizó en su tesis doctoral el edificio, escribía en 1982: “El acceso al edificio está, en nuestra opinión, mal concebido: se abusa de la zona “libre de estrés”: la falta de privacidad común es una preocupación constante: las viciosas pintadas en la pared (graffiti) son difíciles de ignorar, y está indudablemente relacionado con gran parte del vandalismo sin sentido que ha destruido las instalaciones comunales. Los inquilinos no hacen uso de las cubiertas y, en consecuencia, la idea de “calle” no tiene ninguna validez fáctica ... [Nuestra] evaluación final debe ser que, socialmente, el edificio no funciona. La lúcidamente argumentada estética de Smithson falla en Robin Hood”. La opinión de Furse, junto con otros informes de expertos, estuvo en la mesa de debate de la secretaria de estado del Reino Unido, quien en la sentencia sobre Robin Hood Gardens, dictaminaba que “no ameritan ser listados por falta de interés histórico y arquitectónico’. Los defensores de la rehabilitación y conservación del conjunto insinuan que nunca se recogió la opinión de los vecinos porque estos eran más partidarios de la rehabilitación que de su realojo en nuevas viviendas. Algunos de los testimonios de residentes recogidos por las asociaciones de vecinos defendían la calidad interior de las viviendas: “¿Saben cómo llaman a este lugar por aquí? Lo llaman Alcatraz. Al menos las personas que no viven en él lo hacen. Mis amigos preguntan ‘¿Cómo puedes vivir allí?’, Pero no pueden creer lo bueno que es adentro”. “No me gusta mucho el exterior, pero una vez que entras en tu propio apartamento, es realmente muy agradable. Tienes aire fresco en la parte delantera y trasera, ya sea en la terraza de la calle o en los balcones”. Tras el derribo del bloque sur a comienzos de 2017, las operaciones de derribos fueron paralizadas temporalmente hasta que los tribunales se pronunciaran en firme. En noviembre de ese mismo año, la confirmación del no enlistamiento de Robin Hood Gardens supuso la reanudación de los trabajos de derribo del bloque norte.
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El museo Victoria & Albert anunció en Noviembre de 2017 la compra de una sección de tres plantas del bloque norte para ser preservada y, eventualmente, expuesta. Finalmente, parece que un pedazo de los Robin Hood Gardens, en forma de cápsula social de hormigón, perdurará para recordar a las generaciones futuras que hubo un tiempo en que los arquitectos perseguían construir una sociedad más justa. Hoy, parece que la vivienda social solo tiene cabida en los museos y que, como afirma Reiner de Graaf, el siglo XX solo fué una anomalía, un error que algunos se esfuerzan en borrar de la ciudad. 1.5 Espacio Negativo. Aspecto del bloque norte tras la compra de una sección por el museo V&A.
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CAÍDA Y RESURRECCIÓN DE LOS GRANDES CONDENSADORES SOCIALES
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02 Trellick Tower
Erno Goldfinger 1966-1972
> Localización_ Kensal Town > Tipo_ Torre (98 m alt.) > Uso_ Vivienda Colectiva > No. Viviendas_ 217
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Caída y resurreción de los condensadores sociales: Trellick Tower A poca distancia de Robin Hood Gardens, en Poplar, se levanta la icónica Balfron Tower, obra del arquitecto húngaro Erno Goldfinger. Su reconocible silueta, que se ha ganado un sitio en el imaginario popular londinense, es prácticamente gemela a la de su hermano occidental: Trellick Tower. Trellick Tower constituye con sus 31 plantas un auténtico hito urbano del barrio de Kensal Town, cercano al turístico Notting Hill. Está compuesta por una esbelta torre de comunicaciones y servicios conectada mediante pasarelas con el cuerpo principal de viviendas cada tres alturas. En total, alojaba 214 viviendas sociales de propiedad municipal, de las cuales una pequeña parte ha sido transformado en propiedades privadas. La idea del arquitecto era que el edificio dispusiera de servicios comunes como lavandería o guardería para maximizar el espacio interior de la vivienda, reducir gastos y fomentar la cohesión comunitaria. Sin embargo el ayuntamiento del Gran Londres modificó los planes del arquitecto una vez habían sido aprobados y esos servicios comunitarios nunca llegaron a estar operativos. De igual manera, tampoco se dispuso un portero que cuidase del edificio y controlase la entrada de viandantes, tal y como exigió Erno Goldfinger. Tras su inauguración en 1972, los nuevos inquilinos, beneficiarios de políticas sociales, experimentaron una gran excitación por habitar un inmueble futurista tan distinto a todo lo que habían conocido. Sin embargo, pronto la fascinación inicial se disipó. La ausencia de controles fomentó que las zonas comunes del edificio se convirtieran en un foco de delincuencia y marginalidad. La concatenación de rincones y recovecos que conforman los corredores de acceso a las viviendas se convirtieron en los puntos de referencia de drogo-adictos y narcotraficantes locales para el tráfico y consumo de drogas. Tras esto, las situaciones de inseguridad fueron en aumento, hasta el punto que durante los ochenta se reportaron decenas de ataques, robos y hasta violaciones. Todo esto cambió cuando en 1984 los vecinos, cansados de la inacción municipal, decidieron constituir una nueva asociación vecinal y pasar a la acción. El trabajo y la determinación de los vecinos lograron que a lo largo de la segunda mitad de los ochenta las condiciones de vida en Trellick Tower fueran mejorando sensiblemente. Se contrató a un conserje, se instaló un sistema de portero automático en todas las viviendas y se renovaron por completo todas las instalaciones eléctricas y de fontanería del inmueble. Igualmente, la aprobación del right to buy o derecho de
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2.1 Hito urbano, Trellick Tower destaca sobre el skyline de Kensal Town.
2.2 Torre de Comunicaciones, el núcleo de ascensor y escaleras se convierte en un cuerpo escultórico segregado.
2.3 Zonas Comunes, el núcleo de ascensor y escaleras se convierte en un cuerpo escultórico segregado.
2.4 Habitación de Molly, la altura y las grandes ventanas de Trellick Tower ofrecen un raro privilegio: ver sin ser visto.
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compra del inmueble arrendado supuso la transformación de muchos inquilinos en propietarios y por tanto estrechó aún más los vínculos de los vecinos con su edificio. Quizás esta historia de reivindicación y lucha comunitaria ha provocado que los habitantes de Trellick Tower cierren filas en torno a la defensa de su inmueble como hito urbano. Frente al desprecio de los habitantes del west end londinense, quienes identifican –en línea con la obra High Rise de J. C. Ballard- la torre con una perversa colmena social sus habitantes han defendido su carácter singular y monumental. Molly, de diecinueve años, ha vivido toda su vida en el edificio y se siente realmente orgullosa de él. “Veo gente mirándolo y me siento celosa de algún modo”, confesaba a los reporteros de BBC news, “Quiero ver Trellick Tower por primera vez para sentir el impacto de ella, su sombra”. Tras descender a los infiernos de la marginalidad, Trellick Tower es un ejemplo exitoso de cómo la acción organizada de los habitantes puede restituir las aspiraciones originales de la arquitectura. En un contexto global de desmantelamiento de las políticas públicas de vivienda e inversión social, la comunidad ha demostrado como actuar en los puntos ciegos de las políticas municipales y estatales, señalando a las autoridades cuales son las prioridades sociales que deben ser afrontadas. Quizás el indicador más significativo del éxito de la rehabilitación de esta comunidad es el desorbitado precio que han alcanzado estas viviendas en el mercado libre, llegando a superar la desorbitada cifra de medio millón de libras por un apartamento de dos dormitorios. La lista de objetos de merchandising de que reproducen la silueta del edificio es casi infinita: camisetas, recortables, bolsas de tela, etc. Trellick Tower está de moda, y su imagen se ha convertido en una mercancía que encarna un modo de vida urbana diferente al rígido arquetipo pequeño burgués de la terraced house. Queda por ver si los agentes que intervenimos en el debate urbano, logramos asumir la lección de Trellick Tower sin caer en la fascinación de su fetiche.
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2.5 Comunidad. Molly ejerce de peluquera entre sus vecinos. Sean, de 52 años, lleva más de 30 años viviendo en el edificio y lo ha visto pasar por tiempos difíciles.
2.6 Private pioneers. Patrick y Gilles son una pareja de diseñadores que compraron y reformaron uno de los pocos apartamentos privados de Trellick Tower.
2.7 Fashionable living. La experiencia de Patrick y Gilles, publicada en diversas plataformas y revistas, ha despertado el interés por el edificio entre la comunidad artística.
“Veinticinco años después de la caída del Muro de Berlín, es como si una gran parte del siglo XX nunca hubiera sucedido. [...] Todo un período ha sido borrado de la conciencia pública, casi como un fotograma en blanco en una película”. Reiner de Graaf. Partner of OMA
PROTOCOLOS DE MOVILIZACIÓN
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03 Aylesbury Estate
Hans Peter Trenton 1963-1977
> Localización_ Walworth, Southwark > Tipo_ Bloque lineal > Uso_ Vivienda Colectiva > No. Viviendas_ 2704
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Protocolos de movilización: Aylesbury Estate “Estas viviendas han sido abandonadas por las administraciones locales de Southwark, que intentan hacer con los hogares del Aylesbury lo mismo que hemos sufrido ya en el caso del Heygate Estate; el desahucio de los residentes y la destrucción de la comunidad del barrio para derribar los bloques de edificios y construir apartamentos de alto coste. Repoblemos Aylesbury Estate Arreglemos los apartamentos El ayuntamiento no dudará en emprender acciones legales para echarnos pronto de aquí. Este es el tercer bloque de edificio que hemos recuperado por ahora.” Con este contundente mensaje, rotulado en inglés, francés y español, la asociación Fight for the Aylesbury llamaba a la ocupación de bloques de viviendas como única manera de frenar los planes de derribo del conjunto. Construido entre 1967 y 1977, Aylesbury Estate es un desarrollo urbano inusualmente grande dentro del panorama británico. Situado en Walworth, en el distrito londinense de Southwark, se componía de 60 bloques conectados con pasarelas peatonales, sumando un total de más de 2700 viviendas. El crítico de la arquitectura Nikolaus Pevsner definió el conjunto como “uno de los más notables productos de la industrialización en construcción”, apto “solo para aquellos que disfrutan siendo aturdidos por las impersonales creaciones megalómanas de mediados del siglo XX”. Pese a que no hay cifras oficiales exactas sobre cuantas personas llegaron a habitar este desarrollo, las estimaciones arrojan cifras de entre 7000 a 10000 habitantes, lo que confirma que se trataría de uno de los complejos habitacionales más grandes de Europa. Esta condición de la macro-escala y de proyecto fallido explica el potente carácter político que caracteriza el Aylesbury. No es casual que en su discurso inagural como primer ministro del Reino Unido, el laborista Tony Blair, escogiera esta comunidad para mandar un contundente mensaje a los que calificaba como “la gente olvidada”:
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3.1 Apoteosis del Bloque, Aylesbury se compone de grandes bloques galería lineales y viviendas en hilera.
3.2 Inseguridad, los espacios comunes se entienden como el negativo de la forma construida, lo que dificulta su control y diseño.
3.3 Conexiones, frente a la estrategia de acotar espacios tradicional, Aylesbury conecta diferentes zonas y edificios mediante rampas, pasarelas y galerías de hormigón.
3.4 Gentrificación, el plan municipal pasa por la venta de los terrenos para la construcción de nuevas viviendas.
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“Hay comunidades donde la mayor fuente de empleo es la industria de las drogas, donde todo lo que queda de las grandes esperanza del planeamiento de posguerra es el hormigón abandonado” Tras el hechizo inicial de estas palabras las autoridades locales presentaron un proyecto para le rehabilitación del barrio que incluía el derribo de los bloques, la construcción de nuevas viviendas privadas y el traspaso de su propiedad y su gestión a la empresa Horizon Housing Group. En el año 2001, momento álgido de las políticas laboristas, el plan fue sometido a votación popular suponiendo que los vecinos lo apoyarían mayoritariamente. Sin embargo, la acción conjunta de diversas organizaciones vecinales difundió la idea de que el proyecto era un plan gentrificador enmascarado, que expulsaría a todos los habitantes que no pudieran asumir el previsible aumento de las rentas. En un alarde de dramatismo político, los denunciantes acuñaron el término “limpieza social” para referirse a esta propuesta. El éxito de la movilización vecinal se tradujo en un mayoritario “no” al proyecto, apoyado por tres cuartas partes de los vecinos de Aylesbury. Cuatro años más tarde, en 2005, el consistorio local reanudó unilateralmente los planes de derribo desoyendo el mandato refrendado, forzando a muchos propietarios a vender sus viviendas por aproximadamente una cuarta parte de su valor real de mercado, desmantelando comunidades con décadas a sus espaldas. Esto finalmente está forzando a sus propietarios a buscar nuevo alojamiento lejos de allí, donde los precios les impedían el acceso real a una vivienda. La posición oficial afirmaba que el estado constructivo de los bloques era insostenible, que el sistema de calefacción se averiaba constantemente y que la cubierta plana de los bloques era sencillamente irreparable. Sin embargo, la asociación Fight for the Aylesbury que aglutina propietarios, arrendatarios, inquilinos y okupas, discrepa del diagnóstico municipal y llama a la ocupación de los edificios y su rehabilitación como único modo de parar los desahucios y planes de derribo. Desde el año 2015, se han tomado tres bloques, logrando paralizar temporalmente su derribo, pero los negociadores municipales continúan ofreciendo a los propietarios y arrendatarios ofertas por su vivienda o alquileres alternativos, en una lucha puerta a puerta que no ofrece perspectivas de pronta resolución. “Pongan a los residentes al mando de los planes de regeneración” pedía Michel Heseltine en Architect’s Journal. Tras décadas de abandono y hostigamiento, cualquier proyecto arquitectónico que pretenda mediar
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en el complejo litigio de Aylesbury debe recoger la carga política y social que implica el derribo y realojo de miles de familias, especialmente cuando se amenaza la estabilidad de comunidades en riesgo de exclusión o pobreza. Una vez más, el ejemplo de Aylesbury debería de prevenir a los promotores que persiguen la fragmentación, división y mercantilización de barrios consolidados.
3.5 Falsas promesas, a la esperanza inicial le sucedió la indignación ante los proyectos Laboristas para Aylesbury. 3.6 Y mientras tanto, sobrevivir. La opinión de los vecinos se divide entre quienes solo quieren un precio justo por su vivienda y quienes desean preservar sus edificios a toda costa.
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REPROGRAMAR EL ZIGURAT CONSUMISTA
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04 Brunswick Centre
Patrick Hodgkinson 1967-1972
> Localización_ Bloomsbury, Camden > Tipo_ Zigurat > Uso_ Mixto > No. Viviendas_ 560
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Reprogramar el zigurat consumista: Brunswick Centre Diseñado por el arquitecto británico Patrik Hodgkinson a mediados de los 60 según estudios del arquitecto y director de planeamiento Leslie Martin, Brunswick es un interesante ejemplo de edificio de uso mixto donde la vivienda colectiva, el espacio público y los usos comerciales forman un todo cohesionado y complejo. Brunswick Centre se compone de dos bloques de ocho alturas aterrazados en forma de zigurat escalonado. El enfrentamiento de ambas piezas conforman un espacio abierto interior que cuenta con cines, salas de teatro, un centro comercial y una plaza en altura. El volumen exterior del edificio remarca escultóricamente el juego de terrazas escalonadas, en línea con la exacerbación estructural del Brutalismo. Otros gestos, como la entrada flaqueada por los dos torres de ventilación, remiten a modelos futuristas del arquitecto Italiano Sant’Elia. Sin embargo, su arquitecto, el recientemente fallecido Patrik Hodgkinson, afirmaba que el edificio carecía tanto de filiación Moderna como Brutalista, y que estaba más interesado por modelos georgianos como la gran Regent’s Park Terrace de John Nash (1752-1835). En este sentido, resulta llamativo que el característico tratamiento material de hormigón en bruto, seña de identidad del conjunto, no hubiera sido previsto por el arquitecto, quien desde la década de los setenta reclama el enlucido del mismo. La combinación de forma y programa en Brunswick Centre delimita un interior muy diferenciado, concebido como un organismo urbano autónomo. Su carácter comercial provee de mercancías y servicios al residencial barrio de Bloomsbury. Al mismo tiempo, potencia su carácter ajeno a la trama urbana georgiana proveyendo un modelo habitacional radicalmente moderno con 560 luminosos apartamentos. Frente a otros ejemplos analizádos, Brunswick representa un ejemplo de como la inversión privada puede completar y complementer el patrimonio moderno. En 2008, un conjunto de inversores privados promovió la reforma y actualización del gran centro comercial. Las comunidades de residentes propusieron entonces como contrapartida el enlucido de sus fachadas y la sustitución de las carpinterías exteriores. Así, el Brunswick adquirió al fin el aspecto definido por el proyecto original de Patrick Hodgkinson, el tradicional color crema de las terraced houses de Bloomsbury. The Brunswick Shopping Centre se ha convertido así en una referencia
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4.1 Dispositivos urbanos, Brunswick es un conjunto de uso mixto que contiene uno de los mayores centros comerciales y de ocio de la zona.
4.2 Plaza interior, Brunswick se organiza en torno a un espacio interior elevado que aporta luz también el espacio comercial.
4.3 Recorriendo el zigurat. Los corredores de acceso a la vivienda ofrecen una dramática promenade donde se exhibe la estructura de hormigón.
4.4 El apartamento moderno. se contrapone a los valores de estratificación y jerarquía de la terraced house del entorno tradicional.
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para toda la zona, así como una de los focos de actividad y encuentro más concurridos de Bloomsbury. El éxito de la operación se traduce en la más que notable revalorización de las viviendas del conjunto, que han pasado de estar vinculadas a “un cascarón frío y gris” a formar parte de uno de los núcleos más vitales del centro de Londres. Brunswick es, en definitiva, todo un manifiesto en sí mismo de las posibilidades del uso mixto.
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INFILTRADO EN EL CORAZÓN FINANCIERO
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05 Barbican Estate
Chamberlin, Powell & Bon 1965-1976
> Localización_ the City of London > Tipo_ Bloque lineal + Torre > Uso_ Mixto > No. Viviendas_ 2014
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Infiltrado en el corazón financiero: Barbican Estate Durante la Segunda Guerra Mundial, la City of London, núcleo histórico y popular de la sociedad londinense, fue bombardeado intensivamente por la Luftwaffe alemana con el objetivo de provocar un levantamiento popular contra las élites aristocráticas de Westminster. En el transcurso de los bombardeos, la zona norte de la City, conocida como Barbican -en alusión a una barbacana o puerta fortificada de origen romano - fue totalmente reducida a escombros. A principios de los cincuenta, la City londinense comenzaba a padecer una aguda crisis poblacional provocada por la pujanza del sector financiero y la escasez de vivienda, lo que impedía a la inmensa mayoría de londinense residir en esa parte de la ciudad. En este sentido, las autoridades locales quisieron aprovechar la oportunidad que el desarrollo vacío urbano de Barbican ofrecía para atraer nueva población a la City. Los arquitectos Chamberlin, Powell y Bon, que habían saltado a la fama con la construcción del influyente Golden Lane, propusieron maximizar la operación mediante la construcción de 3 torres en altura combinadas con 13 bloques lineares y viviendas en hilera. Influidos tanto por la recién construida Unitè d’Habitation de Marsella como por los ideales de la ciudad jardín de E. Howard, los arquitectos propusieron la generación de un microcosmos de hormigón donde todas las viviendas se dispusieran en torno a espacios comunes. Con la idea de atraer a un tipo de comprador específico (culto, civilizado y abiertamente consumista) el desarrollo incluye, salas de conciertos, un teatro, un centro comercial, parking subterráneo, jardines privados, lagos con fuentes y cascadas y hasta un invernadero. Los bloques están conectados entre sí mediante un doble sistema: un podio horizontal o plataforma elevada de la calle y un sistema de puentes y pasarelas peatonales. La combinación de ambos sistemas genera una isla urbana peatonal completamente libre de vehículos, donde la segregación del tráfico rodado y peatonal favorece aún más la lectura del desarrollo como una parte autónoma y singular de la ciudad. En esta línea, la aparición de un lago y grandes jardines comunitarios, inexistentes en esta parte de Londres, constituye un auténtico acontecimiento urbano sorprendente. Las tres grandes torres de hormigón, con 44 alturas, fueron los edificios de vivienda más altos de Europa por cerca de una década. El establecimiento de una nueva tipología en altura supuso un reto para los arquitectos, que tuvieron que convencer a las autoridades locales y la
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5.1 Vivir en altura, las tres torres del Barbican propusieron un modelo alternativo de vida urbana y fueron el techo de la capital británica por cerca de una década.
5.2 Islas peatonales de hormigón, mediante la segregación del tráfico y el cuidadoso diseño de las circulaciones y el espacio público, Barbican es uno de las mejores zonas modernas de la ciudad.
5.3 Barbican living, los sentimientos de comunidad defienden la vida en Barbican como un estilo de vida alejado de los estándares.
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opinión pública de que la forma de vida que estaban proponiendo era compatible con los valores urbanos de la sociedad británica. En respuesta a estas polémicas, todas las viviendas estaban equipadas, por ejemplo, con un sistema de puertas secundarias que permitía al cartero o al lechero entregar la correspondencia o la leche a los residentes sin ni siquiera bajarse del ascensor. Igualmente, se tuvo que diseñar un sistema de carpinterías pivotantes en respuesta a quienes temían caer mientras limpiaban sus ventanas. El crítico de arquitectura Jonathan Glance, resumió su experiencia viviendo en el Barbican afirmando que “no había nada igual en escala, inteligencia e ingenuidad” en toda Gran Bretaña. Pese ha haber sido concebido como viviendas municipales para el alquiler, a día de hoy el acceso a una vivienda en Barbican es realmente restringido. En los momentos más bajos del conjunto, en los años 80, muchas viviendas sin alquilar fueron vendidas en el mercado libre, lo que unido a la aparición del right to buy en tiempos de Margaret Tatcher transformó las comunidades de inquilinos en comunidades de propietarios. Esto hizo que las comunidades se comprometieran cada vez más con el cuidado y gestión de su entorno, revalorizando las propiedades y estableciendo gradualmente la idea de vivir en el Barbican como un modo de vida urbano burgués, singular y atractivo.
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5.4 Ciudad collage, cartografía de los estratos históricos que componían la zona anterior al Blitz y la huella del Barbican brutalista.
5.5 Materialidad, el hormigón abujardado mediante martillos neumáticos da lugar a la característica textura del conjunto.
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Londres: Archipiélago de Hormigón
-BibliografíaBANHAM, Reyner. The New Brutalism: Ethic or Aesthetic? in The Architectural Review 118, London, 1955. ROSSI, Aldo. La Arquitectura de la Ciudad, Editorial Gustavo Gili,SL, Barcelona, 2015. UNGERS, Oswald Maria, KOOLHAAS, Rem. The City within the City Berlin: A Green Archipelago. Lars Muller Publishers, Viena, 2013. AURELI, Pier Vittorio. The Possibility of an Absolute Architecture, the MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 2011. ANTONAS, Aristide. Archipelago of Protocols. dpr-barcelona, 2016. CHADWICK, Peter. Un Mundo Brutal, Phaidon, Londres, 2016.
-ArtículosDE GRAAF, Reiner. The Other Truth in Metropolis Magazine, 2015. CAMERON, David. “I’ve put the bulldozing of sink estates at the heart of turnaround Britain” en The Sunday Times, London, 2016. HERNÁNDEZ MARTÍNEZ, Pedro. “La experimentación en vivienda social ya sólo tiene lugar en el museo”en Arquine, 2017.