ESPANTACUERDOS - Debut y despedida © Julio Núñez Rivera 1993

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ESPANTACUERDOS Debut y despedida

Textos Julio Núñez Rivera Portada Mario Sánchez Rodríguez Ilustraciones Jorge Zambrano Núñez Diseño Julio Barrera Gutiérrez

Registro de Propiedad Intelectual N° 85.525 Ediciones Antisiquiátrico Imprenta Germinal, Santiago-Chile 1993. Versión digital, 2020.


ESPANTACUERDOS

DEBUT Y DESPEDIDA



Espantacuerdos, debut y despedida Prólogo a la versión digital Santiago de Chile, agosto del 2020

En estos tiempos de pandemia y confinamiento, la humanidad por naturaleza, no se resigna ni se detiene, a pesar de la desesperanza, la incertidumbre, la injusticia constante y el desamparo. La humanidad, por sobre todo, resiste. En este contexto de un futuro impredecible, mirar hacia atrás se ha vuelto un ejercicio recurrente, escarbar en busca de los restos olvidados que nos han cimentado el camino, descubrir el sentido de lo recorrido, reconocer que consciente o inconscientemente lo realizado tuvo un contexto, tanto interior como exterior, que definió los resultados. Es así como escudriñando vestigios me reencuentro con documentos y mi primer libro titulado Espantacuerdos, debut y despedida (autoedición, 1993). Sus textos son el producto de diversa información acumulada de la segunda mitad de los años 80 en el ex-Pedagógico, hasta donde llegué desde la ciudad de Los Ángeles para cursar la carrera de Artes Plásticas, y del inicio de los 90 en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. En los poemas que componen el libro se visualizan influencias de diversos estilos que me atraían en lo plástico: el dadaísmo, el surrealismo y el minimalismo, entre otros. El eclecticismo es evidente, pero el mayor influjo fue el creacionismo en lo literario, debido a la lectura de libros de Vicente Huidobro como Poemas Árticos, Ecuatorial, Horizonte cuadrado y Altazor. Exploré en su obra nuevos horizontes,


rompiendo en forma definitiva con los temas, la estructura y las métricas tradicionales. Asimismo, otro factor que influyó fue el pensar que cada vez se leía menos, por lo que había que apuntar a los escasos lectores con textos breves, intentar seducirlos con la síntesis. Modelo para mí en esa época eran los telegramas (antecesores de los mensajes de texto actuales). El telegrama era un sistema de mensaje muy breve, en el que se daba aviso de cierta información o de un saludo, utilizando el servicio telegráfico ofrecido en las oficinas de correos, pagando, además, por una cantidad ínfima de palabras y anexando un costo adicional por cada palabra extra para que luego el mensaje fuese enviado por telégrafo la oficina más cercana al destinatario. Se transcribía en una papeleta y era llevado a entregar por un cartero, todo en un tiempo record de un día. Esa era la referencia de síntesis a la que aspiraba llegar. Esbozos de lo anterior ya hubo en algunos de mis poemas incorporados previamente en plaquettes fotocopiadas que incluían ilustraciones realizadas por Arturo Cariceo Zúñiga y otras por Fernando Contador Ugarte, las tapas las hacía yo con técnica xilográfica. Otros textos los incluí en la revista Antisiquiátrico (1989), la cual publicábamos con compañeros de carrera y que llegó a tener un tiraje de 6 números también fotocopiados. El nombre de la revista tiene origen en lecturas de libros de anti-psiquiatría que realizaba nuestro compañero Alamiro Rozas y que nos compartía en las conversaciones. También hubo influencia de películas como Atrapado sin salida (1975) y Hombre mirando al sudeste (1986), el título Espantacuerdos derivó de lo mismo. En el Antisiquiátrico recopilábamos diversas inquietudes gráficas y literarias que rescatábamos de los muros de la facultad, donde constantemente éramos censurados por las autoridades docentes “designadas”, quienes, en vez de fomentar un clima creativo y bullente como correspondería a un Departamento de Arte, procuraban mantener un ambiente símil de hospital o clínica. Sin embargo, debo


reconocer que por temor a sanciones también existía algún tipo de autocensura. Probablemente fue en ese periodo cuando aprendí a trabajar en forma colaborativa y autogestionada desde la precariedad de recursos. Trabajar colectivamente es imprescindible en tiempos adversos, trazar redes o lazos cuando todo está establecido para aislar, dividir, debilitar y silenciar. La colaboración es herramienta esencial, unir fuerzas, aportar, debatir, consensuar y subvertir para crear bases y construir en equipo. El contexto social era de indiscutida convulsión y de represión constante, por lo que afloraban con efervescencia múltiples necesidades de expresión. Tan sólo tener el cabello largo bastaba para terminar detenido, ya que debido a las manifestaciones ingresaban las fuerzas policiales a la Universidad en busca de sospechosos, experiencia que viví junto a compañeros de carrera incluso estando en clases. En cuanto al acontecer nacional, nadie podría permanecer indiferente frente a inaceptables hechos. Salieron a la luz casos como el secuestro, tortura y degollamiento de 3 miembros del Partido Comunista a manos de carabineros, 2 jóvenes golpeados y quemados vivos por parte de una patrulla militar (uno de ellos, el fotógrafo Rodrigo Rojas Denegri, quien resultó muerto por las graves quemaduras), fue el atentado contra el general Pinochet por parte del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Meses más tarde, en el 87, se ejecutaron operaciones de represalia donde resultaron muertos 12 miembros del FPMR y se produjo la visita del Papa Juan Pablo II en medio de olas de protestas. Por esos años se da término el exilio. En 1988 se realiza un plebiscito (en el que como decía en la portada de un periódico Pinochet “¡corrió solo y llegó segundo!”). Por otra parte, las elecciones presidenciales de 1989 significaron la entrega del poder de Pinochet al demócrata-cristiano Aylwin, en el 90 se hace público el informe Rettig sobre casos de violaciones a los derechos humanos en dictadura y en el 91 el senador Jaime Guzmán resulta muerto en una emboscada realizada por un


comando del FPMR. Por lo antes mencionado, podemos situarnos en el panorama del ambiente y la época. Una vez que finalicé la carrera en el año 90 y obtuve mi título de profesor, ingresé en marzo del 91 a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, junto a varios compañeros con los que continuamos estudios en distintas especialidades, yo opté por Fotografía. En ese periodo Espantacuerdos ya era una especie de plaquette confeccionada con máquina de escribir (eléctrica), fotocopiada y anillada, en su tapa imprimía una especie de autorretrato (lineal) tipo payaso triste, dibujo que luego se publicó en las primeras páginas de mi segundo libro. Por esos meses, luego de ver un aviso en un diario en el que se convocaba a autores para publicar, realicé la inscripción con el nombre Espantacuerdos en el Departamento de Derechos Intelectuales, con fecha 14 Mayo de 1991, y a continuación presenté el proyecto de libro a los responsables del aviso, eran el Comité Editorial de la recién creada “Red Hispanoamericana del Libro” (que más tarde sería RIL Editores), quienes con fecha 21 de junio del mismo año me escribieron indicando que mi libro contaba con la aprobación literaria para integrar la colección que se difundiría, por cuanto “su obra aborda una temática que implica siempre al hombre histórico desde una visión contemporánea. La problemática existencial y el hombre como criatura dual y cuestionadora de ella misma, de su entorno y de su origen, aparece en formas y estructuras que escapan a lo convencional y produce momentos de inusitada belleza”, sin embargo, al ir a firmar el convenio de publicación indicaron que sólo se publicaría una Antología de Narradores y Poetas, para lo cual acordaríamos uno de mis poemas para ser incluido, previo pago que realicé de $5.000, aún espero la realización de dicha publicación… En esos meses trabajé en una fábrica de piezas cerámicas en la comuna de Maipú. A continuación ejercí


esporádicamente como docente de reemplazo en algunos colegios, hasta que a fines del año 92, recomendado por mi padre llegué hasta la imprenta Germinal, en el barrio Matta Sur, donde era socio y trabajaba Julio Barrera Gutiérrez (su primo), quien me acogió y me dio trabajo como encuadernador. A fines de los 60 él había estado un par de años en el Pedagógico cursando la carrera de Castellano. Al comentarle sobre mi afición literaria y después de mostrarle algunos de mis bocetos de libros manuscritos, unos desplegables y otros en libretas (ilustrados con dibujos y recortes de fotografías), me preguntó a modo de propuesta por qué no publicaba algo, lo que hasta ese momento para mí sólo seguía siendo un sueño. A partir de entonces y sin pensarlo mucho, nos organizamos para dar forma al proyecto motivado por su energía y desinteresado apoyo. En el verano del 91 por intermedio de un compañero del pedagógico había conocido al artista visual Mario Sánchez Rodríguez, fue en la casa Azul en la ciudad de Los Ángeles, lugar donde ellos tenían sus talleres. Por esos años Mario, junto a los pintores Gustavo Riquelme, Jaime Petit, Oscar Barra, Vicente Rojas y el grabador José Fernández, habían fundado en Concepción el grupo Grisalla, con una propuesta que reivindicaba conceptos pictóricos algo más clásicos en contraposición a los estilos de artistas que exhibían las galerías de Santiago. Al año siguiente llegaron a exponer como grupo en el Museo Nacional de Bellas Artes, (en Youtube se puede ver un reportaje sobre Grisalla realizado para el programa de televisión Bellavista 0990 de Claudio Di Girólamo). Mario también había realizado publicaciones con poesía y gráfica en la Universidad de Concepción (donde estudió Artes Plásticas), una fue la revista Remolino que era un largo pliego de coloración azul, fotocopiado al amoniaco (técnica empleada para reproducir planos arquitectónicos y hoy desplazada por el plotter), era de distribución limitada entre amigos y conocidos del ambiente cultural de la zona.


En el N°43 de dicha revista Remolino Mario publicó poemas de la primera parte de lo que sería Espantacuerdos, fechados en el invierno de 1991, con ilustraciones del artista angelino Héctor Otárola Jaramillo. Posteriormente, en junio del 93 en el N°44 de la misma revista, Mario incluyó poemas de la primera parte de lo que sería mi segundo libro, por lo que ahora deduzco que el proceso escritural no se detuvo mientras trabajaba en publicar el primero. Con fecha 16 de septiembre del 93 en el diario La Tribuna en Los Ángeles se publicó un artículo realizado por el mismo Sánchez, donde anunciaba que yo pronto imprimiría el libro, por lo que concluyo que la impresión del libro fue en la primavera del 93, pero de la fecha exacta no tengo registro. Mario decía ahí: “Espantacuerdos es un libro que mezcla lo onírico y la provocación. La fantasía y la realidad mezcladas… Se adivina al leer su obra que el proceso de asimilación del mundo y las sensaciones es intenso, paulatino y brutal”. Dada la amistad entablada con Mario y la admiración por su trabajo pictórico, le encargué realizar la portada del libro, la que fue pintada en óleo sobre tela, un surreal retrato del Espantacuerdos con facciones marcadas por trazos vegetales en un fondo con atmósfera oscura de matices azules y verdes, muy en su particular estilo. De modelo utilizó una fotografía que me tomó en diapositiva, yo también le había tomado una fotografía, pero en blanco y negro con un cráneo en la mano. No sería esa la única vez que Mario colaboraría conmigo en publicaciones. Las ilustraciones quedarían a cargo del artista visual nacido en Valdivia Jorge Zambrano Núñez, a quien hasta ese momento yo sólo conocía por sus hermosas y muy surrealistas ilustraciones para la revista Remolino, fue así como, recomendado por Mario, llegué hasta Koki Zambrano (como lo llamaban sus amigos), que vivía en una bella casa de los


años 1920, en el pasaje Lucrecia Valdés del barrio Yungay en Santiago, lugar frecuentado por jóvenes artistas conocidos de él. Zambrano tocaba saxo y era un hospitalario anfitrión: sus dibujos, croqueras y pinturas estaban esparcidos por el lugar. Recuerdo el ambiente con música de Miles Davis y Dead Can Dance, mi gusto musical en ese tiempo era toda la discografía de Pink Floyd (en cassettes pirateados), a la que llegué por préstamos luego de haber visto la película The Wall en el Aula Magna del Pedagógico. Al cabo de un corto tiempo tuve en mis manos las ilustraciones que realizó con su gran habilidad y pulcritud. Fueron 7 dibujos a tinta sobre papel que hizo en base a mis textos. Los cuales dieron una atmósfera inigualable al libro y causaron gran admiración. Tampoco sería la única vez que Koki colaboraría en mis libros, después se mudaría a Valdivia y más tarde a Barcelona donde sería parte del staff de artistas de una galería. Reunidos los textos, realizada la imagen para la portada y las ilustraciones interiores, mi tío Julio se hizo cargo de la revisión y del diseño. No pasarían muchas semanas hasta que las páginas del libro tomaran forma en las máquinas offset de la imprenta Germinal, impresas en dos tipos de papel sobrante que ahí tenían; el encuadernado, el compaginado, el guillotinado y el armado lo realicé yo. La tapa se imprimió en otra imprenta cercana, ubicada en calle Víctor Manuel casi esquina de Ñuble, en el barrio Franklin, la que era de propiedad de un contacto de los amigos pintores, Luis Eduardo Lamas, quien más tarde se hizo pintor y galerista, abandonando el rubro impresor. Finalmente, Espantacuerdos contó con 500 ejemplares. El primero se lo dediqué en agradecimiento al tío Julio. No hubo lanzamiento, pero celebramos juntos la hazaña, con un par de sándwich y algunos bebestibles en un modesto restaurant de la calle 10 de Julio, en la comuna de Santiago.


A la fecha de la publicación yo trabajaba algunas horas semanales como profesor de Arte en el liceo de niñas, en la comuna de San Miguel. La distribución del libro la realicé mano a mano entre conocidos, amigos, colegas profesores y alumnas. Entregué 30 o más ejemplares en retribución por la colaboración a Mario Sánchez, al igual que a Jorge Zambrano. Muchos fueron regalados, algunos por intercambio y unos cuantos vendidos con la idea de crear un fondo para financiar alguna futura publicación. Recuerdo haber ido varias veces a venderlos al parque Forestal (frente al MAC) en una feria de las pulgas y en otra ocasión a la plaza Ñuñoa. Por ese entonces Enrique Lafourcade obsequiaba libros a los concursantes del programa Cuánto vale el show en Chilevisión, por lo que pasé a su librería en la Plaza del Mulato Gil de Castro a dejarle 5 ejemplares para que los regalara en el programa (los recibió un vendedor). Semanas después vi al escritor haciendo sus clásicas preguntas culturales a los participantes para ganar los libros, aunque muchas veces no daban con las respuestas correctas él terminaba entregándoselos igual. Elogió que la portada no tuviese puesto el nombre del autor y que un libro así no estuviese expuesto como mercancía en librerías. Algunos de los poemas del libro aparecieron publicados en diciembre del 93 en la revista Camino (N° 167) que realizaba el arquitecto Osvaldo Cáceres González en la ciudad de Los Ángeles. Otros fueros publicados en el mismo mes en la revista de poesía Tentativa (N°26) realizada en Chillán por Antonio Ferrada Alarcón. Además, con fechas 15/XIII/1993, 29/XIII/1993 y 4/I/1994 en el diario La Tribuna de Los Ángeles se publicó otros de los poemas, ello en una columna que realizaba el poeta Abel Sandoval Ormeño, quien había sido mi maestro a comienzo de los 80 en el taller literario La Llave del colegio Hispanoamericano en Los Ángeles.


Muchos años después hubo personas que yo no conocía y que me ubicaron a través de redes sociales para saludarme o consultarme por el libro, ya que, según dijeron, en algún momento de sus jóvenes vidas lo habían leído, dejándoles alguna huella en el recuerdo. Una de ellas me confesó que se lo había robado en el mismo colegio Hispanoamericano (donde yo había donado para la biblioteca). Su acción la tomé como un elogio y le envié otro ejemplar para que lo fuese a devolver. Cierta vez me encontré con un ejemplar de mi libro que estaba en venta en una feria persa de un sector periférico de Santiago y en otra ocasión en el Persa Bío Bío, eso me produjo una reacción de sorpresa y una extraña sensación. Despierta curiosidad toparse con algo que uno ha realizado y que ya es parte de un ciclo natural, en el que afortunadamente sigue circulando para ser redescubierto, ahora por nuevas miradas, ojos de otro tiempo que parten desde el resultado sin conocimiento del origen, la gestación, las emociones y sentimientos, las personas que se vuelven anónimas, las pasiones y talentos de las manos que intervinieron, los lazos o las amistades que nacieron, los sacrificios, las alegrías, y final e inevitablemente, el olvido… Situación similar se da con este inusitado vuelco hacia lo digital y a la exposición en soportes virtuales que inequívocamente podemos visualizar en la pandemia actual, la que nos ha inoculado a fondo un virus que provoca conexiones intangibles en términos materiales, pero con ello han quedado trazadas expeditas e ilimitadas rutas, despejando universos en los que no se perciben fronteras. Espantacuerdos se ha contaminado con este inédito virus, pero como aún conserva una luz pura en su interior, resiste y se levanta, se desmaterializa para multiplicarse, suelta todo cuanto lo retiene, continúa erguido y siempre desnudo, convencido de no volver nunca la vista hacia atrás, emprende este nuevo viaje...



“Estos poetas, vea usted, no son de esta tierra. Déjelos vivir su vida extraña, déjelos tener frío y hambre, déjelos correr, amar y cantar…” Jean Arthur Rimbaud

“Árbol eres, musgo eres, eres violetas con viento sobre ellas, una niña –tan alta- tú eres; y todo esto es locura para el mundo” Ezra Pound



A los malditos de cuerpo A los salvajes de mente A las vĂ­rgenes de espĂ­ritu





PREFACIO

He aquí la costilla robada Misteriosa cascada del silencio MONTAÑA DE CENIZAS HÚMEDAS Y TIBIAS Ombligo nido entre sábanas subterráneas manto desnudo GEOGRAFÍA EN LLAMAS DE MUSGO LUNA Amanecer sereno de adobes camas He aquí la teja lágrima el temblor burbuja La ecografía de agua He aquí mi corazón de barro detonando gotas de invierno deja que caigan deja que caigan miles años surcando los desiertos en pie de amor ofreciendo el silencio MI SILENCIO DE ESCLAVO A DOS MANOS mi racimo de semillas pendiendo del arado





ESPANTACUERDOS UNO

Debut



QUE REVIENTEN LOS OCÉANOS que se abran tus pezones La cosecha en los nichos del tiempo ha comenzado



Y de la muchacha cansada de ser virgen cae la tormenta en la puerta del mar para empapar a los difuntos Y DE LA TINTA ABURRIDA DE SER PALABRA nace la flor faro en un destierro de respiración al borde del pozo ya lejos del puerto Y DEL DESPERTADOR ARRANCA UN SUEÑO en busca de la última morada soltando vigas soltando barcos en busca de la virgen desnuda destripada



Los campanarios oprimen tu pecho a viva voz el cielo se cubre de tierra y el infierno no existe no más masturbaciones piadosas LAS LIMOSNAS NO BASTAN el espejo empalidece cae a pedazos listo para tragarte último llamado VUELVE A TU CELDA HIJO vuelve a contemplar como se encorvan las paredes o en un grito de ventanales sacude tus vértebras y corre



El temporal galopa en tu corazón como el trueno en mi saco La urna sube La urna baja GLORIA AL ASCENSORISTA QUE HUYE gloria al hijo de los carruseles que entre las trillas escapa Gloria a ti que quemas tu ascensor sólo para que nuestras venas no se enfríen



YA ES DEMASIADO TARDE PARA TU ENCIERRO con el morder de las olas en las compuertas de tu pecho NAUFRAGAN MIS ESTACAS INMERSAS EN TU MIRADA esparciendo el sonido del sol entre los bosques respirando los últimos latidos para ya sin fuerzas abandonarlos al lado del río



Guardabajo soldado del trapecio los sótanos se ríen de tu equilibro y de tus sábanas escarchadas VOMITA OJO MISERABLE escupe La escalera al sol no tiene peldaños



Cierra tus ojos Espantacuerdos LAS LIMOSNAS NO BASTAN no basta abrir los ojos para estar despierto





ESPANTACUERDOS DOS

… y despedida



Se enmudecieron los arados un tiempo para no dañar a nadie para no dañarte madre pero ya ves BENDITO ES EL SENDERO DE LA HERIDA



Un disparo arde en las alturas el último en llegar a ellas ha mentido EL SOL ESTÁ LLENO DE ESPIGAS y la luna gotea piedras Vuelvan vuelvan todos a la orilla Se han llenado los depósitos SE HAN CUBIERTO TUS OJOS DE REDES recógete empapada de piedras suelta tus riendas y descansa nada te apura nadie te espera



Maldito silencio que abres grietas en los pechos QUE RENUNCIAS AL ALIMENTO PARA NO DEJAR RASTRO Los surcos breves y pálidos inscriben mi llegada a tu fuente Las aves pasan sin emitir sonido TODOS SE HAN IDO AL PUEBLO tú apagas la luz y yo despierto



Escucha gran mausoleo tus huĂŠspedes escapan SUENEN AL FIN LOS PORTONES salga el intruso empapado de dardos y los labios ensangrentados



Las distancias se cubren de olvido y los ríos sucumben en el horizonte inundando los corazones marcados de los que de pie en el brasero LIBERAMOS GRITOS PARA ENMUDECER abriendo las voces con un arado soltando el grano impregnando de ecos el pavimento derramando esteros sobre los vientres y rápidamente engendrándolos Benditas caderas cordilleranas las campanas se equivocan una y otra vez LOS ECOS NUNCA MUEREN SÓLO SE ALEJAN



Devórame palabra llevo puesto tu harapo mientras todos duermen tú devastas los sueños y satisfecha al fin te calmas No en vano guardo silencio no en vano amo tus prostíbulos necesarios Yo te absorbo y te libero TU ME SALVAS



Sopla hijo del aire expúlsate hasta quedar desnudo COMPLETAMENTE DESASTILLADO





ESPANTACUERDOS TRES

Mañana nos vamos



A los que vienen atrรกs No se detengan EL HUERTO SE DESPLAZA EN OTRO SENTIDO



Sin perder el impulso del desalojo se van borrado los durmientes y aunque guardo silencio para no asustar al que viene VAGONES SE DESPRENDEN PARA NO VOLVER por palpar el fondo del pozo y atravesar la roca con fuerza Un verso por durmiente CADA RIEL UNA VIDA hasta llegar a tu vientre y esperar



Sin apenas rozar el pavimento los árboles se nos vinieron encima y con ellos se abrieron los trigales entre labios negros entre hojas blancas MARCHAMOS CON UN CARDO EN LA MANO y con espigas en los zapatos marchamos tras los poetas de ollas rotas sin cebolla tras esos espantapájaros de otoño permanente que cuando mueren ARDEN OLVIDADOS EN EL TEJADO sólo para que en la madrugada nadie sienta frío Y tanto que sufriste madre para tener un hijo tan pequeño tanto luchaste padre y aquí me tienes vagando



Los vientos sacuden tu vientre al sur del mundo tus arados helados y duros DESAFIAN AL INVIERNO en tanto yo en la puerta y cargado de golondrinas me hundo Mujer dentro de ti se abre el sol DENTRO DE TI SE ESCUCHA EL UNIVERSO sĂłlo tu vientre soporta la escarcha para brotar de ĂŠl y de tu mano abierta un faro de leche y un puerto de pan



El charco está lleno de pájaros lleno de peces dormidos en tu cama miles de barcos salen de tus botellas y más peces se duermen Yo no entiendo profesor Profesor yo no entiendo No te tapes los ojos te estoy mirando MAÑANA SALDREMOS DESNUDOS A LA CALLE y pobre del imbécil que ría



Desarmen MAÑANA NOS VAMOS quién sabe a dónde





ESPANTACUERDOS CUATRO

Viento divino



Qué quedará luego de la tormenta EL SILENCIO LO INUNDA TODO y el río también se duerme



Renunciar renunciar a todo MENOS AL SILENCIO QUE ESPANTA



Dรณnde iremos a parar cuando al despertar LO HAYAMOS OLVIDADO TODO



Por favor basta de discursos y procedan a echarme tierra o aquí no ha pasado nada Quieran las rocas cubrirme más allá de los puentes quieran las voces dejarme solo cuando al fin los ríos me inunden



DESTAPEN ODAS LAS OLLAS para dar un último adiós al poeta y se acabó





ESPANTACUERDOS CINCO

Presentimiento



Y llega el ansiado día en que nos dan de alta pero como siempre VAMOS EN LA DIRECCIÓN EN QUE NADIE VA



No nos despierten si nos dormimos Rimbaud y Verlaine esperan a la sombra de un รกrbol bebimos un sorbo de sus labios en la cima de un pubis putrefacto Abran paso Y QUE EL CORTEJO NO SE DETENGA



Las luces se quedan en silencio para escuchar el desesperado paso de la caravana SÓLO QUE DE REGRESO NO HAY DETENCIONES Duro destino de vagar por la vida atravesar bosques y acantilados elevarse alto muy alto y luego caer con incontrolable prisa sobre los páramos atravesados por el viento por ese viento que serás tú y que seré yo cuando el hielo nos arranque la carne SÓLO PARA QUE EL SILENCIO PUEBLE NUESTRAS GARGANTAS



Madre piedra NOS EXPULSASTE DEL VIENTRE y de los roqueríos dijiste adiós pero olvidaste cerrar tus costillas Hoy hemos vuelto y siguen abiertas Entramos pero ya no hay ramas ni nuevos nidos los llevaste todos contigo Madre cráter cárcel cúpula nos dejaste soñando con temor al despertar CARGANDO A CUESTAS LA MUERTE PROPIA sorbo a sorbo bebiéndola palpándola en cada latido planchada en la escarcha y en los espejos para que imantados pasemos a otra página



Bajo los puentes sólo costillas retorcidas bajo los peldaños siempre el mismo vacío Y hacia dónde nos dirigimos entonces luego de haber caminado días enteros río arriba ya sin faros ni campanarios ya sin mujer en busca de los más altos y lejanos refugios cada uno en busca de su propio abandono para en medio de la noche vomitar por los vivos una vez olvidados los latidos



Las aves que ardientes liberamos se nos vienen encima EL INVIERNO NOS RECLAMA y vamos a dar al fondo del rĂ­o ya sin cabeza BENDITO TESORO DE VAGABUNDOS silencioso escape sin dejar huellas



Que la voz siga resonando en el espacio cuando toda la especie se hay extinguido





“No cesaremos de explorar y el final de toda nuestra exploración será llegar donde comenzamos y conocer el lugar por primera vez” T. S. Eliot



FIN DE ESPANTACUERDOS

Estos versos fueron compuestos entre los días 22 de julio de 1991 y 26 de diciembre de 1992, en los más aislados rincones de Yumbel, Los Ángeles y Santiago, en un remoto lugar llamado Chile.

JULIO NÚÑEZ RIVERA Domador de fieras y poeta


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