[ Letras ] DE CAMBIO
SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 28 DE MAYO DE 2016 |
Máximo Gorki Ese escritor amargo POR MARCO ANTONIO REGALADO | PAG. 2
¡Compañero! POR MÁXIMO GORKI | PAG. 4
Carlos Fuentes Amistades literarias POR RAÚL MEJÍA | PAG. 6
Escribir en los periódicos POR AMADO NERVO | PAG. 5
Desiertos, niños y salud en TV CINE POR FAUSTO PONCE, LUCIANO CAMPOS Y COLUMBA VERTIZ | PAG. 7
Chililla A LA SAZÓN POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS | PAG. 8
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Maximo Gorki Recuerdos de ese escritor amargo POR MARCO ANTONIO REGALADO
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ace ya algunas décadas que el libro llegó a mis manos, lo comencé a leer y no me detuve hasta terminarlo. Me asombró. El socialismo me atraía y el muchacho que era estaba deslumbrado ante la prosa poderosa de su autor. No reparé en la traducción ni en la corriente literaria a la que pertenecía, sólo fui arrebatado por el placer de su lectura. En esa traducción el personaje principal se llamaba Paul; al poco tiempo me corrigieron y supe que era Pavel. El tiempo ha pasado y ahora que me he adentrado más en los autores y el entorno en el que escribían sus obras, la maravilla vuelve y crece. Su nombre literario, Gorki, significa en ruso “amargo”, y fue un autodidacta. Comenzó a trabajar a los nueve años, obligado por las circunstancias, y de ese modo andaba de un trabajo a otro. Así fue como recorrió casi toda la parte europea de Rusia. Durante ese vagar en una ocasión intentó suicidarse disparándose un tiro. Su primer relato corto fue publicado en un periódico de Tiflis en 1892, año en el que empezó a escribir regularmente para distintas publicaciones. Maximo Gorki es el seudónimo de Alexéi Maximovich Pechkov, novelista, autor teatral y ensayista soviético, creador del “realismo socialista”; es decir, la corriente estética que trata de llevar el comunismo y el socialismo al terreno del arte. Aunque es más conocido como escritor, fue un destacado revolucionario comunista. Nació el 28 de marzo de 1868 (aunque existen ciertas fuentes que dan el día 6 o el 14 de marzo en Nizhny Novgorod, rebautizada como Gorki en su honor y que mantuvo ese nombre entre 1932 y 1991), en el seno de una familia campesina. Tras la muerte de su padre, cuando contaba con cuatro años de edad, Gorki se trasladó a vivir con la familia de su abuelo, en un ambiente pequeño-burgués venido a menos y en ocasiones rayano en la pobreza. Ese mundo de su niñez, que lo marcó decididamente, se recrea magistralmente en Días de infancia (1913-1914), primera parte de su trilogía autobiográfica. El ruido sobre mi cabeza era cada vez más recio, y el vapor no temblaba ni cabeceaba ya en el agua. Ante la portilla se alzaba una pared húmeda. Dentro del camarote estaba oscuro y el aire era sofocante: los bultos parecían como hinchados y me oprimían, y todo me resultaba incomodísimo en el estrecho recinto. ¿Irían a dejarme allí para siempre, solo en el vapor desierto? Corrí hacía la puerta, que no se abrió, pues el pomo de latón no se podía mover. Tomé una botella llena de leche, y, con toda mí tuerza, golpeé el pomo. La botella se hizo pedazos y el líquido se derramó sobre mis piernas y se me metió en las botas. Amargado por mí fracaso, me recosté en los paquetes, empecé a llorar bajo y me quedé dormido en medio de mi aflicción…
El escritor Máximo Gorki. Abajo, junto a Josef Stalin en 1931.
(Días de infancia, fragmento).
A los once años se marchó de la casa de su abuelo y emprendió una vida llena de aprendizajes incompletos, largas navegaciones por el río Volga y numerosos viajes al sur de Rusia y Ucrania, que serán el tema del también autobiográfico Mis universidades (1923). El éxito literario le llegó tras la publicación del relato breve, ”Makar Chudra”, en 1892, en el que combina una descripción brillante de la naturaleza con un rico flujo narrativo interno para abordar el tema de la dignidad humana y la libertad en forma folclorista y ultra romántica. Lo mismo puede decirse de ”La vieja” (Izergil, 1895), que narra la historia de Danko, quien hace pedazos su corazón para iluminar el camino de la salvación a su tribu. De estos años son también una larga serie de relatos profundamente antiburgueses, que relatan las desesperadas, y en la mayoría de los casos inútiles, protestas de los desheredados contra el ethos capitalista que comienza a adueñarse de la sociedad rusa en el último tercio del siglo XIX. Entre ellos cabe señalar ”Chelkash” (1895), ”La canción del halcón” (1895), ”Konovalov” (1896) y “Veintiséis hombres y una mujer” (1899). En los albores del siglo XX, Gorki escribe varias novelas sobre el mundo del comercio, como
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Foma Gordeev (1900) y Nosotros tres (1901), que si bien son vigorosas y de colorida expresión, padecen de cierta debilidad en su estructura. Su libro Apuntes y veladas (1898), que reunía estas narraciones breves, tuvo un éxito fulminante y le hizo famoso en toda Rusia. En ese entonces ya había abandonado el romanticismo de sus inicios y había comenzado a escribir de un modo realista, aunque optimista, sobre la dureza de la vida de las clases bajas en Rusia. Fue el primer autor ruso que escribió de una manera comprensiva y favorable sobre los trabajadores y otras gentes hasta entonces marginadas en la literatura, como los vagabundos y los ladronzuelos, de los que resaltaba fundamentalmente su valiente lucha contra las circunstancias. ”Fomá Godéiev” (1899) es un cuento sobre la explotación de los trabajadores de una fábrica de pan. En 1899 Gorki se unió a los activistas revolucionarios marxistas y en 1906 viajó al extranjero con el fin de conseguir dinero para el Partido Socialdemócrata Ruso de los Trabajadores. En 1907, debido a su estado de salud, se retiró a la isla italiana de Capri. En 1915 regresó a Rusia. Gorki apoyó la Revolución Rusa de 1917 y fue un miembro activo de las organizaciones literarias soviéticas. Obligado por la enfermedad, dejó su país en 1922 y vivió seis años en Sorrento (Italia). A su vuelta a la Unión Soviética fue recibido con honores oficiales. Se supone que su muerte repentina, ocurrida el 18 de junio de 1936, fue ordenada por Stalin. Indagando sobre su vida y su obra, uno se da cuenta de que fue utilizado por Stalin y todo su aparato represor, tanto así que el museo más importante de la Rusia socialista lleva el nombre de Gorki, pero ni él escapó a la paranoia del diablo rojo, que lo confinó a su domicilio, donde murió de una forma misteriosa. Entre sus novelas destaca La madre (1907), quizá la novela más importante de ese giro proletario, o al menos es el más conocido. La madre fue escrita durante un viaje que realizó a Estados Unidos con la finalidad de recolectar fondos para la causa bolchevique. La novela narra la historia de una madre que adopta la causa del socialismo como una suerte de religión, después de que su hijo, un activista político, es arrestado. Elogiada con entusiasmo por Lenin, adquirió una injustificada fama durante el período soviético, como ejemplo del triunfo inevitable de las ideas comunistas: La madre miraba más de lo que sus ojos podían abarcar; en su pecho estaba clavado un grito, pronto a estallar, a liberarse en cada suspiro. Este grito la ahogaba pero ella lo contenía comprimiéndose el pecho con ambas manos. Atropellada por todas partes, vacilaba pero continuaba avanzando sin pensar, casi sin conciencia. Sentía que detrás de ella el número de personas disminuía sin cesar; la ola glacial venía a su encuentro y los dispersaba. Los jóvenes de la bandera roja y la espesa cadena de los hombres grises se acercaba rápidamente, se percibía con claridad el rostro de los soldados, que parecían estirarse a todo lo ancho de la calle, unificados en una banda estrecha de un amarillo sucio. Ojos, de colores varios, miraban de modo desigual, y las delgadas puntas de las bayonetas brillaban con destello cruel. Dirigidas contra los pechos, separaban y desmigaban de la masa a las gentes, sin tocarlas siquiera… (La madre, fragmento).
La madre y Los vagabundos, dos de sus obras más emblemáticas.
Fue el primer autor ruso que escribió de una manera comprensiva y favorable sobre los trabajadores y otras gentes hasta entonces marginadas en la literatura
Su primera obra de teatro, Los pequeños burgueses (1902), explora el tema de la rebelión contra la sociedad en un medio burgués e introduce por primera vez al héroe que milita activamente en favor de la causa proletaria. Su segunda obra, Los bajos fondos (1903), gozó de un éxito fulminante. En ella se manifiesta una retórica heredera de los sermones religiosos, que acompañará a buena parte de la obra posterior de Gorki y que irá adquiriendo un carácter abiertamente político: Anoche estuve en el reino de las Sombras, donde rayos grises del sol atravesaban un cielo gris. Calladamente, el follaje gris ceniza de los árboles se balanceaba con el viento, sin que se escuchara el rumor de las ruedas, el sonido de los pasos o de las voces. No es la vida sino su sombra, no es el movimiento sino su espectro silencio-
so… (Los bajos fondos,
fragmento).
También escribió la tetralogía La vida de Klim Samgin (1927-1936), una serie sobre la historia de Rusia desde 1880 hasta 1917. Entre sus mejores trabajos se cuentan sus memorias literarias y autobiográficas y la trilogía compuesta por Infancia (19131914), Entre los hombres (1915-1916) y la irónicamente titulada Mis universidades (1923) está considerada como uno de sus mayores logros artísticos, al dejar de lado las elucubraciones filosóficas de sus primeros trabajos y llevar a cabo en ella numerosas caracterizaciones memorables. Recuerdos de Tolstoi, Chejov y Andreiev (1920-1928) es una obra de crítica que evita el punto de vista excesivamente reverencial que hacia los escritores famosos habían adoptado los críticos literarios hasta ese momento.
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CREACIÓN
¡Compañero! Máximo Gorki
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n medio del triste y vano afanarse entre dolores y desventuras, en la confusa convulsión de la avidez de la necesidad insatisfecha, en el fango del bajo egoísmo, por los subterráneos de las casas, donde vivía aquella miseria que había creado la riqueza de la ciudad, giraban invisibles soñadores, solitarios llenos de fe en la humanidad, aislados de todos; inquietos predicadores de rebelión, chispas sediciosas del lejano fuego de la verdad. Llevaban consigo a los subterráneos, secretamente pequeñas semillas, fructíferas siempre, de una doctrina simple, bella y elevada, austeramente, con una brillante luz en los ojos, o dulcemente y con amor, sembraban aquella verdad evidente y deslumbradora en los oscuros pechos de los hombres esclavos, transformados por la fuerza de los avaros y por la voluntad de los crueles, en instrumentos ciegos y taciturnos de lucro. Y esos hombres oscuros y esclavos, desconfiados aún, prestaban oído a la música de las nuevas palabras, música agradable que su corazón invocaba confusamente hacía ya mucho tiempo. Levantaban poco a poco la cabeza, e iban rompiendo las cadenas de las hábiles mentiras con que les tenían oprimidos la violencia de los potentados. A su vida, llena de animosidad callada y reprimida; a sus corazones, envenenados por innumerables ofensas; a su conciencia, a aquella existencia difícil y triste, llena de amarguras, de humillaciones, de dolores, llegaba una palabra simple y serena: ¡Compañero!... La palabra no era nueva para ellos; la habían oído y pronunciado alguna vez, pero hasta aquel momento había tenido un significado vacío, sin calor de humanidad, como todas las palabras conocidas que se pueden olvidar sin sentimiento. Pero ahora aquella palabra, clara y fuerte, tenía otro sonido, otra emoción, otra alma; se sentía en ella algo de rudo, de deslumbrador, de poliédrico, como un brillante. La aceptaron y comenzaron a pronunciarla con cautela, meciéndola con dulzura en el corazón, acariciándola, como una madre que arrulla y mece a su hijito en la cuna. Cuanto más profundamente penetraba en el alma serena de la palabra, tanto más serena, significativa y clara les parecía. -¡Compañero!- decían. Sentían que esta palabra había venido para unir a todo el mundo, para realzar a todos los hombres a la altura de la libertad, para ligarlos con nuevos vínculos: vínculos fuertes de estimación recíproca, de estimación y deseo por la libertad del hombre, por su redención. Cuando esta palabra se grabó en el corazón de los esclavos, éstos empezaron a dejar de serlo, y un día anunciaron a la ciudad y a todas sus actividades otra gran palabra humana: -¡No quiero! Entonces la vida se detuvo, porque ellos, los esclavos son la fuerza que da movimiento. Se detuvo la corriente de agua, el fuego se apagó, la ciudad cayó en las tinieblas y los aparentemente fuertes se sintieron niños. El miedo se apoderó del alma de los violentos y se vieron en la necesidad de cubrir su animosidad contra los rebeldes, inciertos y aterrorizados ante su fuerza, que despertaba. El espectro horrible del hombre se levantó ante ellos, y sus hijos lloraron. Las casas y los templos, rodeados por las tinieblas, se confundieron en un caos de piedras y de hierro con alma; un silencio siniestro llenó las calles; la vida se detuvo, porque la fuerza que la hacía desenvolverse se había conocido a sí mis-
ma; el hombre esclavo había encontrado la palabra adecuada, mágica, invencible, para expresar su voluntad; se había libertado de la opresión y había reconocido su fuerza, fuerza de creador. Los días eran días de angustia para los poderosos, para aquellos que se creían dueños de la vida. Cada noche valía por mil, tan espesas eran las tinieblas, tan mezquinamente brillaban las luces, en la ciudad muerta. Esta ciudad, creada por los siglos, inmenso monstruo que bebía la sangre de los hombres, se presentó entonces ante ellos su monstruosa nulidad, como un mísero amasijo de piedras y de madera. Las ventanas de las casas, frías y tristes, permanecían cerradas, y por las calles caminaban atrevidamente los verdaderos dueños de la vida. También ellos tenían hambre, y más que los otros, pero estaban acostumbrados a ella, y los sufrimientos del cuerpo no eran para ellos tan agudos como para los potentados ni apagaban el fuego de su alma. Ardía en ellos la conciencia de su propia fuerza y el presentimiento de la victoria brillaba en sus ojos. Caminaban por las calles de la ciudad aquella presión melancólica y angosta donde habían vivido despreciados, donde habían sido ultrajados y veían la inmensa importancia de su trabajo, lo cual les hacía concebir el sagrado derecho que tenían de ser dueños de la vida, de ser sus creadores. Entonces, con energía nueva, con refulgente claridad, se les presentó la palabra capaz de vivificar y unificar: -¡Compañero! Resonó entre las mentidas palabras del presente como un anuncio del porvenir, de una nueva
Máximo Gorki.
vida abierta a todos igualmente. -¿Cuándo?- se preguntaron, y comprendieron que esto dependía de su voluntad, porque ellos pueden aproximar la fecha de su libertad, como alejar su llegada. La prostituta, hasta ayer bestia medio hambrienta, que esperaba con angustia en la oscura callejuela la llegada de alguien que se le acercase y comprase sus forzosas caricias por una cuantas monedas, también oyó aquella palabra, pero, sonriendo, turbada, no se decidía a repetiría. Un hombre de los que hasta entonces no se había encontrado jamás, se le acercó, le puso una mano sobre el hombro y le dijo con tono fraternal: -¡Compañera! Y ella sonreía tímidamente para no prorrumpir en un llanto de alegría. Porque era la primera vez que su corazón ultrajado sentía el gozo de una caricia tierna y plena de emoción. En sus ojos, que ayer miraban en mundo descaradamente con la expresión estúpida de un animal hambriento, brillaron las lágrimas de una primera felicidad pura. Este gozo, de la comunión de los abyectos con la gran familia de los trabajadores brillaba por doquiera en las calles de la ciudad, en tanto que, más fríos y más siniestros, los observaban los túrbidos ojos desde las casas cerradas. El mendigo, al que por alejarlo se le lanzaba una mísera moneda, precio de la compasión de los hartos, oyó también esta palabra, y le pareció la primera limosna capaz de suscitar algo de gratitud en su pobre corazón, corroído por la miseria. El cochero, joven ridículo, a quien los señores golpeaban en la espalda para que trasmitiese el
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golpe al caballo extenuado, este hombre golpeado tantas veces, ensordecido por el ruido de las ruedas sobre el empedrado, dijo también al transeúnte, abriendo los labios a una sonrisa franca: -¿A dónde te llevo, compañero? Dijo, aunque con miedo, tiró de los bridas pronto a escapar, y se puso a mirar al transeúnte, no sabiendo disimular en el rostro, ancho y rojo, la sonrisa jovial y alegre. El transeúnte le miró con ojos benévolos y respondió, inclinando la cabeza: -¡Gracias, compañero! Puedo ir a pie, no está lejos. -¡Oh! ¡Madre inmaculada! -exclamó el cochero reanimado, giró sobre su asiento silbando alegremente y partió riente, satisfecho. Los hombres caminaban en grupos por las aceras, y, entre ellos, como una chispa, se inflamaba cada vez con más frecuencia la gran palabra destinada a unir al mundo. -¡Compañero! Un polizonte de espesos bigotes, pensativo, se acercó con aire de importancia a la multitud que en la esquina de una calle rodeaba a un viejo orador, y después de haber escuchado largo rato un discurso, dijo, cohibido, lentamente: -Están prohibidas las reuniones... separaos… señores Y después de un momento de silencio, miró al suelo y dijo en voz baja: -¡Compañeros!... En los rostros de aquellos que llevaban esta palabra en el corazón, que la habían dado carne y sangre y emoción, y su alto significado de llamada a la unión, brillaba el sentimiento de orgullo de los jóvenes creadores, y se observaba que la fuerza que ellos ponían en esta palabra no podía ser destruida jamás. Ya se reunían contra ellos turbas grises y ciegas de hombres armados que formaban silenciosas filas regulares; la enemiga de los violentos se preparaba a rechazar las ondas de la justicia. Y en las calles estrechas, angostas, tortuosas de la inmensa ciudad, entre los muros fríos y silenciosos, erigidos por la mano de creadores desconocidos, creían cada vez más y se maduraba la gran fe de los hombres en fraternidad de todos con todos: -¡Compañeros! Acá y allá se encendía un pequeño fuego llamado a ser una llama que abrasará la tierra con el vívido sentimiento de la fraternidad de todas las gentes. Abrasará toda la tierra y quemará y reducirá a cenizas el odio y la crueldad que nos deforma; abrazará todos los corazones y los fundirá en uno sólo: el corazón de los hombres justos y nobles en una familia indisoluble, libre y trabajadora. En las calles de la ciudad muerta, creada por esclavos; en aquellas calles donde reinaba la crueldad, creció y se esforzó la fe en el hombre, en su victoria sobre sí mismo y sobre los males del mundo. Y en el caos confuso de la vida agitada y privada de alegrías, como estrella luminosa, como faro del porvenir, brilló la palabra simple, sencilla, profunda, como el corazón: -¡Compañero!
Escribir en los periódicos ARTÍCULO :: POR AMADO NERVO
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ara escribir un artículo no se necesita más que un asunto; lo demás… es lo de menos. Hay en esto del periodismo mucho de maquinal. Lo más importante es saber bordar el vacío, esto es, llenar las cuartillas de reglamento con cualquier cosa. El periodista que es hábil en su métier, de nada, como Dios, hace un mundo de artículos, economizando con maestría laudable su sustancia gris para las grandes ocasiones, no de otra suerte que el tenor que sabe la Biblia economiza el caudal de su voz, reservándolo para el do de pecho que el público aguarda con impaciencia. Decía Santa Teresa: “Prometedme un cuarto de hora diario de oración mental, y en nombre de Jesucristo os prometo el cielo”. Y – perdóneme la Santa esta parodia– yo digo: Prometedme un asunto diario, y en nombre de mi conocimiento del “oficio” os prometo un artículo diario; advirtiendo que no se necesita un gran asunto. Dénmelo ustedes mediano, grande o pequeño, que el artículo saldrá, aunque su importancia, es claro, estará en proporción del tópico. Si ustedes se achican, me achico, y si se acrecen, me acrezco. Desplúmese, por curiosidad, un ave del paraíso, y véase lo que queda. Así, exactamente, son muchos artículos de esos que agradan al público, de esos opulentos por su fraseología, de esos que divierten y aun encantan: aves del paraíso multicolores. Arranquen ustedes las plumas y hallarán… nada entre dos platos. Esto, por lo que ve a los artículos: en cuanto a los reportazgos, la cosa es peor aún. Supongamos que un reporter hábil, hábil ante todo, gana uno cincuenta por columna y se lanza por esas calles de Dios, resuelto a encontrar hasta debajo de la tierra tres columnas para el periódico. Como los sucesos explotables escasean, el hurón del noticierismo anda y anda sin gran provecho. En las comisarías, nada; en el Palacio de Justicia, nada; en el ayuntamiento, nada. Total y fuerza, tras una mañana de huronear, dos noticias: un homicidio por celos y un rapto, acontecidos entre gente del pueblo. Aquí la cuestión es más difícil; no se trata de buscar asunto, que ya lo hay, sino de vestirlo de tal manera que ocupe lugar amplísimo. Al articulista le basta con una columna, con menos acaso. El reporter necesita tres; es decir, necesita cuatro pesos cincuenta centavos. Manos a la obra. Empieza por el rapto: La raptada, Fulana de Tal, nació en un pintoresco pueblecillo del distrito, famoso por sus flores y por su benigno clima; sus padres eran pobres, pero honrados, y ella constituía la dicha del hogar. Se levantaba cantando y se acostaba… cantando también: era muy cantadora. Su casita, blanca y aislada de las otras, levantábase en medio de un campo baldío (por ese campo entra el drama, en forma de Juan Rodríguez o de Pedro García). La familia era dichosa; el padre guiaba la yunta, la madre hacía la comida y la hija iba por agua a la fuente. Ahí, como los hijos de los patriarcas, el tal Juan Rodríguez y la raptada en cier-
El poeta mexicano Amado Nervo.
He aquí el procedimiento de eso que se llama escribir en los periódicos. El público gusta de él, porque al público le disgustan los esqueletos y le seducen las aves del paraíso nes se entendieron a maravilla, y el papá de la niña, que no era buey, aunque araba, descubrió el pastel y mandó a México a la enamorada, bajo la vigilancia de la mamá. Aquí la mamá se descuidó, y una noche (el reporter la describe con todos los colores imaginables) Juan Rodríguez o Pedro García, que para el caso es lo mismo, echaron a volar. Sigue el reporter describiendo la desesperación de la madre, su queja a la autoridad, las diligencias de ésta, el hallazgo de los “tórtolos” y, por último, la pena que se les aplicará. En seguida hace el cómputo de las cuartillas: dos columnas; magnifico. ¡Si tendrá él buen cálculo! Después la emprende con el homicidio por celos; otras dos columnas: cuatro pesos cincuenta, y dos o tres asuntos en perspectiva. El reporter enciende un cigarro y va a dar una vueltecita por Plateros. He aquí el procedimiento de eso que se llama escribir en los periódicos. El público gusta de él, porque al público le disgustan los esqueletos y le seducen las aves del paraíso. ¡Pero que no las desplume…! En El Nacional, México DF, 25 de febrero de 1896. Recuperado en El Heraldo de Madrid, septiembre de 2015.
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Amistades literarias ARTÍCULO :: A propósito de los cuatro años de la muerte de Carlos Fuentes. POR RAÚL MEJÍA
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El lunes volví a leer la entrevista que Ernesto Peregil le hizo en Buenos Aires (apareció en El País). Ahí un Carlos Fuentes lleno de energía a sus 83 años decía no tener miedos literarios, haber terminado un libro (Federico en su balcón) y la intención de empezar –el día que muchos leímos la entrevista- uno nuevo: El baile del centenario. No habrá tal. Al día siguiente murió. No son muchos los decesos que me dejan un sentimiento de pérdida tan significativo. Dejo de lado el fallecimiento de seres queridos como los padres, hijos, amigos cercanos; ésos son devastadores. Me refiero a la muerte de otro tipo de seres cercanos con quienes normalmente tenemos otro tipo de conversaciones. En ese espacio es donde está, en mi ánimo, Carlos Fuentes. El mismo que ocupan Octavio Paz, John Lennon, Italo Calvino, Borges, Álvaro Mutis y unos pocos más. Cada uno de nosotros va formando sus panteones. En la entrevista de Peregil, éste le pregunta si está de acuerdo en que, con los años, las personas no se hacen más sabias, sino más torpes a medida que se afianzan en sus convicciones y Fuentes hace el deslinde: depende de quién se hable, porque él se reúne con Jean Daniel, el director del Nouvel Observateur que tiene 91 años; con Nadine Gordimer de noventa y tantos; con Louise Rainer, de 102 y son personas vitales: “El hecho es que cuando se llega a cierta edad, o se es joven o se lo lleva a uno la chingada”. La forma en que Fuentes emprendió la conquista de esa juventud me resultó poco comprensible. En las amistades literarias, el diálogo se establece por los libros, las palabras, el lenguaje. En ese sentido, el autor de Gringo viejo dejó de nombrarme (valga la desmesura) luego de la lectura de Diana o la cazadora solitaria en 1994. Digamos que le fui fiel a la amistad durante casi toda su obra y, como todo amigo poco consciente y demandante, siempre esperé de él algo fuera de toda medida. Ya cuando muchos lo tildaban de anacrónico, mi fidelidad era hasta sospechosa, pero bastaba escucharlo (ya no digamos leerlo o releerlo) para confirmar que teníamos la fortuna de compartir con él tiempo y circunstancia y que con su muerte, se va (aquí el lugar común) tal vez el último de los escritores capaces de alcanzar registros sólo accesibles a espíritus balzacianos. La muerte de alguien tan cercano, obliga a la generosidad. Por supuesto que le agradeceré toda mi vida la lectura de dos clásicos de la literatura en México (y quizás de la literatura en español): La región más transparente y La muerte de Artemio Cruz porque, para el sujeto que fui en los años que leí esas novelas, su lectura iluminó una superficie desconocida de mi país, de las formas en que se construyó un sistema político, la interacción de una clase social que luego se ha adueñado de la país y cuyos nietos o bisnietos, siguen considerando a México como su patrimonio: entre Federico Robles (de La región…) y Artemio Cruz (de La muerte…) se da una estafeta de simulaciones, mentiras y transas que hasta la fecha siguen operando con sus descendientes. Robles se enriquece al término de la revolución gracias a la posibilidad de hacer negocios con dinero público (una práctica que en el sexenio de Miguel
Carlos Fuentes.
La muerte de alguien tan cercano, obliga a la generosidad. Por supuesto que le agradeceré toda mi vida la lectura de dos clásicos de la literatura en México (y quizás de la literatura en español) Alemán tendrá su cima de inmoralidades… y hasta la fecha); Artemio Cruz, es parte de la generación que “ganó la revolución”, pero este triunfo es producto de la suplantación. Sobrevivió, sí, pero porque traicionó (¡y de qué manera!). A veces me pregunto si una novela como La región más transparente, con ese registro minucioso de la forma de hablar de los mexicanos de la mitad del siglo pasado puede animar a nuevos lectores. No estoy seguro: esa novela requiere, actualmente, lectores a prueba de programas oficiales de fomento a la lectura, a prueba de escuelas y de
profesores de literatura que no leen. Lectores machos, diría Cortázar. En esa condición, el juego de máscaras que es esta novela se apreciará impecable: el ascenso social a costa de lo que sea, el matrimonio por conveniencia para adquirir “clase” (o no perderla); sorprenderá constatar la repetición de prácticas y clichés de las distintas clases sociales que en ese mosaico conviven y siguen practicándose hoy en día. De Fuentes se hablará y escribirá durante mucho tiempo. Habrá ensayos eruditos, puntuales, novedosos. Se dirá que tal o cual novela es mejor que otra, que en materia de ensayos Cervantes o la Crítica de la lectura es el mejor (yo pienso eso) o que La campaña no ha sido suficientemente valorada. En una obra tan extensa y de tantos registros -por decirlo de manera incluso simple- cabe casi todo. Incluso lo que algunos de sus críticos cuestionan en relación a que no era un escritor que pensara en sus lectores mexicanos, sino en los que tenía en el extranjero –una idea que utilizó Enrique Krauze en su polémico ensayo -”La comedia mexicana de Carlos Fuentes”, en la revista Vuelta– que ocasionó una ruptura definitiva con Octavio Paz. Finalmente, Fuentes encontrará su lugar y seguro será distinguido. Esta entrega sólo pretende un mínimo homenaje a un tipo con quien tuve conversaciones memorables aunque no lo conocí ni crucé palabra con él. Termino con la alusión a un texto en donde se refiere a Silvia, su esposa, recogido en un volumen de reflexiones a manera de “diccionario”. Un atisbo al hombre enamorado. Me refiero a En esto creo: “Ella lo contiene todo. La belleza. El placer erótico pero también el simple placer de estar juntos, sentarnos a comer, dormir y despertar, caminar, viajar juntos, compartir amigos, discutir dudas, hacer planes, aceptar errores, amarnos incluso por lo que podría irritarnos o disgustarnos de nuestras personalidades y conductas. La alegría de tener hijos. La pena de perderlos (…) Cada cual le da al otro lo que ya no necesita porque lo mío fluye hacia ella como lo de ella fluye hacia mí. (…) Es ella, Silvia, la que corona mi intento vital de prestar atención, sexual, erótica, política literaria, fraternalmente. Pon atención o no tendrás derecho a que yo te quiera y tú me quieras. “A veces, viendo dormir a Silvia, quisiera robarle el nombre, la apariencia, la experiencia y ser el dueño absoluto de su existencia, el guardián celoso de sus secretos. Sin ella, sólo concibo el amor ante un espejo azogado por la memoria. Vuelvo apresurado, inquieto y hambriento a su proximidad. Trato su cuerpo como si fuese el mío. Aprendo con Silvia a ser, al mismo tiempo, apasionado y respetuoso del cuerpo femenino unido al mío. Sólo la alabo en nombre de la perfección que le otorgo, aunque no la tenga, y que ella me ofrece, aunque no la vea. “Las mujeres son pasajeras del alba. Cada una es portadora de un destino diferente. Mi destino fue encontrar a Silvia y convertir el mío en el suyo”. El presente texto fue escrito unos días después de la muerte de Carlos Fuentes hace cuatro años. A la versión actual el autor le quitó “dos tres cosillas que no alteran el fondo”.
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Desiertos, niños y salud en TV RESEÑAS :: Cine y televisión
A la caza de los inocentes POR FAUSTO PONCE La cinta dirigida por Jonás Cuarón y estelarizada por Gael García es una escalofriante historia que no necesita fantasmas o entes sobrenaturales para generar terror; basta con mostrar los bajos instintos de un ser humano, lleno de miedo, odio y frustración. Desierto (México-Francia, 2016) cuenta la historia de un grupo de migrantes mexicanos que intenta cruzar al otro lado para alcanzar el “sueño americano”; bueno, casi todos sus integrantes, pues entre ellos se encuentra Moisés (Gael), un mexicano cuya preocupación principal es ver a su hijo que está en Estados Unidos. El viaje comienza mal cuando el camión donde van sufre una avería irreparable en el momento, de tal manera que deben proceder a pie. Sin embargo, en medio del desierto se toparán con un asesino despiadado de migrantes (Jeffrey Dean Morgan) y con su feroz perro. La cinta es emocionante de principio a fin; la adrenalina fluye todo el tiempo. Prácticamente sólo hay dos momentos en que Cuarón nos deja respirar: al principio, cuando vemos a los migrantes acercarse a la frontera, y a la mitad, en que los perseguidos tienen un espacio para platicar a profundidad; de ahí en fuera, todo es una persecución incesante. La historia contiene un par de vueltas de tuerca que hacen avanzar la historia, pero de ahí en fuera la trama es bastante directa: el sujeto armado y su perro asesino persiguiendo al grupo desarmado y desorientado que sólo intenta sobrevivir. Tanta persecución y tanta adrenalina no dejan espacio para el desarrollo de los personajes que, de pronto, rayan en el estereotipo de un contexto político: los pobres migrantes que sólo desean una vida mejor se convierten en la presa de un malvado y sanguinario gringo. Por momentos sabemos que los personajes no son unidimensionales, pero
apenas lo suficiente. Por cierto, grandes actuaciones de Morgan y García. Con todo, Desierto se salva gracias a la habilidad de Cuarón por generar suspenso, quien nos mantiene con la pregunta: ¿Se van a salvar estos peregrinos? Y si es así… ¿cómo? Desierto es una cinta que vale la pena ver aunque le haga falta un poquito de sal.
Un chiste largo POR LUCIANO CAMPOS ¿Qué culpa tiene el niño? es un chiste largo sobre las consecuencias de un embarazo indeseado. La propuesta de Gustavo Loza es una colección de todos los clichés del antiquísimo tema, que ha sido tratado de todas las maneras, en cualquier variación de la narrativa. El realizador y guionista juntó un casting envidiable con Karla Souza como protagonista, respaldada por Jesús Ochoa, Mara Escalante, Gerardo Taracena, Ricardo Abarca y Sofía Sisniega. Con ese elenco estaba obligado a dar mucho más de lo que finalmente entregó. La cinta mexicana no aporta nada. Desde el mismo póster se vende la idea básica, que se estanca, como un largo chiste. Una chica adinerada, hija de un político, tiene una noche loca, tras la cual resulta inesperadamente embarazada. Como responsable del accidente es señalado un joven inmaduro, casi adolescente, que asume la responsabilidad, pese a la reticencia de ella y su familia.
En el 2007, el mismo argumento fue expuesto con gracia y humor en Ligeramente embarazada (Knocked up), escrita y dirigida por el genio Jude Apatow y protagonizada por el talentoso Seth Rogen. Acá, en la versión mexicana, se observa una evidente falta de compromiso de la producción. Se percibe que se la pasaron muy bien, en el set. Con frecuencia, los actores ahogan la risa y continúan sus diálogos. Técnicamente cumple. La edición y la fotografía, se ven profesionales, pero no hay humor. Las deficiencias del guión hacen que la historia se mueva en círculos, con una repetición de situaciones. El muchacho se esmera por hacerse un padre digno, y ella y los suyos, lo rechazan de manera sistemática. Loza hizo en ¿Qué culpa tiene el niño? un spin off involuntario de Nosotros los Nobles. Souza aquí repite el papel de Bárbara Noble. Es la chica fresa, voluntariosa y decidida que triunfa al adaptarse a una nueva realidad. Pero, para conseguirlo, tiene que pasar por la amarga confrontación de clases. La profesionista desciende al infierno del lumpen. Vive en una situación acomodada y tiene que introducirse en los meandros de la vida humilde, en las viviendas de interés social, con una suegra alivianada y vulgar, interpretada por Mara Escalante, que repite el papel de Doña Lucha que le ha dado fama en la televisión mexicana. Souza y Ricardo Abarca hacen, sorpresivamente, un gran dueto. Sus actuaciones, cargadas de comicidad, están muy por encima del libreto. Aunque los personajes están aplastados y recortados como caricaturas, hacen muy buen trabajo como la pareja dispareja que inicia mal y que al final, oh, sorpresa, termina bien. El desenlace es desconcertante. Aunque es una comedia, Loza incorpora un elemento de crueldad innecesaria, que le aporta otra dimensión a la anécdota. ¿Qué culpa tiene el niño? es una película rutinaria hecha con desinterés. Es un caso evidente en el que el marketing supera el producto.
Salud por televisión POR COLUMBA VERTIZ
Desierto de Jonás Cuarón. en la imagen de más arriba, la cabecera del sitio de internet de SaludTV.
SaludTv es un canal de paga que ofrece programas relacionados con salud y calidad de vida para todas las edades y etapas del ser humano, donde los que informan son especialistas destacados. Hay noticias, consejos, investigaciones y opiniones. Ofrece programas desde embarazo y cuidados del bebe, la problemática de los adolescentes hasta la tercera edad, la salud bucal, los temas de la mujer y el varón actual, ali-
8 | LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN
mentación sana, ecología, el hombre moderno y su entorno y los avances de la ciencia y la tecnología. Por ello, todos los temas son respaldados con un tratamiento científico pero a la vez sencillo y práctico para poder llegar a la audiencia masiva, sin aburrirla, ni confundirla con tecnicismos o datos complicados, ya que el propósito es informar y que el público goce de lo que aprende. Por lo mismo, cabe destacar, que los conductores son muy dinámicos, sencillos, alegres, pero no por ello son frívolos o poco serios, al contrario. El televidente se ve representado a través de los diversos tópicos tratados por especialistas y profesionales. Es un proyecto que hace falta para que la gente se entere cómo cuidarse y qué hacer ante las enfermedades. Ojalá y pudiera verse en canales abiertos en todos los hogares. SaludTv está diseñado para llegar con información fehaciente y de primera mano a través de convenios de difusión con las más importantes universidades e institutos de investigación de diversos países. Se olvida en muchos medios informativos que la salud es uno de los pilares más importantes para el desarrollo de una vida larga y duradera. La buena salud incide en permitir que el organismo de una persona tenga buenos niveles de funcionamiento para que así se puedan hacer las distintas actividades que se ubican en la rutina diaria. El concepto de salud, se puede definir como el estado en el cual un organismo no tiene enfermedades o complicaciones. Es lógico que a veces es complicado alcanzar un estado de salud completa debido al estilo de vida reinado por el estrés que se lleva a cabo, pero son muchas las actividades y acciones que una persona puede hacer para controlar que un estado de salud bueno sea el que forme parte de su cuerpo, tanto en la visión física como psicológica. Según SaludTv, se consigue tener una buena salud mediante muchas acciones que pueden alargarse en el tiempo o eliminarse debido a diferentes razones: “La salud es un factor que puede ser recuperable pero otras muchas veces puede costar que se logre. La importancia de este elemento en nuestra vida hace referencia a la percepción que cada persona tiene sobre llevar una buena calidad de vida en todos los aspectos que la componen.” Entre los programas, se encuentran Mujer es, donde se platica entre mujeres sobre la armonía del cuerpo, mente y espíritu; Tecnología y salud presenta los últimos avances de la ciencia e investigaciones científicas para mejorar la calidad de vida, se da cuenta de las aportaciones médicas al mundo; Hombre moderno es un espacio con especialistas en el estudio que le darán solución a los problemas que le inquietan o enfrentan las personas. Y Adolescente en casa aborda esta etapa, la rebeldía, las adicciones y la sexualidad. “Parece que hay adolescentes en casa y un grito de auxilio surge de ella. S.O.S. Adolescente en casa, bajo la lupa de grandes especialistas.” Su página de internet es www.saludtv.tv
SÁBADO 28 DE MAYO DE 2016
Chililla A LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSAS
E
l guiso de rajas con crema adquiere un sabor más ahumado, concentrado y acre cuando se prepara con chilaca. Al menos eso noté cuando me mudé de la Ciudad de México a la coqueta metró-poli de las canteras rosas. Fue cuando mi madre descubrió y preparó, con un resultado delicioso, estos oblongos sustitutos de los chiles poblanos. Le nombran de varias maneras de acuerdo a los usos, costumbres, orgullos locales; además, por las ocurrencias ñoñas de los viajantes; particularmente, aquéllos que se sienten el ombligo de México. Me refiero a los chilangos, esas entelequias mundanas y politécnicas que creen que todos los michoacanos somos purépechas, que Apatzingán está en el Medio Oriente, o que Morelia y Pátzcuaro son lo mismo… …pero bueno… a la chilaca también se le conoce como chile para deshebrar, chile cuernillo, o chile moreliano. Es, ni más ni menos, la versión joven del único, del inigualable y muy arrugado chile pasilla. A este pimiento, de plano, se le nombra así porque su piel es tan pero tan fruncida que da la apariencia de una ciruela pasa. A tierna edad su anatomía es tersa y semicilíndrica. Es largo, delgado y se tuerce en la punta, de ahí lo de chile cuernillo –una encorvada característica que pierde cuando se seca, pues queda todo pachiche–. De joven posee un color verde oscuro que torna a marrón y de plano a negro cuando se hace viejito, por eso también se le apoda chile negro o prieto –¡digo!: de cariño–. Llega a medir hasta 20 centímetros de largo. Su sabor va del picante al muy picante dependiendo de la tierra, la temperatura y el agua que le sustentan. A este ardiente vegetal se le cultiva a montones en el estado de Chihuahua, donde pasa por un peculiar método de conservación: primero es asado para retirar la piel; después, secado al sol. Lo llaman chile pasado y tiene una sustancial contribución en la cocina tradicional de esa entidad. En el altiplano central de México el pasilla es uno de los chiles más utilizados. Se usa
como recaudo de caldos, chile-atoles, guisos y adobos. Es chile de todos los moles, pues. Se siembra y se cocina, principalmente en Oaxaca, Aguascalientes, Guanajuato, Jalisco, Nayarit y Zacatecas. Por acá se cultiva de manera considerable en el municipio de Queréndaro, pueblo de colonización mormona y el más enchilado de Michoacán. Está ubicado a 36 kilómetros al oriente de la antigua Valladolid. Unas 50 personas participan aún en una producción que alcanza las 70 toneladas anuales. Y todavía les queda ánimo para hacer la Feria del Chile. Es cada año, durante la segunda semana de agosto. Las doñitas de Queréndaro aprovechan al pasilla durante todas sus edades. Quizá por eso tenga una distinción especial, en el contexto nacional, a manera de chilaca. Cuando está verde, para las bienaventuradas rajas con crema; cuando está sazón para el guiso más representativo de la localidad: los chiles capones (una vianda de rajas fritas con cebolla, aliñadas en escabeche y rematada con queso añejo espolvoreado). Ya cuando de plano se pone prieto, y es pasilla, va directo al mole, el muy canijo.
LA NOTA, LA RECETA, EL REMEDIO Ya no me aguantaba las ganas. Ya me picaba en la punta de la lengua. Verdad de Dios que sí me da chililla que los chilangos sean tan turulatos cuando salen de su nube de ozono. Son gente privilegiada por vivir en una ciudad con los mejores lugares para comer (desde unas tortas hasta los platillos más sofisticados), ah pero eso sí, son tan guajes, desatentos y arrogantes a la hora de distinguir, que no ven más allá de sus trompas ensortijadas. Sucede que, de una década a la fecha, las chilacas han pasado a formar parte de los ingredientes especiales en los restaurantes de fusión gourmet de la capital michoacana. Los comensales forasteros no hallaron otra forma para emplazarlos que llamándolos chiles morelianos ¡Arre, pues!