SUPLEMENTO DE CAMBIO DE MICHOACÁN CAMBIO DE MICHOACÁN | C I E N C I A R I O | 11 DE MARZO DE 2 0 14 | 1 PARA LA DIVULGACIÓN DE TEMAS CIENTÍFICOS Y TECNOLÓGICOS PREMIO ESTATAL DE DIVULGACIÓN 2013 EDITOR: RAÚL LÓPEZ TÉLLEZ ixca68@hotmail.com MARTES 11 DE MARZO DE 2014 NÚMERO 520 APARECE LOS MARTES www.cambiodemichoacan.com.mx
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CIENCIAS VS. PSEUDOCIENCIAS
La neurociencia Fernando Rodríguez Villalón «¿Cuál ha sido el camino del conocimiento del cerebro desde una perspectiva primitiva hasta la neurociencia? Consideremos como el antecedente más antiguo a la noción de la relación entre cabeza y comportamiento».
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Quizá una de las áreas con más enigmas y con un mayor número de mitos y atribuciones espirituales en la medicina ha sido la del estudio del cerebro. De tal forma que fue la neurociencia la que más tardó en desarrollarse, pero que actualmente avanza como olas gigantes en el océano. Vayamos pues, estimado lector, al principio de las respuestas de la experimentación y la formulación de nuevas hipótesis que han llevado a la neurociencia a ser una de las áreas médicas más desarrolladas y fascinantes. Dos de las posibles causas de este hecho es que se creía, e incluso en la actualidad se cree, que los cambios en el comportamiento y las enfermedades mentales tenían un carácter espiritual (acción de espíritus o demonios); y por otra parte, que la lesión cerebral era una condición inmutable, una seria avería irreparable, sin recuperación. Esto podría .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. ..
MONSTRUOS, IMAGINACIÓN Y REALIDAD PÁGINA 2
explicar el porqué enfermos con lesiones cerebrales o con enfermedades mentales no se hayan beneficiado con alguna terapéutica eficaz, sino hasta los últimos años de desarrollo científico. Se puede decir que la creencia de algo que se considera inútil genera una actitud que no deja de reforzar esta idea, por lo tanto, no se hace nada al respecto. Se consideraba insensato desperdiciar tiempo, esfuerzo y dinero en el tratamiento de pacientes cuyo estado de salud se consideraba incurable. Esta fue la forma de ver y tratar a las enfermedades del sistema nervioso, sin embargo, la medicina, y la neurociencia en particular, han sufrido profundos cambios en su estructura de pensamiento en las últimas décadas. En poco tiempo ha pasado a la incorporación del método científico más exi-
gente en cuanto al reconocimientoy uso de nuevos conocimientos. ¿Cuál ha sido el camino del conocimiento del cerebro desde una perspectiva primitiva hasta la neurociencia? Consideremos como el antecedente más antiguo a la noción de la relación entre cabeza y comportamiento. La práctica de trepanación para la liberación de demonios y espíritus malignos que tomaban posesión del cuerpo es muestra de ello. Sin embargo, pasó mucho tiempo para considerar a la cabeza, y por tanto, al cerebro, como el poseedor de las funciones de la memoria, pensamiento, movimiento, sensibildad y otras más. El fuerte impulso de la Iglesia durante la Edad Media paralizó el progreso de la neurociencia, con la idea de que el alma y el pensamiento eran de origen divino. PÁGINA 4
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LA EDAD DE LA TIERRA PÁGINA 3
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¿Y EL LABORATORIO DEL BIÓLOGO? PÁGINA 7
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CIENCIAS VS. PSEUDOCIENCIAS «Cuando vemos «algo» en nuestra vida cotidiana que no comprendemos, automáticamente comenzamos a tratar de explicar ese «algo»; si no se cuenta con la información adecuada, suele ser muy fácil emitir una explicación basada, desgraciadamente, en cuestiones sobrenaturales, y como esas cosas supuestamente van más allá de lo natural, pues infunden miedo».
Monstruos, imaginación y realidad David Tafolla Venegas Por razones antropológicas que tienen que ver con la evolución del sistema nervioso central, las personas siempre nos sentimos atraídas hacia sucesos y eventos desconocidos que inflaman la imaginación, lo cual es completamente normal; sin embargo, en muchas ocasiones permitimos que esa imaginación crezca y crezca sin reparo, detalle que tampoco es negativo, pues de ahí nace el arte y suele ser un buen condimento en la iniciación científica. Lo perjudicial es que, a partir de la imaginación, comencemos a construir conclusiones sobre hechos cotidianos. Cuando vemos «algo» en nuestra vida cotidiana que no comprendemos, automáticamente comenzamos a tratar de explicar ese «algo»; si no se cuenta con la información adecuada, suele ser muy fácil emitir una explicación basada, desgraciadamente, en cuestiones sobrenaturales, y como esas cosas supuestamente van más allá de lo natural, pues infunden miedo. De tal forma que ante un hecho del cual no se tiene información se echa mano de la imaginación, así se construyen razonamientos sin fundamentos y emana el miedo, y con miedo, siendo biológicamente un estado de alerta, vemos hasta lo que no. Todo lo anterior para llegar a esto: «monstruos», o como los llaman pedantemente los pseudocientíficos, «animales crípticos»
o simplemente «crípticos» (críptico es una palabra de origen griego que significa oculto). Un ejemplo, el monstruo del Lago Ness, u otro más cercano a nosotros, El Chupacabras. Si revisamos con detalle el tema, encontraremos que a lo largo y ancho del mundo, encontramos historias sobre supuestos animales cuyas características, que independientemente de la forma corporal, son las mismas: habitantes de lugares prácticamente inaccesibles, con carácter tímido y muy rápidos. ¿Por qué sabemos que la existencia de esos animales es imposible? En realidad es muy sencilla la respuesta, se puede saber sobre todo por dos cosas. Una, el ecosistema, el hábitat donde supuestamente se ve el animal es incapaz de mantenerlo; hoy en día, en el campo de la ecología se ha avanzado mucho en el conocimiento sobre las redes tróficas, que son todos los fenómenos biogeoquímicos implicados en determinado hábitat, siendo entonces relativamente fácil deducir qué tipo de animal puede o no puede vivir en cierto ecosistema. Dos, la morfología y anatomía; cuando se describe al supuesto animal y resulta ser una mezcolanza de varios animales, definitivamente es una tomada de pelo (hago referencia nuevamente al caso Chupacabras). Los científicos dedicados a los animales conocen algo que se llama plan corporal, y ese plan corporal se refiere a las características de forma y
diseño que un linaje animal en específico puede tener, de tal modo que las especies animales que pertenecen a un mismo linaje simplemente son el resultado de variaciones de ese plan corporal en particular. Ahora bien, más allá de las historias míticas, existen leyendas antiguas que hablaron sobre animales muy raros, y en varios casos hombres y mujeres de ciencia pudieron explicar perfectamente de lo que se trataba; tal es el caso del gorila de las montañas de niebla del centro de África. Antes sólo los lugareños lo conocían y era una leyenda para el resto del mundo. Los calamares gigantes, aunque no se han documentado vivos, sí se han encontrado restos de animales muertos; incluso el ornitorrinco, que es un animal que pudiera contradecirme, ya que es un mamífero parecido a un castor pero tiene pico y patas muy parecidas a las de los patos, pero revisando su historia natural se entiende el porqué de su diseño. Así, en los ejemplos anteriores y en muchos más que por razones de espacio ya no pude mencionar, la ciencia, a través del método científico, ha podido esclarecer o refutar, y lo mejor de todo es que el conocimiento que se ha generado a través de este proceso científico está disponible para tomarlo en cuenta antes de sacar conclusiones precipitadas y evitar que el miedo y la ignorancia permeen nuestra visión.
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CIENCIAS VS. PSEUDOCIENCIAS «Por fortuna para los dinosaurios y los trilobites, la edad de la Tierra no es de cuatro mil cuatro años, pero tampoco de 100 millones de años; de lo contrario, estos seres habrían formado parte de una divina casualidad».
La edad de la Tierra Miguel Morales Gámez
El tiempo es un concepto inherente a nuestras actividades cotidianas y es usado también para definir lapsos durante los cuales ocurren los fenómenos geológicos, los cuales pueden ser tan pequeños como las constantes sacudidas que tiene el planeta debido a los sismos provocados por la interacción entre las placas tectónicas, o bien por la actividad volcánica; pero también hay otros que implican lapsos mayores como es el caso de la apertura y posterior clausura de un océano. En ambos casos se requieren escalas de tiempo especiales debido a que los sismos ocurren en lapsos muy cortos. Para medir la duración del evento basta un reloj con una precisión al segundo, pero formar un océano implica millones de años; por lo tanto, se necesita una precisión distinta. Antes del descubrimiento del fenómeno de la radioactividad se proponía todo tipo de interpretaciones para señalar la edad de la Tierra, desde las místicas y divinas hasta las que se basaban en la explicación de su edad a partir de ciertos acontecimientos o fenó-
menos físicos. El problema de la definición de la edad de la Tierra es tan viejo como la humanidad misma, no sabemos si realmente a nuestro planeta le importe que se determine su edad, en todo caso lo hacemos, unas veces bien y otras no tanto. Uno de los errores más grandes que se cometen en la ciencia es dar por sentado teorías que no son comprobables, por ejemplo Aristóteles, gran filósofo griego, estableció que las rocas de la Tierra habían sido creadas bajo la «influencia» de las estrellas, sin dar mayor explicación; ¿cómo poder objetar a una autoridad de tal magnitud, a quien se consideró durante el Medioevo como la máxima autoridad en cualquier tema? Más tarde se hicieron otros intentos por definir la edad de la Tierra. Resalta el caso del clérigo anglicano James Ussher, quien propuso, a mediados del siglo XVI, que la Tierra no podía ser más vieja que los sucesos narrados en la Biblia, e hizo una cronología genealógica, llegando a establecer incluso la fecha y hora de su origen, su conclusión fue que la Tierra no podía tener más de cuatro mil cuatro años. En años subsecuentes hubo otros intentos por de-
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finir la edad de la Tierra, no tan divinos pero válidos. A finales del siglo XIX, John Joly, un físico inglés, propuso que la edad de la Tierra no podía ser más vieja que la salinidad de los océanos, es decir, partiendo del hecho de que en un principio el agua marina estaba libre de sales y debido al continuo y constante aporte de sedimentos arrastrados por los ríos que desembocaban en los océano iban lentamente aumentando la salinidad del
agua, este proceso no podía, según sus cálculos, llevar más de 100 millones de años hasta llegar al grado de salinidad actual (hoy se sabe que hay mares más salados que otros). Así como este caso hubo muchos intentos por determinar la edad de nuestro planeta, los cuales fueron deducidos a partir del estudio de ciertos fenómenos físicos. Lord Kelvin (William Thomson), quien hizo grandes aportaciones en el campo de la termodi-
námica y electricidad pero herró en la determinación de la edad de la Tierra, propuso que la Tierra tenía entre 20 y 100 millones de años, y basó sus conclusiones en el tiempo que tardaría en enfriarse una esfera de metal de dimensiones similares a las del planeta. Por fortuna para los dinosaurios y los trilobites, la edad de la Tierra no es de cuatro mil cuatro años, pero tampoco de 100 millones de años; de lo contrario, estos seres habrían formado parte de una divina casualidad. Con el descubrimiento de la radioactividad natural de algunos elementos pudo al fin establecerse una serie de parámetros que permitieron a los geocronólogos determinar la edad de las rocas y, por supuesto, la edad de la Tierra y otros astros. De esta manera, a partir de diminutos relojes radioactivos atrapados en ciertos minerales que forman una roca, se ha determinado que la edad de nuestro planeta es de aproximadamente cuatro mil 600 millones de años.
Uno de los errores más grandes que se cometen en la ciencia es dar por sentado teorías que no son comprobables, por ejemplo Aristóteles, gran filósofo griego, estableció que las rocas de la Tierra habían sido creadas bajo la «influencia» de las estrellas, sin dar mayor explicación; ¿cómo poder objetar a una autoridad de tal magnitud, a quien se consideró durante el Medioevo como la máxima autoridad en cualquier tema?
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CIENCIAS VS. PSEUDOCIENCIAS «…Soy afortunado de estar aquí y también lo eres tú. Debemos aprovechar al máximo nuestra breve estancia, para intentar entender las cosas y conseguir una completa visión del mundo y de la vida, tanto como nos lo permita nuestro cerebro». – Richard Dawkins «Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde», dice el refrán. Nada más cierto tratándose de la vida, que aunque maravillosa, no siempre es valorada hasta que se está en riesgo de perderla. La muerte es algo inquietante, porque tiene que ver con el primordial instinto de conservación, que es clave en la supervivencia de las especies. Cuando sentimos el dolor de perder a un ser querido, podemos preguntarnos si ahí termina todo o hay una continuación de algún tipo. La vida después de la muerte es un asunto abordado por las religiones. Aunque es obvio que no puede haber evidencias en este asunto, porque nadie ha regresado a la vida después de muerto, hay una situación que han aprovechado los esotéricos para afirmar que sí hay un «más allá». Un pequeño porcentaje de las personas que sufren de un paro cardiaco y que son reanimadas por los médicos, refieren haber tenido una experiencia extraordinaria. Las descripciones más comunes: desprenderse del cuerpo,
¿Vida después de la vida? Cuauhtémoc Sarabia transitar por un túnel oscuro hacia un mundo luminoso, encuentro con un personaje etéreo, disfrutar de una dicha y paz inmensas, dificultad para describirlo con palabras. El psiquiatra (y buen negociante) doctor Raymond Moody, publicó en 1976 el best seller mundial titulado «La vida después de la vida», producto de entrevistas a decenas de sobrevivientes a la «Experiencia cercana a la muerte» (ECM). Las conclusiones de la obra son: 1. La muerte no es el fin y no es una experiencia dolorosa. 2.
Hay un lugar de dicha y paz que nos espera. (Por supuesto, tratándose de un creyente) 3. Dios existe. Los críticos de Moody anotan que éste seleccionó a los entrevistados para considerar sólo a aquellos cuya descripción coincidió con un patrón establecido. Todos ellos experimentaron la dicha y la paz, independientemente de si en su vida fueron buenos o malos. Dado que es significativa la cifra de sobrevivientes que reportaron esas experiencias, algunos científicos las estudiaron y propusie-
ron mecanismos para explicarlas. Carl Sagan en su libro «El cerebro de Broca», manejó la hipótesis que la ECM sería una remembranza del nacimiento, cuando el nonato desciende por el canal vaginal hacia la luz. Esta hipótesis ha sido criticada, pues se sabe que los bebés nacen con deficiencia visual y además las experiencias también se dan entre los nacidos por cesárea. Algunos paramédicos observan en víctimas de accidentes graves, el cese del dolor y un gran relajamiento previo a la muerte. La
audición y en general de los sentidos, es decir, las propiedades físicas y anatómicas de los órganos que les permiten percibir, la llamada psicofísica, surgida en Alemania. Nace la neurociencia moderna. Santiago Ramón y Cajal, considerado el padre de la neurociencia moderna, pone las bases y el punto de partida al identificar a las neuronas como las unidades del sistema nervioso y su comunicación
a través del proceso de sinapsis. Hoy en día, el interés por explicar el funcionamiento del cerebro y de sus células, las neuronas, sigue muy vivo en muchos investigadores de todo el mundo. De esta forma, los conocimientos sobre el cerebro avanzan tan rápido, que cada día se percibe más su impacto social. Es así que preguntas como ¿qué hace la mente? ¿Qué son las
misma situación se observa en ratones cazados por gatos. Aparentemente hay una liberación de endorfinas que tranquilizan al moribundo. Si la función biológica del dolor es lograr el auxilio hacia la zona del cuerpo dañada, el cese del dolor en caso extremo parece muy lógico. Se han publicado otros estudios que pueden explicar las ECM. Los investigadores analizaron el electroencefalograma de un grupo de ratas a las que se les provocó el paro cardiaco. En los 30 segundos después del paro, todos los animales mostraron gran actividad cerebral sincronizada, igual a la observada cuando los animales están en un alto grado de alerta. Los resultados sorprendieron a los investigadores, pues se suponía que la actividad cerebral debería cesar casi inmediatamente después de la suspensión de la circulación sanguínea. Se puede intuir que la hiperactividad cerebral después del paro cardiaco, aunada a la segregación de endorfinas, explica las ECM. Los creyentes tienen el derecho de sacar sus propias conclusiones, pero es deber de los que trabajan y cobran su sueldo desde la ciencia, encontrar una explicación racional a este fenómeno que inquieta a muchos. Algunos pensamos si el material de nuestro cuerpo muerto se reciclará en otros seres vivos, eso sí que es grandioso.
DE PORTADA
la neurociencia PÁGINA 1
Para el siglo XVII y XVIII se da un gran salto en la ciencia del sistema nervioso, comienza a observarse y tratar de entender cómo funciona. Personajes como Descartes sugieren que el cerebro y otras estructuras nerviosas son las encargadas del comportamiento, movimiento y emociones. Bell y Magendie distinguen las funciones motoras y sensitivas, Müller investiga las fibras nerviosas
y su transmisión, Gall y Flourens comienzan a localizar funciones mentales en sitios particulares de la cabeza, la llamada frenología. Esta localización de las funciones se hace palpable con los trabajos de Broca y Wernicke, quienes descubren las áreas del lenguaje hablado y escrito, respectivamente. La experimentación va más allá, se comienza a estudiar el porqué de la visión, de la
emociones? ¿Por qué aparecen enfermedades que no permiten movernos o sentir? ¿Cómo se cura la psicosis? Son contestadas por las neurociencias en beneficio de la humanidad, y lo mejor aún, permiten generar respuestas terapéuticas cada vez más eficaces. fer_liz3110@hotmail.com
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CIENCIAS VS. PSEUDOCIENCIAS
En su libro Cosmos, el astrónomo estadounidense Carl Sagan nos hace notar que si viviéramos en un planeta donde nunca cambia nada, habría poco qué estudiar, no habría nada qué explicarse; y si viviéramos en un mundo impredecible, donde las cosas cambian de modo fortuito o muy complejo, seríamos incapaces de explicarnos nada; sin embargo, uno de los aspectos mas fascinantes de nuestro Universo es que las cosas cambian siguiendo reglas bien definidas que podemos comprender. A estas reglas les llamamos leyes de la naturaleza y existen desde que se originó el Universo. La ciencia es la llave con la que accedemos al conocimiento de las leyes de la naturaleza para poder explicar y predecir el comportamiento del Universo. Nuestra existencia depende en gran medida de la comprensión de los fenómenos que ocurren a nuestro alrededor; sin este conocimiento nos volvemos vulnerables ante los incesantes cambios de la naturaleza. En el pasado, los humanos contemplaban el cielo nocturno más a menudo. La profunda oscuridad de la noche y la falta de distractores permitían que nuestros ancestros admiraran las miles de estrellas y otros objetos del firmamento por largas horas. En determinado momento se dieron cuenta de la regularidad de ciertos fenómenos celestes. Las estrellas, al igual que la Luna y el Sol, salen siempre por el este y se ocultan por el oeste. Las constelaciones que son visibles durante una estación del año vuelven a aparecer en el mismo lugar un año después. Este orden en el comportamiento de las estrellas es exquisito, produce una sensación de confianza y tranquilidad. La regularidad del movimiento de los astros nos permitió construir calendarios para predecir los días en que se debería sembrar o salir de cacería. En cierto modo, la observación del movimiento de los astros comenzó a regir el ritmo de la vida de los seres humanos. Sin embargo, dentro del movimiento ordenado de las
«Para conciliar la observación con su modelo y en aras de conservar las ideas que él creía correctas, Ptolomeo incorporó unos círculos extra a las órbitas de los planetas, aunque no lograba predecir con precisión sus posiciones».
El nacimiento de la astronomía Daniel Tafoya Martínez
ESPECIAL
estrellas se encontraban cinco cuerpos que parecían no seguir un patrón bien determinado, por lo que se les llamó estrellas errantes, o planetas, en griego. Debido a este comportamiento caprichoso, los planetas fueron asociados ESPECIAL con dioses.
En el siglo II, Claudio Ptolomeo propuso un modelo para explicar el movimiento de los planetas. Ptolomeo suponía que la Tierra era el centro del Universo. Esta suposición es la que pareciera más sensata a nuestros sentidos. Cualquiera de no-
sotros llegaría a la misma conclusión si nadie nos hiciera notar lo contrario. Sin embargo, es muy fácil confundir a nuestros sentidos. Bajo el escenario que Ptolomeo suponía, los planetas giran en una dirección dada y no pueden regresar. Sin
embargo, era bien conocido que el planeta Marte hace un rizo en su trayectoria por el firmamento, regresándose un poco para luego continuar moviéndose hacia delante. Para conciliar la observación con su modelo y en aras de conservar las ideas que él creía correctas, Ptolomeo incorporó unos círculos extra a las órbitas de los planetas, aunque no lograba predecir con precisión sus posiciones. Debido a la falta de entusiasmo por conocer la verdadera naturaleza del Universo que reinó en los siglos posteriores, los modelos erróneos de Ptolomeo persistieron hasta el siglo XVI, cuando Nicolás Copérnico decidió buscar la verdad a expensas de enfrentarse con una maquinaria político-religiosa dogmática muy poderosa. Copérnico tuvo el coraje y la visión para proponer la idea revolucionaria de que el centro del Universo no es la Tierra, sino el Sol. La ventaja de este modelo fue que era mucho más sencillo y podía predecir con mayor precisión la posición de los planetas; sin embargo, aún existían pequeñas discrepancias entre las predicciones y las observaciones. El último juez de los científicos es el experimento. Si el experimento produce resultados que difieren de la predicción del modelo, no importa qué tan sofisticado y elegante sea dicho modelo, tiene que desecharse. En el caso de la astronomía, no se pueden realizar experimentos, pues los objetos de estudio se encuentran a distancias inaccesibles; en su lugar, el último juez de los modelos astronómicos son las observaciones. Johannes Kepler fue quien finalmente introdujo el método científico en la astronomía. Él contrastó las observaciones de Tycho Brahe con varios modelos matemáticos hasta que encontró el que predecía las posiciones de los planetas dentro del límite de precisión de dichas observaciones. Kepler tuvo que abandonar sus creencias para aceptar la cruda realidad del comportamiento del Universo, eso es lo que hace un cienESPECIAL tífico.
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«Cruza los dedos, ( toca madera. No pases por debajo de esa escalera. Y evita el trece ( y al gato negro. ( No te levantes con el pie izquierdo. Y métete en el bolsillo envuelta en tu carta astral una pata de conejo por si se quiebra un espejo o se derrama la sal….» «Toca madera». Joan Manuel Serrat Nuestro equipo favorito está a punto de perder pues le acaban de marcar un penalti en contra. El delantero se dispone a cobrarlo… y nosotros, cerramos los ojos y cruzamos los dedos para que no anote. ¿Qué pasa si cruzo los dedos y el portero de mi equipo detiene el penalti? La siguiente vez que quiera que algo suceda definitivamente volveré a la práctica de «cruzar los dedos», en una conducta (le llaman) reforzada, volviéndose así una actitud cotidiana ante la adversidad. En un 50 por ciento de las veces tal vez se cumpla nuestra cábala y en el otro 50 por ciento de las veces no, pero en el 100 por ciento de las veces recurriremos al mismo e irracional recurso de cruzar los dedos, esperando que pase lo que queremos. En la letra de Serrat a la que hago referencia, además de estas supersticiones hay otras cuantas más que seguimos, dejándole al pensamiento mágico que nos ayude a que el mundo sea mejor para nosotros de lo que ya es, sin pensar que no tenemos la menor oportunidad de comprobar que estos «actos» hayan servido en realidad para algo, pero que nos va dando un «soporte logístico» (falso) para que nuestra vida se conduzca de la mejor forma posible. Es común ver en las redes sociales la referencia a páginas de horóscopos. Todos sabemos a qué se refiere esta práctica: se supone que la posición que tenían las estrellas, el Sol, los errantes
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«Actualmente el Sol, el 21 de marzo, no está en Aries, como cuando fue calculado hace más de dos mil años, sino en Piscis, así que si alguien sigue al pie de la letra su horóscopo, pues debe saber que se ha equivocado de signo, ya que los astrólogos modernos no han actualizado sus conocimientos y ya los signos del Zodiaco no están sobre las constelaciones originales».
planetas y la Luna al momento de nuestro nacimiento determina no sólo nuestra personalidad sino que define cómo será nuestro futuro. También nos alerta de lo que pasará ese día y de lo que debemos cuidarnos. La astrología fue practicada por diversas culturas y estuvo de alguna forma entrelazada con la astronomía. Al igual que ahora, la necesidad económica llevó incluso a muchos de los grandes astrónomos como Galileo Galilei, Tycho Brahe y hasta Johannes Kepler a trabajar haciendo horóscopos; afortunadamente esas creencias fueron cada vez más cuestionadas y su práctica perdió validez científica, divorciándose de una vez y para siempre la astronomía de la astrología, y es que es realmente fácil demostrar que el conocimiento de los que elaboran horóscopos se quedó en el pasado. Vamos a ver por qué. Un buen (y madrugador) observador sabrá que en diciembre el Sol «sale» más
Para afrontar el día (sin miedos) Cony González
al sur que el resto del año. Si en esas fechas observamos la sombra que proyecta en el día, cuando está en la parte más alta del cielo (12:40 aproximadamente), y la observamos los siguientes días, observaremos que ésta se hace cada vez más y más corta. Si viviéramos en el Ecuador, hay un día que no se proyecta ninguna sombra ya que ese día el Sol pasa del Hemisferio Sur (celeste) al Hemisferio Norte. (Explicándolo fácilmente, el ecuador celeste es una proyección del propio ecuador terrestre). Este punto de cruce con el ecuador celeste es muy impor-
tante en astronomía y se conoce como Punto Vernal o Punto Aries. Cuando en el pasado se asignaron las (doce) constelaciones por las que transita el Sol (aunque realmente son trece) y se vincularon con los mencionados horóscopos, el Punto Vernal estaba en Aries, pero la Tierra debido a que en su giro presenta un movimiento como el «cabeceo» de los trompos, llamado «Precesión de los equinoccios», hace que la posición relativa del Sol cambie, completando un ciclo en un periodo aproximado de 26 mil años. De hecho, actualmente el sol, el 21 de marzo,
no está en Aries, como cuando fue calculado hace más de dos mil años, sino en Piscis, así que si alguien sigue al pie de la letra su horóscopo, pues debe saber que se ha equivocado de signo, ya que los astrólogos modernos no han actualizado sus conocimientos y ya los signos del Zodiaco no están sobre las constelaciones originales. Este cambio en la posición relativa del Sol equivale a un movimiento de 50.290966 segundos de arco, por lo que para un nacido el 11 de marzo de 2014, tendrá una posición del Sol y el resto de los cuerpos celestres, diferente a uno nacido el 11 de marzo de 2013 o de 2015. Esta es sólo una referencia para hablar de la inconsistencia de los horóscopos y otras charlatanerías. Es mejor iniciar el día sabiendo que debemos estar conscientes que fuerzas sobrenaturales no determinan ni nuestro presente ni nuestro futuro y que el día lo hacemos nosotros.
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CIENCIAS VS. PSEUDOCIENCIAS «Obtener nuevo conocimiento y ponerlo a consideración de la sociedad, le lleva al biólogo un gran esfuerzo en términos de espacio-tiempo»
¿Y el laboratorio del biólogo de campo? Martina Medina Nava
Para llevar a cabo su trabajo de investigación, el científico se traza un plan armado con herramientas teóricas, metodológicas y técnicas. De los diferentes pasos en que se constituye el método científico, la parte experimental se considera fundamental para poder tener la certeza de la repetición de un «patrón» del fenómeno o proceso. Éste se sustenta en la capacidad de repetir un determinado experimento en cualquier lugar y por cualquier persona. En este sentido se considera esencial, la comunicación y publicidad de los resultados obtenidos y por otro en la «falsabilidad «, es decir, que toda proposición científica tiene que ser susceptible de ser verificada. Esto último implica que se pueden diseñar experimentos que, en el caso de dar resultados distintos a los predichos, negarían la hipótesis puesta a prueba. Simplemente confirmar o no un hecho o fenómeno. En las ciencias biológicas, particularmente la biología (a diferencia de otras ciencias como matemáticas y física), se tiene un objeto de estudio: los seres vivos y su entorno, por lo tanto, de la realidad. ¿A qué se enfrenta entonces el biólogo para poder llevar acabo la fase de experimentación y cómo lo logra? ¿Cómo diseña o utiliza a este gran laboratorio de la naturaleza cuando su objeto de estudio es una población de ranas, la cotorra serrana, los parásitos que
afectan a las plantaciones forestales o los peces del Lago de Pátzcuaro?¿Cómo explicar el funcionamiento y cadenas tróficas en un matorral subtropical? Por un lado dependiendo de la pregunta de investigación, el biólogo establece los límites o escala de trabajo. Su laboratorio podrá ser entonces un río, un lago, un bosque, un manantial, un arrecife. A otra escala, el límite lo puede constituir un simple árbol de pino u oyamel, ya que alberga gran cantidad de insectos, arácnidos, anélidos, aves, pequeños mamíferos, orquídeas, etcétera. E s t o nos puede situar en que no consiste en sólo repetir una receta o serie de pasos en un laboratorio bajo condiciones controladas. Trabajar en un ambiente natural requiere de la búsqueda de métodos que permitan por ejemplo: estimar el número de zarigüeyas en un bosque de pino-encino o la abundancia del pez blanco, sin que implique tener que sacrificar a todos los organismos. Por lo tanto debe apoyarse en el uso de herramientas que provee otras ciencias o tecnologías. Por ejemplo
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¿Cómo diseña o utiliza a este gran laboratorio de la naturaleza cuando su objeto de estudio es una población de ranas, la cotorra serrana, los parásitos que afectan a las plantaciones forestales o los peces del Lago de Pátzcuaro?
utilizar métodos estadísticos a fin de establecer un tamaño mínimo de muestra, es decir cuánto individuos o qué área abarcar. Otra implicación es buscar la forma de conseguir capturar los individuos ya sea plantas o animales. Se diseña o utiliza una gran diversidad de trampas, redes, cuadrantes, fotografía esto entre miles de diseños que
existen actualmente. ¡Este trabajo puede llevar desde uno a varios años de trabajo campo! Un proceso biológico en términos de espacio y tiempo no puede ser explicado o entendido en sólo unos días; esto es una de las grandes diferencias con otras ciencias o áreas que utilizan un laboratorio donde manipulan y controlan al ESPECIAL objeto de estudio, en que se
puede repetir en un solo día un experimento. Los datos obtenidos deben plasmarse en un documento escrito con rigor científico; explicitar el cómo, cuándo y dónde se obtienen las muestras y algo muy importante, ¡las réplicas! Por lo tanto se llega a tener un mundo de datos y se vuelve un trabajo titánico, pero necesario para cumplir con los supuestos necesarios que exige el método científico, enfatizando en la necesidad de demostrar la repetición y verificación, que una vez planteados permiten aceptar o rechazar la hipótesis. Obtener nuevo conocimiento y ponerlo a consideración de la sociedad, le lleva al biólogo un gran esfuerzo en términos de espaciotiempo. Bajo el paradigma actual de que «la constante es el cambio», la serie de datos y modelos aplicados pueden ayudar a entender sólo una parte de la realidad, como una fotografía «instantánea». Por lo tanto el conocimiento de los procesos biológicos debe ser continuo, de largo plazo e integrativo. Cada vez que se inicia una investigación que intenta repetir la fase de «experimentación» en campo, es posible sin dudarlo que surjan nuevas preguntas o el rechazo de hipótesis. Por lo tanto la siguiente frase es más que adecuada, que resume el trabajo como ciencia de un biólogo de campo: «No existe la ciencia acabada. La ciencia vive venciendo errores y no estableciendo verdades». (Boris Eichenbaum, 1925).
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CIENCIAS VS. PSEUDOCIENCIAS «La ciencia es una actividad humana creativa cuyo propósito es la comprensión de la naturaleza y su producto es el conocimiento, obtenido a través de la aplicación del método científico. De hecho, la palabra ciencia viene del latín scientia que significa conocimiento. De manera que la ciencia no es ninguna propiedad natural, es una creación humana, una herramienta».
Tiempos de guerra Horacio Cano Camacho Por cierto, este título no me gusta, sin embargo, es real y debemos usarlo ahora. Y no me refiero a las guerras abiertas, inhumanas por la que bastas regiones del mundo atraviesan y llevan al sufrimiento de millones. Esta guerra a la que hoy me refiero es soterrada, pero constante y no se lleva a cabo con balas y sí con discursos, con actitudes. ¿En que consiste? Básicamente en una andanada de ataques a la ciencia y a la filosofía, y con ello a la educación. Y lo mismo la podemos encontrar en los Estados Unidos que en España y por desgracia, también en México. Hace unos días me comentó un profesor de la Universidad Michoacana de una discusión con un alumno que exigía que además de revisar a Darwin y la evolución en clase, se les diera la oportunidad de presentar otras «alternativas», digamos, religiosas. A un observador no avezado, esta petición podría resultarle legítima y total-
mente atendible. Pero no es tan inocente como ese observador podría creer. Primero, porque el joven parece no entender lo que significa el laicismo. La Universidad, como parte del Estado es una institución laica, lo cual significa que es independiente de cualquier credo religioso. Además, es una institución dedicada, entre otras cosas, a la generación y enseñanza del conocimiento producido por la ciencia. Si el chico quiere rezar, allí están las iglesias, para ello las tenemos y las debemos proteger. Podría quedar la impresión de que la Universidad y la ciencia, en particular, son enemigas de las religiones, lo cual no es cierto en modo alguno. Lo que debemos entender es que la religión y más precisamente las creencias no son objeto de la ciencia. La ciencia es una actividad humana creativa cuyo propósito es la comprensión de la naturaleza y su producto es el conocimiento,
ESPECIAL
obtenido a través de la aplicación del método científico. De hecho, la palabra ciencia viene del latín scientia que significa conocimiento. De manera que la ciencia no es ninguna propiedad natural, es una creación humana, una herramienta. La ciencia tiene tres cualidades que la hacen diferente a otras creaciones humanas, como el arte o las religiones mismas. Estas tres cualidades son la objetividad, la inteligibilidad y la dialéctica. La primera se refiere a reducir la influencia del sujeto observador, eliminando la ideología, los gustos, las creencias y preferencias. La inteligibilidad significa comprender un fenómeno hasta su esencia, eliminando creencias e intuiciones y dejando sólo que tienen soporte en los hechos. Finalmente, la dialéctica se refiere a que todo conocimiento puede cambiar por los avances en el propio conocimiento y en los instrumentos. Es decir el concepto de verdad cientí-
fica es muy diferente a las creencias religiosas, puesto que acepta la posibilidad del error. La ciencia es una continua interacción entre hechos e ideas. Las ideas sin demostración son vanas para la ciencia y las observaciones sin interpretación son estériles. Son problemas de la ciencia todos aquellos fenómenos y procesos de los que podemos derivar referentes empíricos, es decir, que podemos probar. La existencia o inexistencia de Dios no son objetivo de la ciencia puesto que no hay manera de demostrarlo. Debemos entender que en ciencia, la persona que investiga un fenómeno debe estar dispuesta a utilizar el método y la ética científica; debe tener la preparación metodológica para su empleo correcto; debe contar con los recursos necesarios para llevar la indagación a buen término y debe tener la capacidad para comprender, jerarquizar y asimilar información.
La ciencia no es ni una ocurrencia ni una creencia, ni se basa en dogmas de ninguna clase. Esto parece ser muy difícil de entender. No sólo porque no sabemos de ciencia, sino porque tampoco sabemos de filosofía. Hay muchas preguntas que la ciencia no puede responder, porque no se refieren al mundo natural y ese es el terreno de la filosofía: generar más preguntas sobre ese mundo no natural. La ciencia, la filosofía y la educación pública están bajo ataque de quienes no las comprenden y quisieran para nosotros un estado confesional en dónde imponernos sus creencias. Defendamos la educación laica y pública, es una condición indispensable para la democracia. Profesor-Investigador del Centro Multidisciplinario de Estudios en Biotecnología, Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
La ciencia no es ni una ocurrencia ni una creencia, ni se basa en dogmas de ninguna clase. Esto parece ser muy difícil de entender. No sólo porque no sabemos de ciencia, sino porque tampoco sabemos de filosofía. Hay muchas preguntas que la ciencia no puede responder, porque no se refieren al mundo natural y ese es el terreno de la filosofía: generar más preguntas sobre ese mundo no natural.