SUPLEMENTO CIENCIARIO 22 DE DIC 2015

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SUPLEMENTO DE CAMBIO DE MICHOACÁN CAMBIO DE MICHOACÁN | C I E N C I A R I O | 22 DE DICIEMBRE DE 2 0 15 | 1 PARA LA DIVULGACIÓN DE TEMAS CIENTÍFICOS Y TECNOLÓGICOS PREMIO ESTATAL DE DIVULGACIÓN 2013 EDITOR: RAÚL LÓPEZ TÉLLEZ ixca68@hotmail.com MARTES 22 DE DICIEMBRE DE 2015 NÚMERO 609 APARECE LOS MARTES www.cambiodemichoacan.com.mx

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CARL SAGAN, VIAJER O EN EL COSMOS VIAJERO

Hay un dragón en mi cochera ESPECIAL | IMAGEN TOMADA DE INTERNET

Horacio Cano Camacho

Imagine que un vecino lo conmina a visitar su cochera en donde –afirma– vive un dragón. Usted hace un ejercicio de tolerancia, incluso de escepticismo: ¿qué motivo puede tener su vecino para hacer tal afirmación? Se ve como un ciudadano respetable, cuerdo y decente, ¿se arriesgaría a quedar en ridículo si fuera una afirmación sin ningún sustento?, ¿qué tal y esta es la oportunidad de su vida de atestiguar un fenómeno sensacional y presenciar un hecho de gran trascendencia?, ¿su vecino será un loco peligroso o tal vez un bromista? Usted es una persona dispuesta a aceptar ideas nuevas, hipótesis arriesgadas o incluso la posibilidad de que existan fenómenos curiosos e inexplicables a su propia experiencia y conocimiento. Entonces decide ir con el vecino a pesar de su prurito. Una vez en la cochera le dice: «Vecino, le presento .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. ..

LOS ÁRBOLES, PARIENTES CERCANOS PÁGINA 2

la divulgación de la ciencia pues fue el último libro publicado en vida y enteramente por él. Y el ejemplo no es trivial. Constantemente los que nos dedicamos a algún aspecto de la ciencia, desde la investigación hasta su comunicación pública, somos asediados por este tipo de retos en los que se nos pide simplemente creer en algo. Quien lo pide desconoce, en términos generales, el carácter de la ciencia y, por supuesto, su método. Existe una diferencia sustancial entre «creer» y «saber». Y saber, en términos científicos, significa que tenemos elementos o indicios de que un fenómeno puede ocurrir en una forma o sentido. Por supuesto, la ciencia acepta que el saber no es una categoría absoluta, el conocimiento obtenido por el método científico cambia, se consolida o se rechaza cuan-

a mi dragón…», y usted no ve nada porque, según su vecino, el dragón es invisible. Tal vez no pueda verlo, pero extendiendo su ejercicio de apertura, piensa que tal vez sea invisible –muchos seres vivos lo son a la vista humana– pero puede encontrar una forma de probar su existencia, así sea por medios indirectos: detectar huellas, experimentar desviaciones de la luz al pasar por el cuerpo del hipotético dragón, detectar la emisión de calor o alguna sustancia, evidenciarlo de alguna manera. Hasta que su vecino le aclara que su dragón es inmaterial y sólo se puede ver si cree en él… Este ejercicio es propuesto por Carl Sagan en su libro El mundo y sus demonios, la ciencia como una luz en la oscuridad (Planeta, 1995), trabajo que muchos consideramos su testamento en el campo de

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SAGAN Y LA DIVULGACIÓN BIOLÓGICA PÁGINA 3

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COMETAS: UN VIAJE INTERPLANETARIO PÁGINA 5


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CARL SAGAN, VIAJER O EN EL COSMOS VIAJERO

Para Silke, a un año de haber visto en sus pupilas, condensados, los trece mil 700 millones de años de evolución cósmica que han transformado a la materia en vida y conciencia. «Los hombres crecieron en los bosques y nosotros les tenemos una afinidad natural. ¡Qué hermoso es un árbol que se esfuerza por alcanzar el cielo! Sus hojas recogen la luz solar para fotosintetizarla y así los árboles compiten dejando en la sombra a sus vecinos. Si buscamos bien veremos a menudo dos árboles que se empujan y se echan a un lado con una gracia lánguida. Los árboles son máquinas grandes y bellas, accionadas por la luz solar, que toman agua del suelo y dióxido de carbono del aire y convierten estos materiales en alimento para uso suyo y nuestro. Carl Sagan. Capítulo II: «Una voz en la fuga cósmica». Cosmos. Una mañana fresca, temprano en el bosque, pinos y encinos se yerguen majestuosos y su aroma nos recuerda que los árboles son más eficientes químicamente que cualquier planta industrial diseñada por el hombre. No debería sorprendernos pues son el producto de millones de años de evolución. El título de este artículo procede de un pie de foto en el libro Cosmos, en la que aparece Carl Sagan junto a un encino, pero ¿quiénes son estos «parientes cercanos»? Las primeras plantas –organismos constituidos principalmente de celulosa, el polímero natural más abundante en el planeta– tenían a su disposición en

Los árboles, parientes cercanos Abril Munro Rojas

ese mar primitivo donde surgió la vida agua ilimitada, cuando estos organismos comenzaron a colonizar tierra firme necesitaron estructuras que les proveyeran de agua en el inhóspito nuevo ambiente, necesitaron tener consigo su pedacito de mar, así surge la lignina, otro polímero que funciona como pegamento de la celulosa, le da soporte no sólo estructural a las plantas en tierra firme, sino de transporte de nutrientes, así de toda esta colección increíble de organismos capaces de conseguir su sustento sin deambular surgieron en algún punto de la evolución los árboles, plantas leñosas que han sobrevivido a varias extinciones y que presenciaron nuestra aparición en este planeta. Seguramente nuestros ancestros se sentaron bajo su sombra, se reunieron en

torno al fuego generado por su combustión y construyeron sus primeras casas y corrales con su madera. Y alguien podría pensar «ah, cosas del pasado», pues no, estos maravillosos gigantes no sólo nos siguen dando su sombra, algunas de las construcciones más hermosas del mundo están hechas con madera, el papel sobre el que proyectamos nuestras ideas se fabrica con madera a la que se le ha retirado mediante procesos químicos parte de la lignina, los pañuelos desechables y el papel sanitario están hechos mediante variaciones del mismo proceso, si podemos usar calzado y prendas de vestir de piel vacuna, sin que ésta comience a pudrirse es gracias a que esta piel se curte utilizando taninos, compuestos químicos presentes en la corteza de los árboles.

¿Dolor de cabeza? Los médicos podrían prescribir una aspirina, nombre comercial del ácido acetil salicílico, fármaco sintético cuyo precursor se encontró en la corteza del sauce blanco, esta corteza y las hojas ya eran usados por varios pueblos de la antigüedad para combatir el dolor y la fiebre, actualmente se tratan distintas enfermedades con sustancias extraídas de los árboles, esto incluye corteza, madera y hojas. Para obtener la mayoría de los productos derivados es necesario cortar el árbol –tras lo cual se debería reforestar la zona de donde lo hemos tomado–; sin embargo, estos organismos nos reservan otra sorpresa: existen algunos tipos de árboles, las coníferas, que al hacerles una incisión en su corteza exudan un líquido amarillento y aromático, la resina de pino, que químicamente hablando es un tesoro pues al destilarse obtenemos brea y aguarrás. La brea es el precursor de sustancias tan variadas como las que contienen la goma de mascar, el emulsificante que impide que un refresco de limón o de toronja se separe en gotas de aceite y agua, también el adhesivo de algunas cintas proviene de

ahí, barnices, pinturas y una larga lista de productos de uso común, como la cera con la que se obtiene brillo para los zapatos o componentes de la tinta que en este momento permiten que mi mensaje sea leído; el aguarrás es un potente solvente, del que se obtienen el aceite de pino para limpiar los pisos, aromatizantes, desinfectantes e ingredientes para perfumes, todo esto derivado de un árbol que no tuvo que ser cortado y que continúa capturando dióxido de carbono y emitiendo oxígeno, además de alegrar nuestra vista. Los árboles han estado con nosotros desde el inicio, dependemos de ellos en muchos sentidos, por lo que tenemos que aprovecharlos racionalmente y cuidarlos como el hábitat de muchas otras especies en este planeta azul y verde. Hay quienes consideran que la colonización de otros mundos puede depender de que los árboles nos acompañen a esos otros planetas y nos ayuden a modificar su atmósfera, suena a ciencia ficción, pero ideas y proyectos que se materializan comienzan así, imaginados en la mente de un lector.


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CARL SAGAN, VIAJER O EN EL COSMOS VIAJERO «Carl Sagan no estudió formalmente la carrera de biología y sin embargo indagó sobre temas biológicos, lo que le permitió ganar el Premio Pulitzer por su libro Los dragones del Edén...»

Sagan y la divulgación biológica David Tafolla Venegas Ha pasado tiempo desde que Carl Sagan partió, y aunque los jóvenes de mi generación no lo conocimos directamente, sí lo conocimos por su trabajo como científico, pero sobre todo, como divulgador de la ciencia. Y es precisamente a través de sus obras que su mensaje para el orbe sigue vigente: la ciencia es la luz del mundo. Carl Sagan no estudió formalmente la carrera de biología y sin embargo indagó sobre temas biológicos, lo que le permitió ganar el Premio Pulitzer por su libro Los dragones del Edén, donde, en el capítulo tres «El cerebro y el carro», resulta muy interesante para cualquiera, independientemente de la profesión o el tipo de labor de cada persona. Los conceptos abordados en esas páginas son vitales, más que para la culturización científica propia, para el reconocimiento del humano en dos aspectos: uno, la identificación de uno mismo como parte de la historia natural enlazada al resto de la naturaleza, y dos, para ubicar las evidencias científicas en el propio ser de esta historia natural. De tal forma que los comportamientos vanidosamente llamados «exclusivamente» humanos en realidad no son tan exclusivos de nuestra especie, y además, cargamos aún con la honrosa herencia biológica ancestral de nuestros antepasados reptilianos. De todo lo que menciono esta es la idea que más me emociona del capítulo: el delator, que es ni más ni menos el órgano

una carrera» un caballo es el sistema límbico y el otro el complejo R, mientras que el jinete que controla a ambos es la neocorteza. Si el jinete, la parte consciente, pierde el control, es una catástrofe, lo que se traduciría en una aberración del comportamiento pero perfectamente entendible. Este documento es imperdible para cualquier interesado en las ciencias biológicas... corrijo: lo es para todos los interesados en la ciencia.

que es cúspide en la evolución, el cerebro. Así es. El cerebro creador y dador de nuestros pensamientos y personalidad guarda en su morfo-anatomía las evidencias de nuestra evolución reciente como humanos, su parte más novedosa, la neocorteza, estructura que procesa las sensaciones percibidas a través de los sentidos, productora de la consciencia y del sentido de responsabilidad. Sí, me refiero a la voz interior que tenemos. Pero también guarda las evidencias de nuestra evolución antes de ser humanos, un lejano pasado donde nuestros ancestros caminaban en cuatro patas y ni siquiera eran mamíferos aún, una época donde valía más la fuerza y el instinto. Nuestro pasado silvestre se guarda, aún, en la parte que se conoce como cerebro reptiliano o complejo R (el tronco en-

cefálico y el cerebelo); por si fueran pocas estas evidencias, existen también las estructuras correspondientes a la transición del modo de vida instintivo al cognitivo, entre la neocorteza y el complejo R se encuentra el sistema límbico (hipotálamo, hipocampo, amígdala cerebral entre otras estructuras). Este sistema es encargado de las emociones, el instinto sexual, instintos y miedos. Fascinantes los comentarios de Carl Sagan al referirse que lo que ocurre en el sistema límbico y en el complejo R es lo que todo mundo callamos, mejor dicho, lo que la neocorteza suprime, pero al verse dañada esta estructura diferentes personalidades, que creíamos imposibles en una persona, emergen; justo como en la alegoría de la que se vale para explicarlo, «un carro tirado por dos caballos en


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CARL SAGAN, VIAJER O EN EL COSMOS VIAJERO «Me vino lentamente un pensamiento: las estrellas son llama, pensé. Luego tuve otro pensamiento: las estrellas son fuegos de campamento que encienden otros cazadores de noche...».

¿Qué tan cerca de La idea de que seres similares a nosotros viven en algún lugar del firmamento probablemente data desde el comienzo de la humanidad. Carl Sagan, en su libro Cosmos, nos relata cómo él imagina que algunos de nuestros antepasados pudieron haber pensado sobre las estrellas: «Me vino lentamente un pensamiento: las estrellas son llama, pensé. Luego tuve otro pensamiento: las estrellas son fuegos de campamento que encienden otros cazadores de noche...». La curiosidad sobre la existencia de vida en otras partes del Universo se volvió más concreta con la aceptación del sistema heliocéntrico popularizado por Nicolás Copérnico. Dentro de esta visión del Universo la Tierra es sólo un planeta más girando alrededor del

Sol, por lo tanto, podrían existir otros planetas rebosando de vida. Esta idea fue firmemente sostenida por Christian Huygens. Carl Sagan lo cita en su libro Miles de millones: «¡Qué maravilloso y sorprendente esquema tenemos aquí de la magnífica inmensidad del Universo! ¡Tantos soles (...) tantas tierras!». En el siglo XIX se comenzaron a idear algunas formas para entablar comunicación con posibles habitantes en la Luna. Por ejemplo, en la década de 1820 algunos matemáticos propusieron cortar grandes extensiones de bosque en Siberia con la forma de cuadrados y triángulos siguiendo el teorema de Pitágoras. De acuerdo con ese plan, si existiesen seres inteligentes en la Luna entenderían el mensaje y

DE PORTADA Hay un dragón en mi cochera PÁGINA 1

do los instrumentos mejoran o el cuerpo de conocimientos mismo nos muestra otros caminos. Hasta las creencias mismas van cambiando con el tiempo. Pedir simplemente creer en algo, sin hechos que respalden tal idea, sin indicios y medios rigurosos, es simplemente inaceptable. Y a eso nos enfrentamos continuamente. Nos piden creer en un remedio mágico contra las peores enfermedades pero sin evidencia alguna de que funcione, soluciones cuasi milagrosas para todos nuestros males con la fe como único soporte. Otro argumento de los creyentes es «la opinión de la mayoría» como prueba. Si muchos lo creen, entonces es cierto. De nuevo, se ignora que son los hechos y las pruebas convincentes y solidas,

sustentadas en la evidencia lo que importa para la ciencia. De esto trata El mundo y sus demonios , y en particular el capítulo del dragón en la cochera, un ejercicio de pensamiento crítico propuesto por Sagan, una invitación a ser abierto y tolerante con aquello que no conocemos, una invitación a dejarnos seducir y sorprender por el misterio de lo desconocido, de la novedad. Pero en todo momento realizar un análisis crítico de las evidencias; de lo contrario, seguiremos siendo presas de los vendedores de dragones.

Profesor-investigador de Centro Multidisciplinario de Estudios en Biotecnología y Jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

encontrar vida en otras partes del Universo? Daniel Tafoya tratarían de comunicarse con nosotros. Con la creación de la radio los científicos comenzaron a considerar la búsqueda y el contacto con seres en lugares más remotos del Universo. En 1960 el astrónomo Frank Drake, de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, instaló un receptor en un radiotelescopio del Observatorio Nacional de Radioastronomía, en Green Bank, para buscar señales de seres extraterrestres que posiblemente habitarán en planetas girando alrededor de estrellas muy similares al Sol. Después de un periodo de cuatro meses de observación no se detectó ninguna señal que pudiera ser atribuible a inteligencias extraterrestres. Frank Drake también desarrolló una fórmula para calcular el número de civilizaciones inteligentes y capaces de entablar comunicación en nuestra galaxia. Carl Sagan describe de una manera muy elocuente esta fórmula en el capítulo titulado «Enciclopedia galáctica», del libro Cosmos. En este mismo capítulo Sagan nos ilustra sobre el poder de la radioastronomía para

entablar comunicación con seres extraterrestres. Probablemente la única señal que hemos recibido de una civilización extraterrestre fue detectada el 15 de agosto de 1977 por el radiotelescopio Big Ear, de la Universidad de Ohio, Estados Unidos. La señal provino de la zona oriental de la constelación de Sagitario y duró exactamente 72 segundos. Intentos posteriores de confirmar la detección no han encontrado ninguna señal similar. La búsqueda de señales de inteligencias extraterrestres utilizando radiotelescopios muy sofisticados continúa hasta nuestros días. El astrónomo de la Universidad de Harvard Paul Horowitz y Carl Sagan llevaron a cabo un proyecto durante varios años utilizando un radiotelescopio para buscar señales artificiales del espacio. En un artículo científico publicado en 1993 ellos describen sus resultados y las señales que no se pueden explicar en términos de fenómenos cósmicos naturales. Estos resultados también son descritos en el capítulo titulado «Oscuridad» del libro Un punto azul pálido, de Carl Sagan.

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Cosmos, el clásico de Sagan.

Recientemente el inversionista Yuri Milner y el astrofísico Stephen Hawking anunciaron un proyecto financiado con 100 millones de dólares para hacer la búsqueda definitiva de señales de inteligencias extraterrestres. Se utilizará uno de los radiotelescopios más grandes del mundo para explorar un millón de estrellas en nuestra galaxia. Este proyecto probablemente nos dará finalmente la respuesta que Carl Sagan tanto buscaba: ¿estamos solos en el Universo?


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CARL SAGAN, VIAJER O EN EL COSMOS VIAJERO

Los cometas desde siempre han maravillado a la humanidad. Ofrecen laboratorios únicos en los que se ponen a prueba hipótesis e ideas científicas. Con los avances tecnológicos y técnicas empleadas para estudiarlos en la actualidad, la humanidad ha profundizado en el conocimiento de estos mensajeros errantes, mensajeros de los que el mismo Carl Sagan suponía que deberían tener un origen en común como el Cinturón de Kuiper, o aún más allá, la Nube de Oort, pero que a la fecha continúa siendo un reto el detectar estas regiones. Para diversas culturas del mundo, la aparición de un cometa ocasionaba generalmente temor. Un evento de este tipo era considerado como un mensaje de los dioses augurando desastres o enfermedades. Las culturas que se asentaron en territorio mexicano no fueron la excepción. Desde la época prehispánica, Moctezuma II fue testigo de varios fenómenos interpretados como funestos, destacando la observación de un cometa en 1517, justo antes de la época de la Conquista por los españoles. Otras culturas como la china, en Mawangdui, alrededor del siglo III antes de Cristo, dedicaron manuscritos elaborados sobre seda para indicar la fecha de aparición de estos objetos y su relación con «desastres», además de hacer toda una descripción morfológica de cada uno de ellos. Con el paso del tiempo la ciencia ha cambiado nuestra concepción sobre este tipo de fenómenos. Hoy sabemos que los cometas son objetos en el Sistema Solar que orbitan alrededor del Sol y que cuando se acercan a éste desarrollan una coma (atmósfera) y una cola, aunque en ocasiones se les puede ver dos, una de iones y otra de polvo. Los iones son partículas cargadas positivamente que se generan por la

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El cometa Haley.

«Con los avances tecnológicos y técnicas empleadas para estudiarlos en la actualidad, la humanidad ha profundizado en el conocimiento de estos mensajeros errantes, mensajeros de los que el mismo Carl Sagan suponía que deberían tener un origen en común...»

Cometas: un viaje por el

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medio interplanetario Mario Rodríguez interacción entre la radiación solar y el material del que está compuesto el cometa. Dicha radiación calienta tanto ese material cometario hasta evaporarlo, desprendiéndose así una gran cantidad de gases en torno a él y desarrollando una cola de iones que apunta en dirección contraria al Sol. De vez en cuando la generación de gases puede ser violenta, provocando la fractura del núcleo cometario y desprendiendo partículas de polvo que producen una segunda cola cometaria que apunta en dirección paralela a la órbita del cometa. De su origen conocemos muy poco. Probablemente estos objetos provienen principalmente de dos regiones:

a) La Nube de Oort, que está situada entre 50 mil y 100 mil Unidades Astronómicas del Sol (una Unidad Astronómica –UA– es igual a la distancia Tierra-Sol y Urano está a poco más de 30 UA. Si quisiéramos viajar a la velocidad de la luz hasta esta zona, tardaríamos 1.5 años en llegar a ese sitio. Estadísticamente se estima que puede haber entre miles de millones de cometas. De esta zona provienen los cometas de periodo largo. b) El Cinturón de Kuiper, nombre en honor de Gerard Kuiper, quien en 1951 sugirió la existencia de una zona de objetos similares a Plutón, localizado más allá de la órbita de Neptuno (entre 30 y 100 UA). Analizando estadísticamente las órbi-

tas, periodos e inclinación de las órbitas de los cometas conocidos y modelando en computadora, este análisis se deduce que en esta zona hay alrededor de 70 mil objetos con diámetros de hasta 100 kilómetros. De esta zona provienen los cometas de periodo corto (menor a 200 años). Uno de los mayores intereses para Carl Sagan, y particularmente para las ciencias espaciales y la astrofísica, es conocer la constitución de estos cuerpos. A partir de instrumentos a bordo en misiones espaciales se sabe que los cometas están constituidos por: -Un núcleo de rocas, polvo, hielo de agua y algunos gases congelados de monóxido y dióxido de carbono, amoniaco y materiales orgánicos y que puede llegar a tener tamaños desde varios metros hasta decenas de kilómetros.

-Una coma, que es la región de material evaporado (hielo y polvo) alrededor del núcleo del cometa, que puede tener varios millones de kilómetros de diámetro. -Una o dos colas, muy brillantes, pueden ser tan largas como una Unidad Astronómica. Están compuestas de gas y polvo difuso que proviene del núcleo del cometa. Viajar al encuentro de un cometa debe ser todo un espectáculo. Carl Sagan vivió el encuentro que tuvo la nave Giotto, una misión espacial operada por la Agencia Espacial Europea (ESA) y que estudió la estructura del cometa Halley el 13 de marzo de 1986 a una distancia de 0.89 UA del Sol y a 0.98 UA de la Tierra. Su objetivo era acercarse al cometa a 500 kilómetros de distancia para fotografiarlo y estudiarlo de cerca. Las imágenes que tomó del cometa mostraron lo irregular que es su núcleo, con dimensiones de quince kilómetros de largo y diez de ancho. También estudió su ionosfera y atmósfera, así como su composición química. Cada viaje que hacen los cometas por el medio interplanetario brinda a la humanidad una oportunidad única de conocimiento. Esto lo sabía Carl Sagan y fue parte fundamental en sus obras. Obras como en el libro El cometa o incluso la serie Cosmos, relatan historias que en su momento nos ayudaron a comprender un poco más sobre estos viajeros errantes e incluso sobre el origen de la vida. Esto también ha motivado a las misiones actuales y las que están en proceso en la búsqueda de mayor información sobre estos objetos y su origen. Información que requiere del análisis profundo que sólo jóvenes científicos entusiastas como Carl Sagan podrán realizar y que sin duda necesitamos en nuestro país.


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CARL SAGAN, VIAJER O EN EL COSMOS VIAJERO A Carl Sagan le tocó, también asesorado por Urey, repetir los experimentos variando las proporciones relativas de amoniaco, metano y agua e incluyendo compuestos como el ácido sulfhídrico (H2S) (algunas proteínas contienen azufre).

Miller, Sagan Haz preguntas valientes . No te conformes con respuestas superficiales. Carl Sagan. A fines de diciembre, algunos de los colaboradores de este suplemento nos ponemos un poco nostálgicos. No es por el año que termina pues sabemos que la fecha de inicio y fin del calendario es únicamente convencional, en realidad es por recordar a Carl Sagan en el día de su fallecimiento (20 de diciembre). Lo extrañamos después de tantos años como si hubiera sido un amigo cercano. A muchos nos inspiró su entusiasmo y su fructífera labor en el desarrollo y divulgación de la ciencia. Aún en la época moderna, cuando la especialización en campos muy estrechos es la estrategia de los investigadores, han surgido personajes extraordinarios que desarrollaron su trabajo científico en diferentes áreas del conocimiento. Carl Sagan es un ejemplo, no sólo es uno de los astrónomos más brillantes del siglo XX, también se interesó por el origen de la vida en la Tierra y en la posibilidad de su existencia en otros mundos. Cuando leemos su libro Los dragones del Edén nos sorprenden sus amplios conocimientos biológicos. Ahora sabemos que en ese campo tenía también una preparación sólida, trabajó en el laboratorio del biólogo y genetista Hermann J. Miller y escribió una tesis sobre el origen de la vida bajo la dirección de Harold

C. Urey (Premio Nobel). Es precisamente en este campo en que queremos abundar un poco. Desde la antigüedad, el origen de la vida ha intrigado al hombre. Por milenios, a falta de conocimientos, se atribuyó a alguna divinidad la creación de la vida. Todavía en 1828 se creía que existían dos tipos diferentes de compuestos químicos: los inorgánicos y los orgánicos o creados por la vida. En ese año Friedrich Wöhler logró sintetizar un compuesto orgánico, la urea, a partir de cianato de amonio que es inorgánico. Si bien es cierto que los seres vivos asimilan del medio ambiente los elementos para que la vida se propague, subsistió la pregunta: ¿como se formaron las moléculas que integran a los organismos: aminoácidos, grasas, carbohidratos? Partiendo de la hipótesis de que en la atmósfera de la Tierra primitiva abundaban gases simples como hidrógeno (H2), metano (CH4), amoniaco (NH3) y agua (H2O), Stanley Miller y Harold C. Urey realizaron en 1952 el experimento ahora famoso: dentro de recipientes de cristal sometieron la mezcla de los gases mencionados a la acción de chispas eléctricas de alto voltaje (simulando rayos). Después de algunas horas, dentro de los recipientes los materiales pasaron de ser incoloros para convertirse en un material de color café, como el alquitrán. Los análisis mostraron que este material

«A Carl le tocó comprobar que las sondas espaciales Pionero detectaran en Titán la atmósfera rojiza, pero desgraciadamente no alcanzó a vivir para ver el descubrimiento que hizo ahí la sonda Huygens, de una atmósfera rica en compuestos orgánicos...»

y la chispa de la creación Cuauhtémoc Sarabia

contenía, entre otros materiales comunes en los seres vivos: ácido acético, glucosa, los aminoácidos glicina, alanina, ácido glutámico y ácido aspártico. A Carl Sagan le tocó, también asesorado por Urey, repetir los experimentos variando las proporciones relativas de amoniaco, metano y agua e incluyendo compuestos como el ácido sulfhídrico (H2S) (algunas proteínas contienen azufre). En su libro Cosmos Sagan explica: «En mi laboratorio de la Universidad de Cornell trabajamos, entre otras cosas, en la química orgánica prebiológica, tocando algunas notas de la música de la vida». Su trabajo en este campo motivó a Carl Sagan a investigar la posibilidad de que el mismo proceso se realice en otros cuerpos del Sistema Solar. Publicó trabajos sobre la síntesis de moléculas orgánicas en la atmósfera de Júpiter, Saturno y su satélite Titán. A Carl le tocó comprobar que las sondas espaciales Pionero detectaran en Titán la atmósfera rojiza, pero desgraciadamente no alcanzó a vivir para ver el descubrimiento que hizo ahí la sonda Huygens, de una atmósfera rica en compuestos orgánicos, muchos de los que él obtuvo en el laboratorio en sus frascos con chispas. No obstante lo conservadores que son muchos científicos, Carl Sagan escribió y participó en proyectos para la búsqueda de señales de vida inteligente en otros sistemas solares. Impacta el hecho de que, siendo Carl un entusiasta buscador de la vida, la muerte lo haya alcanzado teniendo todavía tanto por explorar. Afortunadamente tiene todavía millones de lectores, fans y muchos científicos que han decidido seguir su ejemplo.


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CARL SAGAN, VIAJER O EN EL COSMOS VIAJERO «...a mediados de los años 50 del siglo XX, el Laboratorio de Investigación Naval en Washington construyó un radio telescopio que tenía (para variar) el fin de ser usado en operaciones militares secretas pero que permitió ser usado también para estudiar Venus, con lo que pudieron estimar la temperatura y... ¡sorpresa!, ésta resultó ser alta...»

El efecto invernadero de Venus y la implicación para la Tierra Cony González Nuestra lealtad es para las especies y el planeta. Nuestra obligación de sobrevivir no es sólo para nosotros mismos, sino también para ese Cosmos, antiguo y vasto, del cual procedemos. Carl Sagan. El interés de Carl Sagan en los planetas, en el Sistema Solar en general aumentó cuando comenzó a trabajar en la NASA . De hecho, su primer encomienda fue junto a Lederberg (biólogo molecular que en 1958 ganó el Premio Nobel de Medicina), quien intentaba concretar el Manual de biología planetaria, sólo que él mismo decía que había algunos problemas en encontrar a algún entusiasta suficientemente informado para el trabajo, así que llegó a apoyar en la organización de grupos de discusión sobre exobiología. Lederberg fue el tercer Premio Nobel que influyó y modeló el trabajo y el interés de Carl Sagan. Paralelo a este trabajo comenzaba ya su tesis doctoral a la que tituló Estudios físicos de los planetas, de los cuales Venus era uno de los puntos de más interés ya que al ser vecino de la Tierra, estar en una zona (cómodamente) habitable desde el Sol y ser de proporciones similares a las de nuestro planeta estaba en inmejorable momento de atención; en ese tiempo todavía se consideraba que Venus pudiera estar pletórico de vida si siempre estaba cubierto de nubes, como se observaba desde la Tierra, quería decir que habría lluvia, y si había lluvia, entonces el planeta debería ser un paraíso tropical. Estas entusiastas ideas dieron un giro total cuando en esas nubes no se advierte presencia de agua

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Sagan comenzaba ya su tesis doctoral a la que tituló Estudios físicos de los planetas, de los cuales Venus era uno de los puntos de más interés. pero sí de dióxido de carbono (CO 2) en abundancia. Como podemos leer en el artículo de esta misma edición de Cuauhtémoc Sarabia, Sagan había trabajado en los experimentos de Miller y Urey y fue el propio Urey quien, en relación con la composición de la atmósfera de Venus, intuyó que la ausencia de agua era precisamente la clave para entender a Venus. Hay que decir que en la Tierra, el agua y el CO2 forman las rocas carbonatadas, así que al estar Venus carente de agua y no

formar –por ejemplo– roca carbonatada, el CO 2 de la atmósfera simplemente se acumularía. Sagan tuvo que buscar cómo obtener más información del planeta y a mediados de los años 50 del siglo XX, el Laboratorio de Investigación Naval en Washington construyó un radio telescopio que tenía (para variar) el fin de ser usado en operaciones militares secretas pero que permitió ser usado también para estudiar Venus, con lo que pudieron estimar la temperatura y...

¡sorpresa!, ésta resultó ser alta, del orden de 400 grados, constantes a lo largo de «su» día y a lo largo de «su» año. Este dato no sólo sorprendió a Sagan sino a los científicos que tenían amplias expectativas de encontrar vida en un planeta distinto a la Tierra. La idea de los océanos se «evaporó». En su tesis propuso que al no estar la superficie tan caliente, pero sí la atmósfera, el causante de la alta temperatura era un efecto tipo invernadero en que la atmósfera

atrapaba el calor y no lo dejaba salir y que precisamente el CO 2, junto con un poco de vapor de agua, era el responsable de provocar este efecto. En su momento su conclusión fue especulativa pues aún no había evidencia de la presencia del vapor de agua. Fue hasta que las naves Pioneer sobrevolaron y orbitaron Venus en 1978 y 1979 cuando se tomaron los datos que permitieron comprobar la teoría propuesta del efecto invernadero. Detectaron pequeñas cantidades de agua, CO 2, además de ácido sulfúrico y dióxido de azufre, donde todos estos compuestos provocan el efecto invernadero. Carl Sagan pasó varios años mas refinando el modelo de Venus pero las implicaciones de este fenómeno fueron mas allá. También la Tierra presenta un efecto invernadero debido a la presencia de los mismos compuestos y eso es afortunado pues de no ser así, la temperatura global de nuestro planeta sería tan baja que sostener la vida sería poco factible. Sin embargo, el hombre ha estado añadiendo a la atmósfera altas cantidades de los gases de invernadero que están ocasionando una elevación de temperatura, así que el término «cambio climático» es una realidad que estamos teniendo que afrontar. La inversión monetaria aprobada para estudiar otro planeta sirvió para detectar (quizás a tiempo) un problema futuro en el nuestro. Esa es otra razón para invertir en exploraciones planetarias. No sabemos de qué repercusiones directas podemos ser beneficiarios. Como dijo Carl Sagan: «En algún sitio algo increíble espera ser descubierto».


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CARL SAGAN, VIAJER O EN EL COSMOS VIAJERO

Menciona Robert S.RootBernstein que «el acto de entender la ciencia no es exclusivamente una experiencia intelectual, sino también una experiencia sensorial», y de ahí que «la ciencia sólo fructifique en las mentes de gente sensible y emotiva», conceptos que permiten ubicar el carisma, la sencillez, la emoción y el entusiasmo de uno de los personajes que más trabajó por la ciencia: Carl Sagan. Sus biógrafos hablan de un niño-joven curioso e interesado del mundo que lo rodeaba. Un carácter y un interés moldeado por la influencia de sus padres que lo acercaron al conocimiento y que quedó prendido por lo que veía y oía de ciencia. Cuando escuchamos su nombre todos lo asociamos a temas de astronomía, pero se cuenta que cuando él se decide por una línea profesional, y decide seguir la maestría, en sus palabras confiesa que «yo solamente tenía una vaga idea de lo que es un astrónomo», y la situación es interesante y curiosa porque fue gracias a él que a raíz de la publicación de sus libros desde mediados de los años 80 del siglo pasado, muchos jóvenes de entonces y de ahora, nos vinculamos al gusto por entender del Cosmos, de las estrellas, de la ciencia. También es cuestión de asombro el que algunos astrónomos, cuando se les habla de Carl Sagan hacen comentarios que van desde «él no era científico» hasta «me cae gordo». Afortunadamente son los menos y ello se demuestra con la gran difusión y venta que han tenido los libros y videos de los que fue autor. Su presencia en cualquier escenario rebasaba en mucho la capacidad de los auditorios. Las luces y los reflectores de

«Fue gracias a él que a raíz de la publicación de sus libros desde mediados de los años 80 del siglo pasado, muchos jóvenes de entonces y de ahora, nos vinculamos al gusto por entender del Cosmos, de las estrellas, de la ciencia». ESPECIAL | IMAGÉNES TOMADAS DE INTERNET

La experiencia sensorial Cony González

periodistas lo seguían en cualquier aparición pública, fuera para impartir conferencias, presentar libros o realizar protestas contra la guerra. Pero, ¿realmente puede trascender como científico? La respuesta es sí. A pesar de su carrera como escritor y como toda una personalidad televisiva, Sagan se dio tiempo para llevar a cabo sus investigaciones. Publicó más de 300 artículos científicos de lo que fue uno de los temas de interés: el conocimiento del Sistema Solar. Cuando tenía sólo 26 años planteó su hipótesis del

efecto invernadero en Venus para explicar su alta temperatura; a los 30, junto con su colaborador Pollack, explicó los cambios estacionales en Marte; estuvo a cargo de la decisión del sitio de descenso de las primeras naves en Marte. Propuso -al terminar la etapa Apollo de la NASA- impulsar la exploración del Sistema Solar Exterior. Le fue aprobado el proyecto que ahora se conoce como El Gran Tour, explorando Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, en la importante misión Voyager. Impulsó la búsqueda de inteligencia extraterrestre en

Escribió sobre biología, sobre el riesgo de una guerra nuclear, combatió las pseudociencias, reseñó la exploración espacial y hasta escribió la novela Contacto. el Cosmos, trabajo que a 19 años de su muerte, investigadores de ese tema están encontrando las primeras señales prometedoras y buscan verificar que no estamos solos en el Universo. Su papel como divulgador tampoco fue suficientemente elogiada por sus colegas. La actividad de divulgación de ciencia ha tenido que esperar a que a los investigadores reciban bonos por escribir artículos para que «el gran público» entienda de los temas de ciencia. La diferencia entre Carl Sagan y muchos otros divulgadores está en el amor y las ganas de compartir el conocimiento. «El gran público» nota cuando un divulgador es nato y cuando no. Hace menos de una semana Stephen Hawking acaba de impulsar esta actividad instaurando un premio a la divulgación de ciencia. Fue prolífico como escritor. Su obra Cosmos (la original) rompió récord de ventas para un libro de divulgación y la serie del mismo

nombre fue vista en todos los países del orbe. Escribió sobre biología, sobre el riesgo de una guerra nuclear, combatió las pseudo-ciencias, reseñó la exploración espacial y hasta escribió la novela Contacto. Al ser una figura tan conocida, no dudó en manifestar su interés social. Alertó con un factible «invierno nuclear» que eliminaría a gran parte de la población del orbe debido a una guerra nuclear. Luchó junto con otros pacifistas contra el desarme. Con colegas de la ex Unión Soviética sobrellevó el espionaje gubernamental a cada una de sus cartas, reuniones, llamadas, conferencias, etcétera. Vivió una vida plena. Aun con su enfermedad a cuestas confió en los tratamientos médicos que le permitieran estar en este mundo más tiempo. Al final, con un sistema inmunológico muy deteriorado por los tratamientos de radiación, sucumbió a una neumonía. Mantuvo su escepticismo hasta el último momento.


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