SUPLEMENTO DE CAMBIO DE MICHOACÁN CAMBIO DE MICHOACÁN | C I E N C I A R I O | 3 DE MAYO DE 2 0 16 | 1 PARA LA DIVULGACIÓN DE TEMAS CIENTÍFICOS Y TECNOLÓGICOS PREMIO ESTATAL DE DIVULGACIÓN 2013 EDITOR: RAÚL LÓPEZ TÉLLEZ ixca68@hotmail.com MARTES 3 DE MAYO DE 2016 NÚMERO 628 APARECE LOS MARTES www.cambiodemichoacan.com.mx
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Crean en el Tec de Morelia dispositivo que detecta sordera en bebés Margarita Blanco
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«Conocí a un niño de diez años al que trataban como si tuviera retraso mental. Sus padres así lo creían. En realidad era sordo. Me conmovió pensar en que si este niño hubiese sido diagnosticado y tratado en los primeros meses de vida hubiese recuperado el sentido del oído y a su edad tiene pocas posibilidades de hacerlo». Así narra el doctor José Antonio Gutiérrez Gnecchi, profesor investigador del Instituto Tecnológico de Morelia, la experiencia que lo llevó a crear, en colaboración con sus estudiantes de Ingeniería Electrónica de esa institución, un dispositivo que mide a través de la electroencefalografía el proceso de conversión y transmisión del sonido en el oído. A diferencia de las personas adultas, los bebés no hablan y no pueden responder si se les pregunta si
escucharon o no algún sonido, lo cual es una de las causas de que no se detecte a edad temprana la sordera. En cambio, a través de señales medidas por electroencefalografía, se puede detectar si el sonido se interrumpió en su paso por el oído al cerebro. Si a los niños pequeños se les detecta la sordera dentro de los primeros tres a seis meses de vida hay posibilidades de que, con tratamiento, puedan recuperar parte de la audición. Las oportunidades de recuperación disminuyen rápidamente conforme crece el niño, explicó el investigador. En algunos casos su alternativa entonces es recibir un implante coclear, pero es un procedimiento muy caro (alrededor de 35 mil dólares) y pocas personas tienen los recursos económicos para adquirirlo.
El investigador explicó que cada año en Michoacán nacen entre 200 y 300 niños con hipoacusia (sordera), por lo que este aparato ayudaría al 90 por ciento de ellos a recuperar el oído o al menos a detectar la sordera y mejorar la escucha a través de terapias. La prueba de sonido a través de este dispositivo electrónico que monitorea el viaje del sonido a través del cerebro, se realiza en ambos oídos, de modo que es posible determinar en cuál se encuentra la interrupción del sonido. Se realiza a través de la colocación al paciente de electrodos en ambos oídos y en la zona posterior a éstos, en la frente y unos audífonos. Se envían señales de audio que el sentido del oído convierte en señales eléctricas, una especie de «clicks» que se repiten hasta dos mil veces en una prueba para obtener un promedio que PÁGINA 4
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CHERNÓBIL: OLOR A GUERRA Y MIEDO PÁGINA 2
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LA CIENCIA EN LA ESPAÑA DEL QUIJOTE PÁGINA 7
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Un informe de Greenpeace, sin embargo, cifra en hasta 200 mil las muertes atribuibles al accidente, de las cuales sólo la mitad se deberían a casos de cáncer. El informe fue criticado por basarse en extrapolaciones incorrectas.
En 2015, la periodista y escritora bielorrusa Svetlana Aleksiévich se convertía en la primera periodista ganadora del Premio Nobel de Literatura. Uno de sus libros más reconocidos es Voces de Chernóbil, que refleja los testimonios de decenas de afectados recogidos durante veinte años de trabajo. Este es un viaje por sus páginas cuando se cumplen tres décadas de la tragedia nuclear
Las voces de Chernóbil: olor a guerra y miedo Jesús Méndez | Agencia SINC El 26 de abril de 1986, en mitad de la noche, Liudmila Ignatenko oyó un ruido y despertó. Al mirar por la ventana vio a su marido salir de la casa y le oyó decir: «Cierra las ventanillas y acuéstate. Hay un incendio en la central. Volveré pronto». La central era la central nuclear de Chernóbil, y esa noche se produjo la explosión en su cuarto reactor. Su marido, bombero, le dijo algo cierto: había un incendio y él iba a ser de los primeros en acudir a sofocarlo. A la vez también mintió, porque ya nunca regresó. Al día siguiente, con el resto de compañeros que sobrevivieron, fue trasladado a un hospital de Moscú. Liudmila averigua el nombre del hospital y viaja hasta allí para estar con él, pero los supervivientes
«arden» de radiactividad y los médicos desaconsejan las visitas, más aún si son mujeres jóvenes y pueden estar o quedarse embarazadas. Ella oculta su embarazo, soborna a algunas empleadas y pasa todo el tiempo que puede con él. Aun así le dicen: «No debe usted olvidar que lo que tiene delante ya no es un marido, un ser querido, sino un elemento radiactivo con un gran poder de contaminación. No sea usted suicida. Recupere la sensatez». Pero les ignora. Aunque lo colocan en una cámara hiperbárica, aunque usan instrumentos a distancia para evitar acercarse, ella duerme con él. A los pocos días el marido muere. Dos meses más tarde ella da a luz a una niña con cirrosis y un defecto en el corazón. Apenas sobrevi-
ve cuatro horas. Cuenta que en su hígado había 28 roentgen de radiactividad y que los médicos no se la quieren dar. Reacciona así: «¿Cómo que no me la van a dar? ¡Soy yo quien no se las voy a dar a ustedes! ¡La quieren para su ciencia, pues yo odio su ciencia! ¡La odio! Su ciencia fue la que se lo llevó y ahora aún quiere más. ¡No se las daré! Lo anterior es un resumen del primer capítulo de Voces de Chernóbil, el libro de testimonios sobre la tragedia escrito por Svetlana Alexiévich, Premio Nobel de Literatura en 2015. Con la ciencia de fondo borroso, los (en muchas ocasiones brutales) testimonios humanos, la falta de información, la psicología rusa, los entresijos del comunismo y, sobre todo, la amenaza invisible y latente de la radiactividad, pululan por un
libro que funciona como una grabadora polifónica. Si Truman Capote presumía de recordar «el 96 por ciento de sus conversaciones», Aleksiévich no duda en calificarse como un «oído humano», un oído que más que datos parece registrar tonos. Los de las mujeres, los soldados, los científicos, algún político, los miembros de las distintas asociaciones, los evacuados, los pocos que retornaron, los niños. Al hojear el libro, compuesto por capítulos de coros y monólogos, uno se pregunta cómo transcribir todos esos testimonios si la autora sólo usa su propia voz en un breve segundo capítulo. Cómo habrá sido su proceso para filtrar, ordenar, para componer desde su teórica invisibilidad. Seguramente, en ese collage de entrevistas hay una voz por encima de cada voz, pero
apenas se hace evidente; cada testimonio adopta la misma altura. Coros de voces horizontales y semianónimas recogidas durante 20 años describen lo que allí vivieron (y muchos siguen viviendo), y de ellas sobresalen las comparaciones con la guerra, el miedo y la temeridad ante un enemigo invisible, el tema del héroe y la víctima, la historia de un pueblo que busca en el pasado explicaciones a lo que Aleksiévich llama «una crónica del futuro». Un accidente civil teñido de guerra Ya habían ocurrido Hiroshima y Nagasaki pero, ¿cómo compararlos con Chernóbil? La explosión del reactor provocó niveles de radiactividad cientos de veces superiores a los de las bombas atómicas. Aquellas habían sido lanzadas deliberadamente, con devastadores efectos inmediatos. Esto era distinto, lo llamaban «el átomo para la paz». Sin embargo, ante la ausencia de referencias para explicarlo, casi todos los
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testimonios hablan de «una guerra». Los rusos tiran de su pasado reciente (la Segunda Guerra Mundial, las constantes revueltas entre las repúblicas de la entonces Unión Soviética) y no encuentran sino paralelismos: a pesar de tratarse de un accidente civil, es el Ejército, armado incluso con tanques, quien acude a ocupar la zona; miles de personas son evacuadas, convirtiéndose así en refugiadas; empiezan, poco a poco, a acumularse las bajas; hay un vacío de información y el gobierno minimiza la catástrofe. En plena Guerra Fría acusan a los países capitalistas de inventar una tragedia y entre medias desatienden consejos básicos, como repartir pastillas de yodo para prevenir el cáncer de tiroides, uno de los más relacionados con la radiación. No es de extrañar el paralelismo: aun sin enemigo, Chernóbil desprendía olor bélico. A pesar de ello, según Aleksiévich, «para aquellos que estuvieron ahí Chernóbil no terminaba en Chernóbil, y estos hombres no regresaron de una guerra, sino se diría que de otro planeta». Un planeta del futuro. Pero por entonces no se veía así. Para el ex director del Instituto de Energía Nuclear de Bielorrusia, «se debía hablar de física y, en cambio, se hablaba de enemigos. Se buscaba al enemigo». El riesgo invisible A menos que se sobrevolara o se entrase en la central, la radiación no dejaba marcas físicas, no quemaba, era invisible. Una residente de la zona preguntaba a Aleksiévich: «¿Y cómo es? Puede que se la hayan enseñado en el cine. ¿Usted la ha visto? ¿Es blanca o cómo? ¿De qué color?» Algunos vivían con el miedo de la amenaza constante: la dosis recibida, los posibles efectos
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El informe de la sección alemana de la IPPNW, siglas de la Asociación de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, es profundamente crítico con respecto a los de las Naciones Unidas y la OMS, a quienes acusa de «manipular sus propios datos». acumulándose pero aún por aparecer. Pero para muchos otros la invisibilidad minimizaba o anulaba el riesgo. Algunos se resistieron a abandonar sus casas y volvieron a ellas tras ser evacuados. El gobierno acabó permitiendo a más de 300 de ellos, todos mayores de 50 años, residir en la zona de exclusión. Uno de ellos, consciente del riesgo, decía: «Por envenenada que esté, con toda esta radiación, es mi tierra. Ya no hacemos falta en ninguna otra parte. Hasta los pájaros prefieren sus nidos». Otra desplaza la atención hacia una amenaza distinta, constante en su memoria: «Este miedo (a la radiación) no lo conozco. A quien temo es a los hombres. A la gente armada». Los liquidadores: héroes o víctimas Hasta 600 mil personas llegaron a colaborar en las labores de descontaminación de la zona de Chernóbil. Eran los llamados «liquidado-
res». Una mayoría procedían del Ejército, pero en última instancia terminaron siendo una amalgama de militares, militantes (y no militantes) comunistas obligados por el partido y voluntarios en general muy bien pagados. Apenas fueron informados de los riesgos, no tenían protección adecuada y las mediciones de radiactividad que se les practicaban en muchas ocasiones se trucaban o directamente se les ocultaban. Las estadísticas fluctúan inconcebiblemente según los estudios, pero la principal organización de liquidadores estima que 60 mil han fallecido y más de 150 mil se encuentran discapacitados. Tras el desastre les llovieron las condecoraciones. Un liquidador: «Yo no vi héroes allí. Locos sí que vi, gente a la que le importaba un rábano su vida». Un soldado: «¿Y si nos llevan a Chernóbil? Y sonó la orden: ¡A callar! Las expresiones de pánico serán juzgadas por un tribunal militar como en tiempo de guerra».
El vicepresidente de la asociación Escudo para Chernóbil habla de los liquidadores, gente anónima que vio en aquel momento la oportunidad de trascender: «Un día discutí con uno. El hombre me quería demostrar que una actitud como aquella se explicaba por el poco valor que le damos a la vida. Que era cosa de nuestro fatalismo asiático. (...) Es la añoranza de un papel. Hasta entonces era una persona sin texto; un figurante. Y aquí de pronto se convierte en el personaje principal. ¿Qué es nuestra propaganda? Le proponen a uno morir para dar un sentido a su vida». Aleksiévich parece en un momento deslizarse hacia la protesta y la identificación de los culpables políticos, pero inmediatamente amplía el foco. Muestra la historia como una sucesión de hechos de desidia, de traslado de responsabilidades. El exdirector del Instituto de Energía Nuclear: «No, no eran una pandilla de criminales. Más bien nos encontramos ante una combinación letal de ignorancia y corporativismo». Pero ante todo siguen planeando el futuro. Un soldado: «Regreso a casa. Voy al baile. Me gusta una chica. Me presento. Soy tal. ¿Cómo te llamas?», y responde: «Para qué. Si ahora eres de los de Chernóbil, ¡cualquiera se casa contigo!». Y los niños, la encarnación de ese futuro. Los más sensibles a la radiación. Una pediatra: «¿Y sus juegos? Corren por las salas del hospital uno tras otro y gritan ‘¡soy la radiación!, ¡soy la radiación!’. Cuando mueren ponen unas caras de tanto asombro. Parecen tan perplejos». El futuro presente Aleksiévich trata de permanecer ajena al baile de cifras que diversos estudios ofrecen sobre las víctimas. Prefiere la visión de la gente y su realidad. En el único capítulo en que alza su voz dice: «Este libro no trata sobre el mundo de Chernóbil. Sobre el suceso mismo se han escrito ya miles de
páginas y se han sacado centenares de miles de metros de película. Yo, en cambio, me dedico a lo que denominado la historia omitida». Esa historia llega hasta hoy. En una página de Internet se ofrecen excursiones a Chernóbil, asegurando que «durante dos días en la zona, el cuerpo humano recibe dosis de radiación equivalentes a una radiografía en el hospital o un vuelo intercontinental». En el epílogo del libro Aleksiévich recoge recortes similares de periódicos bielorrusos. Dicen: «La experiencia no tiene punto de comparación con un viaje a las Islas Canarias o a Miami. (…) El turismo nuclear goza de gran demanda, sobre todo entre los turistas occidentales. La gente viaja al lugar en busca de nuevas y poderosas impresiones. Sensaciones que es difícil encontrar en el resto del mundo, ya tan excesivamente acondicionado y accesible al hombre. La vida se vuelve aburrida y la gente quiere algo eterno». No es difícil imaginar a Aleksiévich, resignada, pensando que el futuro ha encontrado su tiempo. El inconcebible baile de números No es sencillo calcular el número de víctimas causadas por el accidente. Los efectos a largo plazo, el que no exista un marcador que permita identificar si es la radiación la causa de la enfermedad o el aumento progresivo en el número de casos de cáncer sólo por el hecho de las mejoras en el diagnóstico, dificultan enormemente las estimaciones. El paisaje que ofrecen los informes es desconcertante. Estos son algunos: El informe UNSCEAR del comité científico de las Naciones Unidas asigna menos de 50 muertes seguras como consecuencia directa de la radiación. Estima que ésta causará al menos seis mil casos de cáncer de tiroides, pero que no provocó un problema de salud pública.
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El gen MC1R, conocido por ser el que produce el pelo rojo y la piel pálida, es el responsable de que haya gente que parece más joven que otra, aun teniendo la misma edad. Las personas con determinadas variantes de este gen –que también se encarga de reparar daños en el ADN– aparentan de promedio dos años más, según un estudio realizado en Holanda.
La edad aparente
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Trabajos anteriores habían demostrado que la edad percibida de una persona está influenciada por una combinación de factores genéticos y ambientales en partes casi iguales Investigadores de Erasmus University Medical Center, en Rotterdam (Holanda), han descubierto el gen responsable de que algunas personas parezcan más jóvenes que otras, pese a tener la misma edad. Los resultados del estudio se han
publicado en el último número de la revista Current Biology. El gen en cuestión, denominado MC1R, ya era conocido por ser el que produce el pelo rojo y la piel pálida. Los resultados de la nueva investigación indican que
DE PORTADA Crean en el Tec de Morelia disp ositiv o para detectar dispositiv ositivo sordera en bebés PÁGINA 1
refleje con veracidad el proceso de transmisión del sonido y pueda detectar si ésta se interrumpe en algún momento. Es posible determinar, asimismo, en forma aproximada, en qué zona del oído se interrumpe la transmisión del sonido, dato que le es de utilidad a los especialistas. El investigador dio a conocer que uno de los retos del desarrollo de este equipo es ir disminuyendo su tamaño de modo que sea más portátil. Actualmente mide 16 por 16 centímetros. El investigador y Luis Alfredo Castro Pimentel, egre-
sado de la Maestría en Electrónica, realizaron para Cambio de Michoacán una prueba de sonido a un estudiante, ambos pudieron observar en una computadora las señales de electrocardiografía y cómo éstas eran continuas, sin interrupción, en el caso de un oído sano. Este equipo tiene además otras aplicaciones, inicialmente este grupo de investigación realizó pruebas a hombres y mujeres para determinar si había diferencias en la escucha por género y también para medir el impacto del ruido y el uso constante de audífonos.
variaciones de este mismo gen están también relacionadas con la edad percibida. «Por primera vez se ha encontrado un gen que explica en parte por qué algunas personas parecen más viejas y otras más jóvenes para su edad», dice Manfred Kayser, investigador de la universidad holandesa y uno de los autores del estudio. Trabajos anteriores habían demostrado que la edad percibida de una persona está influenciada por una combinación de factores genéticos y ambientales en partes casi iguales. Curiosamente la edad percibida también sirve para predecir la salud y la mortalidad de una persona, lo que sugiere que la edad que aparenta la gente está asimismo relacionada con su edad y salud biológicas. Para estudiar a fondo este tema, Kayser y su cole-
ga David Gunn, investigador de la multinacional Unilever, buscaron en los genomas de más de dos mil 600 ancianos holandeses variantes en el ADN asociadas con diferencias en la edad percibida y en las arrugas faciales. Y observaron que las variantes de ADN del gen MC1R jugaban un papel esencial en la edad aparentada. Este hallazgo fue confirmado en otros dos grandes estudios europeos. Saber más sobre el envejecimiento Las personas que tenían determinadas variantes del gen MC1R en su ADN parecían tener dos años más de promedio, dicen los autores. La asociación entre estas variantes de ADN y la edad percibida no fue influenciada por la edad, el
sexo, el color de la piel o el daño solar. Además de su función en el color de la piel y el pelo, también se sabe que MC1R tiene un papel en otros procesos biológicos, tales como la inflamación y la reparación de daños en el ADN. Los investigadores afirman que la influencia de este gen en estos procesos podría ser la razón por la que se le vincula a una apariencia más joven. Sin embargo los autores señalan que este gen es sólo uno de muchos factores que influyen en la edad percibida. Sus planes son continuar explorando cómo influyen este y otros genes en nuestro aspecto y en la edad que aparentamos. Los investigadores creen que esta línea de trabajo puede ofrecer pistas importantes sobre nuestra salud y la naturaleza de envejecimiento en sí mismo. | Agencia SINC
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«Por primera vez se ha encontrado un gen que explica en parte por qué algunas personas parecen más viejas y otras más jóvenes para su edad»
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Nuevos inventos, para bien y para mal Cuauhtémoc Sarabia
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Una nueva tinta imprime circuitos electrónicos
La invención de cada una de las herramientas, los utensilios y las máquinas que utilizamos en la vida cotidiana pudo tener diversas motivaciones: satisfacer una necesidad, facilitar el trabajo o, como en el caso de la llamada «tecnología inteligente», comunicar o entretener a la gente. Para el inventor o la empresa desarrolladora el afán de lucro es una motivación obvia; muchas veces se adquieren los nuevos dispositivos sólo por la novedad, aunque realmente no proporcionen ningún beneficio real. En esta nota analizaremos críticamente dos invenciones cuya publicidad ofrece beneficios a la salud. En 2003, el farmacéutico chino Hon Lik inventó el llamado cigarrillo electrónico (e-cig), que supuestamente ayudaría a los fumadores a dejar ese perjudicial hábito. En el cigarrillo común los gases calientes generados en la brasa evaporan las sustancias activas del tabaco para transportarlas a los tejidos del aparato respiratorio, donde se absorben. Además de la relajante nicotina, que es una de las sustancias más tóxicas que se conocen, también se absorben los alquitranes, sustancias que contienen compuestos carcinogénicos con una estructura de múltiples anillos. El nuevo e-cig no utiliza la combustión, no produce humos pestilentes
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Arriba, el invento del tenedor electrónico; arriba de estas líneas, el cigarrillo electrónico. y no contiene alquitranes. Mediante un calentamiento eléctrico instantáneo se evapora en forma de niebla un líquido que contiene: nicotina, propilén glicol, glicerina y sustancias aromáticas. La niebla se aspira y absorbe en forma semejante al humo del cigarro convencional. La propaganda enfatiza que fumar estos dispositivos es menos perjudicial para la salud y se podrían utilizar en los sitios públicos donde está prohibido fumar. Desafortunadamente el propósito principal del invento no se ha cumplido: en un estudio efectuado en 2015 por el panel de expertos Preventive Services Task Force, se concluyó que entre los usuarios del e-cig es menor el porcentaje de fumadores que dejan el hábito, en comparación con quienes no lo usan. Una posible explicación es que con ese dispositivo continúa la exposición a la adictiva nicotina. Estudios recientes indican que en las escuelas está aumentando conside-
rablemente el uso del cigarrillo electrónico propiciado por la novedad, la curiosidad y la falsa creencia de que no perjudica a la salud. El nuevo invento le cambia la cara al hábito de fumar pero no lo elimina. El otro invento es un tenedor electrónico inventado en Japón por Hiromi Nakamura. Su finalidad, según los anuncios, es reducir la ingesta de sal (cloruro de sodio) con los alimentos. Como es bien sabido, cuando se abusa de la sal se aumenta el riesgo de padecer hipertensión y enfermedades cardiacas. Una razón es que el organismo tiende a mantener una concentración constante de sal en la sangre; al comer más sal se retiene más agua, aumenta el volumen sanguíneo y la carga de trabajo en el corazón para el bombeo de este fluido. ¿Cómo funciona el tenedor? Contiene una batería y un control electrónico que regula un pequeño voltaje entre las puntas del tenedor
y el mango metálico (aislado); una pequeña corriente eléctrica fluye por el trozo de alimento (húmedo) hacia la punta de la lengua, produciendo en ésta una sensación de salinidad. Tal vez el lector ha probado alguna vez con la lengua, si una batería de nueve volts (cuadrangular) está en buen estado, se siente un cosquilleo intenso. La idea es la misma pero se reduce la intensidad de corriente (con el control) para lograr sólo un estímulo pequeño según el grado de salinidad deseado. Personalmente, en forma improvisada, he probado el principio de funcionamiento y realmente se siente el sabor salado; lo curioso es que se detecta sólo cuando el polo que se conecta a las puntas del tenedor es el negativo (cátodo). La salinidad se siente sólo durante el tiempo que nos lleva desprender con la boca el trozo de alimento del tenedor. Sería interesante investigar qué efecto fisiológico produce la corriente eléctrica en las papilas gustativas de la lengua; tal vez tenga que ver con la electrólisis de la humedad del alimento o de la saliva. Es difícil saber de antemano si las bondades anunciadas en los productos o dispositivos son reales. En otros países hay organismos encargados de investigarlo, desgraciadamente en el nuestro prosperan los charlatanes.
De la misma forma que hoy se imprimen textos e imágenes sobre un papel, en el futuro se podrán usar impresoras para fabricar todo tipo de circuitos electrónicos. Esa tecnología requerirá de nuevas tintas, como la que acaban de presentar en Hannover, la más grande del mundo, investigadores del Instituto Leibniz para Nuevos Materiales (INM, Alemania). «Con esta tinta se puede cargar el cartucho de una pluma estilográfica y dibujar un circuito electrónico para iluminar un LED», destaca a SINC Lola González García, la científica española que ha participado en su desarrollo. Los detalles se publican en la revista Chemical Science . Los componentes de este innovador producto son nanopartículas de oro recubiertas con un polímero orgánico conductor. Las nanoestructuras resultantes son muy estables diluidas en alcoholes y agua, los ingredientes habituales de las tintas convencionales. De hecho, la idea es aplicar el método en impresoras de inyección de tinta. «El tamaño nanométrico de las partículas metálicas y su buena estabilidad hace que se puedan imprimir líneas de tinta muy finas (de unas pocas micras)», explica González, quien recuerda que minimizar al máximo el ancho de estas líneas es uno de los temas estrella en la electrónica impresa actual. Otra de las ventajas de la tinta, que se hace conductora cuando se seca, es que permite dibujar los circuitos eléctricos PÁGINA 6
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sobre materiales flexibles, como el papel o el plástico, utilizando herramientas tan comunes como un bolígrafo y sin necesidad de ningún proceso adicional. Esto se consigue gracias a las propiedades de los polímeros, que tienen una triple función. Por una parte, ejercen de «ligandos» que estabilizan las partículas metálicas y aseguran que queden suspendidas en el disolvente (si se aglomeraran demasiado perjudicarían el proceso de impresión). Por otra, ayudan a empaquetarlas durante el secado, mejorando la calidad de las líneas impresas. Además, actúan como una «bisagra»: cuando el material se dobla mantienen la conectividad entre las partículas metálicas y, por tanto, su conductividad eléctrica. Ya existían otras tintas con nanopartículas metálicas y ligandos orgánicos, pero el problema fundamental es que las moléculas orgánicas son aislantes –no conducen la electricidad–, lo que imposibilita su utilización a menos que se aplique un proceso de sinterizado (tratamiento térmico de un polvo o compactado metálico para aumentar su resistencia) después de imprimir el material. Este proceso conlleva una serie de inconvenientes, como tener que emplear temperaturas altas no compatibles con todo tipo de sustratos (papel, plásticos o textiles, por ejemplo), así como el deterioro de la calidad de las líneas impresas. «Pero nuestras nuevas tintas no requieren sinterización, además de ser particularmente flexibles y ser conductoras tan pronto como se secan», concluye Tobias Kraus, director del grupo Structure Formation del INM. | SINC
Dieta, medicación, sexo, edad y tiempo de tránsito en el intestino son las variables que más influyen en su flora, tal y como apunta uno de los mayores estudios realizados hasta el momento sobre estas poblaciones. Los hallazgos publicados en Science revelan asociaciones entre la composición de la flora intestinal y el consumo de cerveza o de chocolate negro, entre otros descubrimientos.
Flora intestinal y estilo de vida El Proyecto Flamenco sobre Flora Intestinal, uno de los mayores estudios en voluntarios sanos sobre la variación de dichas comunidades bacterianas, ha presentado sus primeros resultados, publicados en la revista Science. A través del análisis de más de mil muestras de heces humanas, un equipo de investigadores del Instituto de Biotecnología de Flandes (Bélgica), dirigido por Jeroen Raes, ha identificado 69 factores ligados a la composición de la flora. La mayoría de estas variables están relacionadas con el tiempo de tránsito –el que le toma a los alimentos ir desde la boca hasta el final del intestino–, la dieta, la medicación, el sexo y la edad. Junto con su equipo, Raes mapeó la composición de la flora intestinal de alrededor de cinco mil voluntarios en Flandes. El propósito fue analizar los vínculos entre la flora intestinal humana y la salud y el estilo de vida. Las conclusiones proporcionan información importante para futuras investigaciones y estudios clínicos. Su integración con otros datos recogidos en el mundo revela un conjunto de catorce géneros de bacterias que conforman la esencia universal de la microbiota presente en todos los individuos. «Nuestro trabajo ha dado una enorme cantidad de nueva información sobre la composición de la microbiota de las personas normales como tú y como yo», explica Raes. «La mayoría de los estudios anteriores se centraban en enfermedades específicas o en un ámbito geográfico mucho menor», añade. Sin embargo, el análisis de la flora intestinal «promedio» es básico para el desarrollo de diagnósticos y
medicamentos con base en bacterias intestinales. «Es necesario comprender lo que es normal antes de poder entender y tratar la enfermedad», añade Raes. Efecto chocolate belga Al analizar factor por factor, el tiempo de tránsito de las heces mostró la asociación más fuerte a la hora de desentrañar la composición de la flora. También la dieta es un factor importante, fundamentalmente en relación con el consumo de fibra. Además se comprobó que un grupo de bacterias particular poseía una preferencia por el chocolate negro. »El efecto del choco-
late belga», bromea Raes. También se encontró una asociación entre la composición de la flora intestinal y el consumo de cerveza. La medicación tenía igualmente un fuerte vínculo con el perfil de la flora intestinal. Sin embargo, otros resultados del proyecto requieren una investigación más profunda, como la relación entre flora intestinal y factores relacionados con la capacidad de absorción de oxígeno. La lactancia materna no influye Los investigadores no sólo identificaron una asociación con antibióticos y laxantes,
sino también con los medicamentos de la fiebre del heno y las hormonas utilizadas para la anticoncepción o para el alivio de los síntomas de la menopausia. Sorprendentemente, el modo de nacer (parto natural o cesárea) o la alimentación con leche materna no se vieron reflejados en la composición de la microbiota adulta. »Estos resultados son esenciales para estudiar enfermedades como el párkinson, que se asocia típicamente con el tiempo de tránsito intestinal, que a su vez impacta en la composición de la microbiota», subraya Raes. La colaboración con el estudio LifeLines holandés permitió a los investigadores reproducir sus resultados. Así, más del 90 por ciento de los factores identificados también fueron detectados en la cohorte holandesa. Colaboraciones internacionales como estas son la clave para avanzar en el campo y acelerar el camino hacia el desarrollo de fármacos basados en la flora intestinal. «La replicación añade una gran robustez a los resultados», enfatiza Raes. Aunque el proyecto de la flora intestinal flamenca ha enriquecido enormemente el conocimiento sobre su composición, esto sólo permitía explicar el siete por ciento de su variación. Por ello todavía queda mucho trabajo por hacer para esbozar todo el ecosistema de esta flora. El laboratorio de Raes estima que serán necesarios alrededor de 40 mil muestras humanas sólo para capturar una imagen completa de la biodiversidad de la flora intestinal. Los autores ya están planificando estudios de seguimiento para explorar la evolución de la flora intestinal en el tiempo. | Agencia SINC
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En un lugar de Madrid, el 22 de abril de hace 400 años, fallecía el padre del hidalgo más tierno de la literatura universal, Miguel de Cervantes. En sus 69 años de vida, el escritor fue testigo de una España en transición del Renacimiento al Barroco, donde se vivió un florecimiento literario y científico importante, a pesar de las dificultades. La ciencia, sobre todo la neurociencia, y los valores sociales de aquella época han sido analizados por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid y de la Universidad de Alcalá
La ciencia en la España del Quijote María Milán | Agencia SINC ¿Hay ciencia en Don Quijote de La Mancha?, ¿qué enfermedad se ocultaba tras los delirios del hidalgo? En los últimos cuatro siglos estas preguntas se han repetido una y otra vez. Coincidiendo con el cuarto centenario de la muerte de Cervantes, añadimos una más: ¿qué avances científicos se produjeron en la época del escritor? Cinco décadas antes de que naciera Miguel de Cervantes (1547-1616) España inauguraba el siglo XVI como un imperio glorioso e invencible. Pero la época de bonanza terminaría en crisis y decadencia, en pleno tránsito del Renacimiento al Barroco y con la muerte de Felipe II y la proclamación de su hijo, Felipe III, en quien ni su propio padre confiaba que fuese un monarca adecuado. En este contexto Cervantes escribió y publicó las dos partes de Don Quijote de La Mancha. Según los expertos, parte de su éxito se debe al retrato que hace de la sociedad y el conocimiento de la época, con grandes dosis de humor y sátira. «Se pasó de una época en la que los ideales eran más caballerescos y nobles al mundo de la picaresca y pérdida de valores. Pasamos de la época de los héroes medievales como Tirant lo Blanc (Tirante El Blanco) al Lazarillo de Tormes», describe Antonio Martín Araguz, coautor del artículo »Neurociencia española en tiempos de Don Quijote» y jefe de servicio de Neurología del Hospital Central de la Defensa. Un país cerrado a la investigación europea En este periodo, el desarrollo científico en España dis-
taba mucho del nivel europeo. «Los años en los que transcurrió la vida de Cervantes marcaron el comienzo de una revolución científica europea de la que la España de la contrarreforma estaría ausente», afirma Francisco A. González Redondo, profesor del Departamento de Álgebra de la Facultad de Educación de la UCM. Esa revolución tuvo como protagonista a Nicolás Copérnico y su visión heliocéntrica del Cosmos, que seguirían otros como Tycho Brahe, Giordano Bruno o Johannes Kepler. «La cordura de los ‘Sancho Panzas’ de la época les llevaba a asumir lo que veían día tras día: una Tierra en reposo y un Sol que se mueve a su alrededor. La locura quijotesca de los ‘Alonsos Quijanos’ sí podía haberles abierto la mente a las nuevas visiones cosmológicas que se proponían, pero España no estaba preparada para asumir las novedades europeas», refiere González Redondo. La crítica, de la mano de la observación Sin embargo, aunque tardasen en llegar las influencias europeas a España, no significa que ahí se diera la espalda por completo a la ciencia. «No nos damos cuenta de la importancia de la ciencia española de aquella época, que era bastante notable», recuerda Javier Campos Bueno, profesor del Departamento de Psicología Experimental de la Facultad de Psicología de la UCM y otro de los autores del estudio en el que participa Martín Araguz. En aquellos años todavía no se utilizaba el método científico. «Era filosofía na-
tural, no ciencia», apunta Martín Araguz. A los médicos la observación les permitió darse cuenta de que había disparidad entre lo que les obligaban a aprender y lo que veían en las primeras disecciones. Y esa disparidad derivó en una actitud crítica frente a lo que habían estudiado. «Su gran mérito fue cuestionar siglos y siglos de autoridad», indica el neurólogo, quien añade que el principal enemigo de los científicos de la época era el miedo al poder opresivo de la Iglesia y la Inquisición. Los padres de la neurociencia Campos Bueno y Martín Araguz han analizado la neurociencia de aquella época «en la que se cuestiona el criterio de autoridad de Galeno, Hipócrates y la teoría de los humores». Para ello han utilizado la figura de tres pioneros de lo que hoy se podría considerar neurociencia. El primero es Gómez Pereira (1500-1558), médico que trabajó para Felipe II, considerado el precursor de la idea de localización y función cerebral y de la teoría del arco reflejo. «Se adelantó a Descartes en el ‘pienso, luego existo’», señala el neurólogo. Uno de sus planteamientos fue que los animales carecen de alma, entendiendo ésta como inteligencia racional y sensitiva, y que se comportan como autómatas, al responder de forma predeterminada a los estímulos. Por su parte, el boticario Miguel Sabuco (1525-1585), en su texto Nueva filosofía, anticipó el concepto de neurotransmisión (que él denomina «chilo»). Además planteó una reformadora visión psicopatológica de la
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«Loco soy, loco he de ser hasta tanto que tú vuelvas con la respuesta de una carta que contigo pienso enviar a mi señora Dulcinea; y si fuere tal cual a mi fe se le debe, acabarse ha mi sandez y mi penitencia; y si fuere al contrario, seré loco de veras, y siéndolo, no sentiré nada». Don Quijote I, XVII. enfermedad, relacionando la salud emocional con la física, algo que está completamente integrado en la medicina actual. Aunque se desconocen los motivos, algunos historiadores apuntan a que, para evitar enfrentamientos con la Iglesia, el boticario puso a su hija como escritora de su obra, que carecía de estudios y que contaba con sólo 19 años cuando se imprimió el libro. Pioneros en el olvido El tercer pionero es el médico Juan Huarte de San Juan (1529-1588), precursor de la neuropsicología y la psicología experimental, y el científico hispano más citado de la historia después de Ramón y Cajal. «Huarte de San Juan defendía que cada uno de nosotros tiene unas habilidades especiales, que hay diferencias individuales. Ofrecía estrategias de un mundo feliz donde cada uno se sintiera feliz en su puesto», explica Campos Bueno. Un concepto revolucionario recogido en su obra Examen de ingenios, que la Corona, la Iglesia y las altas élites condenaron y persiguieron puesto que cuestionaba que
no fuesen ellos los más capacitados para ocupar los altos estratos de la sociedad. Tres visionarios de la neurociencia actual que han quedado en el olvido. «En realidad otras figuras copiaron sus avances y nadie les mencionó», indica Martín Araguz con resignación. Cervantes fue uno de ellos. La propia condición física y mental del hidalgo concuerda con el hombre «colérico» y «melancólico» que describe Huarte de San Juan en su caracterología, aunque el escritor no lo llegue a citar. Diagnóstico: dulcineopatía Don Quijote, a quien «del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro», es el loco más carismático de la literatura universal. A lo largo de la historia han sido miles las interpretaciones para diagnosticar su trastorno. Pero de todas las aproximaciones neurocientíficas al trastorno mental del hidalgo, los investigadores se quedan con la del neurólogo David Ezpeleta y su diagnóstico de trastorno delirante paranoico o, como bromea el especialista, «dulcineopatía».
8 | 3 DE MAYO DE 2 016 | C I E N C I A R I O | CAMBIO DE MICHOACÁN
El transcurrir de la ciencia
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Falta de atención o problemas de memoria son algunos de los síntomas que presentan las personas que sufren insomnio crónico. Éstos son más intensos en pacientes que duermen menos de seis horas al día, tal y como revela un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, en el que se han revisado decenas de trabajos publicados sobre este trastorno del sueño.
Insomnio crónico, alteraciones cognitivas Cuando la dificultad para iniciar o mantener el sueño dura tres meses o más –aunque las condiciones ambientales sean favorables para dormir– la persona padece insomnio crónico. Los pacientes con este trastorno presentan alteraciones cognitivas leves, principalmente en tareas de atención complejas, en el proceso de consolidación de la memoria durante el sueño y en algunos aspectos de las funciones ejecutivas. Es la principal conclusión de un estudio de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), en el que los investigadores han revisado decenas de artículos científicos publicados en los últimos años sobre las alteraciones cognitivas observadas en este trastorno. «Estas alteraciones pueden comprobarse con pruebas neuropsicológicas, aunque en todos los pacientes no son lo suficientemente intensas para afectar significativamente a su vida cotidiana», explica Pablo Medrano, investigador del Departamento de Psicobiología de la UCM y autor principal del trabajo, publicado en Revista de Neurología.
«Sólo los insomnes que habitualmente duermen menos de seis horas tienen déficits cognitivos significativos», puntualiza Medrano. El estudio es la primera revisión en castellano que analiza las anomalías neuropsicológicas asociadas con este trastorno del sueño. En su desarrollo influyen tanto factores biológicos como psicosociales. Se estima que de un 21 a un 57 por ciento de los casos el insomnio es hereditario, en particular en el modo de afrontar el estrés. Si las emociones se interiorizan y no se expresan adecuadamente aumenta el riesgo de sufrirlo. «Las personas con tendencia a interiorizar las emociones, perfeccionistas y que presentan un aumento de activación psicofisiológica en situaciones estresantes, son más propensas a sufrir insomnio», indica María José Ramos, investigadora del mismo departamento de la UCM y coautora del trabajo. Sin embargo, los científicos matizan que no sólo influyen los genes. «La existencia de vulnerabilidad genética no desemboca siempre en insomnio, es la con-
junción de ésta y la presencia de determinados factores psicosociales lo que provoca que se manifieste este trastorno del sueño», puntualiza Ramos. Causa y consecuencia de la depresión Numerosos estudios han abordado la relación entre la depresión y el insomnio, analizando si la ansiedad y la depresión son causa o consecuencia de este trastorno. «El insomnio puede ser tanto causa como consecuencia de la depresión», mantienen los autores de la UCM. La reducción crónica de la cantidad de sueño y su mala calidad suelen provocar alteraciones del estado de ánimo pero no siempre, puesto que en el desarrollo de la depresión influyen múltiples factores. Por otra parte, los trastornos afectivos afectan a la calidad del sueño, de tal manera que la ansiedad y la depresión son factores de riesgo de insomnio. «La relación entre insomnio y depresión es bidireccional», concluyen los investigadores. | Agencia SINC
¿No tiene tiempo para hacer ejercicio? Investigadores de la Universidad McMasters han encontrado que unos pocos minutos de ejercicio intenso producen beneficios a la salud semejantes a los logrados con el tradicional entrenamiento de larga duración. Episodios cortos de ejercicio intenso son marcadamente benéficos. En la investigación se utilizaron indicadores clave para la salud, incluyendo la capacidad cardio-respiratoria y la sensibilidad a la insulina, que es una medida de la forma en que el cuerpo regula el azúcar en la sangre. Para el experimento se reclutó un total de 27 hombres sedentarios y se dividieron en tres grupos. A unos se les asignó efectuar tres sesiones semanales de ejercicio intenso, al otro grupo, doce semanas de ejercicio moderado, y los del tercer grupo, como control, no hicieron ningún ejercicio. El protocolo de ejercicio intenso consistió en únicamente diez minutos, incluyendo dos de calentamiento, tres de enfriamiento y dos de bicicleta fácil para recuperarse del trabajo intenso. Los participantes del grupo 2 realizaron ejercicio moderado en bicicleta durante 45 minutos con los mismos periodos de calentamiento y enfriamiento. Después de doce semanas los resultados fueron marcadamente similares. Dicen los investigadores que la falta de tiempo ya no es un pretexto para no ejercitarse. El agua de lluvia puede jugar un rol importante en el proceso que desencadena los terremotos. Un grupo de científicos de las universidades de Southampton, GNS Science (Nueva Zelanda) y GFZ Postdam (Alemania) han identificado las fuentes y flujos de los fluidos geotérmicos de los Alpes Australes de Nueva Zelanda, donde las placas del Pacífico y Australiana chocan a lo largo de la falla alpina. Mediante análisis químicos cuidadosos descubrieron que los fluidos que se originan en el manto, la capa debajo de la corteza, y fluidos originados por el agua de lluvia están canalizados hacia la falla alpina. Calculando cuánto fluido fluye hacia la zona de falla, los investigadores mostraron por primera vez que está presente suficiente agua para promover la ruptura y los terremotos en esta gran frontera de falla. Las reacciones químicas pueden alterar la resistencia y la permeabilidad de las rocas y si hay suficiente fluido a alta presión, puede ayudar a la ruptura sísmica. | Por el seguimiento y redacción, Cuauhtémoc Sarabia.
«Calculando cuánto fluido fluye hacia la zona de falla, los investigadores mostraron por primera vez que está presente suficiente agua para promover la ruptura y los terremotos en esta gran frontera de falla. Las reacciones químicas pueden alterar la resistencia y la permeabilidad de las rocas...».