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[ Letras ] DE CAMBIO

SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 18 DE JUNIO DE 2016 |

PAULINA LAVISTA / INAH / CUARTOSCURO

Jorge Luis Borges 30 años sin el genio

Turbulencias roqueras al habla POR ROBERTO PONCE | PAG. 4

POR MONTSERRAT LÓPEZ | PAG. 6

«American pie», ¿la canción del siglo?

Cine y TV: drama y terror por doquier

POR BBC MUNDO | PAG. 5 CREACIÓN POR JORGE LUIS BORGES / ADOLFO BIOY CASARES | PAG. 2

«Querida niña gorda...»

POR FAUSTO PONCE / LUCIANO CAMPOS / COLUMBA VERTIZ | PAG. 7

Ideal A LA SAZÓN POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS | PAG. 8


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SÁBADO 18 DE JUNIO DE 2016

Jorge Luis Borges 30 años sin el genio POR CARLOS HIGUERA

Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros Jorge Luis Borges

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ay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros, hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros. A lo largo de la historia el hombre ha soñado y forjado un sinfín de instrumentos. Ha creado la llave, una barrita de metal que permite que alguien penetre en un vasto palacio. Ha creado la espada y el arado, prolongaciones del brazo del hombre que los usa. Ha creado el libro, que es una extensión secular de su imaginación y, de su memoria. A partir de los vedas y, de las biblias, hemos acogido la noción de libros sagrados. En cierto modo, todo libro lo es. En las páginas iniciales de El Quijote, Cervantes dejó escrito que solía recoger y leer cualquier pedazo de papel impreso que encontraba en la calle. Cualquier papel que encierra una palabra es el mensaje que un espíritu humano manda a otro espíritu. Ahora, como siempre, el inestable y precioso mundo puede perderse. Sólo pueden salvarlo los libros, que son la mejor memoria de nuestra especie. Hugo escribió que toda biblioteca es un acto de fe; Emerson, que es un gabinete donde se guardan los mejores pensamientos de los mejores; Carlyle, que la mejor universidad de nuestra época la forma una serie de libros. Al sajón y al escandinavo les maravillaron tanto las letras, que les dieron el nombre de runas, es decir, de misterios, de cuchicheos. Pese a mis reiterados viajes, soy un modesto Alonso Quijano que no se ha atrevido a ser don Quijote y que sigue tejiendo y destejiendo las mismas fábulas antiguas. No sé si hay otra vida. Si hay otra, deseo que me esperen en su recinto los libros que he leído bajo la luna con las mismas cubiertas y las mismas ilustraciones, quizá con las mismas erratas, y los que me depara aún el futuro. De los diversos géneros literarios, el catálogo y la enciclopedia son los que más me placen. No adolecen, por cierto, de vanidad. Son anónimos como las catedrales de piedra y como los generosos jardines. No veré, por cierto, los textos que su diligencia ha juntado, pero sé que desde el otro hemisferio me beneficiarán de algún modo y que serán de grata lectura. * Este artículo apareció en la edición impresa de El País (España) del miércoles 9 de octubre de 1985.

SARA FACIO

El escritor Jorge Luis Borges.

Jorge Luis Borges en una de sus visitas a Colombia.

Un sueño eterno Jorge Luis Borges

M

i primer recuerdo de Kafka es del año 1916, cuando decidí aprender el idioma alemán. Antes lo había intentado con el ruso, pero fracasé. El alemán me resultó mucho más sencillo y la tarea fue grata. Tenía un diccionario alemán-inglés y al cabo de unos meses no sé si lograba entender lo que leía, pero sí podía gozar de la poesía de algunos autores. Fue entonces cuando leí el primer libro de Kafka que, aunque no lo recuerdo ahora exactamente, creo que se llamaba Once cuentos. Me llamó la atención que Kafka escribiera tan sencillo, que yo mismo pudiera entenderlo, a pesar de que el movimiento impresionista, que era tan importante en esa época, fue en general un movimiento barroco que jugaba con las infinitas posibilidades del idioma alemán. Después, tuve oportunidad de leer El proceso y a partir de ese momento lo he leído continuamente. La diferencia esencial con sus contemporáneos y hasta con los grandes escritores de otras épocas, Bernard Shaw o Chesterton, por ejemplo, es que con ellos uno está obligado a tomar la referencia ambiental, la connotación con el tiempo y el lugar. Es también el caso de Ibsen o de Dickens. Kafka, en cambio, tiene textos, sobre todo en los cuentos, donde se establece algo eterno. A Kafka podemos leerlo y pensar que sus fábulas son tan antiguas como la historia, que esos sueños fueron soñados por hombres de otra época sin necesidad de vincularlos a Alemania o a Arabia. El hecho de haber escrito un texto que

trasciende el momento en que se escribió, es notable. Se puede pensar que se redactó en Persia o en China y ahí está su valor. Y cuando Kafka hace referencias es profético. El hombre que está aprisionado por un orden, el hombre contra el Estado, ese fue uno de sus temas preferidos. Yo traduje el libro de cuentos cuyo primer título es La trasformación y nunca supe por qué a todos les dio por ponerle La metamorfosis. Es un disparate, yo no sé a quién se le ocurrió traducir así esa palabra del más sencillo alemán. Cuando trabajé con la obra el editor insistió en dejarla así porque ya se había hecho famosa y se la vinculaba a Kafka. Creo que los cuentos son superiores a sus novelas. Las novelas, por otra parte, nunca concluyen. Tienen un número infinito de capítulos, porque su tema es de un número infinito de postulaciones. A mí me gustan más sus relatos breves y aunque no hay ahora ninguna razón para que elija a uno sobre otro, tomaría aquel cuento sobre la construcción de la muralla. Yo he escrito también algunos cuentos en los cuales traté ambiciosa e inútilmente de ser Kafka. Hay uno, titulado “La biblioteca de Babel” y algún otro, que fueron ejercicios en donde traté de ser Kafka. Esos cuentos interesaron pero yo me di cuenta que no había cumplido mi propósito y que debía buscar otro camino. Kafka fue tranquilo y hasta un poco secreto y yo elegí ser escandaloso. Empecé siendo barroco, como todos los jóvenes escritores y ahora trato de no serlo. Intenté también ser anónimo, pero cualquier cosa que escriba se conoce inmediatamente. Kafka no quiso publicar mucho en vida y encargó que destruyeran


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su obra. Esto me recuerda el caso de Virgilio que también le encargó a sus amigos que destruyeran la inconclusa Eneida. La desobediencia de éstos hizo que, felizmente para nosotros, la obra se conservara. Yo creo que ni Virgilio ni Kafka querían en realidad que su obra se destruyera. De otro modo habrían hecho ellos mismos el trabajo. Si yo le encargo la tarea a un amigo, es un modo de decir que no me hago responsable. Mi padre escribió muchísimo y quemó todo antes de morir. Kafka ha sido uno de los grandes autores de toda la literatura, Para mí es el primero de este siglo. Yo estuve en los actos del centenario de Joyce y cuando alguien lo comparó con Kafka dije que eso era una blasfemia. Es que Joyce es importante dentro de la lengua inglesa y de sus infinitas posibilidades, pero es intraducible. En cambio Kafka escribía en un alemán muy sencillo y delicado. A él le importaba la obra no la fama, eso es indudable. De todos modos, Kafka, ese soñador que no quiso que sus sueños fueran conocidos, ahora es parte de ese sueño universal que es la memoria. Nosotros sabemos cuáles son sus fechas, cuál es su vida, que es de origen judío y demás, todo eso va a ser olvidado, pero sus cuentos seguirán contándose. Transcripción de los comentarios de viva voz del narrador y poeta argentino.

CREACIÓN

La fama Jorge Luis Borges Haber visto crecer a Buenos Aires, crecer y declinar. Recordar el patio de tierra y la parra, el zaguán y el aljibe. Haber heredado el inglés, haber interrogado el sajón. Profesar el amor del alemán y la nostalgia del latín. No haber salido de mi biblioteca. Ser Alonso Quijano y no atreverme a ser don Quijote. Haber conversado en Palermo con un viejo asesino. Conocer las ilustres incertidumbres que son la metafísica. Leer a Macedonio Fernández con la voz que fue suya. Agradecer el ajedrez y el jazmín, los tigres y el hexámetro. Haber enseñado lo que no sé a quienes sabrán más que yo. Ser esa cosa que nadie puede definir: argentino. Haber honrado espadas y razonablemente querer la paz. No ser codicioso de las islas. Ser ciudadano de Ginebra, de Montevideo, de Austin y (como todos los hombres) de Roma. Agradecer los dones de la Luna y de Paul Verlaine. Haber urdido algún endecasílabo. Haber vuelto a contar antiguas historias. Haber ordenado en el dialecto de nuestro tiempo las cinco o seis metáforas. Haber eludido sobornos. Ninguna de esas cosas es rara y su conjunto me depara una fama que no acabo de comprender. Buenos Aires, 1979 (Publicado en La cifra, 1981).

Texto del manuscrito

Borges junto a Adolfo Bioy Casares.

*** Un cuento inconcluso, sin título, manuscrito a la vez por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares en tres folios de un cuaderno, fue hallado recientemente por el investigador Daniel Martino, un joven experto en la obra de Bioy Casares. El texto inédito, publicado el 4 de noviembre en el suplemento literario del periódico argentino La Nación y que se reproduce en esta misma página, es un intento de colaboración entre los dos célebres escritores, que luego firmarían sus obras conjuntas con el seudónimo de Honorio Bustos Domecq. Martino, autor de uno de los libros más completos sobre Bioy Casares -El abecé de Adolfo Bioy Casares- recuerda que a comienzos de este año estaba revisando los cuadernos juveniles que Bioy Casares había conservado hasta entonces en un

baúl de la casa de campo familiar cuando se encontró de pronto con los párrafos escritos a dos manos. Un apunte al margen en ese mismo cuaderno prueba que Bioy Casares escribía también en aquel momento “Los novios en tarjetas postales”, un cuento que luego formaría parte de un libro editado en 1937. Ese cuento, publicado por primera vez en el segundo número de la revista Destiempo, en noviembre de 1936, demuestra con toda seguridad que Borges y Bioy Casares ensayaron esa primera colaboración en el invierno de 1933, fecha que el propio Bioy Casares no ha podido precisar con exactitud. “En 1935 o 1936”, había escrito Bioy Casares, “fuimos a pasar una semana a la estancia de Rincón Viejo, en Pardo, con el propósito de escribir en colaboración un folleto comercial, aparentemente científico, sobre los méritos de un alimento más o menos búlgaro. Hacía frío, la casa estaba en ruinas, no salíamos del comedor, en cuya chimenea crepitaban ramas de eucaliptos”. Y agrega más adelante: “Intentamos también un soneto enumerativo y proyectamos un cuento policial –las ideas eran de Borges– que trataba de un doctor Preetorius, alemán, director de un colegio, donde por medios hedónicos (juegos obligatorios, música a toda hora) torturaba y mataba a niños. Este argumento, nunca escrito, es el punto de partida de la obra de Bustos Domecq”.

Adolfo Bioy Casares Jorge Luis Borges

E

s anormal que el director de un asilo muera ensartado por la histórica lanza de Gabriel Colliqueo; es aún más raro que los desconsolados alumnos juren públicamente vengarlo. Bien mirado, todo era extraño en aquel asunto, hasta el lugar del crimen y la personalidad de la víctima. El primero era una isla incomunicada por el alegre arroyo del Gualicho, en los campos del Sur; el segundo, un vasto caballero holandés, el doctor Preetorius, todo calvicie, abdomen y anteojos verdes. Para que nada falte en este relato hay también un tesoro, si bien se trata de un tesoro ilusorio que ya ni siquiera existía en las esperanzas de los pobladores vecinos. Cuando el doctor Prectorius adquirió la Isla del Tesoro, la vieja estancia de Santana Ramírez fue demolida para hacer lugar al nuevo edificio y no se encontró nada. Entonces hubo en cada vecino dos reacciones contradictorias: desencanto, al comprobar la ausencia definitiva de piezas de oro y de patacones de plata; alguna maliciosa alegría, al adivinar la cólera secreta del comprador. El doctor Preetorius era enfáticamente un no estanciero; la gente del pago era tan simple que no supo atribuirle otra intención que la de hacerse dueño del tesoro. Se equivocaban con perfección. Al doctor Teófilo Preeto-


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rius no le interesaban las vacas Durham ni los opulentos arcones; le interesaban los albañiles y los niños. Los albañiles, para construir un pulcro caserón de paredes blanqueadas y de precisos techos de teja que eran lavados cada lunes y cada viernes; los niños, para hospedarlos en él. Desaparecía quincenalmente en el tren mixto de las catorce y un minuto, para volver cargado de animales vistosos, de paquetes rectangulares envueltos en papel madera y de niños famélicos y azorados. Esas excursiones metódicas le llevaban a Lanús Oeste, a los bajos de Berazategui, a Villa Luro, a las curtiembres de Campana, a los alrededores de los gasómetros y las quemas. Ahí recolectaba los pensionistas de la colonia El Recreo. “Aire, luz, música, vida eficiente: he aquí mis mejores colaboradores”, solía exclamar el doctor con aire satisfecho y modesto. En efecto, los niños desnutridos que parecían al principio corderos muertos o pequeños ancianos no tardaban en sentir las influencias de ese ambiente cordial. Algún pedagogo local censuraba al doctor Preetorius porque los juegos parecían interesarle más que el estudio; éste admitía el reproche con bonhomía, agregando sonriente: “Desdeñemos la vana erudición”. * Este artículo apareció en la edición impresa de El País (España) el viernes, 16 de noviembre de 1990. ***

Adolfo Bioy Casares

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ábado, 14 de junio de 1986. Almorcé en La Biela, con Francis. Después decidí ir hasta el quiosco de Ayacucho y Alvear, para ver si tenía Un experimento con el tiempo. Quería un ejemplar para Carlos Pujol y otro para tener de reserva. Un individuo joven, con cara de pájaro, que después supe que era el autor de un estudio sobre Eddas que me mandaron hace meses, me saludó y me dijo, como excusándose: “Hoy es un día muy especial”. Cuando por segunda vez dijo esa frase le pregunté: “¿Por qué?”. “Porque falleció Borges. Esta tarde murió en Ginebra”, fueron sus exactas palabras. Seguí mi camino. Pasé por el quiosco. Fui a otro de Callao y Quintana, sintiendo que eran mis primeros pasos en un mundo sin Borges. Que a pesar de verlo tan poco últimamente yo no había perdido la costumbre de pensar: “Tengo que contarle esto. Esto le va a gustar. Esto le va a parecer una estupidez”. Pensé: “Nuestra vida transcurre por corredores entre biombos. Estamos cerca unos de otros, pero incomunicados. Cuando Borges me dijo por teléfono desde Ginebra que no iba a volver y se le quebró la voz y cortó, ¿cómo no entendí que estaba pensando en su muerte? Nunca la creemos tan cercana. La verdad es que actuamos como si fuéramos inmortales. Quizá no pueda uno vivir de otra manera. Irse a morir a una ciudad lejana... tal vez no sea tan inexplicable. Cuando me he sentido muy enfermo a veces deseé estar solo: como si la enfermedad y la muerte fueran vergonzosas, algo que uno quiere ocultar”. Yo, que no creo en otra vida, pienso que si Borges está en otra vida y yo ahora me pongo a escribir sobre él para los diarios, me preguntará: “¿Tu quoque?”. De Descanso de caminantes (Sudamericana).

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Turbulencias roqueras al habla RESEÑA :: Sobre Cómo entrevistar a una estrella de rock y no morir en el intento. POR ROBERTO PONCE

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arla Covarrubias, jefa de prensa en Malpaso Editores México y la Editorial Jus nos envía su interesante lanzamiento Cómo entrevistar a una estrella de rock y no morir en el intento, un libro de Fernando García donde se compilan dieciséis entrevistas a estrellas del rock anglosajón realizadas por este periodista y editor argentino entre 1992 y 2010, con prólogo del poeta rockófilo mexicano Juan Villoro. Algunos de los roqueros o conjuntos entrevistados por García en Jus (sólo una es mujer) son: Bee Gees, Bon Jovi, Paul McCartney, Ozzy Osbourne, Dee Dee Ramone, David Bowie, Bono, Noel Gallagher, Kiss, Lou Reed, Neil Young, Malcom McLaren, Regina Spektor y Phil Collins. Enseguida, reproducimos la sinopsis del prólogo de Villoro, quien dice: “Durante décadas, los músicos de rock se han liberado de la posibilidad de ser normales y han ejercido su diferencia hasta crear su propio folklore: ya nada resulta tan lógico como un rockero ilógico. “Del mesías que derrite cien mil almas en un estadio se espera cualquier cosa menos que sea común. No puede querer a su hermano ni cuidar un hámster. “Éstas son las condiciones en las que trabaja Fernando García, maestro de la entrevista-que-no-debería-haber-ocurrido. No ejerce la beatería del fan ni la corrosiva mirada del desmitificador crónico. Busca el misterio de la persona que vive dentro del mito sin perder de vista que el encuentro es anómalo. En buena medida, los impecables retratos reunidos aquí son reflexiones sobre el género de la entrevista en condiciones peculiares. “Cómo entrevistar a una estrella de rock y no morir en el intento ofrece un acoso múltiple a algunas de las principales figuras del siglo XX. El autor sube a un automóvil para perseguir el convoy de Paul McCartney por las calles de Buenos Aires hasta entablar una ‘conversación’ a señas de coche a coche; aborda un avión donde se acerca a Jon Bon Jovi y logra un extraño momento de sinceridad (¡el

astro se quita sus lentes oscuros!); encuentra al sofisticado Bowie y sus dientes amarillos en un camerino brasileño que más parece un basurero; recibe la encomienda de Johnny Rotten de comprar cigarros; habla por larga distancia con Bono, la comunicación se corta y el cantante de U2 le llama de regreso; encara uno por uno a los hermanos Gibb de The Bee Gees y descubre que ninguno quiere hablar del otro y odian la palabra que los une (hermanos); recibe el esperado regaño de Lou Reed y se somete a su interrogatorio… “La escena musical semeja un avión de combate donde las turbulencias son una magnífica noticia, la señal de que la nave aún no ha sido derribada. Este libro tiene un valor de caja negra, el insólito depósito donde se registran las últimas palabras antes de que todo sea accidente y grito y fuego y estallido.” Fernando García nació en Buenos Aires. Es periodista, escritor, editor y gestor cultural. Trabajó durante 18 años en el diario Clarín, donde fue redactor y editor del suplemento de cultura joven Sí! y colaborador de las secciones de espectáculos y cultura, de la revista dominical Viva y del departamento de productos especiales, para el que dirigió la colección de discos Leyendas del Rock Argentino y la serie de fascículos El gran libro de los Rolling Stones. Ha sido colaborador de diarios y revistas impresos y digitales de Argentina, Uruguay, Brasil y México. Es autor de los siguientes libros: Sex Pistols y el punk inglés (1996), Conversaciones con León Ferrari (2008), Los ojos, vida y pasión de Antonio Berni (3ª edición, 2013) y Marta Minujín. Los años psicodélicos (2015); y coautor de 100 veces Pappo (2ª ed., 2013), 100 veces Redondos (2014), 100 veces Stones (2015) y 100 veces Charly (2016), este último sobre Charly García. (Para leer la entrevista a David Bowie contenida en el libro, ver página http:// jus.com.mx/tienda/entrevistar-una-estrellarock-no-morir-intento/ o contactar con Karla Covarrubias vía prensa@jus.com.mx).


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¿La canción del siglo? RESEÑA :: La letra de “American pie” ha sido objeto de análisis durante décadas, pero su autor Doug Mclean dice que el manuscrito revelará “todo lo que hay que saber”. POR BBC MUNDO

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uándo fue el “día en que la música murió”? ¿Quiénes son el rey, la reina y el juglar? ¿Cuál es el dulce aroma que perfuma el aire donde los sargentos tocan al compás de una marcha? ¿Por qué Satanás ríe con placer? ¿De quién se despide el coro cuando canta “Bye-bye, miss American pie”? Esos son apenas algunos de los misterios en la críptica letra de la clásica canción “American pie”, de Doug Mclean, que los amantes del rock y pop han estado tratando de interpretar durante más de cuatro décadas. Según algunos, el tema –catalogado por algunos como la “canción del siglo”– describe la historia del rock durante su período más inspirado y turbulento. Y esto podría confirmarse, o desmentirse, luego de que el martes 7 de abril se subastara en Nueva York el manuscrito original de 1971, el que incluye 16 páginas en el puño y letra de Mclean, con versos alternativos y sendas anotaciones. El manuscrito estuvo olvidado y escondido en una caja en la casa del autor durante 43 años. Y se vendió ese martes por 1 millón 205 mil dólares.

El himno de una generación Más allá del valor del documento mismo, para los aficionados de “American pie” hay un tesoro más valioso: los borradores, sin editar, revelan el proceso creativo detrás de la canción “de principio a fin”, según Tom Lecky, de la casa de subastas Christie’s. “Se ven grandes momentos de inspiración, se le ve intentando cosas que no funcionaron. El camino que tomó inicialmente y que después no quiso seguir”, explicó Lecky. “Esas palabras que todos conocemos tan bien no estuvieron fijas al comienzo”, destacó. Y aunque durante años Doug Mclean mantuvo silencio respecto al mensaje y significado de su más famosa canción, el cantante manifestó recientemente que “el escrito y las letras revelarán todo lo que hay que revelar”. Pero, ¿podrá ser tan diferente a las teorías que los estudiosos de “American Pie” han arrojado todo este tiempo? La canción es definitivamente épica y bien merece el título de “canción del siglo”. Sus seis versos, con el pegajoso coro intercalado, duran más de ocho minutos y, según muchos expertos, describen la historia del rock’n’roll desde sus orígenes en los inocentes años 50, su espléndido desarrollo durante los turbulentos 60 y su decadencia al entrar en los 70. Mclean combina esta cronología con su propia experiencia, enfrentado a los acontecimientos mundiales y a la transformación de las tendencias musicales que se vuelven la pista sonora de una adolescencia optimista, luego de una juventud rebelde y, finalmente, de una madurez desilusionada. Fue así que se convirtió en el himno de toda una generación, que memorizó cada verso y los trasmitió a sus hijos y estos a los suyos, quienes ahora los tararean tal vez sin saber qué significan. Bye-bye, miss American pie, drove my Chevy to the levy but the levy was dry... (“Adiós, señorita del pie americano, fui en mi

Doug Mclean, autor de “American pie”. auto Chevy hasta el dique pero el dique estaba seco...”).

Para muchos, esos versos esconden la añoranza de tiempos pasados. Nada es más “americano” (o estadounidense) que el pastel de manzana (apple pie), el automóvil marca Chevrolet (Chevy) y la sensación de libertad y aventura que le brindaba para ir a donde quisiera. Mclean, cantando en primera persona, se está despidiendo de todo esto porque, como dice en el sombrío comienzo del tema, fue “el día en que la música murió” (“the day the music died”). Es una referencia específica al 3 de febrero de 1959, cuando tres estrellas

de la música popular murieron en un accidente de avioneta: el pionero del rock Buddy Holly, el DJ conocido como the Big Bopper, y Richie Valens, uno de los primeros latinos del rock y autor de “La bamba”.

El rock y la sociedad se transforman La noticia de la tragedia no sólo transformó la música y a sus intérpretes, transformó el mundo de Mclean y los valores con los que se crió. Ya no es el energético potrillo conduciendo confiado en su camioneta con un clavel en la solapa y ha perdido a su novia, a quien ve bailando con otro en la danza de la escuela.


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Con la pérdida de la inocencia también tambalean los íconos de su adolescencia. Elvis el “rey del rock” es usurpado por un “juglar” vestido con “una chaqueta prestada de James Dean”. “And when the King was looking down, the jester stole his thorny crown...” (“Y cuando el Rey no estaba mirando, el juglar robó su corona de espinas”), dice la canción. Y el juglar no es otro que Bob Dylan, la “nueva voz de la generación de los 60” que en muchas canciones hace referencia al personaje bufonesco y quien, en la carátula de su álbum revelación, está vestido en una chaqueta de cuero a la “James Dean”. Entran luego en la escena, el “cuarteto tocando en el parque” (“the quartet playing in the park”), en referencia a The Beatles, a quienes también identifica como los “sargentos” en alusión al famoso álbum La Banda del Sargento Pimienta. Este período está enmarcado por el llamado “verano del amor”, de 1967, que impregnó el aire de marihuana, el “dulce perfume” que menciona Mclean. “American pie” está cargada de simbología religiosa, pero eso es lo que el rock es hasta cierto punto. Sus letras son una especie de biblia, un mantra de las jóvenes generaciones: “¿Escribiste el Libro del Amor? ¿Puede la música salvar tu alma mortal” (“Did you write the Book of Love? Can music save your mortal soul?”). Son el amor y la salvación predicados por las nuevas deidades como John, Paul, George, Ringo y otros en respuesta a la guerra institucionalizada por los gobiernos en el poder, la brutalidad de la policía, la violencia politizada.

El diablo y su séquito Pero donde hay dioses, también hay demonios y agentes del infierno. Y con eso se abre el telón sobre Jack Flash: nada más y nada menos que Mick Jagger y los Rolling Stones que, en esa época tenían éxitos titulados “Jumpin’ Jack Flash” y “Simpatía por el diablo”. En diciembre de 1969, los Rolling Stones dieron un concierto gratis cerca de San Francisco, para toda esta “generación perdida en el espacio” (“a generation lost in space”) que se tornó violento. El conjunto contrató al rudo grupo de motociclistas Hell’s Angels (los Ángeles del Infierno) para mantener el orden del público. Uno de ellos terminó matando de una puñalada a un espectador mientras Mick Jagger cantaba en el escenario envuelto en una diabólica capa roja. “Ningún ángel nacido en el infierno pudo romper ese hechizo satánico” (“No angel born in hell could break that Satan’s spell”), cantó Mclean. Para muchos observadores ese evento puso punto final al idealismo de los 60. El idealismo, tan vívidamente expresado en la música, había muerto. La música murió, aunque no literalmente. La música rock, como todo arte, tiene ciclos que también reflejan el vaivén de la historia. Se regenera, se desarrolla, llega a su auge y luego desciende. Pero, realmente, no desaparece. Por eso es, tal vez, que generación tras generación se reencuentra con “American pie” y la hace suya. Nuevos artistas graban sus propias versiones, una de las más destacadas siendo la de Madonna. Y Don Mclean, a través de sus manuscritos, esta vez ofrecerá una explicación sobre el significado de su éxito discográfico que será mucho más amplia que la que había venido dando durante años, cada vez que era interrogado. “El significado de ‘American pie’ es que nunca tendré que volver a trabajar”, era su respuesta.

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Querida niña gorda... ARTÍCULO :: POR MONTSERRAT PÉREZ

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uerida niña gorda,

Tengo un par de cosas que decirte, espero que las leas, si puedes, si quieres. Hoy desperté enojada por algo que dijo un tipo y las respuestas que hubo ante lo que dijo, habló de las niñas gordas, sin saber lo que significa habitar un cuerpo de niña gorda. Espero que no lo hayas escuchado, porque no vale la pena, pero si lo escuchaste, no le creas nada. No voy a repetir sus palabras, es darle importancia y no la tiene. Lo importante es que tú, hoy, mañana y pasado, te sientas bien contigo misma. Sí, sí, yo sé que eso es algo que te lo dice todo el mundo cuando te quiere levantar los ánimos, pero es verdad. No, y te repito, NO tienes por qué satisfacer a nadie más que a ti. Tu cuerpo, tu salud, tu forma de vestir y de ser no le incumben a nadie. Solamente a ti. Va a haber gente que se te acercará en la calle para darte recetas mágicas para bajar de peso, personas que jamás has visto en tu vida o gente cercana a ti (amistades, familia, maestrxs), que te van a decir que serías más bella, si fueras más delgada. A todas esas personas, mándalas al diablo. Cualquier comentario sobre tu cuerpo que no hayas pedido, es una forma de acoso. No tienes por qué tolerarlo, no tienes por qué sonreír, no tienes por qué agradecerlo, no tienes por qué escucharlo. Escúchate a ti. Cuida de ti de la forma que mejor te acomode. Nunca dejes de hacer las cosas que te gusten. Si te gusta correr, corre. Si te gusta bailar, baila. Si te gusta dibujar, dibuja. No abandones tus pasiones para encajar mejor en el mundo. No hagas cosas que dañen tu salud para ser más aceptada, más querida, más deseada. No sirve, el sistema está hecho para que no seas feliz, para que siempre quieras ser algo más, algo diferente, algo, no alguien. Recuerda que no eres un producto de consumo, ni naciste para complacer a los hombres. No existes para ser usada, no giras entorno a los deseos de extraños en la calle, ni en tu casa, ni en tu escuela. No eres una cosa. No eres una cosa. No eres una cosa. Dale gracias a tu cuerpo por lo que hace diariamente. Cuídalo, apapáchalo, aliméntalo con cosas que lo nutran, hidrátate y disfruta todo lo que puedes hacer gracias a ese cuerpo que tienes. Sea como sea, es tuyo y es el único espacio-territorio que habitarás toda la vida, no coloques nada que pueda dañarlo, no lo maltrates, no lo humilles. Date tiempo para respirar, para estirarte, para acariciar tu piel, para estar contigo, escucharte y, sobre todo, hacerte caso. Disfruta el mundo que te rodea, camina segura, defiéndete, enójate, toma el sol, come helados con tus amigas, crece al ritmo que tengas que crecer, no te apresures a nada.

No te voy a mentir, hay días en los que no te vas a sentir genial. En los que la sociedad y sus mandatos van a pesarte sobre la espalda. Días en los que te vas a mirar en el espejo y no te vas a gustar. Pregúntate de quién es la imagen que buscas ahí. Permítete llorar y enojarte y estar de malas y luego déjalo ir. También entiende que puedes cambiar tu cuerpo, pero sin dañarlo. Y no me refiero a que pierdas kilos (aunque también lo puedes hacer, si te da la gana). Me refiero a que tienes dentro la capacidad de hacer muchísimas cosas, explota esa capacidad y ve hasta dónde llegas, igual y te sorprendes. Reclama la palabra “gorda”. ¿Qué tiene de malo? Aprópiatela, quítale la carga de significado negativa. Gorda, gorda, gorda, gorda, gorda. Es bella, si la repites mil veces, es redonda, fuerte, rueda por la lengua y sale. Gorda. ¿Y qué? Gorda. Sí.

KOSHA BATHIA

No hagas cosas que dañen tu salud para ser más aceptada, más querida, más deseada. No sirve (...) Por último, sábete amada. Hay quienes te quieren, y te quieren muchísimo, si no las hay, quiérete tú. Por mi parte, te amo, te amo muchísimo, aunque no te haya visto jamás. Te abrazo, te recuerdo que eres valiosa, muy valiosa y que todo pasa. Siempre. Lo único constante es el cambio. Tarde o temprano todo mejora. Publicado en http://www.la-critica.org/opinion/querida-nina-gorda/ La Crítica es un medio de comunicación conformado por reporteras y columnistas de diferentes partes de México, de Abya Yala y otras regiones del mundo.


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SÁBADO 18 DE JUNIO DE 2016

Drama y terror por doquier RESEÑAS :: Cine y televisión.

El conjuro 2: regresan los Warren POR FAUSTO PONCE El conjuro 2 (The conjuring 2, EE.UU., 2016) es una cinta sumamente disfrutable y efectiva. Es mucho mejor que Anabel, pero no tan contundente como El conjuro. En ese sentido, James Wan no nos decepciona. La película está inspirada en un caso “verídico” de posesión por una entidad sobrenatural; determinar si en la realidad hubo o no posesión es otra cosa, pero está basado en uno de los tantos casos que el matrimonio de Ed y Lorraine Warren investigó. La película gira en torno a una familia inglesa, los Hodgson, cuya hija Janet (Madison Wolfe) es poseída por el espíritu de un tal Bill Wilkins (Bob Adrian). Las autoridades locales contactan a Ed (Patrick Wilson) y a Lorraine (Vera Farmiga) para que investiguen el caso y determinen si es falso o existe algo de verdad, y si así fuera, deberán detener a esta entidad maligna. Por cierto, cuando comienza la cinta, los Warren se encuentran investigando otro caso, el de Amityville, en donde un joven mató a toda su familia mientras dormía, diciendo que había escuchado voces que le decían que lo hiciera. La dinámica de los protagonistas con la casa y con los afectados nos recuerda mucho a la primera película, de tal manera que si bien los trucos de Wan para asustarnos funcionan –la dirección de arte es magnífica, así como las actuaciones de Wilson y Farmiga–, no tienen el mismo impacto que la primera cinta. Wan ha conseguido crear todo un universo en torno a los Warren, quienes al parecer tienen un amplio archivo con sus casos, de los cuales podrían salir unas películas más. Habilidad de Wan, además de asustarnos, es aquella para hacernos entrar en sus convenciones sin mucho esfuerzo. Al final, uno termina creyendo que los sucesos paranormales de sus cintas podrían ocurrir. Para quienes no lo sepan, los Warren de la película sí existieron y la verdadera Lorraine aún vive; ella y su marido fundaron una asociación de investigación de lo paranormal. El conjuro 2 debe ser vista por todo amante del cine de terror.

El conjuro 2: los exorcistas POR LUCIANO CAMPOS Con El conjuro 2, el maestro James Wan consigue provocar los mejores sustos del año con una producción completamente predecible, pero altamente efectiva. En sus manos, el cine de fórmula se convierte en una inesperada sorpresa. Anticipadísima en temática, la propuesta carece de novedad, pero luce como una aportación fresca al género mediante la creación de una atmósfera electrizante, de suspenso insoportable. Responsable del clásico Saw: el juego del miedo, el director australiano vuelve a la carga con esta secuela de la franquicia que inició exitosamente en 2013 con El conjuro, donde fue presentada la pareja de investigadores, serios y reputados, de fenómenos paranormales. Los Warren están de regreso y, de nueva

Escena de El conjuro 2, del director James Wan.

cuenta, el caso los involucra personalmente. La acción se ubica en 1977. Ed y Lorraine Warren, valerosos y honestos cazafantasmas, deciden retirarse. Los sustos los han afectado, más a ella, que tiene poderes de vidente. Sin embargo, se ven noblemente forzados a intervenir en un incidente de posesión diabólica detectada en Inglaterra. Y ahí van, los policías del más allá, para encontrar y castigar a la entidad de ultratumba que atormenta a una preadolescente, que vive con su madre y tres hermanos en un barrio humilde del norte londinense. La familia vive rodeada de vecinos pero, astutamente, la historia creada por Carey y Chad Hayes hace que, de manera permanente, queden aislados por la lluvia, que vuelve solitarias las calles. Aunque la acción intramuros no aporta novedad visual, ni temática, Wan ataca directamente los nervios, al generar un ambiente amenazador con una maravillosa lente traviesa que no deja de moverse, con travelings, paneos y tomas cenitales. En los momentos

de mayor tensión, la cámara va al hombro para acompañar a las mismas víctimas, en el espanto de las apariciones infernales. La progresión dramática es lenta y hasta repetitiva. Existen muchos pasajes de susto gratuito, condición propia del género, pero todo se compensa con un inteligente desarrollo de la acción hasta llegar a un delicioso desenlace. La música de Joseph Bishara es sobrecogedora y magnífica. La cinta está aderezada con estupendas actuaciones. Patrick Wilson y Vera Farmiga han aprovechado su apostura para brillar ante la cámara. Aquí, humildemente, se despojan de la sensualidad, e interpretan a una sólida pareja de personalidad gazmoña y mojigata, quienes, tomados de la mano, comparten destino mientras se asoman por la puerta del averno. Madison Wolfe, como la víctima de la posesión, ofrece una interpretación espectacular, en el caso de personalidad múltiple. No sólo es una pequeña atormentada por el mal, sino que se transforma en el mismo espíritu que, a su vez, es malvado por obligación y al mismo tiempo víctima que anhela liberación para descansar en paz. El ejercicio de desdoblamiento múltiple se ve agotador, pero es superado por la talentosa chica. Los muebles vuelan, los fantasmas atacan, las personas levitan. Satanás está presente y utiliza como su instrumento a una niña. La maldad atrapa un cuerpo inocente. La sevicia corrompe un alma pura. Y para ilustrar el pequeño infierno que se sufre dentro de la casa, existen los útiles recursos de la digitalización que pueden convertir en realidad cualquier estampa de pesadilla. Wan utiliza todas las herramientas visuales como un genio del espanto palomero. El conjuro 2 es una excelente película de terror, con formato tradicional y que, gracias a las imágenes CGI, se convierte en una de las experiencias más aterradoras de los años recientes. Aunque, claro, en esta, como en todas las demás historias de casas embrujadas, al final queda flotando la misma pregunta: ¿por qué la familia no se fue a vivir a otro lugar cuando se detectó, por vez primera, la presencia diabólica?


8 | LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN

SÁBADO 18 DE JUNIO DE 2016

Cartel promocional de Outcast.

Outcast en FOX POR COLUMBA VERTIZ Ya se estrena en 125 países por el canal de paga FOX Outcast, una serie dramática del género de terror basada en el cómic del mismo nombre, escrito por Robert Kirkman y dibujado por el artista Paul Azaceta. Esta producción de diez episodios sobre el género sobrenatural empezó a salir al aire el 6 de este mes de junio. Se trata de la primera producción original de FOX Networks Group, que ya confirmó una segunda temporada. Narra la historia de Kyle Barnes, un hombre cuyos seres queridos son víctimas de posesiones demoniacas desde su niñez. Cuando Barnes alcanza la adultez, intenta descubrir lo que se oculta detrás de estas manifestaciones sobrenaturales. Junto con un reverendo buscará una explicación también a las capacidades especiales que Barnes parece poseer. Los problemas aparecen cuando se descubre que las respuestas a estos enigmas podrían acarrear el fin del mundo… El actor estadunidense Patrick Fugit (Perdida y Casi famosos) interpreta el papel de Barnes, un hombre que busca respuestas y redención y que se aparta de sus seres queridos por temor a causar un mayor daño. El actor inglés Philip Glenister (de Vida en Marte) actúa en el papel del reverendo Anderson, un predicador de West Virginia quien cree ser “un soldado en la guerra santa divina contra las fuerzas del mal sobre la Tierra”, aunque es bebedor y jugador empedernido. El niño actor estadunidense Gabriel Bateman (Stalker) se sumerge en el personaje de Joshua Austin, infante de ocho años que habita al otro extremo del pueblo donde reside Barnes. Para disgusto de su familia, Joshua parece estar poseído por el diablo, pero hay algo muy diferente en su posesión y que guarda relación con Barnes... También forman parte del elenco: David Denman (13 hours, Parenthood), Melinda McGraw (Expediente X, Mad Men), Grace Zabriskie (Big love), Catherine Dent (The Shield, Astronaut Wives Club), Brent Spiner (Star Trek: La nueva generación) y Lee Tergesen (The americans, The get down). El episodio piloto fue dirigido por el director de cine Adam Wingard (The guest).

NATEINMORELIA

Ideal A LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSAS Solamente el rumor y zumbido de las voces y palabras que allí había sonaba más que de una lengua… Y entre nosotros hubo soldados que habían estado en muchas partes del mundo y en Constantinopla, y en toda Italia y Roma, y dijeron que plaza también compasada y con tanto concierto y tamaño, y llena de tanta gente no la habían visto. Bernal Díaz del Castillo, en la Historia Verdadera de la Conquista de La Nueva España, respecto al Mercado de Tlatelolco.

C

olores y formas del campo acomodadas a la ciudad. El espacio para aquilatar y reconocer sabores, colores, aromas y texturas. Un museo vivo. Sitio donde confluyen biología y antropología. Un lugar que podría hacernos felices. El mercado danza con la música de los alimentos. Frutas, verduras, huevos legumbres, pescados, mariscos, carne, pollo, hierbas, semillas, frutos secos, flores, raíces, hierbas y remedios… puestos de comida preparada. Flujo alegre de productos esenciales para nutrir el sentido común. El tianguis bulle. Es el medio de contacto con el campo, con la región y con las personas: agricultores, vendedoras, transportistas, cargadores, marchantes, carniceros, cocineras, floristas, curanderas, amas de casa, solteras, chamanes, estudiantes, tragones, músicos y enamorados. El mercado baila, con la gente, a ritmo de danzón. Tiene su tiempo y su espacio. Se guía por las estaciones. Se menea con la oferta y la demanda. Se deja llevar por gustos y necesidades. Se aviva por encargos y recomendaciones… y se altera con ciertos inspectores panzones. Se recrea en clientes cuidadosos, en señoras que saben elegir, en maridos que preguntan de dónde provienen: el queso o los man-

gos, en publicistas a grito abierto, en las marchantas que dan seguimiento a los pedidos de sus clientas, en sugerencias para guisar la berenjena, o para curar ese perpetuo dolor de cabeza. Es murmullo de chisme, de animales, de faenas, tiros y jalones; de albures y recreos dulzones; de tratos honestos y acalorados regateos. Y ¡aguas, patrones que ahí les va el golpe! El reino de la vendimia cultiva: amistades, lenguajes, complicidades, vecindad, estrategias de venta, bromas locales, amores furtivos, habilidades contables y negocios familiares; confidencias, pericias culinarias, orgullo y oficios especiales; broncas, juegos cordiales, conocimientos naturales, relaciones públicas, personalidades y solidaridad. Es el caldo de cultivo del encuentro popular. Genera empleos, invoca a la conciencia terrenal, promueve el reencuentro de todas las clases sociales, enseña geografía e historia natural, aspira al comercio justo, a granjas orgánicas y a provisiones de calidad, tanto para el restaurante gourmet como para cualquier fonda del lugar. Su filosofía, idealiza con maridar a la ecología con el comercio local.

LA NOTA, LA RECETA, EL REMEDIO Más allá de los grandes, modernos y trasnacionales centros comerciales, los mercados públicos y los tianguis populares son una opción para una alimentación más fresca, rica y variada, pero no sólo por la comida que ahí se puede encontrar, sino por la oportunidad que nos brindan de encontrarnos como personas. Consumir lo que se produce y se vende en tu localidad no es un acto de indulgencia, es una vinculación entre naturaleza y humanidad. ¡Vamos al mercado! ¡Alimentemos nuestra sociedad!


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