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[ Letras ] DE CAMBIO

SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 12 DE NOVIEMBRE DE 2016 |

Los poetas rusos de Nabokov Una lectura antológica POR JORGE BUSTAMANTE GARCÍA| PAG. 2

El arte de tener colmillo CINE POR SYLVAIN PROVILLARD | PAG. 6

Creación POEMA POR EMILIO MARTÍNEZ FRAUSTO | PAG. 4 POEMAS POR LUIS OSEGUERA PEDRAZA | PAG. 5

Gustosa-mente A LA SAZÓN POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS | PAG. 7

Crisis CARTAS APÓCRIFAS POR ESTEBAN MARTÍNEZ | PAG. 8 Fotografía de Life


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SÁBADO 12 DE NOVIEMBRE DE 2016

Los poetas rusos de Nabokov Una lectura antológica POR JORGE BUSTAMANTE GARCÍA

Al morir, el autor de Lolita dejó inconclusa una antología de poesía rusa que fue publicada en 2008 por la editorial neoyorquina Harcourt, Inc., Nueva York, con el título Verses and versions. Three centuries of russian poetry. La selección no sólo constituye un mapa de los poetas favoritos del escritor, sino que brinda un panorama de tres siglos de literatura rusa. Inédito en español, este trabajo es motivo del siguiente ensayo. Para Roberto Sánchez Benítez

V

ladimir Nabokov fue un gran prosista, un novelista peculiar, un escritor conocedor de varias literaturas, un atento y meritorio entomólogo, un acucioso y magnífico maestro de muchas generaciones de estudiantes de literatura, un trilingüe perfecto (ruso, inglés, francés) convertido en un severo traductor literario que desarrolló una teoría de la traducción un tanto inflexible (de la que abjuró, en parte, tardíamente) y un poeta laborioso pero menor, tal vez su arista menos conocida entre nosotros. Escribió y publicó poesía en ruso desde muy joven, pero pasó inadvertido entre la vigorosa y exuberante poesía que se escribía en esos años prodigiosos de poetas extraordinarios: Velemir Jlébnikov, Fyodor Sologub, Mándelstam, Blok, Balmont, Maiakovski, Esenin, Tsvietáieva, Ajmátova, Iván Bunin, Andréi Bieli, Pasternak, Nikolái Gumiliov, Sacha Chorny, Voloshin, Jodassievich… Nabokov fue un diligente estudioso de la literatura de su país, especialmente de los grandes novelistas y narradores del siglo XVIII, como lo demuestran sus apasionados apuntes y su polémico curso de literatura rusa que impartió primero en Stanford, luego en Wellesley Collage y después en la Universidad de Cornell. Pero prestó gran atención, también, a los poetas de ese siglo de oro que fueron los verdaderos forjadores de la lengua literaria rusa, que luego alcanzaría el acmé, el punto más alto, en la línea que va de Pushkin y Gógol hasta Chéjov y Gorki, extendiéndose finalmente a Blok, a Jlébnikov, a Tsvietáieva, a Ajmátova, a Andréi Bieli, a Vasili Grossman. Sus pesquisas se remontan al legendario Cantar de las huestes de Ígor (del eslavo antiguo Slovo o pluku Igoreve, o del ruso moderno Slovo o polkú Ígoreve), epopeya de finales del siglo XII escrita en eslavo antiguo y estimada como la obra más notable de la literatura rusa medieval, traducida por Nabokov al inglés y publicada por Random House en 1959. Su prestigio de traductor severo, pero también controvertido, se consolidó con su

De la lectura de Verses and versions. Three centuries of russian poetry, publicado en 2008 por la editorial neoyorquina Harcourt, Inc.

Verses and versions reúne por primera vez en un volumen de más de 400 páginas sus versiones inglesas de 18 poetas rusos, un conjunto destacado que abarcan del siglo XVII al XX

versión al inglés del Eugenio Onieguin de Pushkin, que junto con sus mil 200 páginas de comentarios, provocó un memorable debate alrededor de la traducción literaria en los años sesenta, sus alcances, sus imposibilidades, sus logros y fracasos, en el que intervinieron personajes de la altura de Robert Lowell, Edmund Wilson, George Steiner y Anthony Burgess. La posición extrema de Nabokov en la traducción de Eugenio Onieguin con su literalidad irresuelta fue la causa de semejante polarización en las ideas sobre la traducción. Nabokov había traducido fragmentariamente, desde los años treinta, a varios poetas rusos del siglo XIX y, en 1944, publicó Tres poetas rusos, sus versiones de Pushkin, Lérmontov y Tiútchev. Del segundo tradujo también su novela en verso Un héroe de nuestro tiempo. Muchos años después, cuando ya era un escritor reconocido mundialmente tras el éxito de Lolita, propuso a la editorial McGraw-Hill, en 1973, una antología de la poesía rusa en inglés planeada para ser publicada en 1978, pero el escritor murió un año antes y el proyecto quedó trunco, aunque muy avanzado. Su mujer, Vera, tiempo después, quiso compilar el volumen, pero por diversas razones no encontró el tiempo ni la forma de hacerlo, de tal manera que la antología quedó traspapelada y olvidada por cerca de tres décadas en los archivos del escritor. No fue sino hasta el 2008 que la antología vio por fin la luz en la editorial Harcourt, Inc., Nueva York, con el título Verses and versions. Three centuries of russian poetry, bajo la edición e investigación detectivesca de los especialistas en la obra de Nabokov: Brian Boyd y Stanislav Shvabrin. Verses and versions contiene la antología que Nabokov propuso a McGraw-Hill y un poco más. Incluye las discusiones del escritor ruso-americano sobre el arte de

la traducción, el famoso poema Traduciendo Eugenio Onieguin en el que Nabokov pregunta y responde: “¿Qué es la traducción? Sobre una bandeja/ la airada y pálida cabeza de un poeta,/ el parloteo de un loro, el chillido de un mono,/ de los muertos la profanación” (versión de Javier Marías, 1999) y sus transcripciones de un poema de Mándelstam y otro del poeta cantor Bulat Okudzhava (un autor popular, insumiso y rebelde, que con sus versos, canciones y novelas tocó el sentir de la gente en los años sesentas y setentas del siglo pasado), que inicialmente no había contemplado para su antología. Verses and versions reúne por primera vez en un volumen de más de 400 páginas sus versiones inglesas de 18 poetas rusos, un conjunto destacado que abarcan del siglo XVII al XX. Los poemas son presentados con sus originales rusos y acompañados de sucintos e ingeniosos retratos de los poetas incluidos, donde no falta la nota aguda, intensa y profunda sobre el espíritu de la obra de cada autor, así como de los procesos y placeres de la traducción. Se establece además la cadena de influencias, enriquecimientos y apropiaciones que se dio entre estos poetas, como la aparición de Mijaíl Lomonósov considerado como uno de los primeros forjadores de la lengua literaria rusa hacia mediados del siglo XVIII. Con sus comentarios penetrantes sobre estos autores Nabókov conforma una especie de cartografía que describe con justa medida las características, las semejanzas y las diferencias de los poetas fundadores de la poesía moderna de su país. Al hablar de Lomonósov sostiene que sus versos tienen poco mérito poético, pero preparan el advenimiento de Derzhavin, quien fue el primer poeta verdadero en Rusia. La regularidad métrica del tetrámetro yámbico lomonosoviano ya anunciaba todas las modulaciones que después


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llevarían a la perfección poetas como Batiúshkov, Zhukovski y Pushkin. Nabokov considera que Derzhavin realizó experimentos interesantes en cuanto al metro y la asonancia, técnicas que no interesaron a la siguiente generación, los poetas yambófilos del tiempo de Pushkin. Derzhavin influyó más en Tiútchev que en Pushkin, cuya dicción llegó temprano. Siempre siguiendo a Nabokov, asegura que Batiúshkov y Zhukovski fueron los predecesores de Pushkin y sus más queridos maestros. Armonía y precisión fueron las virtudes literarias que Pushkin aprendió de ambos, aunque sus versos juveniles eran más vívidos y vigorosos que los de sus maestros. Después Pushkin hizo una crítica de Batiúshkov, e incluso escribió algunas notas interesantes al margen de sus Ensayos en verso y en prosa; sin embargo, en Eugenio Onieguin todavía hay ecos de algunas cosas de Batiúshkov, algunas nuevas fluencias, ciertas predilecciones del idioma y varias características de su estilo. Para Nabokov (y esto ya es un lugar común en Rusia), Pushkin alcanzó una exactitud de expresión y una melodía del tono como nunca antes se había visto en la literatura rusa. Su escritura combinaba todos los elementos contemporáneos de su lengua con todo lo que él había aprendido de Derzhavin, Zhukovski, Batiúshkov, Karamzín y Krilov. Pushkin hizo una ensalada de los tres estilos famosos y apreciados por los pseudoclásicos arcaicos, y le agregó ingredientes propios del romanticismo ruso con una pizca de parodia. Por su parte, Evgeni Baratinski, un estricto contemporáneo de Pushkin, fue un poeta —según Nabokov— que tuvo cosas difíciles y profundas para decir, pero nunca logró decirlas serenamente. Pushkin le brindó su atención con gran aprecio: la tonalidad entre ellos es única en los anales de las grandes simpatías literarias de los poetas. Baratinski fue un gran intelectual, un poeta víctima del intelecto, del conocimiento analítico. Su filosofía pesimista y su carácter melancólico lo llevaron a producir poemas de una extraordinaria oscuridad majestuosa. Entre los seres humanos, los poetas son los mejores exponentes del arte de la decepción. Dice el novelista que poetas como Coleridge, Baudelaire y Mijaíl Lérmontov (legendario autor muerto a los 26 años) han sido particularmente buenos en la creación de un medio fluido e iridiscente en el que se revelan los sueños de los que realmente consiste ese arte del desencanto. No hay como los poetas, esa suerte de espeleólogos descreídos, para recrearse en los hallazgos más recónditos de nuestra condición. Así como una sección geológica puede dejar al descubierto las huellas de un enorme animal cretácico y un helecho fósil puede ser testimonio de un tejido inverosímil en su propia gestación, las incursiones de los verdaderos poetas nos pueden revelar aristas fabulosas de las cosas y los seres del mundo. Cronistas y viajeros han contado que los desechos misteriosos de los espejismos de Asia Central son a veces tan brillantes que los árboles reales se ven reflejados en el destello impostor de esos mismos espejismos. Algo del efecto de estos reflejos diversos, en el parecer de Nabokov, es característico de la poesía de Lérmontov, especialmente de su más fantasmagórico poema que el autor de Lolita incluye en esta antología y que según él podría llevar el título generoso y excesivo de “Un sueño en un sueño de un sueño en un sueño”. Para

En Verses and versions son tan aguzados y chispeantes los comentarios sobre los poetas antologados, como intensos y poderosos los poemas escogidos

ser un buen visionario uno debe ser un buen observador. Lérmontov es esencialmente un viajero europeo, que admira tierras lejanas, como lo han sido todos los poetas rusos, aunque nunca hayan dejado su suelo natal. En Verses and versions son tan aguzados y chispeantes los comentarios sobre los poetas antologados, como intensos y poderosos los poemas escogidos. De Afanasi Fet, el Gustavo Adolfo Bécquer de la poesía rusa, partidario también de la “poesía pura”, Nabokov afirma que fue como el espíritu del aire, “una nube tenue, una mariposa que abanica sus alas”. A Nikolái Nekrásov, editor de dos de las más influyentes revistas de su tiempo: El Contemporáneo (1847) y Anales de la patria (1866) y autor de una poesía intimista, cívica y de denuncia social, lo califica como un poeta famoso que con éxito superó, en unos cuantos grandes poemas “al periodista que había en él, que escribió tintineos sobre la actualidad”. A Alexander Blok siempre lo consideró un pico de la poesía rusa, hasta el punto de afirmar que entre los principales poetas rusos “los mayores maestros de la forma fueron, en el siglo XIX, Pushkin y Tiútchev y, en el XX, Blok y Jodasevich”. Sobre este último escribió en 1951, de manera caprichosa y desmesurada, que la primera mitad del siglo XX no había producido un poeta ruso que superara a Vladislav Jodasevich, un “hombre mordaz, forjado de ironías y con un genio metálico, cuya poesía era una maravilla tan compleja como la de Tiútchev o Blok”. Todo esto no deja de sonar hilarante y divertido al saber que frente a los deslumbrantes poetas del siglo de plata en las tres

El escritor Vladimir Nabokov.

primeras décadas del siglo pasado, Jodasevich no era más que un destacado poeta menor, afecto —como decía Mándelstam— al diletantismo poético, al álbum familiar, al mensaje amistoso en verso, al epigrama consuetudinario. Pero qué digo, todo esto no es más que una tontería. No hay que creer en eso de poetas mayores y poetas menores. Son barullos de críticos extraviados y, a veces, de poetas descocados. En lo que hay que creer es en la poesía. Sobre Mándelstam, el prosista Nabokov, emitió un juicio realmente injusto que después no se sostuvo con el tiempo. Escribió que aunque lo conocía de memoria, le dio un placer menos ferviente que la lectura de Blok y sostuvo que “a través del prisma del destino trágico de Mándelstam, su poesía parece mayor de lo que realmente es”. A veces las traducciones de poesía de Nabokov en esta antología pueden ser exactas, poco poéticas; lo contrario también sucede: muy poéticas y poco exactas. Antes de 1950 sus traducciones tendían a no respetar la rima debido a su radical y provocadora concepción de la traducción literal, un método de transliteración que él ideó y que solía aplicar. Sólo después de los años cincuenta llegó a formular nuevos principios que lo condujeron a un nuevo estilo, más fresco, en la traducción de poesía. Tal vez por estas razones el especialista en Nabokov y editor de Verses and versions, Briand Boyd, considera que esta antología no pretende ser una colección de traducciones perfectas o cercanas a la perfección. Algunos de los poemas de Pushkin, Lérmontov, Tiutchev, Fet, y quizá especialmente de Jodasevich, ante las necesidades docentes que el escritor experimentaba hacia sus estudiantes, lo condujeron a la fidelidad total de sentido a costa del estilo. Los intentos de Nabokov de traducir un poema en particular, con o sin rima, muestran la magnitud escarpada de la tarea, la imposibilidad de la perfección, la posibilidad sólo de ofrecer un mejor acceso al original, sin alcanzar nunca su correspondencia absoluta. “Las traducciones se descoloran mucho más rápidamente que los originales, y cada vez que releo mi versiones tiendo a retocarlas aquí y allá” escribió Nabokov en alguna de sus notas. Un ejemplo paradigmático de esta obsesión lo puede ilustrar el pequeño y elegante poema de Pushkin “Ya vas liuvil” (“I loved you”, “Yo a usted la amé”) del que Nabokov realizó sucesivos intentos al inglés en el curso de veinte años, de 1929 a 1949 y que aquí transcribimos a los lectores, tanto en el original, como en dos versiones de Nabokov y nuestra traducción al español (ver al final de este artículo). En las dos versiones de Nabokov al inglés se advierte de inmediato que no sólo tendía a “retocarlas aquí y allá”, sino que cada vez emprendía el intento con resultados totalmente distintos: unas veces le podían resultar exactas, pero poco poéticas, y otras veces podían ser muy poéticas, pero un tanto imprecisas. Sin embargo, todo parece indicar, que la versión de 1949 le resultó lo suficientemente fiel e inspirada, pero ustedes dirán. Todas estas circunstancias sugieren que las versiones de Nabokov en este volumen, son un dechado de los problemas, las complejidades y posibilidades de la traducción de poesía, como queda demostrado por alguien que escribió y tradujo en tres lenguas por cerca de sesenta años. En la portada de Verses and versions los editores agregan que se trata de tres siglos de poesía rusa, seleccionada y tra-


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ducida por el novelista, lo que no pasa de ser un gancho mercadotécnico para seducir incautos. La verdad es que la mayor parte de los 18 poetas incluidos pertenece al siglo XIX, sólo uno escribió su obra en el siglo XVIII (Lomonósov) y cuatro poetas en el veinte (Blok, Jodasevich, Mándelstam y Okudzhava). Pero la poesía rusa de esos tres siglos es un mar inabarcable. La memorable antología de Evgueni Evtushenko Las estrofas del siglo (Strofi veka, 1995) incluye a más de 850 poetas reconocidos solamente del siglo veinte. La importancia de la antología de Nabokov estriba en otra cosa, no tanto en el panorama, sino en las afinidades poéticas que fue tejiendo a través de los años, las obras de los poetas que siempre estuvieron presentes en sus predilecciones, cercanos a su sensibilidad y a sus búsquedas estéticas, poetas que amó sin tregua y sin descanso, que leyó y releyó con pasión hasta hacerlos suyos, parte esencial de su cotidianidad, sus hermanos en la vida. Sólo así se puede traducir su poesía y de pronto, quizás, lograr algún acierto.

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CREACIÓN

Palomas Emilio Martínez Frausto Una parvada de palomas se llevará todo tu dolor. Un aleteo como de rosas, Como de día nublado, Saldrá de tu corazón y perderás el Equilibro. Verás centenares de plumas brillar ante tus ojos, Y un ave solitaria volará sobre ti un día entero, Que te parecerá una vida entera. Su perfil blanco recortado en el cielo negro

Ya vas liuvil

Te señalará el camino a seguir. Caminarás llorando hasta sentir que se abre el suelo bajo tus pies, Escucharás una risa proveniente de ningún lado Y entonces, tan de pronto, Una parvada de palomas se llevará todo tu dolor.

Alexander

Pushkin,

1829

I loved you I worshipped you. My love’s reluctant ember is in my heart still glimmering, may be, but let it not break on your peace; remember, I should not want to have you sad through me. I worshipped you in silent hopeless fashion, Shy was my love, jealous, but always true; I worshipped you with such a tender passion as I should want al men to worship you. Versión de Vladimir Nabokov, marzo de 1929

I loved you I you loved: love yet, maybe, In soul mine has gone out not quite; But let it you more not trouble; I not wish to sadden you with anything. I you loved mutely, hopelessly, Now by shyness, now by jealousy oppressed; I you loved so sincerely, so tenderly, As give you God to be loved by another. Versión de Vladimir Nabokov, 1949

Yo a usted la amé Yo a usted la amé: el amor todavía, puede ser, En mi alma no se ha extinguido del todo; Pero ojalá ese amor ya no la inquiete, Yo no quiero con nada entristecerla. Yo a usted la amé en silencio, sin esperanza, Por temores y celos afligido; Yo a usted la amé tan limpia y tiernamente, Como Dios quiera otro pueda amarla así. Versión de JBG


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CREACIÓN

Poemas Luis Oseguera Pedraza Escena 4, Mueren los humanos (primera secuencia: su sangre se esparce por el mundo) Vasijas de carne llamadas cuerpos, repletos de intestinos y tripas, habitan el mundo. Se desparraman por la calle. Mendigan nuevos rostros hechos de pieles ajenas, rentan la melodía de su voz. Traen los labios automatizados con “buenos días”, “buenas noches”, y “que te vaya bien”. Lanzo un moneda al aire: ¿es que acaso nadie vive su vida? Déjame serte honesto, actúo diario para no sufrir. Siempre traigo un antifaz caleidoscopio y ántrax en las manos para el “hola ¿qué tal?” Soy una maquina simuladora de sonrisas que jala el pellejo de las mejillas para mostrar el colmillo; Soy un viejo maniquí demasiado real, demasiado falso y en verdad aterrador. Porque si nos vemos de cerca, muy cerca, somos horrendos. ¿Quién nos asegura que esto no es una película y que el miedo no forja toda la vida? Esa vida, la vida, película de terror con sus escenas repetidas tropezamos con la misma piedra, abrimos la caja de pandora, liberamos al demonio, mordemos la manzana; un hechizo ignoto nos hace bajar al sótano y encerrarnos con el asesino. Nos alejamos del grupo para buscar hombres lobo y fantasmas, permanecemos ateos aun ante las puertas que se azotan solas, aun cuando Lázaro se levanta a bailar, aun frente a las brujas que bailan desnudas en la hoguera; Nacemos atrapados en un tren con fecha de arribo. Enfrentémoslo, está escrito y nos lo advirtieron. 6 Cuidado, no entres allí. 6 Cuidado, es una trampa. Creemos que el psicópata está muerto, que nuestras madres desearon tenernos, que la máscara no oculta un monstruo, que la vida difiere de los discos, de los VHS, de las películas, que esa gente, la de la pantalla, sobre-actúa, sobre-vive, que se puede ser buen actor. Pero queda como pregunta. *

Supermercado

nocturno

Tengo el vicio de pagar todas mis cuentas a tiempo, jamás me han encarcelado, llego puntual a todas mis citas, siempre paso inadvertido. Mi memoria es un supermercado, todos mis recuerdos tienen precio y número de serie. Por las noches recorro mis memorias con un carrito de súper : Pasillo 8 Infancia solitaria, múltiples traumas, primer amor Pasillo 12 El rostro cada vez más lejano de papá, los regaños de mi abuelo, clases de ajedrez pasillo 4 Primera casa, la segunda boda de mamá, la playa Volteo a la derecha, mi dolor está en oferta, el dolor que sentí cuando me quemaron las encías, los 4 años de ortodoncia, unos niños de la primaria que dicen que ya no son mis amigos. En la estantería de la izquierda están mis vergüenzas, las venden por kilo, vomite muchas veces y en muchos lugares, mi mamá me encontró masturbándome varias veces y los niños se burlaban de mi cuando me bañaba. “Se solicita la presencia del señor gerente Bobo-Yupie, el dueño está borracho, otra vez, y quiere quemar el lugar”. Luis Oseguera Pedraza nació en Morelia, Michoacán, en 1995. Es estudiante de la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas de la UMSNH. No tiene miedo a referirse a él mismo en tercera persona. Ha sido publicado en la revista electrónica Factum.


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El arte de tener colmillo ENSAYO :: Los vampiros, creaturas presentes en muchas culturas antiguas y popularizadas por la literatura del siglo XIX, siguen de moda gracias al séptimo arte. En el género vampiresco, desde Nosferatu hasta los recientes Déjame entrar y Sólo los amantes sobreviven, siempre hay sangre nueva. POR SYLVAIN PROVILLARD sprovillard@hotmail.com En el caso del vampiro que nos ocupa, todas las fuerzas ocultas de la naturaleza, profundas y poderosas, deben haberse unido de alguna forma monstruosa. Bram Stoker

H

asta hace poco los vampiros no me parecían personajes relevantes, aunque nunca llegaron al nivel de indiferencia que me provocan los zombis, los hombres lobos y, casi siempre, los superhéroes de Marvel. Consideraba la parafernalia de los vampiros como caricaturesca: piel y colmillos blancos, capas y ojos negros nunca me han atraído ni siquiera estéticamente. Lo más absurdo sobre la mitología vampiresca son las formas con las cuales uno puede deshacerse de un vampiro belicoso: de entre todas sus alergias, puedo entender la heliofobia de estas creaturas de la noche, pero su miedo al agua bendita y al ajo me resulta risible. Evidentemente tuve que demoler mis prejuicios y replantear mi opinión al descubrir obras originales que me revelaron facetas inesperadas de los chupasangre. No hablo de las películas romántico-vampirescas para adolescentes, como la saga de Crepúsculo, que seguiré sin ver al menos que un cinéfilo respetable me ordene hacerlo. Tampoco quedé atrapado por Entrevista con el vampiro, aunque pertenezco a la generación que fue adolescente en los noventa: recuerdo que todas mis compañeras de la secundaria hubieran entregado cuerpo, alma y sangre a los greñudos y colmilludos Antonio Banderas, Brad Pitt y Tom Cruise (son generalmente las mismas que se volvieron fans, algunos años después, de la serie Buffy la cazavampiros). Mi reconciliación con estos monstruos sedientos de sangre empezó el año pasado con una película de la cual ignoraba el contenido vampiresco. La sinopsis que leí iba más o menos así: “Un músico deprimido se reúne con su amante. Aunque su romance ha perdurado por mucho tiempo, ahora se verá interrumpido por la llegada de la incontrolable hermana menor”. La obra es de Jim Jarmusch (Dead man, Ghost dog), uno de mis directores predilectos, así que me dirigí hacia la sala oscura con total confianza. El “mucho tiempo” al cual se refería el resumen de la película era en realidad varios siglos: Sólo los amantes sobreviven es la historia de dos vampiros, un hombre (Tom Hiddleston) que vive en Detroit y dedica su tiempo a componer música, y una mujer (Tilda Swinton) que reside en Tánger en una casa repleta de libros. Su melancólica y pesimista visión del mundo tiene sus raíces en dos cosas: la imposibilidad que tienen los humanos (que ellos irónicamente llaman zombis) a evolucionar y la rarefacción de sangre de buena calidad, necesaria para su sobrevivencia. Estos vampiros cultos y civilizados no matan: prefieren sobornar a empleados de hospitales para que les provean de bolsas de sangre O negativa. Creo que esta obra me hechizó particularmente porque no la percibí como una película de vampiros sino como un drama existencial, una historia de amor a distancia y una sombría reflexión sobre la humanidad condenada. Lo que hacemos en las sombras (2014) fue

Arriba de estas líneas, Tilda Swinton y Tom Hiddleston en Sólo los amantes sobreviven. A la derecha, el clásico Nosferatu de F.W Murnau, y abajo, una escena de Lo que hacemos en las sombras.

otra de las obras con las cuales, a mi juicio, se reivindicaron los vampiros. Este (obviamente falso) documental sobre cuatro vampiros que comparten una casa en Nueva Zelanda está grabado como si se tratara de un reality show al estilo Big Brother. Codirigido y actuado por Jemaine Clement, miembro del dueto cómicomusical Flight of the conchords, es de las comedias más divertidas que he visto en mucho tiempo: la risa también puede ser una forma de reconciliarse con los vampiros.

¿Un género inmortal? Los vampiros siempre han habitado la pantalla grande pero han existido épocas de más o menos auge. Desde hace veinte años están en todas partes y en todo tipo de películas y series. ¿Será algo milenarista o simple cuestión de moda? ¿Tendrá que ver con la época desencantada que atravesamos y el ambiente pesimista? Más allá de un género vampiresco propio, la figura del brucolaco ha invadido casi todos los géneros, tanto en el cine de arte como en el cine comercial: romance (Thirst de Park Chan-Wook), drama (Déjame entrar), comedia (Sombras tenebrosas de Tim Burton, adaptada de la serie de los años 60), cienciaficción (La hermandad), parodia (El baile de los vampiros de Roman Polanski), serie B (Del crepúsculo al amanecer de Robert Rodríguez), caricaturas (Vampiros en La Habana), animación para niños (Hotel Transylvania), documentales (Secretos de vampiro), y hasta filmes eróticos (Spermula). El crítico de cine Olivier Père explica la estrecha relación entre el séptimo arte y los chupasangre de la siguiente forma: “La historia del cinematógrafo y del vampirismo son indisociables, a tal punto que se confunden. Cada vez, a la manera de su creatura, el género muere y renace, sin duda destinado a la vida

eterna. El vampiro, desde sus raíces mitológicas hasta su despegue romántico a partir de la publicación de la novela Drácula, es quizá el personaje que más ha inspirado el cine”. De hecho, el cine y el conde de Transilvania nacieron casi al mismo tiempo: el libro de Bram Stoker se público en 1897, dos años después de la invención del cinematógrafo. Sin embargo, un año antes ya se había rodado la primera película de vampiros de la historia, un cortometraje de tres minutos de Georges Méliès llamado La mansión del diablo, en el cual un murciélago gigante llega a un castillo y se transforma en Mefistófeles. Desde entonces se han producido centenares de filmes inspirados por el más célebre de todos los vampiros, desde Drakula, una película rusa de 1920, hasta la versión de Francis Ford Coppola con Gary Oldman, sin olvidar las adaptaciones más famosas, con Bela Lugosi en 1931 y con Christopher Lee en 1958.

Nosferatu, Vampyr y Drácula codifican el género La primera obra maestra que presenta a un vampiro fue una adaptación no oficial de la novela de Stoker. Nosferatu de F.W Murnau está evidentemente inspirada en ella pero, como el director alemán no pudo obtener los derechos, tuvo que agregar elementos para crear una obra maestra del cine expresionista y una de las primeras películas de terror. Este clásico fue objeto de un remake de Werner Herzog en 1979 con el controvertido Klaus Kinski, actor conocido por su tiranía y sus violentas crisis durante el rodaje, en el papel principal. También el actor de la cinta original, Max Schreck (miedo en alemán), está rodeado por una leyenda retratada en la película La sombra del vampiro, con Willem Dafoe y John Malkovich: según ésta, Murnau


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había contratado a un verdadero vampiro como protagonista, prometiéndole el cuello de la estrella de la película si lograba controlar sus instintos durante el rodaje. Vampyr (1932) de Carl Theodor Dreyer fue la segunda obra mayor del género vampiresco. Inspirándose en los relatos góticos del autor irlandés Sheridan LeFanu, el director danés utilizó el personaje pagano del vampiro para desarrollar temáticas cristianas, como la resurrección, la salvación y la sempiterna lucha entre el bien y el mal. Drácula (1931) de Tod Browning se deshizo de los elementos grotescos de las películas anteriores para imponer la imagen de un vampiro más seductor que monstruoso, incluso agregó una carga sexual al personaje de manera implícita, ya que todo lo interesante ocurre bajo la capa negra.

El vampiro como espejo del humano El elemento erótico es algo que ha perdurado en las películas de vampiros: muchas de ellas tienen un subtexto sexual que puede ser ambiguo o claramente explicito, como en Trouble every day de Claire Denis, en la cual sexo y violencia sangrienta están íntimamente vinculados. Esta característica de los vampiros ha p e r m i t i d o humanizarlos un poco más, como si fueran una metáfora del hombre predador y la mujer presa. La cinta sueca Déjame entrar (2008) narra el romance entre un preadolescente de 12 años y una niña vampira. Esta obra de Tomas Alfredson rechaza el ambiente del terror para hundirnos en un mundo de realismo fantástico, explorando el oscuro mundo de la niñez y evocando sutilmente el tema de la pedofilia. Además de explorar el lado oscuro del alma humana, la figura del vampiro permite investigar cómo los humanos tratan a los que son diferentes: por ejemplo, las ocho temporadas de la serie True Blood (Sangre verdadera), producida por HBO y Alan Ball (el creador de Six feet under) narran cómo los habitantes de un pueblo conservador de Luisiana tienen que convivir con vampiros que salen a la luz pública. La otredad es también uno de los temas desarrollados en películas que se volvieron de culto como Cuando cae la oscuridad y Los muchachos perdidos, ambas del año 1987. Otra gran problemática humana que logran abordar las obras de vampiros es la del envejecimiento y de la posible inmortalidad, visto como una fortuna o como una maldición, como en el caso del personaje de Sólo los amantes sobreviven, quien tiene pulsiones suicidas (guarda bajo su almohada una pistola cargada con una afilada bala de madera). En estos tiempos criogénicos en los cuales los humanos buscan formas de cambiar el curso de la naturaleza, los vampiros son un perfecto espejo de lo que podría significar la inmortalidad. Mientras tanto, parece que los vampiros siempre tendrán vida eterna, por lo menos en las fantasías humanas.

Gustosa-mente A LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSAS

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n estos días en que el frío arrecia comienzan a dar ganas de interiorizar en nuestra existencia y de abrigarnos en nuestros juegos mentales. Por supuesto, se antoja un chocolate. Y así como con las fiestas decembrinas, algunas luces se encienden en nuestro cerebro con esta sustancia activa: oscura, espesa, tibia y reconfortante. Ya había escrito del chocolate en este espacio. Lo bueno de la comida, es que es tema continuo, tanto, que cada alimento o guiso es firmamento por explorar. En esta ocasión, el cosmos chocolatero se me presenta tan vasto que me da la oportunidad de referirme, únicamente, a la forma en que consiente a nuestro cerebro. El nombre chocolate viene del náhuatl xocoatl y significa agua amarga. Con esa denominación comprenderán que no es fácil tomarlo a la ligera y, menos comerlo con azúcar; de plano, arruinaría su esencia fuliginosa y profunda. En principio, debo aclarar algo: existen investigaciones variopintas que refieren la característica adictiva del chocolate. La comparan con drogas como el opio y la morfina. Y, aunque no soy docto, distingo cuando dichas pesquisas se refieren al chocolate acaramelado. Así que eso de que ciertas ratas de laboratorio se drogan con chocolate, debido a su contendido de encefalina, efectivamente, son dulces certezas de la ciencia, pero no refieren a mi objeto de culto: el chocolate amargo. Lo que parece maravilloso, hablando de la prieta pasta de cacao, es que provoque un oleaje sensual en nuestra membrana pensativa, pero no precisamente por la encefalina, sino por otras estupendas sustancias, por ejemplo: la feniletilamina, la misma que produce el cerebro cuando está enamorado. -No me digan que no han experimentado esa euforia al estilo de “Don´t stop me now”, de Queen. Otro portento es el triptófano, elemento que favorece la liberación de serotonina, la que mejora nuestro estado de ánimo y sirve para reducir síntomas leves de angustia; por

si fuera poco, activa a las endorfinas, esas amigas que nos dan la sensación de placer. Por su parte, la teobromina y la cafeína son estimulantes del sistema nervioso. Su consumo, ayuda a prevenir enfermedades de tipo degenerativo cerebral, y puede menguar el deterioro mental de las personas mayores de 50 años. La combinación de la feniletilamina y la teobromina, socorren el equilibrio de las hormonas femeninas antes y durante el periodo menstrual –Ya caigo a cuenta, en eso de regalar chocolates, cuando una mujer se manifiesta indispuesta. Los flavonoides, pigmentos antioxidantes del cacao, fortalecen el funcionamiento cerebral y aumentan el rendimiento intelectual, máxime si se acopian con las susodichas: cafeína y teobromina. Ingerir chocolate amargo es tan efectivo como tomar aspirinas. Reduce la coagulación. Así es que mejora la circulación sanguínea cerebral. Gracias a su provisión de anandamida, sentimos relajación y sensación de bienestar; por ende, el cerebro libera aun más endorfinas. El efecto pasa del cerebro al cuerpo, y viceversa, en un cadencioso vaivén de placer. En todo caso, el cacao suaviza a nuestro cerebro. De esta forma, la eficaz comunicación de impulsos electromagnéticos entre nuestras neuronas (la llamada sinapsis) se realizará plácidamente, lo que no sólo estimula la imaginación también nos pone tan campantes que somos capaces de saborear una más atenta y cordial existencia.

LA NOTA, LA RECETA, EL REMEDIO El sabor amargo del chocolate es un indicador de su franca presencia. Un chocolate es negro o acre cuando contiene más del 70% de pasta de cacao. Sí ya conseguiste un buen chocolate, te recomiendo un consumo de 20 gramos al día, cantidad que aporta cerca de 100 calorías -nada de que apurarse-. Se trata de una ración óptima para aprovechar al máximo las bondades terapéuticas de ese negro jubiloso.


8 | LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN

SÁBADO 12 DE NOVIEMBRE DE 2016

Crisis CARTAS APÓCRIFAS :: POR ESTEBAN MARTÍNEZ

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tribulados vivientes: es natural que estén alarmados, con los pelos erizados, sudando frío e incluso temblando de miedo, pues están viviendo o, mejor dicho, sufriendo un momento crítico en sus existencias, ya que en todos los rincones de esa aldea mundial en que ha convertido la globalidad al planeta Tierra, su tan amada, tan deseada y hasta exigida democracia está inmersa en una profunda crisis… crisis que los tiene con el ánimo en suspenso por caminar en la cuerda floja, tendida sobre el abismo de la duda, del no saber si la democracia seguirá siendo como la concibe e interpreta la globalidad en que viven… o bien si cambiará… si están asistiendo a su agonía… o ya a sus funerales. Desilusionados y angustiados vivientes, por si les sirve de consuelo, su servidor les informa que esa situación no es nueva en la humanidad; que en larga estancia sobre la Tierra ha visto compactas multitudes sufrir y caer en la confusión por haber perdido la fe en pensamientos, en ideales, filosofías, ideologías –pónganle la etiqueta que más les guste– que eran brújula y faro para las conductas individuales y sociales de la criatura humana en diversos tiempos y lugares, como ocurrió con el cristianismo, el comunismo y, en la actualidad, con la democracia, por contar solamente los más señalados y conocidos, hijos los tres, por cierto, del llamado Mundo Occidental… que es el que fundamentalmente ha vertebrado, administra e incluso va imponiendo la globalidad en la que se mueven y los mueven. Asimismo, su servidor ha sido testigo de cómo los administradores de esas ideologías, hegemónicas, cuando pierden fuerza o cuando agonizan, siguen defendiéndolas y hasta justificando pretextos… a veces peregrinos. Veamos, aunque sea de manera sumaria, lo que sucedió con el cristianismo, ejemplo que ilustra este proceso. Como no ignoran, acongojados lectores de la presente, el cristianismo fue, por más de

mil años, la idea y el ideal hegemónico que estructuró y orientó la mentalidad del Mundo Occidental… que comenzó por ser la religión de los pobres, de las masas de los oprimidos, debido a lo que les ofrecía la igualdad, pues todos eran hijos de Dios, que a todos amaba por igual, por ser iguales ante sus ojos, por lo que fue cruel y brutalmente perseguido por el poder del momento… que era esclavista… pero el cristianismo, después de ser reconocido como religión del estado y adquirir con ello poder, se convirtió en aliado de ese poder que lo había perseguido, que, insisto, era esclavista y comenzó a predicar que había que obedecer a los poderes instituidos de los que mandaban, entre ellos el de él, el del cristianismo, pues, como todo, el poder venía de Dios, y el no obedecerlos era causa de castigo en el otro y en este mundo… y más tarde, cuando desapareció el poder del Imperio romano, se consideró, como representante del ser supremo, el legítimo heredero del poder, por lo que procuró y luchó con todos sus medios, que no eran pocos, por conquistar la hegemonía del poder, lo que consiguió de manera casi indiscutible por espacio de mil años. Cuando los progresos de la ciencia fueron poniendo en duda algunos de sus dogmas, persiguió, torturó, encarceló e incluso ejecutó a los individuos que tal cosa hicieron… justificando dichos hechos por la necesidad del momento de preservar la unidad de la fe… Y cuando fue perdiendo parte de su poder hegemónico que le permitió cometer tan contrarios actos a su ley de amor hacia todos, los disculpó insistiendo en la necesidad del tiempo ya aludida y con otros pretextos parecidos, e incluso llegó a afirmar, por medio de connotados individuos de su grey, que la culpa de esas acciones tan opuestas al cristianismo eran producto de que el cristiano no ha vivido nunca plenamente según los exigentes mandatos de la ley de Cristo. Lo que ocurrió con el cristianismo sucede con el comunismo. Las tropelías que cometió

con poder: limitaciones a la libertad de crítica, “purgas”, campos de trabajo forzado para los disidentes, “culto de la personalidad”, etcétera, aclaran el porqué del fracaso y caída del llamado “comunismo real”, y no faltan voces que opinan que el comunismo fue traicionado por los que ejercieron el poder del mismo, esto es, que no fueron fieles a sus principios fundamentales, como ser un medio de producción para el uso en vez del lucro, defensor del obrero y del desheredado, de que el Estado está para servir al humano y no el humano para servir al Estado. Con años y años de existencia y de ser reconocida y aclamada como el mejor de los gobiernos posibles, la democracia, reina en la globalidad, también tiene quien la cuestione; los que la consideran “una democracia de mercado” que, como tal, está convirtiendo todo en mercancía, incluso el trabajo, con lo que millones de seres que no tienen para vivir más que su trabajo, están sometidos a la fluctuante ley de la oferta y la demanda, que lleva al trabajador a la angustia de la poca estabilidad o duración del mismo, al mal pago del salario e incluso al desempleo, con lo que fomenta la pobreza social y profundiza la brecha existente entre ricos y pobres. Ante estas realidades, otros razonan que si eso sucede es porque hay individuos… e incluso pueblos… que no están maduros ni para ejercer ni para vivir en democracia, explicación que, según su servidor, igual que las que en el mismo sentido interpretaban las malas conductas del cristianismo y el “comunismo real”, no hacen más que justificar las ideologías y culpabilizar a la humana criatura. Ante estos hechos, atribulados lectores de la presente, el autor de la misma, por lo visto y comprobado en sus largos años sobre la Tierra, considera que ya va siendo hora de que los vivientes cambien de tonada y de violín. Esperando que por su bien así lo hagan. EL JUDÍO ERRANTE


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