Letras 14 de junio

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[ Letras ] DE CAMBIO

SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 14DEJUNIODE2014 |

Eduardo Sacheri Historias de amor detrás del futbol POR PORLUCIANO LUCIANOCAMPOS CAMPOSGARZA GARZA||PAG. PAG.22

Amagues El fútbol

La pasión JUANVILLORO|PAG.4

¿El opio de los pueblos?

Ikeriónida

EDUARDOGALEANO|PAG.3

ELENAMEDEL|PAG.5

Óscar Chávez: Por los caminos de la cumbia «Macondo» ROBERTOPONCE|PAG.6

En buena onda ALASAZÓNNETZAHUALCÓYOTLÁVALOS ROSAS |PAG. 7

Un plato que se sirve frío ELTERCEROJOSYLVAINPROVILLARD| PAG. 8


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Eduardo Sacheri Historias de amor detrás del futbol PORLUCIANOCAMPOSGARZA

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l futbol es sólo un pretexto que le sirve al escritor argentino Eduardo Sacheri para abordar temáticas más profundas e íntimas. No es un analista del juego. Más bien se considera un observador que enmarca en el balompié historias de amor, dolor, muerte, amistad, como lo muestra en su más reciente titulo La vida que pensamos. Cuentos de futbol. “El futbol, como deporte, se cuenta solo, pero a partir de esas historias uno se puede remontar a cosas más profundas que tienen que ver con cuestiones que no son del futbol, pero que situamos en él. Es un modo de tenerlo frente a nosotros mismos”, dice en entrevista. A lo largo de su trayectoria de más de 15 años, el bonaerense se ha ocupado de manera reiterativa de escribir sobre el balompié. Aunque no quiera. Jamás supuso que, cuando escribió La pregunta de sus ojos, en 2005, años después adaptaría la historia al cine y ganaría el Oscar 2010 como mejor película extranjera con el título El secreto de sus ojos. El director de la cinta, Juan José Campanella, encargó a Sacheri escribir el guión de su novela. El resultado fue un complejo thriller policiaco narrado en varios tiempos y en varias capas de ficción y realidad. La novela no tenía ni un solo pasaje futbolero. Pero Campanella, conociendo la afición de Sacheri por el esférico, le pidió que incluyera algo del juego en el libreto. De esta forma escribió uno de los más bellos planos secuencia que se han filmado en la historia del cine latinoamericano, justo en la escena que inicia desde la toma panorámica aérea del Estadio de Huracán, con una cámara que literalmente desciende (con truco digital) hasta el terreno de juego y luego a las tribunas, donde ocurre la acción. Ahora, con La vida que pensamos, regresa a sus obsesiones, dándole un enfoque plástico, creativo y reflexivo al juego del hombre para abordar otros temas. “Este libro lo presento como un trabajo de historias que utilizan al futbol como puerta de acceso a los temas más profundos del alma humana, que creo que es a lo que aspira cualquier literatura. Si quien lee estos cuentos se siente reflexionando sobre el amor, el dolor, la pérdida, la esperanza, el encuentro, la soledad, yo habré tenido éxito”, dice. A fin de cuentas, afirma, el que observa un partido de futbol se involucra en un proceso de ficción muy parecido al de quien lee un libro que le apasiona. “Cuando juega el equipo de uno, hay una suspensión de criterio de la realidad muy parecida a cuando leemos. Hay un salto hacia esa fantasía, y creemos que ese es el mundo y esa es la verdad. Pero salimos del partido y ponemos de nuevo los pies en la tierra”, dice.

El futbol en todo

El escritor argentino Eduardo Sacheri.

Este libro lo presento como un trabajo de historias que utilizan al futbol como puerta de acceso a los temas más profundos del alma humana. La vida que pensamos es un compendio de historias que, en un contexto futbolero, hablan de todo. En los relatos hay pelotas y porterías y casacas sudadas. Pero Sacheri, en realidad, de lo que quería hablar era de sus propias inquietudes. “Escribo de futbol porque me interesa siempre contar lo que me inquieta en un marco que es un mundo cercano al mío. El futbol ha estado presente y lo estará en mí, y también en la vida de la gente que me rodea. Siempre me ha gustado y al crear escenarios para mis personajes, al futbol lo considero útil, y escribir de ello se me da bien”, señala. Entre los temas favoritos de los escrito-

res están el amor y el desamor, dice. Pero él, en sus escritos, se deriva más hacia el balompié porque puede discurrir hacia emociones intensas y cuestiones existenciales profundas. Sacheri Álvarez, de 46 años, tiene su propia historia futbolera familiar que se deja entrever en algunos relatos. Su padre es hincha del Independiente de Avellaneda, locura que le contagió a él de niño y que él, a su vez, ha trasmitido a su hijo. “Y supongo que él lo hará con los suyos”, ríe. Inició de joven escribiendo cuento. La tradición argentina de los relatos breves es bárbara, y Jorge Luis Borges y Julio Cortázar son las mejores cartas de presentación del catálogo nacional. También ayudó su formación atípica. Él es un catedrático especializado en historia. No encaró, de inmediato, el reto de la novela, sino que se inclinó por otros textos de menor aliento y no siempre de futbol. Pero él siempre ha regresado a la pelota. Y La vida que pensamos es una colección de cuentos publicados en Argentina a partir de 1996 y hasta ahora. Entre ellos, uno de los más célebres es Esperándolo a Tito, publicado en el 2000, que relata la angustia de un equipo de barrio que, para un juego local contra rivales vecinos, anhela que se apersone a la hora decisiva un jugador profesional salido de esas calles y que prometió estar ahí, “como cuando todos eran pibes”. Aunque habla de terrenos de juego, botines y porterías, no es un especialista del deporte. Se considera tan analista como cualquier hincha que ha jugado a un nivel amateur. Su posición es la de medio de contención. “Soy más recuperador que artista del balón”, reconoce. Y parece que Eduardo no tenía escapatoria cuando decidió encarar su vocación


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literaria, pues estaba condenado a escribir de futbol. “La mayoría de los escritores solemos escuchar y ver mucho alrededor y, en lo que a mí corresponde, hay mucho futbol. Yo lo juego con mis amigos aun dos veces por semana, y sigo mi club. Cuando prendo el televisor es para ver cine y futbol, casi no miro otra cosa. Creo que esto se trata de imaginar historias vinculadas con ese mundo mío”, dice. Le pasó en la película El secreto de sus ojos, que le dio fama en el mundo. Antes, su círculo de lectores estaba mayormente concentrado en Argentina. Ahora, con la película, su obra ya se abrió a un público internacional y ha sido traducida a más de 20 idiomas. Y eso que en la novela nadie patea un balón. “La obra original no tiene una escena de futbol. La estructura de la novela iba por otro lado, pero como el director Campanella gusta mucho de mis cuentos de futbol, desde antes de que trabajáramos juntos en el guión me pidió que incluyéramos algo de ese mundo. Temáticamente fue su pedido y lo filmó maravillosamente”, explica. A los que ya han visto el filme les dice que tampoco aparece en el libro la peripecia de las cartas que conducen al encuentro del sospechoso en la gran escena del estadio. “En el libro detienen al sospechoso casi por accidente, por una riña callejera, pero Campanella me pidió que la detención fuese en un estadio y tuviera que ver con una pesquisa consciente y voluntaria de los protagonistas. Por eso las escenas del estadio. Y las otras, las que conducen ahí, las tuve que escribir ex profeso para la película”, revela. El drama fue ubicado en el estadio de Huracán porque la historia de la película se ubica en 1975 y se requería un inmueble que no hubiera cambiado mucho en los últimos 30 años y donde fuera posible una persecución.

Aficionado inocente Sacheri considera extraña la manera en que se juega futbol en México. Hasta él, desde su país, se ha percatado de la extraña relación que hay entre las empresas, las televisoras y la Federación Mexicana de Futbol (Femexfut). “Me sorprende la ligazón institucional que hay en México entre clubes y empre-

Amagues NARRATIVA ::POREDUARDOGALEANO

El fútbol

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a historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. En este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable. A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea niño por un rato, jugando como juega el niño con el globo y como juega el gato con el ovillo de lana: bailarín que danza con una pelota leve como el globo que se va al aire y el ovillo que rueda, jugando sin saber que juega, sin motivo y sin reloj y sin juez. El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía. Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad.

¿El opio de los pueblos? ¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que el tienen muchos intelectuales. En 1880, en Londres, Rudyard Kipling se burló del fútbol y de “las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan”. Un siglo después, en Buenos Aires, Jorge Luis Borges fue más que sutil: dictó una conferencias sobre le tema de la inmortalidad el mismo día, y a la mis-

ma hora, en la selección argentina estaba disputando su primer partido en el Mundial del ’78. El desprecio de muchos intelectuales conservadores se funda en la en la certeza de que la idolatría de la pelota es la superstición que el pueblo merece. Poseída por el fútbol, la plebe piensa con los pies, que es lo suyo, y en ese goce subalterno se realiza. El instinto animal se impone a la razón humana, la ignorancia aplasta a la Cultura, y así la chusma tiene lo que quiere. En cambio, muchos intelectuales de izquierda descalifican al fútbol porque castra a las masas y desvía su energía revolucionaria. Pan y circo, circo sin pan: hipnotizados por la pelota, que ejerce una perversa fascinación, los obreros atrofian su conciencia y se dejan llevar como un rebaño por sus enemigos de clase. Cuando el fútbol dejó de ser cosas de ingleses y de ricos, en el Río de la Plata nacieron los primeros clubes populares, organizados en los talleres de los ferrocarriles y en los astilleros de los puertos. En aquel entonces, algunos dirigentes anarquistas y socialistas denunciaron esta maquinación de la burguesía destinada a evitar la huelgas y enmascarar las contradicciones sociales. La difusión del fútbol en el mundo era el resultado de una maniobra imperialista para mantener en la edad infantil a los pueblos oprimidos. Sin embargo, el club Argentinos Juniors nació llamándose Mártires de Chicago, en homenaje a los obreros anarquistas ahorcados un primero de mayo, y fue un primero de mayo el día elegido para dar nacimiento al club Chacarita, bautizado en una biblioteca anarquista de Buenos Aires. En aquellos primeros años del siglo, no faltaron intelectuales de izquierda que celebraron al fútbol en lugar de repudiarlo como anestesia de la conciencia. Entre ellos, el marxista italiano Antonio Gramsci, que elogió “este reino de la lealtad humana ejercida al aire libre”. Textos publicados en El fútbol a sol y sombra, Catálogos Editora, Buenos Aires, 1995.


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sas. Y esto de que una empresa puede tener más de un equipo es muy llamativo. En el caso de Argentina, hay zonas muy oscuras y confusas en el futbol, pero creo que situaciones como las de acá nos costaría mucho aceptarlas”, aventura. No lo dice, pero se refería a Televisa que llegó a ser propietaria, en la primera división mexicana, simultáneamente del América, San Luis y Necaxa. Él sabe que las cuestiones inexplicables extracancha afean, deforman y demeritan al futbol. Por eso prefiere no ocuparse de ello. “Lo observo, claro, pero no lo narro. La parte más oscura y nefasta no suele ser parte de mis cuentos, no me interesa. El futbol del que me nutro suele ser anónimo, de barrio de clubes ignotos, de jugadores desconocidos, mucho más que de ese futbol rutilante, mediático, lleno de dinero y de intereses políticos. Ese nunca es materia de mis cuentos”, aclara. El futbol lo entusiasma sólo cuando lo vive desde la ingenuidad absoluta de ver a su equipo o a su selección. Por eso no escucha los programas de actualidad futbolera. Desdeña la chismografía y las noticias de jugadores que se desvelan o la plata que por grandes cantidades se mueve entre clubes. “Es un mundo que no me interesa y que tiene muy poco que ver con el deporte. Cuando juega Independiente, me olvido de todo mi espíritu crítico y me concentro”, señala. También considera que en el futbol el “único inocente” es el espectador porque, en la mayoría de las ocasiones, quiere más la camisa de su equipo que el jugador que la lleva puesta. “Seguro que el hincha es ingenuo. El futbol es profesional desde hace décadas y décadas y décadas. Pero de que ahora es un negocio más complejo, más turbio y más lleno de millones, coincido. Y hay dos lógicas diferentes: yo soy hincha de ese equipo y muchos jugadores que ahí están no son hinchas del equipo. Esto es desde que el futbol es profesional. “Sin duda hubo jugadores que querían mucho su camiseta, pero eso me parece que tiene que ver con una mirada nostálgica de quien mira, más que de la realidad. Puede haber, claro, algunos jugadores ahora que quieran a su club, pero sospecho que son menos que antes. Yo no comparto esa mirada romántica sobre el pasado”, sostiene. Hay condiciones dentro del juego que a él le incomodan más que la ingenuidad del aficionado. Se refiere a los seguidores que, en nombre de la pasión por un club, se violentan y luego agreden. “Para esas cosas creo que los hinchas sí debieran abrir los ojos. En cuanto a esto de pasarse dos horas cantando en un estadio, abrazándose con desconocidos y poniendo su vida en suspenso para ver cómo termina un partido, ante esa ingenuidad, no creo que haya nada malo. Si cuando terminando el juego vuelve a ser una persona normal y racional, no le veo problema. El juego es un momento festivo que es, casi, un regreso a la infancia de cada cual”, dice. Luego reflexiona sobre la condición de algunos aficionados que únicamente encuentra en el futbol su único escape lúdico en la vida. Las sociedades debieran preocuparse por crear condiciones para que el juego no fuera su única escapatoria, pues “también están los que ni siquiera tienen la ocasión de celebrar el futbol cuando su equipo pierde”, concluye con ironía.

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La pasión NARRATIVA ::PORJUANVILLORO

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as razones para ver un partido son tan variadas como el número de los hombres. Eso es lo que me interesa explorar desde la literatura. El fútbol refleja la sociedad en su conjunto y está sujeto a la comercialización más bárbara. Algunos lo ven como un pretexto para la violencia, otros se enajenan en él para esquivar su vida gris, otros, como Pasolini, son capaces de encontrar que hay un fútbol de prosa y otro de poesía. La verdad sea dicha, me apasiona más el fútbol que la literatura. La razón es muy sencilla: el fútbol es una diversión a la que regreso de tanto en tanto, una forma voluntaria de recuperar la infancia. En cambio, la literatura es un destino. Escribes porque no te queda de otra, por necesidad. El ejercicio de la literatura depara goces pero también frustraciones, angustias, en fin, la literatura es la vida, el fútbol, una suspensión de la costumbre. Los temas literarios mejoran si escapan a la realidad. Maradona ha sido el futbolista más colorido de todos los tiempos, pero su leyenda es demasiado abrumadora para dar lugar a una buena ficción. Hay otras figuras que se prestan para eso; pienso, por ejemplo, en Moacyr Barbosa, el portero de la selección brasileña en el Mundial del 50, que dejó ir una pelota decisiva en la final en Maracaná. Por su culpa Brasil perdió en su casa contra Uruguay. Lo más raro del asunto es que Barbosa creyó haber detenido el tiro y lo único que hizo fue deprimir a un país entero. Ahí hay literatura. Si de algo muere el fútbol va a ser de éxito. Es un negocio demasiado fuerte. Los fichajes estratosféricos han desquiciado la administración de los clubes. Lo grave es que se trata de una locura compartida. La contratación de Zidane o Beckham se amortiza en un 10% unos cuantos días después por las camisetas que se venden con sus nombres. Los fetichistas son los multitudinarios patrocinadores del juego. Se han perdido las canteras y los planes a largo plazo, pero a veces sucede que el precario Senegal supera a los astros de Francia en un Mundial. La globalización del fútbol ha convertido a los grandes equipos en empresas multinacionales. Los clubes grandes quieren hacer su pre-

temporada en Japón porque ahí ganan mucho. Beckham es, entre otras cosas, un futbolista para japoneses. Los mexicanos se identificaron con el Real Madrid en los tiempos de Hugo Sánchez y ahora se identifican con el Barça de Rafa Márquez. El fútbol siempre ha tenido una vocación cosmopolita, pero ahora se han perdido en exceso los estilos nacionales. Los equipos se parecen demasiado a los regimientos de “cascos azules” de la ONU. De “El fútbol, una suspensión de la costumbre”, publicado en la Revista Digital Universitaria [en línea]. 10 de junio 2005, Vol. 6, No. 6. [Consultada: 11 de junio de 2005].Disponible en internet: <http:// www.revista.unam.mx/vol.6/num6/ art57/int57.htm> ISSN: 1607-6079.

El 11 ideal Portero: Camus en la portería. Era tan pobre que prefería esa posición porque ahí se gastan menos los zapatos. Central: Toda defensa necesita dos centrales contundentes y yo me quedaría con Tolstoi y Dostoievski. Medio: Para recuperar balones e ideas ajenas en la media cancha nadie supera a Borges. Carrileros: Mis veloces carrileros serían Hemingway y Faulkner. El mariscal de campo sería un orquestador absoluto: Cervantes. Por supuesto: un poco más arriba, como versátil enlace ofensivo estaría Nabokov. Los extremos serían ocupados por la imparable ligereza de Calvino en la derecha y el peculiarísimo Kafka en la punta izquierda. El centro delantero sería un artífice de brevedades. http://www.revista.unam.mx/vol.6/num6/ art57/


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CREACIÓN

Ikeriónida Elena Medel

Poema dedicado a Iker Casillas Hoy -como siempre- tú eres el protagonista, supernova ángulo a ángulo de mi universo; ningún meteorito de cristal rasga tu aura. ¿Cicatriz en azul, estigma de nube, mon très doux enfant? Tú eterno, ahora imagina; lo que rechazas -pateadoes mi corazón, que se precipita hacia tu red. Rebota contra tus tobillos, carrilero a tu clavícula. Así es: no entiende de contrarios ni tarjetas. Iker Casillas, mírate rasgando el aire, perfecto al derramarte de alegría, inmortal, ¿domador de serpientes, mi patria de cometas? No dejes de competir en belleza con los astros: tú eres uno, y esta batalla es tuya y de tus ojos, tuya y de tus labios expectantes de elegía. Frágil azar -brizna de aire atravesando tu templo-, seré sacerdotisa servicial desde la banda, por siempre admirándote crecido en tu estirpe de triunfo, delicatessen tu mentón, Apolo mío Iker Casillas. Elena Medel nació en Córdoba en 1985. Ha publicado el poemario Mi primer bikini (Premio Andalucía Joven 2001; DVD, 2002) y el cuaderno de poemas Vacaciones (El Gaviero, 2004). Traducida al portugués e italiano, ha sido incluida en numerosas antologías de poesía escrita por mujeres.


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Óscar Chávez: por los caminos de la cumbia «Macondo» ENTREVISTA::PORROBERTOPONCE

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cuatro décadas de Cien años de soledad, Óscar Chávez intentaría ubicar para este reportero el año de su primer encuentro con Gabriel García Márquez, sin conseguir más que la referencia de “a mediados de la década de los sesenta en Radio UNAM, don Gabriel hacía unos programas llamados Literatura Colombiana, yo estuve unos diez años en la estación como locutor, yo era el mil usos allí”. Hombre de teatro, Óscar Chávez saltó a la fama cuando protagonizó en 1966 a uno de los personajes centrales en Los caifanes, exitosa película de Juan Ibáñez al lado de Julissa y Enrique Álvarez Félix. “Aunque nunca lo traté mucho entonces, lo cierto es que siempre me pareció un hombre muy educado, cordial, muy atento y coincidíamos, pues él andaba en la Zona Rosa, nos lo encontrábamos toda la flota de El perro andaluz en varias partes. Realmente no tuve gran contacto así, de platicar bastante, yo le sigo guardando gran respeto, lo saludaba frecuentemente… Siempre ha sido una persona te repito, educadísimo, cordial, nada solemne, con una bonhomía ejemplar, cosa que se le agradece.” Óscar Chávez se escucha nervioso, con su representante Martha Desea de la disquera independiente Pentagrama ultimando preparativos para el concierto por cincuenta años de actividad musical en el Auditorio Nacional. De pronto, una imagen ilumina su memoria: “Yo había leído Cien años de soledad recién salidito en 1967 y eso lo sé por don Gabriel, pues tengo el primer tomo de la primerita edición que acababa de comprar en la Librería de Cristal que todavía está en Niza de la Zona Rosa y al dar a la vuelta a media cuadra, sobre Hamburgo, ‘¡Ah, qué coincidencia, qué casualidad, traigo su libro, don Gabriel… una dedicatoria!...’ “Afortunadamente y lo digo con mucho orgullo, ya conocía todo lo publicado a don Gabriel en México que fue de la Universidad Veracruzana y luego ya, llegaron ediciones de Colombia… Leí prácticamente cualquiera de sus libros anteriores a Cien años de soledad, que La hojarasca…” —El coronel… —El coronel no tiene quien le escriba, una obra estupenda. Poseo todos los libros editados por la Universidad Veracruzana… Pero el éxito de Cien años de soledad es incuestionable. Un mínimo comentario mío no tendrá importancia frente a lo que han expresado personas más calificadas. “Lo que sí, me pareció un libro maravilloso. Cien año de soledad es una novela que merece todo lo que ha sucedido.”

Macondo 1971 Entre las canciones que más solicitan a Óscar Chávez en cada concierto hallamos su bolero “Por ti”, el son “Hasta siempre comandante”, de Carlos Puebla. Pero la cumbia peruana “Macondo” corona su repertorio. —En México se piensa que usted la escribió... —No, no… para nada, es una canción que

Óscar Chávez durante una de sus actuaciones.

hizo un cineasta peruano llamado Daniel Camino Díez Canseco, al que alguna vez conocí muchos años después de haberla cantado, en un festival internacional de cine. Ya sabía de mi versión y le dio mucho gusto y a mí también, claro. “Él me pasó una partitura que tengo extraviada de otra cumbia a La cándida Eréndira. Supe de “Macondo” porque el colombiano Iván Restrepo, gente de cine y periodista decano en Radio UNAM alguna vez me dijo, ‘Oye, por a’i anda circulando un disco muy interesante que no puedes dejar de escuchar, es para ti…’ Me hizo llegar esa grabación de un conjunto que francamente no recuerdo si colombiano, o venezolano; pero exponente de música así, tropicosa y sí, muy

buena, la tomé, trabajé la pieza con Chamín Correa quien me hizo los arreglos por 1971.” El guitarrista Chamín Correa integró en los años 50 el trío Los Tres Caballeros con Roberto Cantoral y Leonel Gálvez. Aquel arreglo fue definitivo en el éxito que disfruta hoy “Macondo” y al aparecer como “El Macondo” en 1972 para el LP Enjaulado. Óscar Chavez canta a Latinoamérica 2 (Polydor), la república mexicana movió el bote. “Chamín Correa por cierto no empleó guitarra, sino un instrumento griego que teníamos a la mano. Lo hicimos con un buzuki ejecutado por él, de entre las cosas que había en la Polydor, estaba ahí y lo usamos.” —¿A qué atribuye el inmenso atractivo de “Macondo”? —Todo. Me parece un homenaje sensacional a Cien años de soledad y a su autor. Yo la tocaba tal cual. Es cumbia. Y la letra está muy bien hecha, es un homenaje muy ingenioso, muy rico, con lenguaje lleno en metáforas usando a su vez las del libro, y de existir algún mérito obvio de “Macondo” consiste en promover la lectura de esta novela y por lo mismo, es su logro mayor. La he grabado cualquier cantidad de veces en vivo.” La amistad de Óscar Chávez y García Márquez renovaría bríos. “Lo saludaba frecuentemente y cuando tuve la oportunidad de tratarlo mejor fue en 1999, creo; la amistad se dio a partir de que fuimos jurado don Gabriel, el compositor Mario Kuri-Aldana y yo del Premio Fundación Lya Kostakowsky, cuando se hizo la convocatoria para ensayo sobre música que ganó Jorge Velasco con su libro La Tribu…” El cantor nacido hace 79 en la Ciudad de México hacía referencia de la investigación elaborada por el bajista defeño Jorge Héctor Velasco García (0720 Aleación, Real de Catorce, Lupita Pineda, Nina Galindo, Betsy Pecannins) que obtuvo el IX Premio de Ensayo Literario Hispanoamericano Lya Kostakowsky otorgado por la Fundación Cultural Lya y Luis Cardoza y Aragón el 11 de noviem-


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bre de 2003, El canto de la tribu (prólogo de Carlos Monsiváis, Culturas Populares/ Conaculta. México, 2004. 205 págs.). —Por tratarse de un premio a la música popular, ¿no se dieron discusiones o agarrones usted y Gabo? —Claro, al ventilar todos los trabajos… Porque don Gabriel sabe bastante de música, un gran melómano de todo tipo de géneros y hablamos de la cumbia, ritmos, bailes y boleros y danzones, mil cosas más que disfruta, conoce bien, ha escrito mucho y motivó a que los Premios Grammy reconocieran al vallenato como una categoría per se, ¿no? Kuri-Aldana falleció el 15 de enero de 2013. García Márquez, el 17 de abril.

Una cumbia clásica La literatura de Gabriel García Márquez ha sido fuente de inspiración musical para artistas en varios países. En 1987, el salsero panameño Rubén Blades compuso ocho canciones para su grabación Agua de luna que abre “Isabel” (protagonista de Isabel viendo llover en Macondo). Bill Frisell, reconocido jazzista estadounidense intituló una melodía “Remedios la bella” y el venezolano Juan Vicente Torrealba, un merengue como “Cien años de soledad”. Hacia 1996, el compositor mexicano Daniel Catán creó Florencia en el Amazonas cuyo libreto en dos actos de Marcela Fuentes-Beráin constituye “un homenaje al realismo mágico de García Márquez” (Proceso 1177) y para 1997, el álbum Terra e libertà del conjunto italiano Modena City Ramblers basó varias piezas en obras del colombiano, en tanto que otros artistas las citan vagamente (Banana company, del grupo de rock Radiohead; El amor en tiempos del cólera, de Moxy Früvous, conjunto pop canadiense, así como el hispano Joaquín Sabina con “Más de cien mentiras” en Esta boca es mía, de 1994, y “Extravagario”). Shakira contribuyó con tres canciones a la versión fílmica de El amor en los tiempos del cólera por solicitud de su amigo y compatriota Gabo, siendo “Hay amores” la “pieza más representativa” según Music Times (http://www.musictimes.com/articles/5564/20140418/10-musical-compositions-inspired-by-gabrielgarc%C3%ADa-m%C3%A1rquezradiohead-shakira-and-more.htm). Ahí asimismo se citan “San Petersburgo”, de Silvio Rodríguez, y “Del amor y otros demonios” de Peter Eötvös para una ópera con el mismo nombre de esa novela, por el húngaro Kornél Hanvai. Sin embargo, ninguna canción goza de tanta gloria como “Macondo”, cumbia del peruano Daniel Camino Díez alias Canseco grabada a granel en Colombia y con la que Luisín Landaez triunfó en Chile, país donde la banda Sexual Democracia le añadió aires pop para Sudamérica suda (1993), y otras frases de Gabo en el tema de éste disco. Tras de Óscar Chávez dar a conocer “Macondo” en México hacia 1972, al paso del tiempo surgirían las interpretaciones del acordeonista regiomontano Celso Piña y Ronda Bogotá (Una aventura más, 1999), o la fusión cumbia y rock del cantor Julián Vázquez (Mazatlán, 1962) y la banda Somos, desde 1990 éxito radiofónico en Baja California Sur para el CD Las Varitas II, producido por su hermano el prestigiado restaurantero sinaloense Poncho Varitas (http:// www.proceso.com.mx/?p=208992).

MICROONDAS

En buena onda A LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSAS

S

u conveniencia resulta del cómo sea aprovechado aunque para ello debemos darnos la oportunidad de estudiarlo, tratarlo y, finalmente, reconocerlo. Nos referimos, en esta entrega, al horno de microondas, uno de los varios instrumentos y formas de cocinar que, como sucedería con alguna persona, no es que sea buena o mala sino que posee características con las que se puede interactuar de forma particular de acuerdo a lo que deseamos preparar. En 1992, la Organización Mundial de la Salud aseguró que “no hay prueba científica de que la salud de los que ingieran alimentos hechos en microondas corra peligro, siempre que se sigan las instrucciones del fabricante”. Es decir, al igual que sucede, y siempre ha sucedió, con cualquier apropiación cultural y todo tipo de tecnología, su eficacia depende del cómo se guisen las cosas. Ahora bien, nos es que los mexicanos seamos desconfiados o torpes, pero las estadísticas nos revelan que en pocas ocasiones leemos manuales o recetas. Lo que sí se nos quema muy rapidito es prejuzgar, criticar, descalificar, satanizar y desterrar lo que nos resulta extraño, en ese aspecto gran parte de la izquierda mexicana se comporta de manera patética; muy parecido a las señoras escandalosas de provincia. A todo lo que venga del extranjero le ponen etiqueta “deshonesta”, aunque tarde y temprano a cualquier enemigo a ultranza del “capitalismo yanqui” te lo puedes encontrar saboreándose una coca cola de su propia medicina. Todo mundo tiene algo que criticar para así tener algo que vender. ¡Así se sala y capitaliza la crítica! El caso del microondas es práctico: se cocina muy rápidamente, utiliza hasta 14 veces menos energía que un horno común, permite prescindir de aceites y hasta se puede obtener una comida más saludable ¿cómo sucede esto? Primero vayamos al manual de física: a través de la emisión controlada de ondas electromagnéticas, las moléculas de agua que hay en los alimentos vibran, se frotan entre sí y producen calor. Mediante conducción lo transfieren a sus vecinas hasta lograr una temperatura más o menos compartida. El proceso es muy parecido al de cualquier hornilla convencional de gas, aunque con otra fuente de energía. Una de las condiciones para una adecuada cocción en este aparato, es que los alimentos que en él se preparen posean agua suficiente para activar el mencionado procedimiento físico. Por supuesto que un bolillo nos quedará reseco y se pondrá duro. Tampoco creamos que podemos dorar un bistec o una papa, pero si preparamos en caldillo la textura resultará

suave y agradable. El arroz, por ejemplo, puede estar listo en menos de 15 minutos y puede quedar más graneado que al hacerlo en olla o arrocera, pues este tipo de cocción evita que se pegue. En fin, lo que mejor queda en microondas son las comidas en su jugo. Otras circunstancias que deben considerarse es que la emisión de ondas es irregular, por lo que deben tomarse providencias como disponer de pedazos pequeños de alimentos y mover periódicamente el guiso para conseguir un cocimiento homogéneo. Si reparamos en la historia, su tecnología ha pasado de una fuente fija de ondas electromagnéticas, al carrusel y hasta varias emisoras periféricas de energía. Pero, bueno no queramos que la tecnología lo resuelva todo. Facilita u optimiza procesos, aún así nos deja algo para entretenernos. Usar una palita de madera para moverle de vez en vez, es parte recreativa de este forma de cocinar. La nota, la receta, o el remedio 1. En su propio jugo. Rob Rees, chef y director de la británica Children’s Fund Trust (CFT), donde niñas y niños protegidos del fuego directo, pueden realizar cocinar alimentos sanos en microondas, apunta que las verduras conservan nutrientes, color y textura gracias a un cocimiento moderado desde su interior sin utilizar agua extra. 2. Sin grasa. Los aceites y grasas, por disponer de una estructura molecular aislada del agua tardan más deshacerse en microondas. Lo que compensa este caso es que debes usar muy poca cantidad o nada. 3. Mejor sin plásticos. Es mucho más seguro y apropiado utilizar refractarios de vidrio o cerámica para alta temperatura, o recipientes de madera. El plástico, aunque se diga especializado, es propenso a exponer sustancias tóxicas de su propia constitución. En eso sí apela la Organización Mundial de la Salud. 4.- Practicidad. Para preparar unos huevos estrellados sin grasa, se puede utilizar un recipiente de cerámica con apenas una capa de agua, colocar encima el huevo estrellado agregar un sazonador y pinchar la yema con una aguja. En menos de un minuto puedes disponer de un buen plato de proteínas sanas. Una papa envuelta en un trapo húmedo, puede quedar deliciosa en menos de tres minutos. 5.- Experiencia. Varios chefs en todo el mundo exploran y aprovechan las virtudes del microondas para dar acento a determinados platillos. Tú también podrías intentarlo.


8|LETRAS~CAMBIODEMICHOACAN

SÁBADO14DEJUNIODE2014

En orden las manecillas del reloj: e scenas de Munich, de Steven Spielberg; Gladiador; Josh Brolin en Oldboy de Spike Lee; Kill Bill Vol 2; y V de Venganza, con Natalie Portman.

Un plato que se sirve frío ELTERCEROJO::ElpasadoviernesseestrenóenlaspantallasOldboydeSpikeLee,remakedelaobradelcoreanoParkChan-Wook.Nosinvitaavivirunahistoriade venganza.Esteactoreprendidoporlasociedad,aunquemuyhumano,hasidoeltemapredilectodemuchoscineastasdediversosgéneros.PORSYLVAINPROVILLARD

Si el hombre dice justicia, venganza es lo que se escucha (anónimo)

L

a venganza es una acción humana que nace de una necesidad de justicia. El espíritu vengativo está dentro de todos nosotros, aun si tratamos de reprimir nuestras ganas de ejercerlo. Los escri-tores y cineastas han utilizado tanto este tema que incluso se habla de un subgénero llamado “películas de venganza”. De hecho, la cita “la venganza es un plato que se sirve frío” aparece por primera vez en la novela epistolar Las relaciones peligrosas de Pierre Choderlos de Laclos. Shakespeare también recurrió a esta temática en varias obras, principalmente en su primera tragedia, Tito Andrónico, que ha sido adaptada al cine con Anthony Hopkins en el papel del emperador romano que busca vengarse de la reina goda Tamora, quien mató a muchos de sus hijos. En las 36 situaciones dramáticas registradas en la teoría de Georges Polti, la venganza abarca las tercera y cuarta categorías: el crimen perseguido por venganza y venganza de parientes sobre parientes. La ventaja de este componente universal del alma humana es que se puede adaptar a casi todos los géneros: drama (Irreversible, Perros de paja), western (Los imperdonables, Temple de acero), ciencia ficción (V de venganza), comics (The avengers: los vengadores), negro (Los sobornados), terror (La venganza de la casa del lago), samuráis (Los siete samuráis), historia (Munich, Corazón valiente) y péplum (Gladiador).

Fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro, así se le hará (Levítico 24:20) Desde las escrituras santas, el tema ha sido abordado. La ley del Talión, principio jurídi-

co que impone un castigo que se identifica con el crimen cometido, es una ley que, incluso hoy, tiene sus defensores. Si alguien mató, tiene que morir. Es lo que muchos héroes buscan en su venganza: una reparación equitativa cuando la justicia institucional falla o no está presente. La versión original de Oldboy, llamada en México Cinco días para vengarse, se inspira en un manga japonés en el cual un hombre que lleva una vida (casi) normal es secuestrado. Al despertarse, Daesu se entera que su esposa ha sido asesinada y que él es el principal sospechoso de este horrendo crimen. Encerrado en una celda sin luz, lo único que lo mantiene vivo es su deseo de venganza. Un día, llenan su cuarto con gas y Daesu se desmaya, cuando despierta, está libre, con dinero y un celular a su lado. Un extraño le marca y le dice que tiene que descubrir porque ha sido encarcelado. Dudo ampliamente que la versión de Spike Lee logre la intensidad y la estética de la cinta de Park Chan-Wook. Los que dieron una calificación a las películas en IMDB parecen estar de acuerdo: 8,4 sobre 10 para la coreana contra 5,6 para la estadounidense.

En la venganza, como en el amor, la mujer es más bárbara que el hombre (Friedrich Wilhelm Nietzsche) Oldboy forma parte de un tríptico sobre la venganza realizado por Chan-Wook entre 2002 y 2005. La última parte se llama en México Señora venganza pero su título internacional es Sympathy for Lady vengeance y, efectivamente, lo que resulta fascinante en las películas de venganza, es la empatía que uno puede llegar a tener por el vengador, más cuando el héroe es una mujer. El injustamente llamado sexo débil ha protagonizado memorables películas de venganza, empezando con Natalie Portman. A los 13 años, Matilda busca la ayuda de Léon en El perfecto asesi-

no, para matar a los policías corruptos que asesinaron a su hermanito. Nueve años después, en V de venganza, Natalie se encuentra en un mundo distópico donde busca vengarse de los funcionarios que ejercen un poder tiránico sobre el pueblo. La novia vestía de negro de François Truffaut narra la historia de venganza de Julie, cuyo marido ha sido asesinado accidentalmente por cinco hombres justo al salir de la iglesia en el día de su boda. Julie busca a cada uno de los responsables y los mata metódicamente. Aunque Quentin Tarantino niega cualquier influencia de la cinta francesa sobre el guión de Kill Bill, ambas historias tienen un extraño parecido. El director de Tiempos violentos es aficionado al tema, como lo podemos comprobar en sus dos últimas obras, Bastardos sin gloria y Django sin cadenas. Como lo afirma Nietzsche, la venganza femenina suele ser cruel e implacable: en La muerte y la doncella, Sigourney Weaver reconoce al hombre que la había torturado durante la época de la dictadura militar y toma una revancha despiadada. ¿Y qué decir de Ellen Page en Hard Candy (Niña mala), que secuestra a un supuesto pedófilo para torturarlo?

Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón (Jorge Luis Borges) Me parece que Borges tiene toda la razón, sin embargo, el perdón no ofrece tantas posibilidades narrativas como la venganza. Es lo que han entendido los grandes contadores de historias de todas las épocas. Los mejores cineastas de nuestros tiempos siguen esta gran tradición con obras fuertes, en las cuales el espectador, frente a la injusticia, se identifica fácilmente con un personaje que busca reparar el daño con todos los medios posibles, y generalmente ilegales. Cuando se trata de venganza, el fin justifica los medios.


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