[ Letras ] DE CAMBIO
SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 19 DE JULIO DE 2014 |
La lucidez del desastre
KA
OMARARRIAGAGARCÉS|PAG.3
Bohemia dorada ALASAZÓNNETZAHUALCÓYOTL ÁVALOSROSAS|PAG.4
en la poesía de José Emilio Pacheco
Film noir, un género americano
POR GASPAR AGUILERA DÍAZ | PAG. PAG.22
ELTERCEROJOSYLVAIN PROVILLARD |PAG. 7
POEMASJOSÉEMILIOPACHECO|PAG. PAG.55
El sueño de los justos CREACIÓNARTUROCHÁVEZ CARMONA|PAG.8
FOTO: CUARTOSCURO
2|LETRAS~CAMBIODEMICHOACAN
SÁBADO19DEJULIODE2014
La lucidez del desastre en la poesía de José Emilio Pacheco POR GASPAR AGUILERA DÍAZ
A
la obra poética de autores como Efraín Huerta, Jaime Sabines, Bonifaz Nuño, Alí Chumacero, Juan Bañuelos, Eduardo Lizalde y Octavio Paz, por cualidades indiscutibles debe agregarse la de José Emilio Pacheco (1939-2014). Alta traición, antología editada en España por Alianza Editorial, intenta resumir una poética marcada por la premonición del desastre y la presencia de un lenguaje que todo lo nombra, lo revela con una lucidez fortísima y que logra hacer evidentes las expresiones, los gestos de un rostro marcado por el paso del tiempo y sus aliados o enemigos: el recuerdo, el silencio, el fuego, la devastación y la muerte. A la admirable labor de Pacheco en el y divulgación de nuestra falible memoria histórica y política; de recuperación y estudio de lo más importante de la literatura mexicana, se agrega la de una creación poética sin concesiones que en su conjunto forman una obra necesaria y definitivamente trascendente. En el sentido más universal e íntegro que Alfonso Reyes exigía del escritor moderno, José Emilio Pacheco ha incursionado con acierto en la mayoría de los géneros literarios: en la novela experimental con Morirás lejos, de narrativa con El viento distante y El principio del placer, en las que una realidad trágica se entrelaza con el humor y la idiosincrasia mítica de los personajes. De igual importancia es su recopilación y traducción de la poesía escrita en otras lenguas, Aproximaciones, así como su versión crítica de nuestra vida pública, en la que con maestría, erudición y sencillez diluye las líneas divisorias entre periodismo y literatura –me refiero a su columna Inventario-, sustentando todo su trabajo en una rigurosa disciplina de la que pocos escritores pueden hacer alarde en el “vedetariado de nuestras letras”. Esta antología se inicia con poemas de su primer libro, Los elementos de la noche (19581962), en los que ya se anuncian el carácter y los rasgos definitorios de su poesía: un lenguaje preciso con una capacidad de sugerencia ejemplar en la revelación de la fugacidad inaprensible del tiempo y una habilidad estilística en el dibujo irónico, sutil y misterioso de paisajes o estados anímicos desoladores: Sitiado entre dos noches el día alza su espada de claridad; mar de luz que se levanta afilándose, selva que aísla al reloj al minuto.
La imagen de la siniestra realidad del mundo actual empieza a tomar cuerpo, mediante la palabra que registra con lucidez y contundencia el desastre: Mira en tu derredor, el mundo en ruina sangre y odio la historia. Nos procrearon para el dolor, el hambre y el desastre y la opresión, el llanto y el destierro.
El fuego deja de ser metáfora para convertirse en lo que nombra la extinción inevitable en El reposo del fuego (1963-1964):
Fuego de aire y soledad del fuego al incendiar el aire que es fuego Fuego es el mundo que se extingue y prende para durar (fue siempre) eternamente.
En el segundo libro de Pacheco hay una comunión, una cópula sobrecogedora del amor y la muerte –tan próxima a Bataille- impregnada del patetismo de la muerte: La caricia que siente el enterrado cuando el suelo mortal lo desfigura se ensambla y contrapone juego de luz y sombra, a imágenes memorables: Y fue el olor del mar, una paloma como un arco de sal ardió el aire … Cada poema epitafio del fuego cárcel, llama, hasta caer en el silencio en llamas.
A la advertencia del incendio se unen los rasgos de su permanente crítica a la modernidad pasajera y desechable como los productos de consumo que inundan las grandes ciudades: Tanta grandeza avasallada cargan los coches contra seres y ciudades, centurias y falanges y legiones, proyectiles y féretros; chatarras, ruinas en la ruindad de la basura, desechos en las calles sin memoria: plásticos y botellas y hojalata. Círculo del consumo: la abundancia se mide en el raudal de sus escombros (Pero hay hierbas, semillas, en el mármol).
En el libro que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes en 1969, No me preguntes cómo pasa el tiempo (1964-1968), un desgarramiento atraviesa verbalmente cada página, partiendo de epígrafes de los poetas modernistas Ramón López Velarde y Amado Nervo, hasta llegar a los poemas ingeniosos y breves, en los que el humor corrosivo y el sarcasmo van conformando un bestiario interminable en el que aparecen las descripciones de cerdos, mosquitos, escorpiones, etc. De Irás y no volverás (1969-1972) se reproduce una muestra de esa otra línea en la poesía de Pacheco que es la reconstrucción de personajes célebres y que gracias a la ubicuidad del poeta los sentimos demasiado cercanos:
LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN | 3
SÁBADO19DEJULIODE2014
fray Antonio de Guevara, César Vallejo, Luis Cernuda, Carlos V y José Luis Cuevas, entre otros. Por otra parte, la imposibilidad del amor absoluto se evidencia con plenitud: Y ahora una digresión. Consideremos esa variante del amor que nunca puede llamarse amor. Son aislados instantes sin futuro. … E involuntariamente ocupas tu fiel nicho en un célibe harén de sombra y humo. Intocable, incorruptible al yugo del amor. Viva en lo que llamó De Rougemont la posesión por pérdida.
Y una lapidaria y demoledora lección, siempre necesaria en el circo de la literatura: Contra los recitales Si leo mis poemas en público le quito su único sentido a la poesía: Hacer que mis palabras sean tu voz por un instante al menos. Conferencia
Halagué a mi auditorio, refresqué su bastimento de lugares comunes, de idas adecuadas a los tiempos que corren. Pude hacerlo reír una o dos veces y terminé cuando empezaba el tedio. En recompensa me aplaudieron, ¿en dónde voy a ocultarme a devorar mi vergüenza?
El desarraigo, el eterno extranjero, aparece en el libro Islas a la deriva (1973-1975): Soy extranjero en esta tierra En todas seré extranjero Al regresar mi patria habrá cambiado y no estaré ni estuve. Mi única tierra es una calle ajena de hojas aún verdes que el otoño entrega al hondo invierno y a su helada lumbre.
El juego erótico que se compara y ejecuta con pasión simultánea a la de las moscas: Mientras yo sobre ti, tú sobre mí, los dos al lado, dos alados insectos se perciben.
En el poema “Ratusnovergicus”, mediante un lenguaje cargado de suspenso, el lector siente repulsión y asco de un mundo nada utópico en el que ratas serán las nativas y nosotros los indeseables, “indeseables inmigrantes”, en una visión siniestra y perturbadora. Cierra esa sección el poema más extenso, “Juego de niños”, dedicado a Alba y Vicente Rojo publicado con ilustraciones de este últi-
Ka ARTÍCULO :: OMAR ARRIAGA GARCÉS
Q
uién es la noche? fue el título que Rogelio Laguna eligió para reunir, mayoritariamente, los primeros trabajos narrativos de algunos jóvenes autores de España, México y Chile, donde, por desgracia, también se incluye hacia el final una sección de poesía: el resultado es un mamotreto, una pequeña monstruosidad en la que, aparte del texto del propio Laguna, el título es lo que más se destaca. El editor indicaría al presentarlo hace un tiempo en Morelia que plantearse la pregunta ¿Qué es la noche?, hubiera sido una equivocación, pues consideraba que la noche antes que objeto es una entidad en la que caben mil historias, una presencia sin cuerpo aparente, un personaje inmenso; metáfora para aludir a algo innominable e indescriptible. Curiosamente, en los Vedas se consigna algo parecido respecto al creador de todo cuanto es (incluidos los propios dioses), entidad que resulta no ser nada más allá de un nombre sin substancia propia: Quién, Ka en sanscrito, “la última pregunta, la que se formula cuando todas las otras preguntas ya han sido formuladas”. Bajo este pronombre interrogativo, la mitología de la India aborda uno de los más delicados y recónditos capítulos de su cosmogonía: “¿Quién conoce de verdad? ¿Quién puede decirnos dónde y cómo surgió este universo? Los dioses son posteriores a su comienzo: ¿quién conoce, pues, de dónde viene esta creación?”. Retahíla de preguntas que contienen en sí la respuesta esperada: Quién es el creador de este universo donde parecemos despertar de un sueño para vernos a nosotros mismos soñando como si de verdad existiéramos… La dificultad consiste en que cada pregunta tendrá una réplica tan compleja como la que la precede. Al final, en la integración de todo con todo, no quedará sino ese nombre secreto para explicar el principio del mundo: Ka, Quién. “Sólo ese dios que ve en lo más alto del cielo: sólo él sabe de dónde viene este universo, y si fue hecho o no creado. Sólo él sabe, o quizá ni él lo sepa”, se lee en el Himno de la Creación 129 del décimo libro del Rig Veda. Mecanismo mental que en buena medida revela el sentido de la personificación que el ser humano confiere desde la antigüedad a los fenómenos físicos o, simplemente, a lo que ocurre sin una causa visible; por ello, el chirrido de la puerta en los relatos de terror, los relámpagos, el objeto que cae sin que nadie lo haya tocado, remiten inmediatamente a otra presencia. Desde las primeras páginas de El hombre y lo divino, María Zambrano se referirá al acto de perseguir y ser perseguido como a la raíz misma de lo sagrado: algo se nos muestra, como diría Eliade. En la mitología griega, el primer perseguidor y el primer perseguido ha sido el propio Apolo. Los estudios de Freud sobre la paranoia que más tarde continuaría su discípulo, Carl Gustav, todavía son reveladores; pero más reveladores han resultado los emprendidos por Flechsig sobre aquel interno que había sido Presidente de la Corte de Apelaciones en Dresde, Alemania, Daniel Paul Schreber, que sostenía que Dios lo asediaba y que, de hecho, tenía un plan para destruirlo. Empero, este parece ser el caso más extremo que se haya documentado. Creo que fue E. R. Dodds en Los griegos y lo irracional, quien explicaba cómo un paisaje podía sugerir a la mente la presencia de un personaje, fungiendo como marco a su personificación; asunto que puede rastrearse en las obras de Roberto Calasso cuando éste alude al monstruo: del latín
demonstrare, que algo se nos muestra. Saber que opera en nuestro inconsciente pese la racionalización del conocimiento que hemos efectuado de unos siglos a la fecha; parafraseando a Bachelard. Por tanto, es posible que para los obscuros mecanismos de la mente, la magnitud de nuestro moderno modo de inquirir pase desapercibido, siendo la intuición la que termina privando; lo que, en efecto, podría ser un inicio para explicar muchos sucesos que añadimos a las listas del azar. Si, por ejemplo, alguien acabara de morir en la familia (alguien cercano, un abuelo, una tía, un hermano), y de pronto se escuchara en la radio aquella canción que ponía diariamente antes de su muerte, los más de nosotros lo consideraríamos nada más que una coincidencia. ¿Qué provoca la lluvia? Y no tendríamos sino consultar una enciclopedia o un diccionario. No obstante, nada podrá explicarnos que haya empezado a llover en el instante mismo en que terminábamos de enterrar a la abuela. No tiene sentido, no hay Funes el Memorioso ni diccionario posible para interpretar cada acto de vida. Es ese terreno que linda con la locura y los sueños, en el que preguntas algo mentalmente y, de improviso, cuando has olvidado momentáneamente aquello preguntabas, lees tu nombre en el texto de un desconocido, dándote la respuesta esperada. La sensación es de una terrible incertidumbre que te cimbra, te paraliza. ¿Tiene esto sentido? No. Sólo creo que, efectivamente, la superstición sigue habitando la mente humana, que el hombre se halla preso de sus intuiciones primordiales, del momento en el que cobró consciencia del lugar que ocupaba en el mundo; y tales palabras no son mías, por supuesto. ¿De quién son? ¿A quién le pertenecen? ¿Quién ha sido el primero en proferirlas? ¿Falta mucho para que la noche del alma se nos muestre?
4|LETRAS~CAMBIODEMICHOACAN
SÁBADO19DEJULIODE2014
mo como plaquet, y que contiene una intensa descripción infantil iniciada en el vientre materno, hasta llegar al epílogo de un futuro incierto y múltiple. Concluye la antología con textos seleccionados del libro Los trabajos del mar (1983), en los que el mar devasta y permanece en un ciclo que se renueva implacable y siempre ajeno a nosotros: Si alguna vez encontraras sosiego perderías tu condición de mar Si te calmas dejará de fluir el tiempo.
La muerte, inmanente en “Prosa de la calavera”, recuenta y enumera nuestro origen de polvo: A menos que me aniquiles con tu carroña, aceleres por medios técnicos o por lo imprevisible el proceso que tarde o temprano conduce a nuestra última patria: la ceniza de que tú y yo estamos hechos.
La poesía de José Emilio Pacheco nos convierte en testigos oculares, en espectadores asombrados ante una realidad en proceso de extinción, y el poeta inicia el diálogo, la impugnación y las preguntas innumerables que develan los fragmentos de un mundo con la certeza de que –como sostenía D.H. Lawrence– “la palabra y el hecho son dos formas de conciencia”, con una convicción pasional respecto a la literatura y la creación en su sentido. En el 2008 la editorial española Visor publicó la antología del propio José Emilio Pacheco, en Resumidas cuentas, de Hernán Sánchez. Intelectual íntegro, alejado radicalmente de toda cercanía con el príncipe, José Emilio Pacheco siempre estuvo en contra de actitudes como las que Joseph Conrad rechazó toda su vida, según lo cuenta André Gide: “...odiaba todo lo que en el hombre había de hipócrita, turbio o vil”. Asimismo, reconoció el fracaso por intentar lo imposible, es decir, por resumir la decadencia y la esperanza de nuestra época, la finitud y poderío de la lengua de las cosas. Es lamentable que ya no se encuentre entre nosotros un personaje necesario en esta época de creciente intolerancia e inequidad. Morelia, Mich. / Verano de 2014.
A LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSAS
Bohemia dorada La cerveza es intelectual. Qué pena que tantos idiotas la beban. Ray Bradbury, en El país de octubre.
E
l alimento que hoy referimos es una bebida que recuerda el sabor mordaz y profundo de la vida desde un resabio vago y despreocupado… hasta llegar a ser dorado, fresco y liviano. Y cómo no, si es casi agua, aunque con penetrantes esencias mundanas. Novatamente, a casi nadie le gusta la cerveza ni la verdad. Y es que no es fácil reconocer, y menos paladear, una presencia vital impura; digerir la coexistencia de bacterias que no sólo son necesarias si no hasta benéficas, admitir que la vida contiene a la muerte, que los nacimientos, naturalmente, son violentos; que el amor refiere al miedo, que las semillas se abren paso entre lodo y piedras para llegar a la luz del sol… Mujeres, hombres… y las cosas descompuestas que hay entre ambos, deberían estar al corriente de estas veritas y brindar por la salud. Hubo una vez que la historia bebió un punzante trago medieval. Fue cuando los monjes y el alcohol salvaron a Europa. La polución invadió las aguas. La gente moría de peste y deshacía en purulencias por doquier. La promiscuidad y la confusión fluían pero ríos y conocimiento estaban anegados. El universo antiguo se consumía de sed en su propio vomito. Y sin embargo, algo se movía. Los mundos oscuros fermentaban. ¡Los monjes salvaron a Europa! Leyeron antiguas recetas egipcias y sumerias. Se las ingeniaron para recrearlas: artefactos metálicos, semillas, menjunjes, levaduras burbujeantes. El alcohol como efluvio milagroso apartó microbios maléficos del vital líquido. La cerveza fue el prodigio dorado. La ordenanza devota: dad de bebed al sediento. Así fue que niñas, jóvenes, ancianos, y todo buen cristiano, pudieron vivir varios siglos embriagados de caridad. La primera referencia científica para ubicar la historia de la cerveza fueron unas tablillas cuneiformes del tercer milenio antes de Cristo, encon-
tradas en Mesopotamia. El antropólogo Salomon H. Katz y la arqueóloga Mary W. Voigt, en su artículo Bread and Beer, de 1987, dieron significado a las evidencias. Se trataba de una bebida obtenida de granos de cereal fermentado que “hace la vida feliz y el corazón gozoso”. Pero mezclas que contienen agua, cereales, panes, frutos y hasta especias, hay en todas las edades, gajes y gajos del mundo. La cerveza tampoco es patrimonio exclusivo de algún país, aunque en Bélgica haya 400 marcas, en Alemania se haga la fiesta con más litros de consumo en el mundo, y cada mexicano beba 62 litros de cerveza anualmente, según la UNESCO. Dicen que, con moderación, la cerveza es buena para la salud. ¡Gazmoñerías! La cerveza le cae bien a la sabiduría. Punto. El ingrato de Karl Marx lo sabía, por eso prefería remojar sus pensamientos en las tabernas inglesas mientras sus críos padecían penurias económicas. Así es la paradoja de las luces bohemias. Hoy día la cerveza puede ser tan vulgar o genial como la propia gente. Hay de todas marcas, sabores colores y calidades. Hunter S. Thompson en Fear and Loathing in Las Vegas, ya lo advertía: “hay un antiguo axioma celta que dice ‘la gente buena bebe buena cerveza’. Eso es tan cierto ahora como antes. Mira a tú alrededor en cualquier bar y dime qué ves: gente mala bebiendo mala cerveza. Piensa sobre ello”… ahora, pienso en las y los mexicanos y en toda esa cerveza en la que nos calamos.
LANOTA,LARECETA,OELREMEDIO
La cerveza tiene un alto contenido en vitaminas, sales minerales, antioxidantes, proteínas, fibras, micro-nutrientes, y carbohidratos. Según un estudio realizado en la Universidad de Cardiff (Reino Unido), este extracto incrementa el colesterol “bueno”, mejora la coagulación de la sangre, tiene un alto valor nutricional y favorece la digestión. Bebamos varios tarros diarios. Hidratemos el espíritu con tragos de franqueza.
LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN | 5
SÁBADO19DEJULIODE2014
CREACIÓN
Poemas José Emilio Pacheco A quien pueda interesar
al Carbono 14 Criptogramas
Que otros hagan aún
de un pueblo remotísimo
el gran poema
que busca
los libros unitarios
la escritura en tinieblas.
las rotundas obras que sean espejo
Alta traición
de armonía No amo mi patria. A mí sólo me importa
Su fulgor abstracto
el testimonio
es inasible.
del momento que pasa
Pero (aunque suene mal)
las palabras
daría la vida
que dicta en su fluir
por diez lugares suyos,
el tiempo en vuelo
cierta gente, puertos, bosques de pinos,
La poesía que busco
fortalezas,
es como un diario
una ciudad deshecha,
en donde no hay proyecto ni medida
gris, monstruosa, varias figuras de su historia,
Aceleración de la historia
montañas -y tres o cuatro ríos.
Escribo unas palabras y al mismo ya dicen otra cosa significan una intención distinta son ya dóciles
6|LETRAS~CAMBIODEMICHOACAN
SÁBADO19DEJULIODE2014
Caverna
sería de piedra.
Es verdad que los muertos tampoco duran
El pulpo
Ni siquiera la muerte permanece Todo vuelve a ser polvo
Oscuro dios de las profundidades, helecho, hongo, jacinto,
Pero la cueva preservó su entierro
entre rocas que nadie ha visto, allí, en el abismo, donde al amanecer, contra la lumbre del sol,
Aquí están alineados
baja la noche al fondo del mar y el pulpo le sorbe
cada uno con su ofrenda
con las ventosas de sus tentáculos tinta sombría.
los huesos dueños de una historia secreta
Qué belleza nocturna su esplendor si navega en lo más penumbrosamente salobre del agua madre,
Aquí sabemos a qué sabe la muerte
para él cristalina y dulce.
Aquí sabemos lo que sabe la muerte
Pero en la playa que infestó la basura plástica
La piedra le dio vida a esta muerte
esa joya carnal del viscoso vértigo
La piedra se hizo lava de muerte
parece un monstruo; y están matando / a garrotazos / al indefenso encallado.
Todo está muerto
Alguien lanzó un arpón y el pulpo respira muerte
En esta cueva ni siquiera vive la muerte
por la segunda asfixia que constituye su herida. De sus labios no mana sangre: brota la noche
De Islas a la deriva, 1973-1975
y enluta el mar y desvanece la tierra, muy lentamente, mientras el pulpo se muere.
Éxodo En lo alto del día eres aquel que vuelve a borrar de la arena la oquedad de su paso; el miserable héroe que escapó del combate y apoyado en su escudo mira arder la derrota; el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo para que el mar no arroje su cadáver a solas; el perpetuo exiliado que en el desierto mira crecer hondas ciudades que en el sol retroceden;
Copos de nieve sobre Wivenhoe
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto el que escucha en el alba cantar un gallo y otro porque las profecías se están cumpliendo: atónito
Entrecruzados
y sin embargo cierto de haber negado todo;
caen,
el que abre la mano
se aglomeran
y recibe la noche.
y un segundo después se han dispersado.
Indeseable
Caen y dejan caer a la caída.
No me deja pasar el guardia.
Inmateriales
He traspasado el límite de edad.
astros
Provengo de un país que ya no existe.
intangibles;
Mis papeles no están en orden.
infinitos,
Me falta un sello.
planetas en desplome.
Necesito otra firma.
Contraelegía
No hablo el idioma. No tengo cuenta en el banco. Reprobé el examen de admisión.
Mi único tema es lo que ya no está
Cancelaron mi puesto en la gran fábrica.
Y mi obsesión se llama lo perdido
Me desemplearon hoy y para siempre.
Mi punzante estribillo es nunca más
Carezco por completo de influencias.
Y sin embargo amo este cambio perpetuo
Llevo aquí en este mundo largo tiempo.
este variar segundo tras segundo
Y nuestros amos dicen que ya es hora
porque sin él lo que llamamos vida
de callarme y hundirme en la basura.
LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN | 7
SÁBADO19DEJULIODE2014
Film noir, un género americano ELTERCEROJO ::Entre1941y1958,400películasdecinecriminalestadounidenseseconvirtieronenunodelosmovimientosmásinfluyentesdelsigloXX:elcine negro,yengendraroncódigosnarrativosyestéticosquesigueninspirandoalosdirectorescontemporáneos.PORSYLVAINPROVILLARDsprovillard@hotmail.com Film noir, un género americano Sylvain Provillard sprovillard@hotmail.com ¡%
U
n hombre de unos cuarenta años, vestido con un elegante traje, un abrigo largo y un sombrero Fedora, camina solo en una calle desierta. La noche cayó sobre la ciudad; un denso humo sale de las tuberías y chimeneas. El apuesto individuo —¿será Humphrey Bogart? — está armado. No sabemos si es policía o delincuente, detective o mafioso. Escuchamos su voz en off: “Como quisiera borrar todo esto de mi mente, olvidar su rostro, matar este sufrimiento”. Baja unas escaleras, tira su cigarro en el suelo y entra en un bar de lúgubre aspecto. Segundos después, sale nuevamente al callejón, da vuelta en la esquina y se sube a un taxi. Adentro, una hermosa mujer —¿será Lauren Bacall? — lo espera, fumando un cigarrillo. El misterioso individuo abre el diálogo: “Espero no haber tardado demasiado tiempo. Tuve que arreglar un pequeño asunto legal”. La mujer contesta, falsamente enojada: “Sabía que eras un hombre poco respetuoso de las convenciones sociales”. Sonríe. “Por eso te escogí”. Se besan. Esta escena, fruto de mi imaginación, contiene muchas de las características del cine negro: un escenario urbano y laberíntico; una estética inspirada del expresionismo alemán, con poca iluminación, claroscuros y efectos de sombra; una trama que se desarrolla alrededor de un crimen, generalmente un asesinato; un (¿anti?) héroe ambivalente que se puede ubicar de cualquier lado de la ley; una narración en primera persona, íntima y no siempre confiable; una mujer fatal, poderosa y seductora, que agrega una carga sexual y subversiva a un entorno oscuro y violento, y diálogos cínicos que denotan una visión pesimista y fatalista de la vida. La estética visual del cine negro está claramente inspirada en el expresionismo alemán de los años 20. Muchos de los directores de este movimiento se exiliaron en Estados Unidos con la llegada del nazismo, llevando con ellos sus técnicas de iluminación y realizando los primeros Films noirs a principios de los años 40. Fritz Lang fue uno de los precursores del género con su película M, el vampiro de Düsseldorf, realizada en Alemania en 1931. En Hollywood, dirigió una decena de películas de cine negro en los años cuarenta y cincuenta, entre ellas Los sobornados. Robert Siodmak (Forajidos), William Wyler (La carta), Edgar G. Ulmer (Detour), Billy Wilder (Perdición), Otto Preminger (Laura) y el director de Casablanca Michael Curtiz (El suplicio de una madre) son otros de los realizadores europeos que
Humphrey Bogart con Lauren Bacall en El gran sueño (izquierda) y en El halcón maltés (derecha).
transformaron el panorama hollywoodense al utilizar técnicas de iluminación que pretendían ilustrar el estado psicológico de sus personajes. Además del expresionismo alemán, el realismo poético del cine francés de los años 30 (El muelle de las brumas, Pépé le Moko) tuvo una influencia similar. Directores que habían trabajado en Francia, como Max Ophüls (Atrapados) y Jacques Tourneur (Retorno al pasado), fueron de los más destacados del cine negro estadounidense. El nombre mismo de film noir proviene de un crítico de cine francés llamado Nino Frank que utilizó esta expresión por primera vez en 1946. Sin embargo, el término fue aceptado (y no por todos los especialistas) décadas después. En su época, las películas de cine negro eran categorizadas como melodramas y abarcaban varios géneros: películas de gánsteres, romance gótico y filme social. Por lo tanto, muchos se refieren al cine negro como una estética más que una entidad narrativa: en el film noir no siempre hay un detective ni una femme fatale, y la historia no siempre se desarrolla en una ciudad. El crítico de cine Roger Ebert describe al cine negro como “el más americano de todos los géneros, porque ninguna sociedad hubiera podido crear un mundo tan lleno de muerte, fatalidad, miedo y traición, a menos que fuera fundamentalmente ingenua y optimista”. ¿Por qué afirmar que el cine negro es un género estadounidense si tiene tanta influencia europea? La razón es principalmente literaria. La trama de los clásicos de este movimiento proviene en su mayoría de los thrillers de detectives y crímenes conocidos como hard-boiled y novela negra. En estas obras de literatura popular nacieron los detectives Sam Spade (El halcón maltes) de la pluma de Dashiell Hammett, y Philip Marlowe (El sueño eterno, El largo adiós) de la de Raymond Chandler. Además de sus exitosas novelas negras, Chandler también se dedicó a escribir guiones para Wyler (Perdición) e Hitchcock (Pacto siniestro). El periodo del cine negro clásico termina en
1958 con Sed de mal de Orson Welles. Desde entonces, muy pocos directores se han atrevido a seguir los códigos exactos del cine negro: Roman Polanski, que dirigió el brillante Barrio chino en 1974; Curtis Hanson, con la adaptación de Los Ángeles al desnudo, y los hermanos Coen, que deben sus primeros éxitos al cine negro con cintas como Simplemente sangre y Miller’s crossing (De paseo a la muerte). Sin embargo, el hecho de que el cine negro se caracterice más por su estilo visual y su enfoque pesimista de la vida, que por su temática, ha permitido que su estética se permee a otros géneros con temáticas más actuales. Este estilo llamado neo noir se ha desarrollado en muchas direcciones: la ciencia-ficción (Blade runner, Dark city), las películas de superhéroes y las adaptaciones de comics (Batman, Sin city), entre muchos otros. Directores como David Lynch (Terciopelo azul, Sueños, misterios y secretos), Christopher Nolan (Amnesia, El caballero de la noche), David Fincher (Se7en, El club de la pelea) Quentin Tarantino (Perros de reserva) e, incluso, cineastas europeos y japoneses como Fassbinder, Becker, Melville y Kurosawa, deben mucho a la estética, atmosfera y, a veces, a la macabra filosofía del film noir. Las sombras del cine negro siguen proyectándose hoy en día, como una marca indeleble de la desesperanza de nuestros tiempos
Diez películas del cine negro clásico que no se pueden perder El halcón maltés (John Huston, 1941) Perdición (Billy Wilder, 1944) El gran sueño (Howard Hawks, 1946) Retorno al pasado (Jacques Tourneur, 1947) El tercer hombre (Carol Reed, 1949) El ocaso de una vida (Billy Wilder, 1950) Pacto siniestro (Alfred Hitchcock, 1951) La noche del cazador (Charles Laughton, 1955) Casta de malditos (Stanley Kubrick, 1956) Sed de mal (Orson Welles, 1958).
De izquierda a derecha, Robert Mitchum en La noche del cazador, Orson Welles en El tercer hombre, y escena de Sed de mal de Orson Welles.
8|LETRAS~CAMBIODEMICHOACAN
SÁBADO19DEJULIODE2014
CREACIÓN
El sueño de los justos Arturo Chávez Carmona
H
ay momentos en la vida de los hombres en
Aprovechó la ocasión de un amigo que la
del pueblo y varios en los alrededores. Los Paz, los
que la razón y la piedad se encuentran
saludaba una tarde en la tienda de Jacinto y se
Inocencio, los Pérez, los Rodríguez, los Chávez,
mutuamente, y luego se divorcian en su
acercó. José María, preséntame a la señorita.
los Mercado, los Pineda, los García, los Bermúdez,
interior, desgarrándolos. Lucas Ángel Sán-
Como no Lucas, es María Carmen, la hija mi tía
los Ochoa y quien sabe cuántos más eran parte de
chez de Dios después de tantos muertos y tantas
Isabel. Entonces es tu prima Chema. Buenas
su familia. Pareciera que en ella se hubieran
mujeres atravesadas en su camino vivía una vida
tardes señorita, Lucas Ángel Sánchez de Dios,
cruzado todos los caminos y en su carne las
que lo acercaba ya a su propia muerte. Viejo,
para servirle. Ella apenas le miró con el rabillo
primeras y últimas esperanzas.
viviendo en medio de un terreno lleno de
del ojo, dejando su mano extendida. Mucho gusto,
Al pie del lago el viejo jacal de adobe resaltaba
huizaches y mezquites, en un jacal de no más de
musitó ella muy bajo. Créame que su belleza me
apenas de entre los mezquites, el fogón calentaba
10 metros cuadrados resguardaba su cuerpo flaco
ha dejado muy impresionado hace unos días que
unos frijoles y tres tortillas que el viejo Lucas
y enjuto por los años. La muerte de cada vida
la miré paseando en la plaza, espero nos veamos
Ángel, maldito por el Señor y bendito por su
segada le había quitado aliento, sed y hambre, las
en mejor ocasión.
madre, comería como ultima cena, él que a tanta
ganas de amar y hasta de morir algún día para
gente había visto morir o tomado la decisión
por fin encontrar el descanso a tanta angustia.
divina de echarlos para el otro mundo por su
Recordaba en la distancia de los años aquella figura morena y salvaje de María Carmen del Rayo, su pelo largo y oscuro cayéndole hasta la entrepierna. Le había mirado varias veces entre la muchedumbre en algunas fiestas del pueblo.
No era posible mancillar la santidad de la hermosura de una piel morena y limpia como aquella, no se le había permitido…
Jamás le había siquiera devuelto ella un rasguño
mano, a filo, plomo o golpe. Convocaba en ese instante el recuerdo de su María, la muchacha morena con cuerpo de potranca fina, que vio alguna vez caminando por la plazuela de Puruandiro. Tanta belleza y tanto deseo le hicieron arrepentirse de raptarle, de hacerla suya
a la inquisición de su mirada. Se le figuró orgullosa
Lucas sintió el mismo aguijón de cuando
como a tantas otras, con alevosía, ventaja y
y difícil, por eso le gustó más. Aparte el par de
conoció a María Trinidad en el Rancho de La
lascivia. Endemoniadamente como solía ser. No
enancas amelonadas y anchas, como mirando
Mesa y se enamoró por primera vez. La misma
era posible mancillar la santidad de la hermosura
un océano en un litoral abierto, le sedujeron
brasa ardiendo en medio del cuerpo. Tosió el viejo
de una piel morena y limpia como aquella, no se
desde la primera vez que se cruzó con ella. Nadie
hasta casi ahogarse en los recuerdos y le dio un
le había permitido… Sorbió Lucas Ángel Sánchez
en el pueblo daba razón de haberla visto con
trago al café para sumergirse de nuevo en la
de Dios el último trago de café, se recostó en sus
algún hombre. Tan demandante que se adivinaba
remembranza. La tal María no iba a ser presa
viejos huesos y cerró los ojos para dormir al fin
la muchacha, pensó pa’ dentro.
fácil, pues la familia era tan numerosa como la
ese sueño que dicen que es el sueño de los justos.