[ Letras ] DE CAMBIO
SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 23 DE MAYO DE 2015 |
Asalto al Cielo
Sobre la muerte de Ramón Méndez PORFRANCISCOHERNÁNDEZ|PAG.2
Metamorfosis PORRAMÓNMÉNDEZ |PAG.3
La última clase de Huberto Bátiz
Haruki Murakami
PORLEOPOLDO LEZAMA |PAG.5
POR SARA FRATINI | PAG. 7
Las moscas PORJESÚSBALDOVINOS |PAG.4
ESCAPARATEDELIBROS|PAG.7
Viñetas Arquelogía de este mundo en TV PORFAUSTOPONCEYCOLUMBA VERTIZ | PAG. 8
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Asalto al Cielo Crónica sobre la muerte del poeta Ramón Méndez PORFRANCISCOHERNÁNDEZ
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e fastidia esa versión “piadosa” según la cual Dimas en el fondo era bueno y las circunstancias lo orillaron a delinquir. Esta especie transfiere al talante de Dimas el mérito de Dios por su misericordia. Nunca imaginé que una investigación que aparentaba tener otro derrotero me llevara a descubrir el genial robo ideado por Dimas, su complicidad en la muerte de más de mil doscientas personas, y el por qué se convirtió ya en el suplicio. Mientras investigaba me visitaba en casa Ramón Méndez Estrada. Le compartía mis avances y ante él concluí que el Buen Ladrón era un muy buen ladrón. Aunque novedoso para Ramón, no era asunto ajeno, una de sus compañeras de vida había asaltado sola un camión de valores, y el hijo que tuvo con ésta se dedicó al robo hasta que fue asesinado. Esto marcó el inicio del declive de Ramón. Al buscar trabajo recién llegado a Morelia me entrevisté con la persona equivocada y terminé sentado en una Mesa de Redacción. Ahí conocí a los Méndez. Alguna vez Cuauhtémoc y Ramón me invitaron a su casa y fui testigo de las memorables tertulias que protagonizaban con su poesía, con sus amplios conocimientos de poesía de todo tiempo y lugar, y con sus affaires. Así, empíricamente, conocí el infrarrealismo. Alguna vez que fui a visitar a Cuauhtémoc —Ramón estaba en México— me pidió acompañarlo a comprar cerveza. Al regresar escuché un sincopado paso de marcha rápida, volteé y vi alejarse a una escolta de siete soldados. “Ah, es la franca”, me dijo. A ese grado lo tenía vigilado el ejército. Sí, a su casa entraba gente de toda ralea. Dejé de visitarlo cuando al abrirme vi salir de su casa a tres niños con los que Cuate se había chemeado, y regresé sólo al enterarme de que su madre se encontraba postrada. Al ver el estado en que mantenía a la anciana le lancé una filípica. Algo me atendió, pero absorto en mis asuntos dejé pasar los días y tarde me enteré de la muerte de Lolita, y de la de Cuauhtémoc días después. Llegué al homenaje que se le hizo en el Aula Magna de la Universidad Michoacana. Ramón llegó borracho. Nos invitó a Raúl López y a mí a acompañarlo a él y a Ariadna, la hija de Cuate, en el paraninfo. Sacó un cigarro de mota, lo encendió, le dio tres golpes y me pidió que se lo detuviera para empezar a leer. Y yo ahí en la cátedra del Padre de la Patria con un cigarro de mota en la mano. Varios hablaron. Uno pidió la palabra, comentó que no sabía por qué Cuauhtémoc nunca lo había dejado terminar de leer, pero que ahora en su honor leería algo de su autoría. Comenzó. Por el rabillo del ojo vi cómo Ramón se retorcía incómodo en la silla. En cuanto el “vate” terminó, Ramón profirió: “¡Con razón Cuauhtémoc nunca te dejó terminar de leer!”. Cierta vez le dije a Ramón que alguna responsabilidad teníamos por los asesinatos de Gregorio Álvarez y de su hermano. Como parte de las negociaciones ocultas del TLC, Carlos Salinas de Gortari permitió la venta de los
El poeta y narrador Ramón Méndez en una de sus últimas tardes. Foto tomada de Facebook.
Por el rabillo del ojo vi cómo Ramón se retorcía incómodo en la silla. En cuanto el “vate” terminó, Ramón profirió: “¡Con razón Cuauhtémoc nunca te dejó terminar de leer!”.
ingenios a las grandes refresqueras, que tenían en perspectiva quebrarlas para favorecer la importación de fructuosa desde Estados Unidos. Los cañeros de Puruarán tomaron el ingenio que había comprado Alberto Santos de Hoyos “Don Galleto”, para producir y demostrar que era productivo y no estaba en situación de quiebra. Eran hostigados y saboteados en su cometido. Un domingo, ya noche, llegó Ramón cuando ya tenía perfilada la edición del periódico. Venía de cubrir una asamblea de cañeros en la cual habían votado adherirse al EZLN. Con él venía Gregorio Álvarez, el líder, al frente de una comisión de cañeros. Me confirmaron la especie que me ponderaba Ramón. Consideré principal la nota, pues en esos días el EZ y el conflicto de los cañeros estaban en plena efervescencia. Titulé: “Cañeros al EZ”. Al día siguiente arribaron a la ciudad decenas de corresponsales de medios nacionales y extranjeros. Eso era lo que buscaban los cañeros, atraer las miradas del mundo y remontar el desdén informativo. También ésa fue la esencia del levantamiento en Chiapas al momento en que entraba en vigor el TLC. El tiempo confirmaría las dotes de comunicador excepcional de Marcos-Galeano. También lo era Gregorio Álvarez, y nosotros nos prestamos a sus fines, indudablemente legítimos. Pero no pensaba igual el gobernador Ausencio Chávez, al que enervó el efecto de dicha información y agudizó la hostilidad hacia los cañeros y su líder, que debió seguir estrategias guerrilleras y paramilitares de escape para evadir celadas y salvar el pellejo en todos sus desplazamientos. Al propio Ramón le tocó un aten-
tado mientras acompañaba al líder cañero, y salvó la vida arrastrándose desde el vehículo atacado y accidentado para esconderse por horas bajo un puente. Asesinaron al hermano de Gregorio, un pacífico ingeniero en madera, pero esto no amedrentó al líder cañero, que finalmente fue ultimado. Disolvieron el movimiento y hoy la región de Los Reyes-Pedernales-Puruarán ha cambiado de vocación. La rentable caña está vetada. Sobre eso versaría la novela Azúcar amarga que Ramón dejó inconclusa. Le decía a Ramón que quizá Gregorio habría salvado la vida si esa información la hubiera manejado con bajo perfil. Hubo un tiempo en que estar borracho no le impedía a Ramón hablar con coherencia y escribir, pero tal dominio fue mermando con la edad. A la tercera vez que llegó borracho le dije que evitara presentarse en mi casa en tal estado. A modo de reproche me contó que Efraín Huerta siempre lo recibió hospitalario cuando llegaba borracho a su casa en Las Lomas. Que incluso le ofrecía más bebida. Que cierta vez llegó ya de mañana. Efraín le dio a elegir bebida, le sirvió más copas y se puso a pasear inquieto frente a la ventana, en un momento llamó con la mano a Ramón, que se levantó y se aproximó. Efraín no tuvo que señalarle a la vecina que se disponía a asolear su plena humanidad desnuda. Pero pasa que yo no soy Efraín, ni tengo cava ni vecina que salga a asolearse a su terraza, pensé. Ramón me pidió intervenir en la presentación de Tonadas ágiles para sonreír en voz alta. El
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acto tuvo lugar en el Museo del Estado inmediatamente después de la clausura del último taller literario que impartió, en la que sus alumnos leyeron sus escritos. Ramón estaba borracho. Yo veía desde el añejo portón cómo Ramón levantaba la voz entre cada intervención de sus alumnos. Algún empleado de la Secretaría de Cultura depositó en la barra de recepción los ejemplares del libro que se presentaría, en momentos en que Ramón despotricaba contra la institución por incumplida: “Dijeron que hoy aquí estarían los ejemplares y no hay nada. A ver, ¿dónde están los ejemplares de mi libro?”. El responsable del área editorial se aproximó para iniciar el acto de presentación. Me convocaron al frente y a presentar la obra. Tomé el micrófono y hablé: “Me presento aquí y leeré la presentación bajo protesta, porque ni tus alumnos ni ninguno aquí nos merecemos que nos desaires presentándote en ese estado, Ramón”. Y después de terminar de leer, me retiré del lugar.
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Metamorfosis Ramón Méndez Yo fui un gusano y me encerré en mí mismo. En la tumba que fui forjé mis alas. El amor me llamó, me alzó a su gracia. Se calcinó mi rostro de ermitaño. Era una luz tu amor, que me urgía al vuelo. Era una luz ardiente y afilada. Era estrella para estrellar mi sombra. Era astilla de luz, era una llama.
Un domingo llegó a visitarme, nos sentamos a comer junto con mis dos hijos. Mientras comíamos Ramón se descubrió cuello, pecho, brazos y piernas para mostrarnos sendos moretones. Nos explicó: “El viernes a media mañana me despertó la algarabía en la calle. Yo había tomado la noche hasta muy tarde y estaba entre borracho y crudo. Salí a ver por qué tanto ruido. Se representaba la Pasión y frente a la casa pasaba el Nazareno con la cruz a cuestas fustigado por los centuriones. Entonces me acordé de lo que me platicaste, de cómo La Verónica auxilió a Jesús para impedir que el soldado lo siguiera golpeando, y que me voy a golpes contra los centuriones. ¡Me pusieron una madriza! Sólo un niño como de ocho años me defendió dándoles de patadas a los centuriones, entonces se aproximó una vecina que está bien buena y les gritó: »¡Ya déjenlo!, ¿qué no ven que está bien borracho?¼. Entonces me levantó, me llevó a su casa y me sobó con ungüento. Pero qué buena está la vecina que me sobó”. Una agencia en Estados Unidos me contactó por segunda ocasión para que corrigiera y completara la novela esbozada por un migrante. Después de darle una leída, estaba determinado a rechazarla. En consideración a su necesidad, le dije a Ramón si aceptaba el trato. Lo aceptó. La agencia dio su venia y le pasé la obra a Ramón. Conforme avanzaba Ramón, yo revisaba y enviaba los capítulos para su visto bueno. Entonces a Ramón le pareció que el trato era injusto y me dejó botadas corrección y narración. Con mucha pena tuve que terminarla yo. Terrible, increíble argumento que a Ramón le pareció fantástico. La agencia quiso que se imprimiera en México y se enviaran los ejemplares. Presenté ofertas de impresión y de envío. Elegida la última, compré seguro y envié los ejemplares. La mensajería puso queso junto a las cajas de libros y la mayoría de ejemplares llegó a la frontera con baño de suero y oliendo a queso. Por fortuna el autor se precipitó, pese a la avería retiró las cajas para llevárselas, y su firma invalidó el seguro contratado, que si no, ahora lamentaríamos que circulara una obra deleznable en la que aztecas con penacho terminan comiendo hot dogs. Al conocer a ese grupo de poetas, Roberto Bolaño los definió como soles u hoyos negros cuya gravedad infinita elimina el espacio-tiempo y se traga la luz, y los nominó infrarrealistas. Y así eran. Una amiga, desconocedora de la cita, me señalaba esa oscuridad que envolvía a Ramón. En Los detectives salvajes Bolaño revela otro detalle de la personalidad de Ramón cuando desde la calle Belano ve por el ventanal cómo dentro del café Pancho Rodrí-
Me deslumbró en mi cripta: entré en tu halo, puse mi verso al borde de tu espada, me puse yo en tu centro: era de lumbre: en la casa del fuego me instalaba. En el incendio me vi gusano, mariposa, pasión, chispa con alas... No supe si ardía yo ni si era toda la luz tu llamarada. No he vuelto a verme desde entonces. No he vuelto en mí. Tan dos soy ya que me confundo: al llamarme te llamo, al llamarme llameas tu propio flanco. Era de luz tu amor: es una llaga, un sol herido, un fuego autófago en mi cama. Me he consumido en ti, en ti se ha consumado mi volátil transcurso hacia la nada.
La casa en Morelia de Ramón Méndez.
guez llora mientras lee. Quizá leyera sobre la muerte o la extinción de las sirenas, pues no hace mucho con sólo recordar ese texto que desconozco a Ramón se le saltaron las lágrimas y se le quebró la voz. Por eso Cuauhtémoc con alarde de ingenio le puso Dramón. Acaso por ello Bolaño le puso Pancho al personaje novelado. Armar pancho, eso hacían los infras para boicotear los recitales. Quedó pendiente un libro de cuentos infantiles que haríamos en común, y es que los personajes de sus cuentos estaban tristes sin que Ramón se hubiera detenido a narrar el motivo de su tristeza. Ramón nunca quiso explicarse a fondo el motivo de su tristeza, como Garric, disimulada a veces con amplias y sonoras carcajadas. Las agujas de provocaban pánico. No dejaba que le saca-
ran sangre para otros análisis, y le dijeron que entonces debía abandonar el hospital. Desde el hospital donde permaneció internado tres semanas me comunicaron a Ramón, quien me pidió convalecer en mi casa. Acepté, pero le dije que antes dejara hacer a doctores y enfermeras para completar el diagnóstico, iniciar el tratamiento, y se pudiera valer por sí mismo en lo mínimo. Cuando lo trajeron a casa fui con el médico para iniciar su tratamiento. Me interrogó sobre Ramón por dos horas y concluyó: “Es una diva, una sanguijuela”, y le dio un remedio para atajar la tristeza y remontar la depresión por la muerte de su hijo. No le oculté a Ramón la opinión del doctor. Una de las razones por las cuales Ramón me pidió convalecer en mi casa, es que desde hacía meses le habían cortado el agua, pese a que la Organización Mundial de la Salud considera el derecho al agua y México ha firmado tal declaración, y que el 25 de noviembre de 2014 la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sentó jurisprudencia al obligar al organismo municipal a suministrar, por tubería, entre cincuenta y cien litros diarios, por persona, al responder al amparo interpuesto por una mujer de Xochitepec, Morelos. Y todavía el organismo le cobraba multa a Ramón por ejercer su derecho y reconectarse por sus fueros. Esto también lo enfermó. Además de borracho Ramón era un niño. Se quedó en el niño enojado con la vida al perder a su padre superhéroe a los cuatro años. Sólo un niño puede conmoverse, como Ramón, al
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leer sobre la muerte o la extinción de las sirenas. Para sortear la crisis de salud en la que estaba inmerso requería cambiar su actitud, y para cambiar su actitud requería sanar la pérdida de su padre. Fui implacable, casi inmisericorde al atajar sus chantajes de niño en procura de su salud. Se sintió abrumado. Una y otra vez lo hice caer en cuenta de su actitud. Lo remití a sus vivencias relacionadas con su conducta de niño-diva [centro de atención] y sanguijuela [dependiente]. Su capacidad mental más allá del común se volvía contra él y somatizaba. Se rindió. Se sintió necesitado de auxilio: “De veras, Francisco, lo he intentado y no puedo”. Le había advertido que yo era su amigo, no su padre. Después de dos tímidas sugerencias me pidió franco que le llevara a un sacerdote. Por mediación del sacerdote encontró al Padre que le faltó. Después de eso fue otra persona: dócil y humilde, pero desde tres días atrás comenzó a obrar con sangre, profusamente. “Se te está yendo la vida por el culo, Ramón”, le decía al forzarlo a comer. Su inquietud amenazaba su higiene. Salí a la calle, arranqué un vinil electoral dado que desautorizo el abuso de mis representantes de permitir que mis dineros se usen en autopromocionarse para reciclarse, y regresé. “A ver, Ramón, quieres que se vea la parte blanca, o prefieres que Chon te bese el culo”. “Que Chon me bese el culo”. Y Chon protegió el colchón y le besó el culo a Ramón. La tarde antes del día de su deceso comenzó la agonía. Poco después que llegó a mi casa me pidió que lo enseñara a orar. Le dije que no era otra cosa que conversar. Al inicio de su agonía advertí su súplica y oré con él para sanar la pérdida de su padre. Por la mañana todavía le suministré el medicamento que le daba cada hora. Ya no podía digerir. Inquieto me pidió que lo dejara ahí, no llevarlo al hospital, y que lo dejara solo. Cuando le di muestras de que cumplía su última voluntad después de que se fue la paramédico de la cruz roja, se sosegó. Lo dejé solo. Me asomaba a la puerta para ver, de lejos, el ritmo de su respiración. A veces levantaba los brazos, en forma apacible. Comí y a las tres cuarenta y cinco fue la última vez que lo vi con vida, en la mayor tranquilidad. Calculé, cuando mucho, cuarenta y cinco minutos para el deceso. Fui a mi cuarto a dormitar la siesta. De pronto suspiré sin razón, dos truenos y comenzó un chubasco. Supe que Ramón había partido. Esperé tres minutos más y fui a verlo. Tenía la diestra en la mejilla y los ojos cerrados. Saboreó su muerte. Cuando comenzó la cremación cayó otro chubasco, y después, me dicen, mientras ascendía el humo, el celaje se vistió de rojo, y en medio de éste apareció arriba la uña menguante de la luna, y abajo el redondo sol del ocaso.
Epílogo Como Dimas, Ramón se robó el Cielo sin dejar de evidenciar lo kafkiano del sistema con infrarrealismo: su cuerpo se cremó cuando no se tenían todavía el certificado de defunción, el acta de defunción, y el permiso para la cremación, que al fin se pudieron tramitar tres días después. ¿Y ahora con quién voy a gladiar? repetías, Ramón, después de que a Mariosantiago lo repasó un camión y de que Cuauhtémoc broncoaspiró en una crisis de epilepsia. Ahora recuperas el par con el cual gladiar.
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Las moscas Jesús Baldovinos Romero
Una mosca en tu cara es molesto, centenares de ellas… Y aunque no puedas percibir el aroma que despiden, de solo pensar los lugares donde se posan sus minúsculas patas, con las cuales te hacen cosquillas, es de dar asco: las comidas podridas, las basuras apiladas en las esquinas de las aceras, el festín compartido en los basureros, encima de las placentas, fetos y demás basura hospitalaria que nunca fue procesada adecuadamente, o en las heces de los canales en alguna colonia populosa, de esa adonde no llegan los servicios y donde en vez de pavimento, en el medio de la calle un canal de desagüe de todas las casas cumple la tarea procreadora de fermentar sus huevecillos y donde el hervidero de sus larvas es cosa de todos los días. Su casi imperceptible zumbido penetra tanto que después de varias horas continuas escuchándolo, se empieza a gestar una especie de locura que inicia con una sensación de náusea. Una de ellas, sobre la piel, pareciera hacer cosquillas, pero de aquellas de las que no tienes ganas de recibir, que no te causan placer, y por el contrario, te enfadan con rapidez; están, de manera incisiva, encima de ti apenas si las has espantado, de tal manera que por mil esfuerzos que hagas ella se marcharán sólo hasta que se cansen, se aburran o de plano les dé su regalada gana. Cuando esa sensación se multiplica por centenares, aquella incipiente náusea se torna una especie de locura, causando tal desesperación que te impulsa a salir corriendo y si aun así te persiguieran o se adhirieran a tu piel, desearías la muerte; sus pequeños hocicos parecen penetrarte causando una ligera cosquilla y con ella extrayéndote tu sangre, tu aire, tu lucidez., y sobre todo sentirlas en la lengua o en la cavidad de tu boca que pareciera aspirar el aire circundante como si eso fuera a espantarlas, y luego cuando suben a tus ojos, y cuando todas ellas, en un misterioso himno se conjuran en tu rostro convirtiéndote en una masa oscura que pareciera lanzar manotazos con tal de quitárselas de encima, deseas que todo explote y se acabe y esas malditas moscas dejen de danzar en tu cuerpo de una vez por todas. Pero quizás lo más aterrador es que no puedes hacer nada, y más, saber que no puedes hacer nada porque sabes que tú ya estás muerto.
Jesús Baldovinos Romero, nacido en Lázaro Cárdenas. Escritor y promotor cultural, director de Sueño Colectivo. jesuslazaro66@yahoo.com.mx
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La última clase de Huberto Bátiz CRÓNICA ::PORLEOPOLDOLEZAMA
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l viernes 8 de mayo fue la última clase del profesor Huberto Bátiz Martínez en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, después de 57 años de labor docente. Su alumno Leopoldo Lezama lo acompañó en su último recorrido por las aulas de la Facultad, el cual quedó registrado en su cuenta de Facebook. Una crónica gráfica del adiós de un gran maestro que nos comparte para Letras de Cambio. 1 8.35 a.m. Es fin de semestre, los alumnos entran apresurados a la Facultad de Filosofía y Letras; muchos vienen a entregar trabajos finales, otros a presentar sus exámenes profesionales. El maestro Huberto Bátiz cruza el estacionamiento empujando su silla de ruedas. Aunque es temprano, el calor comienza a caer sobre la Universidad Nacional. Nadie ayuda al maestro quien empuja con esfuerzo miguelangelezco. 2 Me acerco y le digo: -Maestro, ¿cómo está empujando su propia silla de ruedas? -Pues me dijeron que llegarían temprano, pero ya ves, en esta Facultad todo mundo es muy puntual. -Oiga, esto no puede ser, déjeme ayudarlo. -¿Me ayudas? -Claro, maestro. 3 -Pues entonces yo lo llevaré. -Serás mi escudero en mi última aventura por la Facultad. -Sí, maestro, y es mucho mejor ser su escudero que de Don Quijote. A ese señor ni lo conocí. -Déjame me acomodo. Bájale las patas a esta madre, es un relajo, me siento como Robocop. -Súbase, maestro. Ahora Huberto Bátiz Martínez tiene quien lo lleve a su aula y está muy contento. 4 -Llévame a firmar. A estas alturas todavía tengo que firmar, ¿tú crees? -Vamos, maestro. -Méteme ahí, en el cuartito ese, pero nos vamos a saltar toda esa gente. Todavía me hacen firmar, pero ya no haré colas jamás. 5 -Oye, tengo que firmar allá en el salón de maestros. Llévame. Una vez me iba a madrear ahí con Rubén Bonifaz. Al rato cuento eso. Mira, acá arriba estaba la cafetería hace como 50 años; había un piano. Al primero que conocí fue a Jorge Ibargüengoitia. Me dijo: “Mejor regrésate a Guadalajara, aquí no la vas a hacer”. ¿Tú crees? El güey. Y mírame, aquí ando. A ver, pásame esa cosa. 6 8.45 a.m. El flujo de estudiantes empieza a crecer; Bátiz voltea de un lado a otro, observa con mucho detenimiento. -Oye, llévame por un café. -Su último café, maestro. -Sí, el médico no me deja porque me dan vértigos. -Entonces... -Pues que sea un capuchino. Mira qué de la chingada dejaron el aeropuerto. Ahora es un mercado espantoso donde venden maíz y tortas de lechuga por diez pesos.
7 Llega Patricia, su novia. Los muchachos del café hablan con él. ¿Por qué se va?, le preguntan. “Pues porque ya es hora”, contesta Bátiz. Los chicos del café toman una fotografía. Todos miran con curiosidad. No saben que se va un grande. 8 -Oiga, maestro, yo escribí de usted en la revista de la UAM. -Sí, pero René Avilés Fabila nunca me manda nada. ¿Fuiste a mi homenaje en la UAM? -Lo vi por internet, maestro. -Oye, ¿y no dije alguna barbaridad? -Sí, maestro, muchas. A Cristina Pacheco le dijo que era una oportunista horrible en su programa del 11, y que a Miguel de la Madrid le decían Mickey Mouse. Que usted una vez se lo encontró en el banco y le dijo “Quiúbule, Mickey Mouse”, y que él le contestó: “No me llamo Mickey Mouse y ahora soy presidente de la República”. Y usted remató: “Pues para mí eres Mikey Mouse”. 9 9.00 a.m. Salón 104. Aquí será el adiós. Bátiz lo mira con nostalgia. -Ya pasaron muchos años. Yo todavía me acuerdo que en esos tiempos los viejitos eran Alfonso Reyes y Daniel Cosío Villegas. Y ahora soy yo. 10 9.01 a.m. En el salón sólo estamos Patricia, Bátiz y yo. El maestro se sentará por última vez a impartir cátedra. Algunos pasan y se asoman, no es su clase. Bátiz se levanta de su silla de ruedas. 11 Toma asiento. -Pues ora sí, vamos a esperar. Pero antes otro sorbo al capuchino. 12 9.10 a.m. -Oigan, como que ya se tardaron, ¿no? No va venir nadie. Siempre me ha aterrado su puntuali-
dad. Ahora soy yo el que los tengo que esperar. 13 Van llegando los alumnos, más ex alumnos que los propios de la clase. Llega una bonita chica, una fan, lo saluda, lo besa. -Lo vamos a extrañar, maestro. -Yo te voy a extrañar a ti. 14 Llega Manuel Pérez, uno de sus adjuntos, con su hijo, que es ahijado de Bátiz. -Oye, dijiste que ibas a llegar temprano, mira nada más qué chingón está tu poder de convocatoria. -Perdón, Huberto, había mucho tráfico. -Oye, qué gordo estás, yo te dejé más flaco. Antes pesabas 150 kilos, pero ahora pesas 200. A ver (me dice), sácame una foto con mi ahijado. 15 9.20 a.m. Llega otra fan. Se acerca, lo besa. -Lo quiero mucho, maestro. -Yo también, pero, ¿qué te pasó en el pelo? 16 9.30 a.m. Siguen llegando. Bátiz considera que es hora de comenzar la última clase. 17 9.32 a.m. Comienza la última clase de Huberto Bátiz Martínez. -Bueno pues yo llevo 57 años dando clase en esta Facultad, pero también trabajé siete años en la imprenta universitaria. Yo entré a trabajar ahí porque el director era un viejito que siempre me confundía. Me decía: “Oiga, venga para acá, no sea malo, por favor salúdeme a sus tías”. Pero yo no sabía cuáles tías, entonces le daba el avión y él me quería mucho. Era Francisco Monterde. 18 Bátiz saca un ejemplar del Excélsior, lo extiende, muestra que en una sola plana han publicado las fotografías de Octavio Paz y Porfirio Díaz.
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-Miren nada más qué cosa. Octavio Paz en grande y Porfirio Díaz en chiquito. Los dos fueron caciques, pero don Porfirio fue un cacique más chingón. No hay derecho. Paz ni siquiera mató a nadie. Que yo sepa. Y miren, ¡Octavio Paz en grande y don Porfirio en chiquito! ¡Ya no hay respeto! 19 ¡Paz total!, dice aquí. Y don Porfirio chiquito. ¡Qué poca madre! 20 -A mí ese cabrón de Paz me odiaba porque yo era muy amigo de Elena Garro, y Elena escribía cosas espantosas sobre Octavio y yo las publicaba todas. 21 -Miren, el rector Narro me va a hacer un homenaje. Va a estar la Filarmónica de la UNAM y van a poner a unos escuincles a cantarme. Luego hay una comida en un antro que está por allá por el CCH Sur donde van a dar tacos sudados y pulque. “Es una maravilla lo que hace el rector cuando cumples casi 60 años de dar clase. “Es con invitación, así que si quieren tacos sudados tienen que ir a ver al rector”. 22 -Oigan, ya no puedo meter esta madre en su sobre. El rector la envió embrujada.
se llamaban igual. ¿Pueden ustedes creer eso? Entonces todos salimos corriendo a ver, pues porque nos teníamos que enterar de todo. Fue horrible, porque entonces comenzó a sonar el celular de uno de ellos en la chamarra. Y que contesto, era su mamá. Entonces le dije: “Sí señora, aquí está, MUERTO. Qué cabrón es Dios, ¿verdad?”.
24 -Hablando de musas, miren lo que encontré aquí. Bátiz vuelve a sacar su ejemplar de Excélsior. -La última morada de la Décima Musa, y miren qué chingadera le mandaron a hacer a sor Juana. Será para que no se olvide en la eternidad de esos pinches calabozos donde la tenían las monjas carmelitas descalzas que eran unas carniceras.
28 -Yo viví muchas cosas entre los escritores mexicanos. Había allá por el centro histórico, la redacción de una revista donde le tenían una pequeña capillita a don Alfonso Reyes. Estaba llena de tarántulas, víboras, alacranes. Entonces uno llegaba y le ponía su milagrito: don Alfonso, consígueme una beca; don Alfonso, consígueme una plaza en la Universidad; don Alfonso, ayúdame, señor, a que me publiquen en el Fondo de Cultura Económica; Don Alfonso, protector, ayúdame a que me den una Embajada en el extranjero. Así eran los cabrones, peor que ahora.
25 La musa del salón 104 se obstina por meter las invitaciones de Bátiz en su sobre.
29 -Los escritores siempre han sido unas pirañas terribles.
26 -En 57 años he visto muchas cosas en esta Facultad. Una vez un alumno mío se salió al pasillito que está aquí afuera de la ventana y se puso a dar vueltas como loco. Yo creo que estaba drogado. Entonces vi que se iba a aventar y que me aviento yo, y que lo agarro del cinturón, ¡y lo salvé! Pero pinche vida. A la otra semana pregunté por él y me dijeron que ya lo había logrado. Ya se había matado el cabrón.
Parte 30 -Por ejemplo, a Juan García Ponce le decían La Charamusca, por el dulce que está todo torcido. Y una vez llegó Gurrola y me dijo: “Oye, ¿ya viste que hicieron una película que le hace homenaje a García Ponce? Se llama El bulto”. Así eran de cabrones.
23 -Yo le ayudo, profesor. -Gracias, tú eres mi musa.
27 -En otra ocasión le cayó un rayo a dos tipos que
De la serie de fotografías por Leopoldo Lezama.
31 -Y una ocasión Octavio Paz nos invitó a conocer al reputadísimo editor Gallimard, pero envió a Marie Jo a decirnos que fuéramos bañados, peinados, que nos laváramos las orejas y nos echá-
ramos perfume, pues porque Paz no quería quedar mal. Yo llegué puntual y en eso veo que se baja de un taxi Juan Rulfo con unos zapatos horribles que tronaban. Y entonces le pregunté: “¿Oye, Juan, por qué truenan tus zapatos?”. “Pues porque los acabo de comprar en el mercado de Mixcoac, pinches zapatos carísimos y no me quedan”, contestó. Luego llegó Juan José Gurrola con su suéter lleno de mocos y mole de olla y pues cuando nos vio Mari Jo le dio un infarto. 32 -Bueno, creo que yo he dicho muchas cosas de los escritores y los intelectuales de este país. Muchos se han sentido ofendidos. Pero el único que se me puso al brinco fue Rubén Bonifaz, quien me dijo una vez: “Ora sí, cabrón, métete con uno de tu tamaño”. Y yo le dije: “Pues tú sabrás, nada más te adelanto que a mí me llaman Huberto Manos de Piedra Bátiz”. 33 La musa del salón 104 se ha sentado con los dos pies encima de la silla. Bátiz la observa, le da curiosidad. 34 -Pues aunque llevo 57 años dando clase. ¡Yo también puedo subir los pies encima de la silla! 35 Todos gritamos: “¡NO, MAESTRO!”. 36 -¡Cómo chingados no! ¡Pinche pierna! 37 11.30 a.m. Se acerca el final de la clase. Huberto Bátiz Martínez pregunta:
LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN | 7
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-¿A lo largo de todo este tiempo hay alguien a quien haya agraviado? -Sí maestro -le contesto-, a un amigo que ahora mismo se está graduando lo corrió de la clase porque no supo en dónde tenían el pito las lagartijas. -¿Y dónde la tienen? -En una bolsita -dijo usted. -Ah pues qué güey, qué bueno que lo corrí, no deberían dejarlo graduarse. 38 Un chico se acerca con un extraño aparato. -¿Qué chingados es eso? -Es un micrófono, maestro. -¿Eres del FBI? 39 -Oigan, éste cabrón no deja de seguirme. Yo creo que lo manda el CISEN. 40 La musa del salón 104 se levanta, coge sus cosas porque se tiene que ir al trabajo. -¿A dónde vas? -pregunta Bátiz. -A trabajar, maestro. -¿Y dónde trabajas? -Edito libros. -¿Y te pagan bien? -No, maestro. -Pues entonces siéntate ahí hasta que termine. 41 11.45 a.m. Un chico observa su reloj y se atreve a decirle a Bátiz que ya terminó la clase. -Pues lárgate. Yo llevo aquí 57 años y te esperé hasta que llegaras. -No maestro, yo me quedo. Todos mis compañeros ya se han ido. 42 -Aquí daba clase un pinche chaparro que fue director de todo lo que le ofrecieron. Era lingüista... tenía que ser lingüista el cabrón. Y se avergonzaba de su nombre, por eso se ponía G, en lugar de Guadalupe. Un día yo le pregunté: “¿Oye, por qué te pones G. Moreno?”. “Pues porque no me gusta el nombre de Guadalupe”, me contestó. -Y al otro día yo divulgué en toda la facultad: “¡Moreno de Alba se llama Guadalupe! Y se encabronó conmigo para siempre. Ya se murió”. 43 Y sí, todos se han ido yendo. Se fueron ya los grandes maestros del exilio español, se fueron los grandes filósofos, los grandes poetas. Huberto Bátiz Martínez llegó a la ciudad de México en los años 50 y fue recibido por Alfonso Reyes, quien le dio trabajo en la Nueva Revista de Filología Hispánica. Ha pasado más de medio siglo. Son más de las 12 de la tarde y el calor pega seco. Se hace un silencio. Bátiz se queda pensativo. Se escuchan pájaros. -Son jilgueros. Miren qué bonito cantan. Vinieron a despedirme. 44 y FIN También los que nos hemos quedado vinimos a despedirlo. Se hace otro silencio, más prolongado. Todos nos miramos, pero nadie se atreve a hablar. Alguien ha abierto la puerta ya. Huberto Bátiz Martínez voltea a la ventana, quiere levantarse o quizás no. “Mañana todo será igual”, me había dicho durante el café. “Aquí nadie tiene memoria”. Pero quienes han aprendido a retener lo que los ha formado, recordarán a Huberto Bátiz. Todos se han ido ya, la vida sigue. Pero los que nos quedamos al final lo despedimos de pie. Bye, bye, maestro.
ESCAPARATEDELIBROS
Novedades “HOMBRESSINMUJERES”,DEHARUKIMURAKAMI
PORISABELLEÑERO Hombres sin mujeres es el título de la más reciente creación literaria de Haruki Murakami (Kioto, 1949), publicada en español este año bajo el sello de Tusquets Editores. La traducción de la obra estuvo a cargo de Gabriel Álvarez Martínez. En el volumen de siete relatos el autor aborda desde diferentes ángulos narrativos y temáticos la relación enigmática y paralela entre hombres y mujeres. Hombres que viven sin la presencia femenina o que han sido abandonados por ella. Podríamos decir que es ése el tema central, pero antes que Haruki Murakami. nada está la historia emocional y mágica que Murakami utiliza para narrar otros tópicos amorosos y sus múltiples desenlaces. Murakami, como buen narrador, posee una pluma ligera y capaz de contar historias tan reales como ficticias que llevan al lector a espacios llenos de imaginación. Cada cuento logra encer-
rar un universo afectivo y real para atrapar al en su código desde el primer relato. Alusiones a Los Beatles o al escritor checo Kafka o al título de un libro que es el mismo que uno de Hemingway, el jazz, Las mil y una noches. La capacidad imaginativa y la mezcla tan natural que tiene el autor para hablar de la realidad y la ficción saltando de una a otra de manera magistral, permite que sus personajes habiten universos surrealistas que arrastran y abren nuevas puertas imaginativas a sus lectores. Cada narración tiene su propio afán; en particular, si hubiera que elegir, resalta el cuento titulado “Kino”: un hombre que ha sido traicionado por su mujer busca su redención, pasando por un trance crudo y de gran carga simbólica donde se trasluce la fuerza narrativa del autor, permitiendo que su protagonista se reconcilie nuevamente con la vida. Hombres sin mujeres es, sin duda, un libro que recuerda nuevamente porqué las obras del autor siguen inquietándonos y sorprendiéndonos.
VIÑETAS
Sara Fratini
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SÁBADO23DEMAYODE2015
Arqueología de este mundo en TV RESEÑAS ::Cineytelevisión.
Arqueología subacuática en el 22 PORJUDITHAMADOR La riqueza histórica y arqueológica que se encuentra sumergida en los mares de México como resultado de los viajes realizados en la época virreinal en embarcaciones como la Nao de China, conocida también como El Galeón de Manila, es uno de los temas de la serie documental Arqueología Subacuática que transmite Canal 22 todos los martes a las 20:00 horas. Producida por el llamado canal cultural del Estado, junto con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la serie busca difundir el trabajo que realizan estudiosos del instituto de identificación, recuperación, protección e investigación de ese patrimonio cultural hundido por diversas causas. Durante más de 250 años, explica el INAH en un comunicado, se hicieron recorridos de América hacia otros continentes en El Galeón de Manila, que hacía la ruta de Asia a la Nueva España a través de Filipinas. Esos viajes “dejaron rastro en las dunas de Baja California durante el siglo XVI, cuando algunos de estos navíos naufragaron y otros desaparecieron sin dejar huella”. Los investigadores de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH hurgan en esos aspectos, y a través de cuatro programas la serie hace un recorrido histórico que va desde la formación geológica de las cadenas montañosas hasta el culto al Tláloc, dios de la lluvia. El martes 12 inició la serie con el programa “Banco Chinchorro, un legado en el mar”, en el cual se exponen las investigaciones hechas en el banco de tres islotes que forman la barrera de arrecifes de Quintana Roo, considerada la segunda más grande del mundo y declarada Reserva de la Biosfera en 1966. El programa del martes 19, “Cuevas y Cenotes, el resguardo sagrado”, estará dedicado a ese tipo de formaciones geológicas en los que se han encontrado vestigios arqueológicos. “Es el caso del cenote San Manuel, en la Península de Yucatán, donde el televidente será testigo del rescate de una vasija chocolatera o del registro de una impresionante pared con pintura rupestre
El director Francesco Patierno.
en el interior de la cueva Huachabí, en Campeche.” El tercer programa, “Tras la huella del Juncal: crónica de una expedición”, es un relato sobre la búsqueda de los restos de los buques de la flota de la Nueva España desaparecidos en el otoño de 1631 en el Golfo de México, donde estarían los restos de las naves Santa Teresa y Nuestra Señora del Juncal. Es una de las investigaciones a las que expertos del INAH han dedicado más de dos décadas para hallar sus restos. Se hundió en la llamada Sonda de Campeche y se presume iba cargado de oro y plata. La serie concluirá el martes 2 de junio con “El Nevado de Toluca, lo sagrado en las alturas”, en el que se presenta un proyecto de investigación de arqueología subacuática de alta montaña y se revela la ritualidad hacia este volcán que escalaban los pobladores del México precolombino para rendir culto a sus dioses y ancestros. Los programas se repetirán los miércoles 13, 20 y 27 de mayo y 3 de junio, a las 8:00 de la mañana.
Escena de la serie documental Arqueología Subacuática que transmite Canal 22.
Cosas del otro mundo PORCOLUMBAVÉRTIZDELAFUENTE Eurochannel proyecta la comedia Cosas del otro mundo, dirigida por Francesco Patierno, protagonizada por Diego Abatantuono, Maurizio Donadoni y Laura Efrikian, e inspirada, a decir del propio cineasta italiano, en el largometraje Un día sin mexicanos, de Sergio Arau. La migración es un tema que polariza. Mientras los más nacionalistas en todos los países exigen normas más estrictas para impedir la llegada de extranjeros, otros abogan por la inmigración para evolucionar en términos culturales y económicos. Eurochannel invita al norte de Italia para reflexionar sobre ambos lados de la discusión y descubrir qué pasa cuando los inmigrantes desaparecen en Cosas del otro mundo, es como sucede en Un día sin mexicanos, que desparecen todos los trabajadores mexicanos que no tienen papeles legales en Estados Unidos. Bajo la dirección de Patierno esta historia invita a una ciudad con un alto porcentaje de los trabajadores inmigrantes, todos ilegales. En la ciudad, hay un industrial que conduce un programa de televisión tan políticamente incorrecto que se convierte en extremista. Un día, sin embargo, sus deseos se hacen realidad: todos los inmigrantes invitados a abandonar la ciudad en cada emisión, lo hacen para siempre. Con esta película, el director ofrece la respuesta a la pregunta que dio origen a la película: “¿Se puede vivir sin kebabs?” Patierno desarrolla una comedia que refleja, en un mundo ya globalizado, cómo serían las vidas hoy sin la presencia de inmigrantes. Además, el largometraje es enriquecido con la actuación de una leyenda de la comedia italiana, Diego Abatantuono, cuya interpretación hará que los espectadores amen y odien su personaje. Cosas del otro mundo va más allá de un retrato de las consecuencias sociales y económicas de la desaparición de los inmigrantes. Plantea una pregunta contundente: ¿sentiríamos la ausencia de los inmigrantes desde un punto de vista emocional? No se pierdan esta divertida comedia para descubrir la respuesta. Eurochannel la proyectará varias veces en este mes.