[ Letras ] DE CAMBIO
SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 3 DE AGOSTO DE 2013 |
FORMAS BREVES
JJ Cale La voz del desierto JAIME MARTÍNEZ OCHOA | PAG. 6
El tatuaje corporal y facial (y 2)
Haciendo tiempo, segundo plato de Los Jaigüey
Ajedrez: Cómo ayudarnos de la computadora
SONIA IGLESIAS Y CABRERA | PAG. 2
ROBERTO PONCE| PAG. 4
MANUEL LÓPEZ MICHELONE| PAG. 5
CREACIÓN PRIMO LEVI | PAG. 7
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El tatuaje corporal y facial (y 2) Un repaso por diversas culturas en el mundo POR SONIA IGLESIAS Y CABRERA
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Los antropólogos del siglo XX nos dicen que los dibujos no sólo eran geométricos, sino que los rapa nui se tatuaban utensilios domésticos y de trabajo tales como casas, botes, anzuelos, bastones de danza, puntas de jabalina; a más de algunos animales como gallinas o pájaros. A los costados del cuerpo se pintaban los diseños llamados parepu, los cuales consistían en cabezas. Aparte de los diseños comunes a todos, cada quien era libre de pintarse lo que quisiera. Las mujeres se tatuaban comúnmente un diseño llamado retu, consistente en dos líneas paralelas colocadas en la parte alta de la frente, con redondeles del tamaño de un capulín grande. El pangah’a eran dos fajas en forma de cuñas que se ponían en las mejillas; el rima kona abarcaba el dorso de las manos, uñas, muñecas y parte de la palma de la mano. En el pecho se solía poner la figura del ao la cual representaba una insignia de mando; o bien, un anzuelo al que llamaban mangai. En la cara predominaban las anchas líneas paralelas que la cubrían en su totalidad. Respecto a los motivos que tuvieron los rapa nui para tatuarse no se sabe nada. Posiblemente obedezcan a la necesidad de obtener la protección y ayuda de los dioses. Las representaciones de los tatuajes que se conservan demuestran que eran tan bellos como los de los maoríes. Los ocho años era la edad ideal para empezar a tatuarse. El artista del tatuaje empleaba un cincel de hueso que encajaba en la carne con un mazo, a fin de introducir el pigmento en la epidermis. El trabajo se llevaba a cabo poco a poco, por lo cual eran necesarias muchas sesiones que se acompañaban de mucho dolor, fiebre y malestar. Pasados un poco más de doce años, el cuerpo se encontraba completamente tatuado.
Los haida y los ki-da Los haida habitan la costa oeste norteamericana, el archipiélago Haida Gwaii, en la Columbia Británica y el sureste de Alaska. Se denominan a sí mismos xa’ida, pueblo, y hablan una lengua de la familia de las nadené. Los tatuajes, ki-da, que utilizaban los indios haidas son muy famosos por su belleza y complicación en el diseño. Fueron uno de los pueblos que más utilizó el tatuaje como símbolo de distinción de los diversos clanes en que estaban organizados. Los diseños están estrechamente ligados al origen mitológico de creación de cada clan y se empleaban también en los tótems y en diversos objetos que servían para venerar a los ancestros o para delimitar el territorio que ocupaba cada clan. El mito de origen se trasmitía por medio de la tradición oral. Los dos clanes más importantes de los haida fueron el clan del Cuervo y el del Águila, subdivididos en familias como la
bros, el pecho, los muslos, las piernas y algunas veces la espalda. Las mujeres se tatuaban el pecho, los hombros, los antebrazos, y las piernas; aquéllas que habitaban la costa noroeste, acostumbraban tatuarse también las manos y la cara con puntos y líneas rectas que no tenían ningún significado. En cambio los tatuajes que se colocaban en las manos y los brazos de las mujeres indican su nombre de familia, independientemente del clan al que pertenezcan: Oso, Cástor, Lobo, u otros. Los instrumentos empleados consistían en agujas atadas a un mango de palo de palo, de marfil o de hueso al que se ataban cinco o seis agujas con las que se pinchaba la piel. En un recipiente de piedra se colocaba una mezcla de magnetita que proporcionaba el color negro, y una de hematita, que da el color rojo. Para aplicar los pigmentos se empleaban pinceles de madera de cedro con el tipo de agujas que se requería a fin de dibujar, sombrear o rellenar el dibujo; las agujas estaban hechas de marfil, hueso, púas o espinas de determinados peces. Como el procedimiento era doloroso, se le daba al que se tatuaba una bebida analgésica para mitigar el dolor.
El tatuaje de mariposa
Respecto a los motivos que tuvieron los rapa nui para tatuarse no se sabe nada. Posiblemente obedezcan a la necesidad de obtener la protección y ayuda de los dioses. del Oso, el Lobo, la Comadreja, la Rana, el Tejón, el Colibrí, etcétera, a los que representaban por medio de tótems. Cada vez que una persona se tatuaba, se la presentaba a la comunidad en la ceremonia del potlach, festividad que tiene como objeto honrar a los muertos y sus hazañas, y dar prestigio a los vivos El potlach puede durar de cuatro a ocho días, al final de los cuales se da inicio a la ceremonia de perforar las orejas y tatuar el cuerpo de los niños. El último potlach en que se realizaron tatuajes tuvo lugar en el invierno de 1900 en la aldea de Skidate, situada en las Islas Reina Carlota. Los hombres se tatuaban en los hom-
En la República Popular China, existe un grupo cultural llamado dulong, localizado, principalmente en el valle del río Dulong, en la provincia de Yunnan. Este grupo está en proceso de extinción, pues en el año 2006 eran aproximadamente 6,000 personas. Las mujeres dulong acostumbraban tatuarse en la cara una mariposa azul. En la nariz se tatuaba el cuerpo de la mariposa, en la frente las antenas, y en las mejillas las alas. El tatuaje-mariposa se elaboraba en las niñas que habían cumplido doce años, como una marca simbólica de que ya habían alcanzado la pubertad y como parte de su identidad, ya que las mariposas variaban según el subgrupo al que se pertenecía. Según Peng Yiliang, estudioso de las tradiciones, se cree que el tatuaje se realizaba con el fin de que las mujeres se viesen más hermosas, o para afearlas e impedir que fuesen raptadas. La mariposa tatuada simbolizaba las almas de los muertos. El tatuaje se realizaba con agujas de bambú y tinta elaborada con ceniza. El proceso duraba cerca de ocho horas; las mujeres no podían lavarse la cara en cinco días, para no estropear el trabajo. La práctica de esta costumbre fu abolida en 1967. Actualmente, sólo quedan treinta y ocho mujeres de la etnia dulong, que ostentan la mariposa azul; entre ellas una mujer de 98 años llamada Lape Nannie, habitante del distrito de Gongshan, quien comentara en una entrevista: En realidad espero que la gente recuerde las maripo-
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sas tatuadas en nuestras caras después de que hayamos muerto. Las mujeres jóvenes dulong opinan que arruinarán su cara poniéndose una mariposa azul.
El rostro de las mujeres birmanas Birmania se denomina en la actualidad República de la Unión de Myanmar, se encuentra localizada en el sureste asiático. El tatuaje que acostumbran hacerse las mujeres birmanas en la cara, tiene origen mitológico. La leyenda nos cuenta que un rey se encontró con una bella joven chin en unos de sus frecuentes viajes. Le gustó tanto la muchacha que le hizo la corte, y una vez cumplido su propósito, la abandonó. Asustadas, las muchachas chin se pintaron las caras con carbón, para ocultar su belleza, pero, la pintura se caía muy rápidamente, por lo cual decidieron tatuase la cara, y así evitar que el rey las sedujera. El procedimiento del tatuado facial es lento y muy doloroso. El pigmento consiste en una pasta elaborada con carbón, la cual se aplica por medio de una espina que va perforando la piel a base de pinchazos. Como el dolor es muy fuerte, se requieren varios días. Cuando se tatúa la parte de la boca, las mujeres no pueden comer y se alimentan de líquidos. La costumbre ha sido prohibida en Birmania, y sólo quedan algunas mujeres tatuadas en el campo, casi todas de edad madura.
Las mujeres taroko de Taiwán Cuando llegaban a la edad adulta, las mujeres de la etnia se sometían al ritual del tatuaje facial. Sus razones respondían a necesidades religiosas, pues creían que solamente si se llevaba la cara tatuada podrían cruzar el Puente del Arco Iris, para acceder al Cielo cuando les llegase la hora de la muerte. Hoy en día, la costumbre está prohibida, y es difícil encontrar mujeres tatuadas.
El clan serpiente de pakokku Desde muchísimo tiempo, en Burma los encantadores budistas de serpientes se tatúan como una medida de protección contra tales reptiles. La leyenda cuenta que una cobra gigante ayudó al dios Buda de no morir en una fuerte tormenta. Asimismo, la serpiente es sagrada porque se la considera representativa de la fertilidad. Ninguna serpiente muerde a los integrantes del clan, pues están protegidos por sus tatuajes. El procedimiento de realiza con una aguja de metal y tinta a la que se le mezcla veneno de serpiente. Los encantadores se tatúan cada semana, en medio de una ceremonia que incluye cantos y rezos. Los tatuajes consisten en símbolos budistas.
La ceremonia Musha La etnia de los matis se denomina a sí misma con el vocablo mushabo, que significa gente tatuada. O bien, emplean el término wanibo, “gente del chontaduro”, que remite a las espinas con que se tatúan que provienen de la palma de chontaduro. Cuentan con un solo diseño que los identifica como parte del grupo de los matis. Se trata de una reafirmación de pertenecía a un grupo indígena. La ceremonia del tatuaje dura 15 días, sin contar con la semana previa de preparación, en la cual los hombres preparan la carne y las mujeres la bebida y las vasijas en que ha de guardarse. En la ceremonia, los espíritus ancestrales llamados mari-
win hacen su aparición, y se quedan durante todo el tiempo que dura el ritual. Son espíritus que les pegan a los niños con el propósito de hacerlos fuertes y aguantadores. Se trata de días de gran actividad en donde toda la comunidad participa. Para evitar el cansancio, se consume tachik, droga de origen vegetal. Las personas que se van a tatuar son adolescentes, hombres y mujeres, que han estado en reclusión por cinco días. Para tatuarlos se emplean agujas y un pigmento compuesto de resina de papaya, huito y un compuesto de hojas quemadas de nimen y timpa. El proceso es sumamente doloroso, pero los jóvenes se aguantan el dolor para quedar bien con los miembros de su tribu y con los espíritus mariwin. Se empieza por tatuar la mejilla izquierda; luego la derecha formando seis u ocho líneas paralelas. Luego se procede con las sienes y la frente, lugares fuertemente dolorosos. En la sien se dibujan dos líneas. Tanto los hombres como las mujeres se
tatúan de la misma manera y con los mismos diseños.
El tatuaje en la cornea En nuestros tiempos, se ha puesto de moda el tatuaje en la cornea de los ojos. La idea surgió en Canadá en el año 2008, en una empresa de nombre ModProm que deseaba explotar esta modalidad aún a riesgo de lastimar seriamente los ojos. Utilizaron los ojos de un joven llamado Pauly Unstoppable quien decidió someterse a la prueba del tatuaje de la cornea a la cual le pintaron de azul. Empleando un procedimiento oftalmológico que era frecuente para corregir algunas imperfecciones de los ojos desde finales del siglo XIX, tales como cicatrices corneales y leucomas, se inyecta tinta en los ojos, a fin de colorear la parte blanca con el color que se desee, y no se trata de formar diseños en el ojo. Sin embargo, el tatuaje en el ojo con fines terapéuticos es mucho más antiguo.
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Galeno de Pérgamo, médico y filósofo romano (131-210 a.C.), utilizó sulfato de cobre reducido para colorear un leucoma corneal en el año de 150. En 450 d.C., Aecio de Amida, médico y escritor bizantino, llevó a cabo el procedimiento con el fin de cubrir las opacidades leucomáticas del ojo. En 1869, un cirujano llamado Luís Von Wecker introdujo un nuevo método en el cual empleó tinta china para tatuar el leucoma del ojo de un enfermo. Fue Wecker el primero que aplicó en el paciente cocaína para evitar el dolor de la aplicación de la tintura, a la que introdujo en el ojo por medio de una aguja acanalada Más tarde se utilizaron otros pigmentos como tinta india, tinturas orgánicas, pigmento uveal de ojos de animal, hollín, y una combinación de tinta china y polvo de oro. Hoy día el tatuaje de la cornea se aplica cosméticamente en leucomas corneales, para cubrir colobomas de iris traumáticos y aniridias, y en pacientes que no toleran lentes de contacto cosméticos y que no resisten el trasplante corneal. El procedimiento que se emplea actualmente, consiste en inyectar tinta debajo de la capa superior del ojo. Se utiliza una pequeña jeringa con la cual se dan cerca de cuarenta piquetes. Además del tatuaje en la cornea, se ha puesto de moda el implantarse pequeñas joyas en el globo ocular. Se trata de joyas de platino que miden 3 milímetros. El procedimiento se realiza en cerca de quince minutos y tiene un costo aproximado de 700 dólares. La idea fue desarrollada por el Instituto para la Cirugía Ocular de Holanda. Existen cinco modelos de estas joyas, las que reciben el nombre de jewelEye,” joya para el ojo”: corazones, estrellas, símbolo del euro, trébol de cuatro hojas y notas musicales.
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Los Jaigüey.
Segundo plato de Los Jaigüey RESEÑA. Haciendo tiempo tiempo, nueva grabación de la banda del DF. Por ROBERTO PONCE
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uatro años pasaron desde aquel muy aclamado primer álbum homónimo del trío de rock Los Jaigüey en 2009, y recién esta fina banda de los hermanos Jacob y del bajista Poncho Figueroa presentó su sorprendente segundo CD, Haciendo Tiempo, en el Centro Cultural España del DF. La rola “Una historia o dos” abre el plato láser a ricos golpes de rock firme y coros por parte del baterista Ricardo Jacob, los variados juegos melódicos de Gustavo Jacob en la eléctrica, más el comando grave y preciso de Poncho Figueroa, quien narra un fracaso amoroso: Pasó mucho tiempo que te estuve llamando Siempre ocurre algo, pero no nos encontramos Estoy cansado que tú no des la cara No puedo creer que ya no me quieras nada, nada…
La visión crítica y social de Los Jaigüey se entrega en ropajes fonqui con “Un trozo de carne” y en la dureza manifiesta de “Primero de diciembre”, y por contraste “Gente de siempre”, una balada nostálgica con pinceladas urbanas: En el fondo de este callejón, una plegaria a la Virgen de los Locos y de los Abandonados… Una madre con su hijo dentro del vientre Pienso en lo que siente y sufre toda la gente…
Divertimento caribe, “Amor de locación”, lanza un guiño del trío al estilo Tin Tán, en tanto que la ensoñación temática de “Sigue tu voz” pareciera un viaje cargado de onirismo ácido en tributo a la bella e inolvidable Rita Guerrero, vocalista reina del conjunto
Santa Sabina con Poncho, quien le canta: Lejos de tu voz, el tiempo, sabes, es el único que puede sanar Tu ausencia se volvió este vacío que no lleno y que no voy a llenar… ¿Bailamos? Siento tu pelo tan largo, tan negro, tocando mi piel En un camino de luz te veo bailando conmigo Es como un hielo azul… es como un cielo fragante Estás cantando conmigo…
El séptimo corte del CD se intitula justamente “Haciendo tiempo”, donde Los Jaigüey demuestran cuánta perfección puede brindar su sonido redondo, armado con maestría, y el gran click que logra la química de los tres músicos en sus mejores momentos vibrantes. Este plato láser cierra con “Inocencia inconciencia” y la novena de experimentación final “Todo está aquí”. En total, suman casi 38 minutos de Haciendo tiempo, un disco que puede escucharse por internet (en el sitio https://soundcloud.com/ #losjaig-ey-haciendotiempo). Los Jaigüey se formaron en 2005, durante el Homenaje a Rockdrigo González en el Zócalo de la Ciudad de México, a invitación de los hermanos Jacob (del grupo Escalera de Jacob) para que se les uniese en este novedoso proyecto musical Poncho Figueroa. Después se añadió Mario Márquez en los diseños visuales a partir del video clip “Pedernal” de Los Jaigüey, al lado de Lola Sosa. Desde entonces, los frutos de su calidad artística, singular humor y emocionantes piezas, suenan inagotables tanto en los conciertos como en ambos discos que llevan grabados.
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Cómo ayudarnos de la computadora AJEDREZ :: POR MANUEL LÓPEZ MICHELONE
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arry Kasparov no necesita presentación. Fue el mejor ajedrecista del mundo por 25 años y consiguió el rating más alto de la historia del ajedrez —2,851 puntos— hasta hace menos de un año, cuando el prodigio noruego Magnus Carlsen lo sobrepasara y llegara a la estratosférica cifra de 2,872 puntos. Fue Kasparov el campeón mundial más joven de la historia, al obtener el título a los 22 años de edad. Vamos, en suma, un privilegiado de la diosa Caissa, la diosa del ajedrez. En estos días Garry Kasparov vino a México a dar una plática, en el marco de las conferencias que Riskmathics Financial Innovation ha organizado. Esta empresa ofrece capacitación en temas como Administración de Riesgos, Productos Derivados y otros sectores de Finanzas Cuantitativas. Más de uno podría preguntarse, ¿qué tiene que hacer un campeón de ajedrez en estos asuntos de negocios, de finanzas, de riesgos de esta naturaleza? Es claro que en el mundo de los negocios es clave la actitud, la planeación, la manera de llevar a cabo acciones para llegar a las metas propuestas. ¿Quién mejor que un campeón mundial para hablar de planeación y estrategia? Pues bien, Kasparov se presentó el día 13 de junio en la Ciudad de México, con una plática llamada Man vs Machine (Hombre vs Máquina). El excampeón del mundo centró su intervención en el asunto de las computadoras contra los seres humanos. Era clara la idea a partir de que Kasparov perdiera un match contra Deep Blue, el proyecto de IBM. Rercordó que la máquina analizaba, en 1997, unos 200 millones de jugadas por segundo. En otras palabras, era el cálculo de fuerza bruta contra la capacidad humana. Garry dijo que mientras la máquina hacía 99% de cálculos de variantes, sólo tenía un entendimiento real de ajedrez de 1%, mientras que el hombre tenía un 99% de entendimiento y 1% de cálculo de variantes. Y entonces planteó la tendencia mundial: grandes bases de datos en todos los aspectos. Tenemos gigantescas bases de información y la herramienta Internet para acceder a todo ese cúmulo de datos, pero eso no es quizás lo importante, porque estamos perdiendo la perspectiva de cómo usar toda esa información. Antes, mencionó Kasparov, enfrentábamos los problemas más con inteligencia que a fuerza bruta y puso un interesante ejemplo: en 1969 todo el poder de cómputo de la NASA era menor que el que tiene en su teléfono móvil. Y sin embargo, con esa incipiente capacidad de cómputo se llevó un hombre a la Luna y se regresó a casa sano y salvo. Los cálculos matemáticos se hicieron en estas casi primitivas computadoras y lograron semejante hazaña. En lo que se refiere al ajedrez, mencionó la tendencia de creer que lo que dicen los motores de ajedrez, los engines que cada vez juegan mejor, es la verdad absoluta. Kasparov trabaja con muchos jóvenes ajedrecistas que casi idolatran las decisiones que muestra la computadora. Y aunque no lo dijo, hizo ver que los ajedrecistas deben analizar por sí
mismos, aunque estén equivocados, porque esto conlleva una enseñanza. A manera de analogía dijo que Tomás Alva Edison no fracasaba cuando ponía un filamento en su invento del foco eléctrico y éste se quemaba, sino que Edison decía: “No he fracasado, he hallado cientos de materiales que no debo usar en mi invento”. De hecho, aunque no hizo mención de esto, Botvinnik, el patriarca del ajedrez ruso y mentor de Kasparov los primeros años de su meteórica carrera, le recriminaba a Garry cuando éste le decía al viejo maestro sobre la variante de moda. Botvinnik le decía: “¿y ésta es la jugada correcta?”. Garry respondía: “Sí, es la que está en boga”... Y entonces Botvinnik le insistía: “No creas a nadie, no creas en las jugadas que te dicen que son las correctas. Debes analizarlas por ti mismo”. Y en ese mismo tenor, Kasparov mencionó que cuando jugó contra Karpov por el campeonato del mundo (1984-85), él había hecho análisis de ciertas líneas de aperturas. Y que cuando jugaba y encontraba que se presentaba la posición analizada, él sentía que tenía una especie de “espada mágica”. Curiosamente, analizando esas variantes “secretas” años después, usando computadoras, halló que todos sus análisis eran defectuosos y, por ende, no había tal espada mágica, sino más bien un cuchillo roto (Garry usó esas palabras). Pero lo importante aquí era, precisamente, la sensación de tener en sus manos un arma formidable, la actitud ante la lucha. Garry Kasparov, hay que decirlo, fue el primer ajedrecista que empezó a usar la computadora como un ayudante para hallar las mejores jugadas en las diversas posiciones que analizaba. De los primeros años de estos
programas a la fecha, han pasado algunos años y probablemente hoy las computadoras caseras puedan tener programas que por unos 500 pesos juegan mejor que la millonaria máquina de IBM, la ya desmantelada Deep Blue. Kasparov jugó de hecho en dos ocasiones contra este tipo de programas en máquinas caseras: contra Fritz y contra Junior. El primero es un programa alemán. El segundo es un programa israelí. Dijo Kasparov que estos programas tenían, cada uno, su personalidad. Mientras Fritz era sólido cual roca, el programa israelí era más creativo. Y llama la atención esta idea, porque uno esperaría que los programas jugasen mecánicamente y ya. Desde luego que estas personalidades se van desvaneciendo ante nuevas ideas que se alimentan en los programas y que valoran más detalladamente que hace unos años. Por ende, Kasparov indicó quizás el plan a seguir en este mundo computarizado: usar las máquinas para ayudarnos, no para desplazarnos, para hacernos a un lado. La creatividad de las computadoras es nula en este sentido y, para apoyarse, citó a Picasso: “Los ordenadores son inútiles. Sólo pueden darte respuestas”, enfatizando que no son capaces de formularse pregunta alguna. Y tal vez Garry quiso mostrarnos el quid de la cuestión: el hacerse las preguntas correctas como una fase de lo que tiene que ver con este tema tan elusivo como la creatividad. El excampeón del mundo concluyó sobre lo que hay que hacer en términos del reto que enfrentamos: podemos usar las computadoras para resolver problemas como el mandar a un hombre a la Luna, o bien, dedicarnos a matar cochinitos lanzando pájaros criminales en el juego Angry Birds. La decisión es nuestra.
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JJ Cale, la voz del desierto FORMAS BREVES. JAIME MARTÍNEZ OCHOA
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J J Cale no le gustaba ser famoso, pero sí que músicos famosos cantaran sus canciones, porque eso significaba cuantiosas regalías. Por eso no tenía ningún empacho en que otros presumieran de virtuosismo con sus acordes, el caso de Eric Clapton, Dire Straits y Lynyrd Skynyrd, que hicieron famosas canciones suyas. Él prefería sentarse en los escalones de su casa suburbana de Escondido, en el condado de San Diego, con la guitarra en la mano, y tocar y cantar esas lentas canciones de amor y desamor que se extendían sobre las casas como humo de una fogata invernal. Reacio a las entrevistas y a las extravagancias de los rockstar, Cale prefería las intimidades de los estudios, donde podía pulir una y otra vez sus exquisitas canciones. Tampoco le gustaba interactuar con otros músicos: si él sabía tocar todos los instrumentos y hacer las mezclas en las cajas, ¿para qué apelar a otros músicos o a productores que no lo entenderían? Mejor trabaja solo; pagaba lo que tenía que pagar a los estudios y se metía de lleno en sus discos, con el único apoyo de unos cuantos ingenieros de sonido. Le pegó la fama porque esta les pegó a sus cantantes, entre ellos Eric Clapton, el más famoso, que después le devolvió la cortesía grabando un disco a medias con él. En un mundo en el que todos quieren ser célebres, él prefería pasar desapercibido, aunque no juzgaba mal que otros quisieran estar en la cúspide, como su amigo Eric, a quien prácticamente le transmitió su segundo estilo, el del blues lento. Para Cale la felicidad consistía en que un músico de talento grabara alguna de sus canciones porque eso se traduciría en regalías, lo que le permitiría vivir sin apuros durante unos meses en los que podría darle salida a todas las canciones que almacenaba en su espíritu. Era un hombre de gustos frugales, al que no le importaban las propiedades ni la vida de lujos. Vivía en carros rodantes, en casas rentadas y todo su gusto se le iba en componer canciones. No se sentía un personaje especial dentro de la música; creía que lo suyo era escribir canciones y no en rodearse de amigos y bellezas; pero tampoco se sentía un amargado porque el mundo apenas lo conociera; sutil e irónico, solía decir que él simplemente era una pieza en el engranaje. Solía decir, entre veras y risas, que él era tan corriente como Britney Spears, salvo que a él no le gustaba quitarse la ropa. Tenía una voz profunda y nasal, muy lenta, como si cantara en un oasis rodeado de arena, ahíto de cigarrillos y botellas de borbón. Ya uno podía imaginarse el olor de la hierba recién segada y el canto de los grillos. Su guitarreo no era espectacular, pero conocía las claves de la melodía y aunque tenía un estilo monótono, nunca se repitió. Uno sentía que su música era para escucharse en una carretera, de viaje a la playa, en un mediodía luminoso bañado de cervezas y paisajes verdes. O bien ya en la playa, cercado por altas montañas de piedra, de frente al esplendoroso Océano Pacífico. En todo caso, sus canciones son solares como el verano, llenas de calor, lluvia, polvo, pájaros, mariposas e insectos. Uno cree escuchar en él al viejo Neil Young, a Van Morrison, a Lou Reed; pero, en esencia, a quien uno escucha es a él mismo, su propia constancia como músico independiente.
De sus discos, los más famosos fueron Naturally y Trobaudor, de donde fueron extraídos los clásicos que otros hicieron famosos: Crazy Mama y Call me the brezze, del primero, y Cocaine, del segundo. Son discos que, como sus nombres lo indican, sonaban con una gran naturalidad, sin artificios, y en cuyo fondo se escuchaba la voz de un trovador que no tenía otra intención que construir canciones hermosas, a medias entre el blues, el rock clásico y las rancheras. Yo gusto también de otros discos, Guitar man, Okie, Really, pero esto sólo lo admito si alguien me pone una pistola en la cabeza pues, en esencia, cualquiera de ellos es de mis querencias. Cale fue como otro artista huraño a la fama, el escritor Cormac McCrthy, aunque, en su
JJ Cale.
caso, supo resistir el asedio de la fama que en los últimos años se paseó frente a las puertas de su tosca casa de recia madera. La salvedad con el caso del autor de Meridiano de sangre es que si bien Cale logró la fama a través de otros, nunca quiso subirse a esa fama ni transigir con nadie. Muerto ya, no dejo de imaginármelo sentado en las afueras de su casa de Escondido, con su guitarra en la mano, tocando canciones para sí mismo, sin pensar que a alguien le podían gustar pero deseando, secretamente, que a alguien le gustaran y las hiciera famosas para seguir gozando, vía regalías, del fabulosos arte de escribir canciones. jmochoa4@hotmail.com
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CREACIÓN
Kraus* Primo Levi
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uando llueve uno querría poder llorar. Estamos en noviembre, llueve desde hace diez días y la tierra es como el fondo de un pantano. Todas las cosas de madera huelen a moho. Si pudiese dar diez pasos a la izquierda, hasta donde está el cobertizo, estaría a salvo; me bastaría con un saco para cubrirme la espalda, o tan sólo la esperanza de un fuego donde secarme; o quizás con un trapo seco que meterme entre la camisa y el espinazo. Lo pienso, entre una palada y otra, y me convenzo de que tener un trapo seco sería una auténtica felicidad. Es imposible estar ya más mojado; lo único que hace falta es procurar moverse lo menos posible, y sobre todo no hacer movimientos nuevos, no sea que cualquier otra porción de piel se ponga en contacto sin necesidad con la ropa empapada y gélida. Es una suerte que hoy no sople el viento. Es extraño, de alguna manera se tiene siempre la impresión de tener suerte, de que cualquier circunstancia, tal vez infinitesimal, nos sujeta junto al abismo de la desesperación y nos permite vivir. Llueve, pero no sopla el viento. O tal vez llueve y sopla el viento: pero sabes que esta tarde te toca a ti el suplemento de potaje y, entonces, también hoy encuentras fuerzas para superar la tarde. O incluso tienes lluvia, viento y el hambre cotidiana, y entonces piensas que si no te quedase otro remedio, si no sintieses en el corazón más que sufrimiento y tedio, como a veces sucede, que te parece en verdad yacer en el fondo, pues bien, aun entonces pensamos que si queremos, en cualquier momento, siempre podemos llegarnos hasta la alambrada eléctrica y tocarla o arrojarnos bajo los trenes que maniobran, y entonces dejaría de llover. Desde esta mañana estamos clavados en el fango, hasta los muslos, sin mover nunca los pies de los dos agujeros que han hecho en el terreno viscoso; oscilando sobre las caderas a cada palada. Yo estoy a mitad de la excavación, Kraus y Clausner están en el fondo, Gounan por encima de mí, al nivel del suelo. Sólo Gounan puede mirar en torno a sí, y advierte con monosílabos a Kraus, de cuando en cuando, de la oportunidad de acelerar el ritmo, o eventualmente de descansar, según quien pase por el camino. Clausner pica, Kraus me sube la tierra palada a palada y yo se la subo a Gounan, que la amontona de lado. Otros hacen la lanzadera con las carretillas y llevan la tierra quién sabe adónde, no nos interesa, hoy nuestro mundo es este agujero fangoso. Kraus ha errado un golpe, un puñado de barro vuela y se me aplasta contra las rodillas. No es la primera vez que sucede, sin mucha confianza le advierto que tenga cuidado: es húngaro, entiende bastante mal el alemán y no sabe una palabra de francés. Es largo, largo, tiene gafas y una cara curiosa, pequeña y torcida; cuando se ríe parece un niño, y se ríe con frecuencia. Trabaja demasiado, y demasiado vigorosamente: no ha aprendido todavía nuestro arte subterráneo de economizarlo todo, el aliento, los movimientos, hasta el pensamiento. No sabe todavía que es mejor hacerse golpear, porque de los golpes en general no se muere, pero sí de cansancio, y malamente, y cuando uno se da cuenta ya es demasiado tarde. Piensa todavía… oh, no, pobre Kraus, no es un razonamiento el suyo, es tan sólo una absurda honesti-
dad de empleadillo, se la ha traído aquí dentro, y ahora le parece que es como afuera, donde trabajar es decente y lógico, además de conveniente, porque, según dicen todos, cuanto más trabaja uno, más gana y come. –Regardez–moi ça! Pas si vite, idiot! –impreca Gounan desde arriba; después se lo traduce al alemán: Langsan, du blöder Einer, langsam, verstanden? Kraus puede matarse de cansancio, se sabe, pero no hoy, que trabajamos en cadena y el ritmo de nuestro trabajo es condicionado por el suyo. Ahí está, es la sirena del Carburo, ahora se van los prisioneros ingleses, son las cuatro y media. Después pasarán las chicas ucranianas y entonces serán las cinco, podremos enderezar la espalda, y ahora sólo la marcha de retorno, la llamada y el control de los piojos nos alejarán del reposo. Es la reunión (Antreten) de todas partes; por todas partes se arrastran los fantoches del fango, estiran, los miembros envarados, llevan las herramientas a las barracas. Nosotros sacamos los pies del foso, cautamente para no dejarnos pegados los zuecos, y nos vamos, bamboleantes y chorreantes, a formar para la marcha de vuelta. Zu dreien, de tres en fondo. He procurado poner-
Desde esta mañana estamos clavados en el fango, hasta los muslos, sin mover nunca los pies de los dos agujeros que han hecho en el terreno viscoso; oscilando sobre las caderas a cada palada.
me junto a Alberto, hoy hemos trabajado separados, tenemos que preguntarnos qué tal nos ha ido: pero alguien me ha dado un manotazo en el estómago, me he quedado detrás, mira, exactamente junto a Kraus. Ahora partimos. El Kapo canta el paso con voz fuerte: Links, links, links; al principio duelen los pies, poco a poco uno se calienta y los nervios se distienden. También hoy, también este hoy, que esta mañana parecía invencible y eterno, lo hemos perforado a través de todos sus minutos; ahora yace concluido e inmediatamente olvidado, ya no es un día, no ha dejado rastro en la memoria de nadie. Lo sabemos, mañana será como hoy: quizás llueva un poco más o un poco menos, o quizás en vez de a cavar vayamos al Carburo a descargar ladrillos. O mañana también puede acabarse la guerra, o nos matarán a todos nosotros, o seremos trasladados a otro campo, o se realizarán algunas de las grandes innovaciones que, desde que el Lager es Lager, son incansablemente pronosticadas como inminentes y seguras. Pero ¿quién podría pensar seriamente en mañana? La memoria es un instrumento curioso: desde que estoy en el campo me han bailado en la cabeza dos versos que ha escrito un amigo mío hace mucho tiempo: … hasta que un día no tenga sentido decir mañana.
Aquí es así. ¿Sabéis cómo se dice «nunca» en la jerga del campo? Morgen früh, mañana por la mañana. Ahora es la hora de links, links, links und links, la hora en que no hay que perder el paso. Kraus es torpe y ya se ha ganado un puntapié del Kapo porque no sabe marchar alineado: y ahora empieza a
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gesticular y a masticar un alemán miserable, oye, oye, quiere pedirme perdón por la paletada de barro, todavía no ha comprendido dónde estamos, hay que admitir que los húngaros son una gente muy singular. Ir marcando el paso y pronunciar un discurso complicado en alemán es demasiado, esta vez soy yo quien me doy cuenta de que lleva mal el paso, y lo he mirado, y he visto sus ojos, detrás de las gotas de lluvia de las gafas, y eran los ojos del hombre Kraus. Entonces sucedió algo importante, y viene a cuento contarlo ahora, quizás por la misma razón que fue oportuno que sucediese entonces. Se me ocurrió hablarle largamente a Kraus: en mal alemán, pero lento y recalcado, convenciéndome, después de cada frase, de que la había comprendido. Le conté que había soñado que estaba en mi casa, en la casa donde había nacido, sentado con mi familia, con las piernas bajo la mesa, y encima, mucha, muchísima comida. Y estábamos en verano, y en Italia: ¿en Nápoles?… pues sí, en Nápoles, no es caso de afinar. Y de pronto, sonaba el timbre y yo me levantaba lleno de ansiedad, e iba a abrir, ¿y qué veía? A él, el aquí presente Kraus Páli, con pelo, limpio y gordo, y vestido de hombre libre, y con una hogaza en la mano. Dos
SÁBADO 3 DE AGOSTO DE 2013
kilos, todavía caliente. Entonces Servus, Páli, wie geht’s? y me sentía lleno de alegría, y le decía que entrase y le explicaba a mi familia quién era, y que venía de Budapest, y por qué estaba tan mojado: porque estaba empapado, así, como ahora. Y le daba de comer y de beber, y después una buena cama para dormir, y era de noche, pero había una maravillosa tibieza gracias a la cual en un momento estábamos todos secos (sí, porque también yo estaba muy mojado). Qué buen muchacho debía ser Kraus de paisano: no vivirá mucho tiempo aquí dentro, esto se advierte a la primera mirada y se demuestra como un teorema. Siento no saber húngaro, ahora que su emoción ha roto los diques e irrumpe en una marea de estrambóticas palabras magiares. No he podido entender más que mi nombre, pero de estos gestos solemnes se deduciría que jura y augura. Pobre tonto de Kraus. Si supiese que no es verdad, que no he soñado nada de él, que para mí tampoco es él nada, sino durante un instante, nada como todo es nada aquí abajo, salvo el hambre dentro, y el frío y la lluvia alrededor. * De Si esto es un hombre, Primo Levi (Italia, 19191987). Trad. Pilar Gómez Bedate, Barcelona, Muchnik Editores, 1997, págs. 138-142.