Letras 3 de enero

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[ Letras ] DE CAMBIO

SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 3 DE ENERO DE 2015 |

Rojo Floyd

Una novela sobre la mítica banda FRAGMENTOPORMICHELEMARI MARI|PAG.5

Sobre la vigencia de Sigmund Freud POR JON KELLY KELLY| PAG. 2

Seis grandes plumas ausentes

Marco Polo y Cuernos

POR NIZA RIVERA | PAG. 4

PORFAUSTOPONCEYCOLUMBA VÉRTIZ DE LA FUENTE | PAG. 8

Aliados ALASAZÓNNETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS|PAG.7


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Desde el diván Las frases de Sigmund Freud que usamos sin darnos cuenta PORJONKELLY

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ace 75 años murió Sigmund Freud, pero los términos y frases que popularizó están profundamente arraigados en la cultura popular y el lenguaje cotidiano. ¿Cómo se extendió tanto la jerga freudiana? Está el Freud de los libros de texto; el gran pensador barbudo vienés, pionero del psicoanálisis; el Freud sobre el que los académicos nunca se cansan de discutir. Y está el otro Freud: el del bar; el Freud al que uno podría recurrir cuando menciona los sueños, actos fallidos, o alguien a quien le guste su mamá. Su relación con el primer Freud es tangencial, en el mejor de los casos. Escuche furtivamente una conversación y es probable que, tarde o temprano, aparezca un concepto inventado o popularizado por el artífice de la asociación libre. Complejo de Edipo. Negación. Ello, yo y superyó. Libido. Deseos de muerte. Fijación retentiva anal. Mecanismos de defensa. Desplazamiento. Símbolos fálicos. Proyección. Transferencia. Y, por supuesto, los deslices freudianos. No es solamente la terminología freudiana que forma parte de todo el léxico popular. Es un adjetivo por derecho propio.

Sin competencia “¿Qué pensaría Freud?” y “Eso es algo freudiano” son básicamente expresiones usadas por personas interesadas en hacer saber que fueron a la universidad. Otros intelectuales del siglo XX no pueden competir: ni Sartre ni Chomsky ni Einstein. Las reseñas cinematográficas de los tabloides rara vez citan a Foucault o De Beauvoir. Pero todos saben de qué se habla cuando se menciona a Freud. O al menos creen que saben: el inconsciente, represión sexual, sueños, cuestiones de papá y mamá. “No tienes que leer a Freud para vivir en un mundo donde Freud es importante o para pensar de manera freudiana”, dice Stefan Marianski, de la Casa Museo Freud, en Londres. “Todo lo que necesitas es consumir cultura popular masiva producida desde mediados del siglo XX en adelante”. Freud tuvo la ventaja de ser un escritor extremadamente bueno, que ilustraba el psicoanálisis con referencia a la obra de grandes artistas, como Shakespeare, Dostoievski y Leonardo da Vinci.

Presencia cinematográfica Para el psicólogo Oliver James, “la razón por la cual Freud se convirtió en semejante fuerza cultural es que llegó a la cultura popular a través del cine”. Comenzando con Cuéntame tu vida, la película de suspenso psicológico de 1945 de Alfred Hitchcock, las referencias explícitas a Freud abundan en el cine. Es notable el caso de prácticamente la obra entera de Woody Allen: como dice al inicio de Annie Hall: “Nunca tuve un período de latencia”.

Luego está la dinámica de padre e hijo en El imperio contraataca y, por cierto, Volver al futuro. “Es básicamente el complejo de Edipo”, indica Marianski. “La lógica de Volver al futuro es la misma de Psicosis (otra de Hitchcock), realmente”. También están las novelas de monólogo interior de Virginia Woolf y James Joyce; Salvador Dalí y los surrealistas; Los Soprano y Frasier; la película de 2011 Un método peli-

groso, con Viggo Mortensen como Freud, o cualquier cosa que incluya un recuerdo reprimido, una secuencia onírica o un personaje con impulsos incestuosos. No es que mucho de esto sea estrictamente freudiano, en el sentido que le dan los académicos al término. La brecha entre el Freud de bar y lo que Freud realmente escribió suele ser enorme. Aunque muchas de sus ideas -sobre todo en


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Algunos términos freudianos

torno a “la sexualidad infantil”- eran consideradas peligrosamente radicales durante su vida, los aspectos más desafiantes de su obra fueron poco tratados por los medios masivos. “Creo que mayormente tenemos sólo una idea vaga -quizás defensivamente vaga- de lo que Freud está diciendo, especialmente porque en el campo de la cultura popular su trabajo ha sido procesado para suavizarlo, hacerlo más aceptable, reducir su perspicacia, su complejidad -y, supongo, su dificultad- y convertirlo en una fantasía acogedora y tranquilizadora”, afirma el doctor Nicholas Ray, catedrático de la Universidad de Leeds. Típicamente, al final de la película, se recupera la memoria reprimida, se concede autoconocimiento a la heroína y se da a la audiencia una conclusión narrativa satisfactoria. Pero incluso si Freud es ampliamente incomprendido y tergiversado, y el complejo de Edipo en los dramas televisivos resulta muy distinto del expuesto en La interpretación de los sueños, nadie duda que sus conceptos siguen fascinando al público.

Vigencia de Freud Es aún más notable, dado que mucho de lo que escribió Freud fue superado por investigaciones posteriores y que en algunos círculos académicos sus teorías han sido ferozmente atacadas, particularmente por feministas, que consideran misóginos conceptos como envidia del pene, y lo acusan de ignorar pruebas de que algunos de sus pacientes fueron víctimas de abuso infantil. Freud aún tiene seguidores, incluido Oliver James, quien sostiene la validez de sus escritos sobre los sueños, el inconsciente y el papel de la primera infancia. Pero Marianski admite que Freud es “mayormente leído en departamentos de humanidades”, no por científicos. Sin embargo, mucho de esto no interesa al profano. Quizás lo más significativo, indica Marianski, es que el lenguaje freudiano fue popularizado durante una era particularmente egocéntrica. “Desde una perspectiva histórica, es parte de un movimiento general donde la gente empezó a mirarse más hacia adentro”, afirma Marianski. “Hubo una amplia transformación cultural: ¿cómo se conceptualiza el ego?”. Pero hay mucho en la obra de Freud que hace que la continua prominencia de sus tér-

minos parezca incongruente. Especialmente, sus teorías sobre la represión pertenecen a un mundo anterior a la revolución sexual. “Ahora que los jóvenes parecen ser libres para hacer lo que quieran y hablar de lo que quieran, resulta interesante que Freud les siga interesando”, comenta James. Sin duda, esto no hará que la gente deje de usar terminología freudiana como le parezca, al servicio de una gran actividad del Siglo XXI: colocarse a ellos mismos y a otros en el proverbial diván. Como escribió el poeta W.H. Auden tras la muerte de Freud, “para nosotros ya no es una persona, sino todo un clima de opinión”. Es más elegante que “Freud de bar”. © BBC El “teléfono langosta” (derecha) de Salvador Dalí: el arte surrealista fue muy influenciado por los escritos de Freud. Abajo, la película de 1945 de Alfred Hitchcock Spellbound (“Cuéntame tu vida” en América Latina o “Recuerda” en España) se centra en el psicoanálisis.

· El inconsciente (o subconsciente): Freud decía que mucho de lo que pensamos está oculto de nuestra mente despierta, en nuestro inconsciente o subconsciente; los deseos prohibidos y pensamientos inaceptables se pueden escapar de una manera distorsionada a través de los sueños y “deslices freudianos” o actos fallidos. · El complejo de Edipo: el término de Freud para la compleja serie de emociones que ocurre entre los niños y sus padres, inspirado en el trágico personaje de la obra del poeta griego Sófocles, quien, sin saberlo, mata a su padre y se casa con su madre. · Yo, ello y superyó: una teoría “estructural” de la mente, que la separa entre el ello (el ámbito de los apetitos descoordinados e instintivos), el superego o superyó (que juega un papel crítico y moralizante) y el ego o yo (que pretende un equilibrio entre los otro dos).

Sigmund Freud 1856-1939 · Neurólogo austriaco y fundador del psicoanálisis, es considerado una de las mentes más influyentes -y controvertidas- del Siglo XX. · Nacido en Freiberg, Moravia (ciudad llamada ahora Pribor, en República Checa). · Su familia se mudó a Leipzig y luego se estableció en Viena, donde Freud estudió medicina. · Desarrolló la teoría de que los seres humanos poseen un inconsciente en el que los impulsos sexuales y agresivos están en conflicto perpetuo por supremacía con las defensas en su contra. · Su principal obra, La interpretación de los sueños, fue publicado en 1900 y en él los sueños eran explicados en términos de deseos inconscientes y experiencias. · En 1923, publicó El yo y el ello, que sugería un nuevo modelo estructural de la mente, dividido entre el “ello”, el “ego” o “yo” y el “superyó”. · En 1938, poco después de la anexión de Austria a la Alemania nazi, Freud dejó Viena para ir a Londres, donde murió al año siguiente.


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Seis grandes plumas ausentes PERFILES ::Lasgrandespersonalidadesdelaescrituraquesefueronenel2014.PORNIZARIVERA

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l 2014 pintaba agradable para la cultura de nuestro país, sólo se hablaba de festejos y homenajes en torno a las figuras de Octavio Paz, Efraín Huerta y José Revueltas; sin embargo, sorprendió por el deceso de grandes plumas latinoamericanas. El argentino Juan Gelman, los mexicanos José Emilio Pacheco, Federico Campbell, Emanuel Carballo y Vicente Leñero, así como el Nobel de Literatura colombiano Gabriel García Márquez, brillaron en las letras como oficio, algunos como escritores, poetas y hasta dramaturgos, pero todos coincidieron al trabajar en algún momento de su vida en el periodismo.

Juan Gelman Nacido en Argentina, Gelman falleció a los 83 años de edad a causa del síndrome de mielodisplasia en la Ciudad de México. Aquí vivió desde hacía más de dos décadas, después de que se vio forzado al exilio desde 1975, perseguido por la Alianza Antoncomunista Argentina, la Tripe A. Entre la lista de sus reconocimientos se encuentran el Premio de Poesía Iberoamericana Ramón López Velarde (2003), el Reina Sofía (2005) y el Premio Miguel de Cervantes (2007), que lo convirtieron en el cuarto argentino, detrás de Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato y Adolfo Bioy Casares, en obtener dicho galardón.

José Emilio Pacheco Apenas concluía enero cuando se anunció el deceso del poeta José Emilio Pacheco Berny. El autor de Las Batallas en el desierto falleció en un sin sentido, a causa de un derrame ocasionado por un golpe en la cabeza por una caída en su casa de la colonia Condesa. El último texto que escribió fue precisamente para su columna Inventario que nació en el diario Excélsior y que, luego del “golpe” a la directiva de Julio Scherer, se llevó sin dudarlo al semanario Proceso. Entero físicamente y de carácter afable, el poeta recién había obtenido el Premio Reina Sofía (2009) y el Premio Cervantes de Literatura

(2010), además de otros galardones y reconocimientos, lo que lo catapultaba automáticamente -según voces periodísticas e intelectuales-, como un posible candidato al Nobel de Literatura. Pacheco, quien siempre pedía que le llamaran “José Emilio”, pues prefería que le hablaran de “tú” en lugar de “usted”, sin importar edades, falleció el 26 de enero de este año. Un día después fue homenajeado de cuerpo presente en el aula magna del Colegio Nacional, donde fue miembro durante 28 años.

Federico Campbell Narrador mexicano y periodista de diversos diarios y revistas entre los que destaca Proceso, Federico Campbell obtuvo diversos reconocimientos hasta unos días antes de su muerte. El pasado lunes 27 de enero fue nombrado presidente honorario de la XXXII Feria del Libro de Tijuana, ciudad en la que nació el 1 de julio de 1941. Sin embargo a su regreso contrajo el virus de la influenza AH1N1 que le ocasionó complicaciones durante los días que estuvo internado, hasta que murió el 15 de febrero, según dio a conocer su esposa Carmen Gaitán.

Emanuel Carballo Escritor, ensayista, editor y periodista mexicano, también fue uno de los críticos más reconocidos de México. Una de sus obras más celebradas es el Diccionario crítico de las letras mexicanas en el siglo XIX (reedición corregida y aumentada de Historia de las Letras mexicanas en el siglo XIX). Carballo destacó como director de la revista Cuadernos de comunicación, fue miembro del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, cronista de Cuajimalpa y del directorio de Casa de las Américas de La Habana, Cuba. Originario de Guadalajara, Jalisco, falleció el domingo 20 de abril a la edad de 84 años.

Gabriel García Márquez El oriundo de Aracataca, Colombia, y Premio Nobel de Literatura en 1982, fue noticia internacional

cuando falleció el 17 de abril en la Ciudad de México a los 87 años de edad, a causa del cáncer. Colaborador de Proceso en sus inicios, García Márquez fue el exponente del realismo mágico latinoamericano con Cien años de soledad (1967), así como de otras novelas que lo hicieron mundialmente famoso. Una de las últimas noticias póstumas que su nombre generó fue en noviembre pasado, cuando se anunció la adquisición de gran parte de su archivo por parte de la Universidad de Texas, Estados Unidos. Fue una decisión que su familia se negó a discutir públicamente alegando que estaría bien resguardada en el Centro Harry Ransom de esa institución, que también resguarda archivos de otros premios Nobel. Entre los textos incluidos en la transacción se contaron los manuscritos originales de Cien años de soledad (1967), El amor en los tiempos del cólera (1968) y Memoria de mis putas tristes (2004), así como cartas que el escritor y periodista intercambió con Carlos Fuentes, Graham Greene, Julio Cortázar, William Faulkner, Ernest Hemingway y Jorge Luis Borges. También se incluyeron sus máquinas de escribir Smith Corona y sus computadoras Mac.

Vicente Leñero Escritor, narrador, cuentista, guionista de cine y televisión, además de periodista, Vicente Leñero Otero fue fundador del semanario Proceso, donde fue subdirector de 1977 a 1998. El autor de La voz adolorida (1961), Los albañiles (1964) y Los periodistas (1978) fue despedido con un magno homenaje en el Palacio de Bellas Artes un día después de su fallecimiento, el pasado 3 de diciembre, a causa de cáncer en los pulmones. Entre los reconocimientos que recibió se encuentran el Premio Xavier Villaurrutia por la antología La inocencia de este mundo, y el Premio Nacional de Ciencias y Artes de Lingüística y Literatura, ambos en 2001. En 2011 ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua.

Emanuel Carballo, Gabriel García Márquez, Juan Gelman, Vicente Leñero, José Emilio Pecheco y Federico Campbelll.


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CREACIÓN

Rojo Floyd Michele Mari

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odían seguir llamándose Geoff Mott and the Mottoes… —Nombre horrible, la verdad sea dicha. —O Ramblers… —¡Qué estupidez! —De acuerdo, pero si se quedaban ahí nos habríamos salvado. —Mortifiquémonos, si quieres. Por un tiempo fueron también The Newcomers… —Después Those Without, ¡sic! —Ya… sic, sic… Así y todo no estaríamos como estamos. —Llegaron a llamarse incluso Hollerin’ Blues. —Y Jokers Wild… ¿Te das cuenta? ¡Jokers Wild! —Un momento, hay que ver quiénes estaban… —Con que hubiera uno de ellos alcanza, ¿sabes cómo eran, no? Desarmarse y rearmarse, incluir a otros, hacerse adoptar, reencontrarse, no era solo cuestión de nombres, eran inestables por dentro, como si buscaran la combinación perfecta… deshacerse y rehacerse, cada vez un poco más cerca de la meta… —Y de Sigma Six, ¿qué me dices? —El empeño que ponían en encontrar nombres malos… —Como Abdabs… —Empeorado enseguida con Screaming Abdabs. —O Megadeaths… —Y todavía podíamos salvarnos. Podíamos salvarnos incluso cuando se convirtieron en Spectrum Five. —Hasta con Leonard’s Lodgers, piensa, estábamos a tiempo. Te digo más, hasta con Tea Set, el nombre más ridículo que se haya oído jamás. —Y después… —Vamos, sigue atormentándote. ¿No se te ocurre pensar que tu tormento es también el mío? —Y después… —Cada vez que llegas a este punto te bloqueas, y sin embargo sabes cómo pasó, lo sabes tan bien como yo: sus ojos se posaron sobre un disco mío… —Un disco que habrá visto cientos de veces, como el mío… —Los habrá visto juntos cientos de veces, pero aquella vez… —Si hubiera sido uno de los otros no habría pasado nada, pero era él… —¡Lo sabemos, bien lo sabemos! Él tiene el espectro del diamante en el ojo, él es quien hace verdaderas las cosas, él, él, ¡no aguanto más! —Y quedamos adentro, para siempre. Desde ese momento, desde esa mirada sobre nuestros dos discos. —Fue como si por primera vez nos hubiese visto, dislocados pero unidos… —El poder de un demonio, cada una de nuestras mitades escondida en un nombre… —En un disco… —En un nombre en un disco… Él como un cirujano separó mi mitad, la soldó con la tuya, y nos hizo renacer así. —Los cirujanos normalmente separan a los siameses, a nosotros nos tocó el único que los crea… —Me gustaba mi nombre, Pink Anderson. —Y a mí el mío, Floyd Council. —Me pregunto si hubiera podido ocurrir también con las otras mitades… —¿Quién puede decirlo? Los Anderson Council, no suena tan mal… aunque es bastante flojo… —Hay que admitir, sin embargo, que Pink Floyd es bellísimo.

—¡Sí, pero a costa nuestra! —¡Y pensar que aún podíamos salvarnos, aún podíamos! —¿Por qué los demás se empecinaron con Pink Floyd Blues Band? ¿Crees que habría cambiado algo? —¡Habría que ver! ¿Todavía no has entendido que lo que nos jodió la vida es la belleza? Cuando es esencial, la belleza se convierte en sustancia. Blues Band, y nosotros andaríamos por el mundo separados. —Sí, pero al final el genio se impuso y nos convertimos en esto. —Con la dureza del diamante, se impuso.

Pronunciadas estas palabras, el monstruo rosa se plegó sobre el monstruo fluido, mordiéndole el cuello. El monstruo fluido, como acostumbraba hacer en estas ocasiones, clavó todas sus uñas en la espalda de su semejante más íntimo, desgarrándole profundamente las carnes. Y una sangre clara empezó a correr copiosa a lo largo de un único cuerpo palpitante, una sangre rosa que llegada al suelo fluía, y fluía.

Segunda lamentación Arnold Layne Yo digo ¿no? que cada cual se divierta como quiera, mientras no le haga mal a nadie… cada cual en lo suyo y todos en paz, ¿de acuerdo?, porque ¿quién no tiene secretos?, son la sal de la vida los secretos, y cuanto más pequeños mejor, ¿voy a meter yo la nariz en las manías de los demás, yo? Para nada… Ja, el Arnold es un tipo que si ve algo raro mira para otro lado, y calladito, nada ha visto, así es el Arnold, pregunten si no… Y quisiera saber por qué justo yo tenía que terminar así, que si escuchas mi nombre enseguida piensas en eso… No se hagan los tontos, ¡las bombachas, las bombachas! Como si ahora las mujeres colgaran solo bombachas en la soga, ¡ojalá! ¿Y las medias? ¿Los corpiños? ¿Los camisones? No hay tiempo para elegir, en esos momentos das un manotazo y a correr, después en casa examinas el botín… ¡La de veces que te das cuenta de que te equivocaste! ¡La rabia que da cuando descubres que son calzoncillos! Todo ese trabajo para nada, saltar, rasparse contra los muros, mirar si pasa un policía, si se enciende una ventana, si está el perro, ay dios mío, con la luz de la luna ves lo que estás agarrando pero te ven, también te ven… Después suponte que es gente que conoces, una cosa son las medias de la hija y otra las de la madre, es fácil reconocer las bombachas, con encajes y transparencias las de la hija, tipo calzón las de la madre, pero con las medias es más difícil, cuando están flojas estas de naylon se parecen todas, pero no es lo mismo ponérselas pensando

en la madre, la señora Collington por ejemplo, unos jamones varicosos que si me miro al espejo vomito… La hija, en cambio… ¡Qué voy a hacer! Es lo que me gusta, ¿entienden? Me gusta vestirme de mujer. Me denunciaron, una vez, pero me cambié de barrio y nadie volvió a molestarme… La colección de bombachas que tengo en el armario es única en el mundo, garantizado… Y en un cajón, ji ji… en un cajón especial guardo las usadas, las limpias las puede robar cualquiera, pero las sucias es cosa de profesionales, hay que esperar a que la casa esté vacía, forzar una ventana, saber dónde buscar… A veces no se encuentra nada, pero si tienes suerte, hay cada golpe… cosas de una riqueza… Aquí tienes, esta era mi vida, hasta que llega aquel… no sé ni cómo llamarlo, solo sé que era un vecino de casa, un chico simpático, de pocas palabras, un tipo raro… Nunca hablé con él, ni siquiera le había dicho mi nombre, miren si le iba a contar mi secreto… Bueno, una mañana voy al centro y todos cantan esa canción, la historia de uno que roba la ropa interior de las mujeres y se la pone delante del espejo, uno que se llama exactamente como yo, ¡Arnold Layne! Que es además el título de la canción, así que desde aquel día yo soy el de las bombachas… el hombre que se traviste… Nunca volví a estar en paz… Alguna bromista me deja sus bombachas delante de la puerta, incluso usadas me las deja, pero ya no es lo mismo… Porque yo no he estudiado, pero una cosa me queda clara: esos regalos son para el de la canción, no para mí… Hace unos años vinieron a entrevistarme, con cámara y todo, me dijeron que si yo no estaba tampoco existía ese disco, y que sin disco esos ni siquiera empezaban su carrera, así que, según ellos, debía pedirles unos cuantos billetes… sí, como si yo no supiera cómo terminó ese tipo, intenten ustedes sacarle dinero a uno así, un idiota… Él idiota y yo travestido, para siempre, aunque tenga puesto el mameluco la gente me ve de este modo, con las medias caladas frente al espejo… Pero él también debe de haber oído esa entrevista, porque unos días después me llega a casa un paquete con unas hermosas bombachitas de encaje celeste, bombachitas usadas quiero decir, y… eh… eh… usadas en ciertos días especiales que tienen las mujeres… no exactamente en esos días, sino inmediatamente después, cuando hay pérdidas todavía… ya no tan oscuras, tirando al rosa… y lo extraño es que esas manchas rosadas no se secaban, estaban siempre húmedas y frescas, es decir… como si las produjese la bombacha misma… fluidas, un poco pegajosas… tantos años después fluyen todavía… Bueno, me dije, un regalo así solo me lo puede mandar ese loco, pero qué grande ¿no?, sí, señor, un tipo grande.

Tercera lamentación Bob Klose Lo repito por última vez, tras lo cual pasaré a las vías legales. ¡Intimo a todo el mundo a que se abstenga de llamarme “el quinto Pink Floyd”! Hubo un quinto Beatle, de acuerdo, si bien he oído que se llamara así por lo menos a cuatro sujetos diferentes. Problema de ellos. Así que es la última vez que lo digo. ¡La última! ¡Palabra de Rado Klose alias Bob! Sí, toqué con ellos en la primera formación en la que estaban todos, él y los otros tres. Spectrum Five. De modo que también podría ser considerado como uno de los fundadores. Podría. Y me quedé hasta que nos… hasta que se llamaron Pink Floyd. Yo venía de los Blue Anonymous, por eso se burlaban de mí presentándome en los conciertos como Blue Pink. Para los demás era una broma, pero él… él estaba siempre serio, terriblemente serio


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incluso cuando parecía que se hacía el tonto… A mí me gustaba el jazz, me encontraban demasiado aristocrático… Un día él me aparta y me dice: “Tienes sangre azul, Bob, tenemos que cambiártela un poco”… Dado que le gustaban los juegos de palabras le pregunto por qué, para el nombre del grupo, se inspiró en dos músicos de blues. Me da escalofríos cuando pienso en su respuesta, todavía hoy. “Quédate tranquilo que esa música negra no la tocan más, en las tinieblas en que se encuentran conocen por fin el rosa de la aurora”. Yo me asusté, de verdad, y me fui. Cuestiones de carácter, escribieron, distintas concepciones musicales: ¡mentiras! Fue solo terror, de lo contrario no habría podido salirme a tiempo. Tanto es así que yo estoy aquí, mientras que los demás… bueno, ustedes ya saben cómo acabaron los demás, ¿no?

Cuarta lamentación, ultramundana Stuart Sutcliffe Yo soy el quinto Beatle. El único verdadero. No un productor como Martin, no un organizador como Aspinall, no un ocasional cesionista como Preston, no un baterista dimisionario como Best, no: uno de los cinco fundadores, cuando todavía nos llamaban Quarrymen. Y, según algunos han dicho, uno a la altura de John y de Paul, si no más, a ver si se entiende, el que deja su huella de una vez y para siempre… Por eso la horrible japonesa no quiere ni sentirme nombrar, teme que después de tantos años se haga justicia conmigo… Por otra parte, para ser honestos, no puede no dársele la razón cuando pregunta maliciosamente dónde están los homenajes que mis compañeros me han hecho… ¿Por qué si fui tan importante me olvidaron enseguida? ¿Justo ellos que lo sabían? Este es el punto, ellos lo sabían… Se me considera en general como un ejemplo de mala suerte, ya morir a los veintiuno de hemorragia cerebral no es un bonito destino, pero si sucede inmediatamente después de que has fundado un grupo que van a ser los Beatles, bueno… Dicho así parece realmente una mala suerte monstruosa, pero era un deber… todo relacionado, implicado… al haber creado semejante máquina me tocaba… Me explico mejor: para que la máquina funcionase yo debía terminar así… ¡y vaya si funcionó! Durante años y años siguió funcionando, alimentada por la sangre que explotó aquel día en mi cabeza.

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Diamante lo mantuvieron con vida… sin su sano juicio, pero con vida… Y me pregunto también: ¿estamos seguros de que no es él el más desventurado de los tres?

Primera confesión El hombre ratón Me llamo Richard William Wright, alias Rick, nacido en Hatch End el 28 de julio de 1943. Soy el tecladista de Pink Floyd, sí, el hombre-Farfisa. Soy distinto de mis compañeros, más de lo que puedan imaginar: no me hagan demasiadas preguntas pero les aseguro que es así. Soy el más viejo y el más sabio, y me parezco a un ratón. Roger en cambio es un caballo. Nick es claramente un perro. Y Dave, bueno, no cabe duda de que Dave es un gato. En cuanto a Syd… Syd sé qué es, pero no lo puedo decir. Más bien les sugiero echar un vistazo a las fechas de nacimiento. Roger Waters: Bookham, 6 de septiembre de 1943. Nick Mason: Birmingham, 6 de marzo de 1944. Syd Barrett: Cambridge, 6 de enero de 1946. David Gilmour: Cambridge, 6 de marzo de 1946. Todos el 6. Y si consideramos a Dave en lugar de Syd tenemos tres 6, no necesito aclararles lo que significan. Siempre sentí que entre ellos había algo que me dejaba afuera, no estoy hablando de un entendimiento secreto o de un pacto, es que simplemente para entenderse nunca necesitaron hablar, se comunicaban con

Quinta lamentación, ultramundana Brian Jones Acabo de escuchar a Stuart y sus acongojados lamentos. Le falta, sin embargo, una visión de conjunto. Ha sido el más desafortunado, pero ahora se sienta en el olimpo de los pelícanos evangélicos. Lo sé porque yo también tengo ese honor, junto con el Diamante, para no decir más, dos que hemos participado en la fundación de los Rolling Stones y de Pink Floyd. Yo sabía que algo me tenía que pasar, lo sabía porque era el único capaz de tocar todos los instrumentos y por eso Mick no podía soportarme. Él decía que yo era un exhibicionista, en realidad nunca aceptó que mi talento fuera más grande que el suyo. De modo que cuando el jetón me anunció, después de convencer al resto de la banda, que debía marcharme, yo ya sabía que tenía dos caminos: olvidarlos, y dejar que se apagasen, o dar mi vida para que fueran leyenda, y como amo mis creaciones escogí el segundo camino. El 3 de julio de 1969 me ahogué en una piscina, y tan solo dos días más tarde mis viejos compañeros llenaban Hyde Park con un recital inolvidable. Pero como en este mundo una pizca de justicia hay, las potencias han querido que ellos continuaran bajo la forma de momias: ¿tienen presente el rostro de Keith, el del mismo Mick? ¿Han visto alguna vez a alguien más apergaminado? Y ellos saben por qué están así de resecos, lo saben bien, pagarían millones de libras por el agua de mi piscina… Me pregunto sin embargo cuál es la lógica de las potencias, por qué a Stuart le hicieron estallar el cerebro sin que hubiese saboreado todavía ningún éxito, por qué a mí me concedieron unos años más, por qué al

las miradas, en esto Roger y Dave eran terribles, una mirada de uno y el otro sabía exactamente cómo modificar lo que estaba tocando… También era impresionante Syd, pero de manera diferente, él parecía que nunca te miraba, no miraba nunca nada… Conmigo fue, de todos modos, siempre afectuoso. Una noche soñé con él, habían pasado algunos años desde la última vez que lo había visto y estaba todavía más pálido y alucinado que de costumbre. “Hola, Rick”, me susurra al oído, “sé que están preparando un nuevo álbum…”. Parece que la cosa le agrada, pero yo no logro no sentirme culpable. “Es cierto”, respondo, “Roger y Dave no decidieron aún cómo llamarlo”… “Lo llamarán The Dark Side of the Moon y será algo grandioso. Por eso he venido a preguntarte si no te gustaría, aunque sea por una vez, participar con una canción del todo tuya… música, pero también unas palabras”… “Claro que me gustaría, si tan solo supiera por dónde empezar a enhebrarlas”… Él entonces se pone más pálido, mira fijamente un punto perdido en el vacío, y con un hilo de voz murmura: “Tú intenta, levántate y prueba ahora mismo, pero no les digas nada a los demás”… ¿Quieren saber cómo terminó? Hice como él me decía, y compuse una canción titulada “The Mortality Sequence”. Pocas noches después sueño de nuevo con él, y esta vez en su palidez hay una ligera sonrisa. “Mira que para ser sublime no es obligatorio ser fúnebre”, me dice, “la canción no está mal pero te abate, haría falta algo más eufórico… Este va a ser un disco maravilloso”, agregó, “pero para que sea perfecto le falta un toque de… sí, un toque de sexualidad”… “¿Y a mí me pides sexualidad?”. “A ti, sí, porque los demás son ya

demasiado… oh, confía, mañana te mando una tipa que te ayudará con la canción”… Y la tipa llegó, era una vocalista que se llamaba Clare Torry, una que sacó unos agudos, unos gorjeos que parecían de verdad un orgasmo, en fin, para hacerla corta, entre ella y yo hicimos “The Great Gig in the Sky”. Los demás se quedaron sin palabras. Roger, sobre todo, parecía contrariado. Yo pensaba que era envidia, si me hubiera limitado a la música habría sido distinto, pero las letras eran terreno suyo, nosotros le decíamos “el Lírico” y eso lo llenaba de orgullo. Solo más tarde entendí que no era envidia sino estupor, porque Roger estaba convencido de que había tenido con Syd una relación especial, y esto seguramente era cierto, pero estaba también convencido de que la relación entre ellos seguía siendo incluso más fuerte a la distancia… En todo caso, aunque jamás me dijo nada, yo estoy seguro de que Roger sabía quién estaba detrás del “Gig”.

Segunda confesión El hombre gato Soy yo, David Gilmour, alias Dave, en otras palabras el guitarrista de Pink Floyd. Además de ser la voz y de haber hecho la música de más de la mitad de sus canciones. Sobre mí habrán oído decir muchas cosas: lo bello que era, lo virtuoso que era y sigo siendo, que Roger y yo teníamos la misma relación ambivalente que John Lennon y Paul McCartney, que quién habrá sido el más grande guitarrista entre Clapton, Page, Knopfler y yo, en fin, tonterías. A mí, en cambio, me interesa hablarles de la incomodidad, de cierto tipo de incomodidad que roza lo obsceno. Hay, por lo pronto, algo de genealógico que amenaza y que pesa, algo que no sabría definir sino como una compulsión a sustituir. A entrar en el lugar de otro y ocuparlo. El síndrome del usurpador de cuerpos, podríamos decir. Los primeros amigos con los que Syd tocó se hacían llamar Geoff Mott and the Mottoes; un año después dos de ellos, sin Syd pero con la llegada de Albe Prior, renacieron como Ramblers. Poquísimo tiempo después Prior, que en latín significa “el antecesor”, es reemplazado ¿adivinen por quién? ¡Sí, por mí! Al año siguiente toco en Jokers Wild, junto a un tal Tony Sainty que viene de los Mottoes a través de los Ramblers, y cuando Tony se va, ¿quién lo reemplaza, siendo yo parte del grupo? ¡Mi hermano Peter! Pero esto, claro, es solo prehistoria. Syd y yo vivíamos uno al lado del otro y nos conocíamos desde chicos; más de una vez fui a su casa a tocar, si bien nunca fui parte de sus primeras formaciones. De todos modos nos encontrábamos a menudo y nos contábamos nuestras experiencias musicales. Tal vez por esto, cuando comenzó a dar muestras de locura, los otros tres me eligieron como sustituto. En los últimos meses del ’67 se había corrido la voz de que los Pink Floyd querían reemplazarlo, y se había conformado una lista de aspirantes que daba impresión: prácticamente todas las mejores guitarras del Reino Unido. Los otros dudaban, pero Roger me quiso a mí: yo era el más cercano a Syd, y su principal preocupación era herirlo lo menos posible. En calidad de amigo de la infancia, pensaba, sería más fácilmente aceptado como sustituto: solo a mí me asaltaba la duda de que Syd no fuera a sentirse de ese modo doblemente traicionado. Y descubrí tardíamente, además, que Prior no había sido mi “antecesor” sino el de Syd… El peor período fue a comienzos del ’68, cuando salíamos los cinco. Lo que quiere decir que estaban los Pink Floyd y estaba yo. Mientras estábamos en una sala de grabación era algo soportable, pero en el escenario… ¡Uf, el escenario! La gente no entendía, lo miraba un poco a Syd y un poco a mí, que tocaba sobre él… Lo doblaba, ¿entienden?, ejecutaba exactamente lo que Syd estaba tocando, y cuando equivocaba el tiempo o se bloqueaba yo seguía adelante como si fuera él… Mi estilo, encima, era bastante distinto del suyo, así que yo vivía aquellas performances como innobles imitaciones simiescas, hasta su voz imitaba, otra que Arnold Layne, ¡era yo el travestido! Algunas veces, y eran los momentos más dolorosos, tenía la impresión de que él se percataba de todo, de golpe dejaba de tocar y me sonreía como diciéndome “Ahora sigue tú…”. O


LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN | 7

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bien abandonaba su lugar para ponerse a mi lado, casi pegado, como para hacerle evidente al público que cumplíamos la misma función… Bueno, a esto quería que llegáramos, había que hablar de la incomodidad, si consideramos además que casi todas esas canciones habían sido escritas por él, y que mientras tocabas te invadía la admiración, pero apenas levantabas la vista para mirarlo lo que te invadía era la compasión, lo veías tan abúlico, tan perdido, con un hilo de baba cayendo de su boca semiabierta… Piensen que llegamos a apagarle el micrófono y el amplificador, para que nadie sintiera los horribles sonidos que salían, cada vez más seguido, de su guitarra… Todo muy obsceno, ¿verdad?

Tercera confesión El hombre perro Me llamo Nicholas Berkeley Mason, alias Nick, de profesión baterista. Yo te escuché, maullante señor de las cuerdas acústicas. Eran amigos de la infancia, es cierto, pero Syd y Roger iban a la misma escuela. Mejor dicho, Roger y Roger, porque Syd todavía no se llamaba Syd. Pero esa es otra historia. La mamá de Roger, Mary, se había quedado viuda hacía poco, y se encariñó con Roger-Syd con un entusiasmo que habría dado celos a cualquier otro niño. Roger en cambio bebió de aquel afecto y lo hizo propio, adoptando a Syd como un hermanito: les aseguro que, incluso cuando crecieron, no vi nunca a nadie querer tanto a otro como Roger quería a Syd. Lo he visto llorar cuando Syd empezó a ponerse mal, y era el único de nosotros que tocaba peor cuando Syd no estaba a la altura. Por eso cuando Rick y yo decidimos que había que reemplazarlo, él se opuso con todas sus fuerzas, obstinándose en tenerlo a Syd en todos nuestros recitales, hasta en la gira norteamericana que marcó el derrumbe definitivo de nuestro compañero. La crítica lo había rebautizado “el zombie”, y entre el público había quienes le gritaban de todo. Él los miraba sonriente y se quedaba quieto, o bien hacía el gesto de tocar sin rozar siquiera las cuerdas con los dedos, honestamente entiendo que después de haber pagado la entrada alguno sintiera que le tomaban el pelo… Debo decir, sin embargo, que me daba más lástima Roger, porque Syd parecía en otro mundo. Roger le lanzaba miradas desesperadas para hacerlo volver a la realidad, pero él seguía sonriendo, o apoyaba la guitarra en el suelo y se iba… Cuando también Roger aceptó la decisión de reemplazarlo, dijo que si no escogíamos a Dave, él daría por disuelto al grupo. Nuestro Roger habló siempre como un jefe, y probablemente era lo correcto. Yo hubiera preferido a Jeff Beck, pero los hechos terminaron dándole la razón a Roger. Recuerdo las primeras salidas de a cinco, cuando Roger se apartaba con Dave para darle una infinidad de indicaciones. Dave escuchaba y asentía como el enfermero de un manicomio catequizado por un psiquiatra. Pero había momentos en que las instrucciones no alcanzaban: como aquella vez en la furgoneta, cuando fue justamente Syd quien le dijo a Dave: “Ponle toda la garra esta noche, que quiero hacer un buen papel”. Dave lo miró a Roger para saber cómo comportarse, pero Roger ya se había dado vuelta para esconder sus lágrimas. Rojo Floyd. Michele Mari. Traducción de Eugenia Leva. La Bestia Equilátera. Buenos Aires, 2013. 256 páginas. Novela en 30 confesiones, 53 testimonios, 27 lamentaciones (de las cuales 11 son ultramundanas), 6 interrogaciones, 3 exhortaciones, 15 informes, una revelación y una contemplación.

Aliados A LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSAS Los aliados deben ser estúpidos si no ven que los militares alemanes son más fuertes sin Hitler que con él. Henning Hermann Robert Karl von Tresckow

A

limentarse adecuadamente no se trata sólo de evitar cierta comida; implica lo que se deja de comer. La cultura alimenticia actual, influenciada por el contexto mediático y publicitario, paradójicamente re-sulta restrictiva. Nos hace miserables conforme miles de vocecillas en off nos indican que es lo que no debemos ingerir mientras subliman una oferta de alimentos estándar, supuestamente sanos. Así es que el camino al infierno está sembrado de conservadores, consejos ultra-pasteurizados, productos ligths y cero calorías. Una opción nutritiva es informarnos por distintas fuentes, cruzar datos y atender sólo parte de lo que dice la nutrióloga; principalmente, importa hacerle caso a nuestro cuerpo, consultar nuestro instinto y terminar por comer lo que nos haga sentir bien. Les contaré. Este 2014 tuve una experiencia rica y reveladora. Como todo buen tragón y carnívoro frecuento los restaurantes tipo “espadas brasileñas” ¡Efectivamente! esos antros donde te atiborran de todo el ganado que puedas arrear a tu corral. A diferencia de otras ocasiones en que me he dejado guiar sólo por la gula mental, esta vez mi cuerpo me propuso una tarde placentera en lugar de un atracón salvaje. Lo que obtuve a cambio de tan inusual cautela no sólo fue una grata comida; también, una semana de bienestar como nunca antes había disfrutado. La manera en que afronté el mentado banquete fue rechazar amablemente todos los carbohidratos que los camareros te acercan a manera de acompañamiento: bolitas de arroz, papás, pan, sopas, etcétera. Resulta, atentos lectoras y lectores, que la combinación excesiva de carbohidratos y proteínas provoca una indigestión que no sólo es incómoda sino que anula

gran parte de la nutrición. Permítanme explicarlo: Luego de que hemos masticado los alimentos nuestro aparato digestivo segrega, de forma inteligente y selectiva, dos tipos de jugos gástricos: alcalino o ácido, cada uno con la misión de desdoblar determinado tipos de alimentos. Sí la carga de proteínas y carbohidratos es excesiva y similar, la mezcla gástrica se torna neutra; por lo tanto, los alimentos no se digieren. Esta es una de las formas más comunes en ignoradas de indigestión; implica gran parte del dispendio que la humanidad practica en el planeta Tierra. Al tanto de la circunstancia ya expuesta, en lugar de aceptar las mentadas guarniciones sólo pedí verduras. Todo vegetal que pudieran procurarme fue bien recibido mientras me regodeaba en éste o aquel corte de carne. El resultado de tal mixtura resultó en una sensación de satisfacción, agradecimiento y ligereza que superó al hecho de que había comido tanta carne como en otras ocasiones. Lo extraordinario fue que toda la semana dispuse de una energía y una agudeza mental maravillosas. Por primera vez aprecié como la carne no sólo era sabrosa sino toda una bendición para mi cuerpo y mi mente. De la mencionada experiencia, y varias lecturas, caí en cuenta de que no se trata de satanizar a cierto alimento por engreído. La opción es hacer rica nuestra alimentación integrando variedad a discreción.

LANOTA,LARECETA,OELREMEDIO

Existen alimentos que nos brindan energía (carbohidratos), otros restituyen nuestros órganos y hacen brillar nuestro cabello (proteínas), algunos más lubrican nuestro mecanismo (grasas); los vegetales no sólo aportan los minerales para esa chispa vital que requerimos, también ayudan a metabolizar; es decir, sirven para aprovechar al máximo las virtudes de otros componentes. Así es que la carne y las verduras son grandes aliados.


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Marco Polo y Cuernos RESEÑAS ::Cineytelevisión.

Marco Polo en televisión por demanda PORCOLUMBAVÉRTIZDELAFUENTE El mercader y viajero veneciano Marco Polo es recreado en una serie, de diez episodios, para televisión por demanda en internet. Se titula así, Marco Polo, y es una aventura épica que sigue los años de juventud del famoso explorador y sus viajes por las exóticas tierras de la ruta de la seda y del Kublai Kan. Avaricia, traición, intriga sexual y rivalidad dominan la corte, pero, a pesar de todo, el joven se convierte pronto en consejero de confianza del Kan que desea erigirse en el emperador del mundo. Podrá verse por Netflix, una empresa comercial estadunidense de entretenimiento que proporciona mediante tarifa plana mensual bajo demanda por internet y de DVD-por-correo, donde los DVD se envían mediante Permit Reply Mail. Y cada vez tiene más usuarios, pus ya supera los 32 millones a nivel mundial. Netflix lanza la primera temporada de este personaje histórico nacido en 1254 y fallecido 1324. Marco Polo es un proyecto muy costoso y serio. Según el New York Times, consumió 90 millones de dólares y podría superar el éxito de las populares House of Cards u Orange is the New Black. La historia repasa la vida de este europeo del siglo XIII, interpretado por el italiano Lorenzo Richelmy: su travesía por la ruta de la seda, encontrando un asidero histórico de alto valor como lo fue el imperio mongol. Se aborda un periodo de guerras y conflictos en Asia menor, rico en tramas y personajes con arcos narrativos impresionantes. La producción aborda el periodo en que Kublai Kan (Benedict Wong) persigue el sueño de su abuelo Gengis Kan en la conquista de la dinastía Song, último bastión de entrada para el sur de China, introduciendo una vastedad de figuras de la cultura china que enriquecen el relato. La trama es narrada a través de Marco Polo, quien a pesar de ser el personaje principal no lleva el peso narrativo; funge como un observador del episodio mongol en sus tensiones regionales, convirtiéndolo en testigo de los hechos, justo como en su libro Il milione. El vestuario y los escenarios están muy bien logrados. La incorporación de peleas de artes marciales al mejor estilo del cine wuxia aporta un nivel superior a lo que una serie de televisión acostumbra mostrar. Aún así, estas escenas no son mayoría y su tratamiento se apoya en el uso de cámara lenta para dotarlas de elegancia. El actor Lorenzo Richelmy hasta hace ocho meses era un completo desconocido fuera de su país. No sabía andar a caballo, no practicaba artes marciales, no dominaba la espada ni el arco y la flecha, y ni siquiera hablaba inglés. Sin embargo, sus ganas de conquistar a la audiencia americana hicieron que aprendiera todo eso en tan sólo seis semanas para poder protagonizar Marco Polo. Marco Polo nació y aprendió a comerciar mientras su padre y su tío, Niccolò y Maffeo, viajaban por Asia y, al parecer, conocieron a Kublai Kan, el quinto y el último gran Kan del imperio mongol y primer emperador chino de la dinastía Yuan. En 1269 ambos regresaron a Venecia y vieron por primera vez a Marco. Los tres se embarcaron en un épico viaje a Asia, en el que visitaron Armenia, Persia y Afganistán hasta llegar a China, recorriendo toda la Ruta de la Seda.

Escena de una las las nuevas series de Netflix.

En el viaje de regreso atravesaron el estrecho de Ormuz, desde el que llegaron a Venecia en 1295 tras un viaje de 24 años en el que habían recorrido más de 24 mil kilómetros y del que volvían cargados de riquezas. Es un interesante proyecto que no se puede pasar por alto y sobre todo que cada vez será más frecuente la televisión por demanda.

Daniel Radcliff en Cuernos.

Cuernos: nuestro pretexto para sacar a relucir la maldad PORFAUSTOPONCE Dirigida por Alexandre Aja, la cinta Cuernos (Horns, EU-2014) es un interesante ensayo acerca de la maldad, desarrollado a través de una historia de amor, en medio de la fantasía y la farsa. En el filme, basado en una novela de Joe Hill, cuenta la historia de Ig Perrish (Daniel Radcliff ), un sujeto amoroso que es acusado de asesinar a la mujer que ama, Merrin (Juno Temple); lo cual, en un pueblo pequeño es una especie de la maldición: La prensa y diversos manifestantes lo acosan de manera constante. Para apoyarlo, Ig cuenta con la ayuda de sus padres (James Renar y Khatleen Quinlan), su hermano mayor y su amigo de la infancia, Lee (Max Minghella), quien trabaja en su defensa. Sin embargo, las cosas parecen ir sumamente mal; todo indica que tiene pocas probabilidades. Las cosas dan un giro cuando a Ig comienzan a salirle cuernos. Pero eso no es todo; cuando está cerca de la gente ocurre un fenómeno extraño: Las personas parecen sacar lo peor de sí. Otra situación “extraña”: Nadie se asusta del aspecto diabólico de Ig, ni tampoco parecen darse cuenta del efecto nocivo que el susodicho les produce. Claro, ninguno de los personajes son concientes de su propia maldad. Cuernos es una historia que oscila entre momentos típicos de las películas románticas, el terror y la farsa. La cinta tiende a cambiar de tono, por momentos se pone conmovedora, pero de pronto, nos recuerda que no debe tomarse muy en serio. Otras veces, la cinta comienza a pasarse de cursi pero de nueva cuenta, se agradece que un momento fársico corte la miel que escurre en la pantalla. Esta producción es una propuesta interesante. Digamos que es un producto divertido y sustancioso de una tienda de chácharas.


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