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[ Letras ] DE CAMBIO

SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 9 DE ABRIL DE 2016 |

Cómo se crean los lenguajes POR MANUEL MICHELONE | PAG. 3

Los 70 años de Enrique Metinides, el hombre que ha visto demasiado POR GREGORIO MARTÍNEZ MOCTEZUMA | PAG. 4

«Un hombre irracional», de Woody Allen: infidelidad y muerte POR LUCIANO CAMPOS | PAG. 5

Leticia Sánchez y Margarita Villa: de cicatrices y demencias

Armando Salgado

POR MARCO ANTONIO REGALADO | PAG. 6

Eduardo Chillida Belzunce: voces entre la luz y la materia

Sobre el libro Cofre de pájaro muerto

Salerosa

POR ALEJANDRO DELGADO | PAG. 2

POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS | PAG. 8

POR CARLOS RUVALCABA | PAG. 7

TEXTILE DEAD BIRD IN GLASS COFFIN POR MISTER FINCH


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SÁBADO 9 DE ABRIL DE 2016

Armando Salgado De cómo incendiarse solo cuando la poesía es la autosuficiencia del eco POR ALEJANDRO DELGADO Dijo Jeremías que mientras yo escribo me alumbro con el infierno. Armando Salgado, «Cofre de pájaro muerto».

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a escritura es un texto de espejos, un hambre de siluetas donde la historia es un cementerio de despojos; un hombre que escribe es un loco al que por los ojos le salen flores de escupitajos del tiempo. Lo que nos cuesta trabajo entender es cómo, de la lectura de algunos pocos, terminamos separándolos del resto; cómo uno entre tantos otros se distingue, menos corrompido por las formas y las modas del lenguaje, que otros repiten en coro. El libro Cofre de pájaro muerto es un escarnio de plumajes que saltan de los charcos comunes a diversos escabrosos pantanos. Los plumajes ahí se entrenzan y desanudan por obra y magia de los vestuarios y desnudeces del tiempo, y éste no deja de ser historia (donde los vivos mueren otras vidas y los muertos reviven solo sus sombras como ecos de piedra). Hay en el libro un apretujado decurso que hostiga en continuidad el transcurso, donde el tiempo es un pretexto para lugares y personajes que son las micro historias que aprendemos para perdernos y confundirnos con el todo, en eso que llamamos vida; una enramada que auxilia al pájaro a cambiar su jaula por un extraño cofre, que va llenando de enredaderas –y éstas son líneas entrecruzando los arquetipos de la prosa con las raíces graves y los agudos filos de la poesía. Y, por lo visto en otros textos, recordemos: Corvus Suvroc y Azogue Suite, la hibridación de formas y estilos es en Armando más que un afán estético, es una necesidad de transportación y transparencia sensible y racional, con todos los riesgos de tergiversada relatoría que con ello conlleva. Mi abuelo no fue cazador ni aparentó la poesía en sus manos, Nunca soñó con tigres viejos ni escopetas que amedrentaran el hambre. Sacó y partió piedra. Secó y armo ríos de esperanza. Aún en su lecho de muerte nunca disparó contra objetos invisibles. Tenía huesos y carne como todos los hombres” “Si no unto el relámpago con sal -para no comerlo crudoesto de creer duraría lo que un palillo de dientes”.

Hay en los textos poéticos de Armando una narrativa de las costumbres que nos interroga de vicios y afinidades, las casas se desmoronan porque quienes viven en ellas realmente no las habitan o son habi-

Portada del libro Cofre de pájaro muerto. Foto tomada del sitio de Facebook del autor.

tadas por sombras de odio y melancolía en las formas de los muebles; los seres son cosas que llenan cofres de historias y éstas solo adquieren color si las miramos dentro, donde el silencioso es más que nudos de ruido, frecuencias cardiacas, confusión de relojes. Quienes confunden narrar con el oficio del actuario o el handycraft academisista es que ignoran el carácter profundo de los personajes, su no siempre clara dimensión psicológica ni el fluctuante entramado de sus relaciones. Como en Corvus Suvroc, Armando desentraña los signos y símbolos de la cosa como entidad que vincula y relaciona; es el vuelo de los cuervos el más terrible signo y aviso de la destrucción de los girasoles, es el sonido del vuelo aleteando el viento lo que dolía a Van Gogh y no los cuervos y los girasoles en sí; es el ojo del pintor lo que le da símbolo al signo, no la cosa en sí. Es la forma y la dinámica de la relación la ecuación necesaria para el narrador. En Cofre de pájaro muerto Armando no retome sino que prosigue la indagatoria entre los seres y las cosas que en Corvus Suvroc inició. Abrí la jaula. Todos los pájaros volaron en busca de

un árbol. Papá. Corrí tan fuerte como pude. Agarré coraje y levanté la tapa de la caja donde estabas. Pero, ¿por qué no volaste para llevarnos lejos de Aquí.

De distintas formas el interior de las jaulas comunican al mundo la ambivalencia del vivir, en tanto los cofres son por excelencia depósito de encierros. ¿Desentrañar desde fuera o desde dentro? He ahí el dilema o desacuerdo en la poética narrativa de Armando. Las casas se incendian solo dejando de ellas dentro sus cenizas pero incendiando cofres solo queda humo adentro preguntando: ¿podría existir el conocimiento sin el misterio? Se me ocurre que todo es incompleto, una vaga idea que se responde contundente si encontramos dentro del cofre el testimonio de un pájaro muerto. De alguna forma Armando intenta una visión del enterrado vivo. En varios versos explora en diversos lugares, cosas y personajes, ese continuo estar muriendo estando vivo, como un maldecido sin remedio, como un detestable y anhelado parricidio tras el que solo queda la posibilidad del olvido, porque es en casa


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donde primero se conoce la discordia, la guerra o el poder que la dimana. Como en toda optima narrativa el humo en la penumbra destaca su poder perturbador y las luciérnagas nos dicen cómo desenterrar algo de luz.

Cómo se crean los lenguajes

Yo soy el animal más viejo. Morderé mis venas para poder morir para desbaratar mis dientes para desangrarme del sol que calienta. Dejaré mi cabeza entreoíos rieles. No tengo miedo, los animales no tenemos miedo. Lector, tú que lees con ojos abiertos contempla bien mi jaula. No permitas el pestañeo ni la sensación de seguridad ni el silencio que atrae con su mala suerte el disparo a quemarropa del cazador. Él es espectador de sí mismo y su falsedad es una locomotora que todos los días cruza por su espalda.

Una de las virtudes en la lectura es de fluida soledad de diálogos con el autor y con los personajes que él crea. El buen leer exige como condición la soledad discursiva que permite algún grado o variante de interpretación. Es el lugar donde el pájaro se tira a morir en su ineludible soledad que es, por muchos inadmisible, lugar distintivo de una individualidad que se hace colectiva desde los gritos de su intimidad. Todos nos movemos solos en colectividad. Un factor que nos motiva a la lectura es indagar solos cómo el autor se mueve solo en las diversas expresiones del vivir de los seres. El pájaro aquí representa al autor, nos representa a nosotros como lectores desmenuzando una matemática con la que filtramos cifras esperando encontrar números. Porque la ecuación social nos enseña que solo en los otros podemos encontrarnos a nosotros mismos. ¿EL MIEDO crece en las entrañas del mar? ¿Es un tiburón blanco leñando la sombra de los peces? ¿Tendrá cobalto esparcido en su coraza? No es miedo, es la mordida de un perro.

El arte es un mar donde anclamos ensayos, o, al menos, donde mantenemos a flote toda necesaria especulación. De una verso a otro Armando nos roba las expectativas como intercambiando sabores en un mismo manjar. Las cosas no eran ni son lo que el mismo autor piensa porque su escritura toca diversas latitudes del ensayo; todo ensayo nos deja frente a un río o frente a un caudal de posibilidad. Armando Salgado: Cofre de pájaro muerto, Ediciones de Punto de Partida, UNAM, 2014; Premio Joaquín Xirau Icaza para obra publicada 2015, convocado por El Colegio de México, A.C. y el Fondo Xirau Icaza.

CIENCIA Y TECNOLOGÍA :: POR MANUEL MICHELONE

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ALEJAN DRO DELGADO

o, en esta ocasión no vamos a hablar de cómo se originan los lenguajes de programación, sino cómo es que se han inventado lenguajes para, por ejemplo, series de televisión o películas. Uno de los más renombrados en este tema fue Desmond Morris, el autor de El mono desnudo y Comportamiento íntimo, el cual inventó literalmente un lenguaje para los primeros pobladores de la Tierra que fue parte de una película llamada La guerra de fuego, si no me equivoco. Otro es David J. Peterson, el cual tiene las cartas credenciales para dedicarse a estos temas. Aparte de haber escrito un libro llamado The art of language invention, tiene dos grados en lingüística, habla con facilidad ocho idiomas: inglés, español, francés, alemán, ruso, esperanto, árabe y el lenguaje de los sordomudos, amén de otros lenguajes que no ha intentado aprender a hablarlos pero que los ha estudiado. Está además familiarizado con los lenguajes de ficción como el Klingon y el Pakuni (el lenguaje de los cavernícolas en Land of the lost). Peterson ha creado sus propios lenguajes, incluyendo unos con alfabetos completos, vocabularios y gramática incluidas. Los que ven la serie Games of Thrones, por ejemplo, podrán reconocer dos de esos lenguajes: Dothraki, un lenguaje gutural de los guerreros a caballo y High Vayrian, un lenguaje hablado en el mundo de fantasía de las regiones del Este. Pero aquí no termina todo. Peterson escribe un tercer lenguaje para la serie, solamente para el gigante solitario. “Nunca supe de antemano que este personaje solamente tendría una línea”, dice sonriendo Peterson. “Pensé que tendría mucho que decir por lo que creé un lenguaje completo para el gigante”. El autor también inventó el Shiväisith para el personaje de Marvel, Thor, en el Dark World y cuatro lenguajes para el show SyFy lla-

mado Defiance. En su nuevo libro, The art of language invention —ed. Penguin - 12 dólares en paperback y unos 9 dólares en formato electrónico Kindle en Amazon, aproximadamente—, Peterson detalla los lenguajes que ha inventado y da una serie de consejos por demás técnicos muchas veces, para los lectores que busquen crear sus propios lenguajes. Por ejemplo, en la escena del Regreso del Jedi, esto lo inspiró a pensar sobre los lenguajes, en donde Leia negocia con Jabba he Hutt. “La parte que me llamó la atención es el extraño lenguaje que habla Leia. Básicamente ella dice muchas veces la cosas dos veces, pero tiene significado diferente cada vez. La primera vez ella dice ‘Yaté, yaté, yotó’, y esto significa que ella viene a vender al Wookiee”. Pero la siguiente vez ella dice ‘Yotó, Yotó”, que es exactamente la misma palabra pero ahora quiere decir que demanda un pago de 50 mil, cuando Jabba le ha ofrecido 25 mil. Trabajar este tipo de lenguajes es bizarro”, concluye Peterson. Curioso es que se contrate, sin embargo, a alguien para que invente todo un lenguaje. La razón es porque se deben asegurar que el lenguaje es correcto, es decir, sea consistente, exprese ideas, etcétera. Peterson dice que cuando ve los resultados en las series piensa “estos muchachos han hecho un buen trabajo”. Y el crear lenguajes puede ser fascinante. Para Peterson hay una parte muy técnica, en la cual se crea la gramática, asegurándose que todas las bases estén cubiertas. Es como programar, resolver un acertijo o un problema en particular. Pero hay un componente artístico que es la creación del léxico: “decidir exactamente cómo este lenguaje va a codificar la vastedad del mundo. Todos los lenguajes pueden decir todo. La forma en la que difieren es cómo lo dicen y qué dicen, y por ello el lenguaje es fascinante”, dice Peterson.


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Los 70 años del hombre que ha visto demasiado ENTREVISTA :: La vida del fotógrafo Enrique Metinides, teñida de misterios y milagros, de obsesiones y trabajo incansable. POR GREGORIO MARTÍNEZ MOCTEZUMA

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nrique Metinides es un mexicano singular, quien ha vivido una vida increíble, maravillosa, digna de ser (mejor) conocida, a pesar de que en los últimos años ha estado bastante expuesto a los medios de comunicación, incluidos la televisión y el cine. Para lo que es llamado indistintamente como “el gran público” es un perfecto desconocido; para los amantes de la cultura es un nombre que alguna vez han escuchado o visto alguna de sus tomas, para los interesados en la fotografía y, más específicamente, en la nota roja es un “autor de culto”. La vida de quien es conocido como El Niño está teñida de misterios y milagros, de obsesiones y trabajo incansable. Al contrario de lo que ocurre con la mayoría de sus fotos, en la que una constante son los mirones, aquellas personas, como tú y como yo, lector, que se acercan a lo que Metinides llama “la escena del crimen” sólo por el puro morbo y el gusto recóndito de no ser ellos los que estén muertos, a Metinides no lo mira nadie cuando camina por la calle o incluso cuando aborda el metro. Además, hay que decirlo, sale sólo cuando es necesario, cuando se ve, literalmente, obligado. En cambio, prefiere estar en su casa, un departamento ubicado sobre la Avenida Revolución, en la hoy llamada Ciudad de México, a la que el fotógrafo aún no se acostumbra a llamar así. Ahí, entre las tres mil piezas de su colección de juguetes a escala de ambulancias, carros de bomberos y policiacos, pasa las horas revisando los diarios, recortando las cotidianas fotos sangrientas que dominan las ocho columnas. Si es famosa su colección de servicios de emergencia en miniatura, valdría añadir a los datos poco conocidos de Metinides sus colecciones de álbumes con recortes de fotos sangrientas, de videos sobre accidentes o hechos mediáticos de trascendencia internacional, como el “9-11” o los bombardeos sobre Siria, o incluso una de videos políticos. Acudo a la entrevista acordada y me recibe cordial y sonriente, con el inconfundible tono de los antiguos habitantes del Primer

GREGORIO MARTÍNEZ MOCTEZUMA

El fotógrafo Enrique Metinides.

Cuadro, pues muchos años de su vida transcurrieron en esas calles centenarias y fue en ellas donde se aficionó a las películas de gánsteres estadounidenses, las cuales hicieron que germinara en él el gusto, más que por la fotografía, por las imágenes de accidentes, por la ruptura del tiempo y de la vida cotidiana que representa un suceso extraordinario de índole, por lo general, trágica. Tan impactado quedó por esas películas, de las que no recuerda títulos ni actores, pero sí que las veía en los cines de San Juan de Letrán, hoy Eje Central Lázaro Cárdenas, que “aún puedo ver, como si fuera hoy, la escena de un incendio, las llamas que salían enormes por las ventanas y cuyas lenguas de fuego subían hacia el cielo, y los rostros angustia-

Dos de las más reconocidas obras fotográficas de Enrique Metinides.

dos de la gente que lo presenciaba; a estas personas yo las llamé los mirones y descubrí la importancia de que también salieran en el lugar de los hechos; eso, creo yo, define a mis fotos y por lo que muchos las consideran artísticas. Esto les ha fascinado en Europa porque allá no dejan que nadie se aproxime al lugar de los hechos”, explica. De poco sirve preguntarle sobre cómo era la ciudad que le tocó vivir o si algunos fotógrafos famosos influyeron en la manera de realizar su trabajo, pues El Niño sigue siéndolo, es hiperactivo, hace lo que quiere y su mente repasa y repite las respuestas a las preguntas que siempre le plantean los reporteros acerca de cómo consiguió su primera cámara, regalo de su padre, inmigrante griego, y cómo desde los ocho, nueve años comenzó a documentar con sus fotos los choques e incendios que ocurrían cerca de San Cosme, donde vivía a la sazón, y cómo lo “descubrió” Antonio El Indio Velázquez, fotógrafo de La Prensa, y quien lo invitó a ser su ayudante (“no me daban un quinto, pero publicaban mis fotos, a veces mejores que las del mismo Antonio”). También de esos años data la relación sólida que estableció con la Cruz Roja, donde lo aceptaron sólo después de llevar una carta en la que la deslindaba de cualquier responsabilidad y de tomarse una foto para credencial con un uniforme que su pequeño y delgado cuerpo no podía llenar. “Soy el primer fotógrafo en México, y tal vez en el mundo, que se subió a una ambulancia para cubrir accidentes”, dice con un dejo de satisfacción, ya que a esta institución le guarda un cariño incorruptible. Para complementar la sección de datos poco conocidos, hay que añadir que Metinides se hizo socorrista de la Cruz Roja, inventó las claves de radiocomunicación (“son 75 y aún se siguen usando”) a partir de que un día vio a una mujer que fue a preguntar por un accidentado y cayó desmayada al informársele que había muerto, así como propuso que las ambulancias fueran blancas, “pues antes eran grises


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y no se distinguían de los demás vehículos”. ¿Qué más se puede decir de un hombre que en febrero cumple 81 años y del que se ha escrito y dicho mucho? Tal vez agregar que es el hombre de las mil y una historias, que cuenta la historia de muchas de sus fotos e inadvertidamente aquélla lo lleva a otra y ésta a otra y así sucesivamente: “¿Ya le conté de lo del terremoto de 1985?” o “Deje que le cuente, una vez…”. Quizás habría que añadir que también posee una colección de películas de Pedro Infante, a quien tomó fotos alguna vez, de gánsteres, todas las películas de James Bond (“menos esta última que hizo en México, pero porque no he salido, pero la voy a conseguir”), de Cantinflas, de tríos (“Los Panchos son los mejores”), de ranas y de la Virgen de Guadalupe (“para tener suerte y para que me cuide, yo nunca salgo sin alguna imagen de ellas…”). ¿Algo más? En una semana inaugura la exposición El hombre que vio demasiado. Enrique Metinides. De 1946 a 2016. 70 años de trayectoria, en el Foto Museo Cuatro Caminos, de la Fundación Pedro Meyer, ubicado en los límites del otrora Distrito Federal y el Estado de México, lla-

Infidelidad y muerte RESEÑA :: Sobre Un hombre irracional, de Woody Allen. POR LUCIANO CAMPOS.

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MARÍA JOSÉ MARTÍNEZ / CUARTOSCURO

mado así porque a pocos metros estaba el ya demolido Toreo de Cuatro Caminos, donde El Niño tomó una de las muchas fotos que lo han hecho famoso (y de la que también se desprende otra historia...: el hijo del bombero que rescató al prospecto de suicida también es bombero y fue a pedirle la foto, Metinides se la regaló y el bombero la hizo tamaño mural y la colocó en la Estación de Bomberos donde trabaja). En esta muestra se exhibirán alrededor de 120 fotografías que abarcan todas sus etapas, muchas de ellas nunca antes vistas, y objetos personales relacionados con su labor. ¿Otra cosita? Ah, hay cuatro libros publicados sobre su obra, uno en México y tres en el extranjero. Todos agotados. No obstante, Metinides asegura contar con material suficiente para hacer “fácil otros diez. ¿De qué? A mí me gustaría hacer al menos uno de incendios y otro de accidentes de camiones en carreteras, pero nadie se anima a hacerlos”. ¿Será? Por último, sólo añado que El Niño nunca ha salido de México, pues le aterra volar por una travesura que le hicieron de chamaco, y nunca ha expuesto en el Palacio de Bellas Artes, “el museo más importante de Nueva York ya compró obra mía, a ver, ¿qué otro cabrón mexicano tiene obra allá? Pero así son las cosas en México, ¿o no?”. La exposición permanecerá abierta hasta fines de abril. tallereando@yahoo.com.mx

on Un hombre irracional (Irra- un absurdo azar, bordar la temática de tional man) Woody Allen regresa la muerte como un experimento real, con sus viejos amigos temáticos: que le proporcionará escapismo exisla infidelidad y la muerte. El maes- tencial. La sique torcida, el consumo tro neoyorquino no puede sus-desmesurado de filosofía clásica, y la traerse de las obsesiones que lo acosan, necesidad de una emoción revitalizacon una recurrente proyección de lo dora, llevan al maestro a adentrarse en que parecen ser sus fantasías eróticas. aguas profundas y peligrosas. Una vez más presenta a un hombre El mercurio sube siempre en los dramaduro que sostiene un romance inde- mas de Allen. Paulatina e impercepbido con una jovencita. La sociedad los tiblemente, el termómetro va en ascenacepta, aunque en silencio los reprocha. so y, de pronto, la situación arde. Lo Abe Lucas (Joaquin Phoenix) es un que parece ser el viaje de un hombre gran personaje, como un reflejo de lo que buscando respuestas, se transforma en el mismo Allen parece suponer sobre el un thriller. El misterio es materia atractivo que genera una personalidad maravillosa en manos del director. genial, por encima del fenotipo. El recién Las circunstancias envuelven al trasllegado profesor de filosofía trae una gresor. El hombre circunspecto, encaplarga historia de promiscuidad, depre- sulado en sus propias circunstancias, siones y tragedias, que lo convierte en se mueve hacia la conducta grotesca. una celebridad estudiantil. La desesperación cobra su El tipo enseña lo que es cuota. realmente el aspecto sexy Emma Stone, convertida de la inteligencia. Física- La anécdota en la princesa del pop fílmimente desagradable, con el toma un giro co, hace un buen trabajo vientre desbordado y con un como la ingenua estudiante carácter huraño, resulta ir- inesperado que pretende rescatar al resistible. Su encanto enig- hasta acceder profesor de su destino de mático desata pasiones ensombras. En esta segunda tre las mujeres que lo ro- a un final entrega con el director, padean. Fracasó en su impulso precipitado rece que ocupará el sitio de cambiar al mundo, y se que deja vacante Scarlett convirtió en un cínico, pero y, por absurdo, Johanson, como su musa. las chicas lo adoran. Por momentos, Un hompoco Allen, mago del guión, bre irracional se aproxima consigue hacer milagros con satisfactorio. peligrosamente a La provobase en los diálogos. La accación (Match point). Exisción es prácticamente nula. Pero los ten elementos paralelos de impulsos personajes se expresan con una deli- frenéticos de aniquilación, en medio de rante exactitud sobre temas tan coti- la infidelidad, que desquicia la prudendianos como el hastío, la búsqueda del cia de los amantes. Sin embargo, en esta ser y el amor en sus manifestaciones ocasión la anécdota toma un giro inesextremas, tan sublimes como instinti- perado hasta acceder a un final precipivas. Hay una sensación de ligereza en tado y, por absurdo, poco satisfactorio. el ambiente. Las preocupaciones son Es una producción típica de Woody las de cualquier persona que tiene un Allen, con temática adulta: diálogos poco de intensidad emocional. excelsos, tensión sexual y la tentación Sin embargo, en algún punto del ca- del crimen, como solución extrema. mino, el profesor atrapado en un inuEs interesante, pero no está entre sus sual estado de tranquilidad, decide, por mejores trabajos.

Emma Stone y Joaquin Phoenix en Un hombre irracional.


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De cicatrices y demencias RESEÑA :: Sobre la obra de Leticia Sánchez y Margarita Villa que se expone en Morelia. POR MARCO ANTONIO REGALADO

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ada obra de arte es una cicatriz en el tiempo, al igual que cada obra de arte es producto de la demencia de quien la realiza y, dependiendo de quiénes las contemplan, esas obras pueden resultar un arte o no. La plástica, la poesía, la narrativa, la danza, la música o cualquier forma de expresión del arte no se realiza sólo con la cabeza, es decir, con el intelecto; tampoco se realizan sólo con la vehemencia. Para el arte, intelecto y pasión son complementarios, sumando el entorno en que se desarrolla el creador y el tiempo en que lo realiza. Todo ser es sujeto de espacio y tiempo para trascender. Margarita Villa y Leticia Sánchez son dos pintoras michoacanas que exhiben Cicatrices y demencias en las instalaciones del Colegio de Bachilleres, ubicadas en Aldama 236 en el centro de la ciudad. Ya antes esta exposición estuvo montada en el Foro Cultural Monotipo Tucull entre diciembre del año pasado y este mes de marzo; ahora se observa este trabajo en el que las pintoras michoacanas nos hablan de su quehacer plástico en un tema que si incumbe de manera directa a las mujeres, todos estamos inmersos en él de alguna manera. Nietzsche afirmaba en su famoso libro Así hablaba Zaratustra que “amaba aquello que el hombre había hecho con el corazón y con la sangre”. Esto nos lleva a entender que el hombre realiza sus mejores formas de expresión con vehemencia, es decir, con la pasión, y quizá, sólo quizá, muchas de las otras cosas que realiza son expresiones efímeras. A lo anterior hay que sumar todo lo que engloba la cultura, entre ello el arte. Margarita Villa y Leticia Sánchez nos presentan quince obras que han realizado no sólo con las entrañas (la vehemencia, la pasión), sino también con su inteligencia. Ellas creen que la obra de arte se debe realizar más allá de lo superficial y que sólo lo que deja cicatrices —aquello que se vuelve una obsesión en el ser humano o una demencia— es lo que trasciende. Ambas son unas creadoras del dolor. Dolor de las personas que quedan con las hue-

llas, por la ausencia del ser querido, por el cáncer, por el querer ser diferentes en este espacio y tiempo en los márgenes de la herida que deja el que ya no está. Otras de sus obras retratan el dolor que dejan esas huellas. Pero en las obras de Margarita y Leticia también hay una especie de optimismo, ése que logra la reflexión del espectador, esa luz que a través de la crítica nos entregará una posibilidad de cambio. ¿Qué es lo que viene en su obra? Alcanzo a vislumbrar que el creador de arte o la hace-

dora de “objetos”, como lo refirió alguna vez Heidegger, convive con el ilimitado muestrario del terror que existe en nuestro país, con el drama político y las imágenes ante las cuales la historia oficial guarda silencio. Es la convivencia casi natural con las fotografías de los cuerpos mutilados por una moto sierra, los secuestros y las desapariciones forzosas. En México hay demasiadas tumbas abiertas. Cada obra de arte de nuestro país es un silencio por ellas o un grito de protesta.

Obras de Leticia Sánchez y Margarita Villa. Abajo, otras muestras de pinturas de las dos artistas.

Margarita Villa y Leticia Sánchez nos presentan quince obras que han realizado no sólo con las entrañas (la vehemencia, la pasión), sino también con su inteligencia


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Eduardo Chillida Belzunce en su estudio, en una foto de Carlos Ruvalcaba. A la derecha, la obra "Ritmos repetidos I".

Voces entre la luz y la materia RESEÑA :: El pintor y escultor vasco Eduardo Chillida Belzunce expone en México. POR CARLOS RUVALCABA

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n octubre del 2015 estuve de visita en la casa de Eduardo Chillida Belzunce y de su esposa Susana Álvarez San Martín, en su hermosa casa del Monte Igueldo de San Sebastián, España. Me pidieron que escribiera uno de los tres textos del catálogo de la exposición, que se inaugura el 15 de abril en el Hotel Presidente de la Ciudad de México. A continuación les comparto el resultado con ligeros cambios adecuados para esta publicación. Al entrar por el garaje vi un enorme lienzo de seis metros de largo por dos y medio de alto, todavía en proceso, donde adiviné el hermosísimo paisaje que estaba viendo. Ya adentro de la residencia, por todas partes había cuadros de Eduardo rindiendo honores al hermosísimo panorama que se ve más allá de las ventanas, siempre dadoras de luz y protagonistas de su obra. Al ver la realidad del paisaje y la ficción de las pinturas, de pronto tuve la impresión de ser yo mismo un personaje pintado en un óleo viviente colgado en la pared. Confundí por un instante la vivienda donde me encontraba con el mundo particular de Chillida Belzunce, que de tanto conocerlo lo amplía, recrea y reconstruye sin limites. Fue ahí cuando me enteré de que iba a exponer su obra por segunda ocasión en México. La anterior muestra titulada Hacia la luz en el 2010, tiene mucho que ver con la que está por inaugurarse, Diálogos entre luz y materia, ya que la luz sigue siendo protagonista de su trabajo pictórico. Y ¿por qué tiene relación una muestra con la otra? Sin duda porque el puente entre ambas es la luz, ya que según el artista, la luz es su verdadera maestra. Es una luz que entra por las ventanas para darle forma a lo que el artista ve con los ojos del alma, una comunión entre lo interior que mira al exterior y un destello que ilumina desde el exterior a lo interno, lo artístico y espiritual. De este modo, sus largos pasillos pintados al óleo, tan semejantes a los de su casa, unas veces con paredes reales y otras con muros

de la imaginación del artista, de los ojos de su interior, del mundo donde se refugia, nos lleva a hacer un recorrido por las dimensiones del espacio y el tiempo que hay entre su centro interior y la distancia de lo externo,

Al ver la realidad del paisaje y la ficción de las pinturas, de pronto tuve la impresión de ser yo mismo un personaje pintado en un óleo viviente colgado en la pared.

"A still life from the artist's studio".

casi siempre azul como el Mar Cantábrico que lo acompaña desde su infancia. Así, la obra pictórica de Chillida Belzunce, proyectada desde el interior de su arquitectura anímica y psíquica, da paso a ventanales en forma de arco que muestran un mundo externo lleno de belleza, con el azul redentor del mar que pone límites al mundo donostiarra por su proximidad al finisterre, allá debajo de la casa familiar donde su padre dejó esas impresionantes piezas escultóricas, para que el viento se peine mientras canta. Otras ventanas más rectas se ofrecen


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como musas, para dar paso a la luz maestra que mide la dimensión de los pasillos interiores del autor, decorados con utensilios y herramientas tales como tubos de pintura, pinceles y trastos, así como vasijas que marcan la cercanía y la distancia entre una ventana y otra, entre el pintor y lo pintado, entre los recipientes cercanos y el infinito lejano del azul del océano. Frente a las ventanas esperan pacientes los sillones imaginarios, a que alguien se siente para admirar el paisaje, la isla, el mar abierto o fragmentos de la ciudad. La obra de Chillida Belzunce que se presenta en el Hotel Presidente de la Ciudad de México a partir del 15 de abril, tiene luz y también materia, lo que da paso a un diálogo entre paisajes íntimos en óleo y figuras gigantes en bronce. Ese coloquio entre pasillos místicos y expresiones de manos y amantes resulta armónico porque surge de una misma “chispa”, según revela el propio autor. Eduardo me mostró orgulloso una pequeña escultura en barro que hizo en la escuela primaria cuando era niño. Dijo que sus compañeros lo acusaron de que su padre lo ayudó, pero lo cierto es que estaban muy lejos de comprender el enorme talento artístico de aquel chiquillo. La figura causó una gran admiración en su padre, quien cobró consciencia de la facilidad natural y autodidacta que tenía su hijo para dibujar y esculpir. Desde entonces lo orientó y guió en su trayectoria artística. Los terribles accidentes de motocicleta que padeció el joven Eduardo no fueron impedimento para que siguiera trabajando. Me dijo que debió aprender a dibujar con su mano izquierda, igual que lo había hecho su padre, aunque por razones muy distintas. Mientras que su “aitá” comenzó a dibujar con la mano izquierda, porque con la derecha le resultaba demasiado fácil, Eduardo hijo debió hacerlo porque el último accidente le imposibilitó el movimiento a su mano derecha. Pero volviendo al tema de su segunda muestra en México, el Diálogo entre luz y materia va de los pasillos interiores de su pintura, siempre bañados de luz, a las corpulentas y pesadas piezas de bronce llenas de expresión, tales como las manos esculpidas, siempre esas manos obsesivas tan difíciles de trabajar, especialmente en tamañas dimensiones y los seres desnudos de estatura natural como “El jardín del silencio II” por ejemplo, donde los amantes descansan sin pudor dándose un respiro tras el placer, o “El abrazo III”, en donde la pareja disfruta del momento inmediato anterior al goce tras el dolor, o el personaje que “Mirando la noche” dejará su huella en los espacios donde será admirado, en el mencionado hotel de la ciudad de México. Una muestra para ver en detalle y con calma finalmente reunida por primera vez en un mismo sitio, unida por esa chispa que inspira a Eduardo Chillida Belzunce, el misterio de la creación.

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Salerosa A LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSAS

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na de las mayores paradojas en el mundo moderno es el consumo de sal. La humanidad debe reconocer la verdad, saber que hay diferencias dramáticas entre los tipos de sales que podemos llevarnos a la boca, y tener la sabiduría para elegir. Una mata poco a poco, lenta, silenciosa, artera, impune y criminalmente. La otra favorece una existencia plena. Aquella es un subproducto irresponsable de la industria química. Esta, se encuentra de manera funcional en nuestro suero sanguíneo, en el líquido amniótico de la placenta, en las aguas del océano y en las entrañas más nobles de La Tierra. Una es una miseria lucrativa que disimula a dos perjudiciales elementos: al sodio (Na) y al cloro (Cl). Nuestra benefactora marina contiene 92 minerales esenciales. A golpe de olas, es la mayor recaudadora y administradora de riquezas del planeta. ¡Esa!, impide el libre paso de líquidos y minerales, provoca la acumulación y el estancamiento de fluidos en articulaciones, conductos, nodos linfáticos y riñones. La cordial amiga, permite a las emulsiones traspasar sin trabas las membranas del cuerpo y las paredes de los vasos sanguíneos. Ella es deshidratante e irritante. Su intromisión en nuestro organismo evita que cualquier nutriente llegue a las células, y provoca un estado de agotamiento físico, psíquico, emocional y mental. En cambio, la nobleza de su rival, al combinarse eficazmente con los fluidos de los tejidos circundantes, ayuda a las células a extraer más alimento del fluido

intracelular, lo que desata la energía vital. En la que es vulgar predomina el cloruro de sodio, mineral que marchita y destruye las células. Nuestra heroína se sustenta en un virtuoso balance entre el magnesio, el potasio y el propio sodio; estos dos primeros, son quienes se encargan de contrarrestar los efectos dañinos del tercero en discordia. La de intereses comerciales propicia la formación de cálculos biliares, aumento de peso, osteoporosis e hipertensión arterial; la que por lo común proviene de un mercado tradicional, responsable, justo y ecológico, es esencial para regular: la presión arterial, la transportación de nutrientes hacía el interior y exterior de las células, el intercambio iónico, y la comunicación entre cerebro y músculos.

LA NOTA, LA RECETA, EL REMEDIO Algunos otros beneficios por el consumo de la auténtica sal (en combinación con un generoso consumo de agua dulce) son los siguientes: regula la presión arterial, estimula la circulación sanguínea y respiratoria, estabiliza el pulso cardiaco y previene trastornos del corazón, reduce la acidez y la toxicidad, equilibra los niveles de azúcar en la sangre, genera energía hidroeléctrica en las células y activa los centros nerviosos, compensa la mala alimentación al favorecer la absorción de nutrientes, y combate el colesterol. Por último, es importantes señalar cinco de sus aspectos más importantes: es más sabrosa y valerosa, estimula los impulsos inteligentes, la sexualidad, y el deseo por vivir.


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