Suplemento Mujer.es 27 de agosto 2015

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S U P L E M E N T O S O B R E T E M A S D E L A M U J E R | C A M B I O D E M I C H O A C Á N | N Ú M E R O 303 | JUEVES 27 DE AGOSTO D E 2 0 15

¿Necesitamos un lenguaje no sexista? POR DINORAH AMBRIZ «Lo que no se nombra no existe», afirma el filósofo y crítico literario George Steiner, y las mujeres, al tener un sitio olvidado en el uso del lenguaje escrito y hablado, no existen para la vida social; de ello parten quienes afirman que el uso del lenguaje ha sido y continúa siendo sexista, resultado de procesos de socialización que históricamente han dado mayor peso al sexo masculino y dejado de lado o infravalorado a aquellas que biológicamente nacen mujeres. La necesidad ahora, afirman, es adquirir conciencia de este uso del lenguaje que -por costumbre tal vez- ha permanecido incuestionado, para entonces buscar, desde esa conciencia y con esfuerzo cotidiano, el cambio de lenguaje

masculinizado por uno más neutro donde las mujeres tengan tantos espacios de representación simbólica como los hombres y donde se realicen deferencias a cualquiera de los sexos en caso de ser necesario. «Nuestro pensamiento y nuestro lenguaje ha sido hecho por hombres a su imagen y necesidades, sin duda. No es posible, por otra parte, desechar ese lenguaje y escoger otro, porque no hay otro, ese es también el nuestro», ha señalado al respecto la filósofa Victoria Camps. Lenguaje e impacto en las relaciones entre géneros Iniciada la segunda ola del feminismo, alrededor de 1970, comenzó un interés más sistemático desde la academia por abordar la

poca o nula representación simbólica que las mujeres tenían en el lenguaje, lo que ocasionaba, afirmaban, que se contribuyera significativamente a su invisibilización y se entorpeciera el objetivo de lograr relaciones entre géneros igualitarias. Surgieron a partir de entonces voces que pedían un uso del lenguaje que represente por igual a mujeres y hombres, al tiempo que nombrara sus experiencias de forma equilibrada. La primera vez que se planteó una reflexión académica en torno a la relación de hombres y mujeres con el lenguaje fue en 1973, cuando la lingüista norteamericana Robin Lakoff publicó en la revista Signs el artículo «Language and woman’s place (El lenguaje y el lugar de la mujer)», donde se señaló la necesidad de un uso del lenguaje que promoviera un trato

respetuoso, inclusivo y no sexista. El estudio, a partir de entonces, se bifurcó en dos principales líneas de investigación: el llamado «enfoque de la diferencia» – en torno a los diferentes usos del lenguaje por parte de las mujeres y los hombres– y el «enfoque de la dominación» –que aborda el lenguaje como un medio más para la opresión de las mujeres. El estudio de manifestaciones de sexismo en el lenguaje siguieron ambos paradigmas hasta 1990, con la publicación de Gender trouble, de la filósofa Judith Butler, donde el lenguaje se convierte en un elemento más que interviene en la construcción de género de una persona. Tras ello, hace poco menos de tres décadas surgieron las primeras propuestas, sobre todo en el mundo anglosajón, para detectar y corregir

las expresiones que validen y refuercen la desigualdad hacia las mujeres. En el español gran parte de las contribuciones en sensibilización y producción académica se le debe al grupo de trabajo español NOMBRA (no omitas a las mujeres, busca representaciones adecuadas). Críticas y disyuntivas La propuesta de un lenguaje no sexista enfrenta numerosas críticas. Entre ellas la de ser una sutileza banal que en poco o nada modifica la discriminación de género, provocar una feminización del lenguaje con la creación de palabras como miembra o inte-

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