S U P L E M E N T O S O B R E T E M A S D E L A M U J E R | C A M B I O D E M I C H O A C Á N | N Ú M E R O 264 | J U E V E S 16 DE OCTUBRE D E 2 0 14
POR DINORAH AMBRIZ Hace 61 años, las mexicanas fueron, por primera vez, consideradas parte activa de la ciudadanía. Con el voto femenino, instaurado en 1953, se otorgó a las mujeres las mismas posibilidades que a los hombres para participar como votantes y postularse a cargos públicos. El último país en América Latina Con casi medio siglo de atraso, México se convirtió en el último país de América Latina en otorgar el voto femenino. A nivel global, Australia fue el país pionero en reconocer a la mujer como ciudadana, en 1902; ya antes se había registrado el primer voto de una mujer en Nueva Jersey, durante 1776, pero fue abolido en 1807. En América Latina, los primeros países en aprobar el voto femenino fueron Uruguay, en 1927; Brasil, en 1932; Argentina, en 1947, con Eva Perón a la cabeza del movimiento, y Chile, en 1949. El voto femenino debe en mucho su existencia a la lucha de un movimiento internacional conocido como sufragismo, que se desprendió del movimiento feminista surgido en Europa tras la Segunda Guerra Mundial; el derecho al voto era una de las demandas de este movimiento, junto a la posibilidad de incorporación al mundo laboral remunerado, mejora de la educación y reconocimiento de la mujer como igual a sus parejas dentro de la familia, entre otras. Aunque la exigencia principal de las sufragistas era derribar condicionamientos de género para poder participar en la vida política, económica y social del país, el movimiento adquirió tintes particulares, según la región del mundo en que se encontraban. Así, por ejemplo, en Gran Bretaña, el movimiento se caracterizó por su radicalidad, mientras que España y varios países latinoamericanos tuvieron experiencias más motivadoras para la causa. México
Cuando a la mujer se le llamó ciudadana
En el país, fue bajo la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines que la mujer pudo votar y postularse a cargos públicos, tras años de activismo político encabezado por Elvia Carrillo Puerto, quien se convirtió en la primera mujer en ocupar una diputación federal en 1923, lo que sentó las bases para el movimiento sufragista en México.
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