De la viralidad y “su verdad absoluta”
Muchos de nosotros vimos el video en que una mujer joven es acosada por dos hombres que se transportan en una van. La reacción de esta mujer ante el acoso nos produce una sensación de satisfacción tal, que queremos ver el video de nuevo y además compartirlo mostrando cómo estos dos hombre recibieron su merecido. Días después encontré varios comentarios en los que se cuestionaban la realidad del video.
Al inicio me pareció tan verídico y mi conección emocional fue tan fuerte que tomé este video como verdad, sin cuestionar su contenido. Lo que me deja la pregunta ¿qué nos lleva a repetir y compartir estos videos tan seguros de que lo que vemos es verdad?
El fenómeno de la viralidad que genera el internet de hoy permite que estos contenidos se multipliquen llegando a cualquier rincón del planeta. Cada uno se caracteriza por el juego del engagement con el que se busca generar un vínculo emocional entre la marca y el usuario. Esta emoción es inicialmente la de sentirse bien y la sensación de bienestar es la que nos lleva a aceptar los mensajes sin cuestionarlos ignorando que muchas veces mensajes publicitarios se esconden en estos contenidos virales.
El consumidor ante un contenido viral olvida que este es un anuncio, lo entendemos de forma intuitiva, lo aceptamos y lo repetimos, esto nos da la posibilidad de compartir para participar en el círculo del social currency donde se incrementa nuestro sentido de comunidad garantizando nuestro acceso a la información, formar nuestra identidad y probando nuestro estatus.
Los usuarios nos movemos por las historias. Muchas veces la calidad de estos videos no alcanzan los mejores niveles, pero una característica de los usuarios que me parece favorable es que valoramos la calidad de la historia por encima de la realización. Este punto a favor para el usuario lo es también para las marcas pues pueden persuadir de
forma más efectiva, lo que necesitan es una historia original, con una carga emocional importante y si entretiene es mejor, pues el mensaje será recibido más facilmente.
La combinación de los anteriores factores es lo que nos lleva a aceptar estos contenidos como verdad, sin cuestionarnos su procedencia, su verdadera intención ni su subtexto. Esto sucede porque no nos interesa deducirlo, nos basta con entenderlo para poder repetirlo y compartirlo.
Desde el nivel natural o funcional observamos aquí el comportamiento de la causa-efecto. Las marcas buscan una idea original, con una buena historia, que nos haga sentir bien, de esta manera somos nosotros los encargados de difundir su mensaje. Si este mensaje logra los niveles de entretenimiento que busca el usuario, puede alcanzar grandes sumas en reproducciones.
La competencia hoy en día se mide en qué tan lejos llegó tu mensaje, cuantas personas lo vieron y lo compartieron, de esta manera la marca puede acumular más pues las nuevas tecnologías traspasan las barreras geográficas con un mensaje general, de matiz universal que todos podemos entender.
En la lectura “Pensar la comunicación desde la sociedad” de Martín Barbero, cita tres tipos de reduccionismo. El efecto de la viralidad lo ubiqué en el tercero, este busca explicar el desarrollo histórico de la comunicación de masas por las leyes de la acumulación capitalista.
Los nuevos medios buscan tener el control de la información gracias a la innovación tecnológica que permite su producción y acumulación. Dentro de este sistema la información es su valor de cambio.
Páginas como Buzzfeed o FeedViral están encargadas de recoger todo el material viral posible para posteriormente publicarlo en sus redes. De esta manera las personas compartirán los contenidos que ven en estos espacios. Entre más personas vean sus contenidos y entre más de estos aculumen, les garantiza más seguidores. Es aquí donde vemos cómo se acumula un capital a partir de la viralidad usando como herramienta las nuevas tecnologías.
Los usuarios estamos constantemente conectados a la red buscando nuevas historias con más frecuencias. Los lugares que acumulen más de estos nuevos contenidos lograrán estar un paso adelante.
La innovación tecnológica ha permitido que las corporaciones logren que sus mensajes traspasen las barreras geográficas. Estos mensajes van dirigidos a la audiencias con una finalidad, entre más nos entretenga, nos haga sentir bien o nos genere un vínculo emocional, mejor recibiremos el mensaje. Estos contenidos se cuantifican no por lo que dicen, si no su capacidad de comprometer al usuario.
Pero ahora no sólo lo recibimos, participamos en la cadena de difusión que estas marcas buscan, pues con nuestras redes sociales, podemos compartir todo lo que nos atrae para definir nuestra identidad y mostrar nuestro acceso a la redes y nuestra posición. Queremos que los demás vean lo mismo que nosotros, haciéndoles saber que tenemos la capacidad de entender estos mensajes.
Es así cómo estos contenidos viajan por el mundo sin ser cuestionados o puestos a interpretación. No nos interesa, basta con que nos de una emoción fuerte. Como el video de la chica en bicicleta. Su reacción fue tan satisfactoria y me hizo sentir tan bien que no necesitaba saber algo del video más allá de lo que estoy viendo. Pudo haber sido una campaña de un grupo de feministas contra el acoso o una propaganda de las
cรกmaras GoPro en cascos de moto para mostrar lo fรกcil que es llevarlas y grabar todo. No me interesรณ la verdadera razรณn del video, sรณlo lo que vi y me hizo sentir.