Soledad Vislumbra la estrella polar en la orilla de la noche La armonía se bifurca entre la oscura penumbra. Dos pasos hacia el fin del día me inclinan hacia la cumbre. -La distancia- tres parpadeos entre la superficie y lo imperceptible. Ese espíritu que deambula, se sujeta a lo incoloro, a lo intangible. Abrazar la luz, entonces, es fragmentar la ausencia, es volver a “ser”. Palabrerías , escuetos satélites, que pululan letras y agonía. Falsos lienzos de misticismo, encapsulan las caricias, que son heridas. Espirales vagabundean. La sombra atrapa mi cuerpo. La noche nuevamente dilata su poesía en mis manos. El dolor y sus desencuentros de media noche, se escapan de esa jaula donde la reminiscencia es vida. En la orilla de la noche, está la impaciencia, esa que evapora las estrellas, que liquida la lluvia y que arroja sobre la piel un ácido e impenetrable silencio. Paralelo Y esa incipiente ausencia hace que te respire cada noche en el silencio de lo innombrable. Luego de verte entre el texto y el discurso, estás acá entre la piel y el susurro. No quiero abandonar la tibieza de mi almohada que no se satura de tus atenuantes y disparatados deseos de tenerme contigo. Este corazón solo coquetea con vos y tus alter egos. Mientras, tú disfrazas el pecado, lo enfrascas en un par de palabras impecables, una sonrisa pulcra y un argumento, que aunque yo le dé por perdido, siempre salva la forma de volver a aletear en este océano. Sin principios, ni finales, no entorpeceré en una letra sobrante este intangible y volátil anhelo de sentir. Dejaré que el candente sonido de tu tacto se traslade de nuevo a tus manos y que ellas, sin previo aviso, retomen la ruta de llegada hacia este puerto de entrada que se relativiza en el anhelo. Carta I
LA UTOPÍA DE MARIANA
Enajenados Cuántas veces tendré que irme de mí para volver a esa parte de vos que se enclaustra en la noche. Tentación y virtud (vos) Tus labios no dejan de arrojar esas frases que sin sentido pernoctan la trama de nuestra historia. Turbulencia y veneno (yo) Un pequeño cuerpo silente intenta sumergirse en tu conciencia. Desafío la sensualidad del silencio, a la noche y a la ausencia. Estás acá. Te embistes contra mis letras, mis dolores y mis delirios. Estoy allá. Una vez más, en tu tinta, en tu piel y en tu quimera. Seguiremos prolongando eternamente este desencuentro que nos asfixia en las noches y que nos vacía el alma en el último beso.
[Escriba su dirección] [Escriba su número de teléfono] [Escriba su dirección de correo electrónico]
La Utopía de Mariana.