Camilo RodrĂguez Chaverri Maya & P.Z.
Camilo Rodríguez Chaverri
1 Debajo de las montañas hay un fuego abrasador. ¿Qué hay debajo de esa enorme vasija que bamboleas al caminar? ¿Hay un panal de avispas que te picaron para hincharte hasta caber en vos? Debajo de los cerros duermen ríos e hibernan lagos. ¿Te das cuenta de la fuente de aguas termales que escondés bajo ese nido de piel, bajo esa caverna de carnes apretadas? Debajo del manto plateado del mar, yacen los volcanes más empinados y puntiagudos. ¿Tenés conciencia de tu vocación oceánica? ¿Te has encontrado con vos misma en tu ciega plenitud volcánica?
3
Camilo Rodr铆guez Chaverri
2 Cuando te escucho, mi coraz贸n hace ring ring ring ring como un tel茅fono chocho. Se va la vibraci贸n por todo el cuerpo. Por tanto bamboleo, debo cerrar los ojos porque quieren salirse.
4
Camilo Rodríguez Chaverri
3 Me tomo un té tchai en cualquier punto de la capital, mientras degusto cada sorbo pasan por mi cabeza todos los momentos inolvidables, todas las locuras exquisitas que hemos cometido juntos. Nos juntó Dios. Nos juntaron nuestras locuras. Sobre todo, se juntaron tus pies con los míos, los pies que aprendieron a bailar en un río, en un volcán, en una estrella, los pies que fueron piedras o pájaros ahora son tus pies y mis pies dos pedazos de una sola materia en otro tiempo dos mitades de una sola locura que baila en estos tiempos en que nos conocemos y han aprendido mis pies con tus pies han aprendido el camino para amarnos.
5
Camilo RodrĂguez Chaverri
4 He estado dando vueltas como un tontico por calles y avenidas de mis recuerdos. Me encuentro todas las direcciones cuando me amparo a tu luz.
6
Camilo Rodríguez Chaverri
5 Te quiero en el templo antiguo de la hacienda Sitio de Mata, ese templo que rescataron de su muerte. Te quiero en La Trinidad de Copey de Dota, donde me amarré a la iglesia para salvarla de su fin. Te quiero hasta en el templo de El Monasterio de Escazú donde nos asustaron las sombras y los fantasmas te airearon un ojo y te provocaron dolor de cabeza. Te quiero en todas las iglesias y en todos los templos quisiera casarme con vos. Me hinco frente al altar y te pongo en manos de Dios, y en todos los templos, también te pongo en manos de mi madre, María. Yo, que soy mundano,le pido a María que ponga Sus manos sobre tu cabeza. No me importa cuál escojás, igual me caso con vos como puedo, que es casarme con verte, casarme con mirarte, casarme con besarte, casarme con decirte todos los síes, el sí de mis ojos, el sí de mis manos, el sí de mi testarudez y el sí de la poesía que me habita y me da de comer desde su oscuridad profunda, desde su luz, desde su hambre.
7
Camilo Rodríguez Chaverri
6 Sonás a lluvia en mi cabeza. Es una lluvia que cae sobre el techo de una casa de campo, sin cielo raso. Llueven piedras y pasos. Tranquilizan mi alma. Sosiegan las bestias que habitan en mí.
8
Camilo Rodríguez Chaverri
7 Tomarte como el último risco antes de un precipicio. Tenerte como la única flor de un jardín reseco. Aferrarme a vos como a una santa mundana para los milagros de todos los días. Juntarme con vos como si fueras la última mujer sobre la tierra, como si fueras la única mujer bajo el cielo.
9
Camilo Rodríguez Chaverri
8 Defenderé este amor de mis fantasmas y de los tuyos. Lo defenderé de mis demonios potentes y de tus pequeños diablos. Dios te envió para salvarme de mí mismo. Dios me envió para salvarte de la noche. Juntos somos ángeles. Juntos somos de nuevo pequeños dedos donde Dios hila sus milagros. Separados pertenecemos a bandos de fuego, oscuros bandos paralelos. Y es el fuego el que saca luz de nosotros, pero juntos.
10
Camilo Rodríguez Chaverri
9 ¿Qué puedo hacer yo cuando el mar se pinta de negro si no es ir a buscar la sirena que le robé al gigante que se cobija con el agua una tarde en que estaba dormido por culpa de la lluvia?
11
Camilo Rodríguez Chaverri
10 Tu sonrisa es una bandera de luz. Ondea en la noche y deja un chispero en mis ojos. Horas después, cuando me apaga el sueño, ahí siguen tus luces, como carbunclos en mi cabeza. Son las cicatrices de fuego que dejó ese relámpago de tu boca.
12
Camilo Rodríguez Chaverri
11 Te he amado mientras escribimos palabras prohibidas con tus tacones altos y dibujamos ángeles, duendes y sirenas con los pies. Renuevo mis votos de amor abrazado a tu cintura como quien se agarra del ancho mar a través de un salvavidas. Te amo bailando con la Sonora Santanera, la Billos Caracas Boys, la Orquesta de Lubín Barahona y los Caballeros del Ritmo, Los Hicsos, Gaviota. Empezó el contagio de luz con el baile. Nos juntaron Dios, la música y la lluvia. La orquesta La Solución te pagó con este amor lo que te debía. Vuelvo a soplarte entre boleros y cumbias. Vuelven a inventarte mis manos y mis pies en un salón.
13
Camilo Rodríguez Chaverri
12 Soplaste sobre mí cuando estabas más grande y potente. Me soplaste en esos instantes en que creces como un mago que sale de una ánfora. Alzaste un remolino de papeles y hojas secas. Como caparazones secos de chicharras pegadas en troncos de árboles, estaban las imágenes muertas adheridas a las paredes de mi memoria. Soplaste, despegaste todo lo viejo y lo seco. Tu soplo desgajó lo que estaba muerto. Quedaron mis aposentos tan limpios como si ese viento se hubiera transformado en un gigantesco y penetrante chorro de agua.
14
Camilo Rodríguez Chaverri
13 Como siempre, ayer se quedó en el territorio de las cosas muertas. Como siempre, esto que tengo hoy es lo único que tengo. Esto que soy hoy es lo único que soy. Una única mujer me habita en este presente que es lo único que me presta la vida. Es todas las mujeres para mí. Es una multitud de mujeres. Es la mujer. Lo que atesoro. Lo que tengo.
15
Camilo Rodríguez Chaverri
14 ¿En cuál planeta aprendiste a bailar? ¿Cuál diosa te enseñó esos pasos? ¿Sos una sirena con unas piernas endémicas del mar? ¿Sos hija de dos ángeles que anduvieron en amores? ¿En alguna ciudad del océano te veneran? ¿Te tienen en altares? ¿Te piden que bailés cuando llaman a sus dioses? ¿Cuál conjuro te trajo hasta mí? ¿Escribís mariposas y estrellas mientras bailamos?
16
Camilo Rodríguez Chaverri
15 Sos un vendaval de frescura en mí. Sos un río pequeñito que salpica mi espalda. Sos una mañana permanente donde miro las montañas. Sos la noche donde escribo con los pies. Sos la risa permanente que me abriga con su música sin uñas, como una fuente en un parque. Sos la carcajada por la que me zambullo. Sos la voz oficial para mis carnavales. Sos el potrero donde me tiro a ver las estrellas. Sos la colina por la que me tiro en un cartón. Sos la poza profunda donde me bebo lo azul. Sos el nido donde veo al pájaro llevar comida para los pichoncitos. Sos la cueva oscura donde me gobierna el silencio. Sos la estrella que nunca duerme en este cielo. Sos la tierra donde quiero sembrar mis semillas. Sos el cielo que quiero que arda con estos fuegos. Sos la gloria donde quiero descansar en paz.
17
Camilo Rodríguez Chaverri
16 ¿Cómo podés manejar esos niveles de ostentación de tus contagiosas carnes? ¿Cómo hacés para que bailen esos terrenos sin que se caiga tu paisaje? ¿De qué manera cargás esas montañas sobre tus dos inmensas piernas? ¿Tienen orejas esas dos colinas ? ¿Escuchan tus torres gemelas todo lo que les dice el viento?
18
Camilo Rodríguez Chaverri
17 Tengo un calor insoportable, como para estar con vos en la casa, descalzos desde la cabeza. Tengo un frío inesperado, como para estar con vos envuelto. Tengo hambre y sed que sólo se sacian en tus existencias. Tengo una soledad sorda de la que sólo tus ojos pueden arrancarme. Tengo antojo de lanzarme por tus curvas como por un tobogán, tirarme de tus altitudes como quien se lanza a una poza, echarme a rodar por tus campos verdes y anidar en tus rincones secos, donde el agua llega conmigo, donde el agua nos pone a bañarnos como pájaros ahogados de este calor insoportable en el que te hago el favor de quitarte la ropa.
19
Camilo Rodríguez Chaverri
18 Tus piernas tienen secretos ojos que siguen a mis piernas. Los dedos de tus pies están en amores con los dedos de mis pies. Al bailar, los pies quieren saltar de los zapatos y besarse. Imanes invisibles juntan nuestros cuerpos. Sus poderes se activan con la música. Es un magnetismo que viene del mar. Un fenómeno de la física que explica la locura del agua por el viento. Se rompe el orden de nuestras cosas. Inventamos un balance nuevo para nosotros. Lo inventamos al bailar.
20
Camilo Rodríguez Chaverri
19 Llegamos a fiestas inusitadas, a bailes ajenos. No sabemos de quién es la boda o quiénes cumplen cincuenta años de casados. La música nos invita. El baile nos convierte en los dueños de la fiesta. Termino dando órdenes. Más boleros, por favor. Cinco o diez boleros. Cumbia de la más vieja. Paso doble. Dios vive en la música. Y se mete a aprender a bailar entre tus pies. Dios es el dueño de todo. Y a todo nos invita. Vos tampoco le cobrás por las clases. Todo es de Dios. Todo se lo devolvemos. Pero se lo damos a Él bailando.
21
Camilo Rodríguez Chaverri
20 Tomás mi corazón entre las manos. Lo estirás y lo encogés como si fuera un acordeón. Empiezan a cantar mis venas y mis arterias. Tanto, tanto lo estirás que queda hecho un montón de tiritas. Parece un arpa de sangre. Tus dedos lo acarician, las tiritas hechas cuerdas. Por primera vez, sale música de mi corazón.
22
Camilo Rodríguez Chaverri
21 Sos mi lectura de la magia del movimiento. Mi gloria está en tu cuerpo. Sos mi paraíso. La ruta del tesoro me lo dictó la música. El baile fue el motivo.
23
Camilo Rodríguez Chaverri
22 Como un perro hambriento que se encuentra con una presa difícil. Como un animal herido en la selva. Estaba goteando sangre cuando te vi. El instinto veía por mis ojos. La vida volvió con sus misterios en tu risa y en tus manos. El baile fue el alimento, bailar fue la cura para mis llagas. Sacaste adelante mi afán por revivir.
24
Camilo RodrĂguez Chaverri
23 Sin estar en parejas, mis duendes y mis fantasmas suben a tu arca para esperar el diluvio. Los salva de la muerte, la mĂşsica que se escapa de vos.
25
Camilo Rodríguez Chaverri
24 Te reís y se llena el aire de vos. Te reís y quedan pintados tus dientes en mis ojos. Te reís y de pronto hay tatuajes de sandías en las paredes y en las puertas. Te reís y hay nubes de mariposas azules y rojas en medio de la nada.
26
Camilo Rodríguez Chaverri
25 Huele a vos la madera del bosque. Suenan a vos los pájaros que cacarean la mañana. Sabe a vos la papaya que desayuno. Te siento en las paredes de una iglesia, te encuentro en los mangos que toqueteo, te ubico en las frutas maduras que palpo. Estás conmigo en la feria del agricultor. Estás a mi lado en los mercados de pueblo. Te presentás ante mí en las calles y escucho tu susurro en la lluvia y en el río. Sos el único fantasma vivo que tengo. Sos fantasma solamente cuando no estás conmigo. Como si tuvieras el don de la ubicuidad. Como si pudieras estar en cualquier parte y estar conmigo al mismo tiempo.
27
Camilo Rodríguez Chaverri
26 Gracias por cerrar los ojos conmigo cuando nos lanzamos al vacío. Gracias por elevarme del suelo cuando bailamos. Gracias por llamar la atención de los pájaros y las nubes cuando parece que te vas a ahogar de la risa.
28
Camilo Rodríguez Chaverri
27 Tus ojos me andan por todo el cuerpo. Son hormigas que pican por donde miran. Pequeñas criaturas que viven en mí. Tus ojos son pitufos negros. Son duendes de luz que anidan en mis ojos. Son faros que caminan. Luciérnagas que se alimentan de mi instinto. Esferas eléctricas. Miniaturas de cielo. Dos estrellas en un rincón del mar.
29
Camilo Rodríguez Chaverri
28 Cuando me encontré con tu olor y tu sonrisa, fui de nuevo un carajillo. Corrí por las montañas azules, salté de piedra en piedra en los ríos, me subí en los árboles y me tiré de rama en rama, como un mono. Quise ser un pez en las pozas verdes. Ser un pájaro en el dosel del bosque. Mi encuentro con vos me adentró en la selva y en mis raíces. Fue como volver a nacer como hombre. Fue como si nacieran todos los hombres en mí por tu olor y tu sonrisa.
30
Camilo Rodríguez Chaverri
29 Somos dos partículas de polvo. Somos dos gramos de una estrella. Cada uno de nosotros es el sueño vivo de un astro que se está desgranando. Se encontraron tu diminuta existencia y mi pequeñez natural. Esta piedrita que soy y ese granito que sos se encontraron y se encendieron. Fuimos una llama. Ahora somos el fuego. En el azul de aquel calor encuentro el cielo y el mar.
31
Camilo Rodríguez Chaverri
30 El amor es una flecha de fuego. Es una estrella de miel que atora la garganta. Es un abrazo de adentro. Una telaraña de sonrisas y silencios. Una apuesta a la sorpresa. Lanzarse al vacío seguro de la profundidad del agua. Es vivir zambullido en una poza. Creer que Dios vive en los besos y al diablo lo aleja la pasión a cuatro manos. El amor es la victoria a pesar de las numerosas derrotas. El amor es la alegría de lo pequeño. Es la ilusión de lo diminuto que brilla.
32
Camilo RodrĂguez Chaverri
31 Tenemos una vida entera de buscarnos. PongĂĄmosle candela y miel al mensaje que nos ha enviado el destino.
33
Camilo Rodríguez Chaverri
32 Me contagio de palabras cuando me encuentro con tu esbeltez. Es un contagio cósmico. Tu abundancia me pringa la cara. Tu redondez es bella y pura. Tus formas son delicadas y suaves. Sos grande como las flores tropicales. Tenés medidas descomunales. Me contagio de tus caminos. Me gusta andar tus inmensidades. Cuando me encuentro con tu plenitud soy un andariego alucinado, un caballo que se desboca. Sos un montón de mujer. Me abrazo a la totalidad que es verte. Como ver el mar desde una montaña. Como ver la montaña tirado en un potrero.
34
Camilo RodrĂguez Chaverri
33 Dios te puso un atado de frutas redondas. TenĂŠs que cargarlo como castigo por tu condiciĂłn de heredera de Eva. Dios te lo puso en la espalda, pero se te fue bajando y bajando. El castigo para vos es un premio del destino para este poeta que le canta con palabras a tus frutas, piedras vivas del rio donde Dios bebe agua pura.
35
Camilo Rodríguez Chaverri
34 Tomo los racimos de frutas, los tiro de los árboles. Los que no alcanzo con las manos, los bajo con piedras y palos. Con todas las frutas en el suelo, construyo una muñeca. Dios me lanzó un rayo y la criatura adquiere vida. No tengo idea a quién se le ocurrió llamarla Gabriela.
36
Camilo Rodríguez Chaverri
35 Lo correcto quizás sería que estuviera yo caminando en La Sabana para perder peso, o camino a casa de mi hermano el que vino a pasear de París, en lugar de estar aquí en este restaurante frío que lleva el nombre de uno de tus amigos queridos que no me quiere ni que quiero yo, escuchando tus canciones favoritas para escribirlas en sobremesas que llevaré en sobres a tu consultorio lo correcto quizás sería pero no lo es. Lo único correcto parece ser el amor.
37
Camilo Rodríguez Chaverri
36 Escogí darte ese anillo tan simbólico en la playa. Aproveché un viaje que organizó tu familia. Una tía tuya, que compite conmigo en la locura, nos hizo participar en un desfile de faroles alrededor de la piscina de las cabinas donde nos quedamos. Era el 14 de septiembre. Después, hubo carnaval. Parece que todo fuera parte de mi acto de entrega. Te llevé aparte, a la playa. En Puntarenas, dos drogadictos amistosos me pidieron ayuda. Les pagué para que cuidaran del carro. Una vez que te entregué la sortija de compromiso, tirados en la arena, boca arriba, viste dos estrellas fugaces: dos ángeles disfrazados, confabulados conmigo. Después, hicimos de mi vehículo nuestro parque de diversiones, el sitio donde escurrimos la ansiedad, la alegría y el deseo de esa noche como no hay dos en la vida. Amanecimos en un jardín de césped bermuda. Nos acostamos sobre una cobija, pero el pasto te picaba en la espalda. Tuve que cruzar el jardín y las cabinas con un colchón. Amanecimos con los ojos abiertos. No pudimos dormir por la misma emoción. Dicen que se debe a un aumento en la adrenalina. Así que vos, que sos tan noctámbula y dormilona, tan bohemia y parrandera, como si vivieras al revés, la vida loca por las noches y el sueño reparador durante el día, por primera vez viste un amanecer desde la playa. Fue tu primera vez. Por dicha. Dice una ranchera que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar.
38
Camilo Rodríguez Chaverri
37 El vuelo de un pájaro, una raya en el cielo. Tu dibujo de Dios. La huella de un lápiz que camina a solas. Un dedazo del destino. Visto desde abajo, el amor puede ser una casualidad el contagio por el asombro, preñada por el sol, embestida por la lluvia.
39
Camilo Rodríguez Chaverri
38 El corazón de un hombre sólo se abre por dentro. Te metés con tu electricidad de los ojos. Te metés hecha agua en tus manos que mojan mi geografía. Te metés hecha tierra cuando camino descalzo en tu oscuridad. Te metés hecha miel y sangre que aprietan mi garganta con tus labios. Te metés en mis venas que son ríos de lava cuando nos conectamos por los túneles en los que Dios duerme en vos, protegido del invierno. Dios también te mete en mí con esa firma que dejó en tu manera sin palabras que tenés para verme.
40
Camilo Rodríguez Chaverri
39 Bajo la lluvia me meto en una cafetería. Soy la única persona. Veinte sillas vacías y yo hecho un puño. Trato de traducir lo que dice la lluvia. El jazz compite con la música del agua. Entumido, mi memoria se llena de viejos fantasmas. En cada silla vacía siento a una vieja referencia, a una coordenada de los besos añejos. Me sumerjo en los aplausos del aguacero. Cuando salgo del café, cada viejo recuerdo tiene una máscara con tu cara. Para comprender mi locura debo explicar que en las máscaras aparecen nítidos, prístinos tus ojos, y alucinante, esa sonrisa que espanta de pronto a todas las viejas miradas de antes.
41
Camilo RodrĂguez Chaverri
40 Estoy obstinado en una recepciĂłn. Los polĂticos no se aburren de hablar. La gente los detesta. Mientras los muchachos y las muchachas cabecean y quieren morder las butacas del frente, yo leo un tomo de entrevistas y te escribo en una hojita que arranco de un libro viejo, esperando el milagro de esta noche lluviosa, esperando que termine este largo monumento vivo del aburrimiento para ir a buscarte, es decir, para encontrarme con la vida.
42
Camilo Rodríguez Chaverri
41 Nos revolcamos por el piso como dos cachorros que juegan en un patio. Queremos morirnos de la risa haciéndonos cosquillas. Jugueteando me golpeo contra el piso. Dejo que me revuelques. Es como lucha libre revuelta con besos. Somos dos niños jugando. Dos niños riéndonos. Un niño y una niña que aprenden descubriéndose. Un hombre y una mujer que se aman y que saben también ser niños de nuevo.
43
Camilo Rodríguez Chaverri
42 Te llevo pegada al pecho. Te restriego en mí como si fueras tierra viva. Sos un escudo sobre mi casa, un escudo con labios y con dientes. Sos una flor que brilla en mi bolsillo. Sos la flor por la que llegan avispas y abejas. Sos una pluma de fuego, una flecha de imágenes que vuelan, un botín de motivos para decirte, para inventarte. Estás llena de mariposas que hablan. Las atrapo y las escribo. Sos un arado para mis potreros, un tesoro que escucha y que conversa.
44
Camilo Rodríguez Chaverri
43 Hago infinidad de entrevistas durante el día. Voy y vengo en vehículo. Sufro los embotellamientos. Tengo el tiempo medido entre programas y programas. Vivo de la radio y de la televisión. Respiro el periodismo. Pero todo el día te tengo en la cabeza. En una esquina de la memoria, me sonreís, me tirás un beso, caminás por mi cabeza. Verte con el rabito del ojo es un alimento especial para el día. Es la forma de rescatarme de la locura durante el día. Tu locura que me salva de la otra locura.
45
Camilo Rodríguez Chaverri
44 Frente a vos, cuando estoy celoso, vuelvo a ser un niño encerrado en su habitación por castigo. Tomo una pistola de juguete, disparo miel y ahogo a todos tus recuerdos. Pinto a tus ex como espanta pájaros con tomates. Los dejo como muñecos de trapo desgajados con mis dedos. Los aniquilo con mi espada de Hi Man. Les lanzo mis brazos como Mazinger Zeta y después de hacerlos añicos, vuelven mis extremidades a su lugar, absolutamente felices por la labor cumplida.
46
Camilo Rodríguez Chaverri
45 Mi compañera de viaje. El calcio que me faltaba para que me nacieran alas. El caballito pony que necesitaba para entender que puedo inventarme en una leyenda. El duende que me punza con su nariz en las venas. Las otras dos piernas que me faltaban para sonreír con los pies. La sirena que rescato de mis sueños. La sombra, el aroma y el aliento que me acompañan en este viaje.
47
Camilo Rodríguez Chaverri
46 En el amor, los dos somos un sostén especial. Frente al abismo, me tiendo como una liana. Podés pasar agarrada a mí como cruzaba Tarzán en un bejuco. Frente a un gran cañón, me estiro como si fuera de goma, como si fuera de plástico. Podés pasar caminando sobre mí. Soy tu puente. Podés cruzarme como un túnel por la noche. Al otro lado de mí estará la luz, el amanecer.
48
Camilo Rodríguez Chaverri
47 Tengo una gran alegría de llegar a mi casa y que ahí esté la mujer con la que estoy apostando la vida. Que me reciba su sonrisa es un abrazo del viento. Que me reciban sus ojos grandes es como sentir una mano en el hombro y que uno piense que esa mano es la mano de Dios.
49
Camilo Rodríguez Chaverri
Camilo Rodríguez Chaverri (Cartago, 1976) es periodista y escritor. Tiene veinte años de trabajar en radio, televisión y prensa escrita. Es autor de más de cien libros. Ha publicado varias decenas de libros de entrevistas, libros de poemas, libros de cuentos y libros de fotografías.
50