Gabriela

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Camilo RodrĂ­guez Chaverri Maya & P.Z.


Gabriela Camilo RodrĂ­guez Chaverri



Camilo Rodríguez Chaverri

1. Lloviste en este desierto. Tu boca es un temporal en mí. Florecerán estos campos que estaban secos. Habrá un jardín y un bosque. Cantarán los pájaros donde antes solo hubo silencio.

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2. Tu boca me sabe a pan dulce, a comida casera. Tu boca fue dorada en una cocina de leña. Después le pusieron brillo con un aceite extraído de las flores. Te siguen las abejas. Te quieren comer la boca estos ojos.

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3. Un viento nace en tu boca. Me agita los montes. Me despeina el espíritu. Bota árboles viejos en mis recuerdos. Brotarán mis plantas con tus ojos.

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4. La lluvia tira su pelo sobre la ventana. Cada gota es un pellizco en el vidrio. Culebrea un caminito de agua y forma tu nombre. Llegás a mí en silencio, bajo los pequeños pasos del cielo en el techo. Llegás como un fantasma de luz.

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5. El poeta echa todos los huevos en una sola canasta. No sabe amar de otra manera. El poeta es exagerado y desmedido. Lleva el coraz贸n en la boca, y en las manos, y en los ojos. El poeta puede morir cuando se le muere el amor. Es arrancarle en vida los ojos del coraz贸n. Llegaste al pie de la cruz del poeta y te llevaste su asombro y su locura.

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6. Duermo mal y como peor, como dice una canci贸n de cantina. Tengo una especie de abandono, de orfandad. He vivido mi duelo en cinco noches de baile. He llorado con los pies en los salones. A falta de l谩grimas, bailo. A falta de cama, bailo. A falta de casa, bailo. Bailar y amar de nuevo es mejor que llorar. Guardo el luto con una reina en la cabeza y entre los brazos. El amor llega pocas veces en la vida. No hay que dejar que se vaya. El amor siempre es un milagro.

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7. Defiendo este entusiasmo. Lo defiendo de mis sombras. Defiendo esta alegría. La defiendo de mis tropiezos. Defiendo este vuelo. Lo defiendo de mis abismos. Defiendo esta paz. La defiendo de mis guerras. Defiendo nuestro encuentro de caminos. Defiendo la esquina feliz en que tus pasos se besaron con los míos. Defiendo esta casualidad, este guiño de Dios.

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8. Me siento incompleto si no te escribo. Me siento incompleto si no te llamo. Me siento incompleto si no te hablo. Me siento incompleto si no te toco ni te veo ni te tengo cerca. Como si antes hubiĂŠramos sido dos ramas de un ĂĄrbol. Como si todavĂ­a lo fuĂŠramos.

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9. Amar es tirarse en un acantilado con los ojos cerrados. Es zambullirse en una poza y escapar de los remolinos. Es quedarse en un lugar aunque vengan tempestades. Es apretar los dientes y danzar como un arbusto mientras pasa el ojo del huracĂĄn. Es hacer el nido y defenderlo de las culebras y las ĂĄguilas. Amar es apostarle a la derrota y perder. Es ganar contra todos los pronĂłsticos.

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10. El amor es una planta delgada y enfermiza. Se quema con el exceso de sol. Se echa a perder con la lluvia. Lo puede botar el viento. Hay que encapsularlo para que crezca feliz. Pero sin aire, sin respiro, el amor desaparece. Es un misterio, el amor. Como la fe. Es un salto sobre la nada. Una apuesta a ciegas.

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11. Sos mi fiebre loca, mi vacuna contra la tristeza, mi acelerador natural, mi dosis diaria de silencio, mi arrebato y mi paz, mi asombro y mi sorpresa, mi escudo y mi corona, mi flecha y mi defensa.

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12. Dios es bueno conmigo. Me regala los atardeceres, las mañanas, la música del agua, el beso del viento. He salido ileso de las batallas que me ofreció el camino. He ganado y he perdido. Y ahora tengo un premio con ojos grandes y una carcajada que parece salida de un bosque. Dios me comparte sus tesoros y tiene un gusto exquisito para escoger los regalos que me hace cada día.

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13. Hay una magia especial que nos ha envuelto. Me gusta llamarle Dios.

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14. Puedo hacerme a un lado si me mandás un recado con el viento. Puedo renunciar a tu sueño si te convoco al miedo. No renunciaré ni a tu sol ni a tus lluvias. No renunciaré a la danza de todo lo que movés. No renunciaré a tu asombro ni a tus caos. Puedo quedarme a la orilla, permanecer tan sólo en tu memoria, hacerme a un lado, entenderme el perdedor, ponerme en el cuello un mecate con un rótulo que diga ‘mal partido’. Pero no me da la gana. No renuncio a este plan de vuelo que tengo con vos. Mientras lo aceptés, tendrás a tus pies mis quinientas formas de luchar. Mi testarudez y mis ganas pueden ser detenidas sólo por tus dudas. Este empeño es casi tan grande como la fe. Es mi idioma personal, mi puente para encontrar a Dios.

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15. Qué bueno que te invité a bailar aquel martes. Qué dicha que me lanzaste un gancho con tus ojos. Qué alegría el deslizarme por el puente que me tendieron tus dientes. Qué contagiosa la trampa biológica de tu perfume. Quedé rendido ante los embrujos que sopló un duende en el inmenso rincón donde te sentás.

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16. Se dañaron fusibles y transistores de mí. Mis nuevas instalaciones eléctricas llevan tu voz, tu olor y tu nombre por todo lo poco que es mío, aunque sea prestado por el universo.

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17. Hasta Dios se detuvo aquella primera vez que bailamos. La tarde estaba llorona. Se asomó por una ventana del cielo. María se encontró a su hijo mientras silbaba una cumbia. Ella también nos dio su bendición.

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18. Salgo borracho y loco de tu boca. Me das tu pĂłcima en cucharadas de besos. Mientras camino por la acera, voy hablando solo, buscando con palabras la rosa voladora de tus labios, esa rĂŠplica de la noche con que te tragĂĄs mi aliento.

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19. De vez en cuando, Dios baja a la tierra, juega con las lombrices, se siente oruga que volará, le hace cosquillas a las raíces de los árboles, se mete en el pico de un pájaro y es una abeja sobre cada flor del campo. En una de esas ocasiones, Dios se fue a bailar con una orquesta que se llama La Solución. Yo andaba por ahí. Vos también. Dios nos puso a bailar y nos sopló.

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20. Lanzo una llama con los ojos. Enciendo en luces tu habitaci贸n. Ahora es un jard铆n. De cada planta brota una flor de fuego. En medio de la fortaleza que he construido, nadie podr铆a creer que este es un rinc贸n para la alquimia, la alcoba de una princesa con poderes ocultos y secretos.

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21. Necesito reunir mi cuerpo con el tuyo cada noche. Me urge que tus ojos descansen al lado de los mĂ­os, que tus manos duerman entrelazadas con mis manos. Necesito descansar bajo puentes colgantes que me junten a vos. Todo me dice que ahora sos mi raro enlace con la vida.

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22. Nunca he conducido vehículos pesados. Lo tuyo es una vagoneta de carne, un tractor de luz. Lo tuyo es una exagerada máquina que respira. Dios te puso mucho cariño y una dosis extraordinaria de músculo y levadura. Debo obtener una licencia especial para manejarme con ese equipo que te hizo el cielo.

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23. Soy como un vehículo 4 por 4. Soy un todo terreno. Me pongo cadenas en las piernas e ingreso en vos hasta cuando llueve y el terreno pretende detenerme. Ni el barro me detiene. Puede venir hasta un tornado, hasta un diluvio. En un bote o nadando, de cualquier manera, llego hasta vos, aunque quede parte de mí en el intento. Aunque sea otro después del camino.

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24. Hay algo que no te he explicado bien o que del todo no has entendido: ya te necesito todas las noches para dormir bien y todas las ma帽anas para despertar feliz. No es un fen贸meno pasajero. Es una nueva condici贸n de vida.

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25. Me olés a selva después del aguacero. Me olés a barro volcánico. Me olés a sangre de las plantas nocturnas, a merienda de frutas tropicales a punto de ponerse malas por su grado de madurez. Me olés a guanábana manoseada muchas veces. Me olés a aguacate en el cielo de la boca. Me olés a flores que parece que se cocinan en el calor de la costa. Me olés a fiesta de la piel para dentro.

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26. Antes dormía como un niño. Me entregaba a las luces del silencio. Me zambullía en un lago negro donde sólo podía ver para dentro. Llegaste y te apoderaste de este misterio. Sólo puedo dormir bien con vos. Tenés la llave de mis sueños. Llevás en tus manos una cadena que tiene en el otro extremo esta masa de anhelos y de recuerdos donde meto la cabeza para dormir.

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27. Hay aromas secretos de la tierra. Hay perfumes que viven dentro de los ĂĄrboles. Hay olores que guardan sus secretos en rincones. Hay un mundo nuevo para mi nariz. Viene brotando de tu cuerpo como una flor que se abre una Ăşnica vez, alguna noche sin estrellas.

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28. Gabriela transforma palabras en flores. Convierte risas en 谩rboles. Hace que de los ojos y las orejas me salgan mariposas. En su vecindario vive un brujo. Gabriela le contrat贸 un embrujo. El brujo no tuvo trabajo. El hechizo esta en los ojos de Gabriela.

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29. Me hinco y hago genuflexiones ante vos. Como si fueras una divinidad viva. Le rezo a tu luz. Celebro de rodillas ante tu altar. Soplo palomas que se dirigen a su nido. Encuentran asilo en vos mis alas y mis ventanas. Todos mis pájaros azules y rojos se ponen blancos cuando pasan por tu puerta sagrada. Hincado, ante tu presencia, doy gracias a Dios por la alegría de esta comunión.

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30. Trazás, tejés y amarrás un hilo de luz que me sostiene los órganos. Sos una enviada de Dios. Fuiste asistente de los ángeles que construyen atardeceres y afinan la música de los pájaros. Sos una arañita que hila su tela y forma puentes sobre mis abismos. Sos una ardilla que come las bellotas a punto de caer de mis árboles. Por Dios y por vos, se conserva en su lugar cada cosa que me presta la vida.

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31. Te saqué del mar con la ayuda de los delfines, que son hermanos en la poesía y en el baile. Te dejaron en la playa y te trasladé al bosque con la ayuda de los duendes, hermanos en el misterio y la oscuridad. Te di un beso sobre una gran piedra. La Virgen María trajo una piedra indígena para cortarte la aleta. María te cortó esa ancla viva. Y mandó a llamar a Dios, que vino montado en el viento, formó tus piernas y te las bendijo con agua de río. Por dicha, te dejaron buena parte de la aleta pegada a la espalda. Tenés cola de mar y extremidades de tierra. No sos ni mujer ni sirena. Sos la suma de esos dos sueños de Dios. Y hay un trozo de tu historia que le pertenece a este poeta.

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32. Me ha tocado llorar muchas veces con los pies. Llorar bailando. Me ha correspondido llorar con la garganta y con las palabras. Con vos, lloran los labios, lloran las manos. Con vos, lloro de alegrĂ­a.

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33. Amo tu belleza. Me pongo de pie ante tu belleza. Aplaudo a la sensualidad de tu cuerpo y tu andar, de tus movimientos y tu risa. Me quito el sombrero ante tu encanto femenino. Mis ojos se sienten machos cuando te miro.

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34. Tu risa tiene todos los colores. Cantan los ríos con su música de piedras. Tu risa es un moño de río. Salen todos los pájaros por tu boca. Tu risa es una persiana. Se asoma un cielo secreto. Tu risa tiene una cascada adentro. Me bañan esas aguas. Quien se zambulle en esta poza azul se queda para siempre. Toda esa música de pajaritos me entra por los ojos.

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35. Te vi, te olí, te sentí, te degusté, y algo dentro de mí, algo grande, me dijo ‘aquí me quedo’.

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36. Sos el rincĂłn donde no me alcanzan los rayos. Sos la cueva donde no llegan las serpientes. Sos un duende disfrazado de sirena en la noche del bosque. Sos una burbuja de rĂ­o en medio del silencio. Sos el antĂ­doto contra todos los venenos, el escudo de plata contra los maleficios.

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37. La poesía es una sustancia, una forma del viento, un duende escondido en la nada, los ojos secretos que nos miran desde el hueco del tronco del árbol. A veces toma posesión de un cuerpo. Ahora la poesía se viste con tu ropa. Suele caminar agitando tus enormes sentaderas y gusta del baile, cuando vos y yo nos encontramos en una salsa o un bolero. La poesía me mira por tus ojos y tiene un gran sentido del humor. Cuando parece que te vas a ahogar de la risa, me da miedo que se vaya la poesía para otro cuerpo. Pero no se sabe de nadie que haya muerto por un ataque de risa. Seguirás siendo casa y templo para la poesía.

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38. Hay que cuidarse del fuego. Pueden quemarte las bombetas. No soy un ejemplo a seguir. Una mujer ha sido una flecha ardiente. Es una cachiflina loca. Ha llenado mi cielo de luz y de humo.

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39. Te amo con la intensidad de la primavera. Te amo con la temperatura del verano. Te amo con la magia de la lluvia del invierno. Te amo con los colores, con los tonos vivos, rojos, amarillos, naranjas y oros, del otoĂąo que tambiĂŠn quiero vivir con vos.

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40. Gaby, gabyta, gaveta. Sitio para guardar mis obsesiones. Gabriela, estrella, candela. Espacio y figura para la luz. Jardinera de los lugares mรกgicos donde crecen mis flores. Sacerdotisa de los rituales de todo lo bueno para comer. Curandera de pueblo que todo lo repara con su sonrisa.

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41. Un buen día, Dios se molestó con algunos artistas que pretenden hacer apología de la voluptuosidad pero la confunden con lo grotesco. Alguien puede ser gigante de carnes, y que en esa grandeza se conjunten hermosura, elegancia y esbeltez. Eso me lo demostró Dios cuando te esculpió todas las redondeces y los pliegues. Sos un poema grande y pesado, un poema nítido, un poema perfecto de Dios.

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42. Te llevé a una romería. Caminamos entre miles de personas. La gente se mueve como un río. Parece que uno es parte de una correntada. En medio de la caminata, nos detuvimos. Pasaban las personas como peces. Estábamos en medio de una pecera abierta y gigante. Vos y yo. Lo único propio, aparte de mí, eran tus ojos. Lo único mío, aparte de mis pasos, eran tus pasos. Me ayudás a no estar solo. Me sacás de mi antigua soledad acompañada. Es como si me encontrara con otra parte de mí que perdí en otra vida. El camino te trajo. Sos lo único que reconozco en el camino.

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43. Los días son recorridos por la oscuridad. Sos la luz de la noche. Las horas chapoteo en un mar sin vos. Me esperás en el puerto seguro. Ando a ciegas mi nostalgia de las mañanas. Me mandás un salvavidas con tu voz, me enviás un canto que me guía hasta la orilla, donde me encuentro de nuevo en tus ojos.

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44. Salgo de tu casa por la madrugada. Afuera, han surgido del sueño, los seres alados y únicos del planeta interno de la noche. Lo oscuro se puebla con seres endémicos. Son mis amigos del silencio, los otros nudos de esta nada. Me advertís que vas a salir a buscarme con helicópteros y policías. No servirá de mucho. Buscame con los ojos abiertos. Buscame con ese mar que hiciste carne. Te cambio esta noche por tu noche, esta soledad repleta de fantasmas puede esfumarse con sólo el vuelo de tu enagua.

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45. Nos hablamos con las manos. Nos decimos palabras prohibidas. Hay mensajes de los dedos que no se pueden describir de otra manera. Hay formas de pensar que aprendí en tu cuerpo. Lo han aprendido mis manos. Lo han transmitido tus dedos. Parece que las manos ven, degustan, saborean y huelen. Tus manos me han enseñado un idioma que no puedo compartir con otras mujeres. Es un puente que sólo me lleva a vos. Es un puente que solo te trae a mí.

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46. Canta Joaquín Sabina que bailar es soñar con los pies. Yo quiero soñar despierto sólo con vos. Canta Pedro Guerra, te vi y supe que nací pa´ casarme contigo. Con vos, eso pasa cuando bailamos. La magia llegó con una electricidad especial. Fue una cosquilla adictiva que me transmitiste con tus manos. Fue un calambre dulcísimo que me pasaste pies con pies.

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47. No sé qué es lo que quiere decirme la lluvia. Todavía no lo sé. La lluvia canta con sus manos, aprendió a llorar como el flamenco. También sabe llorar de alegría. Me faltan tus oídos de sirena, tus cinquitos de orejas, para descifrar con vos lo que dice el agua dormida. Sueña la lluvia. Yo sueño bajo su arrullo. Me deletrea tu nombre. Me agita con tu recuerdo. Todo lo que silba y tararea la lluvia con sus ojos cerrados.

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48. Puedo volver a nacer todas las noches en un salón de baile con vos. Puedo tocar el cielo con los pies. Mis zapatos aprenden a dibujar mariposas en el piso con un bolero. Somos un ángel que danza para Dios cuando nos abrazamos como lianas vos y yo, cuando nos desplazamos como libélulas que juegan la danza de la vida sobre la lamina del agua. Dios me regala la gloria cuando la música nos une y el baile me permite encontrarte grandiosa, bella y buena, noche a noche.

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Camilo Rodríguez Chaverri

49. Fuiste un accidente en mí. Seguís siendo un accidente de luz. Fue como meter un pequeño sol en un lago oscuro. Todo se encendió a tu paso. Todo quedó vuelto al revés. Pero el revés era el derecho de las cosas

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50. Quiero tirarme con vos en una sĂĄbana. Quedar tendidos sobre un potrero. Mirar al cielo. Encontrarle figuras a las nubes. Esperar que llegue la noche. Comer atunes y sopas de paquete, que traĂŠs de tu casa a escondidas de tu tata. Sentarse un rato mientras llegan puntuales, las estrellas. Contar los ojos blancos del cielo oscuro. Y terminar viendo estrellas por dentro, vos en mĂ­, yo en vos, mientras nos llenamos de estrellas como si fueran mariposas.

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51. Sos el tornillo que me faltaba. El tornillo con el que no nací. Dios te mandó a resolverme un defecto de fábrica que fue culpa de Él. Dios te mandó con un tornillo. Me dejé a la emisaria. Me quedé con la mensajera. Dios me perdona el arrebato.

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52. Me emociona encontrarte en los huecos de la calle, cuando se llevan las tapas de las cloacas. Me fascina encontrarte en las paredes vacĂ­as, que necesitan que alguien se detenga y escriba un graffitti. Me asombra encontrarte en una pulperĂ­a cuando ando solo, sin vos. Me impresiona verte en el piso, en las figuras del mosaico, o en los colochos de una planta que cuelga de una pared. Te veo por todas partes porque te llevo conmigo.

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Segunda Parte La flor del coyol


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1. Después de habitar mi noche, dejaste todo en llamas. De mi habitación, salen caminando flores de fuego. Pájaros entran y salen de la casa. Ponen su nido cerca de la hoguera que dejaste en mí. Dada tu ausencia, enorme hueco en el camino, duermo sobre el piso en la alfombra del cuarto de las visitas.

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2. Pasás como un huracán por mí. Dejás las sábanas colgando de las lámparas del techo, la almohada como un parche entre las persianas. Así quedo yo después de nadar en tu mar de miel. Las piernas pesan. Los recuerdos están livianos. A punto de morir de gozo, una y otra vez, me matás y me resucitás.

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3. Me persigno todo el cuerpo, desde los tobillos hasta las orejas, para entrar en tu pozo azul. Entro en esas aguas termales. Me pongo verde, amarillo, morado. Si antes bajĂŠ hasta los infiernos, me pones ante la puerta de San Pedro. Me confieso en tu piel. Expurgo los pecados con los labios. Estoy listo para recibir en vos al paraĂ­so. Hasta Dios detiene sus plegarias y me aplaude. Te desea el punto mĂĄs alto y el final de mi asombro.

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4. Quiero escribirte un poema con la lengua en tu espalda. Un poema que tenga que reinventar cada noche para sobrevivir a la oscuridad. La noche que no te escriba el poema puedo recibir un castigo. PodrĂ­a amanecer sin lengua.

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5. Cultivar el ayote, dar de beber el jugo de la guaba, pelar el aguacate, invadirlo con este pico. Estás hecha una manga y me recordás las delicias del zapallo. Quiero sembrar la cebolla en tu suelo más fértil. Busco un lugar para la zanahoria en tu plantación de churrustate. Bajo la tierra, emparentar la yuca y el arracache. En el subsuelo, aderezar el pepino y darlo al repollo. Hacer un puré con el plátano y el camote.

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6. Tu cuerpo es un experimento loco de Dios. Él a veces se permite esas licencias. Se remató su chifladura con tus nalgas. Transformó dos repollos, dos frutas de carne. Dios tomó una guitarra y una sirena. De la suma de ambas, bajo el fuego y la lluvia. Dios te sacó de las entrañas de sus sueños.

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7. Imaginate la inspiración de Dios cuando te hizo. Se tomó unos vinos, se fumó un pito de yerba y dedicó sus vacaciones a modelarte. Cuidó cada uno de los detalles. Se detuvo en cada rincón y se concentró en algunas de tus costas. Te dejó un acantilado alto y empinado. Te dejó una caverna con aguas divertidas. Dejó en vos un pequeño paraíso.

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Camilo Rodríguez Chaverri

8. Sé llegar con la foca donde explota en sales el pingüino. Sé tirarme como un león sobre tu gacela. Sé suavizar los modales de este tiburón para engatusar a la sirena. Sé depositar el único rayo de este sol en el fondo de ojo que escondés detrás de esa persiana mágica.

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9. Quiero Quiero Quiero Quiero Quiero Quiero Quiero Quiero Quiero Quiero Quiero Quiero

verte. Quiero mirarte. observarte. Quiero contemplarte. binearte. Quiero olerte. husmearte. Quiero tocarte. besarte. Quiero so単arte. descubrirte. Quiero explorarte. electrizarte. Quiero conquistarte. dormirte. Quiero despertarte. zambullirte. Quiero desvelarte. desnudarte. Quiero reproducirte. reto単arte. Quiero acompa単arte. envejecerte. Quiero vivirte. Quiero.

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Camilo Rodríguez Chaverri

10. Como del pan íntegro pan sin grasa de tu cuerpo, amasijo de panes buenos, de las manos de bollos que hornea Dios en sus ratos de ocio, para no aburrirse en su soledad. Como de este manjar de ángeles, pan que endulzo con mis besos, que suavizo con mis manos por las noches. Tus panes son alimentos mágicos que se abren como flores, ataditos de luces que crecen en mi locura, tamales desnudos que esconden en sus adentros una dulzura secreta, un amargor embriagante, una íntima acidez que me relaja, un calor que me recorre y genera temblores y arrebatos en mí, el deseo que desata erupciones y saltos sobre el abismo.

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Camilo RodrĂ­guez Chaverri (Cartago, 1976) es periodista y escritor. Ha publicado ciento ocho libros, entre ellos, una treintena de libros de entrevistas, una treintena de libros de poemas, cinco libros de cuento, y varias decenas de obras de fotoperiodismo. Tiene veinte aĂąos de trabajar en radio, prensa escrita y televisiĂłn. Es editor de medios escritos alternativos y columnista.

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