¿Por qué te fuiste, Capitana?
Camilo Rodríguez Chaverri
Primera edición 2000 Rodríguez Chaverri Camilo, 1978 ¿Por qué te fuiste Capitana? Camilo Rodríguez Chaverri 1 Edición-Imprenta El Universo 1.Poesía Costarricense I Titulo 2. Literatura costarricense 35 páginas; 21 x 12 cm Diseños: Imprenta El Universo y Osvaldo Cojal Pintura de la portada: Laura Moreno Castellanos Fotografía: Alejandra Carvajal
Hay una alegría extraña En saber que aún podemos Estar tristes. Mario Benedetti Muero de ti, amor, de amor de ti, De urgencia mía de miel de ti, De mi alma de ti y de mi boca Y del insoportable que soy sin ti Jaime Sabines Cuando ya nada pido Y casi nada espero Y apenas puedo nada Es cuanto más te quiero. José Coronel Urtecho Dime cómo acallar este silencio Si Teñido de ti No sé cambiar La costumbre y las ganas. Álvaro Zamora Muere un amor en mitad de la esperanza Y un silencio sepulta su cadáver de pájaro Jorge Debravo
En memoria del poeta Isaac Felipe Azofeifa y su propia capitana
Para Capitana, por supuesto
Uno Las otras pieles Son una zona sin conquista ni colonia Que podría recorrer como turista O como agente viajero Que podría celebrar como lo hacen Los hombres del mar en cada puerto Pero nunca serán la tierra de poeta.
Es tu piel la guarida y la religión Que me interesa El lugar sin límites y la única cárcel Que persigo por cuenta propia La verdadera cadena perpetua de la que Quiero ser culpable y cómplice.
Dos Y tenerte a ti muy lejos Qué poco me importaría Si la luna fuera espejo Gerardo Diego
Se han cerrado todas las ventanas Y busco una salida en el último espejo De una sala borrada Aniquilada de tu memoria, capitana. Criatura sin cercos ni fronteras.
Escucho tus pasos al otro lado del puente Y el río invade la pupila, No permite el recorrido Que me llevaría a tus rodillas
De repente olvido cómo se nada Y atino a enviar un mensaje en botella, Apenas debe decirte que
A este lado del agua Alguien te busca En los rincones del recuerdo.
Tres
Entre tu boca y tus ojos Un mundo nuevo me abre el portillo Me ubico en su sitio Con el cinturón y los otros cuidados… Sin embargo, me lanzas al vacío No han valido mis precauciones Y me lo merezco
Cuatro La tarde ha perdido su color Hemos dejado atrรกs Ese espejo que separa los tonos Y estamos otra vez en el principio Como una foto que permite entrar en una sala Que atrapa sin espacios definidos En el mar pesado y denso del pasado.
Cinco
Una luz grande abre un paso Entre tu camino y el mio, La crea este infinito afรกn por conocerte, Este incansable deseo de buscar El tesoro perdido en tu vientre, Y ese reclamo Con el que naciste en la mirada.
Seis
Tu soledad me resulta insoportable Caminas sola del bus al parque Del parque al otros bus Y de ahí a tu casa Con ese balcón siempre dispuesto al amor Como en un teatro o en un bolero Sola con tu tete, tu sencillez, con tu nido desprovisto Sola con un hombre que no puede ser Ni tu amante ni tu amigo Sola, con un gran signo de pregunta Entre el pecho y la espalda Tu soledad es insoportable Digamos que por solidaridad, o complicidad, o por mera convicción ¿me vas a dejar arrebatártela?
Siete Un animal de tierra firme Busca el abrigo de una piel Que es buscar un sitio estable Para hacerle un nido a las grandes historias Con las que los obligaron a nacer
DebĂan aparearse sus clamores Bajo el auxilio sereno de una mujer desnuda Pero se haya perdido En un isla solitaria
Ocho Si he de morir Quiero que sea contigo Pablo Milanés
Vengo por primera vez A pisotear la nostalgia Con los besos que escriben tu nombre Vengo tranquilo Con el encanto de sabernos vencido Esta guerra perdida me ha enseñado El peso especifico de las sombras Vengo y sé que mi boca recorrerá tu relieve de nuevo Porque al cerrar los ojos Sos un material de las estrellas, Un astro vivo, recreado en las alturas. Y por más que se empeñe El deseo de un país sin derrotas Y la luz de la noche Me pierde en tus palabras y tus huellas
Nueve
Tu boca Enciende el fog贸n E invita a iniciar El incendio sabroso De nuestros cuerpos
Diez Te llené de mi nombre en pequeños chaparrones en las piernas Te contagie de mis terribles manías Y has quedado con mis manchas imborrables Con una cicatriz que crece, alevosa, Con los reclamos que no escucharon los caracoles, Y te has quedado, aunque sin muchas ganas, Con las llaves que deje pérdidas En algún sitio sin historia.
Once Porque solo tu luz encuentro Al cerrar los ojos Porque solo tu boca Herida, abierta y dulce, Sacia la sed que me recorre, Porque solo tu mirada me desnuda De errores y de dudas, Y me enseña al mundo con el alma de los cueros, Porque solo en tus brazos Me reúno con los duendes Y salto al charco y al potrero,
Porque en tu sonrisa crecen Todos los jugos del cuerpo, Y en el lago tu mirada un espejo Reúne la esencia del mar y del bosque Porque en tu cama mi palabra se pronuncia, Se proclama verbo enardecido y embriagante,
Porque soy lo que cuento Y te invento en lo que digo Pues estas en mis palabras Creadoras de ese laberinto
En el que te amo a tu pesar Y te conozco más que cualquiera Porque en el verso no pasan el tiempo ni el olvido
Doce
La gran ironía de Dios Fue otorgarnos el destino del sueño Y obligarnos a vivir su reverso Armando Álvarez Bravo
Tu ausencia es una calle ciega Camino por las mismas sombras Que a veces habitan los sueños tenebrosos Y, mientras duermo, tu piel vuelve a ser un país conocido
Tu ausencia es una carta abierta Cuyos secretos no deseo descifrar Aunque están escritos en un lenguaje ambiguo
Trece
Cuando los unicornios existĂan Y las sirenas copulaban en la orilla Y la patria era mĂĄs grande que un bocado
Cuando este mar se abrazaba mĂĄs sonriente que solemne Aunque los hechos fueran nostalgias recurrentes
Otro gallo cantaba en este patio y en el patio vecino, Pero, entonces, te fuiste Y ya las hadas se declararon en huelga Y el mundo en serio se fue al carajo.
Catorce En ciertas circunstancias La memoria es una forma de ternura: Entonces se llama nostalgia. Eliseo Alberto
El paisaje es el mayor enemigo del olvido,
Todo me recuerda tu andar tranquilo, capitana, Los árboles, las calles, las casas, Aquella cafetería del corazón de nuestro mundo Que muchos ubican y pocos conocen, El bus que nunca tomamos, La ambulatoria estación del taxi, La avidez del mendigo que no me conoce Cuando camino solo, Hasta lo que resulta más antiguo que tus cosas, Los rincones de esta casa, las viejas rutas a mis tesoros perdidos, Y esas señales que me devuelven A la infancia precoz y riquísima En la que, si no estabas, te aparecías en los fantasmas, Los amigos ingeniosos de las paredes De la casa grande y vieja En la que, sin dios y sin diablo, Perdí la virtud de la inocencia Así sos de vieja en mi cabeza, capitana, Porque el tiempo no pasa igual en la memoria
Quince Cómo decirle al silencio que te quiero Luis Ángel Castro
Este muchacho vulnerable y triste Se desgaja del firmamento, capitana, Se deshace en tu silencio, Interrumpa su memoria en tu partida,
No se perdona este capricho cósmico, Apenas desea conversar solo Y ha olvidado el color de la ira, Su balance espiritual tiene déficit de sonrisas Y ha muerto el niño que no quería crecer en él Es que tu ausencia le hace mucho daño.
Dieciséis Llegás y los árboles del parque Ave de tu cuerpo Se ponen rápidamente las hojas Jorge Arturo
Nada como el aliento s Nada como tu compañía silenciosa y sutil Nada como el golpe solapado de tus palabras Nada siempre tan cierto como tu mirada (nada siempre tan inquietante y vivo)
Estoy repleto de preguntas Cuyas respuestas He perdido para siempre
Diecisiete
ÂżIrĂĄs a ser muda que Dios te dio esos ojos? Vicente Huidobro Tus ojos Abren la puerta Para entrar Conocida Por su entera Desnudez Limpia
Dieciocho La luz lo malo que tiene Es que no viene de ti
Es la oscuridad de una noche sin luna Apenas se aprecian cuatro o cinco objetos Insulares, entonces, en inmenso mar negro
Halla en su mente la huella suya de colores En medio de las tinieblas, Y allĂ copulan dichosos, gozosos, tumultuosos,
Es la tempestad deliciosa de la piel que conocen
Y sus ojos verdes Y sus labios rojos Le ganan otra batalla a la muerte
Diecinueve El niño corretea, balbuceante y contento, Entre el parque y la iglesia,
Juega mejenga en la plaza del pueblo Y a veces gana porque es el dueño de la bola Escucha pasos en la casa del abuelo Se abren y se cierran las puertas solas A veces hace fila en la entrada de una escuela de monjas Y espía los malos pasos de sus líderes más añejos
Entonces, pitan el final del partido en cancha propia
Has llegado en la mitad del otro juego
Has notado todos los goles Y, después de todo, Te has llevado hasta la bola.
Veinte
Una piedra en el pecho oprime, De la frente baja un hilo de sudor frio, Las rodillas fallan, Un aguijonazo va del cuello a las manos, El pu単o se cierra y los dientes Se desatan unos contra los otros, Los ojos son un resumen del asombro Y la piel quisiera salir corriendo Luego todo regresa a su sitio, Solo mi sorpresa se ha ido en tu mirada.
Veintiuno ¿Qué tal si empezamos a ejercer El jamás proclamado derecho de soñar? Eduardo Galeano
Te espero a este lado del río Está lloviendo y quisera recorrer tu cara Como el hilo de agua Que baja sigiloso, demorándose, En tu boca, en tu cuello, En el valle que divide tus pechos
Te espero en la ribera Estoy soñando que sonríes Y tu boca se convierte en una fruta
Entonces empiezo a lamerte Y muerdo tus labios con dulzura inusitada
Luego voy y vengo Buscando adentrarme en tus secretos Y en el relieve acusado de tu cuerpo
Te espero a este lado del río E imaginarte me va quitando el miedo.
Veintidós Yo ya no defiendo Esa torre cuarteada Octavio Paz
Sin el revoloteo de u cuerpo Esta casa es una pintura muerta
Parece un caracol abandonado Sin el movimiento juguetón de tu pelo Es un refugio de temporal sin paréntesis Un sitio sin más luz que las vidas afines
Una caverna en la que, como en la leyenda, Por miedo al resplandor las palomas Se convierten en murciélagos
Una gruta en la que no cabe el albatros Que nunca le huye a la tormenta Una reunión de mutuas cobardías
Esta casa es una excusa de la muerte, Hasta las paredes están tristes y las puertas están envejecidas
Si es que ignoras que aquí los hombres que habitan en mí Todavía te queremos
Veintitrés Ninguna flor más delicada, Ningún pañuelo con la piel más suave Que la piel de tu mano en el invierno Francisco Amighetti
No he podido explicarle a las estrellas Que su brillo en el mantel negro de la noche Ya ha perdido un par de seguidores
No he logrado contarle a las aves cercanas Que la cicatriz de mi mirada ya no consigue El mismo aliento con su función circense En el paisaje renovado de cada atardecer,
No he podido engañar la piel con el deseo, Con la sonrisa, el abrazo y las huellas ajenas, Porque dicen que la piel es otra forma de conocer el mundo Pero a veces se contagia de las señas particulares y maravillosas De una piel vecina Una piel que nunca dejamos de buscar
Veinticuatro Busco tu cara en todas las caras, Quisiera hallarte en el poema de lo que se ve en el bosque, De lo que dice la claridad del agua, De lo que transmiten los caminos de piedra Que se adentran en el ministerio de la montaña.
Te busco en la poesía de las mujeres buenas Que cocinan en los turnos y cuidan chiquitos ajenos, Y en el color de los girasoles y las hortensias Y en el cielo que limpia a la ciudad gris, oscura.
Te busco en los sitios verdaderos En los lugares donde el paraíso existe Pero es que tu cara es una bandera de salvación Sin la que el cielo de nada sirve
Veinticinco
Olvidar es tanto o más importante que aprender. Alvaro Fernández Escalante El olvido es un vagón oscuro Una noche permanente Una sombra que hace trampa
El olvido esta hermanando con fantasmas Que nos crecen por dentro como un virus, silencioso
Caminante que no deja huella, Merodea el alma y la carne,
Las lagunas que nos inundan e beso y el músculo Tienen mucho de su licor amargo
El olvido es un mal de la patria Dicen en las novelas y en los parques,
A veces atora, ahoga, encarcela Tal vez sea una manera de declararle una guerra sin tregua a la muerte, Una guerra que siempre está en su batalla inicial, Y que solo acaba con la derrota de quien nunca será invencible
¡Cómo cuesta el olvido con una piel que ha aprendido tanto…!
Veintiséis
Hay cierta dignidad que solo La tienen los vencidos Jorge Luis Borges
Dejemos que la victoria sea de él Y de su sensualidad apabullante
Permitamos que pueda más el Que tu empeño en salvar el alma Y que le gane su encanto a mi afán Por convertirte en poema,
Que acabe con la cárcel que yace sobre tu piel Y con la idea de dominarte el espíritu, Que pueda más que la sonrisa de quien huye Y que aniquile los alivios de nuestras cobardías, Decimos que pueden más el desorden y el caos Y que nos acerquemos a los sueños que forjamos
Dejemos que ese señor, tierno y sereno Que se parece tanto al dios de los niños, Dejemos que él nos gane la batalla Vencidos y agotados en sus brazos, Sólo él nos traería la victoria verdadera Dejemos, capitana, que el amor nos gane
Veintisiete Me pesa la mano
El músculo deja atrás al lapicero El amor se mide en la sangre Y cae como un abrigo sobre las vísceras
El perdón es sublime y difícil La tempestad llega primero Y la incertidumbre y la duda
Se refugian en su canto perenne Se ocultan en la luz y se disparan Como un dardo que no adormece, limpia
La mano todavía pesa El poema una flor en movimiento Ahora tiene poros y orgasmos, Sonríe y le permite el paso A la paz de los amantes agradecidos
El poema alivia, redime, contagia La mano, sin embargo, no engaña La palabra reinventa el mundo, Pero el amor es más grande… ¡es difícil, Capitana, ignorarte!)
Veintiocho Tal vez usted piense Que a veces podría encontrar ciertas complicidades En la respiración ajena Un pecho con un pecho Cuatro brazos en un nudo Para esquivar soledades Tal vez una sonrisa, un chistecito, Una tertulia a prisa, un apretón de manos
Tal vez usted piense Que a veces podría reir con la risa del prójimo, caminar serpenteando entre barreras y huecos y hallar un refugio en alguna gruta de la noche
talvez usted piense que a veces podría sentirme agradecido por encontrar en un minuto un remanso momentáneo pero no usted se equivoca porque aun así no podría encontrar una mirada que llegue a los ojos como la suya y que se convierta en ese mapa secreto que busco, que quiero recorrer pero que, irremediablemente, le pertenece
Veintinueve
Ella que fue, que ha sido Solo confirmación De que otra vida existe Abel Pacheco
Se ha desvanecido este sueño liberiano Ha caído en desgracia el color de la osadía Ha muerto tu deseo de entregarse a ciegas, De resbalar sin mirar atrás.
Se ha acabado la noche que no tenía fin Ya no cantan los ruiseñores a la orilla del celo Es el tiempo posterior a la cosecha La lluvia terminó con el consuelo Solo quisiera decir A la vera del camino Que el paraíso tiene rostro de sirena Y que es de tu cuerpo, capitana, La redención que persigo
Treinta
Cada poema un pájaro que huye Del sitio señalado por la plaga Álvaro Mutis
“Llevo la palabra Que es llevar la salvación a cuestas”, Dicen, con razón, los poetas Ya no hay cielo que valga Y al infierno lo derrumbó el poema Creamos nuevas odiseas, Crecen nuevos estandartes, Como siempre, Caminan de la mano la cizaña y la rosa Corren tiempos malos El hermoso pasado de mañana Y faltan todas las respuestas El mundo patas arriba Y el cuestionario en limpio
Todos un poco en deuda con la vida Mueren todos un poco al recordar el cierre
Estamos todos los que somos Y en este barco
Dialoga el marinero solitario Escribe versos para botellas huecas Y se hace guiĂąos a escondidas De vez en cuando triunfa, Con esas victorias amarillas que inventamos, Y a veces le ganan el silencio y el frĂo En general, Somos tan enanos como quisimos Y soĂąamos aventuras y primaveras
Unos llegan listos, otros se retiran, Nos sentimos irrenunciables en la mitad del trillo Y hasta gozamos por estar vivos Solo que con tu ausencia A veces nos queda Muy grande La camisa
Agradecimiento especial
Este libro ha sido publicado gracias al patrocinio de la Junta de Administración Portuaria y Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica (JAPDEVA) cuya Junta Directiva la ha considerado de interés cultural para la provincia de Limón. Además de su valor artístico, este libro ha sido donado por su autor al Club de Leones de Guápiles, lugar donde vive, para que el dinero de su venta sea destinado a la compra de sillas de ruedas y coches ortopédicos para personas con discapacidad de la región. La edición consta de 2000 ejemplares. Fue impreso en Imprenta y Litografía El Universo S.A. también ubicada en Guápiles. Esta empresa solamente cobró los materiales, refaló el rsto del trabajo para colaborar con la noble causa. Gracias, muchas gracias a JAPDEVA y a Imprenta El Universo por este valioso aporte al desarrollo integral de la Zona Atlántica.