Presbítero claudio solano

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Presbítero Claudio Solano

El Padre del Solidarismo Bananero

Camilo Rodríguez Chaverri Compilador MAYA &PAZ EDITORIAL


Primera edición, San José, Costa Rica, junio del 2006 ©, Camilo Rodríguez Chaverri ventanario@yahoo.com Entrevistas, redacción y edición: Camilo Rodríguez Revisión final: Rafael Ángel Rodríguez y María Inés Solís Diseño: José Ismael Medina Obando jimocrh7@gmail.com Producción gráfica: Editorial IPECA litipeca@ice.co.cr


Dedicatoria Para el personal de la Escuela Juan XXIII, aliados del Gran LĂ­der del Solidarismo PresbĂ­tero Claudio Solano


Índice

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GRANDEZA DEL PRESBITERO CLAUDIO SOLANO SIETE ENTREVISTAS DE CAMILO RODRÍGUEZ CHAVERRI 9 Pbro. Claudio Solano 29 Peter Gilmore 38 Hernán Robles 45 Moisés Soto Ballestero 62 Donald Murray Unwin 68 Félix Pérez Pérez 70 Mario López Durán

75 LA DIGNIDAD DEL TRABAJO Pbro. Claudio Solano 77 La dignidad del trabajo en el Magisterio Social del Juan Pablo II 79 El Concepto trabajo 81 Sentido humano y cristiano de trabajo 91 Primicia del trabajo sobre el capital 96 Trabajo y solidaridad en la empresa 100 Trabajo y familia

107 EL PADRE CLAUDIO SOLANO EN LA PLUMA DE LOS INTELECTUALES 109 Guillermo Malavassi 112 Lic. Hernán Robles Oreamuno 115 Lic. Marcos Amador Tenorio 118 Ing. Edwin Hernández Segura 120 Jorge Arturo Sauma 121 Abel Pacheco de la Espriella 123 Edwin León “Máquina”

125 EL PADRE SOLANO EN EL ALMA DE LOS SOLIDARISTAS 127 Francisco Villavicencio Brenes 131 Walter L. López 133 William Rodríguez Sánchez 135 Jorge Rossi Chavarría 137 Jorge Méndez Zamora 140 Roy Quesada García 141 Dennis Rojas Acevedo 142 Renier G. Gamboa Sandoval 144 Maritza Muñoz Ureña 146 Marcelo Gómez Camacho


147 ESCRITOS DEL PADRE SOLANO 149 Impacto de la crisis bananera en el solidarismo

152 La Escuela Social Juan XXIII y su aporte al solidarismo 157 Debemos ser solidarios 159 El solidarismo en el horizonte de la reconciliaci贸n social


I PARTE Grandeza del PresbĂ­tero Claudio Solano (Siete entrevistas de Camilo RodrĂ­guez)


PADRE CLAUDIO SOLANO Padre del Solidarismo en las bananeras El solidarismo era un movimiento interesante, casi revolucionario, pero estaba apenas en el papel. Don Alberto Martén fue su ideólogo, pero después, sus ideas se quedaron en unas cuantas conferencias compiladas en un libro. Quien tomó aquello y lo transformó en una realidad nacional fue el presbítero Claudio Solano. Y quizás en ningún sector no se noté más la importancia estratégica del solidarismo que en la producción bananera, y, de nuevo, no se puede concebir el desarrollo del solidarismo en las fincas del Caribe costarricense sin la presencia, la mística y el empuje del Padre Claudio Solano. Me recibe en su oficina, en la Escuela Social Juan XXIII. Ahí hay fotos de él con Pablo VI, con Juan Pablo II, con Juan XXIII y con la Madre Teresa de Calcuta. “He conocido a cuatro papas. Al primero que conocí fue a Pío XII. Lo conocí porque convocó al Segundo Congreso Mundial de Laicos, en 1957. Estaba en Castelgandolfo, la quinta de recreo, como a 30 kilómetros de Roma. El Papa saludó a los participantes. Él no daba la mano a mucha gente. Yo fui con el padre Carlos Humberto Rodríguez Quirós, quien luego fue arzobispo. En ese momento, Monseñor Rodríguez me estaba ayudando a estudiar. Yo lo conocí porque era quien le ayudaba a su mamá. Yo era el que le hacía todos los mandados de la casa. “También conocí a Juan XXIII. Desde el año 60 yo estaba en Roma, y él convocó al Concilio Ecuménico Vaticano Segundo, que revolucionó a la iglesia. Fue cuando la misa empezó a celebrarse en otros idiomas que no fueran el latín. Se celebraba en español. Me impresionó mucho porque el Papa decía que había que abrir las ventanas de la iglesia, oxigenarla, ventilarla…Recuerdo que tenía detractores, que decían que con eso la Iglesia iba a permitir que sus costumbres se relajaran. Incluso hay quienes dicen que el Vaticano Segundo se convirtió en el inicio de la Teología de la Liberación…Algunos decían que el Papa quiso abrir las ventanas para airear la iglesia, pero se le metió un chiflón…Al Papa Pablo Vi lo conocí siendo yo sacerdote, a Juan Pablo II también y con respecto a Benedicto XVI, resulta que lo conocí en Roma, hace muchos años. Él me regalo su penúltimo libro, autografiado. El libro se llama “Tolerancia y verdad”. “Un día que fui a buscarlo, no lo encontré, entonces le pregunté al secretario. “ ¿dónde está su enmienda?. El secretario me dijo “esta con el Santo Padre, es que ellos dos hablan mucho”. La designación de Benedicto XVI es una garantía de la continuidad de la obra de Juan Pablo II”.

Trece hermanos “Nací en Cinco Esquinas de Tibás. Mi papá se llamó Miguel Ángel Solano Rojas, y mi mamá, Luzmilda Cerdas Rojas. Éramos trece hermanos, dos murieron pequeñitos, y tres han muerto en estos años. Mi papá era sastre, y mi mamá, ama de casa. Mi papá era sastre de la intendencia, que era la sastrería del Gobierno. Fue sastre de don León Córtes.


“Nos tocó vivir por muchas partes. Primero vivimos en Cinco Esquinas, al frente de la Copa Blanca, que era la famosa pulpería y cantina. Esa casa era de mi papá. Mi papá sufrió de un cáncer en la cara y en un ojo. Tenía tantos hijos que entró en una crisis. No tenía suficiente trabajo. No podía dedicarse la suficiente a la sastrería. Nunca tomó ni un trago, nunca un cigarro. Era rectísimo, pero no le quedaba plata para salir adelante. Entonces, se le ocurrió vender la casa. Fue en ese momento cuando empezamos a rodar por todas partes. “De ahí salimos para vivir en una casa metida en un cafetal allá por Llorente de Tibás. Esa fue apenas la primera parada en un peregrinaje interminable que vivimos trece chiquillos, hijos del sastre, por los barrios de San José. “Soy el número nueve de todos los hijos. Curiosamente cursé el primer año en Zarcero, porque mi abuelita materna vivía allá. Para ayudarnos un poco, mi abuela se llevo a uno, que fui yo, un tío se llevó a otro, una tía se llevo a otro más… “Después de estar en Zarcero, fui a la escuela de Calle Blancos, la escuela Otilio Ulate. Ahí curse el segundo grado. Después pasé a la escuela Claudio González Rucavado, y de ahí termine mi período por escuelas de día. “De día apenas llegue a tercer grado. Es que resulta que en mi casa ya había mucha pobreza. Así que no me quedó más que empezar a trabajar haciendo mandados. Fui a la escuela nocturna República de Chile, en Barrio Lujan. “Fui eso que se llama victima del trabajo infantil, porque empecé a trabajar a los 10 años. Ya a los 11 años era mandadero de don “Mechito” Tinoco, don Luis Demetrio Tinoco, quien fuera Ministro de Educación del doctor Calderón Guardia. “También trabaje en los altos de “La Magnolia”, haciéndole mandados a don Fernando Soto Harrison y al papá de Orlando Gei Guardia. “Empecé a ascender mucho. Primero hacía limpieza y mandadillos sin importancia. Después pase a hacer mandados más importantes, como ir al banco. Entré en confianza con don Mechito, que era abogado. Él me daba las llaves y yo tenía todo en orden. Este señor era abogado del padre Rodríguez. “Un día, el padre Rodríguez le dice a don Mechito, “Mechito, necesito un chiquillo de mandados, un chiquillo de muchísima confianza, porque es para que trabaje para mi mamá. Don Mechito me recomendó al padre Rodríguez. “Me llamaron al escritorio de Mechito, me dijeron que el padre Rodríguez necesitaba una persona así y asá, quien sabe si usted quiere, si usted quiere le hablamos a la mamá del padre. Se van don Mechito a preguntarle a mi mamá y ella le dijo que estaba bien. Entonces me fui a trabajar con el Padre Rodríguez y su mamá. El día que llegue a su casa, a Barrio Amón, casí me da algo. El padre vivía en un castillo. Yo era un chiquillo descalzo, super pobre… Lo único que yo tenía era dos camisas, un pantalón y punto. Muchas veces, para mudarme mi mamá lavaba la ropa y en la noche la secaba a plancha, porque si no, no tenía que ponerme al día siguiente. La secaba a plancha de carbón, porque no había otra cosa. En mi casa no había horno, había anafre y mi mamá cocinaba con carbón.


Zapatos por primera vez “El padre Rodríguez me mando a comprar ropa. Por primera vez me puse zapaos y pantalón largo. Estuve vario tiempo con el Padre y su mamá, por lo menos dos o tres años. “Termine la escuela nocturna, trabajé tres años con el Padre Rodríguez, fue en ese tiempo cuando él me llevo al Vaticano. Así conocí a Pio XII. Después, su mamá influenció para que me mandara a estudiar. “Fue que un día el padre me preguntó que quería hacer. Yo le dije que quería ser misionero. Entonces me dijo que no podía ir al Colegio Los Ángeles, de los padres dominicos, que era lo que él originalmente quería, sino que él se había dado cuenta que lo mejor es que fuera al Seminario Menor. “Él me seguía ayudando. Estuve ahí como un año. Después estuve un año en el Liceo de Costa Rica, pero por la noche. Salí del Seminario Menor, porque me dí cuenta que en mi casa había dificultades económicas. Le dije al padre que no podía estar ahí tranquilo, mientras mis hermanos pasaban hambres. “Monseñor velaba por mis estudios, pero la platita que iba para mi casa, por mi trabajo, ya no le llegaba a mi mamá. Cuando me salí, se enojo Monseñor (porque el padre Rodríguez ya era monseñor, se me olvide decirles). No le gustó que me saliera y yo no volví más donde él. “Al año siguiente, un día me mando a llamar, que cómo andaba, que qué estaban haciendo, que en que trabajaba…Le dije que era repartidor de pan de la Musmanni. Ya lo había hecho antes. Para ser repartidor de pan hay que levantarse muy temprano, a las tres de la mañana. Además, estaba en un colegio nocturno. Por el trabajo tenía que faltar mucho al colegio. Recuerdo que la secretaria del liceo nocturno. Doña Lidia Keffer, una noche se me acercó y me dijo “chiquito, venga acá, vamos a hacer un trato, si usted me promete que no vuelve a faltar a clases, le quito todas las ausencias que tiene, para que pueda pasa el año. Si no hubiera sido por doña Lidia, me hubiera quedado por ausencias. Después de que Monseñor Rodríguez escuchó toda mi historia reciente, me dijo que me fuera a trabajar a la Librería Católica y que volviera al Seminario. “Después de medio año en el Seminario Menor, Monseñor Rodríguez me llamó y me dijo, “mira, mamá quiere darte estudios, esta muy agradecida contigo, ella te quiere mucho, quiere que te mande fuera del país, a mí me gustaría que te fueras a Europa, yo voy para Europa, quiero llevarte a un colegio a Francia”…Yo le dije “ ¿cómo voy a hacer si no hablo francés? Él me dijo, te darás cuenta que las primeras semanas son difíciles, después rápido vas a aprender francés”. Le dije “bueno, pero, es que diay, la verdad es que no sé, me da miedo”. Me replicó “ ¿qué te da miedo?”. “Le expliqué, me da miedo no dar rendimiento en los estudios, un viaje tan lejano, tan caro, y que yo no resulte, y tener que venirme”. Al final, le recomendé hasta un nombre de otro muchacho. Me dijo, “no, mirá mamá quiere que seas tú, quiero que aproveches esta oportunidad, si tú dices que sí, yo escribo inmediatamente al colegio”. Así fue. Hablamos con mamá. Mi mamá le dijo al padre, “si esa es su suerte, lo pongo en sus manos”. Al final, el padre le aseguró que él veía que yo iba a dar buen rendimiento.


Una vez que teníamos el permiso de ni mamá, me dijo, “pues mira, aprovechando que yo voy a un congreso en Europa, nos vamos y yo te dejo instalado.

Un colegio francés “Era el Colegio Saint Paul en Cannes. Llegué allá directamente al tercer año. Tenía como 16 años. Termine el colegio ahí. Cuando terminé el colegio, Monseñor me dijo que tenía que decidir que qué quería estudiar. Cada año iba a Europa y me pasaba a ver el colegio. Cuando se estaba acercando la conclusión del colegio, me dijo que tenía que ver que si terminaba el colegio debía ir a la universidad, que había muchas opciones, medicina, leyes, en fin… Que qué me pasaba por la cabeza, qué cual universidad me parecía mejor. “Al final le dije que a mí me parecía que en realidad me gustaría probar en un seminario mi vocación sacerdotal. Monseñor me dijo, que en este caso no quería mandarme a la universidad común y corriente, sino a la Universidad Pontificia Gregoriana, en Roma, que ahí podía suceder que empezará a estudiar filosofía, lo cual era una base para cualquier profesión, y que cuando terminara filosofía, que habláramos de nuevo, que él tenía miedo que escogiera el sacerdocio. Yo le pregunte, que por qué tenía miedo, “el miedo que me da es que tú has pasado tanto tiempo en mi casa que me preocupa que qué creas que ser sacerdote es tener una vida acomodada, una familia acomodada, así como yo. Me hice cartujo para desposeerme de todo. Yo no tenía ese miedo. Sabía que él era cartujo, y que se había desprendido de todo. Al final Monseñor lo resumió en una frase: “me da miedo que tú creas que ser sacerdote es tener plata”. Le dije que ese no era mi deseo, le dije que había renunciado a la vida material. “Él me decía “Cabito”. Llega y me dice, “mira, Cabito, somos de la muerte, voy a hacer un depósito bancario, de manera que tengas dinero para estudiar…” Le dije que no, no quería eso. Prefería trabajar. Y aproveche para convencerlo: “Si yo le he dicho que no quiero donaciones, menos quiero ser sacerdote para tener plata. No me interesa”. Le dije que tanto en Francia como en Italia me sentí atraído por las necesidades espirituales de la gente”.

Formación sacerdotal en Roma “Monseñor conversó con el rector del Colegio Pontificio Latinoamericano. Empecé la filosofía, terminé, hablamos Monseñor y yo, y le dije que quería seguir. Estudié teología, terminé, y, a pesar de eso, no me quiso ordenar sacerdote todavía. Me puso a estudiar sociología de la religión, y me explicó lo siguiente: “eso además de que te va a servir de mucho, te da un poco más de tiempo, para pensarlo bien”. “Yo estaba en Roma, todavía, cuando un hermano me llamó para decirme que mamá estaba muy grave, que me viniera. Allá le conté a un padre amigo mío, un padre de la universidad, que era el decano de Derecho de la Universidad Gregoriana y mi director espiritual. De


inmediato me dijo que me iba a ayudar para que me viniera de inmediato. Me dijo “te vas en avión y te venís en avión”. Pedí permiso en la universidad y me vine. Este padre me dio los pasajes de avión. Me presentó al aeropuerto, me vengo para Costa Rica, aquí pase con mi familia una semana. A la semana siguiente cuando volví al aeropuerto, porque tenía que regresar a Roma, me piden la cédula, y yo les digo “no tengo cédula”. “Nunca había sacado cédula. Me había ido con permiso del patronato, me fui siendo un chiquillo. Me devolví al Registro Civil, aparecieron dos anotaciones registrales, y así me dí cuenta que habían registrado dos fechas de nacimiento diferentes, en una decía que nací en 1939 y en otra que nací en 1936. Las dos coinciden en que nací un 6 de junio. Resulta que tengo un hermano que es un año de diferencia conmigo. Mi madrina, que es una tía, bueno, tuve como dos madrinas Hermelinda Matamoros era mi madrina propiamente, pero creo que esa madrina no pudo llegar ese día, así que la representó un tía mía que se llama Elida Acuña, que vive en Zarcero. Ella me inscribió en Zarcero con una fecha, y mi mamá en la iglesia del Carmen, donde fui bautizado, con otra fecha. Yo nací en el 39 pero con la cédula quedó que nací en el 36. “Mi mamá no sabía que fue aquel enredo. Tanto que mi cédula empieza con dos, tanto que mi cédula empieza con dos como si hubiera nacido en la provincia de Alajuela, y no con uno, como debería ser porque nací aquí en San José. “Me ordené sacerdote después de cursar una especialización en Sociología Religiosa en Roma. Estuve ocho años en Roma. Antes había estado tres años en Francia. Me ordené en Roma, porque Monseñor Rodríguez me fue a ordenar”. “Me vine para Costa Rica en el 69. Ya Monseñor Rodríguez era el arzobispo. A la semana siguiente, me nombró coadjuntor en San Ignacio de Acosta.

Acosta, su primera parroquia “Estuve en San Ignacio de Acosta durante año y medio. Hice un montón de cosas que no son las cosas que primaria y básicamente hace un sacerdote. Mucha gente me criticó, me acusó con él, con Monseñor. Les explico: fue el año en que hubo un ataque de polio en Costa Rica en el año 70. “Entonces, yo me propuse defender el cantón contra la poliomielitis vacunando a todos los niños. Fue una experiencia muy interesante y muy difícil. Se vacunaba dos veces, la primera era una vacuna y la segunda lo que llamaban el refuerzo. “Don José María Crespo, de la Tienda “La Gloria”, estaba metido con el movimiento de scouts en Costa Rica. Él me ayudó. Había que tener la vacuna de la polio en termos fríos, con hielo. Yo me iba con los scouts por todo el cantón. Me criticaron porque decían que eso no era propio de un sacerdote, pero Acosta fue el único cantón del país que no tuvo un solo caso de polio. “Una vez llegó un señor a pedir que le celebrará una misa por un niño difunto. Celebré la misa. A la semana siguiente, vino a pedir que le celebrará misa por otro niño. Como era la


segunda vez que llegaba el mismo padre, le pregunte que por qué murieron dos niños seguidos, y me contó que era un problema del barrio. Me fui a hablar con el médico del pueblo, que después resultó un gran psiquiatra, el doctor Coto Lacayo, que se fue a especializar a Estados Unidos y se quedó allá. “Nos fuimos el doctor y yo, y vimos las condiciones en que estaban viviendo. Los chiquillos se morían de diarrea porque no tomaban agua potable, y ni siquiera tenían servicio sanitario. Le dije al doctor Coto “a esta gente hay que enseñarla a usar servicios sanitarios”. “Me fui para el Ministerio de Salud, hablé con el director general de salud, le expliqué y me dijo “podemos hacer algo bien bonito, si usted se mete, nosotros le ayudamos. Había que hacerlo con la municipalidad. Me conquisté a los munícipes y emprendimos esa campaña. Nosotros ayudamos a hacer los huecos, dábamos los planches y las tazas. Resultó algo muy interesante. Concomitantemente, empezamos a ver en que casas vivían, en ranchos. Así que me largué a una campaña de vivienda, la hacíamos básicamente con el aserradero de Juan de Dios Murillo, el Aserradero Murillo de Heredia. “En las importadoras de carros me daban el embalaje de los carros que importábamos. Con eso nos armábamos. Don Pepe Figueres era el presidente. Él fue a verlas con doña Karen Olsen, su esposa, y me dijo “caramba, esto es lo que deberían hacer todos los padrecitos”. Ahí fue donde nació la gran amistad mía con doña Karen y don Pepe. “Monseñor Rodríguez me llamó, me dijo “tu has estado haciendo huecos de excusado, yo no te mande a eso a Acosta”. Le dije que eso tiene otra explicación. Le expliqué “uno no puede predicar el evangelio viendo a la gente vivir en un chiquero, uno tiene que hacer que la influencia de uno a favor de la gente pobre, así que no estoy haciendo nada que no corresponda a un sacerdote. “Al final convencí a Monseñor. Me dijo “como están haciendo esos excusados que no son de agua, que son de hueco, pues entonces ensaya los que se hacen con tanques y drenajes, porque ahí no hay cloaca”. Lo que primero resultó una regañada, terminó siendo una alianza de él con nosotros”. “A la segunda semana de estar en Acosta, un día iba para Sabanilla de Acosta. Entre San Ignacio y Sabanilla hay un lugar al que le llaman “El Soslayo”. Ahí constantemente había derrumbes. Habían caído caballos, carretas y de todo. Ese día me encontré un tremendo aterro. Los viejillos me dijeron “nunca nos ha ayudado un gobierno”. A la semana siguiente me fui a la sesión municipal, me dijeron que era muy difícil hacer algo, que había que entrar al Ministerio de Transportes…Me fui a hablar con el Presidente de la República, José Joaquín Trejos. Me acompaño un señor que se llama Luis Mora Badilla, que era muy politiquero. Me dice “vea, padre, seguro que el Presidente le va a decir, ¿cómo va el asunto por allá?. No olvide que él es de Unificación Nacional, así que dígale que todo va muy bien”. En efecto, Trejos me preguntó “ ¿cómo va todo por allá?. Y le digo yo, “todo va muy bien con Liberación Nacional”. Luis Mora dice de inmediato, “padre era todo va muy bien con Unificación Nacional. A don José Joaquín le dio mucha risa. No sólo me ayudó, sino que, al final me dijo, “padrecito, este es mi número de teléfono, para lo que usted necesite”.


Llamó al ingeniero Don Ricardo Mangel, jefe del CNP, le voy a mandar al padre Solano de Acosta”. Hicimos un convenio con el Consejo Nacional de Producción. Nos fuimos desde San Ignacio hasta Pozo Azul, por las fincas de Don Jorge Zeledón Castro, en 1700 horas de trabajo, con dinamita, un tractor…Vieran el montón de gente que ayudó. La Municipalidad ponía la plata para el diesel, don Ricardo ponía el “bulldozer”, y el MOPT ponía los repuestos. Así fuimos limpiando el terreno. A partir de ese momento, empezamos a entrar más y más carros. Don Hugo Camacho tenía un jeepcito, y con sólo tener caminos más amplios, se dedicó a hacer fletes. Él era el papá de loa dueños de Policromía. También creé un grupo de Scouts, un grupo de Alcohólicos Anónimos, y hasta un sistema moderno que nació en Choluteca, Honduras, y que consistía en que, con plata de empresarios amigos míos, les pagaba a los catequistas el salario del jornal para que vinieran los sábados a recibir instrucción. Así ellos no perdían el jornal y les podíamos dar formación espiritual…”

La historia del pool “Yo era coadjuntor, es decir, le ayudaba al párroco. El párroco me tenía prohibido hablarle a dos señores, porque consideraba que eran ateos y enemigos de la iglesia. Uno de ellos tenía un pool. Pasaron los días y encontré que en unas zonas alejadas de Acosta, había suficientes niños para abrir escuela, ero el director regional no quería. Me le metí directamente al Ministro de Educación, Guillermo Malavassi, y él me dijo, “vea padre, si hay gente para eso, presénteme la escuela”. Fue así como abrimos cuatro escuelas, y no simplemente una que era lo que yo andaba buscando. Una de esas escuelas era para Las Vegas de Parritón, otra esta en Caspirola, otra en Zoncuaco (llamado Zoncuano), y otra en Tablazo de Acosta. La de Tablazo la sigo muy de cerca. Está muy cerca del centro y la gente me busca mucho, después de 30 y pico de años. “Un día llegue donde el señor de pool, Tano. Me pasó adelante muy gentil, me ofreció café y tortillas con queso. Era un día de invierno. Le dije, Tano, dígame una cosa, ¿a usted no le da lástima ver estos chiquillos del pueblo en esos barriales, subiendo esas cuestas, sin sombra de nada, camino a la escuela? “Tanto me muerde el anzuelo: “diay padrecito, ¿qué se va a hacer? Tendríamos que dejar a los chiquillos sin escuela”. Entonces le digo, “no, la alternativa es que usted me dé ese pool, si usted me da ese pool, y yo lo hago una escuela, aquí chiquillos hay, y el pool lo podemos arreglar para hacer un aula y un primer grado y ahí vamos para adelante, a como nos presente la oportunidad”, Tano Arias Arias, que según el párroco era ateo y enemigo de la iglesia, me dijo que sí. Inmediatamente levantamos el censo, y presentamos todos los documentos al Ministerio de Educación. Estamos en eso cuando el padre Solano detiene nuestra tertulia para llamar a una señora de Acosta. Mientras le contestan la llamada, nos dice, esa señora es mi comadre, soy padrino de los siete hijos de ellos, cuando me agarra me cuenta todas las últimas tristezas del pueblo, es de San Ignacio centro…Si ustedes ven mi agenda, se asustan de los centenares


de llamadas. Son por todas esas cosas que les estoy contando. “Por cierto, nunca le dije nada al cura párroco sobre mi negocio con Tano”. Él se dio cuenta pero tampoco me dijo nada. Todo ese trabajo se hizo en año y medio, porque de ahí me mandaron para Heredia centro. Estuve en la iglesia de la Virgen de los Ángeles, al frente del parque de Los Ángeles en Heredia.

En los pueblos de Heredia… “En Heredia tuve una actividad comunal muy interesante. Desde Heredia me proyecté a Sacramento y Poasito, allá por el Volcán Poás. Con doña Clemencia Campos nos ocupamos de Cáritas, e hicimos una semana cultural herediana. Reunimos todas las obras de arte, pintura, escultura, para enseñarle a la gente joven el arte herediano. De ahí surgió la idea de la casa de la cultura. A doña Clemencia le decíamos Menchita. Ya murió. Ella fue la encargada de sacar adelante la casa de la cultura. “Empecé a darle a los jóvenes mayor participación en la misa. Para ello, le compraba fiado todos los equipos de música a Eugenio Pignataro, para hacer el coro de jóvenes. Fue muy lindo. Dio pie a que se hiciera mucha cosa. Al principio muchos padres no querían. Duré en Heredia otro año y medio, y sé que hicimos mucho bien a los jóvenes, que se sintieron tomados en cuenta. “En eso me llamó el arzobispo y me dijo, “mira, sabes que abrí la Escuela Social Juan XXIII. Por ahí han pasado siete sacerdotes, el último, el padre Villalta, ya me presentó la renuncia. Quería ver si tú, que tienes esa vocación obrera, que fuiste trabajador desde chiquito, te interesarías en ir a la escuela”. Le dije que diay, que no sabía, que me dejara ver, pero que en todo caso contara conmigo, que me había hecho sacerdote para obedecer al obispo y trabajar por la iglesia. “Haga el nombramiento, si le sirvo me deja, si no le sirvo, me quita y se acabó”, le dije a Monseñor Rodríguez en dos platos. “A la semana ya estaba en Curridabat. Monseñor Rodríguez Quirós era de allá. Me vine para la Escuela Juan XXIII el 14 de agosto de 1971. Llegué aquí, y no encontré a nadie. Las llaves me las había dejado en una casa. No había papeles ni nada. En una caja de cartón de esas de botellas, habrá facturas viejas. Como a la hora de estar aquí, oí un tocadillo de puerta. Donde esta la Soda Fresas había un galerón. Curiosamente, en el galerón había una soda. La señora de esa soda me mando a preguntar que si me gustaba el café. Le dije al chiquillo que vino “dígale a su mamá, que sí, que gracias y que se apure porque tengo mucha hambre” “Al rato llegó el chiquillo con galletas y un café. Fue mi primer contacto con la parroquia. Lo otro que me encontré fue con una tarjeta de visita del ingeniero Virgilio Roqué, que fue el patrono, el socio y el promotor de Romano Orlich. Veo la tarjeta por ahí, casi botada. A mano, la tarjeta decía “padre, quiero hablar con usted”. “Lo llame. Estaba traumatizado por la revolución cubana. Era cubano. Había trabajado con la empresa Monsalto. Se vino a establecer a Costa Rica, creo “Pecuaria Costarricense”, lo


que fue la Plumrose, y me dijo que él quería hacer todo lo que de él dependiera para que a Costa Rica no le pasara lo de Cuba. Entre otras cosas, quería un programa de video cassette sobre la Doctrina Social de la Iglesia y tenía un video sobre la tragedia de Cuba. Vino, lo vimos, a mi me gustó el programa y empezamos a pedir audiencia a los colegios para pasar el programa. Fuimos a muchos colegios privados. La primera que se apuntó fue doña Delia Betancourt, del Colegio San Judas Tadeo”.

Seminarios a empresas “Desde que estaba en Acosta, don José María Crespo siempre me ayudó mucho. Lo llamé para contarle cómo era que estaba recibiendo la Escuela Social Juan XXIII. “Apenas me llamó para decirme, “bueno, padre, ¿en qué le ayudo?”. Le dije “vea, José María, creo que tengo una idea y usted me puede ayudar a llevarla adelante. No se puede predicar desde los pulpitos. Esta escuela fue fundada para la promulgación de la Doctrina Social de la Iglesia. Quiero entrar a las empresas para darle oportunidad a la doctrina social en la transformación de la sociedad, de la empresa, de la empresa, de la familia. Eso sólo lo puedo hacer yendo a las empresas, dando seminarios a los trabajadores, y que las empresas paguen por eso. Es un trabajo importante. La iglesia no tiene los recursos para hacerle ese favor a las empresas. Además, si no pagan, nunca se van a dar cuenta de lo importante que es esa labor”. “Él me dijo, “diay, juega. ¿Qué me toca a mí?. “Le dije “empiezo con usted, vamos a dar seminarios, pero usted me los va a pagar y usted me los paga bien caros, porque la escuela no tiene nada, ni para pagar la luz”. Aquí había pisos hundidos, cielorrasos malos… “También pensé en Juan de Dios Murillo, que fue el socio mío laico, en obras sociales en Heredia. Tuve bonita relación con Juan de Dios Murillo, Toño Herrera, y el doctor Melico Cortés, director general de Salud Pública. Ellos me ayudaron a arreglar la escuela, y José María me ayudaba a buscar citas con empresarios, a hablarle a los empresarios. “Empecé a traer trabajadores a la escuela. Para eso consideré necesario tener un manual de la Doctrina Social. No le podía dar a las encíclicas a los trabajadores. Tenía que darles resúmenes de encíclicas. “El ingeniero Roqué me ayudó en eso, me ayudó de dos maneras: por un lado leíamos las encíclicas juntos, e íbamos subrayando aquello que era importante; luego, la secretaria de la empresa de él la pasaba a máquina. Así nació mi primer folleto de Doctrina Social de la Iglesia Católica. “Cuando me preguntaban cómo llevarla a la práctica, yo les contestaba parte de lo que tenemos ahora como solidarismo, que no se podía sin un entendimiento, sin un dialogo, sin un acercamiento franco, sincero, con el patrono, es decir, el principio de León XIII; no puede haber capital sin trabajo, ni trabajo sin capital. Aunque lo dijo hace más de un siglo, sigue siendo cierto, y es inamovible. “Empezamos a hacer círculos, seminarios sobre la doctrina, con un esquema muy sencillo. El esquema parte de algunas preguntas, como ¿cuál es la realidad?, ¿Cuál es el ideal que


presenta la doctrina y los santos padres? Básicamente es la revelación. Desde el Antiguo Testamento, el fondo social de la predicación de los profetas nos llega al alma y es de una realidad palpitante. Con ese postulado reunía a los trabajadores, y los ponía a examinar esa realidad. “El Evangelio de San Mateo dice “tuve hambre y me diste comer, tuve sed y me diste de beber, desnudo y me vestiste, forastero y me acogiste, enfermo y me visitaste, en la cárcel y me fuiste a ver…” “Son temas fuertes. Había que poner todo esto proyectado en un lenguaje a la familia. No se puede sintetizar en pocas palabras. Es toda una realidad social que hay que redimir. Como dice San Pablo, la creación entera emite dolores de parto. “Con toda esa realidad, empezamos a crear comités en las empresas para el mejoramiento de las condiciones laborales, los beneficios sociales y el trato humano.”

El clic en el solidarismo “Aquí surge algo importante: un empleado de José María Crespo. Eugenio Montealegre, me dijo un día, “padre, ¿usted ha oído hablar de Alberto Martén?. Le dije, “no, nunca he oído hablar de él”. Eso es entendible porque yo salí chiquillo para Europa. Eugenio me dijo que Alberto Martén había ido a hablar de ahorro y sobre unos temas muy parecidos a los que yo estaba hablando, que él tenía unos esquemillas, que si quería me los traía, me los trajo empecé a buscar sobre Alberto Martén, le hable al doctor Carlos Carro, hermano de Alfonso Carro, compañero nuestro en la escuela, y me dijo el doctor Carro que su hermano Alfonso trabajó con Alberto cuando estaba jovencillo. Me puse en contacto con Alfonso, Alfonso me dio el folleto de las tres charlas que Alberto Marten pronunció por radio en 1947. El primero que reaccionó contestándole a Alberto Martén sobre estas charlas fue el Padre Benjamín Núñez. El 26 de diciembre de 1947, le mandó una carta a don Alberto Martén, en su calidad de presidente de la Confederación Costarricense de Trabajadores Rerum Novarum, le manifestó su entusiasmo y le ofreció toda la colaboración suya y del sindicato. “Con don Alberto descubrí lo que era el plan de capitalización universal, o Plan Martén. La idea de Don Alberto se sustentaba en que, en ese momento, como también hoy, el conflicto laboral se puede resolver dándoles la oportunidad a los trabajadores de ser socios de las empresas. Como no tenían capital, había que crearles un ahorro, y ese ahorro podía servir en un futuro para que los trabajadores pudieran comprar acciones. Había que construirlo en forma bipartita, trabajador-patrono. “Don Alberto consideró que, en lugar de acumular la cesantía de los trabajadores y ponerla a trabajar, el patrono debería hacer un adelanto de un 5 por ciento del salario, mientras que el trabajador debía juntarlo también con un ahorro del 5 por ciento. El fondo, que iría creciendo, era para darle oportunidad al trabajador de adquirir acciones a la empresa.


“Cuando inicié esta historia, uno de los temas que me gustaron fue el del ahorro. Conocía el tema del ahorro, especialmente en Alemania. Me entusiasmo saber que podíamos hacer algo así. Los sistemas de ahorro obrero de Alemania eran un gran ejemplo. Pero tengo que aceptar que nunca pensé que pudiera servir para comprar acciones de las empresas. Esa novedad la encontré en el proyecto de don Alberto. “Hay que reconocer que este plan nunca tuvo éxito por lo menos por dos razones; una, porque Don Alberto creó un partido político que se llamó Acción Solidarista, para darle fortaleza al movimiento obrero. Eso dio al traste con el asunto porque fue un fracaso. Sacó tres mil quinientos votos en las elecciones de 1962. Según tengo entendido. Don Alberto lo hizo por consejo de don Daniel Oduber, que lo único que quería era sacarlo del camino. Con eso desanimó a los empresarios y a todo el mundo, porque, según me dijeron los empresarios más prestigiosos, don Santiago Crespo y don óscar Fischel, el resto de los empresarios creyó que don Alberto Martén les iba a pasar la factura del costo político. “El mal calculo de don Alberto y la jugada de don Daniel Oduber partieron del mismo elemento, que consistió en seguir el paradigma político obrero, político gremial, que tan nefastos resultados ha dado en la historia de los movimientos laborales. “La otra razón por lo que el Plan Martén no triunfó de acuerdo a las expectativas de don Alberto, se puede dividir en dos partes: una, que la empresa familiar de aquel entonces, cuyas juntas directivas se hacían en la sala principal o en el comedor de las casas de los dueños, no estaban dispuestos a abrirle campo en su seno a los trabajadores. No los creían importantes como poseedores de acciones, como tampoco lo siguen creyendo hoy. No los consideraban interlocutores válidos de peso. Ni siquiera en los Estados Unidos, donde el presidente Reagan hizo un intento parecido al del accionario obrero, con el plan Kelso, que tampoco produjo frutos. La segunda parte de esta causa es que los trabajadores nunca iban a poseer las suficientes acciones para tener peso en las decisiones de la junta directiva, o para recibir los dividendos que ellos soñaban. Tanto es así que en la finca “La Lucha”, como gran cosa, don Pepe, le había dado a los trabajadores el 15% de las acciones, y muchos años más tarde, fue a través de la Escuela Social Juan XXIII que se negoció la retrocompra de esas acciones porque a los trabajadores no les interesaba.

Ahorrar es la fórmula “Para la escuela quedó claro una cosa: que la oportunidad simplemente de ahorrar sólo la podían tener ahorrando a través de las asociaciones solidaristas que empezaron a constituirse al amparo de la Ley General de Asociaciones, y que se tenía que inscribir en el Ministerio de Gobernación. “Hay que reconocer que esa idea del trabajador empresario, ni se perdió, ni se ha perdido, ni se perderá nunca. Eso se debe a esa vocación natural del hombre de poseer, situación que mejora hoy día por todas las facilidades y los fenómenos económicos que invitan realmente a hacer negocios y a usar el capital ocioso, lo que es muy bueno cuando se hace de una manera prudente y con las máximas seguridades.


“Las primeras asociaciones solidaristas en tener participación fueron una gran señal para nosotros. La primera que recuerdo es la del departamento de costura de la tienda “La Gloria”, que posteriormente fue avanzando hasta tener acciones y ser propietarios de por lo menos uno de los puntos de venta de la tienda “La Gloria”, el de Guadalupe. La otra empresa fue la de Don Norberto Salinas, Alimentos Preparados, Alpre. “Don Norberto era de origen nicaragüense. Era un hombre de una profunda religiosidad y valores extraordinarios. Concibió su forma de pensar a la luz del pensamiento social de la iglesia, especialmente en “Mater et Magistra”, “Madre y Maestra”, del Papa Juan XXIII. Teníamos muchas conversaciones sobre la participación de los trabajadores en la empresa. Un día, Don Norberto decidió transferir a los trabajadores el departamento de reparto. Esa actividad se convirtió en una empresa de ellos a través de la asociación solidarista. Fue a principios de los ochenta. “El tema equivocado de mucha gente es pensar que el solidarismo nació en 1947. Lo que surgió en el 47 fue la idea. Tampoco es cierto, de ninguna manera, que las primeras asociaciones hayan sido llevadas a inscribir al Ministerio de Gobernación. En aquel entonces, no había preocupación por lo legal. “En 1972, creamos la Asociación de Empresarios Pro Justicia Social y Paz, constituida por empresarios que se habían identificado con el propósito del solidarismo, querían influenciar y atraer a más empresarios para patrocinar la Escuela Social Juan XXIII y todos sus programas de capacitación. Ese fue el objetivo de la fundación. Hago esta asociación, funcionamos muy bien, hasta que un día dos personas en junta directiva, Eric Brenner, yerno de José María Crespo y Rodrigo Jiménez, empleado de Carlos Lachner, dijeron que era necesario que esa asociación de empresarios tuviera sus propios recursos para hacer algunas actividades ellos solos, sin la mediación de la escuela. Yo alegaba que eso no era necesario, porque la escuela podía organizar las actividades que ellos quisieran. “Empezaron a dividirse, me llevaron al punto de que, por iniciativa y gestión directa de Rodrigo Jiménez, la asociación celebró una asamblea en el Hotel Cariari, a la que me invitaron. En esa asamblea los empresarios se separaron de la escuela, sin haberme nunca comentado nada, de tal manera que a partir de ese momento, el aporte del empresario no iba a llegar a la escuela sino a la asociación, que me daría a mí un porcentaje, con la condición que yo iría más a las empresas, porque todas esas gestiones las harían ellos. Me tenía que limitar a quedarme encerrado en la escuela. No me opuse, no hice nada, no podía hacer nada… Ellos tenían la sartén por el mango. Aun cuando me obligaban a firmar un documento, lo firme moralmente amenazado…”

Solidarismo en bananeras “Cuando me sentí acorralado, pensé que Dios me estaba poniendo una prueba de fuego para trabajar por su obra en otras zonas y con otras actividades. Unos días antes se había dado en


Río Frío un plebiscito entre dos sindicatos, uno comunista y el otro democrático. Ganó el comunista. Eso me llamo mucho la atención. “Empecé a interesarme en la situación bananera, ese plebiscito y las huelgas constantes que se daban ahí, me hicieron pensar que había que llevar el solidarismo a las bananeras, de manera que a finales del 87, le pedí a Corbana, en aquel entonces Asbana, que me pusieran a una persona como guía para ir a las bananeras. Nunca había pasado más allá de Turrialba. “Así fue como llegué a la primera finca bananera, en Río Jiménez de Guácimo. Era de Manuel Arias de San Joaquín de Flores. Se llamaba Finca Santa María. Llegué ahí a las cinco de la mañana. Por dicha no encontramos obstáculos, ni ríos crecidos ni nada, había salido de aquí a la una de la mañana, y a las ocho de la mañana tenía hecha la primera asociación, ahí mismo, en Río Jiménez de Guácimo. “El gerente de la finca me reunió a todos los trabajadores para que escucharan mi discurso. Los dejó hasta la hora que yo necesitara. Ahí empezó toda esta gran historia. “Unos días más tarde, estalló la huelga en la finca “Agrícola Ganadera Cariari”, de Moisés Soto. Sucedió un conflicto laboral. Me fui a conversar con don Moisés. El conflicto llegó a un punto de mucha agresión. La prensa nacional se dio cuenta de ello, pero toda esa agresividad del sindicato y de algunos trabajadores me sirvió para hacer reflexionar a la gente sobre el modo de vida que estaban teniendo, tanto en el campo laboral, como social y familiar. “De ahí fui a hablar con el gerente Del Monte, Hernán Robles Oreamuno, un hombre extraordinario. Es un hombre tan solidarista…Vieran cuanto. Me fui a hablar con don Hernán, él convenció a Jack Loeb, y me dieron cancha abierta. Las grandes decisiones para que la empresa esté donde esté, en los momentos críticos y la sabiduría del manejo en esos tiempos fue de Hernán Robles. Imagínense ustedes que una vez reunió a todas las jefaturas y les dijo esto: “señores, yo quiero que ustedes entiendan, de una vez por todas, que la filosofía laboral, la política laboral de esta empresa es el solidarismo y que actuar en contra del solidarismo en esta empresa es actuar contra la empresa, y por consiguiente quien así actué no podrá estar con nosotros. “También dijo esto: “el solidarismo ha sido un enorme valor para esta empresa, y no le permito ir a nadie en contra de esta política laboral sino tienen los recursos suficientes para recompensar a la empresa por lo que eso significaría”. Se refería a la eliminación de los desastres del sindicalismo. “En Costa Rica hay más de 40 mil hectáreas de banano, 17 mil son fincas de las compañías y 23 mil de los productores independientes. Generan 40 mil empleos directos y 150 mil empleos indirectos. Si lo multiplico por 3 ó 4 miembros por familia, estaban hablando de 600 a 800 mil personas. Esto se le debe al solidarismo porque, por ejemplo, cuando yo llegué a la Zona Atlántica, ya Estándar había empezado a vender tierras y ya Del Monte había empezado a abandonar tierras que no podían seguir produciendo por todos los problemas sindicales.


“Había un espectro de ruina y muchas ganas de tirar la toalla por parte de las trasnacionales. Ya se había dado la salida de las bananeras del sur. Y el país tuvo que pensar en el impulso de la industria bananera para que no cayeran las exportaciones. “La entrada del solidarismo en las fincas bananeras contribuyó a que se desarrollara lo que han llamado el “boom” bananero, que se dio porque no solamente había estabilidad laboral, sino porque se elevaron todos los índices de producción, de calidad… era una invitación directa a los bancos a financiar más hectáreas, las fincas bananeras de productores independientes dieron un salto increíble, y tomaron la delantera. Al igual que las transnacionales, los productores independientes se han portado bien con el solidarismo, salvo algún productor bananero problemático que nunca falta alguien difícil en cualquier sector, verdad”.

Se nota la diferencia “Cuando ustedes ven lo que es hoy Río Frío, por ejemplo, pueden pensar que era Río Frío en aquella época… ¿Cómo eran las bananeras de Siquirres, Cariari y Ticabán antes del solidarismo? ¿Cómo eran antes del solidarismo las comunidades de Sixaola?. Si las inundaciones más recientes hubieran sido antes de la irrupción del solidarismo en la zona, nadie se acordaría de estos pueblos, pues, sólo hay indígenas y gente que sigue sufriendo, como han sufrido siempre. La diferencia en esas comunidades la hace el solidarismo. “Cada vez que hay una inundación o un problema, el ruido lo hacen las plantaciones bananeras y de plátano donde hay asociaciones solidaristas. Eso siempre me ha llamado poderosamente la atención, porque indica que los trabajadores solidaristas aprenden a defender sus derechos y le pierden el miedo al futuro. Aun así, siento que algunos nunca han tenido la capacidad de darse cuenta lo que significa el solidarismo para ellos… “En ningún otro sector se nota como en las bananeras el peso del solidarismo. Hay asociaciones inmensamente ricas en otras actividades. No tienen las asociaciones solidaristas de la Zona Atlántica el capital que tienen la Asociación Solidarista de la Caja Costarricense del Seguro Social, del Banco de Costa Rica e Intel, pero tampoco esas asociaciones tienen una proyección social de la envergadura de la proyección social que tienen las asociaciones solidaristas del sector bananero en la Zona Atlántica, que han hecho evolucionar la producción bananera, le han dado estabilidad a las plantaciones y le han dado vida y razón de existir a las comunidades. “La inestabilidad laboral que había antes, que era un porcentaje altísimo en tiempos de los sindicatos, es parte del pasado. La gente no se quedaba en una sola finca. Ahora usted pregunta quienes de aquí participaron en la asamblea constitutiva de la Asociación Solidarista, y un montón levantan la mano.”


Cercano a Pablo VI Hemos pasado dos tardes enteras conservando acerca de su vida. El Padre Claudio Solano es simpatiquísimo, ameno, encantador…Se le nota su vocación de maestro y orientador. Ha ido contando todas las facetas de su vida con dulzura y alegría. Mientras vamos guardando el equipo, le pregunto por las fotos que hay en su oficina. Una de ellas es Pablo Sexto. “Con el Papa Pablo VI tuve una relación muy linda desde que él era cardenal. En ese momento, yo era un chiquillo, yo era seminarista, y lo veía mucho, porque él visitaba el Pontificio Colegio Lombardo, que está en Roma, y recoge alumnos de Italia, especialmente de la región de Milán. Cuando él decidió reconstruir ese colegio en el centro de Roma para hacer un enorme edificio con locales comerciales, de manera que esos locales comerciales le dieran al Colegio Lombardo los recuerdos económicos para su manejo, los estudiantes del Colegio Lombardo tuvieron que seguir su formación en otro edificio. Mientras reconstruían el edifico que usaban ellos, los alumnos del Colegio Lombardo fueron a estudiar con nosotros en el Pontificio Colegio Pio Latinoamericano. “Fue en ese momento que me hice muy amigo de él. Cuando murió Juan XXIII; él se convirtió en Pablo VI. Me tocó vivirlo en Roma. La última noche que pasó el cardenal antes de entrar al cónclave fue con nosotros. Queríamos sacarle una foto con el futuro papa, porque se esperaba que fuera él. Esa noche nos dijo “no crean eso, el nuevo Papa tendrá que ser un hombre muy santo, muy sabio, y eso no soy yo”. Dos días después, él era Papa. “Durante la primera fiesta de La Candelaria, en la Catedral de Roma, el Papa pidió que yo llevara el Cirio durante la celebración papal. El Papa Pablo Sexto me quería ordenar a mi sacerdote. Él mismo me lo dijo, pero yo no deje porque quería que me ordenará Monseñor Rodríguez, quien fue mi gran amigo, consejero y padrino espiritual de toda una vida”.

La Madre Teresa de Calcuta Recibí a la Madre Teresa de Calcuta cuando estuvo aquí, en los años 80. Me tocó ser uno de sus anfitriones. Tengo una anécdota increíble de la Madre Teresa. La Madre Teresa me dijo que quería irse para México en avión privado. Werner Lotz era el piloto de Daniel Oduber. Werner puso el avión para llevar a la Madre a México. Iban a salir a las seis de la mañana. Estaba yo en el aeropuerto a las cinco de la mañana, arreglando todos los detalles, y en eso me llamaron para decirme que ella había cambiado de planes. Ahora quería a otras monjitas se fueran en ese avión y decía que ella se podía ir en un avión comercial a la una de la tare. Me dijeron que ella se tenía que llevar a unas monjitas hindúes, y que no les daban la entrada en México, no les daban pasaporte por ser hindúes, por lo que me pedían que les gestionara la visa para México. Sacar la visa dura un mes. Le dije a la Madre Teresa, “Madre, haré todo lo posible”. Salí en carrera del aeropuerto hacía la casa de óscar Arias. Llegué a buscarlo y me dijeron que el presidente estaba dormido. Le expliqué a quién me atendió lo que me tenía tan urgido de hablar con él, y que le dijera a don Óscar


que era un asunto del que teníamos que hablar de inmediato. En eso sale óscar Arias en pijama, y me dice “padre, ¿Qué es lo que pasa?”. Yo le dije que la Madre Teresa quería que le consiguiera una visa para unas monjitas hindúes a México. Llamó al embajador de México, le dijo que eran tres o cuatro monjitas. Después de que hablaron, me dice don Óscar. “Padre, que éste en el consulado con los pasaportes a las 10 de la mañana, ya estaban listas las visas. El padre del solidarismo en la actividad bananera en una figura fuera de serie, alguien que nació con una estrella en la frente…Gracias a eso, las bananeras han recibido la bendición del solidarismo. Ojo, julio 2005


PETER GILMORE

El gran artífice de muchos años Camilo Rodríguez Chaverri

Tiene un parecido con el Super Man original. Peter Gilmore corre cinco días por semana. “Tenemos un equipo casi de profesionales. Hace tres carreras por año, en las fincas. Yo corro entre 5 y 10 kilómetros. Hay escuela porque somos cien corredores en la empresa, tenemos un grupo A y un grupo B. yo estoy en el B. tuve que darme un chance”, cuenta don Peter. Con ese inicio, nos muestra que es una persona abierta y que se siente como uno más en la empresa. Don Peter Gilmore nació en Carolina del Norte el 10 de febrero de 1954. Sus papas, Viot y Katheryn Gilmore, lo formaron muy bien. “A mí padre siempre le gustó mucho la agricultura. Tiene una finca de árboles, y en eso se entretiene. Mientras tanto, mi mamá se dedica a la botánica domestica, tiene un jardín. “Somos cinco hermanos. Yo soy el cuarto, y también soy el único que está lejos. Crecí en Carolina del Norte. Fui a una escuela pública, y a un colegio público. Gané uns beca y me fui a la Universidad de Carolina del Norte, que es muy conocida porque ganó un campeonato de baloncesto hace poco. “Estudié Economía. Siempre me ha gustado la agricultura, pero es que en mi Estado, sólo se cultiva el tabaco, hay muchas compañías de cigarrillos, y no me gustaría para nada trabajar en eso, cultivando un producto tan malo para la salud. “Yo estaba buscando en donde trabajar algo sano y bueno. Tuve una oportunidad muy buena para ir a hacer en la Universidad de Stanford una maestría en finanzas en general. En Stanford tuve una compañera de cuarto oriunda de Hawai, que me comentó que la compañía Dole. Nunca había escuchado de esta compañía. Me puse en contacto con la compañía, y me fui a trabajar con esta empresa en Colombia durante tres meses. Realmente en lo que estaba era un entrenamiento. Todavía hablaba muy poco español. “Estuve en Medellín, Colombia. Cuando, eso, ese país era muy tranquilo. Viví en una época muy linda de Colombia. Fue antes de todo lo que ha pasado después. Había muchos jardines. Todas las casas tenían muchas flores vivas. La gente era super alegre, eran super buenos anfitriones…Después vino la violencia y llegó el desastre total. En Colombia estuve entrevistando a mucha gente, y me involucré en la empresa. Regresé para sacar mi maestría”.


El inicio en Limón “Cuando termine mi post grado, mi maestría, comencé con Dole, en Puerto Limón, en agosto de 1979. Inicié como analista financiero. Limón no era bonito como ahora. Era un lugar feo. La ciudad de Limón que yo encontré en aquel momento era muy pequeña. No había tantos camiones. La industria era pequeña, y no había turismo. Era un publo dormido. En cambio, ahora es una ciudad grande, con mucha acción por los cruceros que la visitan. “La gente de Limón me adoptó. Yo era soltero. Tenía 25 años. Disfruté mucho en Limón. Estuve un año. Después me fui a Ecuador, para ser jefe de análisis financiero. Conocí todas las montañas de ese país. Me fui a escalar. Allá me quedé seis años, y me casé con una guayaquileña que se llama Carolina Yulee. “Cuando uno se casa con una latina, se casa con toda la familia. Ella es periodista. Nos conocimos durante una entrevista. Jalamos tres años. Disfruté mucho el país. Es un país muy lindo, con muy buena gente. Cuando por fin nos casamos, vivíamos en Guayaquil. Tres meses después de nuestra boda, me mandaron como gerente de la división de Colombia, en Santa Marta. Cambiamos la ubicación de Medellín, que fue donde estuve antes, a Santa Marta, que es otro sitio lindísimo. Estuve en Santa Marta durante cinco años. Fue mi primera experiencia como gerente. Hicimos algunos programas sociales muy nobles e innovadores. Organicé el primer programa para ayudar a las comunidades aledañas a la zona bananera. Generamos bienestar. Por ejemplo, le ayudamos a veinte comunidades que no tenían agua potable. Todo lo organice con el apoyo de mis productores. Lo organizamos de la siguiente manera. Si yo ponía tres centavos en el fondo social, ellos ponían tres centavos más. Luego formamos una fundación. Todo el dinero del fondo fue administrado por ingenieros civiles, de manera que todo se destinará a la obra. “También hice campañas con otras compañías. Las otras compañías aceptaron el reto, y todos colaboraron. Eso fue durante los años 86 y 87. Ahora este grupo es tan exitoso que han invertido millones de dólares en bienestar social. “Ahora la zona bananera es otra cosa. La calidad de vida ha mejorado mucho. Han mejorado los caminos, las escuelas, los servicios básicos…”.

El papel del Padre Solano “Yo había oído del Padre Solano, lo invité a Colombia, para compartir conmigo algunos de mis principios, la gente estaba muy atrasada, había que dotarlas con agua potable, Costa Rica estaba muy adelantada, antes de pensar en el Solidarismo, hay que tener lo básico. Él ayudo con el concepto, no era el Solidarismo, no estaba listo, pero de ahí comencé mi relación con el padre Solano, se fortificó cuando llegué a Costa Rica. Llegué como gerente en Costa Rica en el año 91, después del terremoto, que fue en abril, llegué en setiembre.


En agosto hubo llenas, inundaciones, había cambiado mucho Limón, el avance en los contenedores, muchos lotes de contenedores, yo creo que ha habido más desarrollo en los últimos veinte años, el país se ha convertido en un gran exportador. Es número uno en café, tiene buena fama en melón, fueron los primeros en piña, banano tiene la mejor fama de todo el mundo. Nuestra calidad es la más estable, tiene fama de más estable, esto está alimentado por cómo se produce, se produce cuidando el ambiente y cuidando a la gente. La calidad sostenida por muchos años, que se produzca cuidando el ambiente y la gente es algo que nos separa de todos los otros países. La diferencia es que tenemos una fuerza laboral que ésta mucho más entrenada, hay ganas de trabajar, hay un nivel educativo, la gente muy preparada, la gente permite recibir conceptos nuevos, interpretarlos y compararlos, además la compañía ha hecho un gran esfuerzo en retener a la gente, con el entrenamiento y la capacitación que se hace nos damos cuenta que la gente vale, hay que convencer a la gente para que haya cambios, las amenazas ya no tienen base o eco, es escuela vieja, ahora cualquiera puede conseguir trabajo¸ son los más entrenados, tenemos varios cursos, más que cualquier otra empresa. Hasta la fecha, en seis o siete años, hemos tenido 158 mil participaciones netas de trabajadores, incluyendo piñeros, en el Valle de la Estrella y en otros sitios, el centro de Valle de la Estrella, tenemos muchos cursos para cartón, no enseñamos piña allá. Hay mucha gente que da cursos, nosotros nos hemos especializado en hacerlo muy bien, la gente respeta eso, hay que darle a la gente para preguntar, que se tomen un fresquito, que haya chance para la retroalimentación. Lo único que tiene en la ventana, “we have built this Company on quility, and quility, Jim Dole, quien empezó en Hawai. Tenemos 36 cursos en banano, 25 cursos en piña en cartón 29 y en operaciones 27. Estamos lejos, al frente de los demás, en América Latina. Jim Dole, hizo mucho para la gente de las piñeras de Hawai, construyó escuelas, hospitales, en el año 22, y luego en ese libro se me menciona a mí, que seguimos en la tradición de Jim Dole. Ellos mandan gente aquí para cursos, y nosotros vamos a otros lados, se necesita la gente, nadie más tiene la fórmula, también se necesita un interés gerencial, yo he visto los beneficios, la gente quiere seguir mejorando en su vida, le hemos dado mucha oportunidad a la gente. El Solidarismo ha sido clave para nuestro desarrollo, es algo revolucionario y evolucionario, no ha habido otro movimiento, es algo otro movimiento igual en el mundo, toda la historia laboral era joder, joder, joder, había razón para que hubiera sindicatos, porque estaban maltratados, las gerencias de la compañía no respondía, el Solidarismo exigía un cambio fundamental en cómo operar la gerencia moderna, pero en aquella época, en los 80, era algo revolucionario, la compañía tiene que sentarse con los trabajadores, escucharlos, negociar los cambios, comprometerse e implementar los cambios.


Se quitó mucho de la arbitrariedad del manejo, una cosa buenísima, mucha gente habla mal en el mundo porque son envidiosos, el sistema funciona, hay que respetarlo, es una institución que es caro, hay que invertir en gente, en mejorar para el ambiente, para la familia y el trabajador, es para tener un ambiente laboral positivo, vierto, una fuerza laboral que acepte el cambio y promete el cambio, es una institución que salvó a la industria bananera costarricense, hay gente todavía que no trata bien al trabajador, eso está mal, como resultado sus rendimientos son mucho menores. Cuando llegué, estaba aquí la vieja escuela bananera, el Solidarismo ayudó a transformar, había que mejorar en capacitación, ahora los trabajadores tienen autoestima, somos número uno en manejo del ambiente, ellos saben que producen la mejor fruta, saben que son el mejor en el patrón ambiental y en patrón laboral, están muy cotizados, si se van, pueden buscar trabajo en otro lado. Yo soy un fulano más en la empresa, es el conjunto, yo he tenido la suerte de buscar a los mejores colaboradores, son gente muy inteligente, siempre hay que buscar gente más inteligente que uno, gente que se pone en desacuerdo conmigo. Tenemos reuniones muy buenas, no necesito gente que me diga que sí, las soluciones no las tengo yo, ni muchas veces las tiene los otros gerentes, muchas veces las soluciones vienen de los mismos trabajadores. No es decir yo, yo, yo…en la vida hay que reconocer que uno solo tiene una parte. He disfrutado mucho aquí, tengo el mejor equipo que hay, aquí en las gerencias y en las fincas, la base de todo es el trabajador, el trabajador de Dole tiene su criterio, y sabe que cuenta. Darles autoestima a los trabajadores es levantar el coeficiente de inteligencia de la organización, toda organización sube. Ahora, de las fincas propias, tenemos las más productivas, excepto con la llena, somos los más altos en rendimientos, tengo la más alta imagen en ambiente, en productividad de cajas, en manejo con el trabajador, en el mejoramiento, hay una espiral para arriba. La gente quiere imitarnos porque somos los mejores, ahora producimos más que hace 14 años, somos conocidos como innovadores, tuvimos reunión el viernes, tenemos ideas que dan miedo de lo buenas, toda la gente viene aquí para copiar lo que hacemos, cuando alguien quiere trabajar, tengo cola que quiere trabajar en nuestras empresas, la gente quiere trabajar con nosotros pos algo. Estuvimos en el programa de la excelencia de la Cámara de Industrias, fuimos la primera empresa en ganar todas las categorías, fue a inicios de esta década, yo quise entrar fuerte, la competencia es muy fuerte pero en la parte agrícola somos una empresa líder. Somos humildes para saber que no tenemos todas las soluciones, pero la valentía para saber que vamos a ganar. Me duele mucho dejar Costa Rica, especialmente mi familia, tengo tres hijos, David 16 años, Francisca 14 y Sarah 7.


“La fórmula ha sido el Solidarismo” “Yo soy un fulano más en la empresa. La diferencia es el conjunto. Yo he tenido la suerte de buscar a los mejores colaboradores. Son gente muy inteligente. Siempre hay que buscar gente más inteligente que uno. Me encanta la gente que se pone en desacuerdo conmigo, la gente que me contradice, la gente que me cuestiona. Viera cómo a aprendo con las gente en esta empresa. “Estuvimos en el programa de la excelencia de la Cámara de Industrias, y fuimos la primera empresa en ganar todas las categorías. Fue a inicios de esta década. Yo quise entrar fuerte. La competencia es muy fuerte. A pesar de eso, en la parte agrícola somos una empresa líder. Somos humildes para saber que no tenemos todas las soluciones, pero tenemos la valentía para saber que vamos a ganar. La oficina de don Peter Gilmore está en las alturas del Edificio Torre Mercedes. Se divisa el horizonte. La primera vez que fui me encontré con el cielo incendiado por el atardecer. La segunda vez, un pleito de nubes en movimiento que permitía que pasara un hilito de luz y se posara en la ventana, que es amplia, como la del piloto de un avión, una ventana para que el cielo gobierne la vista. Ahí, en medio de esa ventana que es una boca del edificio para que todos sus pobladores puedan nutrir el alma con la belleza, lo único que tiene, sostenido el vidrio, donde es inevitable verlo, es un cuadrado con la siguiente frase. “we have built this Company on quility, and quality, and quality”, Jim Dole. (nosotros hemos construido esta compañía en la calidad, y la calidad y la calidad) Don Peter nos explica que Jim Dole es quien empezó esta compañía en Hawai. “Tenemos un compromiso histórico con la calidad. Por eso es que tenemos 36 cursos en banano, 25 cursos en piña, 29 cursos en cartón y 27 cursos en operaciones. Estamos lejos, al frente de los demás, en América Latina”. “Nuestra inspiración es Jim Dole, quien hizo mucho para la gente de las piñeras de Hawai. Construyó escuelas y hospitales, allá por el año 22 del siglo pasado”. Don Peter toma un libro acerca de la historia de la compañía y dice, muy satisfecho por la labor realizada, “en este libro se me menciona a mí, se comenta que aquí, en Costa Rica, seguimos con la tradición de Jim Dole”. “Los gerentes de todas las demás divisiones de Dole en el trópico mandan gente aquí para cursos, y nosotros vamos a otros lados a explicarles qué es lo que hemos hecho. Se necesita la gente de Costa Rica para conseguir lo que hemos conseguido aquí. Nadie más tiene la fórmula. También se necesita un interés gerencial. Yo he visto los beneficios; la gente quiere seguir mejorando en su vida porque les hemos dado muchas oportunidades”.


“El solidarismo ha sido clave” “El Solidarismo ha sido clave para nuestro desarrollo. Es algo revolucionario y evolucionario. No ha habido otro movimiento igual en el mundo. Toda la historia laboral era joder, joder y joder al trabajador. Es la verdad. Había razón para que hubiera sindicatos porque estaban maltratados. Las gerencias de la compañía no respondían a las peticiones de la gente. El Solidarismo exigía un cambio fundamental en cómo operar desde la gerencia moderna. Por eso digo que, en aquella época, en los años 80, el solidarismo fue algo revolucionario para nosotros. A partir de ese cambio, la compañía tiene que sentarse con los trabajadores, escucharlos, negociar los cambios, comprometerse e implementar esos cambios. Eso es muchísimo más que lo que pueden conseguir los trabajadores a través de un sindicato o de una convención colectiva. “Gracias al solidarismo, se quitó mucho de la arbitrariedad del manejo. El solidarismo obligó a todos a ponerse las pilas, incluso a los gerentes. Es una cosa buenísima. “Con respecto al solidarismo, mucha gente habla mal en el mundo porque son envidiosos, pero el sistema funciona y hay que respetarlo. En una institución, el solidarismo puede parecer caro, porque hay que invertir en la gente, mejorar el ambiente, en favorecer las condiciones para la familia y el trabajador. Pero estoy convencido de que el solidarismo es la mejor inversión que puede hacer un empresario. Es lo ideal para tener un ambiente laboral positivo, abierto, y una fuerza laboral que acepte el cambio y promueva ese cambio. “El solidarismo es la institución que salvó a la industria bananera costarricense. Hay gente que todavía no trata bien al trabajador. Eso está muy mal. El resultado es que sus rendimientos son mucho menores”.

La capacitación y el equipo humano “Cuando llegué a Costa Rica, estaba aquí la vieja escuela bananera. El Solidarismo ayudó a transformar la realidad bananera costarricense de manera dramática. Aun así, había que mejorar en capacitación. Ahora los trabajadores tienen autoestima. Somos número uno en manejo del ambiente. Nuestros trabajadores saben que producen la mejor fruta, saben que somos los mejores en cuanto al patrón ambiental y en el patrón laboral. Nuestros trabajadores saben que están muy cotizados. Nuestros trabajadores saben que si se van, pueden buscar trabajo en cualquier lugar. “Yo soy un fulano más en la empresa. La diferencia es el conjunto. Yo he tenido la suerte de buscar a los mejores colaboradores. Son gente muy inteligente. Siempre hay que buscar gente más inteligente que uno. Me encanta la gente que se pone en desacuerdo conmigo, la gente que me cuestiona. Viera como aprendo con la gente en esta empresa.


Tenemos reuniones muy buenas, no necesito gente que me diga que sí, las soluciones no las tengo yo, ni muchas veces las tiene los otros gerentes, muchas veces las soluciones vienen de los mismos trabajadores. No es decir yo, yo, yo…en la vida hay que reconocer que uno solo tiene una parte.

Su legado en Costa Rica “He disfrutado mucho aquí, en Costa Rica. Tengo el mejor equipo que hay, tanto aquí en las gerencias como en las fincas. La base de todo es el trabajador. El trabajador de Dole tiene su criterio, y sabe que cuenta. Darle autoestima a los trabajadores es levantar el coeficiente de inteligencia de la organización. Cuando se levanta la autoestima del trabajador, toda la organización sube. Ahora, entre las fincas propias tenemos las más productivas. Eso sólo ha cambiado por culpa de la llena. Tenemos lo más altos rendimientos. Tengo la más alta imagen en ambiente, en productividad de cajas, en manejo con el trabajador, en el mejoramiento…Gracias al solidarismo y a la capacitación, hay una espiral para arriba en esta empresa. “La gente quiere imitarnos porque somos los mejores. Ahora producimos más que hace 14 años, cuando llegue a Costa Rica como gerente de Dole. Somos conocidos como innovadores. Tenemos ideas que sorprenden y asombran de lo buenas que son. Toda la gente que quiere trabajar en nuestras empresas… Si la gente quiere trabajar con nosotros es por algo. “Estuvimos en el programa de la excelencia de la Cámara de Industriaas, y fuimos la primera empresa en ganar todas las categorías. Fue a inicios de esta década. Yo quise entrar fuerte. La competencia es muy fuerte. A pesar de eso, en la parte agrícola somos una empresa líder. Somos humildes para saber que no tenemos todas las soluciones, pero tenemos la valentía para saber que vamos a ganar”, explica don Peter Gilmore, quien después de 14 años al frente de Dole en Costa Rica, ha recibido la noticia de que la compañía lo necesita en otro lugar. Se le nota el dolor en el rostro. Casi se pone a llorar cuando nos cuenta que se va. “Me duele mucho dejar a Costa Rica, especialmente porque mi familia y yo nos hemos enamorado del país. Me siento muy orgulloso de todo lo que he conseguido en Costa Rica, especialmente porque mi familia y yo nos hemos enamorado del país. Me siento muy orgulloso de todo lo que he conseguido en Costa Rica”, comenta con la voz cortada. Don Peter continua casado, y considera que la familia está primero que todo. Tiene tres hijos: David, 16 años, Francisca de 14 y Sarah de 7. Es un hombre fuera de serie, una pieza fundamental para el desarrollo bananero costarricense, y una persona que le hará muchísima falta a la industria agrícola más importante del país. Ha conseguido tanto, tanto, en capacitación, en solidarismo, en


mejoramiento de la productividad, que hasta las matas de banano secretamente lo extrañaran… Tomado del libro “Grandes personajes bananeros” Editorial MAYA & P.Z Octubre-Noviembre 2005


HERNAN ROBLES Gran aliado del solidarismo Camilo Rodríguez Chaverri

Gran aliado del solidarismo en la actividad bananera, el apoyo que le dio don Hernán Robles, siendo gerente de Bandeco en Costa Rica, al padre Claudio Solano, fue fundamental para el establecimiento de este movimiento laboral en la industria bananera; así como para la estabilización de la zona, pues, los sindicatos amenazaban con provocar en las plantaciones del Caribe algo similar a lo que desataron en la zona Sur, donde Chiquita Brands abandonó sus tierras por la prepotencia sindical. Hernán Robles Oreamuno, nació en San José, el 4 de noviembre de 1931, hijo de Miguel Ángel Robles, quien fue diputado varias veces. “Mi papá fue diputado cuando era un honor ser diputado. Mi abuelo Nicolás Oreamuno, fue antitinoquista. Los líderes de lo que se ha llamado “la revolución del Sapoá”, iban a bombardear el cuartel de Limón, precisamente la noche en que papá se uniría a la revolución. Papá fue a Limón para ir al Sapoá y lo metieron preso en el cuartel. Él sabía que el plan era bombardear el cuartel de Limón. Tenía que callarse porque si lo decía era un traidor. Y si lo callaba, moriría en el cuartel. En ese momento se produjo la muerte de Joaquín Tinoco. Se rumora que lo mataron por asunto de faldas. Cayó el gobierno, no bombardearon el cuartel y se salvó mi papá. “Mi papá volvió a San José, Don Julio Acosta le pidió que fuera a Limón a coger el cuartel, y también le pidió que fuera comandante. Se quedó unos meses de comandante. Cuando se fue para Limón, se llevó a sus dos hermanos, Abel y Rubín Robles. El que llegó a ser muy famoso en Limón, fue mi tío Abel Robles. “Papá se vino a San José como diputado por Limón y don Abel se quedó muchísimos años allá. Fue gobernador durante mucho tiempo. “Estando en San José, conoce a mi mamá y se casan. Mi mamá se llamó Amalia Oreamuno Flores. Mi madre era hermana de Rafael Oreamuno secretario ejecutivo de Rockefeller en Washington. “Somos dos hermanos, Antonio y yo. Soy el menor. Mi hermano es cinco años mayor que yo. Nací cuando mi padre tenía 50 años. Él murió cuando yo tenía apenas 23 años. Murió justamente ocho días antes de mi incorporación como abogado. “Devolvámonos en mi historia. Fui a la Escuela Buenaventura Corrales, donde era compañero de Álvaro Fernández Escalante, Arnoldo Segura Rodríguez, Walter Field (con quien ahora somos consuegros) y Álvaro Esquivel. “Después fui al Liceo de Costa Rica. Estaban Jorge Alberto Borbón, Carlos Prada y Rigoberto Navarro, quien fue Presidente del Banco Central. Recuerdo que, en ese entonces,


vivía en Desamparados y llegaba descalzo, con los zapatos al hombro. Se limpiaba los pies y se ponía los zapatos antes de entrar a clases. “Recuerdo, que en el colegio, las empanadas costaban 45 centavos. Crecí en un ambiente de escuela pública y de colegio público. Ni siquiera el Colegio Seminario estaba descompuesto porque los curas traían gente con becas de la zona rural. “Todos íbamos a la educación pública y ahí se hacían amigos el rico y el pobre. Ahora hay una ostentación que no existía en esos años. Cuando yo crecía, mis amigos de plata, los Romhrmoser, los Escalante, los Borbón, vivían en casas que por fuera eran iguales a la nuestra. La diferencia todavía usted la podía apreciar hace unos años. La diferencia es que esas casas tenían puerta y tres o cuatro ventanas a los lados, y la de nosotros tenía puerta y dos ventanas. Es decir, la diferencia era en dimensiones, pero el lujo casi no se veía.

Abogado y funcionario bananero “Entré a la Escuela de Derecho de la Universidad de Costa Rica. Por muchos afanes, uno de ellos la limitación económica, por las tardes trabajaba en la Corte Suprema de Justicia para poder pagar la Universidad. Mis papas estaban viejos y retirados, yo tenía que ayudarlos. “Fui alumno de honor los 6 años de la carrera. Me gradué con calificaciones muy altas. Me gradué en el año 55. Después, me case con una muchacha excelente. Me casé en el 55, el mismo año de mi graduación. Me volvería a casar con ella. “Me puse a trabajar con Don Francisco Fonseca Chamier. Él fue presidente de la Asamblea Legislativa. Era muy amigo del doctor Calderón Guardia. Siendo muy amigo de Calderón Guardia, votó en contra de la anulación de las elecciones de Otilio Ulate. Imagínese que clase de hombre era… “Mi esposa es de una familia adinerada. Sin embargo siempre vivimos con muchas limitaciones. Vivimos a lo que yo pude hacer. Trabajamos muy duro durante cinco años. Viniendo de una familia rica, se sometió a las limitaciones económicas. “Tuvimos una hija y cuatro hijos. La hija es la mayor. Nació en el 56, cuando todavía estábamos con algunas limitaciones. Hasta tuve que vender mi carro, mi “cacharpa” para pagar la atención del parto en la clínica. “En el bufete de don Francisco Fonseca, teníamos cuatro ejecutivos entre nuestros clientes. Uno de ellos es Jack Loeb Smith, holandés de origen judío. En ese momento, esos ejecutivos eran los socios y dueños de West Indies Fruit Company, que exportaba alrededor de trece mil cajas de banano por semana, estamos hablando entre 1965 y 1966. “Antes de eso, Jack Loeb había sido Presidente de Standard Fruit Company en Ecuador. Tiempo después formó esta sociedad. Los otros tres socios vivían en Miami y en Tampa. En cambio, Jack se la pasaba entre Ecuador y Costa Rica. “Cuando los conocí todavía no tenían oficina en el país. Nuestra oficina se encargaba de recibir la correspondencia, que entonces era cable y télex.


“Para esos años, a la mitad de los 60, sólo Standard Fruit Company estaba fuerte en el negocio del banano en Costa Rica. Estaban aquí desde 1955. Apadrinamos todo en el inicio de la producción independiente. En realidad, en ese tiempo lo que había era sociedades de la compañía con productores independientes. Eran los tiempos de la fincas Santa Clara, a cargo de Rodolfo Martín (qdDg), y de las fincas Mola y Prado, a cargo de Yoyo Quirós…Ya estaban trabajando con una nueva variedad de banano que se llamaba Valery. La hija mayor de Jack se llama Valery, en honor a esa variedad, porque en ese momento él era vicepresidente de Standard. “En el año 66 o en el año 67, ya la United Fruit Company, que fue la bananera de la historia, “Mamita Yunai”, Chiquita Brands, estaba comprando o tenía prácticamente comprada la Compañía del Monte, que en ese momento era “Enlatados del Monte”. La United Fruit Company estaba comprando acciones para tomar el control de la compañía. Uno de los abogados que estaba defendiendo a Del Monte, dijo, en una reunión, “es una lástima que en todos los productos enlatados Del Monte no haya un solo banano, porque si hubiera banano, no podrían comprar acciones por la ley antimonopolio de Estados Unidos. “Entonces Dick Ward, presidente de Del Monte dijo, “a cuatro o cinco días tendremos una compañía bananera”. Compraron West Indies Fruit Company, quiero decir compraron el giro comercial de WEST Indies, y lo incorporaron a Del Monte. “En ese momento de dije a don Paco Fonseca “perdimos un cliente, porque la compañía la compró Del Monte, que tiene sus abogados y demás. “Sin embargo, gracias a Dios me equivoque, porque en el nuevo giro comercial de la empresa, quedó Jack Loeb como presidente de la junta directiva. “Del Monte les compró a ellos una suma de varios millones de dólares, pero tuvieron la diligencia de dejarlo a él al frente, siendo él quien conocía del negocio. De la venta de West Indies a Del Monte viene la plata inicial con la que Jack comenzó a crecer. Jack Loeb es un hombre muy hábil. No tiene formación profesional, pero es muy inteligente en los negocios.

Alto puesto en Del Monte “Me pidieron que yo tomara la subgerencia de Del Monte en el campo de la fruta fresca. Acepté con muy poco entusiasmo, porque mi bufete ya era muy buen bufete. Lo que me ofrecían era un buen sueldo para ese momento. Acepté por seis meses. Quedó en bufete con don Paco Fonseca al frente, y yo conservaba dos nombramientos. Es que en ese momento tenía dos posiciones. Era director del Banco Nacional de Costa Rica y era magistrado en el Tribunal del Servicio Civil. Acepté el puesto con el convenio de que a los seis meses me podía retirar sin resentimientos, o que, si me quedaba ellos me podían pedir que dejara uno de los trabajos adicionales, él del Banco o el del Tribunal. “Así empezamos a desarrollar Bandeco. Ya existía como departamento de West Indies. El nombre completo de Bandeco es Bandeco es Banana Development Corporation of Costa


Rica. Tenía un terreno en Bataán. Se llamaba finca Líbano. Esa finca fue el semillero para proveer semilla a los productores con los que firmábamos contratos. Teníamos dos grupos de productores y dos tipos de contratos. Inicialmente se vendía y exportaba la mano de banano. Luego se empezó a cambiar a clusters, que son gajos, y se elevaron los precios. Teníamos precios de 2,50 por caja. Inicialmente habían sido de 1,50 y 1, 53. “Entre los productores independientes estaban los Gurdián, con finca Freeman, Edmond Woodbrige con algunos socios…Entre las fincas independientes estaban las fincas que llamábamos finca de los santos, San Peter, San Pedro, San Francisco, San José, que era de Míster Coffei, un hombre muy inteligente, muy especial…también estaba la finca de Alberto Lorenzo, Banawaldeck, que ahora es de CORBANA. Ahora se llama finca San Pablo. “Yoyo Quirós no era productor nuestro. Él es todo un personaje, estaba en El Prado y Mola. Le compramos las dos fincas: Mola para Interfruit y El Prado directamente para Del Monte.

También productor independiente “Antes de entrar en la Compañía, don Paco Fonseca y yo no habíamos metido en finca Guajira, junto a José Fulgencio Lee y a Fernando Hong. Éramos los cuatro socios. Yo le vendí mis acciones al hijo de Don Paco, ya cuando trabajaba como subgerente de Bandeco, porque, si no, no podía comprarle. También le comprábamos fruta a Moisés Soto y Mario Echandi que eran socios. Creo que el socio de ellos era Charly Seagars, un gringo que trabajó con Standard, que fue alcohólico y se recuperó. Era un hombre admirable. “Hay historias increíbles de esos años en las bananeras. Por ejemplo, Rodolfo Martín era todo un personaje. A las seis de la tarde y a las siete de la noche ya no había nada que hacer, excepto tomar tragos. Llegábamos al salón a Guápiles, y ahí recuerdo bien que estaba Rodolfo. Me acuerdo como si hubiera sido ayer, verlo sentado pidiendo una botella de whisky White Label, la regaba en la mesa, limpiaba con ese whisky el lugar donde iban a tomar y después decía Chivas Regal. En ese momento Rodolfo Martín era un hombre poderoso, era el único técnico de Guápiles. “La carretera de Guápiles llegaba hasta La Rita. El desarrollo de la carretera hasta Cariari se dio ya en nuestros tiempos en esa zona. Recuerdo ver ese camino cuando era de troncos. Se ponían los troncos abrazados, es decir inversos, uno para arriba y el siguiente para abajo para que se acoplaran mejor, y sobre los troncos se echaba lastre. “Recuerdo que todo eso era un campo gigantesco. Aquí había muchas serpientes, mucha terciopelo… Recuerdo que me mostraba serpientes muy grandes. En el año 67, mi querida esposa me regalo una bombita de suero antiofídico. Era un estuchito con forma de huevo. Cuando se la mostré a un médico me dijo que si me mordía una serpiente necesitaría doce dosis de esas para poder sobrevivir. “Para llegar a Guápiles, había que ir por tierra hasta Turrialba, luego por trocha hasta Siquirres, y de ahí a Guápiles por tren porque ni siquiera había camino. Yo salía de la casa


en San José a las 3 de la mañana para llegar a las 7 a Siquirres y tomar el tren de Línea Vieja. “Si uno se quedaba en Guápiles, se tenía que quedar en el único hotel que era de don León Weinstock, cobraba diez colones por noche. Eran unos cuartos pequeñitos con un baño al final. El baño tenía solo media puerta. Se le veían a uno los pies. Don León puso así la puerta, porque le permitía contar las piernas. Era para que nadie se metiera al baño con una mujer. “Cuando queríamos desarrollar en Guápiles el campamento y una casa de huéspedes, fue con el jefe de presupuesto de la casa matriz, y con toda mala fe organice la gira de manera que termináramos en Guápiles por la tarde. Mi objetivo era que no pudiéramos salir. El chino que manejaba el hotel le dijo a mi jefe de la casa matriz que el hotel costaba diez colones la noche y veinte si quería llevar una mujer. Después de eso, fue mucho más fácil que nos aprobaran los recursos para el campamento y la casa de huéspedes.”

El Carmen “Del Monte compró a José Chaves Limonta y a Antonio Lara Fernández, el papá de los Lara Eduarte, toda la tierra de lo que es hoy “Finca Carmen”. Curiosamente, el título de propiedad era de ellos dos, pero había 214 ocupantes, cada uno con su finquita. A nosotros nos tocó el derecho de posesión y ubicarlos en lo que se llama “Pueblo Nuevo”, a la entrada de la finca. “Recuerdo que había una siembra de cacao bastante mantenida dentro de las circunstancias. Era de don Abel Pacheco Tinoco, el papá de don Abel Pacheco. Yo personalmente le compré los derechos de posesión. Él me pidió que le permitiera recoger la cosecha de ese año. El jefe de proyecto era Carlos Loría Colombari. Por un error Carlos pasó los tractores por la finca de don Abel Pacheco Tinoco destruyéndola. “Recuerdo que don Abel llegó a mi oficina furioso, diciéndome que yo me había comprometido a respetar su cultivo, le dije que si, me dijo que mis empleados habían destruido su plantación, le dije que cuanto eran las pérdidas, y me dijo “ah carajo, yo venía a pelear. Con eso que acabas de decir, me desarmaste”… “Abel Pacheco administraba la finca de los Gurdián, la finca Freeman. A la par estaban la finca la Perla, de Dallas Johnston, quien además de ver la finca tenía un negocio turístico. Tenía lanchas para bajar el Río Pacuare. Era un plan turístico que producía mucho dinero. Además tenía un trago especial, el “Pacuare Special”, que era guaro con jugo de frutas. “La historia es que en una ocasión los turistas pararon en finca Freeman que quedaba a diez minutos en bote. Un turista gringo dijo “me quiero bajar”. El botero le dijo que no, “no puede bajar”. El gringo preguntó que sí ahí había tiburón, y el botero le dijo que no, el macho hizo a bajarse, y de, inmediato don Abel le dijo “no, no ya no hay tiburón, los cocodrilos se los comieron”. Esa finca Freeman la administraron un tiempo Abel Pacheco Tinoco y Douglas Murray, el papá de Donald Murray”


Tomado del libro “Grandes personajes bananeros� De la Editorial Maya & P.Z Octubre, 2005


MOISES SOTO BALLESTERO El gran intelectual del banano Camilo Rodríguez Chaverri

Tiene casi medio siglo de ser profesor universitario y en lo que respecta al cultivo de banano, es la máxima autoridad académica y científica de nuestro país. Moisés Soto Ballestero nació en San José el 5 de diciembre de 1932. Vino al mundo en el hogar de Doña Benigna Ballestero y Don Jesús Soto oriundo de Naranjo. “Crecí los primeros años en Naranjo, y después en San José. Fui a la escuela en Naranjo, y termine en la escuela Doctor Ferraz, en Calle Blancos. Somos tres hermanos. Mis hermanos se llaman Francisco y Juanita. “Estudie en el Liceo de Costa Rica. Ahí me di cuenta que me gustaba la agricultura. Teníamos un campito experimental donde ahora esta el MOPT. Pasé a la Facultad de Agronomía de la Universidad de Costa Rica, y me egrese en el año 56. “Trabaje con la UCR durante tres años, mientras estudiaba. Trabaje en suelo, en el Departamento de Tecnología y Clasificación de Suelos, que fue en lo que fui a laborar con Standard Fruit Company apenas me egresé. “Me fui a hacer la clasificación de suelos en el Valle de la Estrella, cuando la Standard apenas estaba comenzando allá. Estuve en los inicios de Standard Fruit en el país. Entré a la compañía en el 57, y esta había llegado al país en el 56. “En ese tiempo, el Valle de la Estrella estaba compuesto por fincas en estado de abandono. Eran plantaciones de cacao. En ese tiempo, una de las personas que estuvo ahí muy metido en el cacao y en el desarrollo de ganado en toda la zona era Don José Rossi, el papá de don Jorge Rossi. “Standard adquirió esas fincas. Le compraron a José Rossi, a Raúl Velásquez, a Vico Starke y a otros. En total compraron 2400 hectáreas. La situación era muy difícil. El Valle de la Estrella tenía problemas de drenaje. Por lo tanto hubo que planear un sistema de drenaje enorme. Había áreas que eran verdaderos suampo, enormes, cientos de cientos de hectáreas. Es cierto que había mucho bosque secundario, y que era fácil encontrar cualquier tipo de animal. Había cantidades enormes de serpientes, bien grandes. Todos los días se veían las terciopelos. Bueno, cuesta verlas porque son muy rápidas. También había mucha zopilota y mucha boa o béquer. Encontrárselas de cuatro o cinco metros era algo muy corriente. “No era tan feo vivir ahí. Había una casa vieja en Pandora donde Standard Fruit tenía comodidades. Esa casa fue de Vico Starke.


“Lo que si pasaba es que el trabajo bananero era un trabajo de muchos meses, ahí metido, y un trabajo de hombres solos. Eran los inicios de Standard Fruit, así que no había ningún tipo de población.

Valle de la Estrella…perdida “Ir de Puerto Limón a Pandora era una aventura. El tren se descarrilaba una o dos veces durante el camino. En un trayecto que se hacía en dos horas, a veces durábamos hasta doce horas o más. “Muchas de las veces teníamos que caminar los últimos dos kilómetros a pie. La línea del tren, había sido abandonada durante muchísimo tiempo. La Northern estaba tratando de repararla para introducir la semilla. La primera semilla que venía de Honduras al Valle de La Estrella provenía de la Ceiba. Era tipo Cavendish. “Los rieles de la línea sí servían, pero los durmientes eran muy viejos, estaban prácticamente podridos. Aunque la máquina iba muy despacio, los rieles se volcaban porque los durmientes estaban muy malos, eran de madera y no aguantaban el peso. “Yo pertenecía al departamento de investigaciones, y estaba a cargo de la parte de suelos junto con Rodolfo Martín. Standard Fruit era muy pequeña en organización. Éramos el gerente y seis o siete personas. Las oficinas estaban ubicadas en el centro de Limón, es un local muy pequeño. “El primer gerente de la Estándar Fruit en Costa Rica se llamaba míster Lloyd, mientras que el gerente de la Northern Railway Company, que era la compañía grande de la zona, era míster Averre, quien, entonces, estaba al frente de la administración del ferrocarril. “Hay que recordar que el Valle de la Estrella había sido abandonado, por la United Fruit Company, debido al “Mal de Panamá”, que es un hongo normal, de todos los suelos, pero que baja ciertas condiciones y en ciertos cultivos ataca, y provoca destrucción de las raíces. “La United abandono esas tierras en los años 34 y 35, como consecuencia del “Mal de Panamá”. Standard Fruit llegó a Costa Rica después de una gestión de Charles Averre, gerente de Northern, porque Averre se dio cuenta que existía un banano que era resistente al “Mal de Panamá”. “Estuve entre Limón y el Valle de la Estrella, desde 1957 hasta 1962. Al principio todavía exportábamos en racimos. Las primeras exportaciones se dieron alrededor de los años 58 y 59, pero hubo problemas con el manejo. “Fue necesario buscar un procedimiento para empacar. Se empacó en manos, en cajas de cartón, siguiendo un poco, la manera en que empacaban naranjas en Florida. Fue idea de Joseph Dantoni, que era uno de los dueños de la compañía. Lo que parece extraño es que el tamaño de la caja era similar al de ahora, idéntica…Lo único que cambio son los huecos, pero las dimensiones de la caja son las mismas. En el año 60, ya se empacó en cajas de cartón.”


La reacción de los trabajadores “Hay algo muy importante, que casi nadie conoce: cuando arrancamos en el Valle de la Estrella, en el año 56, los trabajadores no estaban muy satisfechos de lo que estábamos haciendo. Había casas de concreto, carretas y campo de aterrizaje. Eso les parecía extraño, porque los peones estaban acostumbrados a que la actividad bananera fuera una actividad nómada. La United Fruit Company siempre lo había hecho diferente, “Los trabajadores decían que se metía una línea de tren donde iban a sembrar, llegaban lo vagones y en cada vagón venían dos familias. Se metían tantos vagones como familias fuera necesario. Como las fincas duraban muy poco tiempo en producción, porque la tecnología era muy mala, entonces pegaban los vagones a la máquina, se los llevaban, arrancaban la línea y seguían extrayendo y explotando recursos de otra parte…Al fin y al cabo tenían 333 mil hectáreas, que fue lo que les dio el gobierno de Tómas Guardia en el año de 1884. “Esto parece que fuera una forma de entreguismo, pero era normal en la época. Y lo fue también en el resto de Centroamérica. Era la única manera de tener ferrocarril. No había alternativa. “A la gente no le parecía que aquello que estaba haciendo Standard fuera lógico. Yo estaba muy joven. Estaba egresado de la Universidad de Costa Rica. Iba como técnico. Se suponí que era técnico en bananos, pero no sabía absolutamente nada de banano. En la UCR se me insistió en que no me fuera a Standard. Me dijeron que el ambiente de mi trabajo durante tres años en la universidad era muy diferente, pues yo trabajaba en la ciudad universitaria, y el ambiente era urbano, mientras que en Standard me tocaría el ambiente más hostil de la selva. Pensé en mis compañeros que trabajan ahí, en la UCR. Algunos eran muy viejos y tenían toda la vida de trabajar ahí. Esa no era mi meta. “Llegamos simultáneamente Rodolfo Martín y yo. Después se consiguieron otros técnicos. Entre ellos Carlos Loría Colombari y Rigoberto Matamoros, unos años después. Posteriormente, vino la etapa de Aníbal Carballo, ya cuando Standard, estaba en producción. “Cuando Rodolfo Martín y yo llegamos a la zona no había prácticamente nada. Llegamos a fundar Standard Fruit Company, en el Valle la Estrella. La gente que manejaba en la parte de tecnología y en la parte de producción eran hondureños, por una sencilla razón: Standard Fruit estaba afincada en Honduras: el gerente, Míster Lloyd, procedía de Honduras, del Valle del Río Aguán. La Ceiba es el puerto de salida del valle del río Aguán. “Hubo un omento en el Valle de la Estrella en que estuvimos a punto de cerrar la división. Eso fue en el 58. Las plantas que venían de Honduras se sembraron en la localidad de Fortuna, a lo largo de treinta hectáreas. Las plantas comenzaron a crecer, después se pusieron amarillas y luego comenzaron a caerse. “Como era Cavendadish y nosotros nunca habíamos visto Cavendadish no sabíamos de que se trataba. Trajimos a un gringo que sabía del tema. Después de mucho estudio dijo que tenía lo que en ese momento llamó “Fortuna Condition”. Aseguró que no se podía curar y que había que cerrarlo todo.


“Tenía tres meses de estar ahí y pensé que me iban a cortar el rabo, apenas comenzando. Trajimos a un técnico de Ecuador, Miguel Cevallos, porque alguien nos dijo que él existía. “Miguel Cevallos llegó y determinó que teníamos una infestación enorme de picudo negro. Lo tratamos con insecticidas clorinados. No había suficiente insecticida en el mercado nacional para lo que requeríamos. Recogimos todo lo que había, se aplicó y salvamos la actividad bananera del país. “Trabaje hasta el 62 con Standard Fruit. Por motivos de salud de la familia regresé a San José, estaba casado por primera vez. En ese momento estaba naciendo el Instituto de Tierras y Colonización (ITCO).

ITCO “Me vengo con José Manuel Salazar Navarrete. Dentro de los proyectos que tenía el ITCO estaba Coopebataán en Bataán. De acuerdo con el plan de financiamiento con el BID, había que hacer una cooperativa. Se me consultó de qué podíamos hacer una cooperativa, y yo sugerí sembrar banano. Me dijeron que si podía conseguir un contrato con Standard Fruit Company, pero luego la Contraloría dijo que había que sacar una licitación internacional. Participo West Indies, con el nombre de Bandeco. Es más, el nombre de Bandeco nació para eso. Cobal era de un grupo alemán. Su sello era Unkle Tuca. También participó Cobal, así como Standard Fruit y Africanish, a nombre de Ticabananera. “La mejor oferta fue la de Bandeco. Por lo tanto, hubo que adjudicársela. Como el volumen de Coopebataán era muy pequeño, fue necesario conseguir productores hasta llegar a tener el volumen de un banco. Eso equivalía aproximadamente a dos mil hectáreas. Me meti dentro del grupo de productores. “Empecé con Frutera Atlántica, una finca de 400 hectáreas. Ahí estuve con Mario Echandi y Charles Seagars, que era un técnico de West Indies, quién también había trabajado con Standard Fruit. Nos conocíamos de ese tiempo. “Mario Echandi era ex presidente. Teníamos necesidades de financiamiento. Éramos conocidos. Hablé con él y se interesó en el proyecto. Lo llevamos en conjunto. Posteriormente, agregamos al grupo de empresas a Bananera Formosa. Tuvimos un socio más


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