Proyecto de vida

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Proyecto de vida Camilo RodrĂ­guez Chaverri Editorial Maya & P.Z.


Para Gabriela


1 Habrá un baile en el cielo mientras una estrella crece en vos. Es una semilla con alas. Arribó del firmamento, de cabeza. Dejarán que se vengan los pájaros para saludar con sus cantos a la pequeña gota de vida que encenderemos.


2 Te reĂ­s, te morĂ­s de la risa, te derrite la gracia, te hacen cosquillas desde adentro como un fuego soplado por plumas. Nacen el fuego y el asombro. Vuelve la vida desde cero.


3 Afuera hay bulla, viento y polvo. La atenciĂłn se centra en el influjo de un embudo en el mismĂ­simo punto de luz donde un ojo de agua harĂĄ brotar un universo en un suspiro.


4 Cantará en tu vientre mi vida con todas sus palabras. Es una cápsula de sangre, un abrigo de cosquillas, un estornudo de plumas, una vela viva, un pájaro que Dios envió envuelto en tu piel y mi piel, un ser nuevo, un milagro que nos prestará la creación.


5 Un río diminuto cae entre las piedras y su chorrito deja una música poderosa en el camino. El río nace en mí y desemboca, feliz, en tu mar de sorpresas. Es un río de palabras. Será un río de carne y hueso.


6 En Nicoya, en unas fiestas del pueblo, un hombre vende baratijas de plástico, con luces de colores. Unos metros adelante, camina un niño, que lo acompaña. Va mostrándole el camino. El cuerpo del niño va jalando al cuerpo del hombre. Hay un hilo invisible y mágico entre ellos. Así estaré yo. Tu vientre, con un ser apenas concebible, un ser impensable, me llevará por la vida, atado a vos por las manos y los ojos.


7 De la tierra nacen las raíces que sostienen el largo espectáculo que ofician el viento y las hojas, los pájaros y las flores. De tu tierra, bien adentro, saldrán mi luz y mis verbos, el ojo de agua para que beban mis preguntas y regresen, paridas, mis respuestas.


8 Doble juego de luces de colores camina acompasado, como un ciempiés para arriba y para abajo. Es la puerta del sitio donde se guarda tu laboratorio de vida. Es un zíper biológico, una cremallera vestida de arco iris. Hasta aquí llega mi vista. Lo demás lo siento con los ojos cerrados.


9 Deseo el viento y el mar para tu gozo del vientre. Anhelo la luz de las estrellas para que nos nazcan hijos. Hago las preguntas que sólo responden los pájaros. Sueño con que nos nazca una criatura y nos traiga las risas de Dios.


10 La Virgen María bajará de los jardines del cielo. Apacible, sonriente, serena, recibirá las peticiones de mi boca, los salmos de este hombre ordinario, que clama de rodillas, los abrazos de palabras con que la convoco, el viento y la brisa que mi corazón construye, el puente de luz que le envío. Viene María, con una legión de ángeles, subida en una alfombra de flores, cantando con un coro de aves, a proteger tu vientre, a limpiar el camino, a amparar a los frutos vivos que nos traiga el árbol mágico donde somos hojas o ramas.


11 Que Dios baje en persona y sople su aliento en tu vientre. Que Dios dibuje con sus dedos una flor en tus entraĂąas. Que Dios susurre el nombre que quiera para llamar a su nuevo milagro. Que Dios invente un hijo o una hija. Que un nuevo ser le sonrĂ­a desde tu rosado cielo.


12 Dios te escribirรก un poema vivo. Te crecerรก por dentro. Serรก un poema con ojos, un nido de palabras con aliento. Serรก un asombro. Caminarรก por la tierra y por la vida.


13 Dios se viste de luna y nos encamina en el monte. Le hablaremos a un hijo de la brisa azul de la noche y del auuu largo y frĂ­o de los coyotes (un ataque de cuchillos voladores). Le describiremos la noche mientras una estrella escribirĂĄ su nombre.


14 Mis peces formarĂĄn un corazĂłn cuando se vayan bailando para preĂąar tu mar con todas estas formas del rojo que pinta Dios con su sangre.


15 Una fiesta de tomates haré en tu puerto sagrado. Un baile de berenjenas y champiñones. Seré vegetariano de tus frutos, adorador de tus entrañas, poeta de tus curvaturas. Le inventaré una música de mis labios callados a los milagros que te nazcan.


16 Quiero que estĂŠs cargada como una nube negra, con forma de ballena. Quiero silbar sobre vos como un pĂĄjaro gigante. Quiero ponerte a llover.


17 Qué cara tan pura, tan limpia, tan prístina tendrás cuando guardés una semilla con ojos. Será la cara de una muñeca que respira y tiene venas por las que anda una leyenda y va la sangre embravecida. Será la cara de una virgen de otros tiempos que recobró la vida por un soplido de Dios un día que estará inspirado y de buen humor.


18 Dios harĂĄ nacer unas manos nuevas en vos. Son sus propias manos. Con ellas, Dios va esculpiendo su sueĂąo humano.


19 Dios irá formando un bultito que crezca entre sus dedos. Dios te hará un poema de músculos y pulsaciones. Dios se inventará de nuevo en tus entrañas.


20 Dios es un poeta de los รณrganos, un escultor sobre materia viva. De un amasijo de latidos, Dios sacarรก un aliento y le pondrรก una sonrisa.


21 Del espíritu de Dios saldrán unos ojos nuevos. De su asombro, saldrán unos dientes y unas manos. Dios hará una copia a escala de sus latidos y vos apretarás muy pronto esas réplicas sin saber que tendrás entre los dedos una copia pequeñita de Dios, un suspiro con espejo donde se mira El Creador.


22 De vez en cuando, Dios baja a la tierra, juega con las lombrices, se sube en un papalote, vuela con los pรกjaros y travesea las flores. En una de esas ocasiones, aprovecharรก para soplarte.


23 Virgen María, patrona de mis días y mis noches, pongo en tus manos a mi mujer, mi rosa, mi estrella de mar, mi brújula de carne y hueso. Multiplica la vida en ella. Riégala como riegas las plantas del cielo. Que florezca como tu jardín celeste.


24 De vuelta de las montaĂąas de Monserrat, encontrĂŠ a mi esposa mĂĄs linda, como una fruta pura, como si le hubieras pasado, Madre, MarĂ­a, tu mano encima de la cabeza, como si hubieras soplado un viento divino por sus ojos. Gracias, Madre, por fecundarla con tu luz.


25 JesĂşs, paso el rojo de Tu sangre por los labios de Gabriela. Pasa el rojo de Tu sacrificio por su sangre. Espesa sus venas con Tu fuerza, con Tu mensaje potente. Llena su cielo con Tu nombre.


26 Un bebé latió con alas de luz en tu vientre. Lo vimos marcando el paso de su vida. Bailaba con su música redonda. Era el dueño del concierto de tu tropa. Era el duende de tu bosque rojo. Dios se lo llevó para sus jardines. Lo imaginamos. Nos toca inventarlo con la memoria. Nos toca esperarlo al otro lado del cielo.


27 Un saco de luces se abrĂ­a y se cerraba, como una mariposa de plumas, ese cielo que guardĂĄs en tu mar adentro. Dios lo escondiĂł entre sus manos. Lo puso a volar en otro cielo.


28 Estas palabras que hilvano tienen ojos. Te miran por dentro estas palabras que bordo. Soplan en tu vientre. Silban estos labios una mĂşsica de Dios. Estas palabras forman un abrazo para el fondo de tu abrigo. Es donde nace la poesĂ­a. Es donde vive lo que llamamos alma.


29 ¿Habrá brisa en tu vientre? ¿Sentiría tu saquito de vida ese soplo de Dios que es el viento? Hay un mar en ese cielo. Dios silba, sopla un rostro, susurra un nombre para el fruto dulce y secreto de este proyecto de vida.


30 Estoy en el momento mágico en que bajás todas las estrellas y las hacés pasar por el hueco que dejó un pájaro carpintero en tu tronco. Como un tucán, hago un nido en ese hueco que no construí. Ahí empollaré a mis hijos. En silencio me dejo abrazar por ese cielo que vive entre tus muslos.


31 Tiro una cuerda al fondo de vos, hasta atrapar al duende que baila pegado a tus paredes, juega escondido con mi cuerda, me vacila, tira del mecate y sale corriendo, se esconde en tus recodos, se carcajea con esta locura de buscarlo y no encontrarlo, se burla de mí, toca timbres que sigo, corre cuando lo toco. Me distrae con su música. Pierde tiempo. Sabe que algún día se vendrá conmigo, se agarrará de la cuerda


para caer a este lado del sue単o. Como quien llega de un viaje, por el hueco de tu tronco, con un conejo agarrado de las orejas.


32 Al juntar tus ojos con los míos, chocaron dos flechas en el aire. Cayeron juntas. Una se clavó en la otra. La flecha doble echó raíces, hojas, ramas. Su punta filosa floreció.


33 Tu cuerpo es un sendero. AllĂ­ encuentro mi ruta, el camino donde no me chiman los zapatos, un espacio aromoso donde me multiplico hasta que me crecen las alas.


34 Pienso en vos cuando me llevás de cabeza por ese remolino, revuelto con tu historia, embebido en tu fuerza centrífuga, devorado por el corazón del lago, todos tus recuerdos del amor y yo, también con todo, dos vidas que son muchas, muchas pieles resumidas en nosotros dos, consumidos por hogueras, cuando me llevás al fuego, me lanzás al ojo de este huracán, me dejás en el centro de la tierra, en el punto donde el mar deja de rugir tormentas,


y es, será, un niño que llora.


35 Por esta puerta, como el hueco de un tronco, ingreso a un mundo fantástico al que pertenezco. Dentro hay mariposas carnívoras y pájaros que hablan. Una serpiente quiero ser ahí dentro. Devorar todo lo que hay y devolverlo intacto. Todo puede ser un placer nuevo cada vez. Nace la vida y muere, y vuelve a nacer todo cuando me encuentro ahí mismo, en esta metáfora del universo, lo que tenés dentro de tu bellísima puerta.


36 Encendés la lámpara para calentar estos pollitos que llegan a vos piando felices, deletreándote este entusiasmo. Tu calor le da seguridad a las pequeñas criaturas que nacen en mí. Pretenden generar luces nuevas. Empollar milagros.


37 JesĂşs, protege con Tus manos mĂĄgicas el vientre de Gabriela. Derrama la fuerza de todos tus milagros sobre la criatura que estĂĄs inventando para nosotros.


38 MarĂ­a, pongo a nuestro hijo o nuestra hija En Tu manto sagrado. ExtiĂŠndelo como una nube sobre la casa redonda de este hilo de vida que nos presta Dios.


39 Un ángel baja en cada vida que arranca con un latido nuevo. Con su dedo más pequeño, Dios tocó tu piel. Hizo germinar la semilla más feliz.


40 Señor, que baje una legión de ángeles sobre el saquito donde oficias tus ceremonias para nosotros. Te lo ruego, mi Señor.


41 Proclamo en el nombre de Dios mi fe en este amor. Reprendo, condeno, expulso de nuestra vida todo lo que afecte, dañe, lastime o destruya lo hermoso, lo magnífico, lo mágico y lo excelso de nuestra relación, en el nombre de Dios, amén.


Camilo Rodríguez Chaverri es periodista y escritor. Trabaja en radio, televisión y prensa escrita. Ha publicado más de cien libros.


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