Semblanza de Dios Poesía Camilo Rodríguez Chaverri
1 Dios es bueno grande, noble, paciente, dulce. Lo veo en las monta単as azules que vuelven a amanecer, que nacen de nuevo con el sol. Lo veo en la luna, el sello blanco de Dios en el cielo.
2 Dios amanece entre mis dedos. Dios corre en el agua cuando me lavo las manos. Dios se pone gafas. Son rosadas las montaùas cuando Él abre los ojos.
3 Dios enseĂąa a pintar cuando colorea las flores. Derrama gotas de su sangre sobre las rosas. Baja el atardecer en las yerberas. Sus llagas embellecen las violetas. El cielo de sus maĂąanas estĂĄ en las hortensias. El sol se condensa en bodoquitos. Dios los hace con sus dedos sobre los ĂĄrboles de corteza amarilla.
4 Dios silba con el jilguero. Trina feliz. Se estremecen las hojas de los รกrboles. Las plantas bailan con el viento donde Dios se viste y se desviste.
5 Dios tartamudea con las estrellas. Trastabilla cuando pone a caminar al pato. Cojea cuando le nace una criatura enferma. Se luce cuando llueve con sol. Piensa de noche, con la tormenta. Siempre que duerme, Dios sue単a con un futuro mejor.
6 Dios escribe en el cielo cuando pasa una lapa y embarra el espacio vacĂo con todos sus colores. Dios dibuja en el agua cuando un cherepo corre sobre la cortina de plata, el espejo con nubes.
7 Dios anda descalzo con la señora que pide una moneda en la calle, al lado de un semáforo. Dios come con los niños más pobres, en las escuelas y en los tugurios. Dios despierta a la par de la mujer que está en la cárcel y sueña con sus hijos.
8 Dios es elegante como el pavorreal y sencillo como la gallina. Dios me despierta con el gallo del patio del frente. Dios se viste de silencio cuando yo lo necesito. Dios me arrulla cuando no concilio el sue単o. Le pone puntos y comas a mis ideas, y me levanta del letargo con el canto de los pericos sobre el techo de la casa.
9 Dios es perseverante y nunca cambia. Va y vuelve con las olas. Duerme y despierta como la noche y el dĂa. Se esconde en el sol y en la luna. Se acuesta sobre las nubes. Todo lo ve y todo lo escucha. No hay sordos para Dios ni hay mudos. Él sabe leer los idiomas, los gestos y los silencios.
10 Dios tiene una boca grande. Es el único dragón. Duerme dentro de las montañas picudas. Descansa donde fragua los volcanes. Cuando silba fuego, las centellas y los rayos son las arterias y las venas del cielo. Cuando ruge Dios, hay truenos. Cuando sonríe, su boca es una sandía partida, una persiana entre las nubes, una rendija para la luz.
11 En un embotellamiento vial, las bocinas de los vehículos generan un manchón en la hoja de este día. Pero Dios cuelga de los cables del tendido eléctrico. Anda vestido de perico. Su alharaca es una ventana, una ráfaga de frescura.
12 Dios esculpe las montaĂąas con sus manos. Estira los volcanes, puntea los cerros. Los transforma en los senos de la tierra. Aplana los lugares donde los rĂos cruzan, serpentean, bajan cantando.
13 Dios aruĂąa las montaĂąas y nacen los acantilados. Hace un nudo con sus manos, golpea la tierra, y forma ollas donde crecen los lagos. Dios toca la superficie con una rama, hace magia en el agua y salta del fondo en un manatĂ.
14 Dios nada en los mares y en las pozas. Juega con los delfines. Vive en el tiburón y en la ballena. Es el agua y también la más pequeña de sus criaturas. Es colorido como los animales de los arrecifes y oscuro como los seres de las profundidades. Lo caracterizan la totalidad y el contraste.
15 Dios agita las ramas de los árboles más altos. Dios se viste de secuoya. Es el gigante del bosque. Es el pájaro que anida en la veranera. Dios es un cándano. Es el árbol muerto que recibe la vida de las plantas. Es un arbusto y el viento que trata de derribarlo. Me veo pequeño, como soy, y grande, como me quiere Dios.
16 Dios anda descalzo por la playa. Se quema las plantas de los pies. Juega con los perros y con los niños. Se tira sobre la arena. Una chiquita juega con él. Dice que ahora ese señor es un muñeco de nieve. Es nieve vestida de arena. La niña tal vez recuerde aquel encuentro con Dios. Él nunca lo olvidará.
17 Dios cambia de colores. Pasa del rosado al café en el pulpo. Es verde y gris en el reptil. Es osado con sus vestidos. Puede ser azul en las montañas, turquesa en el mar, naranja en el desierto. Dios es negro en el ébano y de todos los colores cuando llueve con sol. Lo suyo es la diversidad, la imaginación sin límites.
18 Dios ama bailar. Se viste de palmera. Le hace cosquillas el viento. Es el pasto. Ama que lo despeine la lluvia. Dios ama las emociones fuertes. Se cae de los รกrboles. Estรก en las hojas secas. Estรก en las frutas que pican los pรกjaros. Le gusta el olor de la guayaba. Estรก hasta en los gusanos que la pueblan.
19 Dios abre el paraguas con la sombra del almendro. Dios inclina su regadera cuando llueve un pelo de gato. Dios corre sus cortinas y sopla por la ventana cuando la brisa acaricia a las palmeras. Dios silba y las hojas secas caen danzando. Dios cierra los ojos cuando la noche oculta al paisaje.
20 Dios se viste de miniatura en la hormiga. Dios sale de fiesta disfrazado de orquídea. Dios es un artista del aire cuando vuela en el colibrí. Vuela para atrás como si el colibrí fuera un cangrejo del cielo. Dios nace todos los días en el ojo de agua. Dios duerme escondido en las montañas. Dios se sumerge en el mar. Dios se viste de sí mismo.
21 Dios tiene muchos ojos. De noche abre sus persianas. Cada chispita parece un brillante. Desde cada estrella, nos mira Dios. Por las mañanas, anda por el jardín. El cielo amanece preñado de azul. Mil formas del rosado besan las montañas moradas. Muy temprano, Dios bosteza. El viento despierta a los espíritus verdes sobre las plantas.
22 Dios conoce de métodos, pero se atiene a su imaginación. Dios sabe de disciplina, pero se deja llevar por la fantasía. Todos los días de Dios son diferentes. Pueden parecerse, pero cada uno tiene un detalle único, inconfundible. Hay que ver el cielo siempre. Cada cielo de Dios es una pintura irrepetible. Cada minuto del cielo es un registro nuevo del Dios poeta. Salgo a caminar, y en el cielo hay un repertorio diverso en cada día nuevo que Dios me regala.
23 Dios abre los brazos cuando descansa en un árbol. Dios mira al cielo desde la copa. Alberga a pájaros para solazarse con su revoloteo. Hay música en sus ramas. Abriga a la orquesta que vuela. Escucha embelesado. Los codos de Dios están en las arrugas de los troncos. Sus pies se esconden en las raíces. De noche, en lo oscuro, se pone a andar. Dios camina en medio del bosque.
24 Dios levanta las manos para enseñar a las águilas a volar en lo alto. Dios alza los dedos apuntando al rayo mientras el albatros vuela en la tormenta. Dios tira para arriba al halcón y lo enseña a caer de picada. Dios tararea lo que cantan las aves y le pierde el miedo a la noche cuando duerme a la orilla de los volcanes.
25 Dios tiene la mejor puntería. Siempre acierta, hasta cuando parece que se equivoca. Ya no le pido favores. Le pido que use su imaginación conmigo. Siempre abono mis preguntas. Florecen sus respuestas. Dios se nutre de mis errores. Aprende de mis fracasos. Adivina lo que es mejor para mí. Me entrego a sus ideas. Me conoce mejor que yo mismo. Jamás se equivoca con este poeta.
26 Dios sabe que no todo es armonĂa. A veces los planetas se le salen de las manos. Se le alborotan los fuegos de la tierra. Se desata la ira de los mares. Se agitan los cielos. Se le escapan los huracanes y las tormentas. Dios se angustia. Sopla en la brisa cuando llega la calma.
27 Dios está en la música. Una niña toca una flauta. Sopla para que llegue Dios a mis oídos. Dios vive en el trombón cuando alguien activa su magia ronca. Dios nace delgadito en el violín y tiene bigote en la trompeta. Dios está en una viejita que baila con la alegría de la marimba. Está en las enaguas floreadas y largas. Sopla esas enaguas que bailan con el viento. Dios está en el mendigo que toca un saxofón en la avenida central y está en el canto del jilguero, como una campana en dos tiempos. Dios está en lo que enseñé toda la vida, me dice una señora, una maestra pensionada, una maestra de música.
28 Dios silba entre los árboles. Parece que les hace cosquillas mientras los mece. Lo respiro en el aire. Respiro a Dios. Me crece un árbol mágico por dentro. Se ramifica por mis venas y mis arterias. Florece en mis ojos. Dios vuelve a nacer en mí cuando me hago hermano del viento.
29 Dios también vive en el cielo. Baja en una nube que se apodera de todo lo azul. En un instante del rayo todo es blanco. Y se escucha Dios, mientras camina, zapatea en la neblina, sube y baja las gradas invisibles que ha construido bajo la cortísima falda de la lluvia, bajo el vestido largo de la niebla. Asoma la nariz. El frío lo enferma. Duerme bajo el temporal. Se repone mientras guarda cama en algún rincón, en un volcán, en el calor de la tierra. Dios también sueña.
30 Dios se pone un sombrero y sale a trabajar al jardín. Le hace una ronda a las plantas. Huele las flores. Lleva tres o cuatro para su madre. Toma café bajo una sombra. Sigue con la vista a un pájaro que brinca entre las ramas. Canta con el yigüirro. Le da un concierto a las plantas. Pasa la mano por su pelo blanco, y vuelve a ponerse el sombrero. Termina la faena de la mañana picando leña en la troja. Su esposa cocina una sopa. Dios mira al cielo y da gracias por un día más.
31 Dios vive en los ojos de mi hija. En ellos se nutre del verde del bosque y el azul del cielo. En la risa de María Pía, Dios se despeina y se zambulle en mí, como en una poza, cuando ella me baña con sus palabritas tan dulces y tan pequeñas.
32 Dios entra a misa. Se sienta al lado de la viuda. Comulga detrás del hombre que recibe a Dios desde su silla de ruedas. Después de misa, Dios compra una mano de bananos en la feria del agricultor. Dios se sienta en un poyo del parque. Me mira mientras juego con los perros en la plaza. Entra a la cantina y se toma un trago con dos señores que se están aliviando la borrachera de anoche. Dios es el vientecillo que les besa la cara.
33 Cuando Dios descansa, el día también duerme. La noche es su sueño. En la oscuridad, hay una magia nueva y diferente. Su negrura se nos llena de silencios. Sale la luna y baña de plata a los árboles y las casas. Es otra forma de descubrirlo todo.
34 Dios nos besa en la cara si miramos al cielo cuando llueve. Dormimos con Dios cuando nos bañamos en un río tranquilo. Con el agua que canta Dios ronca y sueña.
35 Dios canta por las mañanas. Anuncia el día desde un coro de pájaros. Hay un jolgorio de Dios en todos los árboles. También trabaja por las noches. Cada estrella es un ojo de Dios. Su mirada es blanca y eléctrica. Dios descansa al final de la tarde. El goza y se solaza con los tonos rosados, naranjas, amarillos y rojos del cielo. Cuando el sol se transforma en un artista y hace magia con los colores, Dios se sienta a llenarse los ojos con ese pastel vivo, con el invento único, irrepetible que ocurre cada tarde.
Camilo Rodríguez Chaverri (Cartago, 1976) es periodista y escritor. Tiene más de veinte años de trabajar en radio, televisión y prensa escrita. Es autor de más de ciento treinta libros publicados.