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LOS OUTSIDERS EN LA POLÍTICA

Por Antoni Gutiérrez Rubí y Santiago Castelo @antonigr + @SantiagoCastelo

Hay una larga tradición de industriales devenidos en políticos, desde Herbert Hoover, un destacado ingeniero de minas y gestor de capital estadounidense en el extranjero, hasta la dinastía Bush, con un larguísimo recorrido en la industria del petróleo.

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I. LOS EMPRESARIOS POLÍTICOS

¿Qué tienen en común Donald Trump, Mauricio Macri, Horacio Cartés y Sebastián Piñera? Un pasado como empresarios. Los cuatro, antes de incursionar en la política, fueron empresarios de éxito. Este fenómeno no es nuevo. En Estados Unidos, por ejemplo, hay una larga tradición de industriales devenidos en políticos, desde Herbert Hoover, un destacado ingeniero de minas y gestor de capital estadounidense en el extranjero, hasta la dinastía Bush, con un larguísimo recorrido en la industria del petróleo.

Este es solo uno de los tipos de outsiders que existen y que intentaremos analizar en esta serie de artículos. Todos ellos son personajes que emergen fuera del sistema político y partidario tradicional, como respuesta a una demanda de nuevos protagonismos en un escenario de profunda desconfianza y desafección política. Una sociedad que no confía ni cree en la política y en sus políticos es receptiva a la aparición de nuevos y diferentes actores, como son los empresarios políticos. Veamos, a continuación, algunas de sus principales características y ventajas:

La identidad antipolítica. No hay, a priori, un ámbito menos politizado que el empresarial. Lo privado contrasta con lo público, es su antítesis, al menos en el imaginario colectivo. Por ello, suelen aparecer después de ciclos de alta ideologización y politización, cuando la sociedad muestra cansancio a causa de los altos niveles de confrontación. Es el fenómeno que se conoce como pospolítica, «la gestión de los asuntos sociales como algo técnico», la nueva tecnocracia.

Más confianza, por ahora. Históricamente, el empresariado ha gozado de mayor confianza que los políticos. Así lo ha vuelto a demostrar el último Trust Barometer de Edelman, con una diferencia de 9 puntos a su favor. La tendencia se repite en Latinoamérica, tal como lo expuso Latinobarómetro: 42% en corporaciones, 38% en Gobierno y 22% en partidos políticos. Habrá que ver si, después de los últimos casos de corrupción —algunos incluso conocidos por los nombres de las empresas responsables—, el empresariado logra mantener esta ventaja comparativa.

El relato del éxito. Los empresarios resultan especialmente atractivos en tiempos de recesión y crisis económica. Son personajes asociados al éxito, personal y colectivo. Este relato es extremadamente potente, sea un caso de superación personal, tipo «sueño americano» o «mito del garaje», o simplemente de gestión exitosa. La asociación entre la gestión empresarial y la gestión política tiene una dimensión emocional muy poderosa que apela directamente a lo aspiracional.

Un discurso diferente. Estos personajes traen, del mundo de la empresa, palabras, conceptos y valores que rompen con la liturgia política tradicional. La eficiencia, por ejemplo, se vuelve casi una muletilla. Es una manera de hacer las cosas, pero es también un propósito, un fin. «Estamos logrando un país más eficiente, progresista y honesto», dijo Horacio Cartes el año pasado. «El Estado también debe ser austero y eficiente en el uso de los recursos», propuso Piñera en su segundo discurso de investidura. También se habla de meritocracia, como modelo y sistema —en Argentina, por ejemplo, fue tema de debate nacional a principios de 2016—, de esfuerzo personal y trabajo en equipo.

Apuesta por la comunicación. Estos proyectos, en su afán por convertirse en nuevas y diferentes ofertas políticas, suelen dedicar tiempo y recursos a la comunicación, el marketing y el branding. Son disciplinas que conocen de su paso por el mundo corporativo y que utilizan sin prejuicios ni complejos.

Visión a largo plazo. Que sean liderazgos ajenos al mundo político no quiere decir que se desarrollen de un día para otro o que sean indiferentes a la lógica de lo político. Por un lado, tienen que concebirse como proyectos estructurales, a medio y largo plazo, no pueden ser ni parecer una oferta improvisada. Necesitan, por tanto, cierto tiempo de gestación y desarrollo, como los casos de Macri, que ya tiene 15 años de experiencia política o Martinelli, que fundó el partido en 1998 y se convirtió en presidente once años más tarde, en 2009. Por otro lado, por más outsiders que sean y quieran parecer, no pueden ser com-

pletamente ajenos a la lógica política, tienen que lograr relaciones y alianzas políticas, como Fox con el PAN, Piñera con Renovación Nacional y tantos otros.

Los political entrepreneurs. En estos últimos años, a los empresarios políticos tradicionales se han sumado otros actores, provenientes del mundo de la innovación y la tecnología. Son los political entrepreneurs, que aportan a la política y a la resolución de problemas sociales desde la tecnología y la disrupción. Elon Musk, Jack Ma y Marck Zuckerberg son hoy sus máximos referentes.

El empresario político es un tipo de outsider que seguirá emergiendo y teniendo protagonismo en tiempos de desconfianza y descrédito de la política tradicional; y son actores especialmente sugerentes y atractivos durante una crisis económica. Que hoy sea un empresario exitoso no significa que mañana será un buen político; no hay ningún motivo para pensar en una relación de causa y efecto. Pero tampoco quiere decir que no pueda serlo y que la transición sea positiva y beneficiosa. Los empresarios políticos (también los political entrepreneurs) han llegado para quedarse y competir.

II: PASTORES Y POLÍTICOS

Recientemente, en México, se desató una polémica por la aparición de unos panfletos que difaman a la Virgen de Guadalupe, ícono de los católicos mexicanos, y acusan a la Iglesia de ser parte de la «mafia del poder».

Los volantes, que van firmados por la coalición que impulsa a Andrés Manuel López Obrador, ocasionaron un importante revuelo, incluso un comunicado del Episcopado Mexicano. AMLO y su equipo de campaña salieron, rápidamente, a manifestar que desconocían los materiales y acusaron a sus rivales de hacer campaña sucia. «En nuestro movimiento

hay católicos, evangélicos y librepensado-

res», explicó el candidato. La religión se ha colado, definitivamente, en la campaña mexicana. Ya había dado un primer paso en diciembre, cuando el Partido Encuentro Social (PES) —el partido evangélico más importante del país— se sumó a la coalición de AMLO y puso a la religión en el centro del debate público.

Sucede que, en México, la población evangélica ha crecido mucho en los últimos años y ya son más de 10 millones de personas las que se identifican con alguna iglesia protestante. México no es la excepción, sino la regla. En Latinoamérica, según un estudio del Pew Research, la identificación con el catolicismo disminuyó durante las últimas cuatro décadas, pasando del 92% al 69%, mientras que el porcentaje de evangélicos aumentó del 4% al 19%. Se estima que uno de cada cinco latinoamericanos es evangelista.

Otro informe, en este caso de Latinobarómetro, mostraba que la diferencia entre unos y otros se redujo un 22% en poco más de 15 años.

La influencia política del evangelismo se ha puesto en evidencia en el último tiempo: Fabricio Alvarado en Costa Rica, Jimmy Morales en Guatemala, Marcelo Crivella y el creciente poder de la bancada evangélica en Brasil, Gerardo Amarilla en Uruguay o el papel del voto evangélico en el plebiscito colombiano, entre otros tantos ejemplos.

Veamos, a continuación, algunos de sus rasgos característicos y ventajas comparativas:

1. Una agenda conservadora. Los evangélicos, por lo general, defienden el statu quo y se amparan en valores conservadores y en modelos tradicionales de familia. Por ello,suelen oponerse al matrimonio igualitario, a la legalización del aborto, a las leyes de identidad de género, entre otras reformas progresistas. Su incidencia —directa o indirecta— en la política pone a sus causas (o contra causas) en el centro del debate. Por ejemplo, durante la campaña costarricense, Fabricio Alvarado, el predicador que sorprendió a todos al ganar la primera vuelta y poner en jaque al candidato oficialista, no dudó en expresar su absolutorechazo al dictamen de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que exigía a sus miembros reconocer y garantizar el

SUCEDE QUE, EN MÉXICO, LA POBLACIÓN EVANGÉLICA HA CRECIDO MUCHO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS Y YA SON MÁS DE 10 MILLONES DE PERSONAS. LA IDENTIFICACIÓN CON EL CATOLICISMO DISMINUYÓ DURANTE LAS ÚLTIMAS CUATRO DÉCADAS.

LA INFLUENCIA DE LAS IGLESIAS EVANGÉLICAS EN LA POLÍTICA LATINOAMERICANA ACTUAL ES INNEGABLE. TAMBIÉN ES LÓGICA Y JUSTA. UNO DE CADA CINCO LATINOAMERICANOS SE IDENTIFICA COMO EVANGÉLICO.

matrimonio igualitario. En Colombia, los movimientos evangélicos levantaron la bandera de la «ideología de género» para oponerse a la distribución de unos manuales sobre diversidad sexual y, después, rechazar el proceso de paz por considerar innecesario y excesivo su enfoque de género.

2. Pragmatismo. No se guían por el eje ideológico tradicional izquierda-derecha, sino que son más bien pragmáticos: votan, apoyan y acompañan a quienes siguen o, al menos, no ponen en peligro su agenda. Así, en Colombia, su voto fue clave en la victoria del «no» en el plebiscito y ahora apoyarán a Iván Duque, el candidato de Uribe; pero en México, como vimos, impulsan a AMLO. En Brasil, solían apoyar a Lula, pero, luego, la bancada evangelista fue decisiva en el impeachment a Dilma Rousseff y hoy están más cerca de Jair Bolsonaro, el candidato de extrema derecha que está segundo en las encuestas.

3. El rol de la familia en campaña. Para reafirmarse en la defensa de estos valores tradicionales, los candidatos evangelistas suelen recurrir a su familia. Por ejemplo, la hija de Alvarado, con tan solo 6 años, se convirtió en un personaje clave de la última campaña costarricense. El vídeo de su canción «Papito» ya ha superado los 24 millones de reproducciones en YouTube (esto es, cuatro veces la población del país). «Mi papi es fuerte, para mí un héroe, me da sin reservas todo su amor. Él es mi maestro, mi más grande ejemplo, me ha enseñado a amar a mi Dios», dice la letra. La música es un elemento esencial en las experiencias espirituales evangélicas.

4. Infuencers pre-Instagram. Los pastores son verdaderos influencers en sus comunidades. Son líderes de opinión reconocidos, creíbles, carismáticos y con una notable capacidad de persuasión. Por ello, cada vez más, los políticos —cualquiera sea su religión— se reúnen con ellos para pedirles su apoyo. En Chile, por ejemplo, Sebastián Piñera y Alejandro Guillierdirectamente sumaron pastores a sus comandos de campaña. Años atrás, los candidatos llegaban al público evangélico a través de otro tipo de influencers: estrellas de fútbol, como Bebeto y João Leite, que luego se transformaron en políticos. 5. Competencias mediáticas. La figura del telepredicador nace en Estados Unidos en la década de los años cincuenta y llega a Latinoamérica algunas décadas después de la mano de Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD). Macedo, en menos de veinte años, construyó un verdadero imperio mediático, con dos periódicos, treinta emisoras de radio y la cadena TV Récord, la segunda red de televisión más importante de Brasil. Los programas de la IURD, pese a su contenido religioso, siguen la receta —estética, dinámica, código— de cualquier show de entretenimiento y se hacen con una audiencia nada despreciable. La consigna «Pare de Sufrir» —que es el título que lleva su programa de televisión más popular— ya está instalada en el imaginario colectivo latinoamericano.

6. Liderazgo carismático. Las iglesias evangélicas son, de alguna manera, escuelas de liderazgo para sus pastores y predicadores, quienes siempre han destacado por su capacidad de oratoria, por sus cualidades carismáticas y por un singular talento para atraer y conectar emocionalmente con sus fieles y discípulos. El movimiento evangélico ha desarrollado, a lo largo de los años, nuevas estrategias proselitistas y una especial capacidad de adaptación y aculturación.

7. Conexión con sectores populares. Las iglesias evangélicas tienen una fuerte presencia en los barrios y sectores populares. Ocupan espacios (físicos y simbólicos) que están desatendidos por los Gobiernos y tejen redes de solidaridad entre la comunidad. Ofrecen un amplio abanico de servicios, desde acceso a la salud y a la educación hasta bolsas de trabajo. Esta llegada a los sectores populares es una de sus grandes ventajas comparativas. Javier Corrales, profesor de Ciencia Política en el Amherst College y columnista en The New York Times, destaca que los evangélicos «están consiguiendo votantes entre gente de todas las clases sociales, pero principalmente entre los menos favorecidos» y así «están logrando convertir a los partidos de derecha en partidos del pueblo».

La influencia de las iglesias evangélicas en la política latinoamericana actual es innegable. También es lógica y justa. Uno de cada cinco

latinoamericanos se identifica como evangélico. Sus representantes tienen aptitudes, experiencia y contactos. Un currículum nada despreciable para una política carente de líderes e inmersa en una profunda crisis de confianza y representación. Seguramente, en un futuro no muy lejano, veremos más pastores políticos.

III: DEPORTISTAS POLÍTICOS

George Weah, considerado uno de los mejores delanteros de la década del noventa y el único africano galardonado con el Balón de Oro, es, desde enero de 2018, el presidente de la República de Liberia. Weah comenzó su carrera política en 2005, apenas retirado del fútbol profesional; entonces, fundó su propio partido, Congreso para el Cambio Democrático (CDC), y se presentó a las primeras elecciones que se celebraron en el país después de la guerra civil y que dieron como ganadora, en segunda vuelta, a Ellen Johnson-Sirleaf. Weah no bajó los brazos y se mantuvo en la escena política durante los 12 años de gobierno de Johnson Sirleaf. Esperó su momento —su olfato también es político— y en diciembre de 2017 venció al vicepresidente Joseph Boakai con el 61,5% de los votos.

Weah no es el primer deportista político. Hay otros que, como él, tienen cargos ejecutivos, como el exfutbolista Kaja Kaladze, alcalde de Tiflis, Georgia, Cuauhtémoc Blanco, gobernador electo del Estado de Morelos, y el exboxeador Vitali Klichkó, alcalde de Kiev. Otros que tienen puestos legislativos, como la mítica dupla Bebeto y Romario, el primero como diputado en la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro y el segundo como senador por Río de Janeiro, el exmotonauta y diputado argentino Daniel Scioli —que fue candidato presidencial en 2015—, y el filipino Manny Pacquiao, ayer boxeador, hoy senador. Y otros con responsabilidades ministeriales, como el argentino Carlos Mac Allister, actual Secretario de Deportes, y Pelé, que fue Ministro de Deportes de Brasil entre 1994 y 1998. También habría que sumar un grupo que, sin ocupar cargos de ningún tipo, ha expresado sus posiciones políticas de una u otra manera: los deportistas politizados. Son los casos de Mohamed Ali y su compromiso con la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, y Sócrates y su militancia contra la dictadura brasilera: «Ganar o perder, pero siempre con democracia», entre otros.

El deporte y la política están estrechamente relacionados, siempre lo estuvieron y lo seguirán estando. Los mundiales son una oportunidad para reflexionar y debatir sobre esta relación. Así lo entendimos en nuestro proyecto Mundial Político —una iniciativa de ideograma, el think tank CIDOB y el periódico La Vanguardia— y hemos querido indgar en ello en este nuevo artículo de la serie sobre outsiders. Los candidatos que fueron antes deportistas tienen ciertas ventajas comparativas que vale la pena explorar, desde su alta popularidad hasta su estado físico.

Popularidad

Estos deportistas comienzan sus vidas políticas con un nivel de conocimiento total y altísimos índices de popularidad, algo que a los políticos tradicionales les cuesta muchísimos años lograr, en el caso de que, finalmente, lo consigan. Weah, Pacquiao, Romario, Kaladze… todos verdaderos ídolos en sus países. A veces, esa devoción se transfiere a la política, como es el caso de Romário, quien fue elegido para el Senado con el mayor número de votos jamás conseguido nunca por un candidato carioca. Aunque hay otras veces en que ser conocidos y queridos no es suficiente. Eso le pasó a Andrei Shevchenko, el mejor futbolista ucraniano de todos los tiempos, que se presentó a las elecciones legislativas de 2012, pero su partido no superó siquiera el 2% de los votos y el goleador no pudo hacerse con una banca en el Parlamento. La popularidad es condición necesaria, no suficiente.

Identidad Nacional

Pocos personajes públicos tienen un vínculo tan evidente con los símbolos nacionales como los deportistas que alguna vez representaron a sus países. Ellos han vestido los colores nacionales, han ondeado la bandera y han cantado el himno una infinidad de veces; y todas esas imágenes permanecen en el

EL DEPORTE Y LA POLÍTICA ESTÁN ESTRECHAMENTE RELACIONADOS, SIEMPRE LO ESTUVIERON Y LO SEGUIRÁN ESTANDO. LOS MUNDIALES SON UNA OPORTUNIDAD PARA REFLEXIONAR Y DEBATIR SOBRE ESTA RELACIÓN.

CELEBRITIES POLÍTICOS SON NUEVOS CASOS DE OUTSIDERS, AQUELLOS CANDIDATOS Y CANDIDATAS QUE SE PRESENTAN A ELECCIONES SIN NINGUNA EXPERIENCIA POLÍTICA Y POR FUERA DEL SISTEMA DE PARTIDOS.

imaginario colectivo y son determinantes en ciertas ocasiones. Por ejemplo, en octubre de 2015, Didier Drogba, después de lograr la primera clasificación de Costa de Marfil en el Mundial de Fútbol, hizo unas estremecedoras declaraciones que ayudaron a poner fin a una guerra civil que llevaba 3 años y más de 4.000 muertos: «Ciudadanos de Costa de Marfil, del norte, sur, este y oeste, les pedimos de rodillas que se perdonen los unos a los otros […] Por favor, dejen sus armas y organicen elecciones libres». El mensaje caló muy hondo y significó el inicio del fin de la guerra. Drogba no dio (todavía) el paso a la política formal, pero participa activamente en organizaciones e iniciativas que promueven la paz, como Peace and Sport. Los deportistas pueden unir a los electores como la selección une a una nación.

Storytelling

La mayoría de ellos tienen historias potentísimas de superación personal que les convierten en modelos de referencia. Weah, por ejemplo, creció en Clara Town, uno de los barrios más humildes de Monrovia, y debió superar muchas dificultades antes de llegar a jugar profesionalmente en Camerún. Lo mismo Romário, que creció en Jacarezinho, una de las favelas más pobres y violentas de Río de Janeiro. Estos deportistas políticos, con frecuencia, recurren a sus historias personales para reforzar valores como el esfuerzo, el sacrificio o la perseverancia. «Con 4.683.572 de votos soy el senador más votado de la historia del estado de Río de Janeiro. Mis padres, ni en el mejor escenario, imaginarían que aquel niño que salió de la maternidad en una caja de zapatos ocuparía uno de los más altos cargos de la República […] Hoy entra en la historia un antiguo chabolista que ahora es senador de la República», escribió Romário en su página de Facebook.

Metáforas y recuerdos

Las metáforas, como señalaron los lingüistas cognitivos George Lakoff y Mark Johnson a mediados de los noventa, moldean nuestro pensamiento, guardan un poder simbólico capaz de estructurar lo que pensamos, decimos, hacemos y sentimos. Métaforas deportivas como «jugar en equipo», «patear todos para un mismo lado» o «tener la camiseta puesta” resultan extremadamente potentes. Romário, en su primera campaña, habló de «hacer un gol más por Brasil» y, recientemente, cuando empezó a mostrarse con Bebeto no habló de alianza, sino de «dupla». Kaja Kaladze fue todavía más explícito; en su campaña lució la camiseta del Dinamo de Tiflis, el club más popular del país, y en el que comenzó su carrera, y recibió saludos de Gennaro Gatusso, Massimo Ambrosini y otros compañeros de su época en el Milan.

Estado físico

Las campañas son cada vez más largas, casi permanentes, y los candidatos tienen que superar triatlones políticos que combinan territorio, medios de comunicación y mítines. Los deportistas, siempre que mantengan algo del estado físico que tenían en sus años en actividad, son capaces de soportar altos niveles de exigencia. Y, por otro lado, su apariencia, por lo general, contrasta visualmente con los «políticos de escritorio», que suelen tener físicos algo más descuidados.

En tiempos de desconfianza y descrédito de los actores tradicionales, el deportista político es un tipo de outsider muy atractivo por su popularidad y posicionamiento en todos los segmentos. Es un candidato que llega con algo del trabajo ya hecho. Además, como vimos, su mundo simbólico (desde su identificación con los símbolos nacionales hasta sus historias de superación personal) tiene un enorme potencial comunicativo. La política no es un deporte, pero estos outsiders quieren jugar y el partido está ahí para cualquiera.

IV: CELEBRITIES POLÍTICOS

Recientemente supimos que Caitlyn Jenner, conocida por su participación en el reality de las hermanas Kardashian, será candidata a gobernadora de California y que el actor Matthew McConaughey, aún sin haberse lanzado, lidera las encuestas en Texas. Mientras, en Brasil, Luciano Huck, uno de los presentadores de televisión más populares del país, se consolida como líder opositor y se posiciona como una de las alternativas más claras para salir de la polarización.

PESE AL AUGE DE LAS REDES SOCIALES, LA TELEVISIÓN SIGUE SIENDO DETERMINANTE A LA HORA DE FIJAR AGENDA.

Son nuevos casos de outsiders, aquellos candidatos y candidatas que se presentan a elecciones sin ninguna experiencia política y por fuera del sistema de partidos. Los outsiders se pueden clasificar por su procedencia, como hace el colega Rodríguez Andrés en un sugerente artículo. Hay empresarios, deportistas, religiosos… y también celebrities, como es el caso de Jenner, McConaughey y Huck.

Estos tres se suman a una extensa lista de personalidades del mundo del espectáculo que dieron el salto a la política, como los actores Ronald Reagan, Arnold Schwarzenegger y Joseph Estrada, los comediantes Volodymyr Zelensky, Jimmy Morales y Beppe Grillo, los presentadores Silvio Santos y Salvador Nasralla, y los cantantes Rubén Blades y Kanye West, entre muchos otros. Este tipo de personajes son una de las tantas manifestaciones de la hibridación de lo político con la cultura de la fama, lo que se conoce como «celebritización de la política».

A continuación, presentamos algunas de las ventajas comparativas de estas celebrities que se convierten o aspiran a convertirse en líderes políticos:

1. Llegan con audiencias propias. Son personajes reconocidos, populares y queridos. La mayoría de ellos llegan a la política tras pasar muchos años en la pantalla, como Jimmy Morales, Salvador Nasralla y Luciano Huck, si finalmente decide dar el paso. El programa del brasilero, que se emite todos los sábados en Globo, tiene un promedio de 3,5 millones de espectadores. Si bien un alto share no es garantía de éxito político, sí es un público cautivo que no poseen otros candidatos.

2. La influencia de la televisión. Pese al auge de las redes sociales, la televisión sigue siendo determinante a la hora de fijar agenda. Estas celebridades, ya sea porque tienen sus propios programas, porque son famosos o porque tienen una potente agenda de contactos, suelen sumar más minutos televisivos que sus contrincantes, y sus apariciones tienden a despertar mayor interés. El día que Arnold Schwarzenegger anunció su prime-

ESTAS CELEBRITIES SON SEDUCTORES Y CONVINCENTES, EXPERTOS EN COMUNICACIÓN VERBAL Y NO VERBAL. HAY ESTUDIOS QUE DEMUESTRAN QUE LA EXPRESIVIDAD DE RONALD REAGAN FUE DECISIVA EN LOS DEBATES ELECTORALES DE 1984.

ra candidatura —lo hizo en el late night show de Jay Leno— fue noticia mundial, los medios de comunicación le apodaron Governator (en clara referencia a Terminator). La videopolítica de Giovanni Sartori en su máxima expresión. 3. El poder de los recuerdos. Todos estos personajes suelen asociarse a recuerdos positivos. Nos han hecho reír o llorar. Un bagaje emocional muy diferente al que hoy suelen despertar los líderes y candidatos políticos, insertos en una profunda crisis de confianza. Es curioso, pero Jimmy Morales y Volodimir

Zelensky ya habían sido presidentes en la ficción… entre presagio y profecía autocumplida.

4. La vida privada y familiar. La celebrity no llega sola, llega con su historia y su familia. Vidas privadas que son públicas, algunas más que otras. El caso de Caitlyn

Jenner, que se hizo famosa por su participación en un reality y que luego protagonizó otro sobre su transición de género, es paradigmático. La exhibición del espacio íntimo les muestra auténticos, sin nada que esconder.

5. Entrenados para gustar. Estas celebrities pasaron años frente a las cámaras y han desarrollado habilidades que otros candidatos, por más sesiones de media training que contraten, no conseguirán jamás. Una telegenia de la que pueden vanagloriarse, por ejemplo, Zelensky, Morales y Nasralla, a quien apodaban «señor de la televisión» antes de que alcanzara la presidencia de Honduras. Son seductores y convincentes, expertos en comunicación verbal y no verbal. Hay estudios que demuestran que la expresividad de Ronald Reagan fue decisiva en los debates electorales de 1984.

El último informe de Freedom House reveló que la salud democrática global ya acumula 15 años de descenso. En este escenario de crisis, marcado por una profunda desconfianza y desafección política, las candidaturas outsiders aparecen como una alternativa tentadora. Y dentro de estos outsiders, las celebrities aspiran a convertirse en los protagonistas de una política hipermediatizada, de una política pop. El desafío que tienen por delante es ser tomados en serio. Hacer de la frivolidad una fortaleza, no una amenaza. Es posible. Luz, cámara… elección. C&E

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