I X M AT I
“El horizonte es necesario como límite que orienta, pero es más necesario como apertura permanente para quien avanza.” Ignacio Ellacuria
IXMATI 03 Índice 05 Perfil 36 Memoria Histórica 37 Bibliografía
La iglesia de Rutilio Grande
La tierra de las historias prohibidas
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07 “Yo con mi hijo desaparecido no me conformo porque ¿Qué habrán hecho de él?” ¿La tumba del guerrillero dónde, dónde, dónde está? “Aníbal tenía la mente envenenada”
Un asesinato trascendente
“Participar en el conflicto fue una desgracia”
Origen histórico del conflicto
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Febe Elizabeth vive
Masacre del Río Sumpul
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El Mozote
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Una ciudad para todos
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Primeros diálogos
24 Ofensiva general
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Los mártires de la UCA
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Perfil La revista Ixmati es un esfuerzo de un grupo de estudiantes de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas por presentar de manera imparcial algunos de los hechos más importantes que sucedieron durante la guerra civil de El Salvador en los años ’80. Su nombre significa conocer en Náhuatl y se convierte en la línea editorial. Con el propósito de dar a conocer historias que nadie ha contado hemos tomado puntos de vista de personas que se encontraron enfrentadas durante el conflicto, y que hoy se dan cuenta que nadie ganó, más bien todos perdieron. Incluye además artículos que explican acontecimientos que marcaron el rumbo de la guerra. Buscando la objetividad, se utilizaron diversas fuentes (tanto del ejército como del FMLN). Las visitas de campo y la interacción directa con los sobrevivientes y víctimas del conflicto sirvieron para poner en práctica la imaginación moral. Si olvidamos el pasado tenemos el riesgo de repetirlo. Tomando como base este pensamiento hemos recopilado información sobre crímenes de lesa humanidad. Todo como parte esencial para fomentar la memoria histórica.
Origen histórico del conflicto Shafick Handal señala en su libro Una Guerra para construir la paz, que la raíz histórica del descontento popular. Nace con la expropiación de tierras ejidales y comunales en 1881 y 1882 para cultivar café. En los años siguientes empeoraron las condiciones de vida de la población, mientras la oligarquía cafetalera jugaba poniendo mandatarios en el poder. En 1913 fue asesinado el presidente Manuel Enrique Araujo instaurándose, inmediatamente, la dictadura de las familias Meléndez-Quiñonez. En los años 20, influenciados por la Revolución mexicana y la Revolución socialista rusa, los movimientos cívicos, sociales, partidistas y electorales iniciaban un proceso de protesta social contra la dictadura. Fue en 1927 que cedieron el poder a Pio Romero Bosque. Sin embargo los problemas no eran solo políticos. En 1929 se produjo la crisis económica que dejo a los cafetaleros salvadoreños casi en la quiebra, recortando plazas de trabajo y bajando salarios. Todo esto creó un clima de malestar entra la población. Al producirse las elecciones de 1930, ganadas por Arturo Araujo, las expectativas de la población se vieron quebrantadas al aumentar la represión contra las masas organizadas.
El 2 de diciembre de 1931 llegó al poder el entonces vicepresidente Gral. Maximiliano Hernández Martínez, bajo la coyuntura de unas elecciones de diputados y alcaldes fraudulentas. Surgió entonces la insurrección campesina en el occidente del país. Fue aquí donde se consolidó el poder de Martínez, demostrando la capacidad de reacción ante la sublevación de las masas. De este modo se inauguraron 40 años de dictadura militar. La organización popular fue casi imposible hasta que en los años sesenta y setenta las personas comprometidas con el pensamiento izquierdista, en especial el PCS, empezaron a tomar conciencia de la importancia de la solidaridad y la lucha revolucionaria, mientras el mundo resentía la injerencia militar de Estados Unidos en Vietnam. Salvador Sánchez Cerén afirma que en nuestro país surgió un ala en el partido comunista que cuestionaba los métodos electorales como forma para llegar al poder. Partiendo de eso se separaron del PCS y formaron las organizaciones político-militares. Juan Vicente Chopín cuenta que la primera organización guerrillera por estudiantes y obreros fueron las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL) en abril de 1970. A lo largo de esa década se formaron diversas organizaciones irregulares, En los años 1973 y 1974 aumentó la represión militar contra las organizaciones populares. Una de estas organizaciones fue ANDES 21 de Junio.
LA TIERRA DE LAS HISTORIAS PROHIBIDAS
“....Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del ejército y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles: hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que da un hombre debe prevalecer la ley de Dios que dice “No matar”...Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios; Cese la represión.....”. Mons. Oscar Arnulfo Romero
Recuerdos de una guerra anunciada El Salvador vivió un conflicto interno que duró doce años. Con alrededor de 75,000 muertos, según algunos informes son más, fue una de las guerras más sangrientas de Centro América. Si hablamos de víctimas tenemos el peligro de parcializarnos hacia uno de los bandos combatientes. Sin embargo, abordamos perspectivas encontradas sobre el tema. desde una víctima civil hasta un militar. Como el título resalta, ésta es la tierra de las historias prohibidas, como decía Roque Dalton. Historias que nadie quiere contar porque se tornan levemente odiosas. Aquella guerra que venía siendo anunciada desde el siglo XIX y que terminó explotando en 1980.
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Fue la comandante Ana María una de las grandes organizadoras del sector magisterial. La lucha de los maestros se unió a la de los campesinos, obreros y estudiantes, siendo esta unión el principal motor para el surgimiento del Bloque Popular Revolucionario (BPR), articulando las organizaciones populares que desarrollaban la estrategia de la lucha armada. La última organización guerrillera fue creada por las células del partido comunista, las Fuerzas Armadas de Liberación en abril de 1979. La consolidación de la guerrilla como fuerza paramilitar se llevó a cabo el 10 de octubre 1980. Fue nombrado Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y aglutinaba cinco organizaciones: Fuerzas Populares de Liberación (FPL), Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Resistencia Nacional (RN), Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC) y el antiguo partido comunista con las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL), que se componían de diferentes organizaciones populares de base, desarrollando programas de alfabetización y entrenamiento militar.
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“Yo con mi hijo desaparecido no me conformo porque ¿Qué habrán hecho de él?” A Conegunda Peña le fueron arrebatadas las vidas de cuatro de sus hijos durante el conflicto armado, eso para empezar. Está a punto de cumplir los 78 años de edad, y pese al desgaste físico su corazón y mente se mantienen tan fuertes y lúcidos como el día que inició su lucha. Vive en la comunidad las Palmas, ahí cerca de la feria internacional. Cuando conocimos su historia nos sorprendimos de su valentía para enfrentar al enemigo, al ejército que tanto dolor le causó a ella y a su familia, pero no es la única. Durante los doce años de guerra miles de mujeres perdieron a sus hijos. Era el pan de cada día. Aún mantiene la esperanza de saber dónde están sus hijos aún desaparecidos. “En el año 1977 mis hijos ya estaban organizados. Eran obreros. Ellos no querían decirme pero yo veía que salían mucho. Siempre les preguntaba hacia dónde iban y siempre respondían que a hacer mandados. Miren hijos, no se tarden. Vayan a hacer el mandado y luego rápido a la casa” Contaba la señora Conegunda en nuestra pequeña reunión el viernes 29 de noviembre en una vieja casa cerca de la Universidad Nacional. De cierta forma nos pareció intrigante la facilidad con la que nos habló acerca de su hijo desaparecido, en comparación a otras personas con las que intentamos hablar y que a causa del dolor se mostraron apáticas con el tema.
La iglesia de Rutilio Grande Pero no solo nosotros conocemos su caso. La investigación está abierta en la Fiscalía General de la República, cuyos abogados defensores son pagados por una ONG internacional, en Pro-búsqueda y en la extinta Tutela Legal del Arzobispado. Con una gran serenidad y amabilidad acogió este grupo de estudiantes. Lentamente sacó de su cartela una bolsa de regalo navideño. Dentro de ella había un folder con imágenes de la editorial Equipo Maíz y dentro de éste la fotografía de su hijo Manuel Martínez Peña.
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“En ese entonces, todavía se trabajaban doce horas. Ellos [sus hijos] empezaron a reunirse y a exigir cosas para que rebajaran las horas de trabajo. Tiempo después me preguntaron si me gustaría colaborar y acepté. Se reunían los sábados en la casa y yo les preparaba un refrigerio con el dinero que ellos me daban. En ese entonces no teníamos muchas sillas, a algunos les tocaba sentarse en el suelo.”
EN 1977 se abre una lista de asesinatos que marcarían el rumbo de las acciones de la iglesia católica. Gracias a mártires como Rutilio Grande el pueblo logra abrir los ojos. El Padre Grande trabajaba para aquellos desprotegidos, aquellos a quienes nadie tomaba en cuenta y que eran la mayoría de la población del país. El Padre Rutilio Grande nació el 5 de julio de 1928 en El Paisnal, lugar donde también muere asesinado el 12 de marzo de 1977 junto con otros dos campesinos, Nelson Rutilio Lemus y Manuel Solórzano. El sacerdote jesuita se dirigía hacia la parroquia de Aguilares para celebrar la misa de la novena de San José, cuando se conducían hacia la carretera del Paisnal fueron ametrallados por los llamados escuadrones de la muerte. El examen forense reveló que el cuerpo del padre Grande presentaba un aproximado de 18 orificios de bala.
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Es así como se organizó en el ‘77. “Me agradó estar en la organización, porque es duro trabajar más de la cuenta y ganar una nada. Es como ahora. Ahora el sueldo que tienen los obreros no es adecuado para mantener a una familia, el sueldo es una farsa, el obrero tiene que ganar más. El campesino, los empleados, todos deben ganar más, pero fíjense que los que están en el gobierno, ellos si ganan buena plata y los demás… No valen nada” dijo con un pañuelo blanco secando sus lagrimas. Comprometidos con ésta causa, sus hijos ingresaron la OPT. Era una organización que aglutinaba a las personas que vivían en las “comunidades marginales”. Era común en la señora Conegunda hacer saltos de tiempo y comentarios muy personales. En especial nos contó que le molesta el uso del término “zonas marginales” pues siente que menosprecian a las personas que ahí viven. Conegunda dejó al descubierto su fe en un Jesucristo liberador. Un hombre que nació en Belén, vivió en Nazaret y se levantó para denunciar algunas de las injusticias de aquel momento. Para ella el primer revolucionario fue Jesús, por eso lo mataron, por decir la verdad. Esa fe tan grande la llevó a aceptar la pérdida de tres de sus hijos durante la guerra. Ella sabe dónde quedaron dos de ellos, sin embargo resiente el no saber dónde está el otro: Manuel Martínez Peña.
En aquel entonces no se podía velar a un rebelde muerto, por eso no veló a sus hijos caídos en combate, ya que la Guardia Nacional llegaba a las casas y mataba a todos los familiares si el difunto se presumía tenía que ver con las luchas sociales del momento.
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El 9 de Marzo de 1977 fue un día que Conegunda jamás olvidará. Estaba comiéndose unos guineos crudos con café cuando la autoridad irrumpió en su casa. Elementos de la Guardia Nacional, Policía de hacienda y militares violentaron la paz y tranquilidad que hasta entonces reinaba en su hogar. Golpearon la puerta varias veces hasta derribarla. Eran como las 10:00 AM y ella estaba lavando la ropa de sus hijos. Cuando entraron la vieron cerca del lavadero, la tomaron del pelo y la acostaron sobre el suelo. Cuenta con gran orgullo el hecho de que ella era caprichosa y que por insistir en su deseo de ver el rostro de quienes la ultrajaban la ponían la bota sobre el cráneo hasta que ella se pujaba del dolor que le causaba. Las autoridades la interrogaron. Los orejas (ella recuerda que Manuel, el comandante cantonal, fue uno de los que la había acusado) entraron también y le preguntaban que si tenía armas. “Ni para comer tengo va creer que voy a tener armas” nos contó que había dicho.
Los escuadrones de la muerte intentaron callar la voz de Rutilio, pero sin embargo la muerte del sacerdote marcó la vida de muchos. El 24 de septiembre de 1972, Rutilio junto con un grupo de compañeros se les encomienda la dirección de la parroquia de Aguilares. Estos comienzan su labor de evangelizar, haciendo realidad lo escrito en los documentos de Medellín. En las palabras de Rutilio: “Una iglesia comprometida con los pobres, los campesinos y campesinas de Aguilares.” El padre Grande fue uno de los jesuitas encargados de establecer las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) al mismo tiempo se encargaba de formar líderes, llamados “Delegados de la Palabra”. Este movimiento generó en los campesinos oposición contra los terratenientes quienes no estaban de acuerdo con dicho movimiento. La vida y muerte de Rutilio Grande sirvió de inspiración para muchos entre ellos Monseñor Romero, quien lo recordaba cada vez que se aproximaba el aniversario del asesinato del mártir. Para Romero, Rutilio Grande fue un hermano y lo recordaba con aprecio. En una de sus homilías dice: “Rutilio grande es un mártir porque murió como murió Jesús por defender la vida de los pobre.” (5 de marzo 1978).
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Un asesinato trascendente Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, conocido también como Monseñor Romero, nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, San Miguel. Proveniente de un hogar humilde, mostró desde su niñez formidable fervor a Dios la cual, al igual que su formación dentro del Opus Dei, le llevaría hacia el Arzobispado de la Arquidiócesis de San Salvador en 1977. La muerte de Rutilio Grande y su celo por el bienestar del pueblo salvadoreño generó su tan entrañable devoción por la iglesia de los podres y la defensa de la misma le llevaría tiempo después hacía su muerte. A sus 62 años, su nombre retumbaba de este a oeste no solo en El Salvador, sino también en el mundo entero como “la voz de los sin voz” de un pueblo desgarrado por el conflicto como declaró en la homilía del 28 agosto de 1977.
Aquellos hombres furiosos por no encontrar nada desarmaron un viejo ropero, dónde no solo guardaba sus prendas sino también fotos de sus hijos y dinero. Por eso no tiene fotos de sus niños pequeños, las autoridades se las llevaron así como 200 colones que eran de una excursión que su hijo estaba coordinando. A veces, nos cuenta entre risas y una lágrima a punto de salir, sus hijos le preguntaban por qué no tenían fotos de cuando eran pequeños. “Confórmense ya están grandes, sáquense la foto ustedes” les decía, pero de Chusito, uno de sus hijos muertos, no le quedó ninguna fotografía. La sacaron de su casa y le cubrieron el rostro con una bolsa de tela negra. Cuenta que fue hasta después que reconoció el lugar donde la interrogaron y dedujo que era el cuartel la Policía Nacional. -Mirá vieja tenés que decir todo para que no te vayamos a matar- le advertía que voz golpeada y amenazante unos de los policías que la tenía sujetada. - Miren señores yo no he hecho nada, ustedes les consta que me han hallado trabajando. Yo trabajo todos los días, si quieren los llevo dónde yo trabajo para que vean que ni tiempo me queda de andar fregandorespondió con vos segura tratando de ocultar el miedo a ser asesinada. -¿Cuántos maridos has tenido? -Solo el padre de mis hijos. -Y, ¿De cuántos años te acompañaste? - De 21. - Y ¿De cuántos tuviste tu primer hijo? - De 22. -Y ¿Sos casada? -No lo soy.
Alejándose de cualquier función política, sus homilías impregnadas de denuncia en contra del abuso y la muerte del pueblo salvadoreño se convirtieron en sujeto de crítica y acusación hacia su persona, definiéndolo muchas veces como un ente de subversión. A pesar de las acusaciones, su mensaje fue difundido a multitudes de personas convirtiéndose en el programa radial más escuchado en El Salvador durante sus tres años de arzobispado según los Folletos monográficos “Rutilio Grande” en su ejemplar n° 5. El día 24 de marzo de 1980 a las 6:40 p.m. un proyectil calibre 22 detonado desde un Volkswagen Possat rojo ,ubicado a 35 metros de la entrada principal del Hospital de la Divina Providencia, atravesó su corazón acabando con su vida mientras oficiaba la eucaristía en la capilla del hospital ubicado en la colonia Miramonte de San Salvador. De acuerdo al informe elaborado por la Comisión de la Verdad, se ha establecido que el ex Mayor Roberto D’Aubuisson dio órdenes precisas a miembros de su entorno de seguridad de asesinar al arzobispo. Los capitanes Álvaro Saravia y Eduardo Ávila en compañía de Fernando Sagrera y Mario Molina se convirtieron en participantes activos y de autoría intelectual del asesinato de Mons. Romero, al igual que Amado Garay, motorista del ex Cap. Saravia, y Walter “Musa” Álvarez, quien canceló los “honorarios” del autor material del asesinato, quien hasta la fecha permanece en un supuesto anonimato.
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En el año 2003, Tutela Legal en compañía de la firma Séller Ehrman White & McAuliffe y del Center for Justice & Accountability presentaron una demanda judicial en el Tribunal Federal de Primera Instancia de Estados Unidos en contra de Álvaro Saravia, único sobreviviente de los inculpados. A pesar de los testimonios presentados en contra de los involucrados y las especulaciones generadas a causa de la presiones de organismos extranjeros aún no se establece una resolución de parte del Estado Salvadoreño con respecto a el asesinato de Mons. Romero. En las palabras de Gaspar Romero, hermano de Mons. Romero, lo que el pueblo salvadoreño busca vehementemente es “pronta y cumplida justicia” para la resolución de uno de los asesinatos más trascendente en la historia de El Salvador.
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El padre de sus hijos quería casarse, pero ella pero no quiso pues dijo que si la quería iban a vivir así. Él aceptó, con la promesa de ser el padre de todos sus hijos y no andar dejando hijos regados. Al no sacarle mucha información, Conegunda fue llevada a cárcel de mujeres. Estuvo recluida un poco más de seis meses. En aquel tiempo, recuerda con mucho agrado, había unas religiosas que administraban el recinto. Ella sufría de molestias en su columna, pues a causa de los golpes que le propinaron los guardias, le habían dañado un disco. Las monjitas, como ella les dice cariñosamente, eran españolas y poco a poco fueron ganándose su confianza. Una de ellas, la encargada del cuido de las privadas de libertad, le confesó que la gente organizada era de su agrado. Conegunda rara vez hacía limpieza por su condición de salud y le brindaron ayuda para superar los traumas de su arresto. Cuando salió de la cárcel se reunió con su familia. Aún estaban vivos todos sus hijos. Ellos la llevaron a la finca donde vivían sus padres. Estando todos reunidos le pidieron que contara lo que había pasado en la cárcel. Ella contó su experiencia en la cárcel y todos quedaron indignados por el maltrato que había sufrido. Sin embargo pese a los golpes ella nunca dijo lo que sus hijos en verdad hacían, pues el día que las autoridades llegaron a su casa dijo que sus hijos andaban trabajando cuando en realidad andaban El Paisnal, en los funerales del sacerdote jesuita recién asesinado: Rutilio Grande.
En un esfuerzo por ayudarle a que olvidara aquella amarga experiencia la mandaron a Costa Rica, Guatemala y Honduras a pasear. Fueron de “iguanas” como ella nos lo narró entre risas y gestos de alegría. Fue en estos viajes dónde conoció a Juan Chacón. Un dirigente del Bloque Popular Revolucionario asesinado el 27 de noviembre de 1980. Se acaban de cumplir 33 años de su muerte junto a la de otros líderes del Frente Democrático Revolucionario y ella lo recuerda como una gran persona, amable y ameno que en los viajes le ayudaba a pasar zonas difíciles de transitar.
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Los problemas no habían terminado para Conegunda al salir de la cárcel. Pronto los dolores de cabeza, que hasta hoy persisten, y el dolor de la columna no la dejaba estar sentada, parada ni acostada. Su hija la llevó al Hospital Rosales y al Psiquiátrico. En el primero le ayudaron con el problema de la columna. La acostaron en una mesa de cemento y le arrastraron de un extremo a otro. Sintió la muerte tal cerca pero sin embargo se recupero y comenzó a caminar. En el segundo le recetaron pastillas pero aún persisten los fuertes dolores de cabeza. Casi nunca se enferma.
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Masacre del Río Sumpul La Masacre del Sumpul ocurrió el 14 de mayo de 1980 en el caserío Las Aradas, Chalatenango. Según la revista ECA, los autores de estos asesinatos fueron la Guardia Nacional Salvadoreña, soldados, dos helicópteros y los paramilitares de ORDEN que dispararon desde las siete de la mañana hasta la media tarde a los residentes campesinos. Fue hasta el 19 de Junio de 1980 que se dieron a conocer los sucesos de la masacre con el “Pronunciamiento” del presbiterio y las religiosas de la diócesis hondureña de Santa Rosa de Copán, quienes declararon que en la masacre murieron 600 personas. Anteriormente, nadie había mencionado la masacre. El 14 de mayo, entró la Guardia Nacional y sus copartícipes al caserío Las Aradas, que está a orillas del Río Sumpul, a disparar contra la población. Algunos campesinos trataron de cruzar el río y entrar a Honduras para huir. El ejército hondureño los detenían en el límite fronterizo anunciándoles por megáfono que no podían pasar y que regresaran al lugar donde estaba la Guardia. Otras personas se lanzaron al río para evitar las balas, pero murieron ahogados.
Para comprobar su buen estado de salud, ésta mujer se transporta sola en buses del transporte colectivo desde su casa hasta el lugar dónde se reúnen CODEFAM.
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Ocho días antes de desaparecer, Manuel Martínez Peña, pasó dos días y dos noches bajo custodia militar, fue persuadido de abandonar su puesto como secretario general de las OPT. Al haberse resistido, los militares ataron el cuerpo, tirándolo a un basurero cerca del zoológico nacional. Sobrevivió a la descarga de tiros y huyó a rastras hacia la comunidad Nicaragua, donde era conocido. Con la ayuda de varias personas, entre ellas Santos Velásquez Núñez, Manuel pudo incorporarse y recibió atención de la Cruz Roja Internacional durante ocho días.
El 3 de junio de 1980 Manuel Martínez Peña desapareció. Iba a reunirse en la UCA. Esa misma mañana Conegunda tuvo una conversación con su hijo. A las seis de la mañana. Vivían en Cuscatancingo, “Vaya madre, me voy a las seis porque tengo unos nuevos compromisos.” Dijo Manuel a su madre, quién al preguntar su hora de regreso, no obtuvo respuesta segura alguna. Pasadas las cinco de la tarde, Conegunda esperaba aun por su hijo, quien no llegó. Horas más tarde apareció su otro hijo, el más pequeño, “Madre le traigo una razón, mire, mi hermanito no llegó a la reunión. Se nos hace que lo han capturado”. Cuando escuchó estas palabras Conegunda se turbó, sin embargo recordó haber platicado al respecto con su hijo. Quien con anterioridad había advertido su posible muerte o desaparición. En su búsqueda, Conegunda encontró a un hombre que reflejaba la esperanza de encontrar a su hijo, un testigo. Don Moisés, quién vio como efectivos bajaron a Manuel, junto a otros muchachos de la ruta 27, atándolos contra la pared y llevándolos presos. A los dos días, Conegunda buscó nuevamente a su posible testigo, sin embargo este ya había fallecido. A pesar de que este caso esta denunciado en diferentes organizaciones del estado, a la fecha, como en muchos otros casos, no ha habido respuesta.
ECA declara que desde enero de ese año, los campesinos ya eran hostigados por la Guardia. También menciona que fue una estrategia del gobierno de la Segunda Junta. Hay sospechas de que la masacre fue planeada, ya que en los días anteriores al hecho, militares de Honduras, Guatemala y El Salvador tuvieron reuniones en Ocotepeque, Honduras. La revista Proceso nº 3 afirma que el “Pronunciamiento” del 19 de Junio acusa a los ejércitos de El Salvador y Honduras de ser los ejecutores de la masacre. El gobierno de Honduras negó la participación y acusó a los autores del “Pronunciamiento” de difamación. La diócesis hondureña acusa también a la OEA. La OEA vigilaba Las Aradas desde 1969 por el conflicto que se dio entre El Salvador y Honduras. Los religiosos ven sospechoso que la OEA no se diera cuenta de lo que sucedía en el Río Sumpul ese 14 de mayo. Los datos respecto a este suceso no han sido aún aclarados.
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Después de 33 años la memoria aún lúcida de esta admirable mujer siempre trae los recuerdos de su hijo desaparecido. Anhelando saber un día dónde quedó el cuerpo de Manuel.
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“Yo con mi hijo desaparecido no me conformo porque ¿Qué habrán hecho de él?” nos dice conteniendo las lagrimas de sus tristes ojos. De sus hijos caídos en combate Jacobo, en Usulután, e Isabelita de que murió en el cerro de Santa Ana, ambos pertenecieron a las FPL y manifiesta sentirse conforme porque murieron combatiendo y los compañeros les dieron sepultura después de los enfrentamientos. Su otro hijo Chusito fue asesinado por el cine México en 1980.
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Con mucho amor se despidió del grupo de estudiantes, después de compartir un café con pan fiel al estilo salvadoreño. Abrazando a su nieto Carlitos, quién por el momento es el encargado de la casa de CODEFAM ya que su directora Lupita se encuentra mal de salud, sale y promete llegar al siguiente día para la reunión mensual del grupo de madres que aún buscan a sus hijos desaparecidos.
¿La tumba del guerrillero dónde, dónde, dónde está? Escrito por Luis Benítez
Sentada en el pequeño muro de protección que le construyeron al árbol que están enfrente de Catedral, Prudencia Leiva se encuentra asombrada por la cantidad de buses y personas que transitan por esa zona. Salió de su casa en la Comunidad Santa Marta, municipio de Victoria, departamento de Cuscatlán, a las 11:00 AM. Llegó a la plaza cívica a eso de las 4:20 PM. Al parecer no sabían de la construcción del SITRAMSS y la trabazón se extendía hasta unos 5 kilómetros después de la terminal de oriente. Era un 11 de noviembre. “A 24 años de la ofensiva no nos rendimos” se escuchaba desde unas cuadras antes de llegar al punto de encuentro. Consignas como: “Por los caídos en la lucha: Juramos vencer”, eran la forma de animar a los participantes. La Asociación de lisiados de guerra de El Salvador (ALGES), que aglutina ex combatientes del FMLN, organizó un acto cultural y ecuménico con ocasión de los 24 años de la ofensiva de 1989. Fue una vigilia por la memoria de cuantos murieron combatiendo por el ideal de una tierra justa y con igualdades para todos.
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“Yo no vengo muy seguido aquí, solo de pasón cuando voy para la terminal de occidente, yo me pierdo si me dejan sola” me dijo riéndose de la pena y tapándose la boca con una toalla blanca marca “Hilasal”.
Ofensiva general El 10 de enero de 1981, diferentes organizaciones político-militares ligadas al FMLN levantaron una “ofensiva general”, también llamada “ofensiva final”, en todo el territorio salvadoreño con el objetivo de tomar el poder que en esa época estaba en manos del Presidente de la República José Napoleón Duarte, expresa la revista Proceso nº 20. El FMLN y el FDR fueron los principales coordinadores de la “ofensiva general”. Las organizaciones efemelenistas se insubordinaron ante las injusticias sociales y económicas que el gobierno de turno ejercía sobre las mayorías pobres. La revista ECA afirma que el FMLN anunció la ofensiva desde diciembre de 1980 para que la población se uniera a la insurrección, especialmente a incorporarse a los Comités de Defensa Popular. Ante estas incitaciones de la izquierda, Ignacio Martín-Baró declara, en su artículo “La guerra civil en El Salvador”, que el ingeniero Duarte se presentó por televisión para pedir a la ciudadanía que ignorase los llamados a la insurrección e hicieran caso omiso a rumores de una ofensiva.
El sábado 10 de enero, a las cinco de la tarde, comenzaron las primeras acciones insurreccionales en todo el país. El FMLN atacó guarniciones y pueblos, declara ECA. Sin embargo, el FMLN no tuvo gran apoyo de la población. La revista Proceso Nº 46 manifiesta que “una buena parte de la población salvadoreña se quedó al margen del conflicto armado, aún cuando tuviera preferencias por uno u otro de los contendientes”. ECA proporciona los datos de que la ofensiva, sin muchos efectivos, realizó alrededor de 606 acciones entre el 10 y el 31 de enero de 1981. Entre ellos, el departamento de Santa Ana resultó ser el más afectado. Las acciones de los militares del FMLN consistieron en tomas de poblaciones y ciudades, de radiodifusoras, ataques a cuarteles militares, emboscadas, combates, control de carreteras, etc. El FMLN incidió mayoritariamente en la ofensiva entre el 10 y el 25 de enero. El FMLN fracasó en los objetivos que tenía con la “ofensiva general”. La causa principal fue que dentro de las organizaciones revolucionarias había conflictos y subordinaciones, afirma Proceso nº 46. El fracaso fue producto de una mala organización y la inexistencia de un mando común.
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A pesar de la falla, la “Ofensiva general” fue la que dio paso a la guerra civil de El Salvador. Para el sacerdote jesuita Martín-Baró, este fue el evento que produjo el “estallido formal de la guerra”.
Una mujer de edad avanzada, con apenas tres piezas dentales, piel manchada por el sol y el cabello teñido por la edad se mostraba un poco tímida al inicio pero con el paso de los minutos tomó confianza y empezó a contar su experiencia en la guerra.
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Un dúo de música de mensaje cantaba: “¿La tumba del guerrillero dónde, dónde, dónde está?, su madre está preguntando nadie le responderá” y doña Prudencia rompió en llanto recordando a sus hijos que murieron en combates entre la guerrilla y el ejército. Ella se casó y tuvo doce hijos. De éstos doce hijos seis murieron en combate. Pertenecían a las FAL. A sus setenta años, aún camina sin ayuda de bastón. Se levantó y comenzó a contarme porqué sus hijos decidieron formar parte de las columnas guerrilleras del FMLN.
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Era una familia campesina conformada por catorce personas. Corría el mes de octubre de 1980. El 10 de ese mes se anunciaba la unión de las cinco organizaciones guerrilleras tomando el nombre de Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Eran personas que solo buscaban la supervivencia. El 16 de octubre de ese año el esposo de Prudencia se encontraba trabajando en la postrera, ya casi por sacar la cosecha cuando una unidad de la guardia nacional lo asesinó. Lo había acusado de ayudar a los grupos subversivos. Su cuerpo quedó tendido sobre la tierra y toda la familia fue amenazada viéndose en la necesidad de huir a Honduras.
Vivieron refugiados en las Mezas Honduras unos dos años teniendo que regresar en 1983. Gracias a su fe católica religiosas y un sacerdote, que con gran cariño nombra Padre Gerardo, les ayudó a salir adelante brindándoles alimentos y vestido.
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“Va cruzando el río la compa Roxana, con su mochilita ella va”. Las canciones seguían sonando. “De mis seis hijos que murieron dos eran hembritas”, dice secándose las lágrimas con aquella toalla blanca que la acompaña dónde sea. El hecho de participar en la guerra no fue por convicción propia sino por vengar la muerte injusta de su padre.
El Mozote El 7 de diciembre de 1981 el ejército salvadoreño efectuó la operación “Yunque y Martillo” que pretendía exterminar las posiciones del FMLN en el departamento de Morazán. Dicha acción fue contenida por las columnas guerrilleras sin embargo, la Fuerza Armada masacró alrededor de mil campesinos de la zona. La operación duró hasta el 17 de diciembre sin haber cumplido los objetivos pues las columnas guerrilleras del frente Francisco Sánchez continuaban en Morazán y Radio Venceremos seguía transmitiendo. La masacre de El Mozote se dio durante esta operación. Según los testimonios recopilados por Radio Venceremos, días después del hecho, y más adelante por declaraciones de vertidas por Rufina Amaya, los militares engañaron a los dueños de las tiendas más fuertes del caserío, Alfredo Márquez e Israel Márquez, asegurando que organismos internacionales llegarían a la plaza para brindarles alimentación y vestuario a los pobladores de la zona. La información se dispersó rápidamente entre todos los pobladores y se reunieron en la plaza. Paulatinamente, según el testimonio de sobrevivientes como Sebastián o Anastasio Chicas, los militares comenzaron a dividirlos en grupos para ser asesinados. Los métodos utilizados por el ejército fueron variados. El informe del FMLN-FDR 1981, menciona que en algunos lugares las personas eran quemadas, ametralladas y en algunos casos morían a machetazos.
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A pesar de que las bases del FMLN y la población tenían conocimiento de este hecho, no se le había dado importancia debido al gran número de masacres que hubo en el país. Fue hasta 1992 que los organismos tanto nacionales como internacionales, reconocieron los hechos ocurridos en El Mozote gracias a los testimonios de sobrevivientes, recopilados por Radio Venceremos. En 1995 fue publicado el testimonio de Rufina Amaya bajo el nombre de Luciérnagas en el Mozote. Posteriormente se realizaron investigaciones que permitieron la reconstrucción de la imagen del Coronel Monterrosa Barrios, responsable militar de la masacre.
Después de la firma de los acuerdos de paz, todos los acusados de la masacre quedaron exonerados de los cargos atribuidos, protegidos por la ley de amnistía general dictada en 1993. Pese al esfuerzo para no desprestigiar la imagen del gobierno salvadoreño ante los Estados Unidos de América en su debate por la ayuda militar, la prensa internacional atendió al llamado de Radio Venceremos. Periódicos como The New York Times y el Washington Post se prestaron a la causa de la radio para publicar este hecho, preocupándose porque una masacre así no volviera a ocurrir en nuestro país.
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“Aníbal tenía la mente envenenada” Testimonio de Cnel. Oscar Amaya
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Las Mezas en Honduras eran campamentos de refugiados. Asentamientos de campesinos que tuvieron que huir de los bombardeos del ejército salvadoreño. Contaban con la ayuda económica de organismos internacionales. Colomoncagua y Limones fueron otros dos campamentos donde se defendió la vida de civiles ajenos al conflicto. Después de huidas dolorosas llegar a uno de estos campos era lo mejor para las personas pues el ACNUR brindaba ayuda organizando a la población para poder subsistir.
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A 33 años de la muerte de su esposo aún recuerda como si hubiera sido ayer el día en que lo mataron. Hoy vive con dos de sus hijas, a quienes conocí pues andaban cuidándola, y sin embargo ella reconoce que hubo muchos sacrificios que fueron en vano. Que solo los grandes directivos se beneficiaron de los acuerdos de paz y de los cargos que ahora ostentan en el gobierno. Me invitó a visitarla y prometió contarme más y prestarme fotos de su familia. Poco a poco se oscureció en el centro de San Salvador y ella se quedó ahí sentada. Esperando con una gran ansiedad el inicio de la misa en conmemoración de todos los héroes del ’89.
Los niños también fueron víctimas de la guerra. Víctimas del conflicto y de la Fuerza Armada, pero más que todo del Frente Farabúndo Martí. La Guerrilla destruyó a la juventud porque ellos reclutaban niños. Ustedes pueden comprobarlo sí quieren, van a ver fotografías de niños de 10 u 11 años marchando; no sé si ustedes han visto la fotografía de Schafik Handal en la lomas de San Pedro, aquí por San Vicente, con un grupo de niños, son niños con metralletas. Durante todo el conflicto, niños desaparecían día y noches. Eran el pan de cada día, un pan que los guerrilleros aprovecharon muy bien. Los guerrilleros son astutos, son muy inteligentes, ya que todos los niños que participaron en la guerra los declaran como desaparecidos porque no quieren explicar que les obligaban a combatir. Nosotros una vez capturamos a un guerrillero, llevaba una mariconera, una pistola y un poco de dinero, ¿saben quiénes lo andaban cuidando? niños de 12 años, niños desnutridos que no aparentaban la edad que tenían. A los niños les envenenaban tanto la mente que hasta sus expresiones causaban odio. Me recuerdo que en una ocasión nos encontramos con un niño de 3 años que le escupió en la cara a uno de la guardia. Había casos de casos y uno de esos era Aníbal. Ahí por 1980 fuimos a la zona de la Cinquera, en un tatú, en una profunda cueva, encontramos a un niño chelito. Su nombre era Aníbal, él andaba con la guerrilla y quizás en una huida dejaron al niño escondido.
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Primeros diálogos
En 1984 dio inicio una serie de diálogos en territorio salvadoreño entre el Estado salvadoreño y el FDR-FMLN para el cese del conflicto armado en El Salvador. En ellas se pautaron importantes avances que con el pasar del tiempo fueron concretizados para la proclamación de la paz en el país.
La Palma, Chalatenango Luego de cuatro años de presiones por parte de varios organismos nacionales e internacionales, el primer dialogo en busca de la paz tuvo lugar enLa palma, Chalatenango el 15 de octubre de 1984 a las 10:07 de la mañana en la Iglesia de La Palma. En la reunión de más de cinco horas se hicieron presentes las más altas delegaciones de ambos lados del conflicto y una delegación eclesiástica como moderadora del diálogo. El Ing. Duarte detallo los cambios generados desde el comienzo de su presidencia y propuso dejar la lucha armada, amnistía con garantías y mantener el diálogo hasta el final, pero el FDR-FMLN contradecía las propuestas del presidente ya que creía que los cambios proclamados eran insustanciales, no obstante instauraba el dialogo como único medio para obtener verdaderos cambios (Proceso 1984 - No. 162). A pesar de las divergencias, la reunión supuso un paso más hacia la paz con la concertación de una nueva reunión la segunda quincena de noviembre para continuar dicho proceso.
Cuando vi al niño me di cuenta de que no era feo, aunque ya tenía envenenada la mente. Me lo llevé para la Guardia, por que no encontrábamos a los papás, ahí estaba mi esposa y cuando le comente que iba a llamar a la Cruz Roja para entregarlo me convenció de dejarlo ahí. Así que ahí le dimos comida y ahí se quedó, pero un día los guardias hablaron conmigo y me dijeron que el niño era bien raro, que les daba miedo de que un día fuese a agarrar un fusil y ametrallara a los guardias. Como era mi responsabilidad planeaba de nuevo llamar a la Cruz Roja, pero en eso llegó mi señora y me dijo que nos lo llevaremos para la casa para que jugara con nuestro hijo pequeño Oscarito, quien en ese entonces tenía alrededor de dos años. Lo primero que hicimos fue ir a comprarle ropa para que anduviera bien vestido como Oscarito.
La sorpresa nos la llevamos al siguiente día. Aníbal se había despertado temprano, más temprano que todos. Yo recibí la llamada de mi esposa quien me dijo que fuera a traer al niño, le pregunte por qué, pero solo me dijo que fuera a la casa. Cuando llegué me di cuenta de que había destruido todos los juguetes de Oscarito con una piedra que había arrancado del jardín. Cuando Oscarito despertó y vio que todos sus juguetes estaban rotos comenzó a llorar y Aníbal le dijo: -“No necesitas juguetes, no llores... no seas maricón” -. Estaba dispuesto a entregarlo a la Cruz Roja, pero vino mi suegra y se lo llevó para Chalatenango. En Chalatenango le daban de todo, comía bien y dormía bien, pero eso no había cambiado a Aníbal. Mi suegra vivía a la par del cuartel, en las madrugadas Aníbal se levantaba a sacarle el aire a las llantas de los camiones, cuando le tocaba salir a la tropa no hallaban ni que hacer por todas las llantas desinfladas. El centinela tardó 3 meses en atraparlo. Finalmente me lo lleve de regreso para la Guardia y les ordene a mis subalternos que llamaran inmediatamente a los la Cruz Roja Internacional y a un delegado de Aldeas Infantiles y les dije que íbamos a realizar un documento con todos los datos de Aníbal. Había ahí un barbero que era campesino quien se acercó a mí y me preguntó si podía quedarse con el niño, yo tenía dudas con respecto a cómo iba a mantener al niño, pero me dijo que él podía cuidarlo ya que tenía unas cuantas vacas en su terreno. Le dije que se lo daría con la condición de que sí me enteraba de que él maltrataba al niño el perdería su trabajo e iría a la cárcel, me dijo que no me preocupara y deje que se llevara al niño.
Ayagualo, La Libertad El día 30 de noviembre de 1984 se llevó a cabo la segunda reunión de dialogo entre representantes del Estado salvadoreño y el FDR-FMLN en la cual los Frentes dieron a conocer su propuesta de negociación. En ella se detallaron tres fases fundamentales para la resolución del conflicto: creación de condiciones políticas y de soberanía básica, supresión de hostilidades y acuerdos de garantía e institucionalidades democráticas; temáticas que la delegación del Ing. Duarte había declara no negociables. Los voceros del FDR-FMLN establecieron que el manifiesto debía de entenderse como un punto inicial para el dialogo, aunque no responde directamente a la propuesta generada en La Palma, Chalatenango. No obstante los altercados de dicha reunión, que se extendió cerca de doce horas, no impidieron la declaración firme por parte de ambos lados del conflicto en apoyar el dialogo y la resolución de la petición por parte de la Iglesia Católica a la libre movilización de vehículos y personas civiles en todo el país entre el 22 de diciembre de 1984 y el 3 de enero de 1985.
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Tiempo después fui a visitarlo a él y a Aníbal, quien se puso a llorar porque creía que yo iba para traerlo de regreso, -“¡yo no me quiero ir!” me decía asustado. Él había encontrado su lugar. Lo encontré cuidando unas vacas, ahí creció y cuando falleció el señor barbero, como le había llegado a tener cariño, le regalo unos terrenos. Años después Pro Búsqueda llegó a mi casa y les comente el caso de Aníbal, lo encontraron. Ya era un hombre y hasta se había casado.
“Participar en el conflicto fue una desgracia” Escrito por Alejandra Sánchez
Al Coronel Amaya lo tildaron de comunista en el ejército. Tuvo que enviar a sus hijos a terminar el bachillerato en el exterior para librarlos de continuas amenazas durante el conflicto. No me esperaba ver a un hombre con glaucoma en sus ojos, y mirada apagada. Sin duda me llevé una gran sorpresa al haberme encontrado tan solo unas calles abajo al Coronel, buscando el lugar acordado para la entrevista. Luego de una visita al Museo Militar, y diferentes pláticas con diferentes efectivos para buscar información, lo que menos me esperaba era encontrar a un hombre soñador de 72 años, que en su vieja camioneta blanca habría venido desde la Colonia General Arce.
Prestó servicio militar al país durante treinta años. Treinta años de persecuciones, violencia, terror y esperanza que llenaron los pulmones de Oscar Armando Amaya Pérez con polvillo de mina a lo largo del conflicto. “ Es bien difícil ser parte de una guerra cuando uno no está del lado de ninguno de los bandos”. Aunque el Coronel, había estado desde temprana edad en el ejército, él estaba muy consciente de qué así como se tomaban buenas decisiones y se realizaban buenas acciones, la fuerza armada tuvo también sus errores en la trata a la población civil.
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Cuando estuve al mando de unas tropas en Guazapa, no me imaginé que en medio de la zona de fuego habría un pueblo tan bonito dónde se hacían los mejores dulces del país. Mientras caminaba junto a mis hombres, observábamos los alrededores. Mujeres, ancianos y niños estaban en la vista más cercana pero de repente vi como uno de mis hombres cayó al suelo con la mitad de la cara arrancada por una bala de ocho milímetros. A no menos de 10 pasos más cayó otro de mis hombres. Enfurecido consentí la idea de disparar al aire tratando de pegarle al franco tirador que desde el cerro disparaba en nuestra contra, en eso vi a mi alrededor nuevamente y temí quitarle la vida a alguna persona inocente que se encontrara trabajando en las montañas. En el pasar de las horas, nos comportamos naturales entre la población. Fuertes ante las vidas que acabábamos de perder, pero seguros de que no dejaríamos pasar por alto esta mala acción.
Sesori, San Miguel En 1987 tuvo lugar la tercera reunión que se llevó a cabo el 4, 5 y 6 de octubre en las instalaciones de la Nunciatura Apostólica del país. Como en los demás diálogos ambas partes estuvieron presentes. El Estado fue representado por Fidel Sánchez Mena quien en principio era parte observadora del diálogo. Esto supuso un descontento por parte de la guerrilla quien afirmaba que debían mantener su calidad independiente. Por parte de la guerrilla estuvo presente Salvador Samayoa y la parte mediadora de la iglesia representada por Monseñor Rivera y Damas. Esta reunión fue en consecuencia al fracaso que supuso la reunión de San Miguel; a pesar de eso en esta se dieron importantes avances y lograr llegar a un acuerdo mutuo entre ambas partes del conflicto. De este diálogo surgió el acuerdo Esquipulas II como propuesta del FDR-FMLN que consistía en el cese del fuego, amnistía y el desarme el FMLN e incorporación del FMLN y del FDR al proceso democrático. Además de un acuerdo de no violencia, perdón y olvidó de las partes en cuestión.
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Febe Elizabeth vive En 1989 ocurrieron dos sucesos en el mes de noviembre, ambos fueron decisivos en el conflicto armado que atravesaba El Salvador, uno de ellos es el asesinato brutal de seis jesuitas y dos mujeres dentro del campus universitario de la UCA. Cinco días antes de este asesinato, el FMLN se toma la ciudad capital, demostrando la capacidad para penetrar los dispositivos de seguridad montados por el ejército en las ciudades más importantes del país. La llamada ofensiva hasta el tope, también denominada “Fuera los fascistas. Febe Elizabeth vive” liderada por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, lanza uno de los más grandes ataques guerrilleros contra las fuerzas armadas de El Salvador. Los comandos urbanos lanzaron el primer ataque contra las instalaciones de la Guardia Nacional, la mañana del sábado 11 de noviembre de 1989, teniendo una prolongación de un aproximado de 12 días.
“Vamos a fingir que nos vamos y al anochecer rodearemos el pueblo. Destruyan todo” Fue la orden que emití a mis hombres tan pronto se acercaba la hora de marcharnos, entonces me dirigí a la base militar de la zona y aguarde por el informe de exterminio lo más pronto posible. Mi enojo y tristeza anonadaban mi razonamiento. “Mi coronel, tiene que ver esto, no podemos proceder”, “¿De qué me estás hablando?” Tan pronto llegué al pueblo, comprendí que no podía arrebatar las vidas de mujeres y niños, solo sabía que quienes fueran que hayan matado a mis hombres, se habían marchado, y le pedí perdón a Dios por haber estado a punto de perpetrar una masacre.
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El coronel conocía ambas caras de la realidad, de pequeño había sido criado por sus abuelos en una modesta casita. Años después fue llevado con una acaudalada familia y criado como hijo propio. Esta familia le dejo a él una herencia por el cariño que le habían tomado, sin embargo sus ahorros se fueron por la borda con la llegada de la reforma agraria en el año de 1962. “Nunca juzgué a los miembros de partidos comunistas, porque sé que sus razones eran hasta cierto punto ciertas, no puedo apoyarlos totalmente pero su razón tendrán. Incluso los miembros de estos movimientos muchas veces son subestimados, ellos saben perfectamente como empuñar las armas, conocen sus territorios y tienen esos tatúes que conocen como la palma de sus manos.
Los ataques guerrilleros avanzaban hacia la ciudad capital de el país. Los noticieros radiales registraron ataques en la colonia militar “Manuel José Arce”, al mismo tiempo en las colonias San Joaquín, La Rábida, La Campiña y las localidades de Soyapango, Mejicanos, Ciudad Delgado, Ayutuxtepeque, Cuscatancingo, San Marcos, Ilopango, San Jacinto, parte de la área metropolitana de San Salvador, todos municipios de San Salvador. Otros combates se reportaban de Zacatecoluca (La Paz), Tejutepeque (Cabañas), Chalatenango, San Vicente, San Francisco Gotera (Morazán) y Santa Ana. Ambas partes sufrieron bajas, ya para el día 15 de noviembre, el embajador norteamericano, William Walker, presentaba un reporte donde el FMLN había tenido 437 muertos y 457 heridos, por otra parte la fuerza armada presentaba 147 muertos y 362 herido. En cuanto a los civiles quienes eran las víctimas de este conflicto, se presentaba 33 muertos y 144 heridos. Por otra parte el impacto que causo esta ofensiva en la economía del país fue muy fuerte, según estudios de la revista Eca, se estima que los daños directos o indirectos a la economía hacienden a 597 millones de colones, traducidos a 6.8 millones de dólares.
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Los mártires de la UCA La madrugada del 16 de noviembre de 1989 fueron asesinados seis sacerdotes jesuitas y dos de sus colaboradoras dentro de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”. El Diario Latino, en su edición vespertina del mismo día, informó que alrededor de las 2:30 AM ingresaron al campus universitario un grupo de hombres fuertemente armados. Al principio el gobierno intento hacer creer que habían sido grupos ajenos al estado mayor los responsables del asesinato, sin embargo más adelante se determinó la culpabilidad de un grupo de militares salvadoreños, absueltos de todos los cargos en 1993, como responsables intelectuales y materiales del hecho. Según el informe de la Comisión de la Verdad, el soldado Oscar Amaya Grimaldi mató a Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró y Segundo Montes por orden del teniente al mando José Ricardo Espinoza, quedando sus cuerpos tendidos en el jardín del recinto. Minutos después el sub sargento Antonio Ramiro Ávalos Vargas mató a Amando López y Juan Ramón Moreno. Al registrar la residencia, el cabo Ángel Pérez Vásquez y otros efectivos militares encontraron a Joaquín López y López, dándole muerte inmediatamente. El sub sargento Tomás Zarpate disparó contra Elba y Celina Ramos, siendo el soldado José Alberto Sierra quien las rematara disparándoles de nuevo.
Muchas veces nos encontrábamos en desventaja y varios soldados pues, los miembros de la guerrilla fracasaban en los enfrentamientos situados en san salvador pero tenían gran ventaja en los cerros y montañas, mientras los militares tan solo ganábamos ventaja en san salvador, pues desconocían territorios externos. “ A pesar de estas declaraciones y aunque el coronel realmente parecía inclinarse hacia el lado comunista, tenía varios desacuerdos con la guerrilla, entonces nos contó como los miembros de la guerrilla, aglutinados en el FMLN utilizaban a niños para formar sus filas. Niños de entre 7 y 12 años que aprendían a usar fusiles mortales. Niños, que no conocían una vida que no fuera diferente a la constante lucha por la supervivencia en el campo. La guerra es dura, no excluye ni discrimina raza, sexo o género. “Una vez, iba yo por un pueblito. Cerca de Cabañas. Me dirigía a la base de la zona, cuando un niño chuloncito de pronto recogió un par de piedras del suelo, y con sus manos simuló tener un arma, entonces las arrojó hacia nosotros. Al percatarme del asunto me acerqué a sus padres y les dije que ese niño algo había visto, y que sería mejor que tomaran el cuidado del menor o nos encargaríamos de quitárselos de las manos, por supuesto que solo quise preocuparla para que atendiera al niño de al menos unos dos o tres añitos.
Cuando pasamos de regreso por el lugar, me detuve a buscar al niño, me tomé el atrevimiento de asomarme por la puerta de la casa, pero lo único que encontré fue unas sillas de madera contrapuestas a la pared, y una vieja mesita donde seguramente se sentaban a dar gracias a Dios por la comida. No necesitaba explicaciones, sus padres andaban metidos en algo y captaron mi advertencia”. “Recuerdo que cuando era teniente, me encontraba en un día como cualquier otro esperando el almuerzo y vi que aparecieron personas importantes buscando al presidente y él les entregó unos papeles importantes. Entonces un militar de mayor rango se dirigió a mí de manera despectiva, <El tenientillo es algo curioso> me puse tan helado, que deje de comer por un momento, pues ya había recibido amenazas con respecto a mis supuestas ideas comunistas. Al ver la escena, el presidente Duarte aseguró que le agradaba mi curiosidad”. Luego del mal sabor de boca, El coronel, entonces teniente Amaya, pudo tener una plática con el General Arturo Molina, en la cual le explicaba que los papeles que había visto, no eran sino pagos de favores realizados en la campaña electoral. “Cuando uno quiere ir de presidente y no tiene fondos, debe realizar uno que otro favor para pagarlo. Ese amigo quiere enviar a su hijo al exterior, me pidió un puesto en la embajada para que obtuviera inmunidad política; por supuesto que se lo concedí, es la mejor forma de evitarle deudas al estado”. No tuve que preguntarle. El coronel inmediatamente hizo mención, o más bien contrastó, esa realidad con el ejemplo próximo que tuvimos respecto a nuestro presidente Funes y su amigo Nicolás Salúme-Babun.
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En los días posteriores al asesinato, el entonces presidente de la república Félix Alfredo Cristiani, ordenó la investigación de los responsables del hecho. El 12 de enero de 1990 la comisión de honor, creada para dicha investigación en la Fuerza Armada, presentó los resultados señalando a nueves personas como responsables del hecho. El juicio se realizó los días 26,27 y 28 de septiembre de 1991, condenando a 2 de los implicados a 30 años de prisión, el Coronel Guillermo Alfredo Benavides (director de la escuela militar) y el Teniente Yusshy René Mendoza Vallecillos. Sin embargo el 20 de marzo de 1993 la Asamblea Legislativa decretó el decreto de Amnistía N° 486. El 1 de abril del mismo año quedaron el libertad Benavides y Mendoza, absueltos de sus cargos y respectivas condenas. A partir de ese momento diferentes entidades han buscado que se realice justicia con los responsables intelectuales del hecho. José María Tojeira impulsó demandas ante la Fiscalía General de la República siendo todas denegadas en el 2000 y 2004. Desde entonces se ha buscado através de la creación del Tribunal de Justicia Restaurativa, presentar a los autores materiales e intelectuales no solo de la muerte de los sacerdotes, sino también de todas las víctimas del conflicto que enlutó por 12 años al pueblo salvadoreño.
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Aquella masacre no fue la única que evite, pero sí la que estuvo en mis manos. Luego de aquello tuve la mala experiencia de haber estado cerca de un grupo de militares que planeaban una nueva masacre en Cojutepeque, planeaban acabar con las vidas del gobernador, su familia, y el párroco del lugar. “Mire, allá están aquellos, nosotros nos podemos encargar de esos y no va a haber nadie que nos diga nada al respecto”. Un soldado, no pude distinguir su rostro, al parecer tenía hambre de muerte, y sed de matanza, pues sin más razón, trató de persuadir a los demás y de hecho lo consiguió. En ese preciso instante conseguí un teléfono y llamé al gobernador, advirtiéndole al respecto.
A la fecha, el párroco aun me odia, porque pese a que le salvé la vida, el piensa que soy igual a los demás, por supuesto que no lo soy. Pero así es la fama de militar que uno consigue. Pero hay algo que para mí es importante mencionar, si hubo una persona por la que yo metía las manos al fuego ciegamente es por el Ingeniero José Napoleón Duarte, fui su jefe de seguridad. Tuve el privilegio de haberlo acompañado al diálogo en La Nunciatura. “Mirá Schafick, si vos querés podemos firmar la paz aquí y ahora, sin tanta vuelta cesemos las guerras, ya no tenemos por qué seguir igual pero si no van a dejar las armas, mejor no hablemos”. Así le dijo el Ingeniero Duarte a Schafick, pero él se negó. Un poco molesto Duarte le dijo, “ Y entonces para qué me has hecho venir hasta aquí” El ingeniero anhelaba cesar los combates, sin embargo, no fue tan sencillo.
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Hay un hecho importante del que nos habló el Coronel Amaya. En lo personal me hizo cuestionarme mucho al respecto. El escuchó rumores acerca del asesinato a los Jesuitas. No obtuvo la suficiente información como para alertarlos, sin embargo, no fue necesario pedirle una opinión al respecto.”Los Jesuitas eran europeos, venían de una cultura en la que no te asesinarían por usar la palabra como arma”. Luego de una pausa, y una breve mirada llena de convicción, el coronel llegó a una conclusión, y quiero, quisiera reflexionar sobre esto. “De no haber muerto los sacerdotes Jesuitas, a lo mejor no habríamos perdido 500 años de sabiduría y conocimientos que habrían sido de provecho en el país”.
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MemoriA históricA “Justicia” es un término muy vago aun, muchos lo confunden y otros no conocen su existencia. El perdón puede resultar hipócrita y las misas carentes de significado. En este mundo acelerado el pasado es dejado en el olvido, el presente tomado como algo sin valor y el futuro tratado como una utopía. Nadie se detiene a ver a su alrededor para comprender lo que sucede, pocos conocen la valiosa importancia de la imaginación moral tan necesaria para comprender a las personas, sus alegrías y sus sufrimientos. En el pasado El Salvador sufrió de numerosas guerras que poco a poco han sido enterradas y algunas casi borradas por aquellos que insisten en querer olvida los pecados cometidos por miedo al castigo. Si bien es cierto ninguna condena puede revivir a los caídos, pero tenemos el derecho de saber quién fue el responsable material e intelectual de cada muerte, para no repetir el pasado. Desde ese sentido la Justicia Restaurativa se transforma en la opción más acertada. No busca la cárcel para nadie pero sí el reconocimiento público de los culpables.
El mundo polarizado nos obliga a cometer el error de parcializar la información. Se tilda a unos de buenos y a otros de malos, con razones aparentemente claras. Sin embargo si las analizamos a profundidad, nos podemos dar cuenta, que todos durante el conflicto fueron víctimas de un sistema económico voraz. Tanto soldados como guerrilleros son hijos de campesinos, hijos de obreros, estudiantes... Personas a quienes se les arrebataron los sueños, defendiendo, sin saberlo, intereses ajenos. Para construir un mejor país necesitamos sanar las heridas del pasado pero no con amnistías, sino que forjando una nueva sociedad a partir de la solidaridad. Los pobres han sido siempre las víctimas históricas de todo sistema económico, y quienes buscan la redención son ellas mismas. Recuperar la memoria histórica de nuestro pueblo debe ser un deber de las nuevas generaciones que desean cambiar el rumbo de la historia. Ya decía Ignacio Ellacuría en 1989 que “la liberación de los pueblos pasa por muy dolorosos sacrificios”, y esos sacrificios fueron todos los hombres y mujeres que dieron su vida por lograr un lugar mejor para sus hijos. No hay, ni habrá una nueva sociedad si no hay solidaridad.
Una ciudad para todos
Los habitantes de la comunidad Nueva Esperanza, como lo dicen las autoras del libro “De la memoria nace la esperanza”, son personas que viven con la esperanza en cada uno de ellos, fueron una comunidad desplazada por el conflicto, residieron en Nicaragua mientras duró todo el proceso de la guerra hasta poco antes de la firma de los acuerdos de paz. En esta comunidad hay testimonios de sus habitantes que defienden una toma de decisiones colectivas que les sirvió para sobrellevar de la mejor manera su exilio. Decidieron juntos irse hacia Nicaragua, juntos se quedaron velando por toda la comunidad y juntos decidieron cómo y cuándo regresar a su país de origen. Asentándose como la cooperativa Nueva Esperanza que actualmente integran. Como comunidad, según Maribel Barba y Concha Martínez, autoras del libro, se desarrolla una conciencia revolucionaria desde el momento de su organización, ellos nunca se manifestaron como otros sindicatos y organizaciones que reclamaban y combatían, sin embargo tenían su lucha dentro de su misma organización con desertores y personas que querían un individualismo, pero fue el sentir colectivo que los llevo a sobrevivir. Un movimiento social pacífico, así definen las autoras la lucha de esta comunidad, que al igual que el resto de salvadoreños se enfrentaron a una guerra, reflejando la odisea de esta comunidad en su exilio y su retorno igualmente tortuoso. Esta comunidad representa a muchas comunidades que como ellos quedaron en el olvido a pesar de un acuerdo de redistribución de tierras y de enmienda para el daño colateral de la guerra, acuerdo que por parte del Estado no se ve claro, a pesar de un “progreso” que solo beneficia a las minorías, según afirma James Petras, en el prólogo de “de la memoria nace la esperanza”.
Una comunidad en el olvido también es la huella de un movimiento revolucionario que una vez luchó por una causa común en un pueblo de guerrilleros que querían liberarse de una opresión y deseaban una justicia y abolir las diferencias sociales y económicas reformando el orden político del país desde sus raíces. Pero este cambio político, solo vino a invertir papeles entre los dirigentes, como lo denota la organización de las instituciones políticas y de altos mandos en nuestro país actualmente.
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Bibliografía • Revista El Salvador proceso (informativo semanal) año 10 número 411 diciembre 13 1989. Nombre de artículo: La guerra de nunca acabar. • Revista El Salvador proceso (informativo semanal) año 10 número 409 noviembre 29 1989. Nombre de artículo: Intensa ofensiva militar del FMLN. • Cartas a las iglesias año XVII, N°373 1-16 de marzo, 1997. Nombre del artículo: Rutilio, Romero, Alfonso Navarro y muchos otros. • Carta a las iglesias año XVII, N° 371 1-15 de febrero, 1997 Nombre del artículo: La buena noticia de Rutilio Grande. A los veinte años de su martirio. • Carta a las iglesias año XXI, N° 491-492 1-28 de febrero, 2002 Nombre del artículo: Rutilio Grande visto por Oscar Romero • Carta a las iglesias año VII, N° 135 1-15 de marzo, 1987 Nombre del artículo: Rutilio Grande: Diez años después. • Eca Estudios Centroamericanos año XLV N° 495-496 Enero Febrero 1990 Nombre del artículo: LA OFENSIVA DE NOVIMBRE: Análisis militar. Análisis económico.
• Periódicos: CoLatino, La Prensa Gráfica (LPG), El Diario de Hoy (EDDH). [años 86, 87, 88 y 89] • Ana María combatiente por la vida, Claudia Sánchez Villalta. • Una guerra para construir la paz, Shafick Handal. • La iglesia de los mártires, Juan Vicente Chopín. • Los guerreros de la libertad, David Ernesto Panamá. • Fuera de los pobres no hay salvación, Jon Sobrino. • Jesucristo liberador, Jon Sobrino. • FMLN, Un gran tsunami de votos rojos; Roberto Regalado. • Colección verdad y justicia , IDHUCA. • Publicaciones del FMLN , ENERO 1981. • Proceso # 46, 1981 • Proceso # 20, 31 de enero de 1981 • Proceso # 3, 1980 • ECA, enero-febrero 1981 • ECA, junio 1980 • Luciérnagas en el Mozote. Amaya, Rufina • Periódico “El Independiente” artículo por Cecilia Cabrera, pag. 7-8. Jueves 12 de mayo de 2011
• Anuario de Estudios Centroamericanos, Universidad de Costa Rica, 38:379-380, 2012 • Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Washington DC, 2 0 0 0 6 Estados Unidos. Ref.: Caso 10.720 • Revista ECA, no. 432 – 433, octubre-noviembre 1984 • Revista ECA, no. 434, diciembre 1984 • Revista ECA, no.453, julio 1986 • Revista “el proceso”, no. 168, 3 de diciembre de 1984 • Revista “el proceso”, no. 162, 22 de octubre de 1984 • Revista “el proceso”, no. 161, 15 de octubre de 1987 • Revista “el proceso” no. 309, 28 de octubre de 1987 • “Así tenía que morir: ¡sacerdote!”, Mons. Jesús Delgado A. • “Martirologio de Mons. Romero. Testimonio y catequesis martirial de la Iglesia salvadoreña”, Armando Márquez Ochoa. • De la memoria nace la esperanza, Maribel Barba; Concha Martínez.
Fuentes Tipográficas: • Título: “IXMATI”, “Memoria histórica” y “La tierra de las historias prohibidas”: Metrolox de Apostrophic Labs • Cuerpo de crónica y perfil: Lecker de JBantha Headquarters • Títulos de artículos: Opticon One de Barry Stock • Cuerpo de artículos y bibliografía: Minion Pro de Robert Slimbach • Cita de portada, índice, títulos principales: BankGothic Md BT de autor desconocido
Equipo de Trabajo: Artículos:
Luis Benítez Marcela Cabrera Olga Cruz Alba Melendez Eliana Pineda Alejandra Sánchez
Revisión:
Luis Benítez Alejandra Sánchez Camila Ventoza
Fotografías:
Cam Ventoza
Diseño y diagramación: Camila Ventoza Alba Meléndez
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