Blockhouse

Page 1

Input e Blockhous





Input #5 Blockhouse

Winter 2013 Published by INPUT Foundation


Resistance as art IN strange times. Si opus Sit Avelino Sala (Commission Collective)

Trying to locate the space where resistance makes "sense" is not easy, logical, evident or even possible. Nor it is clear that there is a place where you find such sense, its definition, its usefulness. In these strange times, when it seems that all splits and things are not as we thought, we artists, if it is real that we have the ability to count something, must tell things as they are, and it seems that when everything crumbles we have nothing more to make than cultural barricades and transports through the labyrinth. As Adorno says in Minima Moralia, "consciousness of the liquidation of the individual by the collectivism in late capitalism is the repugnant end to achieve a new individual existence away from slavery and the economic law"; his words would be now more topical than ever. In this time of crisis and transition, this search for a new freedom will take us through a real and metaphorical tunnel, or what is the same, to a journey through the desert. The Armageddon of culture approaches (apocalyptic mode), and this involves more than Roman ruins, temples of cultural spectacle which art centres have become. Artists, these secondary characters of almost all films, however, are the sustenance of all theatre that conforms to this strange spectacle of contemporaneity, as appalling as it is absurd. We cannot disappoint ourselves with the fact that we already knew that nobody had been invited to the dance. But here we are, armed to the teeth and wanting to make a mess. Because the art of (cultural) resistance against the hegemonic desert doesn't know if it leads us somewhere or only is another trip. We need to abandon any arbitrariness to focus on art as a real catalyst for speech, critical to help to the extent of contributing something, a thought, an idea, that far from being forced to radicalism, is at least honest. Without having to return to the


topic or to the speech so many times repeated, we can strengthen our artistic stance as a reflection of a world that not only changes at a stratospheric rate but also does so in a chaotic manner. We do not know if we are here to combat or just to observe and give, as minstrels, a vision of what has happened, without a judge. We are hosts more than ever to Gramsci’s idea about construction of hegemony as a process of creating truth and consensus. It is the ability of the dominant groups to perpetuate their interests in such a way that the dominated classes perceive them as common interests. It is, in Gramsci’s own words, "the active consent of the dominated." This active consent that we all fall victim to but can try to avoid as much as possible. That way of "escaping" can be perfectly channeled through the work of art. "Peace between nations, war between classes," is a phrase that I found myself upon the other day in the neighborhood of Gràcia in Barcelona. This phrase openly shows that fracture is brewing in leaps in a Europe which walks with a firm step to a sort of "latinoamericanization," a path towards a social structure composed of an oligarchy of the rich, and large masses of the poor population. The middle class is doomed to extinction. The problem appears when artists don't know where we stand, as the artistic practice remains grounded in paradox. And this is an issue too important for artists. As neo-liberals take over the world, as we can see with characters like Monty (Italy) or De Guindos (Spain), who after forming part of the global economic collapse pattern, then will go after policy, we are more than ever committed to launch the S.O.S, the political framework of the economic perversion that fences us in. Now that the cultural VAT in Spain is 21 percent and museums risk being dismantled and losing their capacity for independence, the power of the State is becoming the only valid one, doubting the place of art. "Si Opus sit", “if it would be necessary”, we should rethink the meaning of art, because it is obvious that it is necessary, the scope of creation is a space flight or localized place for the obsessive recurrence of the creator who simply doesn't know a better place to go. And these are installed into the quagmire, in a strange space of artistic resistance which we do not know, I insist, if it leads us somewhere or nowhere; it may be the foreign trip, that which we know when it starts but never have certainty that it is finished, and that, perhaps the best news of all, is if there is any. And thus we are preparing the project INPUT Journal around the resistance and the CRISIS, engaged in the idea that art serve something, forming a small metaphorical bunker from where life can be shown as it is, or at least as it is seen from the eyes of artists, either for good or for evil.


Si opus Sit. La resistencia como Arte en tiempos extraños.

Localizar el espacio donde la resistencia “tiene” sentido no es nada fácil, ni lógico ni evidente. Tampoco tenemos claro que haya un lugar donde encontrar tal sentido, ni su definición, ni su utilidad. En estos tiempos extraños, cuando parece que todo se parte y las cosas no son como pensábamos, los artistas, si es que tenemos capacidad para contar algo, debemos contar las cosas como son, y parece que cuando todo se desmorona no nos queda más que hacer barricadas. El Armaggedon de la Cultura se acerca, y esto nos acerca más a las ruinas romanas que a los templos de la cultura- espectáculo en los que se han convertido los centros de arte. Los artistas, esos personajes secundarios de casi todas las películas, son, sin embargo, el sustento de todo el teatro que se conforma en este extraño espectáculo de la contemporaneidad tan pasmosa como absurda. No podemos desilusionarnos porque ya sabíamos que nadie nos había invitado al baile. Pero aquí estamos, armados hasta los dientes y con ganas de lío. Porque el arte de la resistencia (cultural) ante el desierto hegemónico no sabemos si nos conduce a ningún lugar o solo es otra travesía por el desierto. Hay que abandonar cualquier arbitrariedad para centrarnos en el arte como catalizador real del discurso crítico que ayude a aportar algo, un pensamiento, una idea que, lejos de ser forzada a la radicalidad, al menos sea honesta. Sin tener que acudir al tópico ni al discurso tantas veces repetido, podemos reforzar nuestra postura artística como un reflejo de un mundo que no sólo cambia a una velocidad estratosférica sino que además lo hace de manera caótica. No sabemos si estamos aquí para combatir o sólo para observar y dar,


como los juglares, una visión de lo que “pasó” sin más. Estamos alojados más que nunca en esa idea de Gramsci sobre la construcción de la hegemonía como un proceso de creación de verdad y de consenso. Se trata de la capacidad de los grupos dominantes de perpetuar sus intereses de forma que las clases dominadas los perciban como intereses comunes. Es, según sus propias palabras, “el consentimiento activo de los dominados”. Ese consentimiento activo en el que caemos todos, pero que podemos intentar evitar en la medida de lo posible. Esa manera de “escapar” puede canalizarse perfectamente a través de la obra de arte. “Paz entre pueblos, guerra de clases” es una frase que me encontré el otro día en pleno barrio de Gracia de la ciudad de Barcelona. Esta frase muestra abiertamente la fractura que a pasos agigantados se está gestando en una Europa que camina con paso firme a una suerte de “centroamericanización”, un camino hacia una estructura social conformada por una oligarquía de ricos y grandes masas de pobres. La clase media está condenada a la extinción. El problema aparece cuando los artistas no sabemos dónde nos encontramos, porque la práctica artística no deja de cimentarse en lo paradójico. Y esta es una cuestión, para los artistas, importantísima. Los neoliberales se adueñan del mundo, vemos cómo personajes como Monti o De Guindos que tras formar parte de la trama mundial de hundimiento económico, luego se pasan a la política; estamos más que nunca abocados a lanzar el S.O.S, el entramado de la perversión político económica nos está cercando. Y sin embargo poca capacidad de maniobra queda, poco espacio para revolverse. Vemos, a través de las guerras de medios, manifestaciones multitudinarias en todas las capitales mundiales, movimientos contra el descalabro en el que estamos instalados, programas denuncia de (los menos) periodistas a los que por hablar, les cierran el programa, o la columna, o lo que sea. Ahora que el iva cultural en España es del 21 % y que se desmantelan museos, que la justicia va a perder su capacidad de independencia y que el poder del Estado está haciéndose el único válido, el arte duda de su lugar. “Si opus sit”, si fuera necesario, deberíamos replantearnos el sentido del arte, porque es evidente que es necesario el ámbito de la creación como espacio de huída o localizado lugar sobre la recurrencia obsesiva del creador porque sencillamente, no conoce mejor lugar donde acudir. Y en esas estamos, instalados en el lodazal, en un espacio extraño de resistencia artística que no sabemos, insisto, si nos conduce a algún lugar o a ningún sitio, puede que este sea el extraño viaje, ese que sabemos cuándo empieza pero jamás tendremos certeza de que haya acabado, y esa, quizás sea la mejor noticia de todas, si es que hay alguna. Y en estas continuamos, preparando el Proyecto INPUT journal, en torno a la RESITENCIA y la CRISIS, empeñados en que el Arte sirva aún para algo, conformando un pequeño bunker metafórico desde donde poder mostrar la vida tal y como es, o por lo menos tal y como se ve desde los ojos de los artistas, ya sea para bien o para mal.














The world is not enough Fernando Castro Flórez

We are involved or, better, mired in the era of neutralizations and de-politicizations of that period discovered by Carl Schmitt. The de-ideologization of political cultures supposed a transition from cultural policy founded in ideology to a cultural operation founded in mockery. Critical public opinion, plebiscitary and clarifying, makes them an inert, implosive, shredded, atomized mass that defends the media with the exercise of apathy, attributes aberrant meanings to messages that reach them, and is temporarily grouped according to models devoid of all intellectual coherence. This leads some sociologists to speak of a "social ending." Fortunately we have not entered into a fossilized stadium but the dismal socio-economic scene has generated an explosion of antagonistic movements, that is, a practice of outrage that has the character of a resistance against the subtle but raw imposition of technocracy. All violence claims, as warned Walter Benjamin, its validity as a means of establishing right, or to maintain right, assimilating the first category with "mythical violence." In our societies, the taste for order and subjection has become hysteria, and at the same time, we confirm that the de-realization of society goes hand in hand with a culture whereby the signifiers are prevalent everywhere about meanings, the referendums on referents, mediations on the immediate. "In a society that is not in crisis,” warns René Girard in The Scapegoat,” the impression of differences proceeds at a time of diversity of the real and a system of exchanges that differ, and that, therefore, it conceals the elements of reciprocity that necessarily follow, under penalty of ceasing to constitute a system of exchanges, i.e. a culture. [...] When a society breaks down and shortens payment periods, a faster reciprocity is installed not only in positive exchanges which only exist in a stricter measure than is necessary, for example, in the form of barters, but also in the


‘negative’ or hostile exchanges that tend to multiply. Reciprocity which, so to speak, becomes visible to reduce, is not that of the good but of the bad modes, the reciprocity of insults, blows, revenge and neurotic symptoms. This is why traditional cultures reject that immediate reciprocity in excess." Contemporary barters are incessant and these "markets" would have the "crisis of confidence" not be another thing than the branched form of power that ultimately maintains the discursive strategy of a big lie. We live, unconsciously, in the country of the lotophagi, establishing laws for historical memory but at the same time unable to understand the dimension of the monumental (that sick society with the commemorative compulsion) that is grounded in total emptiness. We are not rescuing politics, with exclusion as a constitutive element, as much as we are passing, time and time again, the infernal highway that has led us to the capitalism casino, that is, towards the nauseating conformation of contemporary “Cleptopia”. The phrase, "no more bets," constantly repeated in Las Vegas, reveals that gambling is incurable and is a decisive sign of “fatal strategies”, recited as litany by Baudrillard, of a world in which we are trapped by the illusion of money created by money, money that begets itself, without going through the circuit of production and circulation. Describing the crisis in 1815, Marx says that the same Ricardo, "at the end of the day knew nothing about the crisis," an excuse that his successors would not already have: "the following phenomena” Marx points out in his Theories on capital gains-” and notably the crises of the global market, with almost regular frequency, [they were] already not allowed to deny the facts, nor interpret them as accidental. In a letter he wrote to Engels on December 17, 1857, he says that the crisis is haunting him: "prices drop on a daily basis. Manchester is sinking more and more every day in the crisis." In the Grundrisse, the crisis is presented as a metaphor for insanity, madness which "dominates the life of the people," and in which the schizoid tendencies of the capitalist system are fully manifested. We've added a ghostly return of the hysterization and are not delivered to the "enjoy your symptom," as claimed by Zizek, much to the phobia of the “risk premium,” the frantic contemplation of "sovereign debt", bewilderment with the qualifications of "agencies" and the inevitable fate that our economy becomes a "junk bond". Tulips return to bewitch addicts to the bubbly economy and the crisis is the method of our crippling and totalitarian administration. If, in the words of James G. Ballard, in consumer society we would be in, "a kind of soft police state," Fredric Jameson has pointed out that in late capitalism the economy has overlapped entirely with culture: everything, including the production of goods, high finance and financial speculation, "has become cultural; and culture also has become deeply economic or oriented toward merchandise." The discourse of the end of utopia is well known: there is no starting point, no basis, no sources, no alternative theoretical or external policy from which to begin to create a new world. The way of ideology and of utopia, that of political meditation and of social renewal, seem closed. That excited evocation of Fidel Castro that it share an ideal sounds outdated but so is postmodern "distrust" completely outdated and we have experienced the tedium of the dystopian: once one turns off the screen, the problem of reality as a non-place becomes a very real problem.


Andreas Huyssen is right when he says that, "today has exhausted this logic of disillusionment," and also that the work of art returns in an era of unlimited reproduction, dissemination and simulation. "[T]he desire of history, of the original artwork,” -he points out in his book In search of the lost future-” of the authentic museum object, is parallel in my opinion to the desire for the real thing, in a time in which reality escapes us more than ever.” In The 18th Brumaire of Louis Napoleon Bonaparte, Marx stressed the fundamental importance of the ideological imagery as a factor of effective history. Against a depressing speech, a defender of the status quo, he tried to make everyone fall for it, convincing us that only we can go out on the street with the mask of cynicism, and an ethics and aesthetics of resistance should emerge that firstly highlights the importance of what might be termed the illusionof politics. It would not be about, nor much less, hide meanness or perpetuate a cultural policy that goes between concealment and enthusiasm. We know we have experienced the attraction of nihilism and we even make the effort to guard the memorable: "Toutes les révolutions entrent dans l'histoire, et l 'histoire n'en regarde point." So says Guy Debord, a regular friend and expert in demolitions, someone who rewrote his life as an exercise in danger. It isn't easy to love, in the Nietzschean way; backwards neither can we escape from resentment as if it were a speck of dust on a piano. Some artists imagine a future that is yet to happen, and they feel, as noted by Marc Augé, responsible to art to save what is most precious as ruins and artworks of the past: "the sense of time, what’s much more provocative and poignant is how much is not possible to reduce to history, as how much is aware of a lack, expression of an absence, pure desire." What is the purpose of a scary scream? For what to do if finally that won't be anything other than Theatre? Even those who sought inhumanity or cruelty succumbed to the taxidermy of the scenario. There is no emergency for the train of the revolution because the only thing we look at is the desolation of the discourse, as if all the slogans were "founded" in nostalgia for what may no longer happen. The rhetoric of the revolution and of democratic freedom is complicit in a depressing global state. We would have to tattoo ourselves with the phrase, “the world is not enough,” that we associate with James Bond but was the epitaph of Alexander the Great ("a tomb now suffices him for whom the world was not enough") because there we have an example of the nonexistence of the Limit at the time of flaccid relativism.


El mundo no es suficiente.

Estamos instalados o, mejor, empantanados en la era de las neutralizaciones y las despolitizaciones que diagnosticara Carl Schmitt. La desideologización de las culturas políticas supone la transición desde la política cultural fundada en la ideología hasta la operación cultural fundada en el simulacro. A la opinión pública crítica y a la plebiscitaria y aclaratoria las sucede una masa inerte, implosiva, destrozada, atomizada, que se defiende de los medios con el ejercicio de la apatía, atribuye significados aberrantes a los mensajes que le llegan, y se agrupa transitoriamente conforme a modelos carentes de toda coherencia intelectual. Esto lleva a algunos sociólogos a hablar de un “fin de lo social”. Afortunadamente no hemos ingresado en un estadio fósil sino que la escena socioeconómica deprimente ha generado una explosión de movimientos antagonistas, esto es, una práctica de la indignación que tiene el carácter de una resistencia frente a la imposición sutil pero cruda de la tecnocracia. Toda violencia que reclama, tal y como advirtiera Walter Benjamin, su validez como medio es instauradora de derecho o bien mantenedora de derecho, asimilando la primera categoría a la “violencia mítica”. En nuestras sociedades, el gusto por el orden y la sujeción se ha vuelto histeria y, al mismo tiempo, comprobamos que la desrealización de la sociedad va de la mano con la culturización mediante la cual los significantes prevalecen por doquier sobre los significados, los referendos sobre los referentes, las mediaciones sobre lo inmediato. “En una sociedad que no está en crisis –advierte René Girard en El chivo expiatorio- la impresión de las diferencias procede a la vez de la diversidad de lo real y de un sistema de intercambios que diferencia y que, por consiguiente, disimula los elementos de reciprocidad que necesariamente supone, so pena de dejar de constituir un sistema de intercambios, es decir, una cultura. […] Cuando una


sociedad se descompone los plazos de pago se acortan; se instala una reciprocidad más rápida no sólo en los intercambios positivos que sólo subsisten en la estricta medida de lo indispensable, por ejemplo, en forma de trueques, sino también en los intercambios hostiles o “negativos” que tienden a multiplicarse. La reciprocidad que, por así decirlo, se vuelve visible al acortarse, no es la de los buenos sino la de los malos modos, la reciprocidad de los insultos, de los golpes, de la venganza y de los síntomas neuróticos. He aquí por qué las culturas tradicionales rechazan esa reciprocidad en exceso inmediata”. Los trueques contemporáneos son incesantes y esos “mercados” que tendrían “crisis de confianza” no son otra cosa que la forma ramificada del poder que, en última instancia, mantiene la estrategia discursiva de mentir a lo grande. Vivimos,inconscientemente, en el país de los lotófagos, estableciendo leyes para la memoria histórica pero al mismo tiempo incapacitados para comprender que la dimensión de lo monumental (esa sociedad enferma por la pulsión conmemoradora) que está cimentado en la vacuidad total. No estamos tanto recuperando la política, con la exclusión como elemento constitutivo cuanto recorriendo una y otra vez la autopista infernal que nos llevó hasta el capitalismo de casino, esto es, hacia la nauseabunda conformación de la Cleptopía contemporánea. La frase “no más juego”, repetida constantemente en Las Vegas revela que la ludopatía es incurable y es un signo decisivo de las “estrategias fatales”, recitadas como letanías por Baudrillard, de un mundo en el que seguimos atrapados por la ilusión del dinero que crea dinero, del dinero que se engendra a sí mismo, sin pasar por el circuito de producción y de circulación. Describiendo la crisis de 1815, Marx dice que el mismo Ricardo “en el fondo no sabía nada sobre las crisis”, una excusa que ya no tendrían sus sucesores: “los fenómenos siguientes –apunta en sus Teorías sobre la plusvalía- y, en particular las crisis del mercado global, con una frecuencia casi regular, ya no les permiten negar los hechos, ni interpretarlos como algo accidental”. En una carta que escribe a Engels el 17 de diciembre de 1857 dice que la crisis le tiene embrujado: “los precios bajan a diario. Manchester se hunde más y más cada día en la crisis”. En los Grundrisse, la crisis se presenta como la metáfora de la locura, una locura que “domina la vida de los pueblos”, y en la que se manifiestan plenamente las tendencias esquizoides del sistema capitalista. Nosotros hemos añadido un retorno fantasmagórico de la histerización y no estamos entregados tanto al “goza tu síntoma”, como pretende Zizek, cuanto a la fobia de la “prima de riesgo”, la contemplación frenética de la “deuda soberana”, el desconcierto con las calificaciones de las “agencias” y el destino inevitable que convierte nuestra economía en “bono basura”. Los tulipanes vuelven a hechizar a los adictos a la economía burbujeante y la crisis es el modo de gestión paralizante y totalitario que nos corresponde. Si en palabras de James G. Ballard, en la sociedad de consumo estaríamos en “una especie de estado policial blando”, Fredric Jameson ha señalado que en el capitalismo tardío la economía se ha solapado por completo a la cultura: todo, incluyendo la producción de mercancías, las altas finanzas y la especulación financiera, “se ha convertido en cultural; y la cultura igualmente se ha vuelto profundamente económica u orientada hacia la mercancía”. El discurso del final de la utopía es sobradamente conocido: no existe ningún punto de partida, ningún fundamento, ningún origen, ninguna alternativa teórica o política externa de donde comenzar a crear un nuevo mundo. Parecen cerrados tanto el camino de la ideología


como el de la utopía, tanto el de una mediación política como el de una renovación social. Aquella evocación emocionada que hacía Fidel Castro de los que comparten un ideal suena anticuada pero también está completamente pasada de moda la “desconfianza” posmoderna y hemos experimentado el hastío de lo diatópico: una vez que uno apaga la pantalla el problema de la realidad como un no-lugar deviene un problema muy real. Andreas Huyssen tiene razón cuando señala que “hoy se ha agotado esa lógica del desilusionamiento” y también que la obra de arte retorna en una época de reproducción, diseminación y simulación ilimitadas: “el deseo de historia, de la obra de arte original –apunta en su libro En busca del futuro perdido-, del objeto museal auténtico, es paralelo en mi opinión al deseo de lo real, en un tiempo en que la realidad se nos escapa más que nunca”. En El dieciocho Brumario de Luis Napoleón Bonaparte, Marx subrayó la importancia fundamental del imaginario ideológico como factor de eficacia histórica. Frente al discurso conductista-deprimente, defensor del status quo, empeñado en hacer que todos comulguen con ruedas de molino, convenciéndonos de que únicamente podemos salir a la calle con la careta del cinismo, debería surgir una ética y una estética de la resistencia que, de entrada, subrayara la importancia de lo que se podría denominar la ilusión de la política. No se trataría, ni mucho menos, de disimular la mezquindad ni de perpetuar una política cultural que va entre la ocultación y el entusiasmo. Conocemos y hemos experimentado la atracción del nihilismo e incluso realizamos el esfuerzo para custodiar lo memorable: “Toutes les révolutions entrent dans l`histoire, et l`historie n`en regorde point”. Lo dice Guy Debord, un asiduo al ambiente de expertos en demoliciones, alguien que re-escribió su vida como ejercicio del peligro. No es fácil querer, a la manera nietzscheana, hacia atrás ni tampoco podemos escapar del resentimiento como si fuera una mota de polvo sobre un piano. Algunos artistas imaginan un futuro que aún está por ocurrir, sienten, como apunta Marc Augé, que le incumbe al arte salvar lo que hay de más precioso en las ruinas y obras del pasado: “el sentido del tiempo, tanto más provocador y conmovedor cuanto no es posible reducirlo a historia, por cuanto es consciente de una carencia, expresión de una ausencia, puro deseo”. ¿De qué sirve dar un grito espantoso? ¿Para qué hacer eso si finalmente no será otra cosa que teatro? Incluso los que buscaron lo inhumano o la crueldad sucumbieron a la taxidermia del escenario. Ya no hay freno de emergencia para el tren de la revolución porque lo único que contemplamos es la desolación del discurso, como si todas las consignas estuvieran “cimentadas” en la nostalgia de lo que ya no podrá suceder. La retórica de la revolución y la de la libertad democrática son cómplices de un estado global deprimente. Tendríamos que tatuarnos la frase El mundo no es suficiente que asociamos con James Bond pero que fue el epitafio de Alejandro Magno (“Una tumba basta para quien el mundo no era suficiente”) porque ahí tenemos un ejemplo de la inexistencia del Límite en la época del relativismo flácido.














under a modern resistance Jos茅 Luis Coraz贸n Ardura

To understand the relationship between writing, the current international crisis and the space of art in society today, we are supposed to know the details of capitalism since the last century as related to the establishment of democracy. Surely resistance as a concept should link itself to a state of rebellion that has emerged from the different conceptions of art that have remained artistic heirs to the vanguard and that have moved toward the creation of a true freedom, possible only in absence of a clear method. In this direction, the artistic possibilities opened up from the specter of revolt to stay within two limits not mutually exclusive: an impassive entry into an art that does not take politics into consideration, remaining in a neutral reading, the fabricator of objects and the grateful consumer perfectly schooled only by nature of private property. On the other hand, there are practices that have managed to highlight the importance of art as a political tool, focusing on showing unpleasant aspects of the societies of our time. Thinking that art is not a component of rebellion against certain states of politics, economics and contemporary society, means avoiding the most effective part of a modern practice. If modernity in its etymological sense is linked to the present, we cannot understand that some artistic practices can be considered legally reprehensible, as in the case of the recent jailing of the Russian group Pussy Riot. We can criticize certain aesthetic aspects of their performance, not sharing their budgets for the reasons that they want to argue, but what really is of note was that their conviction was due to an act of vandalism, punk rock dancing in a church. There are other cases of condemnation, denunciation or censorship carried out for the sole purpose of silencing a certain state of the art of modernity, whether through art as paintings, photographs,


popular music, etc. Actually, the image seems to have a magical sense that tests the correct use of the name. It so happens that there are types of censorship related to visibility, such as prohibiting the display of bodies falling from the World Trade Center or the irritating photographs of American soldiers held in Abu Ghraib. But the reality is that however much you intend to hide these facts, there is always an intention rescuer, constituting a test of resistance to be appealed in the case of art today. Because under that criticism always comes a survival instinct; resistance calls us into spaces that do not strictly belong to both the art and the practice of choice and the freedom alibi, but shows that the rebellion is not a matter of staying in boredom or a certain lassitude. Importantly, the art today can be more than an aesthetic movement, if it wants to question the real place in society as is currently thought. If resistance is resilience, then the art of modernity should not stay in a point of no return, but should start over seeking out and diverting the mistakes of history or experience. The place of art seems to have no rationale in a society in permanent global crisis. Since capitalism is considered in Europe as an area of friction between the power wielded by the government when it no longer belongs to the people. This is the strongest sense of the word democracy, when power is confronted demos to kratos. And here the place of the arts should not be relegated to a simple display of grateful egos, but should serve as a disruptive strength, willpower or endurance for regeneration. This is the critical sense to which we refer, when in the future art will serve to know why, in advanced societies, some artists have been tested for social fatigue, given the general distrust in the political class of the history of calamities that have faced the rulers and the ruled. Resistance is a subtle art that should be practiced safely, with the same firmness that applies to pretending to offer a valid image of that thought that leads us to believe that we live in the best of all possible worlds. Actually, the first exercise in resistance to our modernity is that we might be wrong.


SOBRE UNA RESISTENCIA MODERNA

Comprender las relaciones que existen entre la escritura, la crisis internacional actual y el espacio del arte en la sociedad de hoy, supone conocer cuáles han sido los pormenores del capitalismo desde el siglo pasado vinculados a la constitución de la democracia. Sin duda, un concepto como la resistencia conviene vincularlo al estado de rebelión que ha surgido desde las distintas concepciones del arte que han permanecido dentro de una práctica artística heredera de las vanguardias y que iba dirigida hacia la verdadera constitución de una libertad solo dable como ausencia de un método claro. En esa dirección, las posibilidades abiertas desde el espectro de la rebelión nos llevan a permanecer en dos límites no excluyentes: la impasible entrada en un arte que no quiere tener en consideración diversos aspectos políticos, permaneciendo en una lectura neutra, agradecida y fabricadora de objetos de consumo, perfectamente aleccionados únicamente por su carácter de propiedad privada. Por otro lado, existen prácticas que han conseguido poner de relieve la importancia del arte como arma política, centrándose en mostrar aspectos poco agradables de las sociedades de nuestro tiempo. Pensar que el arte no tiene un componente de rebelión ante cierto estado de la política, la economía o la sociedad contemporánea, significa eludir la parte más efectiva de una práctica moderna. Si la modernidad en su sentido etimológico está vinculada a la actualidad, no podemos llegar a comprender que algunas prácticas artísticas puedan ser consideradas como legalmente condenables, como en el caso del reciente encarcelamiento del grupo ruso Pussy Riot. Podemos criticar ciertos aspectos estéticos de su performance, no compartir sus presupuestos por las razones que se quieran aducir, pero de lo


que se trata realmente es de señalar irónicamente que su condena se ha debido a un hecho vandálico, bailar punk rock en una iglesia. Existen otros casos de condena, denuncia o censura llevados a cabo con el único objeto de silenciar un cierto estado del arte de la modernidad, bien sea a través de obras de arte como pinturas, fotografías, música popular, etc. Realmente, la imagen parece tener un sentido mágico que pone a prueba el correcto uso de la razón social. Ocurre que existen tipos de censura relacionados con la visibilidad, como es el caso de la prohibición de mostrar los cuerpos cayendo en el World Trade Center o las irritantes fotografías de los soldados norteamericanos llevadas a cabo en Abu Grhaib. Pero la realidad es que por mucho que se pretendan esconder estos hechos, siempre habrá una intención rescatadora, constituyendo una prueba de la resistencia a la que debe apelarse en el caso del arte de la actualidad. Porque bajo esa crítica siempre aparece un instinto de supervivencia, la resistencia nos convoca en espacios que propiamente no pertenecen tanto al arte como a la elección y a la práctica de una libertad coartada, pero que precisamente muestra que la rebelión no es cuestión de permanecer en el aburrimiento o en una lasitud segura. El arte en la actualidad puede ser algo más que un movimiento pretenciosamente estético, si quiere probar el verdadero lugar que ocupa en la sociedad como pensamiento de la actualidad. Si la resistencia es resiliencia, entonces al arte de la modernidad no le conviene quedarse en un punto de no retorno, sino volver a empezar ante los desvíos que procuran los errores de la historia o de la propia experiencia. Un lugar del arte que parece haber comprendido que no tiene razón de ser, sino en el seno de una sociedad en permanente crisis global. Desde Europa se considera al capitalismo como un espacio de fricción entre el poder detentado por el gobierno, cuando ya no pertenece al pueblo. Este es el sentido fuerte de la palabra democracia, cuando el poder del demos queda enfrentado al kratos. Y aquí el lugar de las artes no ha de quedar relegado a una simple exhibición de egos agradecidos, sino que debe atender a su fuerza como elemento disruptivo, voluntad regeneradora o prueba de resistencia. Es este el sentido crítico al cual nos referimos, cuando el arte servirá en un futuro para saber por qué en las sociedades avanzadas algunos artistas han hecho la prueba del cansancio social, ante la desconfianza general en la clase política, sobre la historia de calamidades que han terminado por enfrentar a los gobernantes y a los gobernados. La resistencia es un arte sutil que ha de practicarse con seguridad, con la misma firmeza que se aplica para pretender ofrecernos una imagen válida de ese pensamiento que nos lleva a creer en que vivimos el mejor de los mundos posibles. Realmente, el primer ejercicio de resistencia en nuestra modernidad es saber que podemos estar equivocados.














Hic et Nunc. Rapture, correspondence and responsibility Imma Prieto

En el mundo occidental actual, una de las principales amenazas que pesan sobre la democracia no procede de la expansi贸n desmesurada de la colectividad, sino que tiene que ver con el fortalecimiento sin precedentes de determinados individuos, que de golpe ponen en peligro el bienestar de toda la sociedad.1 Here and now: this is the starting point for raising a series of reflections about the Rapture, correspondence and responsibility. Three concepts that are established as central axis of the speech to see how we might think of the world today and how we can meet the new socio-political problems that characterize our time. To talk about reality, today, is complex. The first question is, without a doubt, what is reality? It has been a philosophical requirement of the first order, from the pre-Socratics to the present day, and around such a demand, politics and art have been able to unveil themselves as a reflection of each era. The goal of this search is not to find out what the reality is but rather how art and politics, assuming that they are not, in turn, permanent realities, allow us to elucidate what is happening today. Allowing to appear, give visibility to some of the keys that open us to new spaces of comprehension and understanding of reality. The fact about antiquity is no coincidence, and we must go back and retake spaces of thought, philosophical shortcuts initiated in a time that are now fully in force. I want to question each of the concepts: Rapture, correspondence and responsibility, contextualizing them in this here and now, in order to see how time and space in which they register go beyond their own confinement. Structuring a speech that inevitably allows


allusion to these other contexts, registered also in the statement, and punctuated by its otherness. Require thinking of artwork as a subject which points beyond itself. Assume that art allows us to think about the world in that it is not an end unto itself, as it allows you to draw a whole series of pluralities that are defining strokes of the current time. Hic et nunc: pronounce here and is now synonymous with economic crisis, political and social. Our contemporary world is characterized by a State of terror in which the collapse of the system is presented as a constant threat. Arthur C. Danto surprised art with his theories about the threat of the end, by way of metaphor. But the rotation carried out to allow a different end, as we pointed out, is not so when the art recognizing the crisis can address multiple ways to question reality and is placed in this pluralism through the multiplicity of artistic practices. Art has always been in constant systemic crisis, questioning and rethinking, and this state of insecurity and fragility has been the engine of creation and selfcriticism. One of the problems of the current crisis is the lack of recognition and self-criticism by officials and, especially, the unfathomable chasm between theory and practice. The word Rapture introduces us to a space of theft and violation of rights, in a situation in which an abuse of power is carried out. A capital issue today, no doubt, but also allows us to play with the myth of the rape of Europe. The myth serves to indicate a space already. A territory that still today suffers from true colonialist Eurocentrism. Europe today is a fragile territory where the lack of correspondence is presented as a main crack. Correspondence is also used in a double sense. First, pointing to the ability that implicitly the action correspond, be reciprocated; of being received in the same way that you receive. Secondly, it alludes to the letter, to the correspondence that you set up with someone using the relational object. At this point we should talk about Charter 77 by Jan Patocka, with which the philosopher structures a Decalogue on human rights. Interestingly, shortly after the Charter was put in circulation, he wrote two short texts about what is and is not the Charter, and on the finding of the duty to defend against injustice. In his latest book Heretical essays in the philosophy of history, Patocka says that the European problem lies, as mentioned above, in the gap between theories and things. The philosopher notes that the core of European heritage and its future to come is based on the Platonic discovery of the chorismos. This notion, applied to the distancing and current loss, refers us to the origin of a crisis and destructuring. Ultimately, responsibility is presented as a road from which we can return to a point that allows us to rethink the world. A place from where we can try to shorten the abyss that separates us from those things and ourselves. It is in this sense that art happens as a kind of responsibility, a committed action of our being with others (Mitsein). Charter 77 is the action carried out by Patocka as an emblem of responsibility, as the resistance action. The same resistance and responsibility that happens in the artistic action. Works that are accompanied in


this edition are inscribed in that space that legitimizes art as a place of resistance from what is required - I do not know about a democracy, but a democratization.

1 TODOROV, Tzvetan. Los enemigos Ă­ntimos de la democracia.

Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2012, p. 83.


Hic et nunc. Rapto, correspondencia y responsabilidad.

En el mundo occidental actual, una de las principales amenazas que pesan sobre la democracia no procede de la expansión desmesurada de la colectividad, sino que tiene que ver con el fortalecimiento sin precedentes de determinados individuos, que de golpe ponen en peligro el bienestar de toda la sociedad.1 Aquí y ahora: este es el punto de partida para plantear una serie de reflexiones alrededor del rapto, la correspondencia y la responsabilidad. Tres conceptos que se establecen como eje central del discurso para ver cómo se puede pensar el mundo hoy y cómo podemos hacer frente a los nuevos problemas político-sociales que caracterizan nuestro tiempo. Hablar sobre la realidad, hoy, se presenta complejo. La primera pregunta es, sin duda, ¿qué es la realidad?. Ha sido exigencia filosófica de primer orden, desde los presocráticos hasta la actualidad y, alrededor de tal exigencia, política y arte han sido capaces de desvelarse como reflejo de cada época. El objetivo de esta búsqueda no es averiguar qué es la realidad sino más bien cómo arte y política, asumiendo que no son, a su vez, realidades permanentes, permiten dilucidar qué está pasando hoy. Permitiendo hacer aparecer, dar visibilidad a algunas de las claves que nos abren nuevos espacios de comprensión y entendimiento de la realidad. El hecho de nombrar a la antigüedad no es gratuito, hay que volver y retomar espacios de pensamiento, atajos filosóficos iniciados en un tiempo pasado que hoy son plenamente vigentes.


Me interesa interpelar a cada uno de los conceptos, rapto, correspondencia y responsabilidad, contextualizándolos en este aquí y ahora, con el fin de ver cómo el tiempo y el espacio en el que se inscriben van más allá de su propio confinamiento. Estructurar un discurso que ineludiblemente permita aludir a esos otros contextos, inscritos también en el enunciado, y que despuntan por su otredad. Requerimos pensar la obra de arte como objeto/sujeto que apunta más allá de él mismo. Asumir que el arte nos permite pensar el mundo en cuanto que su finalidad no es él mismo, sino que permite señalar a toda una serie de pluralidades que son trazos definitorios del tiempo actual. Hic et nunc: pronunciar aquí y ahora es sinónimo de crisis, económica, política y social. Nuestra contemporaneidad se caracteriza por un estado de terror en el que el derrumbe del sistema se presenta como amenaza constante. La amenaza del fin, a modo de metáfora, sorprendió al arte con las teorías de Arthur C. Danto, pero el giro llevado a cabo ha permitido diferenciar que, como señalábamos, el fin no es tal cuando el arte reconociendo la crisis puede abordar múltiples maneras de interpelar la realidad y situarse en este pluralismo a través de la multiplicidad de prácticas artísticas. El arte ha estado siempre en una constante crisis sistémica, cuestionándose y replanteándose, y este estado de inseguridad y fragilidad ha sido el motor de creación y autocrítica. Uno de los problemas de la crisis actual es la carencia de reconocimiento y autocrítica de los responsables y, especialmente, el abismo insondable entre la teoría y la práctica. La palabra rapto nos introduce en un espacio de robo y violación de derechos, en una situación en la que se lleva a cabo un abuso de poder. Cuestión capital en la actualidad, sin duda, pero también, permite que juguemos con el mito del rapto de Europa. El mito nos sirve para señalar ya un espacio. Un territorio que todavía hoy sufre de cierto eurocentrismo colonialista. Europa es hoy un territorio frágil donde la carencia de correspondencia se presenta como grieta principal. La correspondencia se utiliza también en un doble sentido. En primer lugar, apuntando hacia la capacidad que trae implícita la acción de corresponderse, de ser correspondido, de ser recibido del mismo modo que tú recibes. En segundo lugar, alude a la carta, a la correspondencia que estableces con alguien mediante el objeto relacional. En este punto conviene hablar de la Carta 77 de Jan Patôcka, con la que el filósofo estructura un decálogo sobre los derechos humanos. Curiosamente, poco después de que la carta se pusiera en circulación, escribió dos pequeños textos sobre lo que es y no es la carta, y sobre la constatación del deber de defenderse en contra de la injusticia. En su último libro Ensayos heréticos sobre la filosofía de la historia, Patocka señala cómo el problema europeo yace, como decíamos anteriormente, en el abismo entre las teorías y las cosas. El filósofo constata cómo el núcleo de la herencia europea y su futuro, por venir, se fundamenta en el descubrimiento platónico del chorismos. Esta noción, aplicada al distanciamiento y pérdida actual, nos remite al origen de una crisis y una desestructuración. .


En último término, la responsabilidad se presenta como camino desde el que es posible volver a un punto que nos permite volver a repensar el mundo. Un lugar desde donde podemos intentar acortar el abismo que nos separa, de esas, las cosas, y de nosotros mismos. Es en este sentido que el arte acontece un tipo de responsabilidad, una acción comprometida de nuestro ser con los otros (Mitsein). La Carta 77 es la acción llevada a cabo por Patocka como emblema de la responsabilidad, como acción de resistencia. La misma resistencia y responsabilidad que acaece en la acción artística. Las obras que se acompañan en esta edición se inscriben es ese espacio que legitima el arte como lugar de resistencia desde el que se exige, no sé si una democracia, pero sí una democratización.

1 TODOROV, Tzvetan. Los enemigos íntimos de la democracia.

Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2012, p. 83.

1 TODOROV, Tzvetan. Los enemigos íntimos de la democracia. Barcelona: Galaxia Gutenberg,

2012, p. 83.














crisis as a degenerative disease and other degenerations Blanca de la Torre

Degenerative disease According to Wikipedia a degenerative disease is a disease in which the function or structure of the affected tissues or organs progressively deteriorate over time, whether due to normal bodily wear or lifestyle choices such as exercise or eating habits. Degenerative diseases are often contrasted with. According to this I think it’s more than obvious that we are facing a degenerative disease. Any crisis should entail some positive aspect, like a total restructuring. A rethinking of everything: values, ideas, rhythm of life, but especially a restructuring in the value of priorities. But this crisis is implying the opposite, so that the issues that should occupy a privileged place in our scale of priorities health -like the right to housing, decent education, public health careindependent of the color of our passport- or respect for culture, among many other things, have become not just secondary but at the bottom of the social pyramid. Degenerative diseases may end in death, and this is also our case as suicides have increased in Spain and at this moment around ten people die every day. Excluding other deaths derived from the crisis, that we could call using one of the favorite euphemisms of politicians -“collateral damage.” Generations Recently in London I found a jewel for a couple of pounds in a secondhand publishing booth: a Solidarity Pamphlet, entitled “Redefining


Revolution�. Apparently its pamphlets were widely read, and group members played a major part in several crucial industrial disputes and many radical campaigns. Solidarity was a libertarian socialist organization that lasted from 1960 to 1992 in the United Kingdom, close to Council Communism and known for its emphasis on workers' self-organization. Decisions were taken on the basis of an open consultation among the people as a whole. (...East and West, capitalism remains an inhuman type of society where the vast majority are bossed at work and manipulated in consumption and leisure. Propaganda and policemen, prisons and schools, traditional values and traditional morality all serve to reinforce the power of the few and to convince or coerce the many into acceptance of a brutal, degrading and irrational system. The communist world is not communist and the free world is not free...) Solidarity’s goal was also to develop a mass revolutionary consciousness, which it believed was essential for a total transformation of society. Crucially, the group did not see itself as another political leadership, believing that the workers themselves should decide on the objectives of their struggles, while control and organization should remain firmly in their own hands. In accordance with this, Solidarity had no confidence in the traditional organizations of the working class, the political parties and the trade unions, which it said had become parts of the bureaucratic capitalist pattern of exploitation. The group stressed that socialism was not just common ownership and control of the means of production and distribution: it also meant equality, real freedom, reciprocal recognition and a radical transformation in all human relations. The tradition of the pamphlets, fanzines and other Do It Yourself paperology is kind of lost today, and even though fortunately we find everyday some of these witty texts that still makes us believe that the best fist is the readable one, they remain mainly circumscribed to the social networks, on-line magazines and other items of the cybernetic universe, less seductive to the nostalgic than the smell of the papyrus. Homo Re-Generator The problem today is not so much around the question of class but around a critique of the capitalist system. And I think that is where the analysis has to be done. One of the reasons why I think there is no hope today for future possibility is precisely because people feel there is no alternative to the capitalist system, and even more to the neo-liberal form of capitalism which is dominant today. And the Left is in great part responsible for that, because they seem to have capitulated to this dominance of capitalism and they are notthinking of another alternative. What I think is really missing is an analysis of the problemcaused by capitalism and the neo-liberal form of globalization. Chantal Mouffe.1


Generator We, the ones that continue wanting to maintain a position reluctant to assimilate to this galloping capitalism as the only possible way, we often have to face the question: What other alternative do you suggest?, an extremely stupid remark that movements like 15M, Occupy Wall Street or any other initiative bathed of anti-capitalist overtones usually had to confront. As if the ghost of capitalism expanded around the world as a product conceived by a malignant brain or group -with a decalogue to follow, a demagogic ideology and a “capitalist manifesto,” -started recruiting supporters and ended up taking possession of what we knew as The World. In the same way, this ghost expanded as a sort of 8th plague of the planet in order to become as apocalyptic as December 21st is coming soon without any aprioristic organized system for this goal. Concluding, I don’t believe that fighting against capitalism has to come with a counter-plan, one structured as an alternative political path in order to struggle with this evil system as though it were a Darth Vader of the Dark Side. What I see as a proper possibility is an ethical change, a moral position against what is happening, with some lines of action that turn out to be opposed to the ones of this neo-liberalism that is ravaging us. With the “solidarity pamphlet” in my hands I feel like starting a line of publications in this line, old style, so that the day the paradigm will change- I woke up optimistic today- towards those anticapitalist centrifugal forces, we will have paper remnants to justify that we had a plan behind and the germ of a possible ideology around it. Other paths are possible, and there will be a day when, with the right attitude and following our guidelines which lead the opposite way and which serve at least as a counterweight, we’ll be able to see the light within a system built by bricks that were pointing out to the other direction.

1 Zournazi, M. (2002) ‘Hope, passion, politics: a conversation with Chantal Mouffe and

ErnestoLaclau’, in M. Zournazi (ed.), Hope: New Philosophies for Change. 2002. p. 135


LA CRISIS COMO ENFERMEDAD DEGENERATIVA Y OTRAS DEGENERACIONES Enfermedad degenerativa Según Wikipedia una enfermedad degenerativa es una afección generalmente crónica en la cual la función o la estructura de los tejidos u órganos afectados empeoran con el transcurso del tiempo. Los mecanismos de regeneración, en realidad no se deben fundamentalmente a factores psicosomáticos o bien físicos externos que ocasionen una falta de regeneración (aplasia) o un exceso descontrolado de regeneración (neoplasia). Se originan por la alteración anatómica y funcional de los tejidos de cualquier órgano, aparato o sistema del organismo. Según esto considero más que obvio que en este momento nos estamos enfrentando a una enfermedad degenerativa. Cualquier crisis que se precie debería llevar consigo algún aspecto positivo, idealmente una total reestructuración. Una revisión de todo: de valores, de ideas, de ritmo de vida, pero especialmente una reestructuración en nuestro sistema de valores. La que nos ocupa, está implicando lo contrario, de modo que ciertos aspectos que deberían ocupar un espacio privilegiado en nuestra escala de prioridades, como el derecho a una vivienda, a una educación digna, a una sanidad pública para todos - independientemente del color del pasaporte- o un respeto por la cultura, entre otras, han pasado a ser los escalafones que primero se resienten y no ya pasan a un segundo plano, sino al final de lo que sería la pirámide social. Y es que las enfermedades degenerativas a menudo terminan en la muerte, y ese también es nuestro caso, ya que en este país se ha incrementado la tasa de suicidios, y en este momento mueren cerca de 10 personas por día. Por no contar las muertes derivadas de la crisis por – utilizando ese eufemismo que encanta a los políticos“daños colaterales”.


Generaciones Recientemente en Londres, en un puesto de publicaciones de segunda mano, encontré una joya por un par de libras: Solidarity Pamphlet (Panfleto solidario), titulado Redefining Revolution (Redefiniendo la Revolución). Al parecer estos panfletos eran muy leídos en su época y sus creadores formaron parte de varias revueltas y campañas radicales. Solidarity era una organización libertaria socialista que tuvo su auge en el Reino Unido entre 1960 y 1992, cercana a un comunismo consejista y destacada por el énfasis en la auto-organización de los trabajadores. Las decisions eran tomadas partiendo de una consulta de las personas en colectivo. (… En el este y el oeste, el capitalismo se mantiene como un tipo inhumano de sociedad donde la gran mayoría sufren abuso en el trabajo y son manipulados hacia el consumo y el ocio. Propaganda y policía, cárceles y escuelas, valores tradicionales y moral tradicional sirven todos para reforzar el poder de unos pocos y convencer o coaccionar a la mayoría a aceptar un sistema brutal, degradado e irracional. La palabra “comunista” no es comunista y la palabra “libre” no es libre…) La finalidad de Solidarity era también la de desarrollar una conciencia de masas revolucionaria, que se consideraba esencial para una transformación total de la sociedad. Significativamente, el grupo no se veía a sí mismo como otro grupo político más, considerando que los propios trabajadores deberían establecer los objetivos de su lucha, mientras el control y la organización debían permanecer firmemente en sus manos. Según esto, Solidarity no tenía ninguna confianza en las organizaciones tradicionales de la clase obrera, los partidos políticos y los sindicatos, que se decía se habían vuelto parte del modelo capitalista de explotación burocrático. El grupo insistía en que el socialismo no tenía simplemente relación con la propiedad comunal y el control de los medios de producción y distribución, sino que también implicaba igualdad, libertad real, reconocimiento recíproco y una transformación radical en las relaciones humanas. La tradición de los panfletos, fanzines y demás paperología “Do It Yourself” se ha perdido, y a pesar de que afortunadamente seguimos encontrando día a día magníficos textos que aún nos hacen creer que el mejor puño es aquel que se puede leer, estos quedan especialmente acotados en las redes sociales, revistas on-line y otros menesteres del universo cibernético menos seductores para los que somos nostálgicos del olor a papyrus. Homo re-generator En lugar de considerar la democracia como algo natural y evidente o como el resultado de una evolución moral de la humanidad, es importante percatarse de su carácter improbable e incierto. La democracia es frágil y algo nunca definitivamente adquirido, pues no existe «umbral de democracia» que, una vez logrado, tenga garantizada para siempre su permanencia. Por tanto, se trata de una conquista que hay que defender constantemente.1


Generator Los que nos mantenemos en una línea que se muestra reacia a asimilar este capitalismo galopante como único modelo a subsanar- y por ende a asimilar como única forma posible, llegados a este punto- tenemos que enfrentarnos a menudo a la pregunta ¿Y cuál es la alternativa? Solemne estupidez de pregunta a la que también solían enfrentarse movimientos como el 15M, Occupy Wall Street o cualquier otro tipo de movilización de tintes anti-capitalistas. Como si el fantasma del capitalismo se hubiese expandido por el mundo ideado por una o un grupo de mentes malignas, con un decálogo a seguir, una ideología panfletaria y un “manifiesto capitalista”que fuera reclutando adeptos para terminar apoderándose de lo que conocíamos como el mundo. Del mismo modo que éste se extendió como una suerte de octava plaga del mundo – por ponernos apocalípticos ya que se avecina el 21 de diciembre – sin ningún sistema organizado a priori para ello, no creo que la lucha contra dicho sistema impenitente deba venir a modo de contra-plan estructurado, a modo de sistema político alternativo para luchar contra el malvado capitalismo como si de un Darth Vader se tratase. Lo que sí veo posible es un cambio ético, un posicionamiento moral frente a lo que está pasando, con unas líneas de actuación que se tornan en dirección contraria a las de la actual senda neoliberal. Otras alternativas son posibles, y llegará un día, que con la actitud correcta y siguiendo un posible camino que vaya tirando hacia el sentido opuesto y que sirva como mínimo de contrapeso, podremos ver la luz ante un modelo construido a partir de una seriede directrices que afortunadamente apuntaban en sentido contrario. Con mi panfleto solidario en las manos me han entrado ganas de comenzar una línea de publicaciones que vaya en esta dirección, radicalmente old style, para que el día que el paradigma cambie – hoy me he levantado optimista- hacia esa fuerza centrípeta anticapitalista, tengamos una reliquia más en papel que justifique que había un posible plan detrás y el germen fantasma de una posibleideología que lo respaldase.

1(MOUFFE, CHANTAL . El Retorno de lo Político. Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia

radical. 1999. Verso, Londres y Nueva York. Trad. de Marco Aurelio Galmarini. p.9)




68












Blockhouse

AESF Europe-Europe, 2008

Marc Bijl Modern crisis, 2009

Fernando Bryce Revoluci贸n ( detalle), 2004

Paco Cao From the Eternal Rest Card Deck --Amy Winehouse IV 2012

Josechu D谩vila Crisis / Estudio de Josechu Davila. 2012

Wim Delvoye Rex 2006

Democracia Kill the poor eat the rich Intervenci贸n sobre una limusina hummer dedicada a transportar coleccionistas y amantes del arte durante el Armory Show 2010, New York. (Fotograf铆as de Rodrigo Pereda)


Mounir Fatmi Without history 2012

Regina Jose Galindo Peso 2006

Carlos Garaicoa The Crown Jewels Cortesía del artista y de la Galleria Continua (San Gimignano-Beijing-Le Moulin). Exhibition view photography: Alex Delfanne. 2009

MK Kaehne Suit gun 2008

Daniel Garcia Andujar Democratice the democracy, Jeju 2012

Chús García Fraile Lampadarios, Alemania 2012

Kendell Geers Mondo Kane 2002

Goldiechiari Dispositivo di rimozione 2012

Rogelio López Cuenca Bankers 2012

Teresa Margolles A diamond for a crow Diamante artificial realizado a partir de madera de los edificios quemados en las revueltas de agosto de 2011 en Croydon Londres Reino Unido Glasgow. Escocia, 2012

David Maroto Guanyu Playing go Spot the 7 Differences Game 2012

Mateo Matè Actos Heroicos 2012


Pepe Medina El Manual. P谩g 9 2012

Jorge M茅ndez Blake Monument on a Library Wall (National Library of France) 2012

PSJM Capitalism RIP

2012

Anri Sala Cactus Score 2011

Avelino Sala Blockhouse 2012 Eugenio Merino Metamorfosis 2012

Santiago Morilla To where you came from

2012

Antoni Muntadas + Rogelio L贸pez Cuenca En tiempos de crisis 2009

Dan Perjovschi Drawings 2006-2008

Santiago Sierra NO Colaboraci贸n con Julius Von Bismarck. 2012

Pelayo Varela C.V 2012


Editor and Publisher: Renée Vara Guest Art Director: Avelino Sala Designer: P.1212.V Assistant Editor: Gaby Shorr

Special thanks to the Spanish Consulate and Águeda Sanfiz for their partnership, and to all participating artists, critics and curators for their contributions. Published by INPUT INPUT FOUNDATION 141 Wooster Street, Suite 4D New York, NY 10012 www.inputjournal.org

INPUT is an avant-garde nonprofit journal founded in 2009. The journal seeks to preserve the book form as a space for artistic experimentation and collaboration in the field of art publishing. For each limited edition, a guest art director is invited to approach the space of the book in a curatorial fashion, using it as a means to explore current cultural conditions without commercial interruption. INPUT has been featured at the New York Art Book Fair, The Armory Show and Printed Matter.

All rights reserved for all contributors, artists and writers including reproductions and images. All efforts have been made to secure the proper permission and credits, please email info@inputjournal.org if there are any errors, omissions, or claims. The moral right of INPUT and its various contributors including the artistic images and/or reproductions included here in to be identified as the author(s) of this work has been asserted by INPUT in accordance with the Copyright, Designs and Patents Act of 1988. All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted in any form or by anyone by any means, electronic, mechanical, photocopying, recording or otherwise, without the prior permission of both the copyright owner and INPUT FOUNDATION.

ISSN 2152-7318 (print) ISSN 2152-7326 (online)

© January 2013 INPUT FOUNDATION


LIMITED EDITION 2013 _ _ _ /150





Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.